martes, 28 de abril de 2015

ARDORES DE TI


No me alejo de tu cuerpo, de su desnuda exuberancia, del morbo provocante sin expiación ni retorno que desata su blanda palidez en esta mañana donde solo habitas mi memoria, juegas con el silencio excitado de la voz que acontece susurrando una sutil lujuria desplegada y titilante. Permanezco entre tus pechos aferrado a tus pezones succionando su carnalidad en imagen fascinado, me desmiembro erecto duro manoseándome masturbatorio ante tus poros exhibidos, en pecado sobando mi penetrante virilidad erguida en tus honores de hembra deseada, de chúcara potranca en celo, olfateando el aire sobre la grama impregnada del aroma persistente de tu vulva abierta y ofrecida, voraz flor carnívora que me atrae vertiginoso a las honduras del fornicio. Porque tú me inspiras tiesas consistencias, me provocas ternuras, desates, deseos, lujurias, perversiones y sublimes cercanías impetuosas, porque ya me envicié tanto contigo que me haces falta a cada rato del día largo y de la breve noche, y quisiera estar siempre sabiendo de ti, donde estás, que haces, si me piensas, si te falto, si me deseas, si tus manos me reemplazan pecadoras en tus senos y en tu pubis, en el dedeo del frote circular en tu clítoris y en el dedo que chupas con los ojos cerrados. Calentona te insertas en mi vicio espejo, en esos secretos juegos inefables que te estremecen o te avergüenzan, que te ruborizan o te arden en el pudor de tus ojos, entonces, insertada te monto te jineteo te sifonéo te penetro entero erguido y punzante, te poseo entera por tu húmedo norte y por tu ceñido sur, te hago mía sin piedad ni remordimiento, me meto dentro de ti como un hierro romo y candente, te someto a mis pervertidas imaginaciones y eyaculo en tu sexo hambriento como un animal desesperado antes de que cantes tu orgullosa retirada.


lunes, 27 de abril de 2015

ESA, MUJER HEMBRA AMANTE


“El lento verterse del placer es, en un punto, el mismo que el de la angustia.” Georges Bataille

Te recuerdo así, alta muy alta, de largas piernas torneadas, hermosas como un dibujo, melena aleonada y rebelde, y vestida en sensual rosado, brassiere, tanga y tacos, alta muy alta, y yo sentado en el sofá tragando la saliva que después esparciría por tu cuerpo tendido desnudo en el lecho antes de hacer el amor primero como las lombrices, luego como los caracoles y por último como los cangrejos (i), y allí mismo nos manoseábamos enviciados en las horas que nos borraban del ahora, desaparecidos humeantes, salvajes y lascivos, buscando el rincón del otro donde nadie hubo antes, los goces aun no vividos, las exuberantes fantasías  del sexo a plena luz, los recovecos y los intersticios del deleite físico y de la carne que arde en sus propios fuegos. Te dejaste poseer en la plenitud absoluta de tu dulce madurez, los años venían fulgurantes, traviesos y lúbricos, rozamos límites prohibidos y bebimos el embriagante vino de nuestros estíos, los cuerpos danzaban las músicas del deseo, cópulas o masturbaciones, cada carnal delicia la saboreamos hasta la última gota, todo era posible, hasta esa tierna felicidad que se parece tanto al amor. Te llevó la vida más allá del túnel, después cerca de las nieves en las cumbres, después en medio del tráfico de una ciudad con su parque y su río, y por ahí perdimos el rumbo de colisión constante, nos devoramos con pasivas lejanías egoístas, pasividades y furias acumuladas a destiempo, sin comprender que el abismo se abrió aquel día que cerraste la puerta del lugar de las citas atardecidas, donde florecía el ceibo y veíamos llover por el gran ventanal abrazados en aquel lecho inolvidable.

(i) Cien años de soledad. Gabriel García Márquez


FOTOGRAFIA DE PROHIBIDA REPRODUCCIÓN


Tú ahí, sentada a la mesa del mediodía, como una inspiración culinaria, abriendo el apetito otro, para comerte a mascadas sin sal ni limón, con lento deleite sibarítico, con cáscara y todo, sin ni sacarte esa blusa bonita de negros y blancos recovecos, de amplias y anchas curvaturas, como misteriosas e inmensas flores desarmadas, un intenso negro sobre el pezón dormido, la cadenita de metal que se pierde en el tibio canalillo, así nomás, regia, calentoncita, como casi nunca sonriendo, con ese escote recatado y esas manitos como el perfecto detalle erótico, porque las he sentido en mi cuerpo desnudo, hurgando sobando acariciando masturbando, incluso más, aferradas a mi miembro, erectándolo, incitándolo a la vertida y sabrosa eyaculación, la mesa blanca como un altar profano, el vaso ya vacío, el ají rojo picante, la mantequilla del último tango quizás, el cuchillo y las tintineantes pulseras gitanas, la piel de tus brazos descubierta con tierna y breve impudicia, el mimbre de la panera que rememora, sexual símbolo de un sueño, tus cimbreantes caderas en el desespero final de la cópula, las perlescentes y rosadas uñas, duras rosas pícaras que un día arañaron la suavidad viril de mi espalda, la porcelana blanca y azul del pocillo es un pequeño mar donde navegan tus deseos, tus ojos claros, tu pelo claro, la quieta persistencia de tu sonrisa, atrás las veloces aspas eólicas, la lámpara colgante de luminoso cristal encendido, las brillantes maderas con las ventanitas de tren cruzando las lluvias y las cenizas de sureño volcán de tu vida, y también otras anónimas siluetas, silenciosas, pintadas difusas en el gobelino del íntimo paisaje total para resaltar la esencia voraz de tu boca.


sábado, 25 de abril de 2015

LA OTREDAD DE LOS ESPEJOS


La alteridad implica ponerse en el lugar de ese “otro”, alternando la perspectiva propia con la ajena.

