domingo, 30 de noviembre de 2014

IMPOSIBLE IRINA


“El pecado no es imaginar sino no atreverse a ello.”

Y fue una noche mágica en el borde mismo del deseo, pude oler tu perfume, sentir la tibieza de tu piel, tu respiración, vi tus pechos grandes y plenos con sus pequeños pezones sensibles, protuberantes, con sus claras aureolas rosadas. Vi tu cuerpo macizo, lleno, sin ningún vello, femeninamente depilado, y veía ese breve surco rosado carnal, oloroso a ti, y me entregué a ti, y me olvidé de todo, dejándome hacer lo que sentía, sin limites; busqué, exploré, toqué, besé, lamí, acaricié, entregándome entero para que tú sintieras mi rendición y te entregaras igual, y así hundirnos en esas intimas sensaciones hasta el éxtasis. Entonces comenzaba a recorrer cada milímetro de tu piel, solo para dolerme mas de mis deseos, de mis ansias, hundía mi rostro en tu cuello, me escondía allí de todo, olía tu perfume y tu sudor después de sentir la olvidada intensidad del amor imposible, no quería moverme de ahí, besaba tu oreja, jugaba con ella con mis labios y mi lengua húmeda, enredaba mis manos en tu pelo y te besaba, te besaba mucho para saciarme en tus besos, jugaba en tu boca con mi boca, en tus labios llenos de mis besos, y eras mía, toda mía. Pude abarcar tus senos con mis manos, sentir su suave consistencia, su calor y su textura, esa sensación de dulce carne blanda y perfumada. Y pude rozar tus pezones con mis labios, y luego besarlos succionarlo una y otra vez hasta sentir tus pequeños quejidos de placer. En esos momentos nada existía sino tú, todo estaba en tu cuerpo que poseía, en tus rincones y sus secretos, todo el universo estaba en tus tiernos susurros, en tu piel que vivía esos roces hasta la penetración final, esa posesión intima, absoluta, en esos instantes maravillosos en que fuimos uno. Estaba excitado, muy excitado, demasiado quizás, porque ahora sí me dolía la imposibilidad.

Desde esa ultima noche, Diciembre, 2008.


sábado, 29 de noviembre de 2014

DESESPERACIONES II


Subo embesado desde la densidad lunar de tus pies, por los tensos arcos inspirados de tus pantorrillas. Sentirás un agua espesa y ardiente que te inunda. Me vuelco rodeo acuno los duros cantos rodados de tus rodillas imaginando la impudicia de tu pudor vencido por tu exhibicionismo de ninfa multitudinaria. Percibirás un torrente burbujeante que te atrapa y te arrastra con los ojos cerrados mordiéndote los labios. Remonto por tus piernas ávido de tus muslos, me allego sátiro depravado con boca y dedos en tu entrepiernas lamiendo ensalivando tus ingles. Advertirás un vaho caliente que te abre dulce y jugosa como una fruta madura que destila su néctar al final del estío. Mi nariz va oliendo con fervor la pilosa selva triangular que converge en tu sexo, asciendo lengua en ristre por tu vulva su breve distancia humedecida hasta alcanzar el tierno capuchón de tu sensible capullo. Experimentarás un estremecimiento que te invade vibrando en ti como un orgasmo escondido. Lengüeteo solemne o desaforado de perineo a clítoris y viceversa, desatando tus quejidos susurros suspiros y grititos mientras me aferro resbalando por tu espalda. Padecerás un calor de fiebres uterinas que ruboriza tus avergonzadas mejillas y te deja temblando en una insoportable cadencia animal que acelera tus enloquecidos latidos. Acaricio las tersas combas de tus nalgas, surco digital su inquietante hendidura y dejo mi dedo hurgando delicado en el tierno asterisco escondido entre tus glúteos. Gozarás en secreto con tus piernas apretadas un espasmo masturbatorio que te llevará ebria y adormecida en su oleaje masturbatorio hasta el despeñadero feliz de la petite mort, empapada de ti misma.


DESESPERACIONES I


Sueño tocar tus manos con la levedad tierna del amor solapado, rozar la orilla sonriente de tu boca asomado al abismo de tus besos, acariciar tus labios con los míos para hallar los orígenes de tus ternuras, palpar con mi lengua tu lengua húmeda de las dulces salivas y masajear tu piel en sus recatadas comarcas, sus sensuales paisajes y sus eróticos territorios. Quiero encopar tus pechos con mis manos hambrientas de sus mullida blanduras, sobar sus turgencias, voraz y estremecido, extasiado de sus encantos, amasar esos senos que desatan urgencias de sedientas memorias atávicas, manosear tus pezones en un sensitivo juego de niño macho y sobajear esas pequeñas protuberancias hasta incrustarlas en las palmas de mis manos. Anhelo lamer despacito el borde del cuenco inquietante de tu ombligo, y seguir lamiendo por tu vientre y tu pubis, enredar mi lengua en la pilosidad salvaje de tus vellos púbicos, hurgar por tus misteriosos sabores en esa oscura mata de musgo oloroso, chupar cada uno de los pétalos de tu vulva y succionar tu clítoris hasta que nos fuguemos ebrios del éxtasis de una oralidad sexual extraviada. Deseo introducir mis dedos pervertidos en tu voracidad de hembra sagrada, abrir el surco de tu sexo e irrumpir con mi falo punzante tu flor abierta expectante en su rosada carne anegada, insertar mi miembro en una lenta ceremonia en ese vórtice de goces salvajes y entrar en ti victorioso con mi verga inhiesta desgarrando tus últimos suspiros. Ansío penetrar bestial y violento en el centro de tus vergencias de dama seducida, engarzar el glande como en un rito de desfloración consentida, verter derramar en tu cauce vaginal mi semen desbordado, e impregnar tus sentidos de esa densa leche seminal hasta que escurra hacia tus ingles como una lenta lava saciada.


LALYTA


“Me hace vivir leer tus escritos... mi querido escarabajo”. Lalyta

Así me gustas, caliente, atrevida, calentona. Tengo unas ganas de chupar esos pezoncitos, de pasarte mi lengua por tu mariposa ardiente, de sentir tus labios en mi verga parada y anhelante, y tu lengua hurgando en mi ano sensible, como un breve y ambiguo falito tierno que quiere penetrarme, y después penetrarte lentamente, ir suavemente introduciendo mi verga tiesa en tu vulvita mojada. Te imagino caliente y me caliento, como una desesperante reacción en cadena, me gustaría verte cuando te acaricias, ver tus (mis) manos recorriendo tu cuerpo, atrapando esos pechos pálidos con sus pezones rosaditos, hurgando suavemente en la carnal mariposa húmeda, tu dedo jugueteando con tu clítoris, buscando ese exasperante orgasmo que te hunde en las voluptuosas pulsaciones de todo tu cuerpo, me gustaría estar ahí mirándote mientras acaricio mi miembro hasta que entregue su jugo caliente como una lava densa y lechosa. Siempre estoy pensando en ti, en tus manos tibiecitas acariciándome por todos lados, tu boca buscándome, encontrándome, besando, lamiendo, succionando, mis labios en tu flor abierta, ardiente, escondida y anhelante, en tus pechos deliciosos con sus pezones paraditos esperándome. Me fascina compartir contigo estas pequeñas perversiones, las imágenes se cargan de un intenso erotismo cuando sé que las verás o ya las has visto, me siento un consumado y feliz pervertido pervirtiéndote. Mientras te escribo he vuelto a ver tus fotografías enviciado, se ven tan ricas esas tetas grandes con sus pezones ricos, créeme que casi acabo mirándote, ah! que sensación más tentadora estoy sintiendo en mi verga…

2002 - 2004


viernes, 28 de noviembre de 2014

INQUIETA PALOMA HABITADA


“Poeta de mis adentros, ¿que haces, a quien besas o para quien son tus piropos y versos?”. Casandra.

Vivo como un tierno parásito en tus adentros, en tus turgencias invertidas, en las raíces de tu pilosidad púbica, como un líquido sexual fluyendo sumergido en la sangre caliente que recorre tus arterias irrigando de deseos tu cuerpo ansioso, brotando por tus poros como el sudor que exhala tus aromas o en tu vulva anhelante como los sabores de tus lujurias. Soy tu niño bebé dormido en tu vientre inundado de ti, esperando tu voluntad de hembra deseada para ir a beber tus ternuras en los pezones inhiestos de tus pechos grandes y tibios. Permanezco genital quieto incubado entre tus adentros por la savia virginal de tu saliva, respirándote, mordiendo tus carnes voluptuosas, incitando tus vísceras con lascivos suspiros quejidos susurros. Palpito estremecido con tus latidos retumbando en las húmedas cavidades de tus carnales soledades, mecido por el insinuante movimiento de tus caderas cuando caminas desnuda arrastrada por tumultuosos antojos de penetraciones y orgasmos. Desde tus adentros socavo y desarmo tus ardores, sensual, apasionado, libertino, te punzo insertado en tu útero, huelo las fragancias inquietantes de tus axilas y de tus ingles, cristalizo erecto en las bilis más íntimas de tus insomnios y de tus horas en celo. Te poseo macho desde tus mismas entrañas, te penetro inverso haciendo crujir tus médulas, me derramo desde el adentro de tu palpitante vagina anegándola de mi semen, inseminándote como en un lúbrico sueño de secretas idolatrías. Y seguiré ahí en ti habitándote más allá de estas regiones efímeras del desasosiego, seguiré incrustado en tus adentros hasta que los vientos del tiempo se lleven las últimas cenizas de tus huesos.


jueves, 27 de noviembre de 2014

YO PECADOR


“Quia peccavi nimis cogitatione, verbo et opere; mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa”. Confiteor.

