domingo, 16 de marzo de 2014

OPUS WoO 59


Bagatela para piano solo.

Volví a tu boca intervenida desde antes por mis besos, a la intimidad que ronda tu lecho con su tentación inevitable, al grato café y las charlas de lo humano y lo divino como si la sexualidad latente fuera un óleo en la pared o las gotas de lluvia en la ventana. A veces, durante nuestro destierro obligado me ponía a leer y releer esos textos que escribíamos a cuatro manos, donde vertíamos nuestras fantasías y deseos, donde buscábamos acoplarnos en la imaginación sexual haciendo lo que en la realidad no podíamos pero que queríamos sentir, y lo vivíamos ahí en las palabras, las visiones y las sensaciones que íbamos describiendo juntos en clandestina cercanía. Aun guardo como íntimos tesoros eróticos, las veces en que tú me montabas frotando tu pubis en mis nalgas, o cuando yo me masturbaba mientras tú me chupabas mis tetillas y me hurgabas con tu dedito, o cuando yo te llevaba al orgasmo lamiendo y chupeteando tu chuchita mientras me pajeaba. Vine al reencuentro con la ansiedad viva de tus piernas largas y tus agujas rosados, a recobrar las vehemencias, las locuras, las exploraciones por las junglas del sudor, el semen, los íntimos fluidos y la tibia saliva, el vértigo carnal de las tardes encerrados en nosotros o en hora de misa, apóstatas y herejes buscando la puerta del infierno derramado o pene/trante. Retorné no a la incitante y frondosa selva de miel y dorados reflejos sino a las dulces nieves de tu pelo en la misma quietud de tu isla solitaria, regresé a ti sangrante de deseos no cumplidos en los otros lechos intranquilos a lamer mis heridas callejeras y a hundirme otra vez enviciado entre tus pechos. 

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