Las miro las veo las observo las gozo en toda su mórbida hermosura, su comba piel suave, sus pezones, las siento mías, poseídas, turgentes, y desespero por besarlas, mamarlas, sentirlas en mis manos y mi boca, en mis labios, por hacerlas sentir la lamidas caricias de mi boca, por dormir toda una noche con mi rostro hundido entre ellas, sofocado y feliz, excitado y extasiado. La incandescencia secreta del bosque, su incitación fálica, el rugido del macho en celo husmeando a la hembra, sumido en las poderosas visiones de los antiguos paisajes de Tetuán, sus dunas de arenas cimbreantes, los brevísimos promontorios surgentes, la oscuras monedas, el valle dormido entre las tersas alturas. Mi lengua recorriéndolas en círculos concéntricos, en un sube y baja ensalivado, chuparlas, morderlas, lamerlas, mi saliva como una lava escurriendo por sus cumbres, mi miembro se instala en medio de ellas subiendo y bajando por sus tibias tersuras como su fierro candente surcando su canalillo, duro, sensible, erecto, llenándolas bañándolas derramando en ella mi semen como antes mi saliva, mi verga destilando su caliente y denso licor para dejar su piel cubierta con mi leche sexual. La carnal algarabía que fluye por dentro y el soborno del goce manual, la mano, el sobe, la deleitación masturbatoria en la rigidez del hierro vertido y la posterior laxitud del desmembramiento. Y tú saboreando ese néctar sobre tu piel, sintiendo esas gotas de fuego vivo quemándote escurriendo por tus poros, incendiándolos. La consistencia voluptuosa de la piel en la palma, los dedos aferrados, el escarceo entre cómplices vegetaciones y el agitado frote prepucial, la brillante turgencia del glande, su intenso rosado enrojecido, el eyaculatorio éxtasis encegante y final. Besarte entera, todo tu cuerpo entero, lamerte poseerte penetrarte jinetearte con la locura de un endemoniado macho en tu espesura. Lánguido, untuoso, con esa humedad sudorosa y genital de los lácteos batidos de la cópula, un aroma de lascivo cuerpo extenuado, humeante perfume de orines o axilas, del olor que surge de los calenturientos pliegues de la piel exudada, un vapor caliente como el lúbrico hervor del sexo saciado con su tufo de esperma y viriles estertores.


jueves, 23 de abril de 2015

PARALAJES


Dedos que dedean los rosados encendidos sensibles pétalos de la rosa protegida, su sajada humedad, el borde sinuoso, entre el botón y la divisoria, manos que aferra soba sube y baja aprieta el miembro erguido en su virilidad solemne, su carnal suave dureza penetrante, punza brillante su glande. Apremios visuales como lentas caricias de una fantasía sexual que degrada y corona a la favorita del templo. La estimulación que logra el éxtasis transgrediendo un tabú, experimentaciones del sexo sodomítico, previas lubricaciones, placenteras provocaciones alternativas, la autoestimulación que dibuja esa sonrisa de placer en tu rostro antes de cerrar los ojos. Cerca del clítoris goce y de placer, evanescencias de juguete sexual, boca o penetración. Aquella escena erótica que siempre haz soñado, dildos y lencerías, los detalles de lo que hacen tus manos mientras te hablo con susurros de voz ronca que te hace imaginar lo que está sucediendo, sonidos motivadores para que tu mente vuele embebida de gemidos que sustituyen las palabras. Tu busto, tu pubis, tus ancas de hembra calentona, torvas suciedades, erecciones y eyaculaciones, semen, orgasmos espasmos estremecimientos grititos mordidos fluidos vaginales. Ascético monje masturbante, casto lobo lamedor, místico pervertido siempre al filo de sus recuerdos, en esa otra vida, infinitamente más rica y sugerente, donde las parejas suelen agazapar los intensos, u obsesivos o apasionados secretos inconfesables, y sobre todo inconfesados. La segunda voz y lo evocante; lo escópico, en la presencia de un otro especular que debe ser solemne, por ejemplo en la discreción de mirar; lo oral y su lugar de complemento cuando se asiste en la mesa; lo anal y sus derivadas en el intercambio de objetos (i).

(i) H. Basile


LA SALVADORA


Navego en lentas y oscuras aguas, abrumado de soledad y sinsentido, pero me salva que tú eres la única dueña de ese cántaro secreto, de mis laberintos, y lo sabes, solo tú has llegado a esas profundidades. Y no es un cántaro, es una tinaja, de aguas estancadas, pútridas, acumuladas por años de lluvias ciegas, llena de salamandras y renacuajos, de pequeñas lampalaguas y larvas de zancudos y de libélulas, solo quien sabe de hechizos puede beberla sin envenenarse la sangre con esas miasmas de desolaciones. Son aguas de otras lluvias, las ciegas, mezcla del líquido amniótico de mi madre, de salivas vertidas en besos sin amor, orines de hembras olvidadas, flujos vaginales que lubricaron coitos inútiles, o que bebí como naufrago inmerso en el mar triste de mis soledades, sudores con la sal sin cristalizar de noches de carnes ávidas o perversiones desabridas. Tinaja, cántaro, copa, el santo grial de otro varón de dolores, de eso eres dueña. Y eso me salva.


