“Te internas en las profundidades de mi horizonte prohibido, eres
llama furtiva que me enciende en salvajes claridades”. Deseos y caricias. M.I.,
2016.
Seré solo tuyo, pero deberás asumir el peso sexual que eso significa,
has de ser mía toda tu, tu alma y tu cuerpo para alimentar la lujuria salvaje del
león viejo, para no dejarle espacio a sus deseos fuera de ti, míos tu voz
ardiente, tu cuerpo desnudo, tus letras quemantes, todo mío. Ya poseo mucho de
eso pero nunca será suficiente, mis deseos de ti son infinitos. Me gusta tu
madurez de mujer inquietante, tu sexualidad vigente, viva, esa lujuria que
brilla en tus ojos como profundos fuegos nocturnos, la incandescencia de tus
labios perlados por ese oscuro rojo misterioso, me encanta verte, espiarte en
tu intimidad ardiente, sentir tus ansias, tu aroma sexual, la calidez de tus
senos que me obsesionan, que me atraparon en tus redes de hembra fulgurante, me gusta excitarme por ti, me
calienta saber que me miras, que te excitarás mirándome, por ti me entrego a
ese morbo del tímido exhibicionista desatado. Como si te lamiera mi lengua
juega con tu clítoris, surca sedienta tu vulva, penetra tu densa humedad, mis
labios succionan tu capullo clitoriano, mi barba roza el terso interior de tus
muslos. Quiero mamar tus hermosos pechos, verlos fuera de este sueño desnudos
para mí. Te siento intensamente, ansío penetrarte, hacerte mía, cabalgarte y
poseerte, que me sientas en ti, jinetearte y hundirme en ti, eyacular en ti,
llenarte de mi, anegarte de mi semen caliente, sentir que succionas mi miembro
en gozo pleno, vivir el éxtasis de tu cuerpo penetrado por mi mientras me
estremezco hundido en tu sexo y tus piernas se cierran y me dejan entre ellas
atrapado hasta que me duelan todos los músculos por mis deseos de ti. Te he
poseído así en este aquí y este ahora, quiero quedarme ahí recostado entre tus
senos, acá llueve, necesito tu tibieza maternal, ya fuiste mi hembra, ahora te
quiero mujer de amor, por eso dejo mis besos ardiendo también hasta el dolor en
tu boca mía.