lunes, 31 de marzo de 2014

FUGITIVA INMERSA


Te me escapas en el silencio, la distancia y el olvido, pero mis deseos te acecharán a lo largo de tu noche, florecerán entre tus sábanas como lirios ardientes, anidarán en tu almohada esperando tus besos vertidos desde tu sueño, morderán tus labios mientras duermes inmersa en la tibieza de mis brazos incinerantes. Arderán mis deseos en la leña seca de tu vigilia cuando tus dedos atrapen los pétalos humedecidos de tu vulva y jueguen el mismo juego de mis dedos atrapados en la flor suculenta de tu sexo, humedecida, vertiente, ruborizada en la oscuridad donde danzarán nuestras las siluetas haciendo un desesperado amor de venusterio. Habitaré tus insomnios a contrapelo de tu silencio, de la distancia y del olvido porque ebullirá tu piel en los sudores solitarios de otra noche vacía ansiosa de un orgasmo pene/trado, del peso de un macho endurecido sobre ti, de tus manos rasguñando su espalda y tus ojos cerrados por el ciego goce de la hembra poseída. Huyes de la trama entreverada de tus muslos y los míos, de mi boca ensalivando la tuya, del olor del sexo omnipresente como el aroma de las algas destrozadas en las playas, te me escapas, te me fugas, te me disuelves en una pequeña ausencia hacía lujuriosa la hondura nocturna. Te me haces persistente fugitiva en celo mientras describo los arcos masturbatorios en los suburbios vaginales, en la turgente gruta clitoriana, en tus succionantes labios fellatianos. Huida en la vaguedad de lo ambiguo te voy incautando los poros y los vellos en medio de la cópula del abandonado.     

domingo, 30 de marzo de 2014

DESAPARECIDA


“Yo siempre regreso a los pezones…”. Agustín Fernández Mallo, 2012.

No estás, no vuelves, solo permanece la segunda puerta desvencijada con el candado como un desolador aviso de tu continua ausencia, como una bandera de naufragio, como el oscuro de la noche sin luna, no habitas, no duermes ahí donde te buscaba en las mañanas sigiloso con los dedos cruzados para no encontrar al gentil hidalgo engañado y estuvieras sola solita como esperando que apareciera el fauno provocador e insistente que te llevaba de la mano, esa mano suave del rito, por los caminos de tu pasado de hembra deseada hasta por los árboles que te daban sombra mirando tu escote o el pasto que te espiaba bajo la falda, deseada por los innumerables que disfrutaron tu belleza inverosímil y altiva que dejaba un aroma de distancia imposible cuando caminabas por la antiguas calles del barrio. No estás, no hay las penumbras encerradas, ni las rendijas del sol voyerista, ni la charla equivoca entre nostalgias y coqueteos, ni la silueta de Manuela desordenando las cosas que dejo el nocturno encima de la mesita, la ropa encima del sofá y los deseos que viajan vertiginosos desde el lecho donde asumes tu veleidad de madura maja majestuosa hasta la silla donde yo me declaro macho en ciernes acechando. No estás una y otra vez, desapareciste con tu risa pícara y tu languidez de musa adormecida, ya no está tu mano suave acariciando mi verga cohibida, masturbándola con una ingenuidad de virgen florecida, dejando que mis manos sopesen tus pechos, rocen delicadas tus pezones pequeños y punzantes, exhibiendo tu pubis con sus suaves vellos y tu vulva vedada a mis dedos que solo pueden imaginar esa humedad escondida en la penumbra donde no estás.

sábado, 29 de marzo de 2014

XACUANXOCHITL


“…comprendo que me ganaron la partida, debe ser joven y bonita”. A. C. M.

A ti ninguna puede ganarte la partida, te pertenezco en esencia y conciencia, y otra vez esperaré tu retorno a mi Amar atrapado entre tus piernas, en tu sexo humedecido anegado de mí, en el triangulo invertido de  tu clítoris y tus pezones. Porque no importa el tiempo ni el destiempo, eres mía y sé que tú lo sientes en tu piel y te seguiré buscando en los sueños traspuestos, en todas las almohadas, en el lecho equivocado, en las lluvias y en el otoño que es donde más te busco. Eres la evocadora imagen de tus palomas y tus tetes, tus pompis y tu nido, eres la sexualidad contenida en ti misma por obra y gracias de mi ansias desaforadas de poseerte en la fresca grama bajo el madroño donde otea el guadabarranco en sus colores. Eres la jamás abandonada, pasarán los años desgastando los días con sus noches y aquí estaré siempre esperando tu sensualidad y tu ternura, viviendo escondido en ti, pequeñito y transparente. Eres la musa inicial y primigenia, la hembra de la madurez saturada de dulces uvas otoñales, la artesana que ensarta las cuentas de mis deseos para su collar de madreperlas, ampulosa vestal renacentista, plena en sus ardientes resabios de mujer seducida. Eres la oculta que poetizo en eróticos barrocos buscando su perfume de amante instaurada, sus ardores románicos y sus ensoñaciones lujuriosas, la que posee las claves indescifrables de mis criptografías de onanista compulsivo, la descrita desde antes de todas en mi paleografía pervertida, la que me brindó su silueta y sus óleos, la que abrió la puerta de mis más oscuras fantasías y ha sido fiel a su karma de dejarme ser a mi antojo entre sus brazos incestuosos. Eres las hermosas uñas decoradas, el negro oleaje de tu pelo y la dueña de todos los espejos. Eres la esfinge intocable sobre la que vierto mi denso rocío seminal en sus senos amplios y llenos de mandrágora imposible.

REVERSO INEXPLORADO


(Paratexto)

Me faltó hacer el mapa de tu espalda de cuello a talones, de rumbo nortesur descendiendo, las tersas curvaturas bocabajo, la cartografía precisa e insensata de tus corvas lobachevskianas, el deslizamiento lingual por la sensitiva hendidura entre tus nalgas empopadas o por tus muslos maduros entibiados a besos lamidos o hervidos en la saliva quemante de mi boca lasciva. Me faltó hacer la aritmética esencial, el conteo lento a besos succionantes de tus vértebras, una a una hiladas en los estremecimientos y el roce fálico abajo cuando allá arriba en las cervicales. Tus dientes mordiendo los pétalos de la almohada, tus quejidos amortiguados por la blanda mordaza, tus puños apretando como otra piel el edredón o las sábanas, tus glúteos levantados buscando asegurando encajando atrapando urgentes la puntita de la lengua lamedora. La instancia del ósculo coxiano en la tímida premonición floral, inserta empotrada rígida en su humedad punzante, la juguetona, perversa y placentera invasión del temeroso tierno sensible asterisco escondido ansioso en su surco fisura zanja voluptuosa. El desliz resbalando por el reverso de tus piernas la constatación de las manchitas ocultas de tus muslos. El gozne carnal y sus pliegues secretos por el detrás de tus rodillas, mis labios embebidos demarcando la vigencia de tus pantorrillas, mi nariz rozando lúdica tus tobillos hasta invadir tus pies de salivas incandescentes y dejar que mi lengua cuente tus deditos en un efusivo fetichismo salvaje. Me faltó tiempo para recorrerte entera de bruces ahí en el lecho mientras afuera comienzan las lluvias verdaderas de este ya inútil otoño.

