Eché a volar mi imaginación y una
de mis manos se fue sigilosa a tus piernas, lentamente fui tocando y
acariciando por dentro de tus muslos, en esa zona de suavidad de sueño, de
intensa sensualidad, y con la otra mano te acaricie el pelo, atrayendo tu
rostro hacia el mío, hasta que nuestros labios se rozaron, y nuestras bocas
ávidas del otro se fundieron en un beso, las lenguas se enredaron y los labios
se abrieron al goce del beso ansiado, los dientes mordisqueaban y buscaban como
fieras furiosas los labios del otro, la otra mano llegó hasta la mariposa,
húmeda, ardiendo en su fuego de ansias y deseos, y mis dedos jugaron con el
clítoris erecto, sensibilizado por los instintos desatados, yo sentía mi pene
creciendo, erectándose, punzando bajo mi pantalón, te recosté en el lecho, y
subí tu falda hasta tu cintura, te saqué los cuadros con lenta ansiedad, llevé
mi mano a mi entrepiernas y saqué el falo erecto, endurecido por ti, su glande
brillante, turgente, estaba caliente de penetrarte, de hundirse en ti hasta las
profundidades de tu intimidad, lo llevé con mi mano hacia la mariposa abierta y
rendida, y lo hundí en ti, con lenta fuerza, con ternura y deseo, con ansias
desesperadas pero controladas para sentir el placer maravilloso de ir
penetrando en la mariposa toda mojada, ardiente, succionarte, sentir como mi
verga iba abriendo esos labios verticales e iba siendo succionado por tus
deseos de entrega, y después del juego de intensos movimientos, esa danza
lujuriosa, esos grititos desesperados, te inundé con mi néctar sexual, como una
lava ardiente que se derrama en ti llevándonos a ambos a la cumbre del placer,
todo eso sentí mientras imaginación se liberaba en su vuelo.
martes, 22 de octubre de 2013
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