Sentí que te hacías la dormida por ciertos
pequeños movimientos, algunos quejiditos quedos, suspiros contenidos, tus manos
que buscaban como no queriendo, tus labios que de alguna manera muy sutil
respondían a mis besos, tus piernotas que invitaban deslizándose levemente con
sensualidad reprimida, y nos acurrucamos calladitos haciendo como que no somos
para que los otros no nos sientan ni nos vean ni nos escuchen y nos comenzamos
a besar desde ahorita mismo cruzando la tarde el crepúsculo la noche boca en
boca lamiéndonos hasta los tuétanos ebrios de salivas ahogados de alientos
quemantes mano en piel acariciándonos como posesos trabados urgidos
desesperados untados en dulces sudores abusándonos manoseándonos sin
escondernos de nadie con desparpajos hirientes a ojos vistas pero encerrados en
la voraz burbuja del deseo sin amparo ni solución de continuidad como perros
callejeros babeando incrustados en un sexo animal que se vierte hirviendo como
un caldero que ha estado demasiado tiempo sobre las brasas y derrama las
pulsiones, las fantasías, los instintos en blanco y negro, la comezón en el
hueso sacro, la sensación de otra piel en la yema de los dedos, los labios
adormecidos por los mordiscos, las palpitaciones en el pubis que se cimbran en
el borde del dolor, el restriego de los cuerpos ciegos en sus lúbricas luces
secretas, las frotaciones de las piernas en la trabazón de la búsqueda del
acople final hasta morirnos de hambre encerrados días y días comiéndonos el uno al otro en una antropofagia
salvaje, diurna y nocturna, bebiéndonos a puros lamidos y succiones en una
penumbra continua e irracional, como caracoles en primavera, como perros de la
calle, como lombrices desesperadas escondidas del sol y de la luna, como dos náufragos
felices que esperan que nunca los rescaten.
lunes, 29 de julio de 2013
viernes, 26 de julio de 2013
SOBRE FURIAS TU SUEÑO
Soñarás los parques desiertos bajo una lluvia
silenciosa, soñarás el ruido del viento en la noche abrumadora, soñarás una
difusa silueta asomada en tu ventana, soñarás una sombra moviéndose sigilosa en
la penumbra de tu cuarto sin reflejarse en el espejo, soñarás que alguien, otro
alguien, te besa y lame en esos rincones de tu cuerpo donde nadie nunca antes
te besó y lamió, soñarás tu estremecimiento y tus quejidos, soñarás que te
invade un calor sin fuego que dejará el trazado de tu contorno dibujado con tu
propio sudor en tu sabanas. Y así dejamos en el baúl de los horrores los egos
miserables, y nos rendimos a la evidencia de la necesidad mutua, a esa búsqueda
desesperada de la piel acariciada, la boca mordida, las manos insaciables, de
los dientes entrechocando y lenguas trabadas en besos como copula de ansiosos
caracoles, y así volvimos a soñarnos revolviendo tu lecho hechos un nudo de
carnes palpitantes, de sudores y fluidos derramados en un éxtasis de intensa
virtualidad. Porque me encanta cuando se te vienen las furias de gata celosa, y
sacas tus uñitas filosas y muestras tus colmillo afilados, me encanta y me
excita sentir esa pasión que te desborda y me alcanza y me estremece y me arde
en la piel entera como un vaho caliente, y me nacen desde las impúdicas cloacas
de mis instintos las ganas de ahogarte con mi lengua dentro de tu boquita
pintada, de morderte por pezones hasta el quejido grito desesperación, de meter
mi mano quemante entre tus piernas y violentar con desparpajo tu recato casero
hasta el abuso macho y la voraz violación para sobornarte con tus propios
instintos y desbravarte y amansarte por la fuerza bruta de loco enamorado y
dejarte exhausta convertida en una gatita mimosa y comenzar solo entonces a
verter en ti las ternuras de mi furiosa soledad. Y dormí afanando en ti, mi
boca mordiendo tu boca, tragando tu lengua, bebiendo tu saliva hasta la
ebriedad, dormí urgido en ti encopando tus pechos con mis manos sabias, mamando
de tus pezones sediento, dormí trabado en ti con mi lengua en tu sexo húmedo
lamiendo a lo largo tierno del surco del deseo, dormí pene-trado en ti hurgando
esa flor vertical hasta tu orgasmo, así dormí en ti. Y en nuestros amaneceres
distantes volvemos a soñarnos soñándonos saciados en la bruma del sopor de los
cuerpos dormidos. Eso.
