sábado, 25 de junio de 2016

CADENCIAS DE ENTRELLUVIA


“Ahora mismo píntame como una leona que te quiere devorar”. Ella, misma.

Llueve una lluvia antigua que cae desde las primitivas constelaciones del amor y del sexo, estoy abrazadito contigo oyendo llover lluvia de rosas, dándote besitos tiernos, acariciando tu pelo, susurrándote versos de amor, pones tu cabeza en mi pecho y me acaricias sobando mi barriguita y más abajo con esa manito curiosa hasta ir a jugar con mis vellitos. Mientras yo voy contándote historias de reinas y faunos en un bosque encantado para adormecerte entre sueños y después hacerte el amor como pluma de ganso, suave, lento, oyendo llover con nostalgias lejanas, calmados y tranquilos imbuidos de la intensa cercanía. Subes desnuda sobre mi vientre y te entierras mi pene erecto en tu sexo, todo todito y te mueves y lo exprimes allá dentro de ti como una loca rosa carnívora, yo te tomo los pechos, los acaricio, los amaso, y te dejo hacer, me cabalgas empalada en mi mástil, siento como lo estrujas, como lo aprieta en tu vagina, devorándolo con tu anémona hambrienta, me jineteas con la desesperación de una amazona en celo acuciante. Me quedo ahí, penetrándote quieto, sintiendo tu humedad, tu fuego, tu apretura, mamando tus pezones con la ávida ternura de un incestuoso niño desvalido. Con tus manos en mi espalda me ajustas a ti imbricándonos y compenetrándonos, haciendo coincidir cada valle o duna, cada promontorio o concavidad de nuestros cuerpos trabados en la intensa cópula que va sucediendo como en ralentí para retrasar y aumentar el goce físico y el deleite emocional. Tú encima mío, yo clavado en ti con todo mi falo en tu voraz sexo mojado. Nos movemos juntos, en el mismo vaivén y al mismo ritmo, muerdo tus pezones con cariño, gimes y gimes, te beso y mi lengua también penetra tu boquita, así sofocada entras en el violento estremecimiento del orgasmo que me contamina de tu lujuria y me derramo entre tensos estertores quemando tus entrañas con mi densa lechada. Permanecemos abrazados, mi pene tierno, laxo y blandito incrustado en tu anegada vagina saciada, oyendo caer en un silencio de amapolas y magnolias las antiguas aguas del aguacero que se vino desde las primitivas constelaciones del sexo y del amor.


jueves, 23 de junio de 2016

REGALADAS DELICIAS


“,…levantando sonatas de monterías en los trasfondos del escenario.” El Acoso, Alejo Carpentier, 1956.

Regalada delicia es la largura apetitosa de tus piernas de sueño que se extienden hacia tus pechos nevados cruzando por el cálido glacial de tu pubis, blancos entornados sobre las turgencias de tu cuerpo tendido en el lecho donde habitan mis deseos en las noches de tu embrujos de hembra hambrienta, esos muslos suaves y perfectos, el fragmentos de tu talón y de tu rostro, el brazo flectado allá arriba en el horizonte difuso de la imagen, y la heliconia con sus asimétricos fuegos en llamas vivas sobre tu cuerpo cruzando de cadera a seno como cumpliendo mi sueño de cruzarte hembra y yo macho sobre ti montándome, cubriéndote como la oscura bestia fálica que surge tiesa y pujante desde el oscuro imaginario de tus insomnios, con su falo en ristre para ir a hundirlo lascivo y penetrante entre los rosados y húmedos pétalos congestionados de tu vulva palpitante. Regalada delicia es tu pubis detrás de esa delicada red que atrapa mis ojos que te pululan como voraces peces del deseo buscando el tibio y húmedo molusco abierto de tu vulva para penetrarte machos y erectos, endurecidos por la provocativa visión de tu vientre escondido en los albos bordados de tus bragas que se insertan envidiados en tu sexo. Regalada delicia es estar ahora en las primeras calles del invierno recién llegado y seguirte pensando como si fuera la primavera que me debías y seguirte deseando con las ansias desbocadas de un sátiro pervertido y seguirte viendo ahí toda tú en sensual reposo sobre los mullidos colores esperando que mis ojos te devoren.


martes, 21 de junio de 2016

SALVAJE NOCTURNO


Contra su costumbre, sintió Julián deseos de ver a la dama cuya mano despertaba en su mente pensamientos voluptuosos”. Le Rouge et le Noir. Stendhal, 1830.

Encajo una pierna entre las delicias de las tuyas, rozo mi miembro en tu muslo y lo restriego suave y lentamente, duro, sensible, mojo mi dedo en tu vulva y lo chupo para saborear la humedecida intensidad de tu deseo. Mi dedo surca tu sexo suavemente y lo abro delicadamente como una magnolia en su cerrado capullo, pongo ahí mi verga, mi glande terso, tenso, brillante, y te voy penetrando lento, muy lentamente abriendo tu flor con mi miembro endurecido, más adentro, más lento. Siento tu humedad, tu calor vaginal, ese fuego que te habita y me quema, siento que tu vulva me succiona absorbiendo mi pene, te mueves lento, intensamente lento, mi verga esta toda en ti. Me sientes penetrado en ti, todo inserto en la anegada abertura entremétalos, me tragas, me devora, me sientes todo tuyo en ti, me estrujas, me gozas. Me siento clavado en tu cuerpo, te poseo entera, te cabalgo, te jineteo, te sifoneo, te penetro más adentro de tu vulva, de tu vagina, de tu útero, más adentro aun, hasta la misma virginidad de tu adolescencia, hasta punzar y romper tu himen impoluto y sin pecado que me esperaba ansioso en su pureza inmaculada. Ya viene mi semen, eyaculo vertiendo en ti mi lechada caliente como tu único macho y dueño, como tu amo que derrama su señorío sobre tus delirios de hembra abierta y rendida. Siento mi miembro empapado, lamo tu sudor, acaricio tu pubis, muerdo tus pezones, y mi verga aun esta dentro de ti, sientes como va menguando su impetuosa virilidad, como va poniéndose tierna, blanda, suave como un molusco vencido. Permanecemos así, juntos, relajados, soñándonos abrazados paseando por un parque otoñal, enamorados y felices, caminando sobre las doradas hojas de nuestro otoño mientras comienza otro de mis lluviosos inviernos, pero ahora con todas tus tibiezas desplegadas.


NOCTURNO SALVAJE


Morimos enhebrados, gozándonos, buscándonos. 

Y vino la noche repetida en tu lecho y el mío, yo esperaba ansioso que tu verbo encontrara la luz en la silenciosa oscuridad de tu ausencia, eras musa ardiente ahí en el calor y la lluvia de tu ámbito y yo era acá fauno ansioso y aterido en el frío del final de mi otoño. Y viniste a mí nocturna y desnuda, y fui acariciando con un solo dedo tu cuerpo entero, intruseando, hurgando, buscando hasta encontrar la delicia de tu fresa escondida en tu pubis, en ella deslicé mi lengua de abajo hacia arriba abriéndola como una flor sagrada para lamerla bien adentro de ti, toqué con mi glande mojado tus pezones y seguí acariciando tu desnudez en la cálida oscuridad, calladito, volví vicioso a tu rostro y besé las comisuras de tu boquita, la punta de tu nariz, tu barbilla, besé despacito el canalillo entre tus pechos y luego tus senos mismos, uno y otro y otra vez, mi nariz rozó tus pezones, uno y otro y otra vez. Tú querías tenerme ahí contigo y te montaste encima de mi, me comiste a besos, me devoraste, nos frotamos hasta que salió candela trabados en un abrazo largo y lento, me lamiste todo desde el cuello hasta abajo, y chupaste mi pene, mi glande, pegada ahí excitada y voraz, te lo metiste hasta la garganta succionando delicioso, y vuelta loca preguntaste si tomabas toda mi leche o yo la regaba en tus pechos… Y me derramé denso y lechoso en tus senos marcándolos para siempre con el semen quemante de tu macho que te posee desde ahora también para siempre.