Acuérdate de este pecador cuando enjabones tu cuerpo aun semi dormido en las mañanas de las sábanas vacías, de mi saliva ardiendo en tus poros desiertos, de mis manos sobre tus nalgas soberanas, en las curvas inquietantes de tu espalda, en tus pechos misteriosos negados ocultos prohibidos, entre tus muslos sobajeando esa convexa suavidad voluptuosa, insertadas hambrientas en tus ingles, sobando tu vientre tu pubis y surcando tu vulva abierta en su densa vertiente. Acuérdate de este pecador en tus turbiedades y en tus desamparos, y en los escasos orgasmos que te inflinges durante tus esquivos ardores. Que cuando el agua tibia escurra por las sinuosidades y ondulaciones de tu mórbida carnalidad desnuda tus manos encuentren los áureos senderos que dejaron las mías y te sumerjas en las oscuras y pervertidas aguas de este pecador sin perdón por los siglos de los siglos. Acuérdate del atardecer de menta y limón, de las primeras luces marinas del romántico crepúsculo, del alto nocturno de las fieras y la cópula, de mi boca en tu boca, de mi sexo en tu sexo, pecadores desvergonzados en la gracia de impuros deseos. Yo, pecador, me confieso adicto a tu piel tus sudores y tus sabores, admito que he pecado enviciado de sucios pensamientos, soeces palabras y algunas tardes he gozado de los mágicos deleites de mi miembro insaciable en tu jugosa flor abierta, por mi lujuria, por mi depravación, por mi incontenible e insaciada sexualidad de macho niño solitario. Acuérdate de este pecador cuando en la infinita soledad que te acosa te muerdas los dedos suspirando (i).

(i) “Te apreció mucho pero el sexo me tiene colapsada”. La Condesa Inconclusa.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

SICOTICA


Te borraste, desapareciste, te hiciste transparente inubicable ni siquiera difusa, ah! maldita hembra deseada, me encantan tus furias, me excitan, me hacen sentir un dolor intenso, oscuro, terrible, como sal en una herida recién abierta, me gustan tus furias de reina mala, de hembra apasionada, de arpía sangrienta, porque me hacen desearte más aun, con deseos violentos, con ansias pervertidas, con oscuros desasosiegos y lujuriosas excitaciones. Mordería tu oreja hasta que grites, te besaría con un amor salvaje para hacer sangrar tus labios y beber así tu odio en su destilado más puro, me incitas a pecar en ti y por ti, a buscar la soberbia de poseerte, a ver en tus ojos las maldiciones que tu embrujo harán caer sobre mis sombras, me excita saberte enrabiada por mí, buscando dentro de tu amor furioso y posesivo los afilados estiletes del odio, me da miedo también, un miedo inevitable a perderte, a no volver a saber de ti, ni escuchar tu voz, ni leer tus celos de reina imposible, a quedarme para siempre solo con tus pocos retratos, mirándolos una y otra vez con la amargura del que todo lo tuvo y todo lo perdió. Tengo terror a que desaparezcas de mi vida, a que el nombre de tu ciudad de tu barrio de tu calle ya no signifiquen nada para mí, a que mañana despierte y me dé cuenta de que todo fue un sueño de sexo tras cristal, de vehemencias manuales y digitales, que tú nunca exististe, y que todo volverá a ser como antes, antes de ti, cuando tascaba mi soledad sin esperanza de encontrar una excitante ninfomaníaca perturbada que reinara sobre mi.

2008

martes, 25 de noviembre de 2014

SEDIENTOS


Para la Beth de un pasado perfecto.

Como un fulgor de fugaz tibieza tus dedos alegres abrieron el telón y entre el blanco abierto de tu blusa vi tu piel soñada y turgente, vi el valle suave y perfumado que separa tus pechos plenos y reviví los deseos ardientes de tantos sueños e insomnios desde aquel atardecer nuestro, reviví mis manos allí acariciando, mi boca besándolos suavemente, mi lengua lamiendo sus puntitas, y hundí mi nariz entre ellos y los apreté con mis labios y los tome con mis manos y acerqué sus pezones para saciarme en ellos. Eso y más viví y reviví durante la instantánea visión de tus senos soñados. Y sentí sed de ti, de la saliva de tus besos y del néctar de tu vulva, y supe que mi sed te hacía también sedienta porque mis estremecimientos te alcanzarán estés donde estés en tiempo y distancia. Disfruta la sed tanto como saciarla, siente tus pechos latiendo en secreto, tus pezones punzando sensibles y erectos, tu sexo húmedo abriéndose como un capullo, tu clítoris surgiendo entre sus pétalos, tu boca entreabierta, sedienta y voraz, tu lengua asomando, carnal y obscena, tu mano buscando entre tus vellos púbicos, hurgando con la desesperación de la sed, esa sed que declaran tus mejillas sonrosadas, esa sed que rompe la juntura de tus muslos, esa sed que urge un falo penetrando, esa sed que mueve tus caderas, esa sed que te hace lamer tus dedos y llevarlos hacia tu botón oculto y juegan con el desafiando los deseos hasta que el orgasmo esperado llegue y sacie esa sed de goce total, esa, nuestra sed.

2004


LOS COLORES DEL DESEO


Para Lizbeth, inolvidable.

Quedé lánguido y feliz entre el rojo y el negro y tu piel y el azul que todo esconde y el mullido vello de tu pubis y la flor carnal de tu sexo y tus manos abriendo sus alas para que vuele hacia el placer entre el rojo sobre tus pechos llenos entre el negro breve de la paloma oculta y todo el azul que niega. Y vi y goce de tus senos llenos de su dorada piel escondida en el body blanco fulgente bajo mullida bata verde. Y fui esclavo voyerista de ese pequeño colaless rojo que ocultaba el triangulo oscuro de tu sexo. Y bebieron mis ojos la intensidad de tus eróticos pezones oscuros, círculos mágicos que encienden los sueños y erectan y duelen en su imposible cercanía. Y en una orgiástica y soñada visión pude ver la selva púbica, tibia y olorosa, de tu sexo irrumpiendo bajo el rojo rojo y tu mano allí buscando hurgando desesperando de la locura y las ansias. Y me hundí en mis propias sensaciones excitado entre tu piel y el blanco perlado y tus pardos pezones y en ellos tus manos y entre el rojo breve y el verde púdico y tu sexo urgido y sus vellos púbicos y tu mano ahí acariciando palpando afanando en el mismo rito solitario en el que mi mano en mi verga erecta como si fuera tu mano te buscaba. Y quedaste eterna fijada en las acuarelas de mis deseos con el rojo y el negro, el azul que todo esconde y el rojo sobre tus pechos, con el negro breve y el azul que niega, con el blanco fulgente y el mullido verde, con el rojo que oculta, el rojo rojo y el blanco perlado, con el pardo de tus pezones, el rojo breve y el verde púdico, siempre deseada buscada perseguida como una misteriosa mariposa multicolor.

2004-2006


lunes, 24 de noviembre de 2014

LAS COLINAS DE LOS SUEÑOS I


Para Rebeca de ese año de Reisefieber.

Fue el año que vivimos el otoño juntos bajo los nogales, entre el esplendor de los ocres sagrados. La tentación fue la fugaz imagen de su escote, la sensación de unos abrazos de despedida entre asustados y viciosos, y ciertos roces corporales en las mañanas de los domingos aquellos. Eran solo besitos en la mejilla, suaves, tiernuchos, de un tímido edipiano, un poquito húmedos y apegaditos, por ahí entremedio, respirando ese perfume y sintiendo la blanda suavidad de esas tibias colinas punzando, dejándome rodar cuesta abajo y volviendo a subir a las erectas cúspides, y una cosa llevó a la otra y un día inolvidable una de sus manos fue abriendo más y más ese escote sin hacer florecer nunca los pechos negados. Esa pérdida, que es algo que llevo siempre como la maldición de un pecado no cometido, me obligó a imaginar, a buscar la imagen del único escote que le vi, a buscar en la memoria ese roce, a recordar sus eróticos volúmenes, a sensualizar en mis lujurias evanescentes los pezones que alguna vez me describió como chiquitos y no muy oscuros. A rememorar enviciado por años esa sensación de clandestinidad, de curiosidad insana, de imaginadas perversiones, esas huinchas que oprimen más y más porque están que se cortan, esa intensa premonición de que algo distinto sucederá en algún momento, ese juego erótico de las despedida, que muestran y ocultan a la vez, ese escote grabado en la piedra dura de la memoria. Fue el año tormentoso de esos juegos de adultos ansiosos, atrapados en ese túnel de deseos que sabíamos tenía una sola salida, esa tensión que nos obligaba a apurar sucesos inevitables.

2003


LAS COLINAS DE LOS SUEÑOS II


Para Rebeca de ese año de Reisefieber.