martes, 16 de julio de 2013
A RAS DE SUEÑO III
No importa tu
silencio ausencia ni tus celos furias ni tus soberbias orgullos, no importan
porque tú y yo habitamos un lugar ajeno a estas minucias intranquilas situado
al centro mismo de un Universo paralelo al de esas miserias de ególatras
insufribles. Y me quedo vagando por el vidrio de tu ventana desde el atardecer
hasta bien entrada la noche esperando a que te duermas, a que entres en esos
sueños de extensos desiertos sin mí, a que tu cuerpo laxo se repliegue hacia
adentro y deje de ser en esta realidad de infierno sin nos, entonces cruzo el
cristal disolviéndome en la penumbra de tu respiración rítmica y tranquila,
beso tu boca dormida con todos los besos del día, acaricio tu pelo con la
voluptuosa complicidad nocturna y dejo que mis manos inmateriales vaguen desde
bien entrada la noche hasta la desatada madrugada por tus pechos mórbidos, por
tus deliciosos pezones sensibles, por tu ombligo acurrucado en el centro de tu
carnalidad, por el suave territorio de tu espalda, por la convexidad
inquietante de tus nalgas y por la lisura tibia que escondes por dentro de tus
muslos, por el fuego latente de tu vientre y por la perversidad de tus vellos
púbicos, por el surco húmedo y tierno de tu sexo también dormido, por tus
piernas hasta tus pies allá en el sur de tu lecho, y sigo así repasando tu
geografía tendida sin solución de continuidad esperando el primer borboteo del
sol allá en tu oriente para volver a cruzar el cristal de tu ventana y
disolverme en la fría claridad del amanecer.
A RAS DE SUEÑO II
Estaba semidormido cuando llegaste inmersa en
los misterios de la metafísica, vestida con la inmarcesibilidad de que hay algo
detrás del todo que aun no conocemos, vagando por los cielos brumosos del ser,
genio y figura. Mientras te desvestías te espié con los ojos entrecerrados disfrutando
tu madura desnudez, calida, tranquila, voluptuosa en su clara ingenuidad.
Dormirías sola, atrapada entre mis acechos de fauno soliviantado y las ternuras
de mis manos pervertidas en la caricia de tu piel. Te deslizaste dulcemente
entre las sabanas ya entibiadas por los ardores de mis deseos en espera. El
pijama algo pudoroso intentaba poner limites inútiles a las vehemencias del
sátiro embaucado, pero mis manos conocían los resquicios que permitían alcanzar
tu cuerpo con la solemnidad del amante intranquilo y se fueron por esos rumbos
inmóviles explorando, mientras te hacías la dormida, los senderos entibiados
que llevaban a los puertos desde donde los barcos de tus sueños zarpan en busca
de los caladeros de tus deseos. Y más. Ya avanzada la noche vi a lo lejos el
velamen de tu nave embancada en las arenas del insomnio, encallada en el calor
de tu cuerpo a trasmano del invierno e icé el gallardete tremolante de cercanía
buscando la singladura que me llevara a tu bajío para allí, en mar, rocas y
arenas consumara el juntos solos de las navegaciones equivocadas por los faros
de los tiempos perdidos. Lo mágico está en la trama de mis besos lamidos que
baja desde tu boca mordida como una vertiente termal hacía los cauces de tu
cuerpo estremeciendo hasta la densidad de su poros, como un caracol encendido
insinuando la caricia entre la ropa y la piel, escurriendo en húmedas
sinuosidades, vaho, aliento, saliva, que te roza en tus palpitantes intimidades.