Nota.- En cursivas los ecos ardientes de su voz.


EMBOSCAMIENTO


Mimetizados en gélido bosque.

Fue tu voz en la espesura umbrosa y solitaria del bosque de tu nombre, allí entre el alto eucalipto y el toxico duraznillo negro, en el escondrijo del fauno incendiado por los fuegos que generas con tus imágenes, tus palabras, tus esencias esparcidas por el frío de la tarde, fue tu caricia transmitida que guiaba mi mano en la buscada y gustosa ceremonia masturbatoria, fue tu voz azuzando el deleite escondido en la fronda del boscaje, la ferviente ansiedad de poseerte hembra desde este lejos pero ahí en tu cercanía de intenso perfume y delicada lujuria, fue el entorno salvaje de insectos y hojas amarillas de otoño final, de pájaros ateridos, de geranios dormidos esperando el invierno de mañana temprano. Fue la conjunción de cómplices vegetaciones y de previas complicidades, la que nos dejo varados en los mismos deseos, soñándonos en el mismo sueño, y me dejé fluir por el encantamiento de tus voces y me despeñé por el acantilado que tú abrías ante mí para ir a morirme de goce eyaculando en el paraíso imaginado de tu mano. Y fue esa tu mano y tus dedos pecadores que repitieron el rito allá en tus íntimas comarcas de mujer ansiosa, en ese ámbito de tu presencia voluptuosa y mi sombra rondando en el tenue roce de tus pechos abrumadores, de tus pezones sensibles, de tu vulva abierta como una olorosa magnolia de mi nombre, y fue el beso profundo que abarcaba tu boca con mi boca en una trabazón de lenguas exasperadas y sucesivos oleajes de salivas, el que te llevó entre silenciosos gemidos al hondo abismo del orgasmo. Y fue entonces la cópula imposible de mariposa y caracol que se consumó en nuestros cuerpos cogidos por el mismo embrujo que se buscaban desde antes de todos y todas por los tortuosos laberintos del tiempo y del espacio con las desesperaciones en carne viva y los labios entreabiertos y los ojos entrecerrados. 

IN SITU


Me erecto gustoso buscándote.

Te busco en la selva cálida de mis inhóspitos deseos, en las serranías de mis volcánicas lujurias, en las honduras de mis pequeñas perversiones y en las cumbres de mis insensatas locuras. Te busco como una jauría de bestias hambrientas de ti, de tu cuerpo desnudo tendido sobre las calientes arenas de mis sueños eróticos, con hambre de tus senos y de tus axilas, con sed de tu saliva y de la densa miel de tu vulva, con las ansias de un lobo en celo, con mi miembro latiendo y punzando por la perfumada magnolia oculta en tu pubis, con mi lengua ávida de lamerte lenta y mojada, de paladear cada uno de tus sabores uno a uno como un vicio interminable, de sorber tu clítoris con mis labios apretados, urgirlo de desesperadas sensaciones, punzarlo con la punta de mi lengua y hacer brotar de el en ti el orgasmo desenfrenado que te eleve a los cielos que aun no has tocado. Te busco entre tus pechos y entre tus ingles, entre tus nalgas y entre tus amplias caderas, te busco en la sombra de tus pestañas y detrás de tus orejas, en las areolas de tus pezones y detrás de tus rodillas, te busco en la penetración que consuma y en la masturbación que te dilata y me erecta, te busco en las tibias y húmedas ternuras de tus besos y en la sinuosidad constante de tu vientre. Te busco por mis propias erecciones y en la mano que frota mi virilidad buscándote en los territorios del solitario excitado, te busco mía y virgen por la gracia de mis obsesiones, te busco hasta donde sé que no estás para dibujarte a mi manera y volver a poseerte en la profundidad de la eterna noche que nos pertenece.


lunes, 20 de junio de 2016

SECUENCIA DEL SORTILEGIO

Muerdes el gozo besando.

Veo tu sexo y me dejas mudo hirviendo en tus delicias, mi miembro está erecto por ti, y es que eres deliciosamente sexual, me tienes atrapado, loco, totalmente excitado, enardecido, daría mi reino por surcar ese cauce con mi lengua en una hermosa y sublime locura como inmerso en un imposible sueño que se cumple. Puedo oler su íntimo aroma, saborear su humedad, me encantas hasta lo inevitable. (Sientes vibrar tu cuerpo, te sientes viva, vigente, deseada), y yo siento tu boquita pintada en mi miembro, lamiendo su glande con tu lengua humedecida por la saliva de los besos. Estoy inserto en ese cauce de sueño, siento tu caliente humedad y te poseo lentamente, te penetro con salvaje ternura, y tú te abres como una rosa rosada y entro en ti entero, macho y niño a la vez, mamo tus pezones, beso y muerdo tu boca, me hundo en tu cuerpo y nos quedamos así, unidos sexualmente, tú empapada y yo muy duro, quietos gozándonos. Comienzo a moverme dentro de ti, más y más rápido, me absorbes hasta que ya no soporto el deseo y te penetro fuerte, potente, macho punzante, gimes de gozo mientras siento como aprietas mi verga con tu vulva y me arrastras al goce, al clímax. (Te dejas fluir, gozas como yo gozo de ti), en ese instante eres mía, mi hembra. Eyaculo en tu sexo y sientes como me derramo liquido y caliente, sientes como te quemo las entrañas, ya eres mía hasta el grito. Te lleno de mi néctar denso y caliente, me estrujas hasta la última gota, y nos quedamos así, abrazados, unidos en el delirio. Te aprieto contra mi cuerpo con infinita ternura, te beso muchas veces y te susurro al oído o que ya sabes y sientes: “eres mía... muy mía...”. El momento es sublime, es una comunión absoluta, una maravillosa locura, una perfecta e intensa locura. Tú me despiertas ternuras muy profundas, como ahora que ya saciado muero por estar acurrucado entre tus pechos oyendo tu respiración. Eres una hembra total y yo soy el volcán de donde fluyó esa lava ardiente que consumió tus fuerzas. Estamos atrapados en nosotros y me pregunto si esto será el Amor, mientras lo pienso te beso por todo tu cuerpo... todo...


domingo, 19 de junio de 2016

LE ROUGE ET LE NOIR


“Todas sus ansias, todos sus deseos, todos sus pensamientos, todos sus afanes, buscaban el mismo objeto: conseguir que la señora de Rênal dejase su mano entre las suyas”. Rojo y Negro, Stendhal, 1830.

