martes, 31 de marzo de 2015

TUS REFLEJOS VIAJEROS


El negro body, el rincón escondido, tu pecho y su tibia carnalidad voluptuosa, su deliciosa turgencia, su oculta y prometida blandura, la mano que lo ofrece al deseo, el negro noche como tus cabellos invisibles, la blanca porcelana, el amarillo del muro, la trama turbia de densos ocres de tabaco y beige, el blanco rococó del friso que se quiebra en la esquina donde te exhibes encubierta, tu reflejo en el espejo, tu uña larga para dejar la marca de la apasionada caricia, ese pequeño lunar ahí en tu seno esperando el beso que lo invoque para siempre en la memoria, las elegante uñas rojas y una en rosado holográfico, el anillo, la pulsera en la mano que ofrece edípica ese pezón tierno en su íntimo desparpajo. Sobretodo la cómplice urgencia del envío, el clandestino pecado que te hizo esconderte para mostrarte ante mí como una esclava sometida a las calenturas del amo, como la doncella que se rinde al varón que la seduce, y como la potranca al potro que la cubre. El contraste del negro y el blanco, tela y azulejo, el contorno de tus pechos, el breve lunar al borde del canalillo, tu piel, la cerámica y la porcelana, el metal de las joyas, el rojo intenso, la protuberancia del pezón punzando el azabache del tejido, tu carne obscena y el azogue que la posee en su reverbero y su reverso inquietante. Todo revuelto, caótico, mezclado en una turbulenta epifanía voyerista, amarillo negro ocres blancos rojo rosado, la mano que expone el seno inhiesto y la mano que capta la imagen con pecado concebida, el deseo erectando el mástil lujurioso, el rincón furtivo donde nos consumamos, todo lo que posee el perfume sexual de tus deseados reflejos.


lunes, 30 de marzo de 2015

VOLVER A VERTE


Sigo envuelto en mis deseos de ti, eso es inevitable. Recupero tu imagen quemando mis ojos con sus fuegos y sus brasas, tu boca que besa y lame, la delicada sensación de poseerte, la superficie entera de tu piel deseada, recobro tus íntimas sinuosidades, la carne ansiosa de caricias y el mármol suave de tus muslos, la ola oscura de tu pelo jugando en el viento de los deseos, tu risa pícara desbordando las mañanas, reintegro la lujuria que acumulas en el cauce humedecido de tu vulva a la erecta voracidad de mi verga, retorno al rito masturbatorio donde reinas única e implacable, al ceremonial de tu desnudez en la extensión total de tu cuerpo. Tú despiertas los fantasías de pervertidas inspiraciones, tú me calientas, me excitas, me desatas, no imaginas cuantas veces me atrapan las imágenes de tus pechos, de tus pezones, de tu sexo, de tus nalgas, y me obligan a masturbarme feliz de poseerte así, a la distancia, sintiendo tu piel en mis manos, el sabor de tus saliva y el de los jugos de tu flor abierta, tu impuro perfume de hembra apetecida, el roce de tus manos en mi cuerpo ardiendo y la levedad de tus dedos en mi flor del sur... ah!, no sabes cuanto semen he derramado por ti. Espero siempre la visión de tu tetamenta, la sensible imagen de tus protuberantes pezones, las curvas de tus caderas, la comba de tus glúteos, el tibio canal donde florece la escondida flor de tu sur, la abierta rosa carnal de tu vulva con su oscura pilosidad olorosa y tu mano hurgando su orgasmo, espero siempre asomado el vacío, al vidrio frío de la falsa ventana, extraviado en las diferencias del tiempo, perdido en una esperanza reseca, espero siempre tu tibia voluptuosidad acariciando mi miembro expectante, mirando el lejano horizonte de cristal por el que sueño siempre volver a verte.


domingo, 29 de marzo de 2015

TENTACIONES RECUPERADAS


Tentaciones que te amanecen palpitando entre las ciegas lujurias de la noche, en los sueños insensatos que se escurren entre tus dedos con las dolorosas luces del alba, del naciente que ruboriza tu inútil desnudez sofocante. Humos de tiempos irrecuperables, polvo triste y cenizas tibias, arcillas que no fueron gredas en tus manos suaves de sensual ceramista, que amasaron el vacío del insomnio donde el deseo fue demonio o tormento en sus ardientes arenas. Atrevimientos atrapados en los circulares muros de tus recatos o miedos o desilusiones, furias de la carnalidad aun vigente que no asume los misterios de tus voluntarios celibatos, densa oscuridad en donde el sudor ilumina tus pechos ansiosos. Negaciones de las últimas instancias del desespero, antes de la flor abierta, del erguido hierro, de la inserción que se hunde en ese éxtasis salvaje que es lo único que quiebra y fragmenta la perversa fugacidad con que la hoguera del desamparo va quemando las resecas maderas de los días. Insistencias contra tu delicado pudor de otoño o de cansancio, boca que te besa por las quietas sinuosidades de tu cuerpo en sus voraces escurrimientos, manos que te arden en la voluptuosidad invencible de tus muslos, piel en tu piel incinerando la leña palpitante antes que aquellas aguas del desamparo te aneguen incesantes. Ausencia perturbadora e inquietante que se te va quedando tatuada en el rincón de la piel incendiada, en los resquicios que dejas para ser crucificada en el lecho aun tibio mientras se consuma en la timidez de tus ojos la intensidad del roce que no apaga los lúbricos fuegos del desencanto.


DESDE LEJOS LAS EVASIONES Y TU INVESTIDURA


Para aquellas íntimas driades

Puedo pensarte a través de la noche, atravesar la ciudad que duerme, llegar a tu lado invisible y sorprenderte ardiendo en tu lecho en silencio con el mismo fuego que llevó me hacia ti. Allí tu vigilia es esa leve inquietud en tu cuerpo dormido acusando silenciosa la intensidad con que te pienso. Puedo buscarte mariposa evasiva entre la quejumbre de sueños que desbastados por los años de sombras reconocieron tu voz en el silencio. Asirte en medio de tus ansias, asustada ante las palabras y deslumbrada, casi dormida entre susurros y el corazón inquieto. Embriagarte en cercanías aun sin tocar tus alas. Rescatarte del tedio de tus días, de las noches, las tormentas, las ausencias. Puedo declararte ninfa del bosque del deseo, ungirte con el agua de la vertiente de mis sueños vegetales, oscuros, embebidos de la humedad las selvas que fluye en los breves arroyos hasta los torrentes de los anhelos. Conferirte todo el mágico poder sobre las sombras de mi espesura, sobre las hojas resecas del otoño, sobre las frías lluvias del invierno, sobre los capullos de la primavera y sobre la madurez total del estío. Proclamarte la Driadé intensa que acecha entre el verde follaje de las noches de mis insomnios, fugitiva y lúdica, siempre deseada. Duermes, mi mano se escurre furtiva y lenta por el suave interior de tus muslos, hay un leve aletear de mariposa entre tus piernas, mis labios apresan tus labios. Tu mano sutil roza despertando el animal que acecha inquieto. Permanecemos casi inmóviles boca con boca, solo las manos hábiles. Es noche calurosa en medio de este inicio de otoño, tu lecho arde en la penumbra ansiosa, cruzados los cuerpos en convergentes deseos e íntimos sudores, desatados los anhelos, las bocas entreabiertas. Si allí te estremeces dormida bajo el oleaje de mis impúdicos tocamientos, aquí mi mano es tu mano que acaricia la trémula piel erguida y ansiosa.

2001-2008


sábado, 28 de marzo de 2015

ULTIMA NEGACION


Para Κασσάνδρα

Describo el arco que te evita, cierro mi voracidad hambrienta por tus carnes ampulosas, anulo la sedienta obsesión por tus jugos sudores saliva, detengo el vicio pervertido de embriagarme de los olores de tu vulva y tus axilas, dejo de desearte, huyo del soñado fornicio entre tus pechos o tus glúteos, entre tus muslos, allí en tu sexo abierto en descampado a mis turbias masturbaciones. Dejo los ritos del onanismo desquiciado y las ceremonias de las mañaneras poluciones, la búsqueda en tu mórbida desnudez, de las intensas emociones que me arrastraban a perversas satisfacciones sexuales donde tú girabas horadando mis secretos. Quiebro la secuencia repetitiva de eróticos hechos, el sello que nos libra de nosotros mismos, de la vertiente donde nos licuábamos enfebrecidos, orgásmicos y eyaculatorios, el cenote más profundo que el mero erotismo textual, de las excitantes imagos, de las estimulaciones y las miradas transgresoras. Dejas tu piel fulgurando en las penumbras del deseo, te derramas en las arcillas bamboleantes de tus senos, en las negras hebras de tu pubis y los cobres protuberantes de tus pezones, te viertes en la rosa y húmeda de tu vulva, incesante, pervasiva y solemne. Aunque me dejas huir permaneces, sustentas con soberbia tu insinuante persistencia, tu voz se desmorona insistente, silencioso reniego del punto encendido donde iba colmando tu cuerpo de palabras prohibidas, soeces, obscenas, donde te podía intuir imaginar observar desnuda revolcándote en un goce desconocido sobre el lecho imposible. La noche me trae tu aroma de hembra inolvidable, tu lengua lame mi verga como si aun no te hubieras ido, pero la distancia va resecando tu boca con el olvido.