A RAS DE SUEÑO I
Te soñé de a poquito para que no despertaras,
por tibios fragmentos, por dulces y tiernos territorios acotados a la
superficie de cada beso, en secreto y algo difusa en la quietud de la penumbra
clandestina. Te besaba suavecito, apenas rozando con mis labios contenidos los
enclaves más sensibles de tu cuerpo dormido, las sinuosidades donde tu piel
fosforecía con las luciérnagas de los sentidos, me fui tocando con la puntita
de mi lengua los arrabales estremecidos de tu carne en sueño vertida, sembrando
en tus surcos abiertos en espera los susurros de mis voz describiendo tu
cartografía de incesancias y destierros de mujer dormida oyendo tus quejidos
quedos vertidos como lenta miel desde tu sensualidad inmóvil. Te me soñé
soñándonos, y no era un sueño macho si no un sueño púber, casi niño, virginal e
incestuoso, extraído de mi última y más escondida sentina de mis instintos
atávicos, destilado como el sumo y esencia de muchos sueños ilícitos. Ahí mi boca en tu pezón sorbiendo, mi mano en
tu vulva humedecida, mi mano onanista en mi verga endurecida, tu mano en tu
seno ofrecido, tu mano en mi pelo enredada, tu boca en quejidos vertida. Y nos fuimos
trabando, engarzando, en una exquisita coherencia carnal y pecaminosa, te sentí
de verdad tan cerca que pude alcanzar a lamer tu piel con una pasión
irracional, de furias contenidas, de emociones de piel, de deliciosas
intensidades. Y acaricié, besé, lamí, lengüeteé todo tu cuerpo en medio del
cauce más profundo de la noche, ensalivándolo con el ardiente licor de mis
deseos, hasta que nos perdimos incrustados entre causas y efectos por el oscuro
de largo nocturno huyendo de la insostenible madrugada.
viernes, 5 de julio de 2013
EN SOÑACIÓN
Anoche te soñé, fue un sueño estático, de
una quietud abrumadora, casi como una
pesadilla pero con un goce continuo a lo largo de la noche, me soñé inmóvil,
crucificado en la pared de la cabecera de tu lecho, como el Cristo de Dalí, con
mi cabeza inclinada hacía abajo, mis ojos congelados fijos en tu escote, veía
la pálida y suave piel de tus pechos, veía como subían y bajaban en tu
tranquila respiración, tú dormía, quizás soñándome, y yo ahí clavado,
paralizado, sin poder tocar, acaricias, encopar esos senos mullidos, deliciosos
pero para mí intocables, no era un sueño erótico pues no me excitaba si no me
imaginaba allí con mi nariz hundida en el tibio canalillo de tu entresenos,
oliendo tu perfume, rozando esa tersura cálida como si fuera un bebé que recién
nacía a los pecaminosos deseos edípicos. Pero el sueño divergía, y mientras
seguía ahí clavado en martirio me deslicé a tu lado calladito, sigiloso, y estuve
toda la noche masajeando tu cuerpo por todos lados, incluso aquellos vedados a
los otros mortales, sabiendo que si el alguien me sorprendía in fraganti le diría
que solo soy un sueño tuyo, que no existo, que soy como el vaho de los espejos,
o las marcas de los caracoles en los muros, o como los círculos concéntricos
que hacen las gotas de lluvia en los charcos, nada que le importe ni le afecte,
esperando que se lo crea, y vos te haciéndote la dormida para que no te delate
el rubor en tus mejillas. Asumo que mis sobajeos, caricias, toqueteos, mimos,
manoseos, roces, tactos y palpaciones que te hice anoche toda la noche te fueron
relajando en un éxtasis que para mí fue una delicia, porque me di cuenta que
por momentos te hiciste la dormida, lo que desde mi traidora timidez te
agradezco infinitamente. Espero que no hayan quedado vestigios de mis goces
nocturnos en las sabanas del arrepentimiento, traté de evitarlo pero vos sabés,
las grandes pasiones deben ser irracionales. A mi lo que más me gustó fue
cuando estabas boca abajo deslizar mi mano por la parte interior de tus muslos,
ah! no hay suavidad más divina que esa, rozar lenta y suavemente esa piel
oculta, desde arriba de las rodillas hasta ese vértice tibio y sagrado, llegar
justo hasta sentir el roce delicado de los vellos y volver bajando hasta las
rodillas, una y otra vez, como un vicio insaciable o una maldita obsesión. Creo
que así debe ser el Paraíso. Lo demás no te lo cuento, por pudor y para no
avergonzarte, y así te quedés pensando que solo fue un hermoso sueño. Eso.
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