Para
E.C.
“…ensayó un engaño final. Vuestro pecado
abominable os prohíbe percibir mi esplendor... comenzó a decir. No lo
escucharon y lo atravesaron con lanzas.”
El tintorero enmascarado Hákim de Merv. Jorge
Luis Borges, 1935.
Volveré
una y otra vez, por las alambradas de las madrugadas o por los sinuosos
confines arrebolados de los atardeceres, o a plena noche, crepúsculo por medio,
(nunca de día) a recorrer con ávidos ojos de fauno voyerista las serranías de
tu cuerpo desnudo en tu ferviente totalidad, devoraré el paisaje de tu silueta
recostada sobre el lecho imposible oyendo tu voz declamando extraviada entre
verbos y versos florecidos en las grietas de los terrestres mausoleos de dos amantes
anónimos. Retornaré como un vicio a tu íntima topografía sin alejarme jamás del
vaho embriagante de tu aroma de hembra esquiva o mariposa inalcanzable, porque
en ti se vierten los deseos más oscuros y burbujean las lujurias implícitas y
explicitas del macho imaginante que te escribe este texto inverosímil solo para
que por un instante sublime posea tu voraz atención ya que el caótico azar que tejen
y destejen las tres viejas hilanderas no quiso que en esta secuencia de espacio
tiempo yo llegara a poseerte en carne abierta a lo largo y ancho de tu volcánica
y sinuosa cordillera. Y seguiré volviendo en un geomorfológico ritual
recurrente a entrometerme ahí entre tus muslos como un macho geógrafo sediento,
dejaré que me estreches ahí hasta el goce entre esas mórbidas carnalidades
sensuales, iré degustando tus íntimos sabores sexuales, tú permanecerás allí quieta
recitando en voz susurrante solo para mí el inédito poema de nuestra agobiante imposibilidad
mientras yo lamo la verticalidad de tu vulva, deslizo mi erguida virilidad por
sus pétalos, punzo insistente tu breve capullo clitoriano, hago brotar de ti el
húmedo fuego del deseo, hundo mi carnal lanza de lujurioso guerrero, pene-tro
entero tu anegada y hendida voracidad, vierto y derramo en ti mi líquida
densidad mientras tú permaneces allí ahora devorada, saciada, poseída, pero
quieta como una esfinge, gozosamente entro-metida en el canto de tus versos.
Vale.
* NO
SE ALEJE OTRA VEZ
quiero
que siga volviendo a ésta cordillera. Donde desnuda, leo versos, sólo para
usted.
Enriqueta
Couepel, Julio 2018.