Eran cariñitos arrastrados, una secuencia continua de movimientos durante un largo abrazo. Se iniciaban con alguna motivación previa al abrazo, como la visión de su escote o unas miradas que iban más allá de la amistad, luego una vez iniciado el abrazo mismo, comenzábamos una serie de suaves refregones y leves movimientos ondulatorios, buscando el acople y roce total de ambos cuerpos, esta fase era muy motivante ya que podíamos sentir todas la protuberancias corporales del otro, lo que aumentaba la intensidad del abrazo. En algún momento del final de esta etapa lográbamos la posición que nos hacía sentir más nítidamente esas elevaciones, turgencias y concavidades, podíamos reconocer claramente a que parte del cuerpo correspondían, y acomodábamos sutiles los cuerpos a esa condición de máximo calce y máxima sensación, entonces entrábamos en la ultima fase, de intensos pero suaves restregones, de corto desplazamiento, para disfrutar con total dedicación y plena sensualidad consentida sin palabras el cuerpo apegado en un desparpajo cómplice. Compartíamos mudos la mutua excitación dejando el tiempo detenido, enredado entre los arbustos de ligustrinas o cristalizado en el vuelo de las golondrinas. Todo esto sucedía en un silencio donde solo se escuchaban las cada vez más aceleradas respiraciones. El término de los cariños, del abrazo, se producía de mutuo acuerdo pero siempre con una lentitud desesperante como si estuviéramos fusionados a fuego, empalmados con una dulce procacidad, adheridos al otro por un denso mucílago que parecía provenir del quieto ámbito vegetal circundante. Nos separábamos callados, sonrientes, quizá algo avergonzados de que el otro se diera cuenta que (ambos) deseábamos continuar en esa ceremonia siempre inconclusa.

2003


LAS COLINAS DE LOS SUEÑOS III


Para Rebeca de ese año de Reisefieber.

Eran besos en las mejillas, como tímidos, temerosos, contenidos, sin el desparpajo de los amantes o la ternura de los amigos, contenían las magias de los deseos ocultos, prohibidos, implícitos en el abrazo apretado que los soportaba, en los roces en las mejillas, en los refregoncitos sensuales, con manos que recorrían con sutil delicadeza topografías ansiosas, sin cruzar los límites de una amistad desbordada. Yo me soñaba ahí entremedio, gratamente sofocado entre esos imponentes pechos, hundido mi rostro en esa blandura tierna y erótica que me hacía fluir la sangre como un torrente abrumador, tensar los músculos, acelerar la respiración, crispar las manos, sensibilizar la piel, latir las aletas de la nariz, y a ella sudar envuelta en tu propio calor, humedecer sus rincones oscuros y anhelantes, erectar sus pezones hasta la orilla misma del dolor. Sin decir palabras íbamos imaginando jugueteos, caricias coquetas, cosquillitas eróticas, excitaciones y autoexcitaciones, voyerismo y exhibicionismo, unas masturbaciones leves sin final, unos chupeteaditas varias por diversos lugares, lamidos sensuales, largos, lentos, húmedos. Yo me dejaba naufragar en esas grandes, globosas, túrgidas, perfumadas, pálidas, suaves y mórbidas colinas como en un sueño freudiano, un erótico sueño del niño-hombre, una fantasía vivida una y otra vez en las soledades del adolescente y también en las del adulto inconcluso, y esos sensibles botones oscuros se tatuaban en mi pecho sin alcanzar a cicatrizar. A veces solíamos hablar del tema, pero de lejos, como si no fuéramos nosotros los que habitábamos cada domingo esas horas de deseos, de intensidad sensual, de vegetal sexualidad.

2003


LAS COLINAS DE LOS SUEÑOS IV


Para Rebeca de esos años de Reisefieber.

Era un lugar vegetal y quieto, ya nuestro, alto de pájaros y nogales. Lugar de mañanas calidas donde su piel perfumada y pálida cumplía mis mejores presagios. Lugar donde su excitante escote no me ocultaba la esperada visión del sensual surco entre sus pechos. Y yo jugaba a no mirarlos como si ella no supieras que en ellos mi mirada se perdía en su bifurcado horizonte palpitante, y mi silencio no era melancolía ni tristeza sino una pequeña perversión vertiginosa que recorría mi cuerpo para brotar en una escondida erección. Mañanas tranquilas que iban sucediendo a nuestro antojo en tibia y tierna amistad, desgranándose en intensas cercanías. Y para colmar cada soleada mañana soñada, ya al medio día, el abrazo final, repetido descaradamente; su cuerpo atrapado entre mis manos ávidas pero contenidas, sus mejillas restregándose con sensualidad y desparpajo en mi barba, y esas insinuantes miradas frente a frente, donde estamos tan cerca que los ojos se reflejaban en los ojos convergiendo tumultuosas en esos dos besos furtivos, siempre en las mejillas, cada vez más cerca de los labios. Era un lugar mágico, preludio de aquel día venidero en que habríamos de cumplir con nuestras ansias, allí todavía éramos solo unos niños asustados ante el deseado, inevitable, y cercano pecado. Fue tiempo después que vivimos el cálido invierno de la consumación lejos de los nogales, y hubo mucha ternura, cariño, cercanía, entrega, y también pasión abierta, declarada. Me gusto besar sus pezones de niña, chiquitos y rosaditos, esquivos, me gustó sentir sus muy suaves manos recorriendo mi cuerpo hasta en mis más ocultos, íntimos y sensibles rincones, me gustó escuchar sus gemidos de placer mientras mi lengua jugaba desordenada en su mariposa oscura y húmeda, me gustó sentir en mi miembro sus labios aun tímidos, me gustó esa gozosa desesperación del clímax compartido, en fin, se cumplieron las premoniciones tal cual se soñaron entre el esplendor de los ocres sagrados.

2003-2005


LA DORMIDA BARONESA INVENCIBLE


Ese leve estremecimiento de tu cuerpo que te viene cuando suspiras en tu lecho al entrar en el sueño, es el oleaje de mi último beso nocturno que abarca tu boca entera, que se derrama en salivas y labios mordidos, que viaja hacia ti buscando la soñada tibieza de tus pechos, porque siempre estoy cerca de ti, tan cerca que siento, sin tocarte, la tibia reverberación de tu cuerpo, y escucho la música atávica de los latidos de tu corazón enclaustrado y el leve susurro de tus pestañas cuando entrecierras los ojos al pensarme. No olvides que siempre te miro, escondido, refrenando el deseo que me consume, yo ahí donde estés mirándote, oculto a todos, clandestino, sigiloso, y es que tú me llamas a tu cercanía cada vez que me piensas con la suficiente intensidad, y desde mi guarida mis ojos te recorren entera, complaciendo el sueño de mis manos, de mis labios, de mi piel, brasa en tu terciopelo. Y sigo rememorando tu voz en aquel café de aquella tarde, tus ojos ansiosos censurados en sus deseos por los pudores que te enjaulan, tus manos pálidas jugando con la cercanía del crepúsculo donde reinas sobre mis pasiones ocultas. El fuego con el que te escribo es el que tu enciendes en mi ardiente imaginación, pues solo ahí te poseo y te acaricio, ahí eres mía y yo tu dueño, ahí puedo dejar salir esta lava encendida que borbotea en mis instintos como un volcán que pulsa por romper su corteza tutelar y estallar en llamas invocantes y ardientes cenizas. Vivo en paciencia, obsesión y pasión, todo por romper tus puertas y entrar en tus visiones y fantasías, abrirlas de golpe, derrumbarlas para que surjas como una voluptuosa mariposa del capullo que la atrapa. Maravilloso seria saber al desarmarse la noche que estoy logrando inquietarte y que la roja flor de hoy aferrada a la suavidad de tu pelo es la bandera que me avisa tu retorno.

2006-2014

domingo, 23 de noviembre de 2014

ENCASTILLADA


Sé que haces como si no existieran las luces de los barcos imaginarios en tu ventana que da al mar nocturno, que me niegas, me difuminas y me ausentas, como que no has sentido mis manos dedos labios lengua y más, en la convergencia sexual de tus piernas, como que eso de los felinos fue algo soñado en los ardores repetitivos de tus insomnios, que solo imaginaste mi cuerpo tendido desnudo acosado por tus manos incesantes sobre las pieles fragmentadas sobando manipulando apretando masturbando mi miembro rendido a tus magias manuales, que nunca estuviste florecida entre quejidos y estremecimientos orgásmicos mientras mí yo jardinero desataba las larvas de tus lujurias y las convertía en salvajes mariposas que echaba a volar en medio de la algarabía silenciosa de tu orgasmo y te mordías los labios para no decir lo que sentías en tu sexo enjugado en mi boca voraz. Sé que vives con las manos congeladas para evitar tocarte por los paisajes en que fui explorador vicioso, que empañas el espejo para no ver tus manchitas desperdigadas por tus muslos y volver a sentir mis dedos en sus recuentos rituales. Sé que huyes por la ausencia, los brevísimos mensajes, el juego del aquí no allá y viceversa, que miras mis palabras evitando su sentido, que las declaras indescifrables o prohibidas, que haces cosas para que yo no exista en ti como un intenso fuego quieto y punzante, sabiendo que sí permanezco enquistado en las vigencias de tus más oscuras sensaciones como el pervertido demonio que tú dejaste por voluntad, curiosidad o deseos penetrar en las alturas inexpugnables de tu castillo.