PENULTIMA POSESION


(Segunda constancia)

“Todavía me pregunto cómo no pude hallar las palabras claves para rozar… para rozar todo aquello que te provoca, para tocar todo aquello que te excita”. Lucideces.

Rayas de colores, anaranjadas, celestes de cielos, verdes y grises y sombras, negro difuso el muro infranqueable que oculta la tibia comba de tu pubis y la olorosa persistencia de tu vulva húmeda en mi memoria, en los sabores recobrados, la lúbrica extensión de tus piernas cruzadas sobre el lecho, la ingenua y tierna perversidad de tus muslos, y de ahí el salto al abismo de tu rodilla, a tu pie y sus granates. Vago erecto por la mórbida invocación de tus piernas y muslos, por su convergencia en la vúlvica comarca, por las suaves curvas que lo dibujan en el grato sosiego de paloma dormida, las manchitas quietas, un perfume de hembra que se sabe expuesta a la lujuriosa mirada, provocativa en sus íntimas fantasías, limitada en sus propias negaciones, marcas cicatrices tatuajes de un pasado oscuro como túnel, rastros de otras manos ardiendo en esa misma piel desvergonzada y descarada, borradas a lamidos y manoseos para dejarte limpia, pura, casi virgen para así abusarte bajo el delirio de un sexo desenfrenado, penetrarte lento entre procaces susurros, morderte hasta el gritito hundido en la almohada, la lengua invadiendo tu flor abierta con descaro, el dedo hurgando delicado la otra flor en tu sur temeroso, insertarte con la profana vehemencia del potro invadido por tu aroma de yegua en celo. Dejarte tendida acesando laxa cansada y saciada, envuelta en los sudores de la cópula buscando una salida a los últimos estertores del orgasmo, la boca reseca, los puños apretados y los ojos cerrados, estilando la lechosa miel de mi verga.


IMPURAS POLUCIONES


Soy el intruso que posee tu vagina, el demonio de tu vulva, no puedes escapar de mí porque te deseo como nadie te deseó nunca y tú lo sabes y lo sientes, muchos te mancillaron te abusaron te violaron te usaron pero solo yo te he poseído porque me incrusté en tus instintos, en el fondo de tu cloaca de hembra insaciada, ahí me sumergí para siempre en ti, yo soy tu redentor, yo eché abajo tu puerta, te desnudé de un zarpazo y te violé entera más allá de tu sexo, te violé en tu alma, rompí el mármol de tu virginidad y oriné en los fragmentos, eyaculé en tu rostro de virgen impoluta, te poseí como a una perra en celo, vagué por tus deseos más sucios, derramé tus instintos de hembra atrapada. Impúdica madre incestuosa, inconsumada ramera, yo soy el arcángel intruso y redentor, de tu vagina salí y a ella vuelvo ahora macho a morir en ti. Vestal del templo impuro, santa virgen del tugurio, meretriz de la calles de los sueños, hembra infecunda, intocada, inconclusa de mí, poseída por obra y gracias de los celos, madre vaginal y espiritual, santa madre virginal, dulce prostituta mancillada, absoluta dueña de mis pecados, ten piedad de mí. Soy tu puto tu lacho tu chulo, contigo he renacido en una piel distinta, volví a ser el hijo incestuoso el vicioso pervertido el semental copulador el masturbador insaciable el voyerista desatado el demonio macho sin fin ni sentido, solo carne sexual buscando penetrarte en todos tus intersticios. Siempre poseíste mi alma, solo que no lo sabias, yo habitaba tu útero, yo era semilla en ti antes de que el primer hombre te fecundara, yo soy el ungido, nací de ti sin macho de por medio, soy parte de ti desde tu inicio, y ahí permaneceré en ti por los siglos de los siglos, amén.

CONSTANCIA EROTICA DE TUS PIERNAS


“Tus pies de hueso arqueado,
tus pequeños pies duros.”
Tus pies. Los versos del Capitán. Pablo Neruda

Escurro fluyo como agua hirviendo, saliva quemante, fluidos del deseo por tus muslos de mármoles paralelos, por esa suavidad excitante de tu piel lamida o por lamer en las épocas de las lluvias, de los campanarios y la hierbabuena, y un sabor a chocolate menta voy paladeando cuando mis labios lengua manos dedos escurren por ti fluyendo como aguas sexuales en la saliva que te quema y enciende la nerdioza densidad de tus fluidos del deseo contenido en tus pudores malvenidos a contrapelo de tus soberanos instintos. Tú ahí de pie como una escultura de cálida textura esperas, exhibes otra generosa e inquietante desnudez, muestras los eróticos atributos que erectan príapos, yerguen falos, erigen miembros, entreabren bocas sedientas, y dejan un tumulto de visiones insaciadas, de territorios aun inexplorados por la curiosidad obscena y la ansiedad punzante del macho ebrio de tus dones y de las ganas de poseerte sobre el mismo lecho de las alturas en las épocas de las lluvias, de los campanarios y la hierbabuena. Y las constelaciones de tus piernas giran en torno a masturbaciones y eyaculaciones, a tus orgasmos y a las perturbadoras instancias del coito que vendrá a desatar en las penumbras de una tarde los quejidos ahogados de un éxtasis insoportable. Las rotulas y los tobillos, los largos deditos de tus pies, los oscuros granates de tus uñitas allá abajo sobre el oscuro verde que te quiero verde, y el rojo de intensos fuegos de pervertidas lujurias que se rinden a tus pies sobre un reino de rieles, calles y casitas de colores.


viernes, 27 de marzo de 2015

OSCURO CANTO EXPURGADO


(Versión desde el Thánatos)

En el principio de todos los principios era el verbo, solo el verbo concebido en la absoluta cercanía inicial, y después fue la grieta que daba al íntimo territorio prohibido, la hendija por donde supuró el pecado los líquidos del vicio que iba a anegar los años, las oscuras pasiones pervertidas, el eterno infierno del deseo imposible de consumar. Y se quedó cristalizado buscando esa imagen por todos los rumbos y los cuerpos posibles, bordeando los acantilados del origen, extraviado en los desfiladeros de los enigmas y los tabúes, cegado por el castigo de un ansioso rodar tantálico, de una vagancia infinita donde aquello que se busca se escurre y escapa continuamente. Hubo mórbidas blanduras, oscuras monedas de un sensible cobre perdido, surcos que caían hacía los más obscenos abismos, maduros cuerpos vertidos, escondidas inocencias de impúdicas visiones, y él ahí, ciego concupiscente embriagado por el agridulce licor de un instinto derrumbado, sin la secuencia del ojo persiguiendo la carnal ternura perdida, siempre bajo el agobio de las pecaminosas sombras en un desierto carcomido por una memoria destrozada, por una visión repetida en todos los espejos venideros, sin rostro, para que el pecado no se consume en las últimas cloacas del desespero, y un latido anterior a la conciencia lo sumerge en el absurdo sinsentido de mendigar lo que no existe. Hay venenosas serpientes y tenebrosas medusas, hay aguas amnióticas y un vacío sin fondo como de pretérita ciénaga ausente, un olor a maderas antiguas y a lluvia estilando de un ciruelo, un púrpura de dalia y una ausencia eterna.


Imagen: Eros Thánatos. Praxíteles, siglo IV a. C.

jueves, 26 de marzo de 2015

EN LA ISLA DE TU NOCHE


Embriagado de ti entre tus senos duermo incrustado en la tierna sinuosidad de tu cuerpo. He vertido en ti la savia de mi desesperado deseo, has recibido la semilla de mis eternas soledades, la noche se extiende justificada hasta el alba. Me sumerjo en el fuego desesperado de tu cuerpo, en su greda tierna para amasar tus pechos, en la tibieza y la tenaza de tus muslos, en la soñada almohada de tu pubis, en la húmeda mariposa perfumada. Busco tu rostro pálido con tus ojos de hembra oculta esperando, y te sueño y sueño, náufrago desesperado, y  no te encuentro. Vuelvo otra vez a caer en pervertidos instintos para urdir en tu entorno una trama de deseos, para escapar del mar de tus ojos, del tibio tacto de tus manos imaginadas, de tu piel que abruma en cercanías, para huir de tu imagen sin perderme en lúbricas sombras anhelantes, sin perder el rumbo de los días, extraviado sin el mapa del turbio sendero de las locas lujurias que llevan a ti. Encantado por tus ojos limo el tiempo en que no estás y dejo que desgastando las horas sobre tu imagen aniden altos sueños de su aguamarina final. Irrumpo abrumado en la perversión de imaginarte en sedoso lecho, albas rosas, claro ventanal, extasiado en la imagen de esa abierta flor oscura inmóvil anhelante en la pálida piel de su pubis. Desnuda tú a mis ojos y a las ansias, tus senos fragantes, túrgidos, como tibios pájaros que acechan coronados en la pasión punzante de sus alturas orgullosas. Abrumado, extasiado, soportando ya en medio del día tu casta ausencia por la noche.

