Te escribo desde el rincón mas oculto de tu
propio insomnio, desde la penumbra de tus sueños secretos, desde la honda
caverna de tus instintos. Porque solo ahí existo, solo en tus sueños, de noche,
al borde del lecho de fuego donde la madrugada te encuentra despierta buscando
en tus memorias una imagen, un roce, un latido cercano que te acurruque en
ternura y en pasión, en dulces murmullos y en sofocados grititos, en ardientes
caricias y en eróticos abrazos, piel contra piel, carne en la carne, sudores
que se comparten en la oscuridad húmeda, olorosa a sexo desatado, voces
arrulladoras que abren las puertas y los cuerpos, desnudos, ansiosos, y
entonces soy en tu sueño el que buscas, y te entregas rendida, anhelante, y en
la espesura de la selva de tus instintos soy amante y macho, soy dulzura y
fuerza, soy tierno y vibrante, a tu gusto, a tu placer, a tu modo, como el
mismo sueño que en ti soy. Cuando me invade el deseo, pienso en ti, y me
imagino lo que estaría haciéndote en ese momento. No tienes ni la más remota
idea de todo lo que me imagino contigo y entonces el deseo crece más y más en
mi interior, mi saliva vestirá tu piel desnuda; mis manos dibujarán como un
artista tu cuerpo, delineándolo paso a paso con la punta de mis dedos y más
tarde con mi húmeda lengua; mis caderas bailarán en su fiesta privada con las
tuyas y un solo gemido brotará de tu garganta y de la mía y el deseo sigue
creciendo, ahora tu piel como un manto cubrirá la mía y otra vez tu lengua será
el cincel de mi tibio cuerpo y de nuevo llegaremos al jardín del deseo y esta
vez nuestro gemido estremecerá a la tierra y despertará el instinto mas
primitivo de los que nos escuchen, así es mi deseo por ti; no tienes ni la más
remota idea de todo lo que pasa por mi mente cuando el deseo por ti crece
dentro de mi. Duermes en el inicio de la noche, yo aun despierto soñando una y
otra vez lo que vivimos hoy a media tarde, tu sueñas dormida y yo sueño
despierto, pero íntimamente sé que estamos soñando el mismo sueño, tu y yo
juntos, escondidos en la noche, ardiendo en el fuego que encendimos hoy, a
media tarde, un sueño lleno de besos, de caricias, de las ternuras que
compartimos hoy, a media tarde, con las manos entrelazadas y los ojos buscando
los ojos del otro, en un silencio que lo decía todo, sueño, sueñas, soñamos, nuestros
cuerpos buscándose en las penumbras tibias, mis labios buscando beso a beso tus
deseos en tu cuello perfumado y suave, y tu con los ojos dormidos dejándote
arrastrar por la marea de fuego que nos une ahora, desde hoy, a media tarde, y
en la intensidad de nuestros sueños te poseo como nadie nunca pudo llegar a poseerte.
Es tarde, casi media noche, y te imagino durmiendo, sola en tu lecho, alcanzo a
escuchar tu respiración tranquila, suave como el susurro de la brisa en los
bosques de sus sueños. Percibo en las sombras del dormitorio tu perfume y tu
tibieza, me acerco a ti y con movimientos muy lentos y delicados llevo mis
labios al filo de tu boca, apenas la rozo en un beso que casi no existe, es
menos que el roce del ala de una mariposa, en el entresueños murmuras algo que
no alcanzo a entender, me alejo tan silencioso como llegué. Antes de cerrar la
puerta me vuelvo y en la penumbra creo ver tus ojos mirándome, sonrío y tú me
devuelve la sonrisa. Me voy seguro de que en esas sonrisas nos dimos las buenas
noches.
domingo, 9 de marzo de 2014
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