jueves, 27 de marzo de 2014

SIESTA EROTICA


Despertó en medio del sueño, sin la típica modorra de la calurosa siesta de verano, sintió en la parte baja del abdomen la dureza erecta de su verga como un hierro ardiente, casi al borde del dolor de la carne endurecida más allá de lo usual, su mente volvió rápida e instintiva a sus adentros en busca del origen de tal exquisita e intensa calentura, y fueron apareciendo fragmentos oníricos de un rostro, de una blusa como floreada y algo escotada, no demasiado, la piel suave y morena clara de unos senos pequeños pero turgentes levantados por el sostén invisible, el canalillo marcado y tibio, identificó el rostro y la melena de cabello muy negro, liso, con el flequillo cubriendo toda la frente, reconoció la voz, los gestos, la actitud entre coqueta y seria, la voluptuosidad natural, incitante, la sonrisa pícara, la intocable cercanía carnal, supo quien era, reconoció sus propios deseos de esos pechos maduros, la vigencia lasciva del macho hechizado, recordó la trama de conversación soñada, el juego del da y quita condimentado con el lujurioso temor a que los sorprendan, la seducción en voz baja, las respuestas en susurros inquietantes, la verga erectándose bajo el pantalón, las manos encopando esas tetitas breves como de niña, su negativa a las caricias pero dejando que sigan sucediendo, la fálica urgencia sexual de una deliciosa masturbación allí mismo con la asistencia de las manos femeninas, el apetito voraz de lamer besar esa piel del escote en su turgencia edípica, recordó nítidamente la tensión libidinosa del momento, la pulsión y la vehemencia descontrolada por tocar y dejarse tocar, el sensual cuchicheo premonitorio de la aceptación, de la rendición, de la entrega, entonces, en un instante desolador, despertó en medio del sueño, erecto, ansioso, sensibilizado, solitario sobre el lecho donde dormía una calurosa siesta de verano.


martes, 25 de marzo de 2014

RE/ENCARNACION/ES


Es un hecho de la causa, en una de las próximas vidas seré un monje en total celibato aunque pase las noches deambulando por los fríos corredores del monasterio flagelado por los cilicios del deseo, asediado por los mismos demonios de la vidas anteriores en las que fui lobo, caracol, lombriz, y más de alguna vez miserable gusano. Sé que antes fui un filosofo griego allá por las islas del conocimiento y un mantenido por las meretrices en Babilonia, un biólogo predarwinista y creo que también fui un feroz anarquista, pero no tengo claridad en que época ni si asesinaba a filosa daga en los mármoles eternos del Teatro de Pompeyo o con vulgares balas cerca del puente Latino, en una ciudad brumosa y oscura de puentes de piedras sobre un río milenario. Conociéndome debo haber sido también Rasputín con su mezcla de esotérica religión y sexo bendecido, o el Divino Marques en sus continuas, pervertidas e impúdicas exploraciones. Lo que recuerdo con meridiana claridad es que por los treinta, en La Habana, Cuba, fui un músico que tocaba la tumbadora para una vedette que hacia un striptease famoso en un tugurio de mala muerte donde iban los gringos embaucados a gastar sus dólares malvenidos. Aun a veces me veo en el sueño con mi conga mirando desde atrás a la stipticera con el rostro impasible como si viera llover. Rara vez logro verle los pechos inhiestos y orgullosos, sus pezones breves, rosados y tiernos, o sus vellos púbicos artísticamente recortados en forma de corazón, pero disfruto sus nalgas exuberantes como hechas a mano, sus piernas largas y muy bien torneadas, y sus muslos de un alabastro tropical que dolía en los ojos y en las manos que golpeaban monótonas el pellejo del tambó. Yo era negro entonces y la bataclana muy rubia, quizá éramos parte de la armonía de ese Universo en incesante descomposición. No sé si en esa vida grata de habanos y ron de caña yo era su amante macho en extremo dotado o la amaba escondido sin esperanzas cada noche de su desnudez bien pagada. De lo que estoy seguro es que alguna vez fui lombriz y caracol un jardín con dalias y zinnias donde las mariposas revoloteaban como si siempre fuera fiesta o carnaval. Sí, en una de las próximas reencarnaciones seré un monje en absoluto y doloroso celibato, pero no en la venidera sino a partir de la subsiguiente porque todavía me queda una vida en que seré más ni nada menos que un patético viejo califa.

GRACIAS DE LA ROSA (K70)

 

“el nombre es arquetipo de la cosa / en las letras de 'rosa' está la rosa”. El Golem, Jorge Luis Borges
“La rosa no tiene por qué, florece porque florece”. Ángelus Silecius.
“De las generaciones de las rosas / Que en el fondo del tiempo se han perdido / Quiero que una se salve del olvido, / Una sin marca o signo entre las cosas”. Una rosa y Milton, Jorge Luis Borges

Gracias por el beso en la mejilla que nos incitaba a besarnos como locos en el piso tibio allá en la casa grande del soñador de las aguas entre quesos y paila al pilpil. Gracias por ser ahí vestal baja y gordita del lago azul y el volcán nevado y tus pechos grandes y acogedores como hogareña cocina sureña. Gracias pequeña rosa florecida inminente entre la tienda y la olla por ese brevísimo escote de pechos llenos, de tímida coquetería sonriente. Gracias por las dos mañanas y la tarde soleada, por tus ojos grandes y tu pelo negro con su cola de caballo de diosa bajita y sabrosa como sopaipillas madrugadoras. Gracias por tu sonrisa clara y acogedora de hogareña cocina sureña. Gracias por tus manos ordenando mi lecho, por tu desnudez de penumbras, por el último toque de cariño alisando la almohada para que yo antes de dormir en el sueño de tu boca besara tus manos que se vertían en kuchen de mora, de manzana y de ciruela. Gracias por la loca fantasía de revolcarnos en el piso de la amplia cocina solo cubiertos por el calor de la leña. Gracias por dejar que yo destrocé tus labios en los pastos congelados, forraje dulce para mi hambre de silencio en los bosques encantados. Gracias por dejarme beber la intensidad del día en tus senos, en tus caderas golosas, en tus muslos de miel de ulmo, en la persistencia de tu aroma por el largo viaje de retorno. Gracias por permitirme desaparecer del todo atragantado en tus pezones grandes y morenos, en su protuberancia edípica, en sus delicadas aureolas oscuras. Gracias por los moscardones tempraneros en la ventana de daba al jardín escarchado que me regalabas con tristeza aborigen para que sus zumbidos me trajeran tu voz diminuta y risueña como hogareña cocina sureña.



martes, 18 de marzo de 2014

ARS EROTICA


“Venas, que humor a tanto fuego han dado, / Médulas, que han gloriosamente ardido,”. Francisco de Quevedo y Villegas 

Ya dijo Varelio en su Summa Ática que solo los mediocres confunden la literatura con la vida, porque la literatura es más, mucho más, solamente los que no tienen una vida real, vivible, con sus latidos y sus miserias, con los vanos esplendores del arte y las dulces oscuridades del vicio pueden confundirla. Lo demás es paja, desperdicio, desobediencias indebidas, mustias congregaciones del miedo a fluir, a ser. No sabemos a donde se va la vida que no vivimos, que cántaro triste va llenando de lerdas melancolías junto a los soles que no veremos amanecer o a las noches donde el cuerpo solo durmió sin una piel pene/trada u otra saliva embebiendo los labios. Derroches de celibatos voluntarios, alguien pedirá cuenta de ellos, desprecios a la carne que palpita enclaustrada en mojigaterías innecesarias, torpemente elevadas a rango de virtudes, equivocadas transacciones con la ignorancia o el error. Algo se diluye, se pierde irrecuperable en esos tiempos vacíos, se derrama y se infiltra perdido para siempre, si no gozas el cuerpo que tocas acaricias usas o no te gozan tocando palpando masturbando serás menos la madrugada siguiente, ni siquiera semilla podrida o harina gorgojeada, inútil. Solo aquellos que miran en su jardín las vulvas abiertas como flores sagradas, o aquellas que miran en su jardín las vergas erectas como túmulos sacros, podrán hacer la suma de eyaculaciones u orgasmos y saberse vividos. Quienes malgastaron los nocturnos aferrados a desdichados prejuicios que nada sumaron a la vertiente maravillosa del aquí y el ahora, de la vida que efervese bullente y continuará fluyendo más allá de ellos, sabrán al final que despreciaron lo único que veramente los justificaba. 