2005


miércoles, 25 de marzo de 2015

EN AQUEL PORTAL TU IMAGEN


Para V., floral

Entre los rectos y fríos muros grises con su antigua puerta de hierro y atrás el jardín de verdioscuro follaje tu cuerpo en azul blanco calipso destella como otra floración misteriosa. Tu piel morena, delicada miel expuesta, atrapa en su tibieza los deseos que giran como leves mariposas ocultas en tu blusa. Vuelan intranquilos mis ojos en besos de tus dulces manos hacia tu rostro y suben ardientes por tus brazos y se hunden felices en tu escote y saltan atrevidos por tu boca escapando del embrujo de tu mirada. Delineo tu entera silueta con el detalle del amante, exploro cada sensual recoveco, cada línea o curva o perfume con la calma del que desea en secreto y la pasión del que por ti desespera. Estás allí detenida en el portal sin saber aun si vienes o vas, sin atreverte, como esperando, pero la puerta ya esta abierta y esa tenue sonrisa te delata. Irrumpe la intensidad de tu imagen como un oleaje incesante y sensual, dibujada contra la áspera madera y el verde follaje de una breve selva. Irrumpes coqueta, femenina, soberbia, y tu cuerpo es un arco tenso y tibio, voluptuoso en sus curvas incitantes. Tu piel se me enciende en sus visiones: tus manos son tu espejo secreto porque rozan la textura de la corteza o esconden sutiles el lugar del deseo, tu escote en su recatada desnudez me quema como una deliciosa hoguera urgiendo los deseos del fuego de un beso, tu rostro sonríe en tu boca y tus ojos y en su dulce belleza de mujer solitaria. Sobre tu imagen deslizo mis labios por el breve esplendor de esa pierna porque no alcanzo a besar tu pie.

2009


martes, 24 de marzo de 2015

IMAGINARIA, INICIACION EN EL RITO


Atrapé tu boca y tu risa en la jungla de rostros que asolan mis noches de erótico espía, en esos secretos lugares donde sacio mis pequeñas perversiones de vicioso voyerista. Reconocí tus labios, tu sonrisa clara, tus pómulos sonrojados, y desde el fondo de la ciénaga de los deseos surgió la hembra imaginaria. Ahora me perteneces, a ti en ella irán las voces, las palabras, los versos, y las ansias de tu cuerpo y tu alma. Ya no puedes escapar, poseo tu reflejo y en él tu laberinto. Fue al lado del granado herido de muerte por el otoño y el mágico circulo de piedras rodeado de ligustrinas. Allí se consumó un rito que se inició con anteriores palabras que destilaron las imágenes del fuego del templo. Y después hubo un agua elemental presionando jugando sobre un carnal capullo encendido. Y su goce solitario fluyó misteriosamente como un reguero de fuego hasta el bosque caluroso, incendiándolo, arrasando la voluntad rendida en ese quieto ámbito vegetal. El ardiente sol fue acá la mímesis de aquella agua quemante. Una voz en llamas cayó sobre la carne erecta y entre el granado y las ligustrinas se vino el goce de la densa y ansiada consumación. Y así fue que tus íntimos jugos y mi espesa semilla se esparcieron, aquellos por el agua que besó tu cuerpo hasta el mar que te atrapa y esta en la tierra reseca a la espera de la lluvia. Hemos pecado, la complicidad ha sellado el segundo pacto.

QUATRE FOIS DÉSIRÉE


Sé que eres tan pudorosa que ni siquiera te atreves ni a imaginar, pero te voy a liberar de tus perturbadores demonios aunque después otros machos todavía desconocidos cosechen en ti mi siembra. Porque ardes en el mismo fuego que me quema, que me consume noche a noche hasta la ceniza entre las arenosas sabanas del insomnio. Estás sedienta de la misma la sed de carne viva que reseca mi boca en la oscura soledad. Tu hambre de morder hasta saciar los instintos es la misma que me lleva tras tu rastro. Compartimos el fuego, la sed, el hambre, los desbordes inusitados de la pasión y la complicidad de nuestras desesperaciones. Coqueteamos urgiendo las palabras para digan lo que no dicen sabiendo que dicen en secreto a dos voces los obscenos deseos entre susurros inentendibles de un idioma codificado hasta la irrisión. Nos sabemos los cuerpos y los quejidos, los tactos en la piel del otro, los sabores y los aromas, las cicatrices, las marcas las manchas y los lunares, nos sabemos enviciados en esta conspiración de sexo transparente, de erotismo contenido y a la vez pervertido porque no se consuma más que en la misteriosa concavidad de la noche del silencio. Te vienes cuatro veces sexteando sobre intenso celeste de cielo, de lagunas escondidas, de geológica anilina de crisocolas o turquesas, de negro tu pubis cubierto y arriba vestida de una trama blanquinegra que sube por tu estomago negando piel y ombligo, las uñitas de tu pies en sus rojos granates y un lejano horizonte de suave verde claro, te vienes de piernas cruzadas, juntas, apretadas, inviolables, tendida sobre otro lecho, exultante en la luminosidad mórbida de tus muslos pálidos y tibios, te vienes cuatro veces deseada, púdica, quieta, silenciosa, sin dejar ver por soberbio recato o reprimida intención esa húmeda intersección donde habita la flor mariposa de tu sexo oloroso a gloriosas tardes en las ardientes alturas de los campanarios de la lujuria.


domingo, 22 de marzo de 2015

DECIRTE


Pour le même papillon

Decirte que deseo hacer contigo en un poema, decirte que me dejaría poseer por tus deseos, cualesquiera que estos sean, quedarme quieto, desnudo ante ti, el guerrero en descanso, esperando tus manos o tus labios o tu lengua que lo despierten, lo lleven a erguirse, duro y suave, anhelante, latiendo como una torre carnal, viva. Sentir que tus manos recorren todo mi cuerpo acariciando, tocando, hurgando, hasta los rincones mas ocultos, en los lugares mas míos, ser para ti un cuerpo ardiente dispuesto y entregado a tus caprichos, tus exploraciones, tus malas intenciones. Y después ir yo a buscar tus ansias, apresar en mis labios tus pezones erectos, tus senos tibios, mis dedos suavemente buscando en la obscena selva de tus bellos púbicos, el clítoris erecto, los húmedos labios verticales, mis dedos embebidos de tu néctar sexual, y mis manos abriendo esa delicada puerta a mi lengua rígida y quemante, y allí llevarte a los limites del placer. Entonces, agotadas las cercanías externas, penetrar en ti, como el macho desesperado en la hembra desesperada, hundir en ti al guerrero vigoroso, sentir en él los latidos de tu vulva ávida, y en un maravilloso y compartido juego de movimientos, sudores, susurros y quejidos, llegar como un solo cuerpo al clímax de nuestros íntimos deseos. Porque mis deseos de ti solo se atenuarán, por leves intervalos de tiempo, cada vez que se estrellen contra tu cuerpo ardiente, solo ahí habrás agotado al guerrero, que tiernamente se esconderá entre tus recovecos carnales. No sabes como te busca, como se estremece mirando tus recatadas imágenes, como te imagina desnuda sobre nuestro primer lecho, esperando que el se hunda en ti, tengo que calmarlo con mis propias caricias solitarias, sentirme adolescente furtivo y tocarlo, y así furioso y erecto dejar que agote sus ansias de ti.

2001


sábado, 21 de marzo de 2015

TRIPTICO DE EVASIVA MARIPOSA


Reflejada deliciosa de claro celeste cielo y negro voluptuoso su frágil cuerpo vestido, atrás los lirios de aquel loco inmortal, y el lecho deshecho. Encoparía esos pechos con la tierna vehemencia del edípico extraviado para sentir bajo ese negro tejido su tibia morbidez y sus punzantes pezones. Femenina y elegante con la capelina blanca, clara como su sonrisa de altiva esfinge, de dama madura que piensa y siente igual que antes, cuando los deseos la abrumaban de ternuras por el amante recienvenido, atrás los libros y la azul corona del pequeño príncipe de su estirpe. Me aferraría a esas caderas como un náufrago desesperado rememorando ciertas tardes y una enagua pudorosa, buscando otra vez la mariposa atrapada en su pubis. De pie, entera y perfecta ante el espejo oval, de sombrero, sonriendo sola al sentir sin creerlo las hormonas revueltas fluyendo por sus recuerdos, el lecho ordenado en su púrpura, amarillo, celeste y blancos con rosados, atrás los lirios en el muro de claro amarillo. Abrazaría su delicada fragilidad oliendo su perfume en su cuello besado con insistencia del amante ansioso que retorna desde sus insomnios. Es ella tres veces replicada, siempre con el cómplice y rojo pecador en sus manos, y un rincón del jardín de sus delicias, las quietas aguas de los botes amarillo y rojos, ella frente a los arbustos en la quieta plenitud de una costa inquieta, el estanque de los peces ausentes, la pequeña cabaña frente al mar y las oscuras grises arenas, la tierna jirafa durmiendo en el sopor de la canícula. Es ella, la evasiva mariposa seduciendo con crueles lejanías al tímido escarabajo.