2010

LOS ESPEJOS OTROS


“Como un espejo a tú lograrlo”. A.M.C.M

Duros cristales azogados por los arcanos e íntimos instintos, metáforas de lo innombrable, de la pequeña realidad o la natural decadencia, imagos de lo que no es y debería serlo, de lo que gustaría por sobre de lo que es, reflejos gratamente deformados, visuales sublimaciones del atrevimiento negado, erguidas cobardías, succiones imposibles, rotas presunciones y vedada jaula de voraces demonios insaciables. Vidrios que repiten equivocados, que calcan aumentando más allá de la mera aspiración o la nítida ilusión, tensas refracciones imponentes, atrevidos reverberos de fálicas imaginaciones, egregios rebotes codificados hasta intraducibles alegorías de ese túmulo oculto en las cloacas del pervertido deseo. Controladas  locuras o secretas estimulaciones tentativas. Imágenes del bosquejo anhelado, de las torturas del enclaustrado o de las oscuridades del armario que guarda ancestrales ritos castigados por el fuego y la sal. Símbolos de lo no poseído, ficciones de ilusorias carnes encarnadas, tropos, gozosas comparaciones insensatas o sublimes, representaciones del no ser y sus duras consecuencias. Sacrilegios que son tributos a los excesos, pecados nonatos, memorias borradas y a la vez premoniciones de un acto que nunca se consuma, rectangulares lunas sin rostros que buscan el rostro del cautivo, enmascarado, extasiado. Ídolos, efigies obelísticas que inspiraron antiguas esquelas escritas para la que enredó al redimido, al liberado y al fin comprendido. Literaturas, espejismos del énfasis y la elipsis, del habitante encarcelado en la confusión, en su propio enigma priápico, bifurcación entre la posesión y la utilización, uso y abuso, deleite, vergüenza o dolor, goces inalcanzables, quizá. Colecciones, licuaciones, obliteraciones, sensaciones, elevaciones, tentaciones. Nada más que espejos, solo eso, espejos que no reflejan la breve realidad.


martes, 21 de abril de 2015

DESATADOS


Tu pecho desnudo entre el negro de tu body y la guedeja del azabache de tu pelo en tu hombro y el negro artificio del fisgón que lo inmortaliza en la imagen excitante de la palidez de tu piel en su esplendor inquietante. Antes fue tu mano de rojo coral en tus uñas y el del corazón en suave dorado, presagio de dulces caricias, penetrantes florituras y masturbatorias secuencias. Todo mi deseo se desata cuando de ti me viene tu voz con sus susurros y tu hechizo me invade con su tibia densidad, cuando poseo la esencia de tu cuerpo en el mío unidos en una eternidad sin tiempo ni distancia, uno ambos juntos, hechos de largos besos, de delicadas caricias, de sueños que soñamos cuando nuestra lujuria despierta y se libera venciendo los imposibles dimensionales y nos derrama sobre un lecho cuántico que absorberá nuestros impúdicos sudores. El libidinoso juego a lo largo del día confirma las ardientes vigencias de las pasiones, la carnalidad instintiva que fluye en el éter que ya no separa porque hay un ardiente intersticio en su evanescente volumen invisible. Circulan voces erotizadas, imagos de piel desnuda, de falo asomado, de intentos frustrados, de pornos prohibidos de machos hembras trenzados representando nuestras fantasías deseadas e imaginadas. La deliciosa masturbación brota a cada lado del espectro, las calenturas coinciden en mano y dedos, el deleite onanista se bifurca en el allá y en el acá, compartido, en universos paralelos, en un gozo único y a la vez separado en la distancia que no en el tiempo.


lunes, 20 de abril de 2015

ACOPLES


Verdad es que físicamente mis manos no acarician tu cuerpo, que mi cuerpo no se impregna dentro del tuyo, que nuestras bocas no se encajan en los mordidos besos de los amantes desesperados, es muy cierto que florecemos en valles distintos, con otras aguas y otros soles, pero aun así tocamos los límites de placer y los traspasamos con las vehemencias de los que solo se tienen en las vívidas imaginaciones del deseo desaforado. Es en el delicioso despertar que alcanzo a oír tu voz y hacer que mi voz te excite, sentirnos juntos, piel con piel, en una experiencia maravillosa de tactos incitando las yemas de los dedos, de mojados labios entreabiertos, de vulva escurriendo su almíbar y de verga en tensa erección, de imágenes que colman los espacios vacíos con los delirios del mirón y la coqueta, de la hembra que se pavonea exquisita en su exhibicionismo lascivo y del macho que se masturba enredado en las algas de su voyerismo vicioso. Tu me haces vivir intensidades inesperadas, me calientas, me yergues, me instas al goce corporal, a dejarme desbordar por mi sexualidad y buscar otras sensaciones, a pervertirme pervirtiéndote, a sumergirnos en la viscosa ciénaga de la lujuria y ser peces arrastrados por los oleajes del vicio que desmorona voluntades, pudores y temores, y entregarnos como salvajes animales en celo a los inconclusos ritos del pecado que unta y penetra, que estremece y desasosiega, que arde en la profunda oscuridad de lo que realmente somos, solitarios seres sexuados buscando la plenitud que justifica lo vivido y lo por vivir hasta la última eternidad.


