domingo, 27 de diciembre de 2015

VIAJE VISUAL HASTA LA NOCTURNA


Pour la très bonne amie, la Comtesse

Ya la mañana había traído en su matinal frescura deliciosas piernas suaves, toda mórbida piel y lunares manchitas devoradas por los superhéroes atrapados en la cajonera, ya se habían encendido los deseos antes del viaje atardecido rumbo norte alejándose. A la noche fue la voz, las voces jugando a las nimiedades de lo cotidiano inmersas en la distancia, entreveradas en las luces de los barcos reales y los imaginarios, las risas inocentes que ocultaban nerviosas esperas, la tensión de lo inminente no dicho ni convenido, la mano macho manoseando el miembro laxo acechando, ella allá en su altura imposible la pierna extendida hacia lo alto, la punta del pie tocando el atrapasueños, incitando largas y delicadas caricias, y largos y lascivos lamidos. Pero se fueron agotando los temas y el tiempo, y fue tan sutil el juego que no se dijeron las palabra precisas y necesarias, y vino desde ese lejos amistoso y coqueto el silencio. Sucedieron lentos cinco minutos y entonces vino ella dulce e inocente en su tierna camisola rosada con florcitas rojas y rosado más intenso y verdes hojitas y grandes flores en blanco y amarillo, retornó jugando a ser intocable vestal, juguetona hurí, musa de ardientes lejanías y buena amiga que escancia su agua sexual al vicioso sediento, volvió con las piernas cruzadas de lado sobre el lecho, y en el rincón oloroso donde convergen sus muslos el íntimo triángulo de pelitos. Ardió la noche marina en la hoguera desatada, volvieron las voces ahora en el juego esencial del unilateral sexo desenfadado, y todo fue gemidos y susurros, risitas ‘nerdiozas’ y una voz asombrada o excitada, la mano masturbaba mientras los ojos devoraban hurgaban gozaban la convergencia peludita, la carnalidad excitante, la imaginada sensación de la tibieza, la humedad y el aroma, la mano frota, la boca susurra, el cuerpo semidesnudo tendido en el lecho costero se estremece agotando la copa del placer, en la noche ahí y allá la alta noche es desasosiego, es imaginación negada, es tortura por no fluir, es mano agarrotada controlada retenida, el cuerpo quieto esperando que la razón naufrague en la mar turbulenta de los instintos, y no. Ahí la voz ahogada testifica el goce, la densa eyaculación escurriendo pegajosa en la mano pecadora, allá, ella silenciosa abrumada por el otro silencio avergonzado. La despedida formal, tímida, como si nada hubiera sucedido en la noche cómplice y testigo. Consumado el rito él se dejó caer en la profundidad del sueño saciado, y ella se quedó quemándose así misma como una brasa enterrada en la ceniza en la alta noche de su lejano templo inaccesible.


sábado, 26 de diciembre de 2015

ROJO SOBRE TU DESNUDEZ


Para C.

El rojo en su reflejo desatado, sobre el cristal y el azogue el abismo sensual de esa paloma en su vuelo liberada, su pezón punzante capullo que se erige faro carnal, breve túmulo, altura orgullosa soliviantando los labios sedientos. Rojo torrente cayendo sobre tu cuerpo desnudo, sobre tu piel pura de magnolia o rosa o pétalo abierto a las lujurias de los ojos embriagados en su sedosidad impura, en su tibieza que arde en la mano que la toca roza acaricia, que fulgura en pervertidas dulzuras en los labios que la besan, en la lengua que la lame en su miel destilada. Por rojo florecido desde la semilla del deseo, por tu mano sujetando el peso tierno y voluptuoso de ese pecho reflejado, por tu mano sujetando el artilugio exhibicionista, por tu pelo negro negro en cascada vertido sobre tus hombros como una noche de obsidiana que se adentra en la ardua cópula soñada. Ese rojo que inquieta la eterna sexualidad del potro en su celo tormentoso, que rompe los tímidos recatos de la doña en su querencia, que rige las soterradas erecciones del falo, su insaciable dureza viril, el goce erguido que se derrama en la densa eyaculación. Rojo que incita y excita, que se abre como la corola de una roja rosa roja y expone la pálida y mórbida blandura de tu seno, rojo de las uñas rojas como escondidos granates, rojo como un geranio que se mece con tu respiración, rojo como el provocativo clavel de tu boca. Bajo el rojo quiero ser el triángulo de metal entibiándose dormido en la tersa delicia de tu escote.


lunes, 21 de diciembre de 2015

SILENCIOS DEL EROS


Para C.