viernes, 20 de marzo de 2015

OTRA HEMBRA DANZANTE


Y surgieron los deseos de ti, de tu poética danza erótica, de tu alma de lasciva odalisca, de vestal obscena del templo de las poderosas lujurias, de ninfa danzando velada en blanco y celeste por las espumas y las aguas de los deseos. Allí bailas a pies desnudos para los ojos faunos como mórbida Terpsícore sobre la pulida madera erectando mis anhelos de poseerte mientras la música y las palabras te hace mover las caderas en un lúbrico bamboleo, como un denso remolino sobre lentas arenas, como un viscoso oleaje que sigue los mismos vaivenes de tu pelo oro trigal en su suave cascada. Y mueves y remueves tus anchas y pálidas nalgas, agitas enloquecida tu ampulosa tetamenta ebria del ritmo o la cadencia que te invade como un licor untuoso anegándote, y te vas en esa atlántica música palabrera, por esa extraña liberación furtiva, te me pierdes en sensuales movimientos arrastrada por la mística cumbiamba. Sé que un día te veré bailando para mí en una habitación de quizás donde para excitarme más aun a la distancia de unos pasos, o me veré en un sueño bailando contigo muy juntos lentas canciones románticas o envueltos en una caliente lambada, ambos desnudos restregándonos libidinosos nuestros cuerpos acoplados en un impúdico abrazo, mi verga punzando tu vulva. Y te veo imagino bailando un fogoso ritmo del carnaval de  tu tierra, desnuda, solo para saciar mi voyerismo vicioso, y bailas el sáfico ritual haciendo un círculo alrededor del tronco erguido y duro de mi masculinidad, tú allí bailando desatada en sensuales movimientos, bailas, danzas, te curvas y te cimbras, te estremeces bajo el perlado sudor que va cubriendo tu piel pura de bailanta bailadora bailarina bayadera meneando tu pomposa carnalidad excitante para este testigo inmóvil que se masturba en tu honor observándote con la lascivia con sus entrecerrados ojos penetrantes.

jueves, 19 de marzo de 2015

OSCURO CANTO DEL ENCIEGADO


En el principio de todos los principios era el verbo, solo el verbo concebido en la absoluta cercanía inicial, y después fue la grieta que daba al íntimo territorio prohibido, la hendija por donde supuró el pecado los líquidos del vicio que iba a anegar los años, las oscuras pasiones pervertidas, el eterno infierno del deseo imposible de consumar. Y se quedó cristalizado buscando esa imagen por todos los rumbos y los cuerpos posibles, bordeando los acantilados del origen, extraviado en los desfiladeros de los enigmas y los tabúes, cegado por el castigo de un ansioso rodar tantálico, de una vagancia infinita donde aquello que se busca se escurre y escapa continuamente. Hubo mórbidas blanduras, oscuros pezones de grandes areolas, canalillos que caían hacía los más obscenos abismos, maduros cuerpos semidesnudos, escondidos o impúdicos voyerismos, y él ahí, ciego concupiscente embriagado por el agridulce licor de un instinto derrumbado, sin la secuencia del ojo persiguiendo la carnal ternura perdida, siempre bajo el agobio de las pecaminosas sombras en un desierto carcomido por una memoria destrozada, por un visión repetida en todos los espejos venideros, sin rostro, para que el pecado no se consume en las últimas cloacas del desespero, y un latido anterior a la conciencia lo sumerge en el absurdo sinsentido de mendigar lo que no existe. Hay venenosas serpientes y tenebrosas medusas, hay aguas amnióticas y un vacío sin fondo como de pretérita ciénaga ausente, un olor a maderas antiguas y a lluvia estilando de un ciruelo, un púrpura de dalia y una ausencia eterna.

PASEANTES


Ahí, en ese atardecer que ya es crepúsculo, sentados conversando en una mesita de un café a la calle, a vista de todas las gentes que pasan y ven esa pareja madura tomados de la mano románticamente, felices de esa cita y de la cercanía, conversando de lo humano y lo divino, de literatura, de los sueños y los deseos, hasta que la noche fresca y perfumada por ti va entrando con el sigilo de la complicidad esperada. Caminamos de vuelta a tu casa, te llevo abrazada, y en cada esquina nos damos un beso tierno como si así confirmáramos la concreta realidad de ese sueño, tomamos el camino largo que pasa un puente y un parque donde nos besamos con la pasión de dos enamorados que se han buscado por muchos años y al fin se encuentran, reímos mirándonos a los ojos, y seguimos paseando por la noche, hay un aroma de magnolias y una música de boleros que viene de lejos como persiguiéndonos. Llegamos a la esquina de tu casa, ya es medianoche y las calles están solitarias, oscuras y silenciosas, pero gratas en ese ámbito del solo nosotros, encontramos un rincón escondido donde no llega la luz de la luna y nos abrazamos un largo rato sin decir palabras, y vienen los besos, cada uno más intenso y apasionado que el anterior, las manos acarician con urgentes vehemencias, recorren y palpan el cuerpo del otro, hay deseos floreciendo, irrumpiendo lentos y tibios, hay susurros, manos y bocas ansiosas, y en ese preludio va surgiendo la otra tú, tímida al principio, más segura de sí misma después, la beso y la acaricio ya al borde de la impudicia, ella siente mi virilidad punzando su pubis, entonces me toma de la mano y me lleva hacía su casa, la noche sonríe maliciosa cuando entramos y cerramos la puerta tras nosotros.


miércoles, 18 de marzo de 2015

HEMBRA DANZANTE


Hoy el día amaneció con deseos de ti, de tu prometida danza erótica, de tu alma de lasciva odalisca, de vestal obscena del templo de las poderosas lujurias, de ninfa danzando velada por el bosque de los deseos. Allí bailas desnuda como mórbida Terpsícore sobre la grama erecta de mis anhelos de poseerte mientras la música bailable te hace mover las caderas en un lúbrico bamboleo, como un denso huracán de aguas lentas, como un viscoso oleaje que sigue las mismas ondulaciones de tu pelo negro negro en su cascada sinusoidal. Y mueves y remueves tus pálidas nalgas, agitas enloquecida tu ampulosa tetamenta ebria del ritmo o la cadencia que te invade como un licor untuoso anegándote, y te vas en esa atlántica música costeña, te me pierdes en sensuales movimientos arrastrada por la mística cumbiamba. Sé que un día te veré bailando para mí en tu habitación para excitarme más aun a la distancia de unos pasos, o me veré en un sueño bailando contigo muy juntos lentas canciones románticas o envueltos en una caliente lambada, ambos desnudos restregándonos libidinosos nuestros cuerpos acoplados en un impúdico abrazo, mi verga punzando tu vulva. Y te veo imagino bailando un fogoso ritmo de tu trópico, desnuda, solo para saciar mi voyerismo vicioso, y bailas el ritual del Palo de Mayo haciendo un círculo alrededor del tronco erguido y duro de mi masculinidad, tú allí bailando la punta, la zumba, la guanara y gulye, desatada en sensuales movimientos, bailas, danzas, te curvas y te cimbras, te estremeces bajo el perlado sudor que va cubriendo tu piel pura de bailanta bailadora bailarina bayadera meneando tu carnalidad excitante para tu potro inmóvil que se masturba en tu honor observándote con la lascivia con sus entrecerrados ojos penetrantes. 


IMPUDICAS INTERROGANTES


Para A.G.

¿Entonces dejarías que te acariciara con la vehemencia del macho en celo, con la erección punzando tus piernas, tu vientre, tus nalgas?, ¿dejarías que te desnudara en la penumbra hasta dejar tu piel desnuda temblando ante mi virilidad endurecida?, ¿dejarías que besara entera con vicio, con deleite, con la impudicia del deseo vivo, con mi lengua reptando húmeda por los rincones sensibles de tu feminidad mas intima?, ¿dejarías que succionara tus breves pezones con la fruición del amante edípico y el salvajismo del semental insaciable?, ¿dejarías que bajara con mi boca en besos desde tus pechos soberbios hasta el secreto ambiguo de tu vientre de hembra clitórica?, ¿dejarías que mis labios apresaran el tierno falo femenino y sensible que anida oculto en tu pubis para erectarlo mientras tu rostro enrojece?, ¿dejarías que te volteara en un bocabajo sensual y rendida a mis ansias abriera con rudas manos los suaves montículos de tus nalgas para hacer florecer tu capullo?, ¿dejarías que te penetrara una, dos, tantas veces, asesando, rugiendo, aullando como un macho que posee a su hembra en medio del bosque de sus sueños?, ¿dejarías que eyaculara en ti untándote, empapándote, impregnándote, llenándote de mi semen quemante con tus gritos urgiéndome a seguir, seguir, seguir? Te lo pregunto porque si me dejaras hacer todo esto podrás sentirme dentro de tu ser y disfrutarías de mi virilidad en toda su pervertida ternura desolada y quedarías extasiada envuelta en el juego del acoso y la consumación y no te separarías de mí hasta devorarme como bestia hambrienta de una otra misteriosa lujuria.