TÚ, HACIA Y DESDE LA NOCHE


Estarás entrando en la noche de sola mujer adormecida envuelta en los silencios de tu cuerpo en la vigilia, de las semillas brotando en tus íntimos deseos, en la noche que te abarca en una difusa oscuridad donde arden entre antiguas cenizas la brasas vivas de tus lujurias, nocturna te viertes en los sueños de tiernas caricias encendidas, te estremeces en esa desnudez que escurre por tu cuerpo entre el negro oleaje de tu pelo y el blanco oleaje de las sábanas, anochecida te inundas del rocío que fluye de tu sexo inevitable, te sueñas poseída, penetrada, te sueñas abierta, receptiva, te sueñas atrapada en los goces, en los estertores y en los besos entre el lecho y el macho erecto que socava tus escondidas obsesiones, yaces en medio del nocturno saciada de suspiros y quejidos, laxa y sonriente, húmeda de ti, mojada por el denso licor fálico, derramada, anegada, perpetua en la memoria del macho amante para siempre enclavado insaciable en tus noches de hembra incautada. Sales de la noche humedecida estimulada digital burbujeando en la tibia modorra, sumergida entre las sábanas que te acarician como un amante aun no saciado, abres los ojos al día y su rutina, te desflora la mañana con su inicio somnoliento, sensual, lubricado, te sientes invadida de un lento goce que sube misterioso desde tu vulva y te absorbe en su densa lascivia, te orada la voluntad, te somete a los urgentes manoseos del goce que florece desatado entre tus manos, te levantas soñolienta y excitada reviviendo en tu piel aquel sueño donde fuiste poseída, penetrada, donde eras abierta, receptiva, donde estabas atrapada en los placeres, en los estremecimientos del orgasmo y en los hondos besos del macho erguido que saciaba tus escondidas pulsiones, entras en el agua que escurre caliente por tu cuerpo y te lava los pecados que cometiste a lo largo de la noche, te purifica fluyendo y quemando tus pechos, tus pezones, tu sexo, tus muslos, tu vientre y tus nalgas, tus manos aun embebidas del semen que escurrió en ellas espeso y gozoso, sales del agua limpia y entumecida, el sueño vuelve a ser semilla nocturna esperando brotar en tu insomnio cuando vuelvas a los brazos de la noche.


domingo, 19 de abril de 2015

IMPOSIBILIDAD DEL OLVIDO


Destila de ti el dulce vino del deseo, los mostos embriagantes de la otoñal vendimia de tu deliciosa madurez, los densos jugos dulzones de la jugosa fruta incrustada en tu pubis de ampulosa hembra feraz. Destellas en el esplendor marmóreo de tus nalgas, carnales lisuras en combas sensualidades, en la llena convexidad de tus pechos, en las provocadoras protuberancias de tus pezones, goce repetido en mullidas dunas imponentes. Me despiertas instintos que desconocía, me excitas, me desatas vergonzosas dualidades, me hundes en las calidas aguas del lúbrico pozo de las oscuras fantasías donde nadan incesantes los peces del pecado. Soliviantas el miembro mismo de tu macho, lo erectas con tus lúdicas calenturas, lo sobas aprietas masturbas en tu mano, en tu boca, en tu sexo, en tu estrecha florcita del sur, rozas las eróticas sensibilidades del escondido adolescente que me habita ensimismado en sus vicios solitarios y lo elevas a las copulares alturas de tu imagen, de tu abierta desnudez, de tu ardiente descaro, lo incitas a naufragar con los ojos bien abiertos en tus oceánicas curvaturas. Te quedas titilando en un fragmento de tu piel, en un pezón que deja mi boca sedienta de ti, en los vellos de tu vulva que detentan el aroma total de tu plena sexualidad, en tu boca sonriendo entre la amorosa aceptación y la lasciva complicidad, amaneces brillante en el oriente estremecido de tu cuerpo y te duermes placida en el poniente de mi íntimo horizonte. Tú cumples todos mis deseos, hasta aquellos que aun desconozco, perforas soberana los muros del oscuro laberinto del pervertido, así entonces, ¿como voy a olvidarte?