lunes, 17 de marzo de 2014

BESITO LAMIDO


Besito lamido es aquel que se inicia en los labios, se escapa por la comisura derecha o izquierda, baja descendiendo oblicuo por el cuello, surca el canalillo entre los pechos, sigue hacia abajo por el estomago, el ombligo, el vientre y el pubis, hasta encontrar la flor de tu sexo y ahí se queda lamiendo, lamiendo, lamiendo… Besito lamido es aquel que se inicia en los labios, se escapa por la comisura diestra, desciende por el lado derecho del cuello, se desliza en la ese acostada del hombro como por un suave y terso tobogán, sigue el breve arco del hombro a la axila para anidar en ella unos pequeños instantes y baja en turbulento y ensalivado zigzag contando las tiernas costillas hasta la curva sensual de la cintura y sube calmo por la tersura de la cadera para encontrar la ingle y de allí seguir esa carnal curvatura y poco antes de alcanzar la entrepiernas gira excitado a la izquierda para encontrar la flor de tu sexo y ahí se queda lamiendo, lamiendo, lamiendo… Besito lamido es aquel que se inicia en los labios, se escapa por la comisura siniestra, desciende por el lado izquierdo del cuello, se desliza en la ese acostada del hombro como por un suave y terso tobogán, sigue el breve arco del hombro a la axila para anidar en ella unos pequeños instantes y baja en turbulento y ensalivado zigzag contando las tiernas costillas hasta la curva sensual de la cintura y sube calmo por la tersura de la cadera para encontrar la ingle y de allí seguir esa carnal curvatura y poco antes de alcanzar la entrepiernas girar excitado a la derecha para encontrar la flor de tu sexo y ahí se queda lamiendo, lamiendo, lamiendo… Besito lamido es aquel que se inicia en los labios, se escapa por una de las comisuras, desciende por cualquier lado del cuello yendo hacía atrás lentamente hasta el centro la cerviz y de ahí baja corcoveando por las vértebras, cruza la doble curva lobachevskiana  y se inmiscuye por el prohibido canalillo entre los glúteos censurado y sigue hacía el periné cambiando de hemisferio y sube el corto tramo hasta encontrar la flor de tu sexo y ahí se queda lamiendo, lamiendo, lamiendo… Besito lamido es aquel que se inicia en los labios, se escapa por la comisura derecha, desciende por el mismo lado del cuello, hace cumbre en el pezón del seno diestro, sigue hacia abajo por el mismo lado del estomago sin acercarse al ombligo, pero poco más al sur enrumba suroeste cruzando el vientre rumbo al pubis hasta llegar a la flor de tu sexo y ahí se queda lamiendo, lamiendo, lamiendo… Besito lamido es aquel que se inicia en los labios, se escapa por la comisura izquierda, desciende por el mismo lado del cuello, hace cumbre en el pezón del seno siniestro, sigue hacia abajo por el mismo lado del estomago sin acercarse al ombligo, pero poco más al sur enrumba sureste cruzando el vientre rumbo al pubis hasta llegar a la flor de tu sexo y ahí se queda lamiendo, lamiendo, lamiendo… Besito lamido es aquel que se inicia en los labios, se escapa por cualesquiera de las comisuras y baja por donde le sea más rápido llegar a la flor de tu sexo y ahí se queda lamiendo, lamiendo, lamiendo…

domingo, 16 de marzo de 2014

OPUS WoO 59


Bagatela para piano solo.

Volví a tu boca intervenida desde antes por mis besos, a la intimidad que ronda tu lecho con su tentación inevitable, al grato café y las charlas de lo humano y lo divino como si la sexualidad latente fuera un óleo en la pared o las gotas de lluvia en la ventana. A veces, durante nuestro destierro obligado me ponía a leer y releer esos textos que escribíamos a cuatro manos, donde vertíamos nuestras fantasías y deseos, donde buscábamos acoplarnos en la imaginación sexual haciendo lo que en la realidad no podíamos pero que queríamos sentir, y lo vivíamos ahí en las palabras, las visiones y las sensaciones que íbamos describiendo juntos en clandestina cercanía. Aun guardo como íntimos tesoros eróticos, las veces en que tú me montabas frotando tu pubis en mis nalgas, o cuando yo me masturbaba mientras tú me chupabas mis tetillas y me hurgabas con tu dedito, o cuando yo te llevaba al orgasmo lamiendo y chupeteando tu chuchita mientras me pajeaba. Vine al reencuentro con la ansiedad viva de tus piernas largas y tus agujas rosados, a recobrar las vehemencias, las locuras, las exploraciones por las junglas del sudor, el semen, los íntimos fluidos y la tibia saliva, el vértigo carnal de las tardes encerrados en nosotros o en hora de misa, apóstatas y herejes buscando la puerta del infierno derramado o pene/trante. Retorné no a la incitante y frondosa selva de miel y dorados reflejos sino a las dulces nieves de tu pelo en la misma quietud de tu isla solitaria, regresé a ti sangrante de deseos no cumplidos en los otros lechos intranquilos a lamer mis heridas callejeras y a hundirme otra vez enviciado entre tus pechos. 

sábado, 15 de marzo de 2014

INFLORESCENCIAS DEL NIMIO CONVENTO


Flores del fango primordial, esencias de hembras atávicas, vestales inconclusas, esfinges corrompidas por el tiempo que no sucedió según el incierto borrador de sus sueños, cuerpos estragados en la curtiembre desoladora de las mustias miserias de las vidas sin rumbo ni certezas, vírgenes sagradas o burdas meretrices. Flor del canelo, mujer de la tierra ancestral, piel morena, corto cabello muy liso y grandes senos, la sonrisa persistente la libera, la exculpa y la sostiene en su voluptuosidad casi animal, las carnes duras, tersas, tensas por los deseos contenidos, por el monótono monólogo del solitario insomnio. Hija de la flor del canelo, muchacha mujer de las tierras ancestrales, piel canela, cabello muy liso y de hermosa tetamenta, no avara en los escotes ni en sus piernas exhibidas con picara coquetería juvenil, pasto tierno para bueyes viejos, ninfa fugaz, vedada e imposible. Rosa vulgar, abarcadora y exuberante, tetona majestuosa, maja de la sola toalla o de la ancha y suelta camisola rajada, exhibicionista impúdica de sus gozosos pechos, soez y agresiva, siempre viuda de sucesivos amantes temporales, engañadora en su palidez ancha y excitante, trampa de machos endurecidos, hembra prototípica de insistentes vicios onanistas. Amarilla flor de cactus de agria savia venenosa, irritante madona desengañada, sobreviviente y victima, de marchitas gorduras y bello rostro envejecido, la risa escondida en sus íntimos rincones, dolorosa e impotente en sus filosas espinas urticantes, sin fisuras ni intersticios, encogida impenitente entre los sólidos muros de su eterna desconfianza. Maduro capullo ranchero de pequeños pechos núbiles en breves escotes y de gratas charlas que dan y quitan en un lubrico juego desconocido, colorida en su canto enternecido, en el acogedor ámbito de su cuarto donde reina entre quietos recuerdos de los antiguos boatos de sus reinos perdidos, inconquistable sin los adornos de los engaños sugeridos. Florcilla sencilla y humilde, mal vestida y poco aseada, morena clara, de cara redonda y regordeta, toda su lindura está en su ojos color de miel y algo tristes, incrustados de una perpetua hondura funeraria, bajita, gordita y tetoncita, de imponentes ubres que le cuelgan como una venus prehistórica, en continua seducción desperdigada reniega del sostén para exhibir con desparpajo sus protuberantes pezones. La más antigua floración recién florecida, de insoportable belleza sumergida en los años de la barriada adolescente, vanidosa en las penumbras, exquisita y delicada sacerdotisa de los ritos masturbatorios, habitada de remembranzas, de años y lugares, de hombres que la invadieron sin dejar rastros, sublime meretriz de acogedores senos caídos, cortesana para siempre inconsumada. Misteriosas flores del fango, hembras atávicas, vestales inconclusas, esfinges corrompidas, vírgenes intocables que se niegan ufanas al acecho del fauno pervertido y al arcaico derecho a pernada.