2008


lunes, 16 de marzo de 2015

OBSESIVA VULVALIDAD


En su fiera consistencia de olorosa humedad en la convergencia de los muslos y el blando cojín piloso del pubis, es centro de la ye, vértice de la uve, apretada zanja bajo la mata negra, tajo entre el hirsuto plumón, canal bordeado de la zarza rala o enmarañada de los velos púbicos, cauce anegado de sabores y olores inolvidables e irremplazables, majestuoso surco, tierna carnalidad, rosada obscenidad en su lasciva verticalidad abierta, en su incitante cisura cerrada, hendida rosa succionante en su voracidad de resbaladizo cenote, en su textura de impúdico marisco, flor, gruta, lenta vertiente de viscosos fluidos, pórtico a calientes noches humedecidas, bivalvo desconchado, jugoso molusco dilatado, templo hambriento del ritual de todo fornicio, vertical boca tragadora, verbalidad chapoteante que se hace boca engullidora, carnívora bisectriz esencial de los deseos, dulce breva madura, ancestral nido terrestre, penetrada hendidura donde teje su secreta telaraña la hembra seducida, derramado doble paréntesis que encierra un sensible cero volado, oquedad poseedora de la mojada textura del delirio encajante, de un sabroso mejillón chorreante, en ella decantan las eyaculaciones sorbidas por los espasmos y contracciones de los vibrantes orgasmos, en ella juegan a veces los dedos propios hurgando sus resquicios masturbatorios, buscando la solitaria y pecaminosa saciedad asexuada, monoica, fundatrígena, sellada al macho inútil en el íntimo goce, delicioso fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, de la oscura sabiduría que niega el más allá para que el hoy asuma su verdadera vertiginosidad, vórtice perforado, concha, coño, chichi, chocho, choro, chucha, cuca, panocha, vulva.

TE POSEO BURBUJEANDO


Me gustaría escribir en tu piel, pero no tengo más que este muro (i).

Te monto como un potro erguido a su yegua abierta, te descentro atosigada de eróticas inconsistencias y te disgrego en una arena fina que se parece a las cenizas humeantes, te desmiembro hasta el goce pervertido del lascivo martirio sexual, te arrastro dormida por los laberintos de las lujurias entibiadas en los jugos de tu vulva, en la mórbida blandura de tus pechos, en la punzante erección de tus pezones, te rozo ensalivando tu ombligo, te sobo los muslos hundiendo mis dedos en su pálida morbidez, te manoseo el pubis, te sorbo hasta la última gota de ti misma, te lamo el valle sagrado oculto entre tus glúteos, te bebo sediento por dentro y por fuera, vagina y axilas, te beso la piel entera de pelo a pies deslizando, te sumerjo en las ciénagas sudorosas del abuso, la violación y el estupro, te penetro fálico endurecido, te inserto mi virilidad pulsante en tu verticalidad anhelante, te entierro mi príapica urgencia en la ávida humedad de tu vúlvica ansiedad, te fornico boca arriba y boca abajo, te viertes empapada, estremecida, contorsionando tu cuerpo incrustado, las manos apretando desesperadas las sábanas, te dejo susurrando obscenidades perdida en las aguas hirvientes de la lúbrica saciedad saturada del olor de la cópula consumada mientras exhalas un vaho de flores tibias, de maduras frutas calientes, de un denso e intenso zumo genital, y me quedo enredado en tus pestañas, extraviado en el rojo turbulento de tus labios, dueño para siempre de todo lo que eres.

(i) La Granja. Graffiti de Acción Poética en Chile. Proyecto artístico cultural originado hace 15 años en Monterrey y Área Metropolitana, Nuevo León, México. Iniciado y dirigido por Armando Alanís Pulido. Su propósito es difundir versos por las calles a través de graffitis. Una manera distinta de hacer poesía.


sábado, 14 de marzo de 2015

UN LARGO BESO


Tu boca en mi boca ensalivadas, los dientes tintinan en la desesperación del ávido beso de hambrientos amantes, las lenguas de buscan, se enredan, se entrelazan en una cópula de húmedos caracoles escondidos en las ansiosas cavidades bucales, grutas del pecado, del goce, de la insaciable urgencia de besarnos ilimitados hasta ahogarnos naufragados en el nosotros desatado. Embesados nos sorbemos y absorbemos, sedientos de las salivas nos bebemos el uno al otro en las vertientes desaforadas de nuestros labios, urgimos la voracidad bucal, nos mordemos, nos masticamos, nos comemos, nos vamos tragando en el relente que va dejando el incontenible besamiento. Las narices se encajan en el deleite de los aromas de la piel deseada, las bocas se abarcan una a la otra, se cruzan, se montan, se poseen en un ceremonial de escabrosas esencias carnales, atrapas mi lengua como si fuera mi miembro, la persigues, la atrapas, la succionas, tus pechos punzan mi pecho, mis manos se enredan en tu largo pelo negro oleaje perfumado, tus manos acarician mi rostro con lujuriosas ternuras, nuestros cuerpo se apegan, se incrustan, se disuelven fundidos por la incandescente pasión que nos abruma y nos decanta y nos estremece. Nos delatan los susurros, la intensidad del prolongado abrazo, el ritmo acoplado de los eróticos movimientos que semejan el anhelado fornicio, el calor sexual que hace hervir las horas en nuestro infinito destiempo. El beso alarga la noche sin encontrar la madrugada, se hunde en la tibieza de las sábanas para volver a florecer desde tu boca en mi boca humedecido y salvaje.


viernes, 13 de marzo de 2015

BAJO LA PIEL SEXUAL DEL LEOPARDO


El salvaje desenfreno de la jungla, sus vapores calientes subiendo por la húmeda fronda vegetal, perfumes de orquídeas y sudores de fieras en celo profanando la penumbra emboscada, el acecho macho sobre la hembra derramada en su impudor exuberante, en la obscenidad que se brinda como turbia tortura seminal, el descaro entre la intensas flores abusadas y los altos engendros de las pervertidas fantasías, atrevimientos sinuosos con la elegancia de una leopardo hembra en celo, su prestancia felina, la delectación de saberse y sentirse deseada hasta la masturbación, ese empíreo manual que contiene el pecado y el más primitivo fruir sexual, la salacidad de pensamiento, palabra y  obra, el vestigio de lo inicial que permanece con el mismo esplendor de su exhibicionismo incesante, de la venérea contemplación de esos mórbidas pechos con sus pequeños pezones sensibilizados por mano propia en el juego de encender excitar erectar, sigilosa bajo la piel sagrada del sangriento felino, mimetizada en los lúbricos matorrales orgiásticos, acechando voluptuosa como un escabrosa esclava de los ardores del amo, doncella seducida por el depravado cortejo de la bestia ancestral que desbocó sus instintos, abrió sus pudores y la hizo deseada para siempre, ella, abierta flor incitando en los festejos onanistas del íntimo carnaval que va sucediendo en la selva ardiendo con los fuegos feroces de la lujuria impenitente,  baja, gira, glúteos canal muslos canal anal, gira, nido mano allí rozando ofreciendo, acá la mano propia sigue y sigue, sube y baja, prepucial viciosa gozadora, continúa aferrando, apretando, masajeando, y después de la deliciosa eyaculación a ojos cerrados, estrujando. Se esparce por la espesura un aroma de macho saciado que evoca en la hembra las perdidas fragancias de la cópula.


CANTO DE SIRENA EN LA ARENA


(Prosopis chilensis)

El caluroso mediodía la encuentra en la perfecta actitud de un ave lista para emprender el vuelo y elevarse por las azules alturas marinas, una mano en un gesto de gracioso saludo, la otra en un ademán de sofisticada elegancia femenina, su sonrisa de pequeñas blancas caracolas, sus ojos alegres como de niña jugando en la playa, su sombra es una gaviota en vuelo sobre la costa, sobre ese horizonte de cerros con verdioscuros pinares y sobre el tumulto de frías edificaciones lejanas. Sus pies ligeros en las amarillas arenas doradas no dejan huellas, la rodean las oscuras algas robadas por el mar a las profundidades que trazan los avances y retrocesos de las mareas que la buscan para recuperarla, sirena escapada. Allá mas lejos otras gaviotas como ella juegan en la blancura de las espumas esperándola mientras el mar verdiazul la observa inquieto y enamorado. La íntima soledad de la playa la incita a las atrevidas sensualidades de un lúdico nudismo: deja su cartera sobre las arenas como si dejara en ella el pasado, el recato, la continua contención, y con insinuantes movimientos se quita la chaqueta sin mangas de dril azul, la blusa de grandes puntos blancos sobre fondo negro, y luego con abierto desparpajo, los albos pantalones, el sostén blanco, los cuadros blancos, en una recreación de los oleajes y las espumas. Se queda solo con el sombrerito coqueto y las frescas sandalias, y corre así desnuda por las arenas que la besan siguiendo la línea de las olas que la espían, libre, desatada, feliz, sintiendo en su piel la calidez solar que la abraza y la envuelve, y la posee por toda su piel anhelante, hasta desaparecer devorada por las agitadas espumas que vienen de donde habitan las sirenas.