sábado, 18 de abril de 2015

BAILANDO ENTRE BALBUCEOS Y SUSURROS


Bailar juntitos un bolero muy lento, ambos desnudos, para rozarnos piel con piel, mi falo rozando tu sexo, tus pechos en mi pecho con tus pezones punzando el corazón de tu macho niño, las bocas besándose al compás de esa música en dulce romance. Que sientas mis manos acariciar tus nalgas y yo las tuyas jugando al manoseo con sensuales ternuras excitables a mis deseos. Lamer tu oído, tu cuello, oler tu perfume en tu pelo y que tú huelas el olor a tabaco en mi piel, saboreando el mismo tabaco en mis labios buscando nuevas sensaciones desconocidas. Echar el humo en tu vulva para después olerla en su anegada profundidad, fumar despacio y ahumar tu cuerpo con la bocanada de mi aliento como un sahumerio de deseo y lujuria, fumar mamando en tus senos mi olor tabacalero, retorcer con mis dedos machos tus pezones, encopar tus pechos como siempre. Bajar fumador por tu vientre para quemarte con mi olor a tabaco, ir potro con aroma a tabaco, para dedearte y penetrarte, ir potro erecto mordiendo a cubrirte potranca en celo humeante. Hundir mis manos garras tiernas en tus glúteos y poner el príapo en la puerta del sexo e introducirlo todo entero completo. Comenzar a cabalgarte para que sientas como mi verga dura se entierra en tu rica vagina. Mueves tus caderas caliente, giras tu cintura en torbellino, bailas cumbianchera la danza del coito, te siento apretada ceñida mojada y eyaculo en tu orgasmo para poseerte entera en tus propios jugos, hembra amante novia doncella esclava potranca con olor tabaco por gracia y misterio de los deseos. Así, soñémonos bailando.


SUAVES RETORNOS CARNALES


Paralelas, suaves, desnudas, largas como el deseo que en ellas no se consuma, aun, mórbidas de ingle a puntita coronada del dedito mayor, de entrepiernas a talón, las rollizas convexidades de las rodillas, los diez rojos granates refulgiendo allá en el mullido piso, carnales anatomías bifurcadas. Entre el alegre verde claro que inicia ese tibio abismo de alturas, y el oscuro verde sobre el que se planta en sus desbordes de coquetas sensualidades, sobre una lúdica ciudad que no sabe de los deleites que la pisan. Esas piernas muy blancas casi albas, mórbidas, marmóreas, florecidas a la sombra como los pétalos lunares de las orquídeas nocturnas, tersas lisuras consteladas de breves soles quietos, palomas o flores sobre cielos o mullidas arenas entibiadas en reprimidos ardores de hembra atrapada en sus propios laberintos, vanidades dietéticas, soberbias de doña seductora dueña de ricas piernotas, muslos, canillas, empeines, rotulas, carne que te quiero carne, carne lamida, carne acariciada, roces buscando calientes mojaduras, vellos púbicos negados por recato, coquetería o crueldad, quizá por una turbadora seducción de delicada mantis carnívora  o etérea medusa ponzoñosa. De pie, de piernas juntas, encogidas o cruzadas, magras carnes desnudas, delicias caminantes, carnuítas, calentonas, columnas convergentes en la húmeda lujuria de su sexo intranquilo, clara piel sin pudores ni urgencias, cohechos en delirantes perspectivas, seducciones desinhibidas, soberbias trampas para obligar a olvidar exabruptos, furias y celos inconsistentes. Alguien observa excitado el majo espectáculo, muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido, y comienza a escribir inspirado en esa dual excitación: Paralelas, suaves, desnudas, largas como el deseo...


viernes, 17 de abril de 2015

VERA ICON


Sola caminante a media mañana por la solitaria calle desde el oriente conventillero al lapidario poniente mortuorio de flores mustias e inmóviles silencios subterráneos, todo era otoño, su penita de andrajos desteñidos, su humildad de piedrecita o de hierba, su silueta intrascendente con algo de ausencia y de melancolía, de ese tango triste de “tu sombrerito pobre y el tapado marrón...”, sonríe mientras se acerca, y destella. Arriba un colorado vivo, carnaval o fiesta, con finas líneas blancas paralelas al trazo observado con vehemencia que va de pezón a pezón, cuello blanco sucio, verde petróleo abajo, desvaído, desastradas sneackers del mismo blanco sucio. Chica más que baja, gordita más que maciza, pelo miel de variados tintes entre amarillo y marrón, liso apelmazado, crenchas ralas desordenas, mal peinadas, aperfumada (sic) con soleados sudores de fúnebres flores mustias y aguas de floreros abandonados, roto el collar de sus amarillentas perlas verbales. Pero ahí otra vez, cotidianas, las dos protuberancias, sobresaliendo marcadas en el colorado con rayas como cuaderno de copia, deformando incitantes el paralelismo perfecto de esas líneas blancas intervenidas, sus grandes pechos caídos, sin sostén ni turgencias, pero ahí inhiestas las protuberancias, las cúspides del desasosiego, la inquietencia (sic) provocadora del efecto sicer arietinum, el misterio del color de las areolas, del tamaño de su redondez, de su rugosidad secreta, escondida, oculta incluso a la imaginación del tímido voyeur, mirón de pobla o pervertido casero. Se va pronto siguiendo el mismo rumbo por donde vino, hacia ese occidente donde todo está muerto, como sus pequeñas y limitadas esperanzas.