HEMBRAJE


Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos (i), matraz vaso vasija de tres picos donde he bebido el sudor transparente y dulce de tu espalda, el agua de tus besos en tu saliva cristalina, y el embriagante néctar germinal de tus fluidos vaginales. Turgencias interdictas de tu geografía desnuda, tus amplios pechos pálidos y mullidos, tibias dunas carnales que emergen de mis más confusos y atávicos instintos. Vientre, pubis, monte venusino, matriz esencial, estrecho cauce marino donde mi falo surca, resbala, punza y pene/tra encarnado. Deseado vértice donde tus piernas convergen en tu vulva abierta como roja flor embebida en el derramado rocío del deseo. Suaves glúteos, incesancias de roces lúbricos para mis manos, nalgas que ocultan en su prohibida hendidura la pertinencia del leve ósculo de obsidiana. El rincón virgen de tus axilas, surgencias y derroches linguales, recovecos quizá envellecidos [sic]. Boca labios lengua, vertiente inacabable de besos, lamidos succiones, de fellatios ilimitadas, de desatadas eyaculaciones. Senos, pezones, promontorios y cúspides donde busco mi último destierro, orígenes de un exilio permanente, de una pervertida búsqueda infructuosa. Te disgrego en una arena sedienta, en cenizas sobre brasas, te rompo en trozos quemantes, te fragmento en tus propias lujuriosas fantasías, te deshojo inquieta, te abro avergonzada, te irrumpo gozosa, te inundo estremecida y te impregno macho en ti consumado. Me licuo seminal vertido, saciado e inmortal, hundido en la voracidad incestual de tu sexo. Desnuda te sumerges. Espero. Entonces en un salto de fuego, sangre, dientes, de un zarpazo derribo tu pecho, tus caderas. Bebo tu sangre, rompo tus miembros uno a uno (ii).

(i) Poema 1. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pablo Neruda
(ii) El Tigre. Los versos del Capitán. Pablo Neruda


TAN CERCA DE USTED


“Usted es la culpable
de todas mis angustias
y todos mis quebrantos
Usted lleno mi vida
de dulces inquietudes
y amargos desencantos”
Usted es la culpable. José Antonio Zorrilla

Miro su erótica fotografía, regalo y filosa daga a la vez, “esa” imagen sin rostro, anónima, aquella visión enmarcada que solo yo sé que es de Usted, con sus pechos desnudos y los grandes pezones oscuros coronando, inhiestos, orgullosos de su incitación viciosa, y siento deseos, muchos deseos, y se me viene a la mente su perfume en las mañanas cuando le abro la puerta, y la veo tan linda con sus botas de tacones que me dejan encarcelado entre el eco de sus pasos resonando y su inquietante aroma para mi desesperación de Usted. La seduciría con mucha ternura, cariños, caricias, con palabras que la hagan soñar, con susurros en sus oídos, con mis manos acariciando su pelo, la abrazaría con delicada pasión para que en mis brazos se sienta protegida, la besaría suavemente para que viviera en el roce de nuestros labios esos sueños de amor que guarda en su alma romántica, y así iría dejando salir mis deseos para que también salieran los suyos, libremente, sin forzar nada, y se fuera rindiendo extasiada a las ansias de ser amada. Acariciaría todo su cuerpo muy suavemente con las tímidas yemas de mis dedos y me detendría en sus pechos rozando sus pezones muy suave y también en su sexo, suave, la masturbaría un poquito, besaría sus pezones, y luego, cuando este bien excitada le haría un fogoso e incesante sexo oral, y cuando ya este a punto del orgasmo onanista, recién la penetraría encarnados ambos en un éxtasis animal. Porque desde la mañana me enamoro de su fragancia y su pelo y sus ojos, y en el día me embruja cada vez que me trae el café y yo puedo entonces rozar por un instante su mano con su venia implícita en la tenue lentitud con que la retira en coqueta complicidad. Porque en su ingenua crueldad sabe que su recuerdo me duele como una deliciosa herida que Usted va salando mientras yo me voy imaginando su piel en mis manos, tocar su pelo, acariciar su rostro con ternura y a la vez ardientes deseos de Usted, y se me viene como un cariño incipiente, una brusca necesidad de sentirla cerca, de abrazarla y quedarnos así mientras escuchamos el 'Si tu te atreves' que nos dibuja en sombras contra el muro de lo imposible.

jueves, 13 de marzo de 2014

LA VENUS QÜINTA


No es una mujer atractiva, es obesa, baja, madura y mas bien vulgar, incluso desaseada y con intenso olor a sudoración, pero tiene un par de tetas enormes que le cuelgan casi hasta su estomago. Un día me fijé que ella llevaba puesta una remera negra semitransparente, por lo que se le podían ver los enormes pezones oscuros en contraste con de sus pechos pálidos, no llevaba corpiño. Mientras ella me conversaba yo no podía sacar la vista a esa enorme tetamenta. Ella creo que se daba cuenta de que la estaba mirando, pero no hizo ningún gesto para cubrirse. La siguiente vez me propuse no mirarla más de esa forma, ya que si ella me dijera algo al respecto yo no sabría que hacer, sexualmente no me atraía, solo me estaba atrapado en su edípico busto. Sé que hice el mayor esfuerzo posible, pero la encontré vestida con una polera blanca no transparente pero que dejaba marcar muy bien sus sobresalientes pezones, y por más esfuerzo que hice, de vez en cuando la vista se me desviaba hacia esas enormes tetas y sus dos incitantes protuberancias. Ahora estaba casi seguro de que ella se daba cuenta de la situación, pero me dejaba disfrutar de sus pechos con una cómplice incestuosidad maternal. Navegando en esas aguas turbulentas no sé como fui tomando un rumbo hacía mi más obsesivo imaginario. Yo estaba sentado y de pronto ella se para detrás de mí, se inclina apoyándome sus pechos sobre mi nuca y comienza a moverse lentamente frotando sus mullidos senos en mi cabeza, yo me excitaba mucho y me verga se erectaba a punto de eyacular. Como tenia puestos pantalones cortos mi erección se hacía perfectamente visible, como ella estaba mirándome desde arriba se daba cuenta y se sentaba en frente mío, entonces mirándome a los ojos fijamente se levantaba la polera y al no tener corpiño sus grandes pechos quedaban al aire, desnudos, imponentes. Yo me quedaba sin palabras, solamente miraba sus pechos enormes que tenían unos pezones oscuros y grandes aureolas, tal como las había imaginado. Ella me decía que no tuviera vergüenza y que me atreviera y le tocara las tetas, entonces como yo no reaccionaba ella se acercaba, tomaba mi mano y se la llevaba sus pechos, diciéndome que se los acariciara y apretara. Yo por fin tomaba la iniciativa y comenzaba a besar esos pechos enormes, a chupar esos duros pezones, gozando de esa tetamenta mientras se las apretaba con las manos. Después, sin decirme nada, ella me bajaba los pantalones y los calzoncillos, se hincaba frente a mí y comenzaba a chuparme la verga erectísima, la agarraba con sus manos desde abajo, y con su lengua jugueteaba con mi glande, luego me acariciaba los testículos y comenzaba a chupármela como si quisiera exprimirle todo su néctar seminal. Yo ya no podía aguantar más y le decía casi gritando que estaba por acabar, entonces ella empezaba a pasarme sus enormes tetas por la verga, masturbándome con ellas hasta que eyaculaba en sus grandes senos matriarcales. Cuando salió la última densa y lechosa gota de semen, escuché que dijo ― Mañana nos vemos ―y me guiño el ojo. En ese momento supe que todo lo que había sucedido y no sucedido se iba a volver a repetir muchas veces más.