Tu silencio me excita porque imagino tus labios besándome, tu silencio me dice cosas que me excitan. El reflejo de tus pechos reverberando en el espejo, tus pezones en la flor florecida de la blusa negro y gris abierta a los tiernos deseos de mis ojos enviciados y mi boca envidiando la estrella de frío metal dormida en tu escote. Mi lengua que lame y te ensaliva la turgencia de tus senos, mis labios que besan y te succionan tus deliciosos pezones, mis manos que encopan te acarician y pellizcan la soberana blandura, la dulce consistencia de esas dunas del goce con sus breves cobres incrustados. Tu silencio arde en su erótica conspiración, tu silencio derrama el cántaro seminal. Busco en el lenguaje la voz del sexo que nos sumerge en su pureza de tibias espumas, la erotizada sensación de tu mano en mi miembro, de mis dedos en tu vulva, de las bocas mordiéndose, del encanto de las lujurias como florcitas en la suave grama. Tu silencio inflama la piel del deseo, tu silencio incita el denso torrente onanista. Tu mano aferrando vehemente mi endurecida virilidad, sujetando apretando frotando manoseando masturbando, mis ojos boca labios manos en tus senos llenos evocando toda comba en su misterio, su dos erguidos brotes inhiestos, mi sueño niño de hundirme en tu perfumado canalillo. Cómplice el azogue te repite, duplica la impetuosa persistencia de tus dos urgentes palomas, la serena y blanda voluptuosidad de esas ampulosas colinas orgullosas, su punzante lascivia y sus brasas, su íntima y virtual impudicia secreta, porque su obscenidad total me pertenece. Tu silencio se refleja también en las cadencias del espejo, tu silencio me devora y me naufraga entre tus pechos.


viernes, 18 de diciembre de 2015

FUCSIAS DE DICIEMBRE


Une excitation par les fleurs de la Comtesse

Cinco fucsias de femeninos encajes, de suaves piernas desnudas excitando desde el lecho. Una pierna sobre la otra, muslo sobre muslo y la Y invertida de oscuros pelitos, asomado el fucsia como un pétalo sobre la pálida piel de mórbida hechura, rincón voraz de olores a hembra dispuesta, de humedecidos deseos exhibidos a plena luz hurgando a ojos hambrientos el pubis mostrado con el risueño desparpajo de la musa inquietante. La otra pierna sobre la otra, el muslo resplandeciendo en su madura sexualidad, las pequeñas lunas en sus constelaciones y los oscuros pendejitos despuntando bajo el oleaje fucsia fosforescente, la compleja rosa exhalando sus aromas sexuales, la humedecida vertiente de los goces florarles. Acá florece la rosa bajo el vuelo fucsia que la oculta como una rosa pudorosa, enternecida por las delgadas y rizadas oscuridades de los vellos púbicos en la delicada comba del pubis bajo el tul transparente en rosas dibujado. Simple la línea donde ambos muslos se tocan, difuso el fucsia abarcando entre sus rojas cintas coquetas, vientre, pubis, vulva, en la sinfonía libidinosa del fucsia o rojo fucsia, o magenta o rojo purpúreo intenso, o cualesquiera que sea el color que esconde su derramada sensualidad. El lazo rojo en la breve abertura del fucsia, allá la mariposa corazón detenida expectante en la tibia carne del muslo, las escabrosas plegaduras de las carnalidades expuestas a los lujuriosos apetitos. Y te veo miro espío observo contemplo arrobado tu desnudez que eleva los fálicos símbolos del sexo y sus matices, y mis ojos se convierten en un poderoso órgano sexual que te roza punza orada penetra, generando un singular efecto, tanto o más placentero que el mero contacto, imposible, entre los cuerpos encendidos.