martes, 14 de abril de 2015

ANTIGUAS MEMORIAS RECIENTES


Te devoraban los besos hambrientos en tu boca de los sabores de la tarde, esa vendimia embriagante de soleados campanarios, ese cacao con menta, el oro amarguito del limón y el verde dulzón de la hierbabuena. Acontecen las últimas horas del día que se va hundiendo en un crepúsculo cercano ahí en la alta constelación del lecho, un revuelo de luciérnagas y medusas luminescentes iluminan el tenue reverbero de tu semidesnudez extendida, el musgo ralo, cierta humedad olorosa a ti que urge carnales insistencias. Difariábamos solemnes y desnudos sobre lo que debía ser, sobre lo que no era, y seguíamos siendo lo que éramos, dos seres solitarios enfrentados a sus deseos, diversos o bifurcados, la pasión con olor a rosas otoñales o a sudores animales. Te devoraban las ansias de morderme, de mascarme, de tragarme sin empacho en la caliente concavidad anegada de tu sexo, yo chapoteando a ojos cerrados en los sensuales empalagos de tu camisola negra, con su recato comprensible y su transparencia incitante, los mármoles tibios, los breves granates en sus oscuros rojos decimales, la pequeñas lunas con sus códigos indescifrables. Las caricias palpaban y rozaban con ternuras de amantes consentidos, después apenas la fugaz succión en tu pezón dormido, un perfume que evoca e invade, que atrae a esa flor carnívora que acecha en tu pubis, luego las manos en la suavidad de tus muslos, sobre entre ellos, insertadas o deslizándose, tersuras que provocarán rojos verbos incandescentes. En la continuidad del atardecer vencido por la entrada de la noche nuestras bocas insistían en devorarse insaciables.


domingo, 12 de abril de 2015

INSISTENCIAS DE LA MEMORIA


Mi boca en tu fuente sorbiendo las densas aguas que destilan tus deseos, tus ansias, tus mudas fantasías, el tibio rocío de tus noches desiertas escuchando el rumor del oleaje de tus instintos enjaulados en tus poderosos recatos y en tus íntimas inquisiciones, mar de fondo, oscuro, de negado horizonte, difusos reflejos extraviados de las luces de barcos arrimados a un solitario puerto desvencijado, mis labios afanando en los pétalos de la flor hambrienta que habita tu pubis. Mi rostro incrustado en la rosada carnalidad de tus suspiros y desahogos, mi lengua lamiendo la húmeda verticalidad que contiene el germen de tus quejidos, de tus estremecimientos, de los retorcimientos y estertores del orgasmo que vendrá a romperte en pedazos humeantes, en fragmentos sudorosos, en quebrados cristales saciados. Tú quieta como una mantis al acecho, dejándote saborear en tu rincón cohibido, en la trampa abierta al desespero, sin pudor ni contención, gozando la desesperación a ojos cerrados, rendida, entregada, gimiente, esperando el destello, la extrema unción del clímax de tu densidad sexual. Literaria mi lengua va relamiendo el punto seguido de tu ombligo, tus paréntesis; tus ingles y ambos lados del clítoris, el asterisco de tu sureña flor ceñida, la i de tu vulva. Mis ojos en tanto persiguen la erótica visualidad encaramándose desde tu entrepiernas subiendo por tu pubis tu vientre tu estomago cruzando hasta tu mentón y de ahí a tu rostro impasible de esfinge encerrada, confundida, reprimida. Te voy desarmando con largos lamidos de clítoris a periné, de ida y vuelta, una y otra vez, tu espalda es un rígido y tenso arco curvado sobre el lecho, tu vientre sobresale ofrecido, gimes estimulada por el paladeo incesante que te socava abajo donde anida la escondida constancia del fuego aun vivo de tu sexo.


jueves, 9 de abril de 2015

REVERBEROS INSISTENTES


Mi mano en tu muslo en larga caricia derramada de ingle a rodilla y viceversa las yemas de mis dedos rozando esa piel de perversa lisura. Mis labios en tus labios besando, abarcando la totalidad de tu boca, mi lengua entrabada en la tuya en una enredada cópula de caracoles desesperados. Mi dedo en tu clítoris dibujando los círculos del goce que te estremece en un vértigo sometida. Mi boca en tu pubis navegando entre oscuras algas ralas, husmeando el aroma inconfundible de tu sexo. Mi mano en tu vulva arrastrándote cautiva al borde del abismo del orgasmo incontenible. Tu mano en mi vientre en tierna caricia rotando de ombligo a ingles y de vuelta las yemas de tus dedos rozando esa tierna piel del prepucio. Tus labios en mis labios besando, abarcando la totalidad de mi boca, tu lengua entrabada en la mía en una enredada cópula de caracoles desesperados. Tu dedo en mi príapo dibujando las espirales del goce que me estremece en un vértigo sometido. Tu boca en mi glande succionando sobre blanquinegras algas ralas, devorando la erección inevitable de mi sexo. Tu mano en mi verga arrastrándome cautivo al borde del abismo de la eyaculación incontenible. Afuera, desde la altura, las imaginarias luces de los barcos imaginarios, la negrura de un inexistente mar anochecido, el barrio del río indígena y las antiguas meretrices, las campanas tocando a rebato, las calles esperando la lluvia sin saber que era una argucia mentirosa de nuestros cuerpos que se buscaban en los entresijos irreales de sus íntimas soledades.


