“¿Me amas o solo te gusta mi
cuerpo?”. C. S.
Es la instancia de tu cuerpo
desnudo, expuesto, ofrecido como detrás de un vidrio empavonado que te
fragmenta en las infinitas partículas carnales de tu piel desnuda, expuesta
ofrecida en su plenitud de hembra plena. Es la exhuberancia de tus senos
lunares, amplios y coronados, es la insistencia de tu pelo negro noche
terciopelo con la fugacidad de su beso también lunar y su alto oleaje inducido
por las mareas de tu risa. Son tus muslos pálidos, las combas de tus nalgas, la
breve circunstancia de tu sexo, el despliegue de tu desnudez detrás de un
vidrio empavonado que te dibuja en lúbricos detalles ante el extasiado
solitario que de diluye húmedo y denso en sus arduos deseos. Es la delectación
en el ascetismo, el honor y gloria del celibato instaurado, la vorágine de la
sexualidad que irrumpe en la tarde construyendo el otro crepúsculo con los
matices de tu cuerpo desnudo, expuesto, ofrecido como detrás de un vidrio
empavonado que te calca en el espejo de los diodos desesperados en sus juegos
de su rojos, verdes y azules buscando la precisa tonalidad de tu piel desnuda,
expuesta ofrecida en su plenitud de hembra plena. Es tu mano, tus dedos
impúdicos, hurgando e incitando que me abruman de ti, me abruman de tus
palomas, de tu nido, del húmedo y denso alborozo de reencontrarte en la
instancia de tu cuerpo desnudo, expuesto, ofrecido como detrás de un vidrio
empavonado que te unifica en la húmeda densidad de una íntima y vertiginosa
ceremonia final.