Ni los cuatro espejos en el muro anaranjado que no alcanzan a reflejar tu serena elegancia, ni tu tenue sombra en el muro de claro amarillo, ni la esquina que se dobla detrás de ti dividiendo tu ámbito en dos planos divergentes, ni la miel oscura de tu pelo, ni tu rostro que me has negado en las eróticas visiones de tus paraísos, ni tus ojos que contienen tus dormidas ternuras, ni tus labios en su propio rojo que prometen los embrujos de dulces besos embriagadores, ni tu sonrisa con su tenue dulzura, ni las cuentas innumerables del collar que abraza dos veces tu cuello, ni el rojo furioso que contiene los cántaros donde anidan las tibias palomas de tus senos prominentes, ni el negro profundo y vertical que envuelve tus piernas y tus muslos y tu pubis, ni tus manos que descansan plácidas a los lados de los sensuales arcos  tus caderas, ni la verde amoena con su tímido veneno vegetal que se rinde a tus pies como este lejano poeta obsesionado, ninguno de estos impuros encantamientos que surgen de ti como carnívoras mariposas rojinegras se escapa de mi memoria que te dibuja con obsesivos detalles para recrearte a la hora de mis ardientes insomnios, del nocturno solitario en el que mi mano aferra mi erecta virilidad en el ceremonial onanista que nos desata de la imperiosa distancia que separa mi boca de tu boca y mi piel de tu piel y mi cuerpo de tu cuerpo y mi miembro erguido como un rojo copihue de tu vulva abierta como un lirio de mayo.


ADVERTENCIA AL ATARDECER


Madrugarás entre gimientes besos.

Te aviso antes de que la noche te lleve por los senderos del sueño que te quema que te voy a soñar con rabia de bestia encelada, con furia de fauno desdeñado, con besos salvajes, mordidos, de lenguas profundas, ensalivados, que abarquen toda tu boca besable. Te advierto que voy a acosarte enrabiado por la espalda, oliendo por atrás las miel fluida de tu pelo, besando tu nuca, tu cuello, bajando a besos de lento molusco hilando cada una de tus vértebras, dibujándolas en un travieso zigzag con la puntita de mi nariz punzante, y luego vagaré ebrio de tus carnes deseadas por la elemental y suave concavidad lumbar para ir por tu reverso a remontar a besos saliva lengua el sexual promontorio de tu pubis hasta hundirme subterráneo descendiendo al anegado paraíso de tu vulva. Te prevengo que como si fueras mía volveré a alcanzar las cumbres de tus pechos somnolientos, retornaré a tus huesos paralelos con mis manos de pianista ebrio para envolverte en mis cantos polifónicos y sumirme en la mórbida locura de tus plácidas redondeces nocturnas, en los arcos de tus caderas, en el vórtice mismo de tu cóncava rosa humedecida. Te sugiero que huyas a tiempo de mis palabras lujuriosas porque voy a soñarte a mi manera, sin pedir permiso, ilimitado y posesivo, voy a soñarme ahí en tu ingle, oyendo la lluvia del día siguiente desde ese tibio y cercado nirvana, y mientras llega, te invadiré de besos mañaneros leves y tiernos, mojados de furiosas ternuras.


DESPÚES DE AQUELLAS CENIZAS


Permanezco incrustado en las fibras de las sobrias maderas que enmarcan tu imagen, en sus tallados que borran o esconden tu rostro de quieta esfinge lejana. Dejo mis ojos cautivos en tu estatua latiendo de pie detrás del cristal con tus piernas juntas en su esencia virginal, en tu cintura de madura avispa deliciosa, en tu vientre con su delicada y sensual curvatura, en la floreada blusa que cobija la tibia ampulosidad tus senos negando las sensibles protuberancias de tus pezones y el cuenco estremecedor de tu ombligo, en la tibia comba de tu sexo atrapado en el blanco impoluto de tus bragas. Vaga mi mirada hambrienta por el reloj en la hora señalada y el sombrero de paja colgado en la arista del espejo, por el pequeño cuadro donde Cupido revolotea en tu entorno ebrio de tu belleza y por la orilla de tu lecho donde sueño que me sueñas, por tus rodillas y por tus codos, por el reflejo de tu reflejo en la barnizada madera de la mesa y por el azogue que te repite desnuda cada noche y conoce cada poro de tu piel y cada pliegue de tu cuerpo. Permanezco dibujado en las vetas de la madera para imaginar desde esa imposible cercanía el halito de tu perfume, tu cálida respiración cercana, tu voz en los murmullos de soledad cuando el deseo se te hace insoportable, el tacto de tus manos en impúdicas caricias. Y otra vez me dejo deslumbrar por las lunas llenas de tus pechos mullidos bajo esa florecida primavera hasta morir ebrio gozando (de tus) brebajes.


viernes, 17 de junio de 2016

SERÁS PÓSEIDA


“Que otros escriban los magníficos poemas que mereces.
Yo me limitaré a escuchar tus gemidos frente al espejo
mientras te masturbas frenética”
Poema II, Matías Silva, incluido en la antología Gutiérrez (2011).

Está decidido por los arcanos que nos unieron a contramano de los destinos, en tiempo tarde y en lugar lejanos, yo voy a ser ahora la bestia que te desvirgará sin treguas en las oscuridades de tus insomnios, ahí en el húmedo calor de tu lecho de nocturna hembra sin hombre, sedienta vestal de un templo vacío, seré el lobo que lamerá el sudor sexual de tu cuerpo, que olerá tu vulva buscando el aroma de atávicas madreselvas, serás por mí abusada y violentada con salvajes alevosías, sentirás mis deseos burbujeando en tu piel y mi erguida lujuria de macho intenso penetrando tu cuerpo encendido por el vaho caliente de mis susurros, yo excavaré hasta vaciar tu sexo de las ruinas de otros innombrables, beberé en tus pechos los latidos de tu corazón fragmentado y te llenaré extasiada de nuevas palabras seminales, yo haré que olvides a todos los antiguos dueños de tus ansias, que olvides rostros y verbos traicioneros, que te sueñes virgen otra vez sin vestigios impuros, te sentirás sirena inquieta inmersa en los ocultos oleajes de tus sentidos amarrada en la proa de la barca de las cópulas escondidas rumbo a los mares desatados de una liberada sexualidad en las tórridas arenas de un vasto desierto de soles incandescentes, yo morderé los pétalos de tu rosa vertical para dejar mi huella carnal en los eróticos misterios de tus sueños, y hacia la madrugada, antes de desaparecer en la trama de tus sábanas te coronaré para siempre reina de mis últimos sortilegios. Eso, mientras elevas gemidos balbuceantes.


ATRAPASUEÑOS


Solo verdes plumas podían “elevar” la "pita".