Nota del autor.- Lo que está en cursivas es un palimpsesto.

INTERRUPTUS FIRENZE


Segunda pieza de un erótico y clandestino concierto conventual, la penumbra de la luz que solo pene/tra por los resquicios de las antiguas paredes, la intimidad congregada por un femenino desorden, el sostén y las bragas en sus excitantes blancos edípicos, el vestido lánguido y sensual sobre el sofá como un jirón ya vencido en previa rendición. Las voces entretejen una charla de objetos cotidianos mientras los ojos bajo el hechizo de una concertada lujuria buscan, horadan, interrogan, juegan las ardientes fichas del deseo. En el lecho, la tímida flor cubierta, púdica y sonriente, bajo los pétalos donde duerme su soledad de antiguas y lujosas remembranzas, de un sexualidad esparcida por los años antiguos con la dulce ingenuidad de una ninfa soñadora. El flujo de lo sucediendo los atrapa en codificados tópicos manuales, entre acechos temerosos y tenues coqueteos, la doña imaginaria, el visitador invisible, lo que vendrá en la continuidad de la descubierta cercanía. Invitada, la mano manosea el falo dormido, reacio en la timidez del recurrente desconcierto inicial, de la ansiedad del azar, de lo ansiado y lo desconocido, la verga inicia su erección voluptuosa, sensibles roces la yerguen entre los goces del suave frote onanista, todo fluye por un delicioso caudal de tibias aguas sexuales aunque la femínea mano aun no toca, pero de pronto intempestivo desde la otra penumbra de la maja acostada va surgiendo oblicuo y referente un visitante fantasma cornudo, el formal y gentil hidalgo engañado, y se viene una contención contenida, una solicitada mesura, la fijación de un poco tiempo, la intuición de la temporal virginidad necesaria, y el príapo se derrumba ante la desencantada premura, se esconde laxo y derrotado, huye hacia otro día en que se volverán a jugar, quizá con más suerte, las urgentes fichas del deseo.

martes, 11 de marzo de 2014

FANTASMAGORIA


Y si alguien acude a tus insomnios y desde tus pies sube con leves besos cada pulgada hasta que encontrar tu boca y muerde tus labios y anuda tu lengua con la suya, no hay dudas; soy yo. Y si alargo la noche para poseerte mas tiempo con absoluta impunidad, es porque en la delicia del beso de tu piel voy buscando los nudos de tu cuerpo para desatarlos uno a uno, estremeciéndote, hasta romper el cristal de tus encantos y naufragar al fin en ti. Y es que estuve años esperando estos sueños perturbadores para arrastrarte a mis pequeñas perversiones sin recato, sin pausas, sin miedo, y poseerte con la terrible ternura de un solitario que te ha esperado los milenios en el lecho equivocado. Y si me hundo en ti, incesante, áspero, ebrio de ti, es porque he sentido tu caricia, el peso de tu cuerpo, los susurros de tu rendición, y hemos atrapado la madrugada en una cópula vehemente de húmedos caracoles entrelazados. Y si cuando llegas al máximo placer te inundo entera socavando tus entrañas es porque en mi sueño navego por tu cuerpo con muchos breves besos desde la punta de tu dedo del corazón de tu mano izquierda subiendo por tu brazo suave, perfumado hasta llegar a tu hombro y embeberlo en mis besos húmedos, después ir a por tu cuello y besarlo con toda intensidad; pues ahí huelo tu piel, tu pelo, tu oreja, tú solo sientes la punta de mi nariz hurgando en ella, mi aliento quemando tu cuello, acerco mi boca a tu oreja y te susurro muy calladamente las obscenidades que te excitan y estremecen, las palabras soeces que te abren como una flor rosa rosada carnal que destila lenta la densa lujuria de sus néctar, el verbo libertino y pervertido que te invade como el oleaje de una playa pedregosa que va y viene con una lúbrica intensidad pene/trante hasta ahogarte en ese quemante susurro mientras acaricio tu pelo para volver a hundirme en ti.

BORRADA


Te borraste, ah! maldita amada, me encantan tus furias, me excitan, me hacen sentir un dolor intenso, oscuro, terrible, como sal en una herida recién abierta, me gustan tus furias de reina mala, de hembra apasionada, me haces desearte más allá del deseo animal del macho erecto y violentarte abusarte violarte con insana bestialidad de un oscuro demonio fálico para que aúlles a la luna como una loba en celo vivo, mordería tu oreja hasta que grites, te besaría con un amor salvaje para hacer sangrar tus labios y beber así tu odio en su destilado más puro, me incitas a pecar en ti y por ti, a buscar la soberbia de poseerte, a ver en tus ojos las maldiciones que tu embrujo harán caer sobre mi, me excita saberte enrabiada por mi, buscando dentro de tu amor de arena los afilados estiletes del odio, me da miedo también, un miedo inevitable a perderte, a no volver a saber de ti, ni escuchar tu voz, ni leer tus celos de reina imposible, a quedarme para siempre solo con tus pocos retratos, mirándolos una y otra vez con la amargura del que todo lo tuvo y todo perdió. Tengo terror a que desaparezcas de mi vida, a que tu nombre ya no signifique nada para mí, a que mañana despierte y me de cuenta de que todo fue un sueño, que tu nunca exististe, y que todo volverá a ser como antes, antes de ti, cuando mascaba mi soledad sin esperanza de una esfinge que iba a reinar sobre mi.

INTENSAS NOSTALGIAS RECURRENTES


Carta a ‘esa’, divina mujer inextinguible.

“El nombre de una mujer me delata. / Me duele una mujer en todo el cuerpo”. El Amenazado, Jorge Luis Borges