sábado, 12 de diciembre de 2015

LA PUERTA BIEN CERRADA


Pour la Comtesse à la distance

Difusa, breve, casi desaparecida, en un revoltijo de albas sábanas en el lecho de uvas y mar, como marejada de lisas espumas llegando a las suaves arenas de tus piernas, y un rojo oscuro tirando a un vinoso burdeos, el edredón de grandes flores en claro té con leche sobre un fondo café y un egoísta celeste sobre tu pubis para negar los pelitos. Solo parte de tus muslos asomados mostrando las piernas entreabiertas. Todo inmerso en un silencio cristalizado, en un vacío de ausencia, en una quieta soledad que repite inequívoca la lejanía corporal del que mira. El deseo emerge por entre tus carnales incitancias, brota irguiéndose ante tus tensiones sensuales, cuaja en tus morigeradas morbideces sexuales e inunda las copas de nuestras pequeñas perversiones, porque hace tiempo que tu imagen me pertenece más a mí que a ti, porque solo yo puedo ver y reconocer ciertos íntimos detalles que tu espejo no refleja, porque al final, no se trata de ver algo, sino de seducirte con la mirada distante, escondida, que tu sientes sobre tu piel como una intensa sensación de calor, de caricia, de un lascivo pero sutil manoseo. Te evades sabiendo que dejas abiertos los surcos del deseo, que dejas erecto el mástil de la barca lujuriosa que navega por tu noche marina para encallar entre las oscuras algas que circundan tu vulva anegada, que dejas la mar densa y caliente derramada, que dejas una mano ocupada buscando una aguja en el pajar, y eso lo gozas sin temor porque te salvan el tiempo y la distancia. Allá al fondo el muro verde y la puerta cerrada, muy cerrada.


EXPECTACION


Pour la muse toujours inquiétante

Desespero esperando la esperada inspiración de cada día, los lujuriosos y eróticos mendrugos que la esfinge intocable lanza al fauno hambriento. ¿Serán tus piernas enteras en su mullida largura, pies incluidos? ¿Serán tus mórbidos muslos con sus manchitas lunares? ¿Será tu pubis con o sin pelitos? ¿Será la mata de vellos oscuros como hirsutas algas sumergidas en el océano de tu mórbida piel desnuda? ¿Vendrán sobre cuadriculas de pieles de felinos o sobre florcitas desperdigadas o envueltas en sábanas anaranjadas? ¿El recato será negro, rojo o fucsia, o celeste o morado, azul, naranja, entre tules transparentes o lascivos rosas vaporosos, en piel de pantera o simplemente desnudas? ¿O te mostrarás a lo lejos en el espejo múltiple, desvestida o con un pudoroso body? ¿Vendrás vestida, desnuda, desvestida o semidesnuda, retozando en tu lecho o de pie lejana difusa casi invisible? ¿Estarán tus piernas abiertas o cruzadas, se asomarán los pendejitos de tus ingles o será la champa entera el obsceno obsequio del día? Y abro cada mañana la ventanita por donde te muestras y te espío, expectante ansioso preexcitado curioso para ver que me regala el hada lujuriosa que enciende los voyeristas fuegos mañaneros y me hace pecar de vicioso onanismo. Mi mano atenta ya aferra el miembro que comienza a erguirse en su dureza penetrante, aparecen tus muslos, tus piernas, tus vellos púbicos, e inicio la impune masturbación de cada día. Y así culmino el ceremonial de la cómplice amistad, la libidinosa simbiosis de la que exhibe y del que observa, el rito de la hembra en solitaria calentura y el macho en solitaria pajeatura.


jueves, 10 de diciembre de 2015

OSCURAS CONCAVIDADES


“La noche se perdió en tu pelo...
la luna se aferró a tu piel”
Penumbras. Roberto Sánchez