jueves, 12 de marzo de 2015

DE TU ROJA BOCA LOS DESEOS


Dejarás marcado el dibujo de tu boca en mi piel ansiosa de su ávida quemadura, será la cicatriz del fuego del deseo, de las brasas del mismo rojo vivo de tus labios, carmín y saliva,  frutilla, cereza o manzana, sabores o dulzuras de besos que morderán entre susurros la abarcadora lujuria de esta otra boca que te besa. Irá trazando tu roja boca la precisa topografía de este cuerpo en posesión de ti, atrapado en tu sonrisa de cristales y caracolas, en la sensualidad inquietante de tus labios entreabiertos, en la obsesión de seguir ahí navegando por el borde de tu lengua hasta el naufragio. Será tu voz irrumpiendo en el misterio de la palabra, en la voracidad deslumbrante de altiva hembra seduciendo, en el vaho tibio que abruma la noche desde donde te pienso y deseo. Tu boca, solo tu boca más allá del conjuro o de la vastedad de la penumbra perfumada por tu pelo, oleaje de finos hilos de brillantes obsidianas, incluida en tus ojos invadidos de ternuras. Tu boca sedienta lamiendo, succionando, sorbiendo, tus labios reteniendo la suave piel desesperada, corriendo y descorriendo esa tersura erecta, esa la carnal dureza. Tu saliva anegando desde tus rojos abiertos el otro rojo erguido, el roce húmedo, el apasionado apremio labial, la densa impregnación y el ahogado quejido de rojo teñido. Tu boca mordiendo, aspirando, besando, torturando con la furiosa insistencia del tiempo perdido, tus labios como palomas felices revoloteando en torno a las ruinas saciadas del campanario derrumbado.


martes, 10 de marzo de 2015

LAS IMPOSIBLES PASAJERAS HABITANTES DE TETUÁN


Cruzan sin saberlo por la hendija del portalón entreabierto, por ese ángulo visual que las desnuda con los ojos machos del fauno furtivo, desde de un lejos tímido y contemplativo en gloriosos perfiles o escorzos, grandes, a veces dulces y caídas turgencias, de redondeadas blanduras apetecibles, abarcan todos los colores, formas, contornos y tejidos posibles. Por la vereda de enfrente o la esquina donde coinciden el Dante y Borges, atraviesan raudas, ufanas, atareadas, altivas e inocentes, ignorando la pervertida mirada que las desnuda, las soba, las acaricia, en esa casi instantánea visión de sus abundantes y tiernos paraísos, solo el sol ilumina feroz sus pasos por la cotidiana pasarela de las calles lentas y quietas. Van con el garbo vertiginoso de macizas vestales globulosas, esbeltas hembras tetonas, egregias matronas rubenianas, desde la doncella de verde fosforescente, por la densa filigrana negra y blanca ahí afuera tan a mano o inmensas e incoloras asomadas en la antigua casona del otro lado de la calle de árboles y un poco solitaria, hasta el gran anaranjado clarísimo caminando desde el poniente como en un grand finale. Floreadas dunas maduras, hendiduras de los escotes inquietantes, las comba acornisadas con sus suaves bamboleos, orgullosas tetamentas atrapadas en la avenida y en la calle, en el tumultuoso conventillo, o en el voyerista oriente perforado, en la feria libre entre flores y verduras, jugosas sandias y perfumados melones. Lo demás son los imaginados pezones, breves protuberancias alguna vez punzando la tela, la cálida palidez de la mórbida piel sostenida, la abultada voluptuosidad, muelle, llena, sagrada. No las blancas colinas (i), gemelos de gacela (ii) o caracoles blancos (iii), ni aquella obviedad de las tibias palomas, solo deseadas frutas maduras, inasibles incopables, impalpables e imposibles para el edípico obsesivo que acecha con las manos vacías y los labios sedientos.

(i) Poema 1. Pablo Neruda
(ii) Cantar de los Cantares 7:3. Salomón
(iii) Poema 8. Pablo Neruda

Imagen: Venus de Willendorf, estatuilla antropomorfa femenina de entre 20.000 y 22.000 años a.C.

DE TUS ANTIGUOS ESPEJOS


Paloma sola que vuela en el reflejo sobre el agua del cristal y el azogue, allí pálida, carnal, palpita anhelante esa suerte de tibieza bajo tu mano que habita la profundidad del espejo. Y en ella anida ese rosado botón, breve circulo solar encarnado en la duna suave de ese pecho. En el palomar tus senos me sueño buscando esas tímidas flores de besos. Vivo encarcelado en tus espejos, en todos los cristales que te reflejan, atrapado como un vicioso voyerista con perversos ojos de vidrio y azogue, multiplicado en esas quietas aguas verticales, escondido, clandestino, sigiloso, buscando la desnudez de tu cuerpo, pechos, vulva, manos, uñas, cabellos, toda tu repetida piel incendiada y vivo en esa jungla incandescente como un jaguar siempre en celo transparente y acechando los impúdicos juegos de tu cuerpo en todos tus lúbricos reflejos. Amo los espejos que vierten y me regalan tu imagen porque me abren la mañana en tu plena cercanía, deseando desde ellos el reflejo de tu piel desnuda pálida mórbida, y te me vienes por el día desde esas ardientes lunas plateadas. Y vivo en esos espejos que te reflejan para mí, esos bruñidos estaños que quietos y silenciosos te observan. Y donde estés te miro y deseo, porque habito en todos los vidrios y sus hidrargirios que te miran con ojos de caricia y te reflejan para mi íntimo goce. Y estoy ahí, detrás todos los cinabrios y sus cristales como un cristalizado voyerista enviciado para siempre en tu piel desnuda. Y ahí estas tú, la diosa de las azogadas superficies, reflejada como en un sueño obsceno, para deleite de mis ojos y de mis deseos. Piel desnuda y azogues ardiendo, tus pechos reflejados en su tibieza, tus pezones ávidos de mi boca, mis ojos hurgando tu cuerpo incendiado hasta la ceniza de ti.

 “Breve paloma reflejada”. Raúl Franquesa, Enero de 2009
“El jaguar de tus espejos”. Raúl Franquesa, de Marzo de 2009
“Espejos, espejo, espejos”, (Con leves variaciones). Raúl Franquesa, Marzo de 2009
“Tus espejos”. Raúl Franquesa, Septiembre de 2009


PALABRAS DE LOS QUE NO TE CONOCIERON


Abatiste en mí tus pechos tiñendo el rosicler los sonrojos, jardín de nardos y de mirtos rojos eran tus senos mórbidos y fragantes, abriste palpitante las puertas de marfil de tus hinojos y de tus ardientes labios, tu aguda lengua fue fino dardo, seducida gemiste de delicia y de congoja (i). La mujer que tiene los pies hermosos nunca podrá ser fea, mansa suele subirle la belleza por tobillos pantorrillas y muslos, demorarse en el pubis que siempre ha estado más allá de todo canon, rodear el ombligo como a uno de esos timbres que si se les presiona tocan ‘Para Elisa’, reivindicar los lúbricos pezones a la espera, entreabrir los labios sin pronunciar saliva y dejarse querer por los ojos espejo, la mujer que tiene los pies hermosos sabe vagabundear por la tristeza (ii). Devoraré los espejos que se posarán en tu humedecido vientre mientras tu flamígera lengua desvirgará las burbujas de mi sexo enardecido... (iii). Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo. Lo que me gusta de tu sexo es la boca. Lo que me gusta de tu boca es la lengua. Lo que me gusta de tu lengua es la palabra (iv). Eso dijeron los que no te conocieron, yo solo quiero besar tus labios y dejar jugar nuestras lenguas en un beso largo como la noche, que suave mi mano descorra el vaho que deja esa otra humedad en el espejo empañado para que sientas mis caricias en tu desnudo cuerpo reflejado, y mullidos tus pechos de alabastro sobresalgan en su tibia cornisa para mis ojos agobiados de lujurias por el cristal y el azogue.

(i) Paráfrasis de un fragmento de “Posesión”. Caro Victrix, Efrén Rebolledo
(ii) “Pies hermosos”. Mario Benedetti
(iii) “Al otro lado del mar”. Fragmento. Rafael Fernando Ospina
(iv) “Lo que me gusta de tu cuerpo...”. Julio Cortázar


ABRUMADORAS MITOLOGIAS CON MORBO


(Otra versión)

Yo puedo devorar tus carnes humeantes para saciarnos el hambre y la sed en un atardecer sin crepúsculo ni lunas sobre los hierros, ruidos y edificios, lamerte el entero sudor, abrevar en tu vulva las aguas vaginales del deseo, anegarte de densos y lechosos rocíos seminales, dejarte exhausta, saciada, adormecida sobre el lecho revuelto en medio del vaho de los sexuales aromas de la copula. Yo puedo escribir por todo tu cuerpo en su desnudez palpitante con mi lengua ensalivada los salmos del estupro consentido, enhebrar el goce suspendido desde tu boca a tu sexo con un hilo estremecido de quejidos o susurros, morder cariñoso tus pezones sensibles, enredarme en negros vellos y deslizarme por el interior de tu muslos como un oscuro pez carnívoro. Yo puedo soñarme entre tus piernas encarcelados en un coito de bestias salvajes o en la sodomía de asexuados ángeles pervertidos, habitar la concavidad de tu ombligo, la charnela de tus axilas o los arcos de tus ingles, puedo insertarme en los goznes del revés de tus rodillas y en los tierno intersticios invocados entre los dedos de tus pies. Podría incluso desatar tus manos, exterminar ese pudor desconocido que te deja sofocada y pendiente, rastrojear por tu piel buscando las semillas de antiguas caricias inconclusas, decretar mis tiempos de pasajero enviciado, detener el plenilunio o el lento derrumbe solar, evitar el otoño o rodear la piedra del invierno, desatar la primavera o hacer cristalizar el estío para que tu boca siga bebiendo de mi boca para siempre los dulces zumos del amor. 