ESAS ALTURAS


Sopeso sus carnalidades incitantes, su mullida densidad instaurada en las profundas raíces del tacto ávido de mórbidas lisuras, rozo las inquietantes rugosidades que las coronan en las turgencias de sus inhiestas cimas, encopo sus tibios volúmenes sintiendo el extravío sensual del instinto, recapitulo otras consistencias similares, revivo otras combas caricias, me deslizo por sus paralelas convexidades intentando fluir como una lluvia de hirvientes aguas desperadas, surco, subo, aprieto atrapo entre mis dedos con levedad de entomólogo las breves protuberancias sensibles como si fueran punzantes mariposas, hundo sumerjo mi rostro en sus blanduras ebrio de esas tersuras suaves y perfumadas, sostengo en una doble idolatría edípica esas palomas bamboleantes, mis manos las tocan con placentera delicadeza, como dulces frutas maduras, como sedosos racimos de las uvas del deseo, remonto las elevadas dunas que definen ese voluptuoso horizonte, levanto su cálido espesor de arenas húmedas, percibo extasiado la oscilación estremecedora a cada paso, en perfil en escorzo de frente mismo, mis labios rememoran atávicas instancias, sensitivas ternuras primordiales, bloqueadas sensaciones extraviadas en el tiempo o sublimados deseos impuros, prohibidos, de ascender con los ojos cerrados las trémulas colinas del desgarro, cuento el pasar de las horas en esos péndulos oscilantes, causas y origen, embrujos de antiguas reminiscencias, obsesivas manipulaciones que intentan rememorar una y otra vez lo que la memoria fue perdiendo en el tráfago compulsivo de esa búsqueda sin sentido, o en la catarsis de las vanas infidelidades que nunca supieron que eran solo objetos incluidos en una trama sin fin que iba desde una hendija inicial a los solitarios páramos de ese férvido instante en que estrechaba sus deliciosas opulencias contra mi torso desnudo.


ESE DESEO IMPOSIBLE POR OSCURO


Ciego en los arcanos busca por las oscuras callejuelas de la ciudad de ‘los ojos’ los tenebrosos tugurios o las inmundas cloacas donde cometer el único pecado que nunca ha de ver la luz porque no hay salida en el túnel de su desamparo. Es el tortuoso camino que lo lleva desde aquella inicial hendija machihembrada a los pervertidos páramos de los extramuros pecaminosos de la férvida adolescencia, a las subterráneas aguas originales que desaguan del cuerpo ubérrimo de su sombra, a la función escópica con su perversidad que disturba, difumina y expulsa prejuicios atávicos e insomnios culpables, a la experiencia asumida racionalmente con esa carencia de culpa ratificada o rubricada en cada lecho infiel de los siglos que vinieron buscando inútil su sombra perdida en todas las siluetas sin rostro que alguna vez rozó o poseyó, anónimo, pasajero, onanista, lejano a toda otra piel. Lento el flujo de lo sensual discurre entre su sombra y su reflejo sin censura, solo circunstancias, situaciones y contextos, consecuencia del desatado hábito sexual y de la libertad pulsional que reinan en el desespero de su concreto universo lumínico. Hay un compás, un ritmo, virtuosismos, series de alteraciones en cadena, rizos que rizan el rizo hasta lo imposible, la irracionalidad hilvanada en la lujuria barroca y el expresionismo abstracto que desestructuran y agotan los esquemas armónicos mediante variaciones increíblemente infinitas, la secuencia contiene los entresijos pulsionales del fetichismo y de las vacilaciones, la trampa está siempre tendida en el escabroso paisaje del imposible destello de la consumación. En su turbia ansiedad ha espiado desde la fronteras de la locura como un voyerista vicioso su sombra exhibiendo su cuerpo y su genitalidad sin los tapujos del recato, sabe que merece el mítico castigo, pero no se arrancó los ojos porque aquí la tragedia no depende del misterioso destino, de la estoica voluntad o del mero azar, sino de la naturaleza misma de su terrible obsesión.


martes, 7 de abril de 2015

VISIBLES CONCESIONES


Me concedes el derecho de ver tu piel fulgurando en su suculento pecado exhibicionista, tus muslos plenos en su tersura de ardiente marfil incitando extensas caricias y lentos lamidos, tu ombligo como el centro de toda tu sensualidad derramada en la alucinación de tu cuerpo desnudo, tus manos vertidas sobre ti como mis manos hambrientas. Me concedes el goce a ver tus pechos pálidos mullidos soberanos en su doble paisaje tutelar, en su tierna apariencia de tibias dunas o turgentes colinas, sus ternuras de hembra evocante, transferente, donde se subliman antiguos vicios prohibidos. Me concedes la visión de tus oscuros pezones, botones y areolas, en sus protuberancias sensibles, en la percepción de un sabor perdido e irrecuperable que se hunde en la vaguedad de tiempo pasado como un espejismo imposible. Me concedes la inquietante perspectiva de la flor que florece en tu pubis, sus rosados pétalos carnales, su sexual aroma de almizcle nocturno, su negro halo de ralo musgo, su espesa humedad invasiva, su combado perfil con sus seductores misterios femeninos, su voracidad fálica, o el néctar embriagante del mágico brebaje de su estro. Me concedes el deleite estremecido de la epifanía de tus nalgas ampulosas, su dulce surco divisorio en su verticalidad curva y suave donde oculta late ceñida la otra flor del deseo, allí do la pulsión escópica declara en la mirada penetrante los derrotados artificios del pudor y la vergüenza. Me concedes las instintivas razones que mi mano aduce para sobar masajear aferrar masturbar el príapo erecto ante la perturbadora evidencia de que habito tus impúdicos paraísos.