Mi evocación erótica más nítido y excitante es de cuando llegaba a tu isla de dorada quietud en esos días calurosos de antiguos verano, y tú me esperabas solo con la bata y los tacos altos rosados, y debajo solo con esa mínima y sensual ropa interior también rosada, y yo me desnudaba totalmente, y me tomaba el café junto a ti, sentados en el sofá conversando humano y lo divino como si la intensa sexualidad latente fuera un óleo en la pared o gotas de lluvia en el ventanal, y después comenzábamos a jugar tocándonos, acariciándonos y masturbándonos, hasta llegar a excitarnos mutuamente y encendernos la piel ilimitados, y luego hacíamos consumábamos vivíamos el amor allí mismo, o nos íbamos al dormitorio desaforados como si fuésemos los últimos de la especie, y alguna vez hasta lo hicimos en la alfombra, de pie, en sueños, trasvestidos, coronados o inciertos, o incluso allá por en otros lúdicos lechos. Yo me había desgastado en la búsqueda continua de una mujer imposible sin saber que era lo que en ella buscaba y necesitaba, hasta que te encontré esa tarde de piernas largas cruzando el puente con tu chal, tu altura y tu seriedad de reina incipiente, y ahí accedí a la certeza deslumbrante que era eso lo que me impulsaba a seguir y seguir en esa búsqueda obsesiva y sin sentido, era nada más nada menos una sacerdotisa imperturbable como tú, que me aceptara como soy, con mis fantasías y mis experimentaciones, con mi búsqueda insaciable del goce físico que me hace olvidar el mundo y me justifica el seguir viviendo en el tedio cristalizado de las rutinas del tumulto, una vestal hierática e incandescente que me acompañara en esa travesía por las turbiedades del infierno y los destellos del paraíso, que fuera mi cómplice y mi compañera, que compartiera conmigo abiertamente esas locuras y obsesiones. Contigo me di cuenta que eras lo que busqué por años y años, la confianza total, la entrega absoluta, la intensidad de compartir todos los sueños eróticos y más, el buscar y experimentar en pareja, unidos en el deseo y el placer. Contigo comencé a vivir mi sexualidad como nunca lo había hecho, pude confesar mis pecados y mis pequeñas perversiones, al fin pude ser como era. Todo lo que físicamente hemos vivido y sentido juntos sigue vigente en mi memoria, con detalles lúcidos y precisos de situaciones y sensaciones, siempre estoy repasando y hurgando esos maravillosos e inquietantes recuerdos para volver a revivirlos estremecidos en mi cuerpo y burbujeando en los oscuros socavones de mi alma. Y todo esto sin contar con el misterioso amor, la cercanía, la amistad leal y sincera, la charla inteligente y culta, el cafecito como un rito del encuentro apartado del tráfago de lo cotidiano, de las repeticiones inútiles, de las puercas miserias de la vida. Porque también puedo decir que contigo pude al fin ganarle la mano al destino cuando los días fueron tristes.

domingo, 9 de marzo de 2014

PRIVILEGIOS


Te escribo desde el rincón mas oculto de tu propio insomnio, desde la penumbra de tus sueños secretos, desde la honda caverna de tus instintos. Porque solo ahí existo, solo en tus sueños, de noche, al borde del lecho de fuego donde la madrugada te encuentra despierta buscando en tus memorias una imagen, un roce, un latido cercano que te acurruque en ternura y en pasión, en dulces murmullos y en sofocados grititos, en ardientes caricias y en eróticos abrazos, piel contra piel, carne en la carne, sudores que se comparten en la oscuridad húmeda, olorosa a sexo desatado, voces arrulladoras que abren las puertas y los cuerpos, desnudos, ansiosos, y entonces soy en tu sueño el que buscas, y te entregas rendida, anhelante, y en la espesura de la selva de tus instintos soy amante y macho, soy dulzura y fuerza, soy tierno y vibrante, a tu gusto, a tu placer, a tu modo, como el mismo sueño que en ti soy. Cuando me invade el deseo, pienso en ti, y me imagino lo que estaría haciéndote en ese momento. No tienes ni la más remota idea de todo lo que me imagino contigo y entonces el deseo crece más y más en mi interior, mi saliva vestirá tu piel desnuda; mis manos dibujarán como un artista tu cuerpo, delineándolo paso a paso con la punta de mis dedos y más tarde con mi húmeda lengua; mis caderas bailarán en su fiesta privada con las tuyas y un solo gemido brotará de tu garganta y de la mía y el deseo sigue creciendo, ahora tu piel como un manto cubrirá la mía y otra vez tu lengua será el cincel de mi tibio cuerpo y de nuevo llegaremos al jardín del deseo y esta vez nuestro gemido estremecerá a la tierra y despertará el instinto mas primitivo de los que nos escuchen, así es mi deseo por ti; no tienes ni la más remota idea de todo lo que pasa por mi mente cuando el deseo por ti crece dentro de mi. Duermes en el inicio de la noche, yo aun despierto soñando una y otra vez lo que vivimos hoy a media tarde, tu sueñas dormida y yo sueño despierto, pero íntimamente sé que estamos soñando el mismo sueño, tu y yo juntos, escondidos en la noche, ardiendo en el fuego que encendimos hoy, a media tarde, un sueño lleno de besos, de caricias, de las ternuras que compartimos hoy, a media tarde, con las manos entrelazadas y los ojos buscando los ojos del otro, en un silencio que lo decía todo, sueño, sueñas, soñamos, nuestros cuerpos buscándose en las penumbras tibias, mis labios buscando beso a beso tus deseos en tu cuello perfumado y suave, y tu con los ojos dormidos dejándote arrastrar por la marea de fuego que nos une ahora, desde hoy, a media tarde, y en la intensidad de nuestros sueños te poseo como nadie nunca pudo llegar a poseerte. Es tarde, casi media noche, y te imagino durmiendo, sola en tu lecho, alcanzo a escuchar tu respiración tranquila, suave como el susurro de la brisa en los bosques de sus sueños. Percibo en las sombras del dormitorio tu perfume y tu tibieza, me acerco a ti y con movimientos muy lentos y delicados llevo mis labios al filo de tu boca, apenas la rozo en un beso que casi no existe, es menos que el roce del ala de una mariposa, en el entresueños murmuras algo que no alcanzo a entender, me alejo tan silencioso como llegué. Antes de cerrar la puerta me vuelvo y en la penumbra creo ver tus ojos mirándome, sonrío y tú me devuelve la sonrisa. Me voy seguro de que en esas sonrisas nos dimos las buenas noches.  

ZOOFILIA


Si yo fuera un lobo hambriento de ti te comería dulcemente, te sacaría el pijama a zarpazos para dejarte desnuda completamente, luego te recostaría en la cama y comenzaría a lamerte enterita por todo tu cuerpo, te lamería en tus orejitas, tu cuello, tus pechos deliciosos, tus pezoncitos hasta ponerlos duritos, en seguida iría bajando despacio por tu estomago, metería la lengua en tu ombliguito, después seguiría bajando por tu vientre lamiéndolo con la lengua mojada y caliente, después bajaría hasta tus vellos del pubis y allí estaría un largo rato jugando con ellos, enredando la lengua en esos pelitos, tironeándolos suavemente con los labios, seguiría allí con la nariz enredada en esos vellos oliendo el olor delicioso de tu sexo, luego seguiría bajando por tus muslos suaves, lamiéndolos lentamente por la parte interior tibia y suavecita, besaría tus rodillas por delante y por atrás dejando mi lengua un ratito ahí para que sientas mi saliva caliente, luego bajaría más, lamiendo tus piernas hasta llegar a tus piececitos y los lamería cada uno un buen rato chupando cada dedito uno a uno. Entonces ya muy erecto y endurecido me pongo encima de ti y abro tus piernas delicadamente, pongo mi pene duro en tu sexo húmedo y te penetro lentamente, y comienzo a moverme más y más rápido al mismo ritmo de tus quejidos, lo meto y lo saco, lo introduzco profundamente, siento tu vagina mojada que late y me muevo más y más rápido, y cuando siento que estás por llegar al orgasmo me desespero y te penetro entero e intenso, tu vagina aprieta mi falo y entonces acabo ya, suelto toda mi eyaculación en ti, dentro tuyo, todo mi semen en ti, y acabamos juntitos los dos gritando de placer hasta quedar exhaustos, y ahí nos quedamos abrazados muy juntos besándonos en una tregua de amor y ternura.

ONIRICOFILIA


“El pecado no es imaginar sino no atreverse a ello.”