lunes, 9 de marzo de 2015

INVOCADAS CONCAVIDADES ALCANZADAS


Yo puedo devorar tus carnes humeantes para saciarnos el hambre y la sed en un atardecer sin crepúsculo ni lunas sobre los techos allá abajo, lamerte el entero sudor, abrevar en tu vulva las aguas vaginales del deseo, anegarte de densos y lechosos rocíos seminales, dejarte exhausta, saciada, adormecida sobre el lecho revuelto en medio del vaho de los sexuales aromas de la copula. Yo puedo escribir por todo tu cuerpo en su desnudez palpitante con mi lengua ensalivada los salmos del estupro consentido, enhebrar el goce suspendido desde tu boca a tu sexo con un hilo estremecido de quejidos o susurros, morder cariñoso tu pezón dormido, enredarme en ralos vellos y deslizarme por el interior de tu muslos como un oscuro pez carnívoro. Yo puedo soñarme entre tus piernas encarcelados en un coito de bestias salvajes o en la sodomía de asexuados ángeles pervertidos, habitar la concavidad de tu ombligo, la charnela de tus axilas o los arcos de tus ingles, puedo insertarme en los goznes del revés de tus rodillas y en los tierno intersticios invocados entre los dedos de tus pies. Podría incluso desatar tus manos, exterminar ese pudor desconocido que te deja sofocada y pendiente, rastrojear por tu piel buscando las semillas de antiguas caricias inconclusas, pero no puedo determinar mis tiempos de pasajero inhabitante, detener el plenilunio o el lento derrumbe solar, evitar el otoño o rodear la piedra del invierno, desatar la primavera o hacer cristalizar el estío para que tu boca siga bebiendo para siempre los dulces zumos del amor.

domingo, 8 de marzo de 2015

TIERNA HABITANTE ANOCHECIDA


Signos tus rubores de que mi voz por ti hechizada despertó las íntimas vibraciones de la musa de humo que persigo buscándote dibujándote imaginándote en las grises nubes que se elevan mientras fumo, y que surgen desde la brasa encendida entre mis dedos donde tus lejanas seducciones me queman en carne viva. Desde las soleadas sombras de tu mediodía emergieron barrocas jardineras, claveles japoneses, pensamientos, lazos de amor, porcelanas begonias y miramelindos, en la greda y el cuarzo, allí estaba tu mano femenina y tu sensualidad codificada en el juego de colores, amarillos, rojos, rosados y blancos, anaranjados y fucsia, y en el púrpura de los pensamientos eternos que me llevan al jardín de mi infancia mientras se eleva el humo del nostálgico cigarrillo. Y te escribo y describo bajo tu embrujo, escondido, sigiloso, sin atreverme a enviarte estos papeles de pequeñas obscenidades para que tu silencio de humareda distante me deje entrever la rosa nocturna en su rocío esparciendo un vaho de deseos retenidos en tus manos apretando las sábanas con el fervor infiel de una secreta lujuria. Y hay en tus imágenes tentaciones, humos, ansiedades, una topología imperecedera, ardientes humos de tabaco que sostienen tus ausencias de distancias que no de lejanías, tú allí eres la tierna habitante anochecida del nocturno que no ceja de hacer germinar los deseos que nunca serán consumados. Y me quedo envuelto en el perfume de tu humo persistente que te trae desnuda e impúdica a mis manos en la solemnidad respetuosa del destierro, cediendo a la imposibilidad con un manojo de intensos girasoles.


sábado, 7 de marzo de 2015

LAS TRES TENTACIONES


“Te brindas voluptuosa e impudente, y se antoja tu cuerpo soberano”. Caro Victrix, Efrén Rebolledo, 1916.

Ebúrneos, pálidos, marmóreos, tus muslos se solazan en su brioso exhibicionismo repartido en un ansiado tríptico de tentadoras visiones, que me dejan allí inserto atrapado en esa uve de vocal veneración vulva y vendimia, en ese ángulo que se abre a los fálicos requerimientos y se cierra por las furias tormentosas de los celos. Recostada sobre el verde prado con florcitas del edredón impasible expuesta a mis ojos que se urgen en penitencias derramadas sobre ese límite infranqueable que aflora en el margen como el piloso horizonte por donde debiera amanecer la negada vulva esperada, para ella mi boca guarda los gloriosos orgasmos de las tardes venideras, cuando vuelvan las lloviznas a  decretar impuros atardeceres con olor a mar lejano, tabaco y hierbabuena. En esos ralos y negros vellos rastrojearé los frutos y los fuegos desesperantes del erótico raleo, los humos y las brasas, la consistencia escurridiza de la pequeña carnalidad de tu clítoris que ahora lingual y voraz afano imaginario. Sentada en negro cuero, dominatrix exultante, frente al espejo particionado, repetida en la penumbra donde refulgen los breves granates de tus uñitas pintadas. Y también de negro el recato que empalidece aun más tus muslos como un resplandor lunar anhelante sumido entre las suaves columnas guardadoras del templo de los sumisos lamidos y las sacras eyaculaciones. Tus muslos y sus constelaciones, soles mariposas corazones estrellitas dispersas y las Tres Marías quietas titilando mientras demuestras tus delicadas impudicias y el erecto deseo rasga la mañana en su lúbrica eternidad. No obstante, me quedé esperando que tu mano abriera tu rosa a su íntimo rocío.


viernes, 6 de marzo de 2015

ARCANOS DEL TIEMPO


“No las damas, amor, no gentilezas de caballeros canto enamorados; ni las muestras, regalos y ternezas de amorosos efectos y cuidados”. La Araucana, Alonso de Ercilla, 1569

Solo soy un solitario buscador de afectos sexuales, un explorador extraviado para siempre en los cuerpos desnudos de sus amantes, allí en las extensas praderas virtuales donde todo tiende a ser mentira, lo es o lo será, donde la lealtad no es moneda de cambio y donde se juegan secretos juegos de pervertidas fantasías obscenas e irreverentes que no suceden en la burda virtualidad real. Antes, en la selva gozadora de los alegres años del estío, fui cazador embozado, víctima o victimario, no importaba, solo el deleite del estremecimiento ancestral de la caza, el acecho, el sabor de la carne viva y humeando, los sabrosos jugos de la presa atrapada escanciados en un lecho de sedas ajenas. No soy un mero o vulgar acosador obsesivo, sino un tímido maldito seductor por el verbo incitante y la palabra barroca inmerso en ese universo virtual que es como el mundo de los sueños donde todo puede ser pero nada es. Un tierno predador de hembras solitarias vacías desengañadas esperando con ojos mustios y cansados un sultán azul sobre un blanco corcel, no sangrientas contiendas, aunque alguna vez las lunas traicionaron, sino densos fluidos vaginales en el humedal de las vulvas deseadas perseguidas alcanzadas. No he buscado la hermosura de un rostro inolvidable, cuerpo perfecto, curvas impecables, tersuras de piel angelical, senos hechos a mano, pero que no excitan la mente lujuriosa y por ende el cuerpo expectante, sino, la dulce miel de la quieta madurez, el cuerpo real, con mórbidos rollitos, pliegues etários, cicatrices, pechos caídos, blanduras, estrías y expresivas arrugas en el rostro entristecido por los malos inviernos, esa desnudez imperfecta pero veramente real que es lo me enciende. Sabido es, y he aprendido, que demasiada perfección anula el erotismo pues vuelve irreal, imposible, cualquier desbocada imaginación.


VERTICALES SENSUALIDADES


“Solo soy un buscador de afectos sexuales”. Arcanos del Tiempo.

Hacia abajo la delicia de tu boca besada hasta el hartazgo, por tu cuello lamido catando el sabor de tu piel enternecida, solemne encopo tus hombros, sobo las clavículas lado a lado con la delicada voracidad de un lobo viejo, sigo la ruta del deseo inextinguible, el canalillo, el estomago, la breve cuenca del ombligo, la duna caldeada de tu vientre, la mata oscura de los vellos púbicos hasta la bifurcación en tu pubis por las ingles con los arcos de sus tibiezas atrapadas, acaricio beso lamo la suave corva de tus muslos, la pétrea convexidad de tus rodillas, las duras líneas verticales de tus canillas, percibo la misteriosa tensión de tus tendones y en tu pie acaricio beso lamo los empeines, dedo a dedo los desgrano con imperceptible fetichismo. Hacia arriba acaricio beso lamo las pulidas gemas de tus talones, la curva solidez de las pantorrillas, la tierna concavidad del revés de las rodillas, por la paralela continuidad de tus muslos a tus soberbias nalgas acariciadas con lento deleite, el cóccix su nítida conjunción hacia la sinuosidad de tu espalda, lisa ondulación serpenteante de la trama de tu columna con sus tenues protuberancias, vago alucinado por las comarcas difusas de las escápulas ebrio del aroma perturbador de tus axilas, delicado acaricio beso lamo desde su atrás tu cuello reencontrado con sus finos vellos perfumados y el detrás de tus orejas para revolver tu pelo con mis manos con los últimos mimos de la noche sin sexo, solo transcurrida en el hedonismo voluptuoso de un sibarita caníbal ya saciado.