sábado, 4 de abril de 2015

INESPERADO ENCUENTRO MAÑANERO


Es un azul desvaído, o gris claro o plomo sucio el que oculta una tetamenta descomunal, ampulosa, aunque caída ya por su tamaño y su blandura y quizá por los años que no parecen muchos pero que pesan cuando son sufridos y duros. Sin sostén que sujete esos mullidos pechos vencidos, las protuberancias de los pezones esplendecen marcadas en la tela, punzando como notorios garbanzos, las grandes areolas se imaginan, se intuyen, se adivinan como enormes monedas de íntimos cobres carnales, oscuras talvez para confirmar la frugal fantasía de ese busto hiperbólico, de esos senos maduros, agobiantes, de esas tetas otrora imponentes cuando la juventud latía en ellas exultante. La charla se alarga para seguir gozando el edípico espectáculo, ella ingenua juega el juego sin saber que lo juega, el sol ya quema a media mañana, allí en la vereda de la intersección, de la convergencia que se bifurcará en un nunca pensado y un imposible soñado. De ojos color miel y pómulos sonrosados, bajita, gordita, desgastada por una vida de hierba silvestre en los pedregales de un mal destino de páramo o desierto, sus cabellos claras greñas toscas, imperfumada, imperfecta, desaliñada, ni una pizca de coqueta, pero poseedora de una salvaje sensualidad misteriosa que no se corresponde con su voz, su actitud, su figura, como un instinto animal que corroe la racionalidad, el pleno dominio y la férrea formalidad necesaria para que el azar no intervenga con sus naipes marcados. Lo lascivo solo está en la mirada que devora el azul desvaído, o gris claro o plomo sucio, en la sensación hedonista que genera esa cercanía cristalizada en la breve distancia de un paso. Es lo erótico en su más transparente pureza de instinto impuro, lo insinuante que fluye como un río kárstico, subterráneo, sin vertiente ni drenaje, un pozo ciego que contiene en sus lúbricas aguas el origen de un sacrílego brebaje prohibido.


jueves, 2 de abril de 2015

ZILENZIOZA


Callas en la penumbra escuchando los sonidos de tu lujuria, tu cuerpo desnudo incendiado entre las sábanas, ansioso, tenso y estremecido, humedecido por los impúdicos sudores de una fiebre impura y por los íntimos jugos que va destilando tu vulva en el hambre insaciada de la cópula imaginada. Agua salada de un mar turbulento que escurre entre tus pechos, entre tus muslos, que se derrama quemando tu ombligo y tu vientre, que se vierte en las vacías palmas de tus manos empuñadas. Callas esperando mi voz para que te llene el cuerpo de palabras prohibidas, sin protocolos ni decencias, grititos quejidos susurros que penetran tus oídos para que sientas mis manos manoseando tu entrepierna, mientras tú recorres mi erecta comarca con tu respiración agitada y el fuego de tu aliento incinerando los senderos orales por donde surges hembra entre calores y olores, y te anegas en la densidad carnal del restriego, del lúbrico roce, del tacto que se transforman en gemidos y se inserta en las fisuras del placer vergonzoso, desliza tus manos sin vergüenza, detallando tus liberadas fantasías, tus ganas, tus ansias de ser poseída hasta el vértigo. Callas oyendo los ecos mi voz que te habla de cosas sucias, procaces, enervantes, y te vas hundiendo en ese perturbador ámbito masturbatorio, provocada sudorosa lubricada, sofocada hasta los mismos poros de tu piel en ese infierno de tu flor abierta y vacía, ansiosa y audaz, tus dedos pecan en la húmeda voracidad de tu pubis, el erecto botón sensible, los pétalos mojados en la curva convexa que deja tu rígida espalda arqueada, como un arco candente sobre el lecho vacío. Callas en tu desnudez desesperada navegando hacia el insomnio, agitada tu vagina, humedecida, como si yo estuviera ahí en la oscuridad penetrándote en un furtivo coito de ángeles profanos.


miércoles, 1 de abril de 2015

RECANTO DE MALAMOR


Sensaciones que habitan tu nocturno como brasas o espinas entre los pliegues de las sábanas del insomnio, caricias abarcando la arqueada voluptuosidad de tu cuerpo encendido, la tensa circunstancia de esa soledad carnal que va de venas a poros induciendo el impuro sudor de la virgen inconclusa, amordazada, atada. Tus manos ya no soportan el peso de esa angustia que pulsa tu cuerpo estremecido, pero temes decir fuera de la noche los murmullos de sus íntimas vibraciones, no te atreves hacer una hoguera con ese amor no correspondido o ese desamor aun no sepultado, con alguna oscura experiencia que bulle en tu alma desesperada, con la reseca leña de una opción sexual oculta o de un placer secreto, incinerar quizá una pasión contenida o simplemente esa tímida vulnerabilidad vital que te coarta invencible, una pira que ilumine las sombras del desencanto en un destello liberador y te arroje a las cálidas aguas del tumultuoso río del aquí y el ahora. Allí tendida a ojos cerrados percibes en ti una voluptuosa cercanía, no del vetusto monumento al amor ya vencido sino de la vigencia ineludible del eterno deseo que cruje en los huesos y supura en las grietas de la piel, esa lenta lujuria que va incrustándose en la penumbra sin tiempo de la larga noche de tu surgente delirio, pero aquietas tu respiración para no oír sus pulsantes latidos. Tautologías, hervores, alucinaciones, nítidas iridiscencias, atrevimientos. La hojarasca que dejan las cenizas de las secretas fantasías, el rescoldo de la absurda abstinencia que cosechas en la madrugada cansada de la insoportable vigilia.