Fue un sueño besar tu boca roja, hundir mi boca en tus labios con las ansias de un naufrago, beber tu saliva hasta emborracharme de ti, de tu sabor y tu perfume, fue un sueño sentir tu cuerpo contra el mío buscándonos los deseos, hambrientos de ese roce febril, de fundirnos en un solo ser, fue un sueño sentir tus manos en mi pelo atrayéndome hacia tus pechos, fue un sueño enredar mis manos en tu cabello suave y oloroso, fue un sueño besar el borde mismo de tus senos y respirar tu perfume en la tibieza misma de tu piel, fue un sueño acariciar tu rostro, acurrucarte en mi hombro, tocar tus manos sintiendo el calor de nuestros anhelos, fue un sueño susurrarnos palabras tiernas con nuestras bocas tan cerca, asustados y felices, felices de vivir al fin este sueño por el que aun arde en mi piel el tacto de tus manos, esa tibieza tierna, ese misterio de tu dulce temor ante lo que sentías, esa ansiedad que estremeció mi cuerpo al contacto con el tuyo, aun estoy hundido en el silencio que abarco nuestras miradas asustadas, aun siento la ternura que compartimos en ese instante maravilloso. Y te seguiré soñando con vicio, con ansias, con deseos, te soñaré a mi lado, desnuda, ardiendo para mí, te soñaré húmeda de sensualidad, te soñaré acariciada por mí hasta el orgasmo, te soñaré mía y embebida, te soñaré poseída por mí hasta el último rincón esquivo de tu cuerpo. Se que me sueñas estés donde estés y busco en toda la tarde tus labios, tu boca con su risa y su voz, busco en la tarde tus palabras, y todo es un desierto sin ti, y en el soy el perdido, el sediento de tus labios y de tu boca, porque ya sé que en ella saciare mi sed de besos, porque solo un leve roce de mis labios sobre los tuyos, apenas un roce, será la fuente de agua viva donde mi sed de ti encontrará el sosiego. Tú solo suéñame y yo sentiré tu boca en la mía como en un sueño.

sábado, 8 de marzo de 2014

MEMORAFILIA


“Cent vingt jours la comtesse a dit”

He decidido recargarte la memoria con más cositas inolvidables como las que ya he incrustado en ella sin que te dieras cuenta; las luces de los barcos imaginarios en la noche de tu ventana, el mojito de ron de caña y hierbabuena embebido en los labios, la blanca flor palabrera de la diamela, aquello que te gusta que te haga cuando miras las constelaciones sin verlas, el asombroso barroco y su variante sin comas, el Trato perturbador y la disección en vivo de un sexópata dicharachero, quizá único en su especie casi extinguida. Ahora iré a por más, te aviso; inventaré vicios innombrables porque no tiene precedentes, te raptaré dos noches navegando en un mar de bucaneros y medusas, disgregaré tu cuerpo en una arena de poros y sudores, te convertiré en apóstata, en sacrílega, en gata callejera y en muñequita maquillada, te inyectaré mis demonios diluidos en el licor de los besos, romperé tu fragilidad oculta para que brotes otra vez desde tu misma semilla, te enseñare a soñar otros sueños en medio de tus antes vacíos insomnios, dejaré que seas lo que eres y que tu aun no sabes que eres, asistiré solemne a tu refloración abierta y perfumada, gozando el encanto del agua en tu vertiente derramada, inundada por una exasperante excitación fragmentada mientras las salvajes mariposas te atacan sin compasión, sin tregua, placenteramente. Saciaré así hasta la última gota prohibida esta loca necesidad u obsesión que tengo de ti, a pesar de tus beaterías e inquisiciones, de tus tortuosos exabruptos, de tus temores obsoletos y de tus miedos ancestrales, intentaré en suma borrar, ahora que te poseo, tus malos recuerdos anteriores para que nunca más te me escapes hacía ellos.

VIXUALIXAXIONES


Cuando se ven videos pornográficos el sexo asume una densidad íntima, calurosa, húmeda, sensual, es como sumergirse temporalmente en densas aguas tibias y viscosas, casi se puede percibir el olor animal de nuestras feromonas, es como si un sudor transparente va humedeciendo la piel, se va sintiendo una invasiva sensación de que algo comienza a crecer por dentro, en las vísceras, pulsando en el vientre, instalándose en el pubis con una fuerza lenta pero arrolladora, como un breve arroyo que se va convirtiendo en un torrente del que a partir de un punto critico ya no podemos escapar y caemos en el abismo de una extasiante voluptuosidad carnal sin retorno, ilimitada y deliciosa. El tiempo cristaliza y nos encapsula, se detiene fuera del ámbito donde se consuma el goce solitario y escondido, sea este la masturbación consumada o interruptus, un manoseo impúdico o un breve roce genital, o incluso un lamido de la lengua por los labios sedientos. Todo lo externo a la fantasía que observamos sentimos vivimos disfrutamos no existe, se genera un nexo interior entre nuestro cuerpo estimulado y el origen de la estimulación que no deja lugar a nada más. Los ojos se clavan en la pantalla limitando la visión solo a ese rectángulo iluminado, circunscribiendo el tiempo y el espacio a esa realidad virtual donde todo lo que deseamos en esos instantes sucede, el voyerismo se transforma en tactos, caricias, succiones, participamos de la trama, de los deleites, la masturbación es cópula, pene/tración, fellatio o cunnilinguis, las escenas se corporizan y sentimos que participamos en ellas con cada uno de nuestros sentidos, nos introducimos en las imágenes, somos él o ella, después ella o él, nos travestimos sin quererlo, asumimos una bisexualidad abierta, una homosexualidad estremecedora, nos hundimos en una densidad ambigua, confusa, poseemos los dos sexos según la secuencia de lo que vemos, según los gustos instintivos que vayan surgiendo dirigidos por las instancias del placer, porque los deseos surgen sin género, excita tanto una vulva carnosa, húmeda, pilosa, como una verga erecta, dura, gruesa, sentimos el gozo del ser que pene/tra y del ser pene/trado, indistintamente y a la vez, según el ángulo de la visual, la ubicación de los cuerpos, la puesta en escena, o simplemente la pulsión que en ese momento nos estremezca. La mano propia masturba como si fuera parte integral del escenario, el cuerpo se estremece sintiendo el nítido contacto tibio y sudoroso con los cuerpos que teatralizan una a una nuestras más ocultas fantasías. Solo salimos de ese lúbrico túnel cuando la eyaculación o el orgasmo se han consumado, y comenzamos a recuperar la realidad lentamente en medio de la saciedad y la melancolía de la petite mort.

jueves, 6 de marzo de 2014

GERMINAN ARDIENTES BESOS YACENTES


Gavilla de espigas insinuantes en tu vaivén de trigo maduro, reminiscencias de años incrustados en las memorias de antiguas sensaciones y persistentes perfumes, horas de penumbras quietas, de cariños floreciendo detrás de las cortinas, en silenciosos ventanales que daban al ajetreo bullicioso de las calles inundadas por la tarde. Gladiador o gavilán perseguido de no vagos recuerdos de delicadas insistencias carnales, de los besos suaves que incendiaban el abrazo ya cruzando la puerta. Gabinete donde quedaron archivados para siempre en sus anaqueles dorados los textos de la intimidad alcanzada, las incitantes visiones de tu semidesnudez, los diálogos de esas horas que le sustraíamos a la vida cotidiana para acercarlas a lo que ya era el paraíso de los amantes perdidos. Y va mi mano rasgueando y punteando una música de ensueño por tu piel de miel y dulzuras, hurgando lenta y tierna bajo la enagua tenue, buscando en sus pliegues edípicos la latitud de tu recato en los tibios soles de tu vendimia otoñal. Y rozo tus vellos púbicos, sedas interpuestas entre la yema de mi dedo y la verticalidad húmeda que se deja inducir a la lujuria calmada de los que saben como navegar por los oleajes de las pasiones sin perder el rumbo ni el sentido, rozas el guerrero dormido y tu mano se llena de una deliciosa erección inducida. Y sigo bebedor de ti, embriagado por las dulces uvas de tus mórbidos pechos, ebrio de tu saliva, endurecido como la arena por la que caminas ahora invocada por mis nostalgias en esa humedad salina de la cercanía del mar donde atisbas mi solemne atardecer. 

miércoles, 5 de marzo de 2014

INTROITO INVOCANTE


“Reconocí mi nombre pronunciado en la turbidez del deseo”. Varelio, Summa Ática, CXXI.