sábado, 22 de noviembre de 2014

BARROCA POETICA SEXUAL


Polinizaré la flor abierta de tu vulva como un insecto macho potro insaciable, abriré sus pétalos con la demencia de un escarabajo atrapado en tus embriagantes licores destilados en las sombras del nocturno en vela, ascenderé las dunas tibias de tus pechos hasta beber tus instintos más oscuros en tu pezones protuberantes como un niño macho potro sediento de ti, yaceré dormido sobre la tentación voluptuosa y pecadora de las suaves combas deliciosas de tus glúteos, me volcaré suicida perturbado por las sinuosidades de tus caderas, me escurriré temblando de lujurias pérdidas por el canalillo de tu escote y también por el que separa tus nalgas y oculta la tímida flor de mis delirios. Dejaré la marca de mi lengua lasciva en los carnales goznes de tus rodillas, de tus codos, de tus axilas, en esos velados territorios vírgenes de macho para elevarme por tus otros sueños, para desfallecer en tus otros aromas, en las ciénagas de tus misterios, en la perplejidad de poseerte flagrante surcando todos tus cauces posibles. Me simularé gusano, caracol, lobo macho, potro erecto, para así aniquilar los desasosiegos que burbujean en tus arterias haciendo crujir tu corazón hembra y volver por tus venas como un agua saciada sin origen ni vertiente. Destruiré socavando las turbias reminiscencias de otras penetraciones, de lamidos muertos y bocas resecas que no tocaron tus emblemas ni abarcaron tus rugidos de esfinge en los vientos de los desiertos sumarios. Finalmente, habrá un otoño deshojado en que mi saliva escribirá en tu vientre los lúbricos salmos que preceden la cópula, y me hundiré en tu cuerpo imposible a morir de goces sarracenos mientras derramo mi denso semen consagrado en las herejes honduras de tu vientre.


VIRTUALIDAD


Para cierta Alicia olvidada.

Te acecho transparente desde la irrealidad, sigo enviciado mirando la imagen de tu rostro, siento la imposibilidad como un infierno que incinera mis ojos y mis huesos. Me gustaría tocarte, oler tu perfume, y quedarnos abrazados en silencio solo sintiendo la cercanía física y espiritual, mas ahora que sé como es tu cuerpo y mis manos se duelen de ti, de acariciarte suavemente, entera, con toda mi ternura, dibujar tu cuerpo con esa ternura viva del deseo para encenderte y hacer surgir de ti la hembra sola, sentir tu estremecimiento cuando toque un rincón sensible, suavemente, y besarte en ese rincón, y tocar con la punta de mi lengua ese punto preciso donde se acumulan tus lujurias, solo con la punta de mi lengua húmeda, ardiendo en tu fuego, y punzar levemente ese punto, solo darte la pervertida ternura de mi boca, explorando tu cuerpo para saber donde están los intersticios por donde entraré a saciarte de amor y sexo, y ternuras y cariños, de cercanías y de intensidades, hasta romper el cristal que te encierra y liberarte, que vueles, que dejes de ser y te vuelvas a encontrar a ti misma, solo entonces te poseeré y penetraré en ti, en tus secretos, en tus baúles oscuros, en tu alma desnuda, y solo ahí serás mía como no has sido de nadie nunca… un día te poseeré totalmente y tu lo sentirás, sabrás que en ese instante ya no te perteneces, un día, sí, un día habrá en que la imposibilidad no importe, mientras tanto piénsame, suéñame, quiero que esta noche seas por primera vez infiel y me dejes estar en ti.

2008


viernes, 21 de noviembre de 2014

CERCANDO A REBECA


Es la excitación física casi instantánea, por el roce, la vista del cuerpo desnudo, los besos, las caricias intimas, para paladear cada instante con sensual fruición; besos largos con las lenguas recorriendo labios y jugando entre ellas, caricias largas y pausadas en todo, repito, todo el cuerpo, con las manos abiertas y con suavidad, acercándose tímidamente a los lugares más escondidos y erógenos, pezones, tetillas, cuellos, orejas, ombligos, manos, dedos, entrepiernas, ingles, nalgas, vulva, pene, como jugando a que llegan pero se van, generando un ansiedad por seguir sintiendo ese tacto obsceno, después permaneciendo en algún lugar en especial por un largo rato, agotando la capacidad de sentir en ese punto, e iniciando el mismo juego en otro más inesperado, o las yemas de los dedos van y vienen como buscando lugares distintos, a todo esto los labios y la lengua están jugando a lo mismo pero en otros puntos erógenos, abusando de la sensación de humedad y calor, de la succión y del lamido, por ahí ya se llega a la masturbación mutua o a la dedicada a cada uno individualmente, primero con la mano y los dedos, después la boca y la lengua, primero en el pene o la vulva, después un corto y húmedo recorrido hacia un tímido sexo anal, allí la lengua humedece y prepara la presencia de un dedo curioso y suave, para ir viendo la reacción y quedarse hasta ahí o seguir, de por medio hay un masaje en toda la piel, o de piel con piel, o ella lo monta a él por atrás refregando su Monte de Venus y su vulva mojada en su coxis, y los senos con sus pezones erectos rozando eróticamente la espalda, en estos momentos ambos ya deberían estar cercanos al clímax, si es que ella no logró aún un orgasmo anticipado, y si hay tiempo, se inicia el juego de pasar el falo por entre los labios de la vulva sin penetrar solo escurriéndose, surcando, jugando a que entra y no entra, y un frotamiento del pene endurecido apretado contra el Monte de Venus, y entonces, en un movimiento súbito el miembro resbala hacia abajo y viene la penetración, lenta e intensa, con movimientos de las pelvis que van en un in crecendo más y más violento hasta coincidir en los destellos sublimes de la eyaculación y el orgasmo.

Circa 2004.

jueves, 20 de noviembre de 2014

LA BARONESA IMPOSIBLE


Me voy alejando de tu piel soñándome dueño y señor de esos suaves y mullidos dominios carnales estarcidos por los años sucedidos en una intensa cercanía que más de una vez rozó imaginadas infidelidades imposibles. Me llevo los artilugios y los malabarismos de la seducción derrotada por tus pudores, miedos o sublime integridad de dama contenida, de lejana esfinge o transparente espejismo. He vivido peregrinando sigiloso y atento por la espesura del tiempo siguiendo tus últimas huellas, tu perfume atrapado en la vegetación exuberante de mi memoria, intuyendo tu piel que reverbera bajo el tibio sol de este lado de la realidad. He entrado en mi laberinto de deseos y sueños, de fantasías y ansias desatadas y ahí te he perseguido en una cacería que ya sé inútil, pero la bestia en celo que me habita no lo sabía y rastreó ensimismado tus palabras como si la primavera tuviera el poder de devolverte a esa cercanía secreta donde ambos nos soñamos como si no supiéramos de este destino inevitable de nunca poseernos. Me pregunto si acaso hay pecado de infidelidad en los juegos de dos amantes que solo se tocan, se miran, sin consumar sus deseos hasta el fin, sin desatar las ansias, sin romper nunca el cristal de la torpe realidad, si acaso hay pecado en unas manos que hurgan con delicada suavidad en la penumbra, donde los rostros se confunden, perdiéndose en una dimensión deliberada donde las voces viven la ilusión de un día distinto. Me voy alejando de tu piel ebrio de derrotas e infructuosos asedios de falsas ilusiones, pero sabes que volveré, como siempre, a la misma esquina de los versos compartidos a esperarte oculto en las sombras de una amistad socavada por los deseos impuros de besarte una tarde en un parque y recitar en susurros los otros versos aun no escritos.

2005-2014


miércoles, 19 de noviembre de 2014

ISIDORA INSOMNE

Te busco y rebusco en las noches, en los vericuetos de los sueños, en los rincones del deseo, en las imágenes que me vienen una y otra vez como un oleaje de aguas tibias donde se sumerge mi cuerpo estremecido, donde se hunden mis anhelos en busca de los sabores y sudores de tu piel, del perfume de tus ansias, de las ardientes arenas de las suaves dunas donde va a elevarse mi sexo desesperado. Penetramos en las oscuridades del otro, sentimos el calor de los insomnios, la excitación de la piel que busca otra piel, la sensibilidad de los cuerpos que se revuelven en el lecho imaginando, soñando, sintiendo sin sentir, acariciando sin tocar, devorados por las pasiones más intensas pero también las más escondidas, y mis manos al fin te tocan, y mis labios te besan, mi cuerpo se entrega a la cercanía del tuyo y puedo sentir tu íntima humedad y tú mi erecta pasión, solo ahí, cada noche, en el borde mismo del sueño, en ese lugar de delirio secreto donde somos y vivimos lo que deseamos. Acaricio tu pelo, tu rostro encendido, recorro el borde de tus labios entreabiertos dibujándolos para siempre en mi memoria, toco con pudoroso temor tus pechos, deslizo con suavidad mi mano por tu vientre y tu pubis en una lenta e intensa ceremonia, baja ardiente e impúdica por tus muslos y retorna explorando, buscando, asediando, cumpliendo el sueño de numerosos insomnios, tu respiración delata tu ansiedad, tu pasión contenida, tu cercana rendición, a lo lejos, entre el entramado del bosque vemos anhelantes el primer resplandor de la luna mientras continúo haciendo que tu mente salga a vagar aun asustada por los instintos, que sientas como arden tus sabanas cuando piensas en estas palabras que te queman. Acecho tus sueños como un cazador en las sombras, a la espera de que caigas rendida, entregada, como dormida en mis brazos. Día vendrá en que el fuego de mis sueños te alcance.