Verde el suave plumón y verdimarrón el largo plumaje de las remeras primarias, verde el cordón con las pequeñas esferas que incita a depravadas chinerías, color carne deseada tus muslos juntos y de claros ocres de las manchas lunares como breves hojas de un fogoso otoño sexual, y de tinte de dulce miel los vellos ralos que convergen como finos hilos hacia el surco humedecido, ese tenue jardín de algas olorosas que bordean tu tetralábico molusco escindido y horadado en su carnosa humedad, que se esconde palpitando bajo las plumas listas al vuelo sobre eróticas comarcas allá en la altura inexpugnable de tu frió castillo de esfinge intocable. Los bellos vellos son otro plumaje del penacho que se surge majestuoso desde tu vulva invisible repitiendo el vaivén de tu caminar desnuda como te imagino siempre, o son quieto musgo cuando estás tendida sobre la pantera blanco y negro como una provocativa musa o sargazos lujuriosos a medio sumergir en las tibias aguas de tu remanso diario. Son siete los pecados de tus mórbidas piernas atrapando los sueños de este fauno erecto y punzante que babea por los contornos y los pliegues y los poros de tu piel desnuda en incitante y amistoso exhibicionismo imaginando (imaginándonos) mi nariz hundida en esa secreta tundra impura que trafica en tu entrepiernas, en su vaho perfumado a ti hembra ansiosa y que se derrama en la comba triangular de tu pubis y se curva elemental en la medialuna de tus ingles. Y todo desemboca en esa turbiedad de briznas y plumas donde tu sexo es el vórtice voraz al que mis dedos lengua labios pene sueñan penetrar para desaparecer y diluirse en un continuo goce de vuelos y olores.


miércoles, 15 de junio de 2016

ATREVIDONGAS


“Wow… me excitaste, qué lindo y erótico, me encantó”. Ella, la musa incógnita.

Deseada amiga, ese era precisamente mi objetivo poético-erótico: excitarte y encantarte, embrujarte con la misma intensidad con la que me has embrujado tú otra vez con tus deliciosas y estremecedoras “atrevidongas”. Por estos sensuales atrevimientos abarcarás desde ahora mis sueños más allá de lo prohibido, allá en el bosque de las erguidas sombras de los inicios de mis noches embebidas de tus privadísimos sabores y de tus más íntimos aromas, por esas imágenes se elevará el mástil del velero de mis deseos que navegará en pos de ti por los tormentosos mares de las lujurias. Desde el anteayer encendido para siempre por tu cuerpo recostado de musa intocable beberé cada día las resecas aguas de la espera y la ansias irreversibles de la expectación atada a tu soberana voluntad. Que más quisiera yo sino acariciar con mis ojos hambrientos tu rosa humedecida desde en el rincón donde compartimos nuestra muy oculta complicidad o acariciar la perfección vista ahora de tus pomposas y pálidas y tersas nalgas insertadas por el colorado triángulo de tu tanga, o lamer la concavidad lumbar de tu espalda desnuda y seguir a lengua viva subiendo por el surco medio posterior hasta besar tiernamente tu nuca mientras huelo extasiado tu pelo, o deleitarme durante la eternidad de esta tarde en ese escorzo visto hoy de ti de pie repetida en el azogue, con la bragas cruzando tu desnudez de un albo recato y la floreada blusa guardando las mórbidas lunas de tus pechos como un mascaron de proa rumbo a mis turbiedades eróticas, allí donde tu cuerpo me despierta las exquisitas sensaciones de oler un jazmín el anochecer o rozar el pétalo de un orquídea un día de cálida lluvia, o sentir mi mano pecadora azuzando mi miembro viril en el rito solitario que confirma en su lechosa densidad el deleite del secreto inexpugnable de tu delicioso y excitante cuerpo deseable.


INTIMAS TINTURAS, ZONIFICADAS ANILINAS


Es en ese abismo de tus humedecidas carnes donde anhelo encontrar al fin mi masturbatoria inmolación, ahí entre los belfos untuosos de tu rosado bivalvo, insertado duro en ese blando atrapamiento, reinando sobre toda tu malacología sexual, trazando con morbosos pormenores los portulanos de la rala geografía de tus vellos púbicos. Y ser el amo de tu desnuda madurez de hembra insaciada y señor de tus desvergüenzas y de tus desamparos, de tus afanados dedos pecadores en los bochornosos calores de tus insomnios excitados y de tu lengua asomada entre tus labios entreabiertos por el rescoldo de los deseos que no han sido aun saciados. Detentar el dominio y el delirio del goce de oler tus ingles o de degustar el sabor impuro de tu clítoris o del sudor acopiado entre tus glúteos, conocer los mágicos dígitos de la temperatura exacta que bulle en los mórbidos pliegues bajo tu majestuosa tetamenta en descanso. Ser el patrono incestuoso de tus (mis) dos obsesiones lunares, que ahora tienen rostro, nombre y pezones conocidos, y ser el único profanador de tu abierta rosa crepuscular cuando encharcada por el celo se convierte en una cuadriga de carnívoras babosas teñidas de un imperioso rosa carnal. Ser la víctima propiciatoria de tus depravadas magias de hembra que con sexual crueldad lame, hurga, punza mi zanja sureña, pellizca, muerde, rasguña mis nalgas de macho depravado, que penetra con sus dedos curiosos o con su lengua rígida y ensalivada mi ano temeroso, que me goza a tu antojo de valquiria pervertida en el amor-pasión de esta locura compartida.


lunes, 13 de junio de 2016

VISIONES DEL PARAISO


Masturbación entre germinales burbujas.

(Antes de la visión del paraíso). Solo alcanzo a percibir tus penumbras, tu silueta recortada en un lecho imaginario, el contorno desnudo de tu cuerpo fosforeciendo en la intensa oscuridad de mis deseos, solo puedo reconstruir tu imagen desde los tenues esbozos de tus otras sombras ya vistas y diluidas por otros ojos que no fueron los míos. Solo quiero dibujarte con mis lujuriosas anilinas, con mi verbo anochecido, teñir tu piel con los colores desbocados de una cercanía impúdica y premeditada, poseer el trazado perfecto de tu íntima rosa y su húmedo perfume, adueñarme del sabor de cada uno de sus pétalos palpitantes, dejarme caer lánguido y poético en el tibio abismo que se oculta entre tus pechos. Solo ansío naufragar en los oleajes de la saliva de tus besos para alcanzar el cálido refugio de las dulces arenas de la playa de tus labios y deshojar tu boca adormecido por la cadencia sublime de tus susurros. Solo deseo soñarte a partir del eco de tus latidos o del aroma que dejas a tu paso por los lúbricos silencios que desatas cuando te me niegas en el secreto retrato de tu luminosa desnudez. (Ante la visión del paraíso). Fue la luz fulgurante de tu piel desnuda solo escindida por la fina y sensual línea roja de tus breves bragas, ese rojo hilo que dibuja la perfecta curva de la suave comba de tu cadera, que demarca las tibiezas deseadas por el erguido túmulo del macho embobado en ti y por ti enceguecido por tus exuberantes sinuosidades, por las mórbidas dunas del litoral de tu nombre o del ardiente desierto de tus insomnios. Fue tu desnudo impudor desafiante sobre el lecho ya imaginado hasta el vicio, tu pelo de perfumada miel sobre la almohada, uno de tus senos asomado bajo tu brazo como el maduro fruto de tu exquisito otoño, los pérfidos ángulos de tus femeninos codos, tu muslo expuesto a los voraces ojos del sátiro hambriento que te mira, tus túrgidas nalgas separadas por la carnal e inquietante medialuna desde donde nace la estremecedora línea que separa los mármoles de tus piernas de gacela, fue la sedosa palidez que habita entre el destello final de tu hombro y la tersa flexura de tu rodilla, y fue, allá arriba frente a tu rostro invisible, el elegante adiós de tu soberano meñique.