Me fui bordeando estremecido los oscuros matices de tu imagen, mis ojos enclaustrados hurgaron tus tibias penumbras, allí en las sombras donde eras carnalidad pura y esencia sublime de los deseos que te persiguen sin que lo sepas por los tormentos que genera la intocabilidad sagrada de tu cuerpo, donde aniquilas los fervores y las ansias, donde debo sobrevivir sin tu intensidad corporal allí contenida en la brevedad de tu torso apenas, del canalillo entre tus pechos inmortales y del tibio laberinto de tus clavículas. Rocé estremecido los blancos metales encadenados a tu piel destellando entre tus senos o atrapados en tus dedos con sus fulgores de filosas dagas, imaginando sus caricias hirientes sobre mi excitado cuerpo enamorado. Allí, en las oscuridades de todas las lujurias fui convergiendo una y otra vez enviciado en los sexuales claroscuros, en la escotadura supraesternal, en ese hoyuelo de la base de tu cuello donde se quedaron a retozar mis más sucias y dulces perversiones, mi lengua lamiendo esa oquedad perturbadora, mi dedo, el del corazón por supuesto, rozando su tibia e insinuante concavidad. Exploré ciego de vehemencias las provocativas estructuras carnales de las cavidades de tus clavículas, la breve sima central, los surcos claviculares, la tersa y tensa piel sobre tus huesos instaurados, y mis labios se me iban perdiendo sin retorno por los calientes cuencos de tu piel oscurecida. Navegué sin tiempo extraviado en la curvatura del contraste del negro de tu blusa con la mórbida claridad sensual de tu escote, en la comba tibia, suave y mullida de tus pechos, en su turgencia palpitante, en su incitante convexidad. Y supe, en el último destello de razón antes de naufragar dormido entre tus senos, que no escaparas a que desde ahora te piense en plena desnudez acá a mi lado en el lecho prohibido y te posea cada noche venidera para consumar a mordiscos y ansiosas penetraciones tu incitación de sombras y penumbras, y succionar tus escondidos pezones hasta que despertemos las madrugadas con nuestros quejidos de furiosas aves en celo.


martes, 8 de diciembre de 2015

EROTICA URGENCIA


Pour mon amie préférée, la Comtesse

De pie en la ducha como una estatua cinco veces vista y deseada, tus ricas piernas atrapándome en el vértigo de mi ojos enviciados en la cómplice amistad con visuales ventajas de tu coqueto exhibicionismo y de mi voyerismo masturbador, en la vista vertical de tu pubis piloso visto desde tus propios ojos, los mullidos muslos, las rollizas rodillas, la pulsera en tu tobillo titilando allá abajo donde tus pies incitan al pervertido fetichismo de chupar cada dedito, de lamer sus plantas, de morder los talones y los empeines. Tus carnes húmedas olorosas a jabón, a hembra purificada por las calientes aguas que escurren por tu piel y se aferran a tus vellos púbicos como pequeñitas y luminosas gotitas transparentes. Llueve sobre tu Monte de Venus, sobre el arco de los pelitos que mis labios tironearon en el antiguo juego del sexo oral que te hacia gemir en las cumbres del placer lingual. Mi miembro que se erecta imagen a imagen, mi mano sobadora urgiendo su dureza, su erguimiento, haciendo florecer la sensibilidad del rojo y brillante glande. Tú ahí en tu baño de sensual mujer madura, lejana e imposible, y yo acá en el mío masturbándome escondido como un adolescente impúber que te sueña voluptuosa y sin rostro jugando a excitarme en la ducha solitaria. O sino, solo queda la oculta consumación a mitad de la tarde con el sol pegando sobre la espesura del bosque, y allí entre la calentura y el sudor vendrá la eyaculación a mano limpia para honrar tus incitantes prodigios de erótica esfinge.