Enero, 2006.

CARTA A UNA REINA DESDE SU ARDIENTE INSOMNIO


Para S. antigua soberana de Todos los Sueños.

Te escribo Reina desde el rincón mas oculto de tu propio insomnio, desde la penumbra de tus sueños secretos, desde la honda caverna de tus instintos. Porque solo ahí existo Reina, solo en tus sueños, de noche, al borde del lecho de fuego donde la madrugada te encuentra despierta buscando en tus memorias una imagen, un roce, un latido cercano que te acurruque en ternura y en pasión, en dulces murmullos y en sofocados grititos, en ardientes caricias y en eróticos abrazos, piel contra piel, carne en la carne, sudores que se comparten en la oscuridad húmeda, olorosa de sexo desatado, voces arrulladoras que abren las puertas y los cuerpos, desnudos, ansiosos, y entonces soy en tu sueño el que buscas, y te entregas rendida, anhelante, y en la espesura de la selva de tus instintos soy león y macho, soy gesto y fuerza, soy tierno y vibrante, a tu gusto, a tu placer, a tu modo, como el mismo sueño que en ti soy. Voy hacia ti Reina de los Cinco Sentidos siguiendo el rastro de tus deseos y de pronto entro en tu lecho tibio, percibo el erótico olor mezcla de tu piel y tu perfume, te quedas quieta como reconociendo mi cercanía mientras me acurruco a tu lado para sentir la tibieza de tu cuerpo solo cubierto con una camisola que apenas te cubre hasta la mariposa oscura de tu pubis, con suavidad te abrazo y te beso en la oscuridad del cuarto, respondes a mis besos con avidez de Reina deseosa, y nos besamos y abrazamos cada vez más fuerte, con más intensidad, casi con desesperación, mis manos han encontrado tus pechos de niña y los cubren como copas ardientes, siento en la palma de mis manos tus pezones duros punzando y mi verga comienza a erectarse allí abajo punzando tus piernas, y por ese roce sexual te das cuenta de que estoy desnudo, un estremecimiento sacude tu cuerpo y tu lengua se mueve dentro de mi boca invitando a la pasión y al desenfreno, siento que tus manos van bajando por mi cuerpo acariciantes y curiosas, nuestras bocas juegan desesperadas, se entrecruzan las lenguas, los labios muerden humedecidos y excitados, con mis manos aprieto tus pezones por encima de la camisola, tus manos han llegado a mi vellos púbicos y los revuelven con ansias, de pronto siento tu mano que a encontrado la tensa columna de mis deseo y la aprieta haciéndola endurecer al máximo. Entonces Reina de los Secretos Deseos, deseada hasta las furias y el desasosiego nocturno, sentí tu mano tomando el endurecido falo con deseos incontrolados, apretándolo, urgiéndolo a dejar salir su miel sexual, pero me contuve, y bajé mi boca a tus pechos anhelantes y mis labios apresaron tiernamente uno de tus pezones ya erguidos, y lo succioné ávido como un niño y caliente como un macho cabrio, escuché tus quejidos de placer y tu mano apretó más aun el tallo viril bajando su cubierta de piel suave y dejando su glande al descubierto, rojo, brillante, túrgido, mi mano inicio la búsqueda de tu húmeda mariposa oscura y bajó por tu vientre hasta encontrar el sendero de tu ombligo y fue más allá, hasta la jungla de tu pubis, mis dedos hurgaron esa selva de vellos perfumados, esa tierna piel de los labios verticales, ese capullo rosado y carnal que escondía tu clítoris erguido y sensible, y así fue que nuestras manos suplieron la imposible penetración a pesar de la infranqueable distancia.

Agosto, 2005.

ASOMADOS


Vistes una impúdica blusa negra de tul transparente con un remarcado estampado laberíntico de líneas blancas y negras, y nada más. Yo con una camisa clara de líneas verticales, y nada más. Ahí estamos como amigos paraguayos en la ventana asomados mirando el atardecer y los barquitos imaginarios que ya encienden sus pequeñas y lejanas lucecitas de mentira. Allí en el altísimo castillo desde donde se veía el mar y las luces lejos de los barcos a la gira en la rada de un mar que iba perdiendo su horizonte acaecido por la noche, y yo te besaba por detrás de tu cuello y tú te reías nerviosa (i). En ese ilusorio crepúsculo marino te voy tatuando el eterno beso por detrás de tu cuello mirando los barcos en sus luces, tu cuerpo inquieto apegadito al mío, mi lengua en tu orejita buscando su lóbulo entre tu pelo revuelto (i). Y por dentro el morbo de lo arriesgado, lo prohibido; ambos desnudos de la cintura hacia abajo, yo por atrás tuyo rozando sensual e incitante mi miembro a medio erguir en tus nalgas deliciosas, tú te mueves desvergonzada, lenta e insinuante hacía atrás en breves círculos para aumentar el roce y la presión fálica en un juego de lúdicas provocaciones. Lucecitas de colores se descolgaban brillantes de las ventanas de enfrente, mas lejos un navío fantasma atracado en un puerto invisible titilaba (i) con sus luces ancladas. Ninguno de los posibles mirones se imaginará como bullen los besitos en el cuello, por atrás, como te beso lamo la nuca suavecito, como tú ya sabes, para que te excites y desesperes, porque sé que esa es tu debilidad y por eso lo hago, de puro malo que soy. Los ojos fisgones del frente dirán “que pareja más romántica” sin saber que tus glúteos me atrapan en su denso oleaje de lujuria hasta lograr la plena y dura erección, mi falo surca el surco de tu terso y mullido trasero en un incesante sube y baja devorado por la trasgresión exhibicionista ante el anónimo e invisible publico de los infinitos ventanales del rojizo poniente, mientras los pequeños botes de pesca en la ilusoria bahía de tu nocturno marino celebran los estragos del amor con la fanfarria de sus luces rojas (i).

(i) Perfecto Imaginario Lluvioso. Prosarium, diciembre de 2013.


martes, 18 de noviembre de 2014

PALOMA ENSOÑADA


Para A. C.

Un sueño es besarte bebiendo el sabor de tu saliva y embriagarme en tu noche desnuda, abarcar con mi boca hambrienta el todo ancho bipolar de tus palomas, y seguirte soñando. La tarde se tiñe de tu aroma, de tu sabor encantado y deja los ojos entrecerrados para soñarte con todos los deseos posibles. Hurgo en el nítido recuerdo de tu cuerpo buscando sus tibiezas, sus sensuales lisuras, sus tactos lujuriosos, sus íntimas humedades, hurgo y desato en ti mis lúbricos sentidos para seguirte soñando. Tu piel se encarna en mis manos que te invaden, que te abruman de caricias consentidas, de procaces manoseos, y se deshace en ensalivados lamidos, succiones e inserciones que nos llevan a la violenta cópula de la madrugada feraz anudados en un tumulto de sudores y de piernas trabadas, de manos apretando y labios mordidos, de susurros de boca a oreja, de ritmos y acoples que convergen en bestiales goces antidiluviales. Y te sigo soñando a destajo, ilimitado e incensurado, te sueño soñando palomas copulando o sentada desnuda en tu lecho, bebiendo vino dulce en una copa azul o masajeando tu pechos enfrente a mis ojos ávidos, o tus dedos en tu nido batiendo para mí los pétalos empapados. Para soñarte mejor vago por tus adentros encendiendo cada uno de tus músculos, de tus blanduras, de tus carnales oquedades, de tus vísceras maceradas en los ardientes insomnios de tu lecho vacío de hembra ansiosa. Solo puedo poseerte con palabras, desnudarte letra a letra con lasciva sintaxis, violarte con mis verbos obscenos, abusarte con rebuscados adjetivos barrocos y penetrarte con largas frases sin comas ni puntos apartes, solo con un largo párrafo de un solo envión. Y aun así, puedo seguir soñándote.


lunes, 17 de noviembre de 2014

LA MALAMUSA DURMIENTE


El ventilador gira acariciando la desnudez acalorada de su cuerpo con su brisa de mentira y sus aspavientos de pequeña ventolera casera como si quisiera arrastrar hacía el lejano otoño las manchitas de sus muslos suaves como las uvas (i), su pelo suelto se mueve incesante llevado por la misma brisa que ella imagina marina y salada, casi puede sentir las gotitas de agua que salpican su rostro serio de ojos semicerrados detrás de los cristales cuneteros de sus anteojos de marco blanco vintage de sexy estrella de cine de los ‘50. Desde su guarida, cual mantis feroz, incita y excita al solitario escarabajo mirón lamedor succionante que la sigue persigue en sus crueles vaivenes eróticos esperando las migajas de voluptuosidad que a veces ella esparce en el aire solo para ver si el poseso la espía y la desea sin escapar nunca del maleficio el hechizo el embrujo. Un denso y caliente halo sexual la envuelve, la amodorra, se deja fluir en dulce somnolencia hacia el sueño tardero. Se durmió la musa, se durmió así medio piluchita, se quedó tirada en su lecho jardinero semidesnuda con su calzoncito rojito tirado a fucsia como los geranios, lánguida, las piernas abiertas, adormecida, soñando con bosques y faunos que la acosan, todos con un mismo rostro, moreno y dicharachero, descansa relajada, duerme inocente y quietecita. Viste la bella durmiente el bikini rojo con tinte fucsia, las pulseras tintineante, los anillitos de dama poderosa, y nada más, lo demás es piel con desparpajo, algunos vellos que se asoman en su entrepierna, su pezón también dormido y su boquita de hembra insoportable.