sábado, 11 de junio de 2016

IDOLATRIAS PAGANAS


Me abrumas de erectos deseos, de las ansias insobornables de besar tu pezón del coeur, sublime alimento para mi épica obsesión. Pero es esa tu gruta del deseo la que absorbe mi eyaculacion como un molusco sediento, la que erige mi incestuosidad ansiosa en ti por ti y me incita a gozarme, a buscar en mis más antiguos recuerdos la sensación de mamar de tus pezones como un bebé macho y depravado y perseverar sin esperanzas en el intento de irrumpir en tu vagina hasta tu útero y ahí cobijarme de los vanos días de fríos celibatos. Eres fiera madre, hembra salvaje, me untas de tus aguas sexuales, mi carne endurecida te penetra hasta hacerte cerrar los ojos y violenta tu mojada profundidad, en ti me vierto, estilo y derramo hasta sentir tus temblores uno a uno en el estruje brutal que propinas a mi miembro en los confines de tu orgasmo. Y te poseo desde dentro de ti, desde tu madurez tibia y mojada concentrada en la tierna y húmeda babosa sajada que acecha hambrienta en tu pubis, origen y esencia de mis nocturnas erecciones. Solo deseo enterrar mi mástil en el carnoso molusco que palpita entre tus piernas repitiendo la íntima simbología del conchepiedra que perdurará en el bosque como una obscena alegoría de nuestros escabrosos deseos, como una profana metáfora ilustrada y concreta de los momentos sentidos más adentro de la piel y aún de las vísceras, donde lo imaginado, lo escrito, lo experimentado como carnales sensaciones en el sexo abierto y en el sexo erecto se convirtieron en andesítica verga y en vúlvico carbonato, conciliando una eterna litología malacológica con una perpetua malacología litológica.

Imagen: “Conchepiedra”, escultura y fotografía del autor.


SENSACIONES Y PERSECUCIONES


Persigo el aroma que se esconde entre tus pechos, la saliva que humedece tus labios. Persigo el roce de tus vellos púbicos en mis mejillas, el íntimo sabor de tu rosa en su lento rocío. Persigo fragmentar tu silencio en susurrados gemidos, rozar tus pezones con la punta de mi lengua. Persigo abarcar tus mórbidos senos con mis manos hambrientas. Persigo incrustarme en tu cuerpo abierto hasta obligarte a que sueñes conmigo. Siente mi lengua lamiendo en tu pubis los bordes de tu vulva, siente mis labios en tus pezones, mordiéndolos, siente mis dedos hurgando tu intima rosa humedecida, siente mis susurros ardientes en tu silencio lejano, siente mi lengua y mi dedo explorando tu sexo, siénteme en tu capullo esperando que se abra a mis deseos, siente mis manos encopando las turgencias de tus pechos maduros tal como yo siento tus manos afanando en mi pene y mis testículos como denso un vaho caliente. Pero eres silencio, ausencia, lejanía, y mis ojos hambrientos de tus desnudos fragmentarios horadan un vacío de imposibles distancias y climas contrapuestos bajo el mismo sol que ya no quema mi piel desnuda en el bosque ni ilumina tu desnudez en los ciegos espejos. Detento inmóvil quizá la última prosa manuscrita bajo tu hechizo, abrumado de incontenibles deseos por esa rosa de tu pubis, pero ya es tarde, y voy entrando por tu ausencia en una locura insoportable. Y te seguiré persiguiendo por los ansiosos territorios del loco sueño que soñamos, trabados y sujetos al mismo sueño inmersos en la misma hora de nuestro mismo tiempo.


RETAZOS DE PIEL DE LEON


Gracias por incluirme en tu vida, por poseer tu alma y tu cuerpo desde esta distancia que para nosotros no existe. Y porque sabes hacer mis días perfectos, hoy, solo acá en la mañana fría he contemplado tu regalo, tu semidesnudez deliciosa, tu cuerpo maduro y sexual para mí, el tul y los arabescos de tus negras bragas contrastando con tu pálida piel, tu cuerpo real, incitante, tal como es y como lo deseo, y como lo imaginé y como lo poseo hasta el goce total. Y después en el sueño de la noche la cópula desesperada de dos solitarios inflamados por sus ansias, las imaginaciones en contacto pleno, mis manos dedos boca miembro recorriendo las comarcas de tus lujurias, y tu boca dedo vulva poseyéndome más allá de placer y el sexo. Porque eres una seductora irresistible reina ahora sobre mis deseos, tiene tu rostro un aire de venenosa medusa, de hembra salvaje, lo sé y lo siento en mi cuerpo atrapado en tu mirada de convierte en sal toda carne que devora. Me regalas un despertar de fábula con esas lunas tibias y mullidas, mi sueño y mi obsesión, que paladeo ebrio de un vicioso deleite con un beso lamido de león en celo en cada duna lunar, y me embeleso en esas rosado carnal y protuberantes puntas que me muestras como lejanas pirámides en las arenas de mis incestuosos apetitos. Ayer me regalaste otro día perfecto y ya no podré dejar de ser tuyo, por eso hoy te buscaré en la lluvia que viene diosa de mis lujurias acumuladas en las nostalgias de mi adolescencia solitaria.


DELEITES MONTUOSOS (i)


“Aquí va algo para ti, sólo porque eres mi mago maestro.” E.

Delicias que me regalas querida alumna, mi geisha deseada hasta la eyaculación masturbatoria, me calientan tus carnes abundantes en su pálida voluptuosidad exuberante, las amplias combas en mullidos excesos, las curvas cárneas en sus máximos deleites, el todo de tu cuerpo monumental de generosa hembra excesiva. El poeta se aferra con seguridad a las carnes de las mujeres trozas. Naturales. Generosas. Deliciosamente voluptuosas, de glúteos espléndidos, y muslos y hombros llenos, metáforas de la fertilidad, tal vez, talladas en homenaje a una matrona insaciable de las postrimerías del matriarcado; y en las mujeres rollizas de Rubens, y las madonas renacentistas, el ideal femenino representado por la mujer madura y más opulenta que desgarbada, de amplias, acogedoras pechugas, con los cebos de las rosas del amor y la roja lujuria, un útero espacioso y una pelvis confortable y sólida, y depósitos generosos que garanticen la lactancia suficiente a través de la recurrencia de los paraísos orales, en ella están cuajadas todas las  atracciones de la carne. Viva. Desnuda, deseable (ii). Me erecta ese notorio pezón punzando el rojo erótico de tu corpiño, me erecta gozar la íntima visión de tus bragas moradas que ni un macho ha desvirgado con otro ojos no míos, me erecta tu escote con tus tetas opulentas desbordando el brasier por su abundancia y sobresaliendo en los pliegues de tus axilas en lúbricas blanduras. No carecen de un encanto prometedor aquellas mujeres cuya ropa las deja escapar a pedazos, un pecho arisco, unos muslos suculentos, y cuyas nalgas se alejan prolongando la despedida de un temblor de agradecimiento, o reproche, cuando se van. El regusto que deja una mujer que retiene el agua justa como una ola. Y recuerda palabras como floreciente, fruto, redondez, salud y mambo (ii). Me engolosino en la roja rosa de tu boquita pintada, me imagino su saliva untando mi glande y tus labios coloreando con su rojo fuego la suave piel del tronco de mi verga erguida, mientras tus ojitos pícaros esperan ver a boca de jarro la erupción del denso semen de la invocada eyaculación.

(i) “La espalda que bien resalga, / Y parisiense la nalga; / La riñonada montuosa: / Decid si no soy hermosa.” Eustache Deschamps

(ii) Levemente editado de un párrafo de “Elogio de las mujeres gordas”, del poeta nadaísta Eduardo Escobar.


