“…comprendo que me
ganaron la partida, debe ser joven y bonita”. A. C. M.
A ti ninguna puede ganarte la partida, te
pertenezco en esencia y conciencia, y otra vez esperaré tu retorno a mi Amar
atrapado entre tus piernas, en tu sexo humedecido anegado de mí, en el
triangulo invertido de tu clítoris y tus
pezones. Porque no importa el tiempo ni el destiempo, eres mía y sé que tú lo
sientes en tu piel y te seguiré buscando en los sueños traspuestos, en todas
las almohadas, en el lecho equivocado, en las lluvias y en el otoño que es
donde más te busco. Eres la evocadora imagen de tus palomas y tus tetes, tus
pompis y tu nido, eres la sexualidad contenida en ti misma por obra y gracias
de mi ansias desaforadas de poseerte en la fresca grama bajo el madroño donde
otea el guadabarranco en sus colores. Eres la jamás abandonada, pasarán los
años desgastando los días con sus noches y aquí estaré siempre esperando tu
sensualidad y tu ternura, viviendo escondido en ti, pequeñito y transparente.
Eres la musa inicial y primigenia, la hembra de la madurez saturada de dulces
uvas otoñales, la artesana que ensarta las cuentas de mis deseos para su collar
de madreperlas, ampulosa vestal renacentista, plena en sus ardientes resabios
de mujer seducida. Eres la oculta que poetizo en eróticos barrocos buscando su
perfume de amante instaurada, sus ardores románicos y sus ensoñaciones
lujuriosas, la que posee las claves indescifrables de mis criptografías de
onanista compulsivo, la descrita desde antes de todas en mi paleografía
pervertida, la que me brindó su silueta y sus óleos, la que abrió la puerta de
mis más oscuras fantasías y ha sido fiel a su karma de dejarme ser a mi antojo
entre sus brazos incestuosos. Eres las hermosas uñas decoradas, el negro oleaje
de tu pelo y la dueña de todos los espejos. Eres la esfinge intocable sobre la
que vierto mi denso rocío seminal en sus senos amplios y llenos de mandrágora
imposible.

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