BOMBILLERA


Para Susymeib, erótica matera

Chupa, chupa fuerte nena (i). Con esa boquita niña que chupa que te chupa la bombillita matera y yo a mano limpia manoseando mi miembrito pajero, ambos ensamblados en un rito que se nos va haciendo cotidiano, como un jardín donde florecen día a día las rojas rosas de los deseos, como una pervertida complicidad que brota desde las más profundas ciénagas de la tímida exhibicionista y del masturbador voyerista. Ambos jugando los juegos del mira y no me toques, del mira como chupo e imagina, del chúpame esta caña y gocemos. Y tu pícara boca pintada succiona con lenta incitación la delgada caña, tu mirada seduce alegre en el rito chupador, la imagen de mi mano en acción onanista se refleja en los cristales de tus ojitos curiosos. Te detienes, apartas la bombilla de tus rojos labios, y oyes mis quejidos, presientes el frote de mi mano en mi miembro, hueles el aroma a macho pajeándose, yo gozo tu erótico coqueteo, tu mano siente el calor del mate e imaginas que son mis testículos ansiosos, acercas otra vez tu boquita de fresa a la pajita del mate y la lames provocativa y perversa, y vuelves al chupa que te chupa para que yo vuelva a pajeo incesante. Tú sueñas con una bombilla de cuero, caliente erecta carnal, yo sueño con tu boquita succionando mi bombilla pajera, caliente erecta carnal, y ambos soñamos la rica felatio que precede al voraz cunnilinguis (por ahí andan tus dedos) que mi boca labios lengua te brindaran para concluir la consumación del pervertido ceremonial matero. Chúpame nena (ii).

(i) “Cincuenta sombras de Grey”. E.L. James. –Pág. 345
(ii) “Cincuenta sombras de Grey”. E.L. James. –Pág. 137


COROLARIO IMAGINARIO


Pour elle même, toujours désirée

Me deleito extasiado en las cinco exaltaciones últimas de tus muslos, tus pelitos apenas asomados y ese intenso rojo furioso, me extravío excitado en tu coqueta desnudez impura y entro en un extraño éxtasis premonitorio. Imagino que subo a tus altivas alturas, imagino que me esperas sin acuerdo previo ni seducciones mentirosas, solo la cita tácita, implícita en los retozos de inquietantes imágenes a cambio de barrocas palabras. Y ahí estamos otra vez, frente a frente sonriéndonos pícaros y ansiosos, ambos con la clara premonición de lo que vendrá, entregados a ese designio buscado y rebuscado en los tímidos o atrevidos escarceos de nuestra virtualidad cotidiana. No el mero coito urgente y transpirado sobre el lecho caluroso sino los besos desaforados en el sofá, las manos ávidas, las caricias, los frotes, la mano bajo la negra tela buscando la entrada al quieto placer distinto entreverada en tu cintura, descorriendo desvistiendo desabotonando, alcanzando la suave piel de tu vientre, y más abajo, mi dedo introduciéndose lento y subrepticio bajo el elasticado de las bragas hasta encontrar la fuente misma de tus goces. O quizá los restriego ambos imbricados en cucharitas en la ventana que ya no da a las luces de los barcos imaginarios, mis manos en tu cintura tus caderas tus nalgas tu vientre tu pubis rozando acariciando apretando hurgando, y tus manos hacía atrás en mis caderas apretándome contra ti o en mi entrepiernas palpando la sensible erección que provocas con tus glúteos retrocediendo impúdicos contra mi fálico bulto. No la copula que deja el agrio sabor de la desesperanza o la furia desatada del día siguiente y de los sucesivos sino solo la consumación lúdica, lujuriosa y grata de la amistad con cierta ventaja, no toda, y si el atardecer es propicio y las voces se convierten en quejidos y susurros, abrirnos a las incitaciones veladas, a la amistosa y mutua masturbación, al deleite tranquilo de las ansias contenidas que se desatan por un momento y se echan al vuelo como aquellas salvajes mariposas escapando a otras altivas alturas para que así el después sea más tranquilo, y la amistad siga floreciendo acá abajo sin terribles recriminaciones ni inútiles arrepentimientos.


lunes, 7 de diciembre de 2015

TÚ SOBRE LA ALBURA


Para la desnuda D.