Es la boca en la boca besando lamiendo abarcando boca en boca lengua que pene/tra que hunde e inunda que juega trabando boca dientes mordiendo entrechocando bebiendo la saliva como un vino sagrado. Esa la mano que busca acaricia escurre sobre la piel desnuda por el vientre los pechos los pezones erguidos desafiantes es otra mano especular que explora fluye sobre el pecho macho desnudo manipula agarra aprieta masturba. Es otra boca que besa lame baja reptando ensalivando descendiendo por la selva de vellos escrutando el falo quieto esperando que una boca lo bese lo urja lo abarque succionante es lengua en vulva sorbiendo lamiendo desesperando urgiendo quejidos jadeos retorcimientos ansiedad de orgasmo refrenado contenido en las manos que se entrelazan en una espesa complicidad viciosa. Es muslos nalgas pubis en pubis encajados solemnes en los estertores en las respiraciones los movimientos los desasosiegos en la cúspide y los valles besados lamidos chupados mordidos hambrientos sedientos es restriegos afanes pene/trantes intensidades pervertidas lujurias onanistas libidinosas tocaciones lúbricas miradas de abajo hacia arriba y viceversa número repetido invertido es el destello previo al instante sublime. Es la verga que surca invade el cauce vértice vórtice humedecida caliente roza punza empuja pene/tra lenta abriendo la vulva abierta ansiosa pene/trada mojada expectante en goce que converge socava enyunta en una cópula desesperada fuego hoguera leña hembra machihembrada macho instalado vertiendo. Es inducido semen intraderramado es fluidos lubricantes vaginales densos brebajes sexuales grititos estremecimientos desesperadas desesperaciones ojos abierto o cerrados uñas que hieren arañan rasgan éxtasis dulce y sudorosa penumbra donde dos cuerpos yacen saciados. 

VENERIS (i)


Escurriendo entre sus muslos pálidos, entre las constelaciones de sus tiernas manchitas lunares, entre la carnales columnas abatidas y abiertas hacia su convergencia vúlvica, vértice donde concurren todos los deseos, vórtice de tumultuosidades linguales, afanes de caracol, imposibilidad fálica sujeta a un trato depravado, a un convenio que genera o libera pequeñas perversiones onanistas y contenidos quejidos orgásmicos. Allí, entre deslizantes lamidos humedecidos por íntimos sabores, por ensalivadas succiones, por instintivas reminiscencias de goces prohibidos en desatada cunnilinguis (ii), sucede el véspero anegado en ralo pubis, en lentas y sabrosas ensurcaciones entre clítoris y periné. Cebado o atrapado o enviciado en el impúdico triangulo sexual, en un vehemente fluir fluyendo, en un mojar y un mojarse, bebiendo el néctar sublime de la orquídea genital, oliendo los sagrados aromas de la tierna fisura vertical del afrodisíaco templo de Venus. Todo es destellos y relámpagos en un venérea orgía de boca labios lengua nariz y mentón, incesante, repetitiva y rítmica, constante y perturbadora, todo es fluidos y densos flujos amarguitos, lácticos y ácidos como la savia de la impura de una flor espuria. Acechando bajo el rosado capuchón el breve botón en su capullo espera la ceremonia final, el acercamiento tenue y delicado, el roce mínimo y luego el lento in crecendo, la floración erecta, la sensibilidad hostigada hasta el vértigo en una vorágine de lengüeteos y jadeos, de desacatos lingüísticos e irreverencias bucolabiales, de vertiginosas punzaduras, hasta que irrumpe el clímax definitivo bajo el influjo desatado del sigiloso gasterópodo insaciable y se derrama ya la noche con sus luces.

(i) El nombre de "viernes" proviene del latín Veneris dies; 'día de Venus', la diosa de la belleza y el amor en la mitología romana.
(ii) El Cunnilinguis se define acto de usar la lengua y la boca para chupar y lamer la zona vaginal y el clítoris, la palabra viene del latín cunnus: “cuña” o “vulva”, y lingus: “lengua”.


domingo, 2 de marzo de 2014

AFIRACIONES


“Yo sentí que mi vida / se perdía en un abismo /profundo y negro /como mi suerte...”. Ella, José Alfredo Jiménez.

El castillo alto como de vértigo acosado por salvajes mariposas, por sabores de ron de caña y de hierbabuena con reminiscencias de lima y azúcar, por la música cargada de antiguas memorias, las horas se venían plácidas hacía el atardecer de chocolate y aceitunas, la brisa de altura jugaba en los cortinajes entre ansiosa y alegre. Todo iba surgiendo con el relajo delicioso de una tarde de final de verano, bocas que besan, manos que acarician, cuerpos que se restriegan acomodándose en la mínima distancia posible, la cercanía de saberse pertenecidos. Ella estaba radiante, como para beberla de un solo trago en su sensual color concho de vino, su piel blanca de un nacarado carnal y las manchitas en los muslos. Él fue libando enviciado el néctar de esa flor no esquiva abierta y ofrecida, sorbió con ansias de nómada desértico la húmeda pulpa madura y dulce que destilaban sus quejidos. La llevó así casi dormida por los tortuosos y lúbricos senderos que dan al despeñadero del orgasmo, estremecida y volcada en la sima de sus instintos, elevando el pubis en busca de  concluidas desesperaciones, y fue así consumada. Todo siguió escurriendo en el íntimo ámbito de un crepúsculo de final de verano, bocas manos cuerpos que se enternecen en una cariñosa cercanía, íntima como un crepúsculo. Ella se fue asumiendo hembra total, quebró sus beaterías de trasmano y sus pudores intranquilos, tocó suave, rozó delicada, aferró sexual, y luego lo arrastró en una voraz y succionante ceremonia de un rito primitivo, vertiginoso, urgente y embriagante como viento de lujuriosa tormenta, hasta el torrente atrapado, vocalizado, la furia de destellos, el relámpago incesante, la hipersensibilidad sin solución de continuidad que lo llevó a verterse en los estremecimientos de un goce extremo, a caer en el despeñadero del clímax exasperante, estremecido y volcado en la sima de sus instintos, a sumergirse en las tibias aguas uterinas de las que nunca debió salir, otra vez fue lombriz, renacuajo, caracol, perdió el control, el sentido del tiempo y la certeza del ahora, se entregó a ese loco delirio que después avergüenza y se oculta, despareció disgregado en arena o en ceniza, olvidó el Universo con sus puercas miserias y sus eternas ansiedades, cruzó la ciénaga del dolor y se revolcó en un deleite inolvidable. Todo siguió fluyendo en la apacible intimidad del inicio de una noche de final de verano, dos solitarios que se complacen en una amorosa persistencia nocturna. Vieron las ilusorias luces lejos de los buques en la rada, miraron el imaginario puerto iluminado, confirmando el espejismo compartido y se besaron con renovadas ternuras en un adiós que sabían de poco tiempo. Cuando ya iba de vuelta sintió que se le había quedado algo olvidado en esa ardiente trama de deseos saciados, y era eso; se quedó atrapado para siempre  en la necesidad imperiosa de más besos con sabor a chocolate y aceitunas.