(i) Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Poema 5. Pablo Neruda.

MALAMUSA

“Toda desesperación se verterá en ti como un agua caliente”. Varelio, Summa Ática, XVII.

Fue una malamañana con una malamusa, de partida en la soleada y grata mañana me perdí desayunando verla imaginarla saliendo recién de la ducha, esa era quizá la inspiración del día y se me voló por atrasado la mariposa del deseo, fui entonces lento escarabajo perdedor de la primera erección mañanera. Pero no era toda la pérdida que me deparaba el azar destino karma o caos de este maldía de mi desamparo, de este Universo insensible a las modestas artes eróticas de un fauno voyerista, había más. Obligado debí abandonar la comunicación por unos mínimos instantes y cuando volví ella ya volaba mariposa incesante, y para mayor daño cruel malamiga me dejó el mensaje traicionero de que mientras hablábamos ella se estaba secando el pelo desnuda (maldición!), y yo sin saberlo intuirlo presagiarlo no lo supe, así fui lento escarabajo perdedor de la segunda erección mañanera. Una musa profesional no hace eso, si me lo hubiera dicho en el momento se habría merecido un precioso texto de barrocos arabescos y finas filigranas eróticas, un tierno tratado sobre sus muslos con sus manchitas adorables, sus nalgas firmes y suaves, su pezón dormido, su vulva sabrosa y su boca besable más allá del vicio. Hubiera bastado que me dijera "me estoy secando el pelo desnuda", y me habrían sobrevenido la erección y la inspiración de inmediato, pero ahora desangrado confuso extraviado en pornográficas visiones de lo que no fue, vago ebrio y destartalado por estas palabras sin sentido buscando el camino de retorno a la mediamañana para ver si alcanzo a escapar del derrumbe antes que me pille el mediodía sin musa y comience a pensar (sic) en su bien merecido castigo.


domingo, 16 de noviembre de 2014

NARCOLEPSICA (Palimpsesto, reescritura e intervención)


Sigiloso, vierte un poco de aceite lubricante en el montículo de la vulva, lo suficiente para que gotee por los labios mayores. Coloca su dedo pulgar sobre los labios mayores, y el índice sobre los menores. Aplica una suave presión a la vez que desliza sus dedos hacia fuera de los labios. Después, continúa este movimiento a lo largo de cada labio, alternando ambas manos. Desliza la yema de su dedo medio derecho hacia arriba y hacia abajo varias veces, entre los labios mayores y menores, primero a un lado de la vulva y luego a otro. Masajea cada labio externo lentamente entre el pulgar y el índice, deslizándolos hacia arriba y hacia abajo por toda la longitud del labio. Hace mismo con los labios internos de la vulva tomándose su tiempo y contemplando a su pareja excitarse lentamente. Luego va a la joya de la corona; el clítoris. Da un masaje alrededor de la cabeza del clítoris en una dirección y varias veces en la otra y comienza suavemente acariciando en sentido de las agujas del reloj primero, y al contrario, después, apretando suavemente entre el pulgar y el dedo índice. Se concentra en conseguir y construir sensaciones, no en llevarla al orgasmo. Si la excitación llega a ser demasiada, retrocede un poco y espera a que vuelva a respirar profundamente. Ahora inserta su dedo medio de la mano derecha y masajea suavemente el interior. Con la palma hacia arriba y el dedo medio enterrado en la vulva, comienza a doblar el dedo hacia la palma de la mano. Siente el área esponjosa justo debajo del hueso púbico, masajea suavemente allí, en círculos, adelante y atrás, de lado a lado. En este punto, inserta también el dedo anular mientras tanto su pulgar continúa rodeando el clítoris y su mano izquierda sigue acariciando y masajeando otras partes de su cuerpo hasta que el masaje culmina con un orgasmo intenso y estremecedor aunque silencioso porque ella sigue haciéndose la dormida.


SUMERGENCIAS EN TI


(ARDiente NAútica inSACiada)

Te sigo buscando por las mañanas de mis deseos y de los besos del Amar, te acecho con la erecta voracidad de potro ansioso de verterse en tu sexo con mi lengua sedienta de lamer tu cuerpo de boca a pies, de pezón a pezón, por tu canalillo, tu ombligo, tu clítoris, enredarme en la breve selva de tus vellos púbicos y bifurcarme en cada uno de tus muslos besando lamiendo ensalivando como un caracol en celo, navegarte viento en popa hasta los confines de tu lujuria, desbordarme en tus orillas como un denso río caliente e inundarte de saliva y de mi leche hasta ahogarte en las honduras de mi pasión impaciente, recorrer con mi verga las profundas geografías de tu boca succionante, de tu sexo jugoso, de tu ceñida flor del sur en sus delirios más impuros. Ardo en la hoguera de tu humeante leña verde incinerándome en tus grandes pechos ampulosos, tus pezones erguidos, tu vientre incandescente, tu vulva habitada por tu mano masturbante, tus glúteos de potranca salvaje, tu surco sureño y su oculta floración palpitante, tus mórbidos muslos pálidos, tus piernas suaves en su lisura excitante, y tus pies de idolatrías fetichistas. Trajino por tus recovecos de hembra esquiva, por los sitios donde sueles abrirte florecida, por tus rumbos incomprensibles y caóticos inmerso en tus lúbricas turbulencias, en los palomares de tus caricias y tus ternuras, sumergido en tus veleidades y mis urgencias, en el nosotros sin olvidos que sobrevive ante el tiempo, sus contratiempos y destiempos, ese nosotros eterno que permanecerá convergiéndonos aun más allá de nosotros mismos.


LA COMTESSE ÉCHAUFFÉE


“Ni te imaginas en la pinta que estoy, espero no esté el mirón, hace más calor...!”. La haute Comtesse

Se elevan los vahos de la canícula envolviendo en sus llamas transparentes la alta torre del castillo, arriba el cuarto es un horno, un aire denso, pegajoso, cargado de vapores sudorosos invade los rincones, se adhiere a los muros y deja flotando una blanda y lúbrica voluptuosidad. La condesa casi desvestida está recostada en su lecho de mantis sangrienta, afirmada en las almohadas del edredón primaveral, sobre la cama unos los cuadernos y un libro de Lezama Lima, que es el preciso detalle barroco para ese quieto y caluroso ámbito tropical, viste apenas un camisola con pabilos blanco invierno, flores fucsias y tallos verdes,  y un bikini fucsia chiquitito del que se asoma un solo ralo vello púbico por la entrepierna, breve y fina línea oscura trazada sobre su muslo liso suave marmóreo apuntando hacia el cielo de manchitas tiernas que se esparcen por sus bien torneadas y pálidas piernas de vestal impenetrable. Las desnudas piernas juntas y el pie derecho sobre el izquierdo, cada uno con sus uñitas pintadas de un color desconocido, en la tenue superficie de la camisola se percibe en desparpajo protuberante de ese pezoncito dormido, (mamacita!), que el suscrito solo tocaría con un dedo para rozar la textura edípica del perdido paraíso, solamente lo tocaría para disfrutar del suplicio tantálico de la posibilidad ofrecida y negada alternativamente en las vehemencias de los celos inverosímiles y las furias sin sentido. Las uñas fucsias, un anillo luminoso y brillante, su pelo suelto con algunas canitas y sus cuneteros lentes de marco blanco completan la escena, la visión de su acalorada tarde, un delicado sudor refulge en su piel entibiada por el bochorno sofocante que la excita en la soledad sexual de sus ansias caldeadas por las brasas de la tórrida circunstancia de las palabras del fauno obsesivo que la incitan al pecado, a hervir en los ardores del verano que aun no llega. Se está sirviendo una frutilla untada en crema helada con esa boquita que puedo imaginar perfectamente mordiendo la roja fruta como si fuera un glande terso y tenso por la erección provocada por la calentura voyerista de su semidesnudez extasiante. Solo faltó el vaso de champaña helado para combinarlo con las frutillas, o aun mejor, para hacer escurrir la champaña por el vértice vórtice de su vulva sabrosa y yo ahí bebiendo de esa vertiente sexual hasta embriagarme de ella y despertarme tres días después en una casa de la costa con ventanas panorámicas que dan a un mar verdadero. Mientras la imagen se va haciendo más y más difusa me quedo con la imagen de esos oscuros pelitos ralos pegajosos por el champagne.

viernes, 14 de noviembre de 2014

ASUNTOS PENDIENTES


«A aquella que le quepa el sayo, que se lo ponga»

Nos quedaron pendientes las locuras de una noche entera de atardecer a madrugada, con vista al mar o al crepúsculo, solos viviendo en la inmensidad de un nocturno imposible. Te quedó sentir mis voces anteriores vertiendo el amor y las ternuras que no alcanzaste a conocer por el destiempo y la brevedad, mis caricias de náufrago solitario, de extraviado pasajero, de niño macho asustado, mis brazos acogiendo tus desasosiegos y tus soledades, te quedó pendiente ver mi rostro sin máscaras y mi silueta verdadera. Me quedó pendiente sentir tus celos de mantis vengativa, esa posesión instintiva de fiera egoísta y posesiva mordiendo mamando chupando succionando con la furia de la hembra desbordada, vivir tu voracidad esencial de antes del destierro, sin pudores ni recatos, abierta al placer de tu sexo y al goce del otro. Nos faltó hacer sentir el amor como los gatos y los escarabajos, como los perros callejeros y las mariposas instaladas, como los ángeles castigados y los caracoles pervertidos. Nos quedó la vivencia perturbadora de tú ahí recostada desnuda boca arriba con tu mano en tu vulva masturbándote a tu gusto y ganas, yo ahí a tu lado hincado frente a tu estomago masturbándome a mi modo y gusto, ambos motivándonos incitándonos excitándonos el uno al otro con quejidos susurros y palabras soeces, deleitándonos de esa intensa cercanía sin rozamientos no manoseos hasta que te retuerces en un orgasmo sublime y yo derramo mi semen en una gloriosa eyaculación sobre tu ombligo. Nos quedó el sabor de lo poco, de los conchos y las borras de dos seres que ya habían vivido lo justo y necesario, la triste sensación de lo inconsumado y la pena de lo que pudo haber sido perpetrado y no lo fue.