Deambulo con mi miembro erecto duro, palo encendido, hierro incandescente, rígido penetrante, por la exuberante desnudez de tu cuerpo tendido sobre el lecho de alba sábana, tu deliciosa teta con su pezón oscuro hacen que mi legua ensalive mis labios por la sed de mamar ese tierno botón exhibido con la audacia de una lánguida y provocativa reina sexual. Vago por tu piel oliendo y lamiendo sus pliegues y sus rincones, los territorios donde domina la tibia concavidad de tu ombligo, las comarcas donde anida tu vulva húmeda y perfumada de intensas feromonas, las suaves columnas de tus muslos cruzando la turbadora línea que separa la pálida región prohibida y la dorada zona donde el sol dejó sus besos marcados. Hurgo entre tus piernas abiertas buscando el surco de tus rosados pétalos vúlvicos, sintiendo en mis mejillas en roce perverso de tu vellos rasurados, degustando tu íntimo sabor a hembra en continuo celo y desesperantes ardores, oliendo el aroma esencial de tu feminidad ofrecida. Exploro las cálidas cisuras de tu axilas, la caliente medialuna bajo tus senos, el sensual arco de tus costillas sobre tu estomago, las mórbidas plegaduras de tu vientre, las febriles curvaturas de tus ingles, la mullida comba de tu pubis. Acaricio la extensión voluptuosa de tu cuerpo desnudo en su reincidente intensidad lujuriosa temeroso del divino castigo, porque llena eres de pecado y solo te salva el fervor con que te espío mientras manipulo mi verga endurecida ante la visión de la exuberante desnudez de tu cuerpo tendido sobre el lecho de alba sábana.


CT

Pour la Comtesse Tentante

Se te hizo vicio el rito mañanero de la incitación a distancia de mi vicioso onanismo, y tu respiración de agita y tu cuerpo tiembla imaginando mi miembro irguiéndose mientras mis ojos de fauno hambriento recorren con ampliados detalles cada mórbido pliegue de tus carnes ampulosas, cada manchita lunar, cada pendejito mecido por la ventolera de mis lujuriosos deseos. Se te quedo pegado en la piel el estremecimiento del intuir saber sentir que te voy a mirar con el mismo sexual desparpajo con que te muestras, que mi mano pajera honrará la desnudez de tus muslos, los vellos como algas olorosas a ti asomados en tus ingles, y la rala champa de oscuros pelitos en tu Monte de Venus. Se te pervirtieron tus pudores de solitaria esfinge en altura, esos recatos de beata conventual oyendo a lo lejos el campanario y sintiendo como te queman las sábanas de tu lecho, como te arrastra al pecado la perturbadora sensación de sentirte una tierna depravada calentando desde lejos a un tierno depravado en el amistoso ceremonial convenido tácitamente de intercambiar eróticas imágenes por incandescencias verbales. Se te hizo excitante rutina exhibir el entorno perfumado de tu vulva, aunque nunca el cauce de tus goces, el surco de los deleites fálicos u orales, la vertiente de los húmedos placeres lingüísticos. Se te quebraron los últimos remilgos de timidez y autocensura, las limitaciones y los temores, y ahora gozas sonriente en las penumbras de tus instintos cuando te me exhibes provocando erecciones y mi lengua lame mis labios entreabiertos mientras gozo cada pedacito de tu cuerpo desnudado, cada vello expuesto con el desparpajo juguetón de la que se sabe deseada hasta la pegajosa eyaculación.


viernes, 4 de diciembre de 2015

VOLVI A TI DESDE LAS SALITROSAS ARENAS


Para C.

Volví a ti desde las salitrosas arenas de un seco desierto que no te conoce sino por mi voz que te va dibujando, que te va describiendo enamorada, sutil y soberana sobre los reinos de extraviadas piedras solitarias y subterráneos minerales silenciosos arrancados de sus sueños escondidos. Volví con la vasija de los deseos burbujeando en las ansias de macho, la carne tensa en su arco de lujurias, la mano presta, el miembro erecto, y allí estaba esperando tu seno desnudo con su hermoso pezón coqueto titilando en medio de la tierna comba mórbida, en la suave duna de tu piel hechizante. Volví al deseo de tus leves cercanías, al sabor de tus rojos labios besando, al abrazo de tus ternuras entre tus pechos, al mullido tacto incitante de tus nalgas, al sereno rumor de tu voz en el bosque, a la felicidad de poseerte mía siempre en la deliciosa posesión de mí por ti. Volví a la tentación del dulce pecado de masturbarme en tu ausente presencia, de ser tu erguido macho potro en celo urgiendo con mis tus ojos pervertidos la sabrosa desnudez que me regalas cuando vuelvo cansado y hambriento desde las arenas salitrosas de un desierto que ahora te conoce porque allí derramé mi leche viril sobre los montes de tus senos. Volví a saciarme de ti en la complicidad de todos los años vividos en la secreta consumación de nuestras sexualidades, en la comunión sin pecado de ser uno, un solo ser que vibra así estremecido en la eternidad de todos nuestros tiempos.