AYER MASTURBATORIO


Fue la mano en frote vehemente, la mirada clavada en las cinco sublimes visiones de los fragmentos carnales de su cuerpo deseado. Ella allá extasiada oyendo los bramidos de la bestia masturbándose, su voz es caricia lujuriosa avivando la hoguera mañanera. Se mezclan sensaciones reales y sonoras, los ojos-lengua lamiendo penetrando, los ojos-verga surcando penetrando, la mano onanista en el intensamente imaginado estupro flagrante, y ella allá abierta, mojada y receptiva oyendo los quejidos del sátiro pajeándose. El erótico paisaje que explica y justifica son los cinco otros dedos visuales que incitan a consumar el dulce y gozoso pecado solitario. La mano y su metálico anillo en el piloso pubis tirando hacia arriba la carne trémula para exhibir con mayor desparpajo el cerrado ojal vertical de la vulva bajo los lúbricos pliegues de las carnes maduras. La mano de anillo y pulsera con los dedos índice y del coeur clavados en el molusco tentador que en su humedad caliente palpita bajo ese sexual hurgamiento. El pubis expuesto total para su detallada visualización, sus ralos vellos púbicos, el surco vulval con su almacigo de algas olorosas, las lascivas huellas y marcas de la exuberante madurez, las piernas juntas para dibujar la perfecta Y de los muslos y las ingles. Los glúteos suaves y mordibles, el curvo escorzo de la zanja donde casi asoma el ano en el límite del descaro de la calentura exhibicionista, casi el periné y después la vulva bien mostrada como un blando fruto de dos gajos y sus hirsutas guedejas. La comba ampulosa de una nalga, el largo y oscuro cauce intergluteal que esconde la flor anal de los machos delirios sodomíticos, más abajo el breve cauce del sexo como la mórbida línea de las cárneas valvas de una almeja al acecho. La mano acelera su ritmo pajero, aprieta el tronco y corre/descorre su tierna piel, tenso el glande de oscuro rosado brilla en fálicos destellos, viene el estertor definitivo y saltan los chijetes de quemante semen escurriendo por la mano que era la otra mano, y ella allá se hunde en sus propios deseos oyendo los últimos gemidos de macho saciado.


martes, 7 de junio de 2016

DEJÁ VÙ


Vi tu mano en tu molusco carnívoro, en esa rosada y carnal humedad y el deseo surgió como un vaho lujurioso que subió desde tu vulva a mis instintos. Así conocí el color de tu sexo, el espesor de tus dedos y sus anillos, las pequeñas pintas de rojo en cada una de tus uñas, el matiz verdadero de tu piel más tenue, y el ralo jardín de tu enclave moluscular. Con mis dientes afilados mordí tus labios, y no los de tu boquita pintada de ese innominado rojo misterioso, sino los pétalos de la mandrágora sedienta que urge mis insomnios y mis más depravadas fantasías. Me inserté en tu rosa anegada de fiera hembra poderosa, me desdoblé dentro de ti, intenso y latiendo, me apretaste, me absorbiste, me diste tu saliva en un beso largo, muy largo, que nos llevó al orgasmo y la eyaculación en un coro de gemidos, me arrastraste a tus lujurias hasta que vertí en tu vientre el licor del macho desesperado. (Habrás sentido mis labios en tu vulva abierta como los belfos de una bestia insoportable tironeando tus vellos púbicos, mis labios apretando tus labios otros y verticales, mi lengua surcando y después mi príapo penetrando, o quizá tus dedos ninfómanos habrán reemplazado la dura introducción, el roce capturado, el ritmo del sifoneo, y llenado ese mojado vacío de la rosa abierta esperando). Te abracé luego con mis ternuras acumuladas, dibujé tu boca con mi dedo lentamente, besé tu frente con todo el amor posible y me disolví en tu crepúsculo como un nocturno pájaro extraviado. Cerré mis ojos para volver a soñarte y el león saciado comenzó a entrar en tu sueño.


lunes, 6 de junio de 2016

TARDERIA DE DESESPEROS


Vuela hembra mía, vuela, elévate, dame los registros de tus gemidos ahora que me posees y te poseo, mía entera, total, destila tus sabores y esparce tus aromas, míos, ábrete al delirio y a la locura, deja que penetre tu verticalidad voraz y la horade impenitente hasta dejarla como un mustio molusco vencido para que me sientas tu dueño macho hasta que despierten tus ternuras y me convierta en un niño macho que busca tus senos para esconderse del mundo y sean mi refugio y mi obsesión y mi duplicado paraíso perdido. Y ahí me quedaré quietecito haciéndome el dormido, escindido y ceremonioso como un furioso arcángel incestual aferrado mamando en cada uno de esos pezones de mis sueños sin necesidad de otro cielo que no sea tus carnales pliegues de hembra maternal. Yaceré abrumado por ti, cercenado por tus encantos, instantáneo y eterno a la vez, subducido por la poderosa involución de tu vulva, y te seguiré escribiendo describiendo entonces hasta arrastrarla al orgasmo, hasta penetrarla con mis voces poéticas, hasta enloquecerla y abusarla, y hurgar su entera profundidad buscando los secretos intersticios de tus goces primigenios. Estoy sobre ti rendido a mis pervertidos deseos, chorréame con tus jugos, vierte tu esencia de hembra en mi miembro y mis testículos, agriétame con un goce distinto, disuélveme más allá del borde del abismo de tu expansión vaginal. Abarco tus horas donde tu amor me desarma y desnuda, eres tan mía que ya no volverás a mirarte en los espejos sin estremecerte ante el presentimiento de que ya no te perteneces, yo te habito ahora, estoy en ti porque ciertamente te pertenezco desde mi desesperación de macho solo y con la intención de poseerte hasta el dolor que unta el goce de voluptuosa eternidad. Déjame entrar en tu rosa humedecida y beber en ella tus densas aguas nupciales, percibir su aroma incesante, y surcarla lentamente... con mi dedo... con mi nariz... con mi lengua... para entrar fálico y erguido en su entrepétalos, lento, rígido, imperiosamente punzante.


domingo, 5 de junio de 2016

ARDIENTES MEMORIAS DE AYER POR LA TARDE

“…y eso me dio valor para hacer lo que hice, perdiendo la vergüenza, el pudor y hasta los sentidos, pero quedando con una sensación casi de plenitud”. E.