NORAZULES (Écfrasis respetuoso)


“Hay aún muchos días por amanecer”. Walden, or Life in the Woods, H.D.Thoreau.

Azules excitantes, de sureños lagos inaccesibles o fragmentos de cielos vedados en los bosques de araucarias o canelos, ella, sola e imponente en medio de fríos blancos cocineros, dibujada en sensual silueta en un escorzo desafiante. Sonriente de labios rojos, cerezas jugosas que no alcanzo al beso ni en sueños y rosadas perlescentes las uñas bien pintadas que nunca herirán mi espalda, y esos ojos pispiretos de abrumadora e inquietante malicia tentadora. Uno es el azul azur en un tinte oscurecido mullido y edípico de la polera con pabilos finitos que deja ver los blancos breteles del sostén que sostiene sus pechos grandes y majestuosos, el otro es el azul zafiro en un tinte apagado de las calzas apegadas a las voluptuosas caderas los torneados muslos las firmes pantorrillas, para rematar en las negras y anchas correas de cuero que cubren sus pies. Una fina cadenita de oro con un colgante se inserta entre sus pechos ampulosos como si fueran mis ojos, o mejor aun, mis labios cayendo por el tibio abismo de su escote. Su cabello liso y salvaje, sus cejas perfectas, el maquillaje gris azul tenue en sus parpados declarando sin aspavientos su instauración de hembra vigente y deseada, la risa amplia, los dientes albas perlas de femeninos marfiles, la piel morena de princesa exuberante como tostada por tibios soles ancestrales. Inexpugnable, la acechan mis deseos de tocarla, de oler su piel incandescente, de saborear su sudor vegetal y su saliva con toques de uvas y tabaco, de besar su cerviz su coxix cada uno de sus oscuros pezones y la olorosa mata de sus vellos púbicos. Nada más, porque es un sueño imposible. Lo demás son los blancos congelados, la puerta y su pomo metálico, la ventanita que da a un patio quizás con macetas de geranios colorados o una hiedra de frescores verdes e intensos, el blanco de los muros, el blanco invierno del piso y el suave te con leche de los grandes azulejos del muro del fondo, el café oscuro de un extraño mueble irreconocible y el estante donde allá arriba duerme el microondas como un oculto espejo voyerista.

ESTOY AHÍ… SHHH…


(Original sin edición ni censura)

Me encantaría entrar en la habitación donde tú estás, sin que te dieras cuenta…, me acercaría por detrás tuyo, y comenzaría a acariciarte, te acariciaría la cabeza, la nuca, la espalda... tú te pones de pie de pronto, y yo te tomo por detrás y te aprieto bien fuerte contra mí, me gusta sentir tu cuerpo contra el mío, todo tu cuerpo... sin soltarte, comienzo a darte besitos en el cuello y en las orejitas, ahora me coloco delante de ti, te miro a los ojos, y beso tu frente, tus mejillas, tu boca... primero suavemente, luego entreabro mis labios, mi lengua busca tu lengua hasta que la encuentra, te beso profundamente con mucha lengua sin dejar de besarte, comienzo a desprender tu blusa, me ayudas a quitártela… listo, la blusa ya cayó al suelo, tomo por atrás tu brassiere, lo desprendo y bajo uno de los breteles, hasta que uno de tus pechos queda al descubierto, me encantan tus pechos, termino de quitarte el soutien, acaricio tus pechos muy suavemente apenas con la punta de mis dedos, todo alrededor de tus pezones, pero sin tocártelos, me gusta sentir como se te van parando y poniendo duritos... mmm… acerco mi cara a tus pechos y comienzo a besarlos, toco tus pezones con la punta de mi lengua, sí, me encanta chapártelos y mordértelos como un bebé, tu bebé…, sin dejar de hacerlo, mis manos van bajando, acaricio tu pubis y bajo un poco más, siento tu calor y tu humedad, me encanta ser yo el que lo haga, te masturbo, te meto un dedo, dos dedos, hundo mi cara entre tus piernas, mi lengua juega con tu clítoris, sí, me gusta chapártelo, quiero cogerte!... apoyo mi verga, erecta y dura, en tu nidito y la refriego en tu carnal sensibilidad… te meto la puntita y ahora de golpe te la meto toda! hasta el fondo, hasta mis bolas…, salgo un poco y vuelvo a entrar cada vez más fuerte, me gusta sentir como mis bolas chocan contra tu chuchita, sí, así bien fuerte entro y salgo cada vez más fuerte, estoy por acabar, quiero darte mi leche, toda mi leche tibiecita, sí, ahí va!, ah! acabo ah!… acabé!, me quedo quieto y feliz entre tus palomas acesantes… te lleno los pechos de besitos…

Julio 4, 2011

miércoles, 12 de noviembre de 2014

PERMANENCIA


Para Casandra

Subsiste el recuerdo de tu voz y tus quejidos entre los verdeantes follajes de un bosque que te nombra en los sitios umbríos donde no llegan sino los ojos de los escarabajos y los pétalos. Queda el eco de tu silencio, el remanente de tu ausencia como huellas en las arenas del insomnio, el fuego que te consume y las brasas que me queman. Persisten los sabores de tu celo, tu saliva y tu sudor, los jugos que viertes en tus íntimas excitaciones. Permanece la silueta de tu cuerpo dibujada en las sabanas del deseo, tus verticales masturbaciones explicitas, mis onanismos implícitos en las palabra y los verbos. Se mantiene intocada la vigencia del perfume de tu pelo, de tus axilas, de tus ingles, el aroma que atrapa mi nariz cuando surco besando tu espalda. Reverbera en las manos la caricia impúdica sobre tus mórbidos senos, su peso edípico, su consistencia maternal, el tacto inolvidable de tus pezones, la sensación de poseerlos en mis labios de niño macho. Se sostiene en la memoria de la lujuria el sabor de tu vulva, el roce tenue de tus vellos púbicos, la penetración bestial en la cópula imposible, tu boca sorbiendo el miembro erguido. Fulgura sin tiempo el morbo de la caricia en tus glúteos, su suavidad inquietante, su incitación prohibida a la lenta sodomía. Continua en mis labios el relente de tus besos, su codicia y su ternura, también la visión última de tu desnudez sobre el lecho, tus espasmos de placer, tus estremecimientos orgásmicos, tus retorcimientos y desesperaciones mientras mi mano consuma.


EXÉGESIS DE SU MANO EN LA PENUMBRA (Palimpsesto)


“Sólo alborea el día para el cual estamos despiertos”. Walden, or Life in the Woods, H.D.Thoreau.

Todo se justifica por la belleza embriagadora del episodio, una oda sublime a la palma tibia, los dedos suaves y el contacto furtivo; una lección sobre la ternura, la comprensión y la frustración, la fidelidad y el paso del tiempo, el resplandor de antiguas primaveras floridas, las calles del barrio y la penumbra del cuarto, los largos silencios y la espera. Vuelven las grandes obsesiones: el amor imposible y las relaciones incompletas. La lentitud de los movimientos, los gestos repetidos y el tupido velo del humo del cigarrillo, se complementan en una erótica sublime que transmite el éxtasis discreto, lejano, ausente, prohibido. Ambos se expanden en la memoria y la imaginación, ella, aceptando tristemente el debilitamiento de su belleza, la desaparición de los días de las penas ligeras, la pérdida de lo real, y él, brindándole el mejor homenaje que puede dar y ella lo sabe. Lo sabe, y es tocada por lo que ninguna de las palabras de sus innumerables amantes pudo tocarla alguna vez. Como en el arrobamiento erótico, la mano carga la dimensión simbólica del amor. Esa extremidad acariciante en cuyo interior está escrita la vida, peregrina un sexo sin sexo, haciendo de aquel tímido contacto el recuerdo fundamental que el tiempo no consume. El hombre, marcado por el placer, sabe que regresará, una y otra vez a la mujer que no le niega el disfrute. La mujer, experta en ubicar las suavidades donde éstas son útiles, trasvasará el horizonte limitado de lo decoroso para que, a través de la breve imposición de una carne contra otra, la última inocencia pervertida del aprendiz de brujo florezca en una masculinidad atrapada. La vida será feliz a condición de no reincidir en la caricia. Como todo amor romántico, éste se articula a través de distancias, de bisbiseos, de gestos. Sin piel. El final es predecible, el miedo de perderla, la vigilia por su regreso arrebujado en los cuartos equivocados, conciente de que ya ni en su recuerdo queda lo rebelde de la caricia incitada. Una delicadeza agria, donde el amontonamiento presta el paisaje más atinado para las confesiones, las miradas, las confidencias y el secreto. En esa intimidad intranquila e impersonal de los conventillos callan largos párrafos diciéndose la duda, el tedio, el miedo, o se demoran en dilaciones fatales donde la masturbación es la entrega más genuina.