LO QUE TU NO SABES…


Par la trahison nocturne de la Comtesse

Lo que tú no sabes es que cuando la noche me atrapó en sus fuegos y la soledad vertió sus aguas incandescentes sobre la lujuria del lecho vacío, fui a por tu voz lejana de alturas y solemnidades, de pudores cristalizados en la distancia de palomas y campanarios, de esa amistad cómplice que se desnuda en la oscuridad de lo intocable, de juegos de soledades sobre brasas sin cenizas, de lo que se da sin remilgos porque se somete a encastillados recatos y convenidos respetos. E inicié la mano con las cartas marcadas de la baraja del antiguo cariño, y jugaste los oros y las copas con la ternura de la esfinge y la mariposa, y jugué los pocos naipes del sutil asedio y fue el rey de bastos en mi mano, y la destellante espada refulgiendo en la penumbra frente al mar oscuro de las gaviotas dormidas. Y todo se iba dando como un grato juego repetido en los entreveros de lo ya vivido, mi mano ya iniciaba el sobajeo fálico, la apretadura turbulenta de mi verga erguida, el vaivén, el sube y baja, la masturbación ansiosa del mendigo que solo pide unos pocos susurros incitantes, unos quejidos desde la excitación insoportable, y los grititos del éxtasis del orgasmo aunque sean mentidos o dramatizados solo para el deslumbre y la íntima perversión. Pero hubo otras sombras en tu espera, más allá de las fronteras de los territorios que asolamos cotidianos, y fue que se me vino el agua congelada de tu mero desprecio, la constancia de ser la última prioridad asignada a lo demasiado usado, o a lo rutinario que al final se va haciendo invisible o innecesario porque ya pertenece y está carcomido por el desgaste del día a día, sin novedad ni asombro. Y no reconociste mi otra voz, la nocturna, la del macho viejo que busca los aromas de la hembra madura, no estoy acostumbrada a conversar contigo de noche, dijiste, o del fauno que te encantaba antes que fuéramos solo amigos ni siquiera con ventajas, dijiste, y vino tu silencio ominoso, tu vuelo de paloma ocupada y sentí el peso terrible de la inmerecida ignominia.

EN NEGROS Y CLARO ROSA


Pour la Comtesse trois fois

Tres potentes inquietantes invocantes incitantes provocantes excitantes visualizaciones de tus muslos apetitosos, una desde la diestra, otra desde la siniestra y la otra centrada, dos con tu pudoroso vientre negado por el calzoncito negro opaco y la central por la camisola de un tenue rosa casi invisible, todas con la nítida traza de los muslos juntos, ese surco blando y tibio donde mi mano se sueña inserta atrapada apretada entre tus mullidas piernas ascendiendo hacía la húmeda la convergencia donde tu vulva apretadita acecha su roce masturbante. Tres calentonas imágenes que intentan satisfacer mi ansioso voyerismo solo con la delicada voluptuosidad de la lisura expuesta y lo imaginado oculto, todas sin pelitos, ni ingles, ni pubis, hechas con el tierno recato de una ermitaña exhibicionista, solo las pequitas lunares fulgurando en ese cielo de piel pálida, de exhibidas carnes deseadas. Tres veces las piernas siempre cruzadas, apretando los muslos entre si, quizá rozándolos con despaciosa voluptuosidad, quizá frotándolos tan lentamente que no parece pecado, quizás tus manos cumplen el rito mañanero de la lánguida caricia, del leve roce, del furtivo manoseo que palpa tu pubis sin atreverse a continuar chapoteando en el charco caliente del deseo mañanero. Tres sutiles trampas eróticas con la sabrosa carnada de tu mórbida sexualidad de piernas juntas instando al delirio vicioso del onanismo distante mientras me imagino con mi rodilla como un ariete intentando abrir el candado de tus muslos cruzados para hacer florecer la flor perfumada de tu sexo, y una vez abierta y estilando su néctar, penetrarla tres veces hasta romperme en la estremecida eyaculación y tú deshacerte en la densidad sublime del orgasmo.