Vi tu deliciosa tetamenta expuesta a mi vicio mirón, la vi escapada de tu sostén blanco y ofrecida con sentida obscenidad a mis ojos abrumados de ti, y vi la rosa roja de tu boca y tus pezones rosaditos como dos cárneos capullos a punto de florecer, vi tus manos en tus senos buscando el placer en impúdicas tocaciones, en el roce estremecedor sobre esos pechos imponentes sensibilizados por la calentura, amasándolos, apretándolos, aplastándolos, vi tu rostro con los ojos entrecerrados y tu boquita pintada entreabierta por el fuego que te consumía. Te vi escapando de la burda realidad y entrando en un sueño mágico conmigo ahí gozando esa íntima visión, sabiendo que me masturbaba por ti con la misma vehemencia, el mismo placer onanista, en esos mismos instantes. Te echaste hacía atrás en el lecho y vi un horizonte de pálidas carnes llenas, vi en lúbrica lontananza tus tetas, tu vientre, tus manos afanadas, tu cara recostada allá al fondo como en un poniente incandescente, vi las puntas de tus pezones, tus combas carnes abundantes, tus curvas corporales amplias y ampulosas, vi en primer plano el círculo de tu ombligo estremeciéndose como una breve luna sobre las claras dunas de las arenas fluctuantes de tu cuerpo estremecido, intuí tu mano invisible allá abajo en tu vulva excavando su humedad entre los pétalos de carnes vivas, y se borraron las palabras y el dialogo fue de exquisito silencio visual en su ardoroso argumento sexual. Te vi tan excitada, tan entregada a la búsqueda del goce físico, tan perdida en tu propio mundo de sensaciones que me arrastraste a tu vórtice de salvaje calentura y no pude contenerme y eyaculé ahí mismo mientras te veía contorsionarte hembra total y desatada, te sentí mi hembra en ese masturbatorio sacrificio ritual brindándome sus lujurias como un acto de entrega total y absoluta. Y te seguí azuzando después del clímax porque seguí caliente al verte a ti tan sobreexcitada aunque no sabía si escuchabas o no lo que yo te decía, viviendo esos momentos sublimes como si en ello te jugaras la vida misma, liberada en un vuelo de abrasadoras alturas intentando recuperar en el orgasmo por mano propia el tiempo y el goce perdidos. Y la tarde se fue olvidando del crepúsculo mientras tú y yo ya saciados entrábamos en una noche de plácida cercanía.


MAÑANA DEL SOÑADOR INCESTUOSO


“Me deleito con tu cuerpo rozando el mío, dormida y despierta”. M. I., 9:32, Junio 5, 2016.

“Tú vistes de colores la alborada para adornar nuestros encuentros”. Tus colores son míos. M. I., 10:30, Junio 5, 2016.

Me sueño el largo nocturno ahí donde tú sabes, entre las cálidas lunas de mi obsesión, ansioso por recibir tus mimos mañaneros, estoy ahí aferrado a tu pezón coronario oyendo tus latidos, envuelto en tu calor y ebrio de tu perfume de hembra durmiente. Te siento tan cerca y tan mía que puedo rozar tu cuerpo, lo toco, lo acaricio, lo lamo y lo muerdo encelado y avaro de esa sensación que abarca el todo de mis prohibidas lujurias postergadas. El olor de tu piel amaneciendo desata pulsiones tan antiguas que no tienen memoria. Tus pechos me abruman de incestuosas ansiedades, en ese instante sublime eres hembra madre y yo tu hijo macho. Vago extasiado por tu vulva, tu vagina, tu útero, mis besos ensalivados cercan tu abierta babosa cárnea y succionante, mi lengua se enredada en las ralas algas adheridas en el entorno de tu molusco floral, mi pene surca sin penetrar ese molusco sagrado, se unta de tu miel, se erecta en ti por ti, se densifica y se desliza vertical por tu empapado cauce. Me dejo devorar por tus bocas hambrientas, te dejo triturar mi lengua y mi falo y me disgrego en mis deseos más atávico, punzo tus hondas simetrías, develo tus instintos más oscuros, te cabalgo por la mañana que se extiende impúdica sobre tu cuerpo palpitante y en un destello de endurecida carne en húmeda carne eyaculo dentro de ti como un potro fantasma, me vierto denso lechoso caliente y ahí me quedo adormecido por los últimos quejidos de tu orgasmo, laxo y feliz sobre ti, machihembrado e impregnado, silencioso en el dulce letargo del goce consumado y en el lento oleaje de tu tranquila respiración mañanera.

Aquí y ahora, 12:30, Junio 5, 2016.


sábado, 4 de junio de 2016

DEL HOY INCENDIADO

“Paseas por mi piel tu urgencia de tenerme presa”. Viajero de mi ser. M. I., junio 4, 2016.

Ese pezón asomado en el balcón de tu escote me abre el día con su protuberante incitación, y eres la hembra de las lunas insoportables donde anido ahí entre tus pechos acurrucadito o inserto en tu delicioso molusco voraz, y quiero marcarte para mí, que te sepas poseída entera, total, y más, quiero cada poro, cada vello de tu cuerpo, cada pliegue y cada lunar, cada gota que destiles, quiero la punta más alta de tus pezones y la hondura mas profunda de tu vagina, el oculto capullo encapuchado de tu clítoris y el íntimo cauce que separa tus nalgas, para que te sientas mía hasta el dolor y el orgasmo, quiero tu lengua trazando la sonrisa de mi boca, la quiero enloqueciendo mi paladar y también mi glande, la quiero lamiendo las comarcas secretas de mi cuerpo macho, las oquedades, los surcos, los promontorios, quiero tus vellos molusculares cosquilleando mi nariz, deseo poseer tus olores axilares y el persistente sabor de tu saliva, ansío hundir mi mástil en las tormentosas aguas de tu vulva donde me empotro con lenta e incontenible vehemencia, entero, duro, viril, y te jineteo hundido en tu sexo que me absorbe en ese tráfago de húmedas carnes trabadas entre si en una cópula desesperada, y eyaculo reinando en tu molusco succionante, mi pene aúlla tu nombre en las estrujantes profundidades de tu vagina, allí chijetea su semen incandescente, jugo lava néctar, esa lechosa densidad de macho eyaculando, me vierto copioso y chorreante, tu vulva me mastica, me traga, mientras allá arriba las bocas repiten el coito encharcado en un beso abierto y abarcante, y nos abrazamos para iniciar ahora ya saciados la dulce ceremonia de las ternuras, locos de nosotros y saciados de hacer el intenso amor que nos debíamos.


DELIRIOS DEL MOLUSQUICIDA

El amor en su densidad real es carne en la carne, comunión carnal y penetrantes incrustaciones, densos y líquidos hechizos, sensaciones que socavan los pudores y derrumban los muros que reverberan en los equinoccios. Y es por eso que esa tú poderosa sexualidad es la que me tiene atrapado deliciosamente en tus garras y sin escape posible, sin punto de fuga ni impregnadas rendiciones, de una manera incomprensible todo te va haciendo cada día más deseable. He mirado tu sexo con hambre de macho, con detalle, con vehemencia, con lujuria, tu desamparado clítoris, los ralos y encantadores vellos púbicos donde puedo imaginar mis dedos rastrillándolos, tu vulva abierta para mí como la boca voraz de un irascible diosa impúdica, y cada excitación me lleva a soñarte entre furiosas incoherencias y trasnochados artificios. Me calienta imaginar ese tu sexo mojado, restregando su inspirada calentura en mi muslo como una babosa sexual que se retuerce contra mi carne viva, con nitidez demencial percibo sus lentas aguas estilando, su apriete vulval, su frote de hembra encelada. Siento en mí cuerpo violentado por tus feroces tentáculos, tus bocas paganas e impuras, tu lengua revolcándose dentro de mi boca, tu caracola desconchada extrayendo insaciable mi vertida virilidad, llena eres entonces de dulces pecados y me rompes en pedazos de fuego, en brasas que poseen el mismo matiz del misterioso rojo de tu boquita pintada, en esquirlas de fugaces metales incandescentes. En la fugacidad de ese instante sublime, elaboro con obsesiva predestinación un sueño donde te dejo saciada, tierna, temblorosa, abarcada con delicadas ternuras por mis brazos para que no despiertes del sueño donde te sueño.