Nota.- Texto reescrito sobre varios comentarios del film “La mano”, dirigido por Wong Kar-wai, China, 2004. Incluido en el film colectivo “Eros”.


SU MANO EN LA PENUMBRA


“La luz que enceguece nuestros ojos es oscuridad para nosotros”. Walden, o La Vida en los Bosques, Henry David Thoreau.

En el principio era el verbo rememorando los años cuando él era invisible, y era la luz repitiendo la otra luz de la soleada mañana. Se sabe deseada pero no lo cree, la desea pero no lo dice. Las palabras vagan explorando el intersticio por donde atreverse hasta que encuentra entre bromas y sonrisas una fina grieta en su frágil voluntad, o quizá ella se la deja ver con su sabiduría de vestal inconclusa, y entran en el ámbito de sensualidad detenida, latente, que ya vivieron en otros soles similares. La luz interior se fue a penumbra decretando una intensidad íntima y voluptuosa y él comienza a masturbarse sentado lejos de ella, que no mira pero sonríe con la vista fija en otra escena paralela a la realidad cristalizada que los absorbe en una lánguida ceremonia. Él la va convenciendo a más, se acerca y la invita a tocarlo, ella accede sin pudor pero sin excitación visible. La mano de la mujer reinicia en ese miembro que se le ofrece la práctica del goce egoísta. El hombre siente su tibieza de altiva dama antigua, el tacto casi impalpable, el roce levísimo en su miembro erecto. Lo masturba muy suave, delicada, apenas apretando, apenas moviendo, ensimismada en una dulzura masturbatoria, en un onanismo sin mirar, lento, sutil, casi asexuado, por unos momentos él está al borde de los deleites pero se contiene respetuoso y vuelve a su silla, otra vez lejos, aparte, como si estuviera solo, ella lo observa impersonal y ausente un par de veces, como si no estuviera ahí. Él eyacula susurrando unos quejidos apagados, como si estuviera solo. Ella, hierática, desde su distancia sonríe. Hay un viaje, una despedida, y él se retira saciado mascando la nostalgia que recién comienza a dolerle, ya arrepentido de no haber intentado una caricia, sintiendo aun en su virilidad el grato y refinado reverbero de la pálida mano de la hembra extenuada.

domingo, 9 de noviembre de 2014

UN SOMMEIL ROUGE AVEC LA COMTESSE


Amiga, anoche tuve un sueño asombroso, soñaba que estaba solo en la casa y nos comunicábamos por Skype, tu conectabas tu cámara y chateábamos un buen rato, tu estabas solo con un babydoll rojo cortito, muy sexy, y mientras conversábamos yo te espiaba calladito desde acá, y tú entretenida con los temas te olvidabas que yo te estaba espiando, deleitándome con el delicioso espectáculo de tus muslos con sus manchitas, de tus movimientos de piernas que juntabas y restregabas lentamente, no pude contenerme, en el sueño, y como estaba ya con pijama comenzaba a tocar y sobajear mi miembro que poco a poco se iba erectando, hasta que se me ocurría llamarte al celular y seguimos así conversando por teléfono y yo mirando extasiado tu imagen en Skype, seguía atentamente tus movimientos, tu mano que a veces acariciaba tu cadera, bajaba (o subía) el borde del babydoll sobre tus muslos, y eso me excitaba más y más, e inicié una masturbación suave y lenta, y tu no te dabas cuenta de nada porque yo mantenía mi voz tranquila y normal, así pasaron mas de dos horas, tú, no sé si sabiéndolo o no, seduciéndome a fuego lento y yo, muy consciente, excitándome con la visión de tus muslos, a veces de tu escote, y algunas pocas con tus vellos ralos que al moverte quedaban expuestos a mis ojos por unos escasos segundos, y tú tenias hambre de algo salado, y yo de una roja flor del ruedo de tu babydoll y de la manchita corazón o mariposa, entonces, en el sueño, comenzábamos a despedirnos y entramos en un delicado juego de excitación mutua, sobre si yo me estaba tocando y tú que te excitabas, y seguimos avanzando en esa lúdica trama hasta que yo reconocía que hacia rato que me estaba masturbando y tu me decías que si escuchabas mis quejidos te excitarías y yo comencé a quejarme y susurrar demostrándote mi excitación y mi masturbación, y así te excitaste y llevaste tu mano a tu vértice vórtice y comenzaste a masturbarte ahí frente a mis ojos ansiosos y seguimos juntos así, tu allá y yo acá, entregados al ceremonial masturbatorio como si yo estuviera ahí en tu castillo, y todo se aceleraba y seguíamos tú en silencio y yo desatado diciendo tu nombre hasta que, en el sueño, eyaculé como un desaforado mientras tu hundías tu mano en tu vulva envuelta en los pliegues de ese rojo del babydoll que tenias puesto en mi sueño.


viernes, 7 de noviembre de 2014

DES IMAGES DE LA COMTESSE DANS ROUGE ET NOIR


Mañanera ella allá arriba muy alta en su castillo frente al mar imaginario, soleada sola esfinge pudorosa, exhibiéndose coqueta sensual sonriente a los ojos del gato mirón y voyerista, aunque vanidosa exhibicionista clandestina fue instantánea fugaz destello rojo y negro que dejó revoloteando la manchita mariposa en su muslo delicioso, fue solo una brevísima visión de la musa maja huyendo del homenaje masturbatorio en el tiempo exacto de un minuto y cincuenta y cuatro segundos para incitar excitar inspirar este lujurioso texto de pervertido deseo y voluptuosa pasión, avergonzada de seguro, curiosa quizá, temerosa de desatar su recato y dejarse volar por sus instintos de hembra enteramente vigente. Lúbrica contemplación de la pálida piel desnuda del cuello escote estomago vientre muslo, con la declarada sonrisa y los ojos detrás de las blancas gafas de poetisa, cauta hasta el pánico evitó exponerse al onanismo vicioso del fisgón extasiado. La tierna amistad cristaliza y se quiebra filosa como una desfloración o un estupro en esa exultante carnalidad de su cuerpo poseído y ahora en un hambriento veremos tal vez, extraviada en su sexualidad desbordante aunque no quiera, pecadora tentación a lamer morder succionar penetrar por sobre las leyes del contrato maldito en su rojo sangriento y su negro enlutado, en su dermis suave y mórbida bajo aquel negro transparente con estrelladas araña negras y el provocativo pequeño rojo colorado satinado ocultando el vértice vórtice donde se clava turbia depravada la mirada del vasallo que la observa mira espía comiéndosela a mascadas y esperando siempre más con el miembro latiendo irguiéndose ya sobajeando el constreñido bulto viril a punto de brotar de la entrepierna cuando el plazo se cumple y ella desaparece sin aviso, de súbito, sin una pizca de misericordia por el macho amigo y lo deja empantanado en la espesa cloaca del goce inconsumado con los embrujados ojos bien abiertos en el exasperante vacío de su desaparición inesperada.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

SOLO ESO


Pour l'amie du haut château et des bateaux imaginaires, la Comtesse désirée.

Recostarme a tu lado desnudo, tú con tu deshabillé rojo o negro, cortísimo y sensual, incitando al pervertido rito del onanismo vehemente, besarte a boca abierta lenguas trabadas, tú a ojos cerrados sintiendo mi mano que baja por tu cadera tu vientre cruza tu pubis y se bifurca para seguir por tus muslos tibios suaves mórbidos hasta donde me alcancé el brazo y devolverme subiendo para que el monte de Venus de la palma de mi mano presione restriegue en lentos círculos tu monte de Venus sin dejar de besarte los labios mordidos ensalivados, para después volcarme en la pulposidad húmeda de tu vulva surcando con mi lengua rígida el surco caliente y mojado, la verticalidad de los cuatro pétalos de tu flor abierta destilando, lamer hasta hartarme, chupetear succionar punzar presionar la moluscular consistencia tierna erecta de tu clítoris en su breve mullidez carnal, su capuchón su botón el capullo entero, mi boca labios lengua nariz barbilla cada uno de mis dedos todo inserto chapoteando en la lúbrica densidad anegada de los íntimos jugos calientes de tu sexo, y volver al inicio para continuar luego así besándote enlenguándote ensalivándote mordiéndote tus labios embesados con mi dedo atrapado en tu cúspide clitoriana atrapada en mi masturbatoria voracidad de fauno maldito, con tu mano empuñando mi verga endurecida deslizando en un ritmo ancestral el prepucio con la voracidad masturbatoria de tus instintos de mantis maldita para socavarte la ciega lujuria que te niegas hasta derrumbarte en un orgasmo florecido de susurrados quejidos y grititos salvajes y dejarte exhausta laxa lánguida mientras entramos abrazados en la placidez de la noche, solo eso, nada más nada menos, amiga, solo eso.