miércoles, 4 de marzo de 2015

INSTANCIAS COPULARES


Tu cuerpo en su impudor está expuesto en los márgenes de mi desasosiego. Tu mano soba aferra aprieta masajea masturba buscando la eternidad del goce. Agachas sumisa la testa e inicias el rito succionante de una grata felación. Mientras chupas mis dedos invaden tu sexo en una hurgadora danza masturbatoria. Tu boca exhala su vaho quemante sobre mi endurecido miembro erguido. Lames con hedónica lentitud la base el tallo el balano la puntita misma. Montada me cabalgas vehemente con tu loca incesancia desbocada. Encajada en mi rostro tu vulva restriegas en mi boca labios lengua. Navego los tibios y amplios montes de tus pechos hasta las alturas de sus pezones. Giras en un torbellino de densa lascivia incitando al abominable fornicio. Exhibes la ampulosa carnalidad de tus nalgas en incitantes movimientos. Ofreces a la fálica polinización tu pequeña y ceñida florcita del sur. Penetro el apretado asterisco con la lenta furia del macho sodomítico. Me inmolo en tu voracidad anal que muele en su molino mi sensible erguimiento. Escalo enredado en tus vellos salvajes el montículo de tu pubis. Te abres húmeda a tu potro montaraz en penetrante tentación. Disuelves entre quejidos y grititos tu impura delicuescencia. Con escabrosa persistencia detentas los goces de la carne trémula en su rijosa erección. Te jineteo profundo inserto entero en rítmicos espasmos. Hay un delirio de voces susurros sudores estremecimientos en la orgiástica trabazón. Convergemos en la densa eyaculación y la contracción del orgasmo. Laxos divagamos abrazados en la eternidad del cómplice silencio.


RENOVADAS INSTANCIAS CONTRA AUSENCIA


“Todo lo que el hombre testifica lo hace en cuanto imagen y el mismo testimonio corporal se ve obligado a irse al pozo donde la imagen despereza soltando sus larvas”. Analecta del reloj. Las imágenes posibles I. José Lezama Lima, 1953

Renuevas las brasas que te esperaban por las dulces mañanas de tu tierna y tímida impudicia, cuando no espigabas las gavillas sino en la era separabas la paja del dorado grano e ivernabas sujeta a las premoniciones de las lluvias o al sereno que dejaba el rocío escarchado sobre los mustios ojos mirones atados a los turbios recatos de tu arrogancia perturbadora. Incitas los adormecidos deseos de tu cuerpo flagrante a cometer los pecados contra el decoro, estilas furiosa tus inconsumados jugos nocturnos y así haces verter lechosas densidades descorriendo el cobertor con su sísmica trama repitiendo los estremecimientos del fauno obsesionado con tu vulva invisible, superándote a ti misma borras de un piernazo otras musas que intentaron reemplazarte. Caracola negada capturas las manuales vehemencias del desespero y el draconiano celibato con el varietal que escanciaste agrio por tu ausencia o transparencia, por tus perdidas tentaciones exhibicionistas, por tus muslos, por tus muslos, por tus mismísimos muslos, pálidos, desnudos, con sus manchitas desplegadas en sus solsticios abrumadores. Alzas ahora el mástil del sórdido navegante arrastrando al arcón de las lúbricas ansiedades, y contraviniendo tu egoísmo de musa incandescente, el desparpajo en pudor concebido del muslo subiendo a la penumbra y el intuido abismo de tu rodilla que se despeña hasta tu pie de seguro con las uñitas pintadas, el mórbido pliegue de tu vientre, tu ingle con sus hirsutos vellos oscuros, selva olorosa en un provocativo cauce paralelo; por ello, tú, que urgías el acróstico que hiciera de tus piernas monumento has sido saciada.


martes, 3 de marzo de 2015

ANTIGUAS MAÑANAS CABALGAN MOROSAS


Abres la mañana con tu pijama de tierno celeste suave, tus pezones marcados en la tersura cielo de la tela, el amplio escote abierto con casual coquetería, los pechos exhibidos, ofrecidos con delicioso y sensual descaro, y tu mano en el sexo insinuante, así me enamoras con tus perfumadas palabras florecidas. Me seduces con tu pelo negro oleaje derramado como algas lujuriosas sobre tus hombros cual estatua de mármol seductora (i), me incitas con tu mirada los instintos más oscuros y me excitas con tu majestuosa desnudez de sexuales desparpajos, y te observo enfervecido inserto entre tus piernas mientras fumo y ahumo tu vulva para dejar en ella mi sabor y mi olor de macho y tabaco. Consumas mis masturbatorios deseos, tus arrullos de paloma ante el espejo se cargan de ardores, de fogosas concupiscencias, de desordenados apetitos de solitarios placeres pajeros, la mano propia se abandona al vicio onanista, al masturbaje que te glorifica en tu boca tu ombligo tu vientre tu pubis ahí detrás del cristal solemne como una mórbida nudista voluptuosa, sacrosanta y desvestida en la intimidad lejana imposible de tu dormitorio. Miro tu tetamenta en su danza bamboleante, llenas y maduras frutas de jugosas incitaciones, tus pezoncitos en sus erguidas protuberancias, me reseñas el deseo con tus manos vagando voluptuosas por tus senos, ofreciendo tus pezones a la boca que te mira sedienta, y el potro te cubre penetrante, excitado, y eres su esclava y doncella, porque contigo logra el esplendor extásico del goce físico, viendo tus tetas, tus carnales botoncitos, tus glúteos, tus manos aferrando el falo que guardas por ahí secretamente y que me reemplaza vibrante.

(i) "Estatua de mármol", Memo Neyra.


lunes, 2 de marzo de 2015

NITIDA SOMBRA DE VENUS


Y mi escritura te pervierte y te posee, te rompe en silabas susurradas, te fragmenta a veces en grafías obscenas y te retrata verbalizada por los siglos de los siglos en los furtivos encantos del orgasmo. Allí desnuda en la palabra, seducida, manoseada, masturbada, poseída, penetrada, te derramas, te viertes, te deshaces en una fina arena caliente que escurre entre mis manos ávidas de tu lascivia carnal, de las estremecedoras perturbaciones que me infieres en las lunas diurnas de tu demoníaco estro permanente. En las vocales, escaldado mi miembro por las aguas hirvientes que nacen en la profunda humedad de tu vagina o en relente lubricante de tu vulva o en la saliva incandescente de tu príapica boca succionante. En la frase que te enciende, y te vuelca hacia el estupro o la frágil sodomía en tu densidad acuosa, delicada manipuladora testicular, disfrazada gata en celo vagando por todos los tejados posibles, infiel por la gracia imperecedera de tu divina sexualidad desbordada, enmascarada meretriz. En el impúdico texto sobre tu piel, tus pechos, la línea axial de tu frontispicio, de frente a perineo y antes por el cauce oloroso de tu vulva, narrada en lúbrico ecfrasís en tu exultante morbidez, sobre tu piel, tus muslos, la línea central de tu espalda, de cervicales a cóccix y más por el surco entre tus glúteos, descrita poro a poro en tu subterránea osatura esencial. En los párrafos del fornicio que te contiene con las piernas abierta, receptiva anhelante, ninfomaniada, enlamida, y en el palimpsesto que escribí sobre otros antiguos manuscritos con mi semen demorado en la tensa superficie de tu vientre voraz. Sin nomenclaturas ni significantes queda el eco imposible de transcribir de la perfilada dulzura de tu voz deslizándose angelical por aquella manhã de carnaval. Porque en el principio eras el verbo, plena eres ahora de golosas indecencias.


domingo, 1 de marzo de 2015

ESA OSCURA FRAGANCIA


Huía yo por tu cuerpo hacia abajo buscando ávido en las rosadas orillas de tu vulva el ácido perfume de unas rosas trepadoras rojas y nocturnas allá en el jardín de las penas ligeras, pero fui encontrando los aromas de sudores e inciensos de tu mórbida piel deshojada pétalo a pétalo por la vehemencia de mis besos, y se me fue olvidando la brisa azucarada que nace de tu boca embriagando los sentidos del centauro, tu aliento de menta socavando los ángulos más agudos del deseo, el olor a lujuria de tus pestañas o tus uñas, la esencia concentrada del aleteo sexual de tus parpados, el aire obsceno que respiro en la tibia exhalación de tus axilas, encontré un vaho caliente quebrando la resiliencia de tu imposibilidad verbal, de tus carnes desnudas sobre el lecho, la exhalación inquietante de tu sexo florecido, el hálito estremecedor de hembra en celo, la olorosa persistencia perfumada de tu sexo, ese olor dulce y ligeramente acre, y hundí mi nariz olfateando pervertido en tus ingles buscando el aroma de las incitantes feromonas que brotaban de tus poros sajando la noche, abriéndola como la corola de una rosa dormida, esas esencias marinas de peces atrapados, mariscos abiertos y algas enredadas en las espumas que trajo el plenilunio, suaves o intensas según sean los designios de la luna y sus lascivas provocaciones, olí extasiado la íntima mezcla de licores de tu vulva y tu vagina, copa y vertiente, esa fragancia pura y sagrada, genital, que huele a flujos, a humedad, a mujer, a ti.