jueves, 24 de enero de 2013

AHORA

Ahora te quedás calladita, ahora te hundes en un mutismo de esfinge o de caracola, vos pebeta mía, vos sos la que me tiene ebrio de tu sombra silueta que no alcanzo porque te me disuelves con el día, te me escapas por el laberinto de las horas, te me desapareces ante mis labios húmedos, en mis propias mis manos de macho en celo. Quiero que escuchés muy solita mi voz para romperte el deseo en el borde del abismo del orgasmo, para desbaratar tu pudor como una ventolera que te lleva hasta el borde del acantilado del goce, para traspasar tu piel en una posesión violenta de rugidos y gritos, en una humillante violación consentida que te arrastre por las escalinatas del templo como una virgen raptada, como una vestal rota desde sus mismas entrañas. Quiero estar ahí cuando mi voz te pene-tre, te sacuda como un sismo que te derrumba y fragmenta, como un parásito que se retuerce en ti insaciable, ávido, brutal, como una lluvia caliente que te deje exhausta, saciada, vacía y llena a la vez en medio del charco de tu sudor, de tu saliva, de la densa miel de tu sexo, del semen derramado en tus pechos de hembra vencida. Quiero ver sentir tu rosa escondida despetelada, roja de su rubor secreto, rasgada en su invencible intimidad persistente, laxa, cansada y gozada, justificada en su otoño inclemente, vertida sobre el lecho, abandonada yaciendo en la obscenidad de la noche. Eso.

viernes, 18 de enero de 2013

DONDE

Donde mi boca estuvo en tu cuello bajos tus orejas detrás bajo tu pelo entre tus pechos en tus pezones en tu ombligo en tu vientre allí en tu sexo embebido besando hurgando sorbiendo mi lengua en toda tu piel entera dunas valles planicies rincones intersticios lamiendo pene-trando hundiendo recorriendo pétalo a pétalo tu rosa escondida mis manos apagando los fuegos de tus muslos de tus senos de tus nalgas de tu boca mordiendo mis húmedos dedos impúdicos acariciando hundidas en la voluptuosa blandura carnal apretando hasta el dolor donde mis dientes mordieron tatuando a hierro caliente mis huellas en la demencia del deseo liberado mi cuerpo todo contra el tuyo restregando su erección contra la carne viva de tu infidelidad insaciable mi piel desollando a roce incesante tus piernas abiertas mis dedos cada uno deslizados sin recato por los pliegues breves protuberancias surcos vellos ensalivado botón que te estremece mi voz en las profundidades de tus oídos susurrando palabras vicios fantasías procacidades sobre el semen derramado quemando escurriendo incendiando en tu silueta desesperada bajo las sabanas del sueño o del insomnio de tus grititos contenidos tus ojos cerrados sumergidos en el pantano del orgasmo. Ahí.