LAS BESTIAS SAGRADAS

“Imaginé la primera mañana del tiempo, imaginé a mi dios confiando el mensaje a la piel viva de los jaguares, que se amarían y se engendrarían sin fin, en cavernas, en cañaverales, en islas, para que los últimos hombres lo recibieran. Imaginé esa red de tigres, ese caliente laberinto de tigres, dando horror a los prados y a los rebaños para conservar un dibujo.” La escritura de Dios, Jorge Luis Borges

Eso me encanta, arrinconarte contra tus propios instintos y lujurias, ser el observador ungido de tus deseos más íntimos, sentirte y saberte como una fiera en celo que me estremece y me calienta, que me incita y provoca para que me incinere en esa llama de tu cuerpo en eterno celo como un ya vencido macho erecto. Imagino tu sexo y rugen las ancestrales bestias que pueblan mi genética no evolutiva, quiero tus manos y labios en mi miembro, usúrpalo, gózalo, absórbelo, éntralo en ti, siente su lentísima penetración, estrújalo, cómetelo! Siento mi verga ahí chapaleando en esa delicia, siento que ya viene el goce animal, sí, viene, succiónalo hasta el vértigo! Me vierto denso y lechoso en tu hondura carnívora, eyaculo estremecido, acabo en ti mientras tú me devoras con tu molusco hirviente, te encharco de mi semen de viejo león macho, te rebalso y te inundo, te anego del vino espeso de mis últimas vendimias, un caliente brebaje sexual escurre de tu vulva hacia tu periné trazando el sendero que mi lengua sueña con recorrer. La noche es una rica locura, entre sus parpadeantes estrellas imposibles ya hemos tocado el cielo. Me salgo lento y blando, como un caracol vencido, cansado, saciado. Me inclino y beso reverente tu sexo mojado, huelo el húmedo y dulce vaho que evaporan nuestras lujurias desesperadas. Los ojos se miran susurrando un “Fue maravilloso...”. Una voz dice el salmo consumatorio: Mi cuerpo entero es tu recipiente, se llena de tu aroma, tu sudor y tus mieles (i), y sobreviene un silencio de vertiginosa cópula concluida, de carnal rosa desflorada y tierno miembro laxo, de decantado tálamo nupcial.

(i) M.I

miércoles, 1 de junio de 2016

DE TUS ALBURAS


Me invadieron las mórbidas alburas de tus pechos anidados como tibias palomas en tu impúdico escote, las mullidas blanduras de tus senos desnudos, los botones protuberantes de tus pezones en sus rugosas areolas, me invaden como un oleaje de aguas quemantes o densas lavas ardientes de esos dos volcanes lunares, y mis ojos de mirón pervertido no encontraron el sosiego embebidos en ese paisaje de pálidas carnalidades, de esos perfumados encantos de tu dulce madurez de exultante fiera ansiosa y provocativa. Habité tu cuerpo inconcluso toda la noche incandescente, seminal y excitado soñando tu generoso busto, ebrio de esa precisa imagen de mis obsesiones como un bebé aferrado a cada una de esas tetas de hembra maternal e incestuosa, sorbiendo boquiabierto tu lujuria, succionado tus deseos en cada pezón divino. Besé suavemente, escondido en el nocturno paisaje, tus ampulosas turgencias, tus sensuales suavidades, las ampulosas combas desplegadas para incitar masturbaciones y ensalivados relamidos, quise lamerlas enteras, mordisquear levemente sus cúspides punzantes, dejé que mis ojitos de gozador niño depravado las comieran a mordiscos, las mamaran a toda boca abarcadora, y te viví en un sueño tan nítido que me fui hundiendo entre tus pechos como un náufrago suicida. Dejé mi mano liberada al albur de su vicio masturbatorio mientras te iba imaginando en una perfecta desnudez de mujer amante hebra deseada, imaginé tu rosada rosa carnal abriendo y cerrando sus pétalos verticales en su hambrienta respiración carnívora, visualicé tu clítoris bajo tu dedo urgiendo su sensibilidad de breve y exquisito pene femenino, intuí tu orgasmo con tu mojada e hirviente vulva frotándose contra mi muslo, y mi mano me llevó exasperado a una apremiante eyaculación sobre tu vientre que destelló en la oscuridad como un fuego encharcado.


PENUMBRAS LUNARES


“Es como si mi alma y mi cuerpo se dislocaran y un abismo me envolviera en su negrura.” M.I.

El día se consume en sus últimas horas, el día en que has paseado por el bosque de lujuriosas vegetaciones, tu voz se ha quedado con verdes musgos en los muros de los deseos, en la soledad intranquila del cuarto, en medio de las penumbras difuminadas por la pantalla que habla de un mundo ajeno que no nos toca, ansioso te busco como un oscuro león en celo, mi mano pecadora ya soba el miembro expectante, te imagino en tu otro lugar también ansiosa y también esperando como una fiera también en celo, tus lunas iluminadas por otra luz igual de ajena, tu sexo latiendo en su delicada humedad inicial. De pronto la conexión se instala en las tenues sombras nocturnas, son tus palabras que me alcanzan y me conmueven, la conversación de nos traba en detalles irrelevantes y torpes, no enredamos es tortuosos caminos por el borde del abismo, hay un aroma de peligro de final y punto, un sabor a desengaños e incomprensiones, chapoteamos desesperados en esa ciénaga de tormento intentando evitar el naufragio, las penumbra pesan como grandes piedras de cansados granitos. Entonces juegas tu mejor carta y aparece rompiendo la noche tu escote enmarcado por un colorido y lindo vestido, las semilunas de tus pechos fulguran en su mórbido esplendor, mi verga acomete una instantánea y sensible erección, mis ojos de emborrachan de la pálida suavidad de esa piel mullida y turgente, mi mano aferra el falo inhiesto e inicia el rito masturbatorio. Sonríes, te expones coqueta y juguetona, tus manos articulan sobre tus pechos instancias excitantes, tus labios del intenso rojo misterioso sonríen incitando al pecado onanista, me provocas, me calientas, me obligas a frotar y frotar mi miembro en un frenesí de macho encendido. Tus manos cumplen con sensual sabiduría mi más alta esperanza y descorren el escote dejando florecer a mi vista insaciable tus protuberantes pezones, carnales capullos que destejen los minutos del nocturno y desarman las claves de mi vicioso voyerismo. Mi mano se acelera, un goce profundo y estremecedor acosa mi cuerpo de viejo león fálico, endurecido, erguido, punzante, mi ojos recorren sedientos tus senos blancos como lunas distantes, tus erectos pezones de grandes areolas como carnales y rosadas monedas del deseo, un súbito estertor inunda mi cuerpo inmerso en una penumbras más intima, más imperiosa, y eyaculo con los ojos cerrados imaginando que es tu mano la que me lleva a ese chorreante y denso éxtasis líquido. Abro los ojos y comprendo que no fue un sueño, ahí están aun tus hermosos pechos desnudos con sus elevados pezones orgullosos apuntando mi culpa de egoísta viajero solitario, me hundo en medio de las penumbras difuminadas laxo y saciado, avergonzado de haberte abandonado a medio camino del goce, pero sé que entenderás que tú me llevaste extasiado y ciego a esos umbrales del placer incontenible, y que más temprano que tarde te pagaré la deuda.