En el contraluz marino e invisible allá al
fondo, como un paisaje ciego de fulgores y resplandores, dos siluetas ausentes
ensimismadas, silenciosa, inexistentes, tú en el lado de las sombra, como en
fuga, en tus manos el rojo bilz, el amarillo kem, arriba las oscuras esferas en
un claro cielo enmaderado. Rojos tus labios como un geranio inalcanzable a los
besos del pescador hambriento, tu frente amplia, tu pelo desordenado, ocultos
los ojos en los oscuros cristales, tu poca piel desnuda, escasa en la formalidad
de dama en viaje playero, refleja esa luz que acumula los reflejos de un sol
ardiendo detrás de la luminosidad incolora. En ti la negra blusa con figuritas
blancas como salpicaduras de espumas que traen los tranquilos oleajes del sube
y baja de tu respiración, y allí enclavado e insinuante el escote abierto
apenas, como un surco que atrapa la mirada, que llama a caer por ese abismo
tibio y blando donde me sueño incrustado como un macho niño solitario. Y dentro
de la tajante insinuación otro blanco, breve y sensual fragmento, más intimo,
del brassiere que guarda los secretos de tus tibias palomas gracias a un botón
que se desabrochó cómplice de los ojos pícaros del macho observador, o
desabrochaste con sutil coquetería para que la imagen inspirara algún día (este
hoy en que te escribo) los lúbricos verbos de un édipico macho obsesionado. Y
como un tierno arado los ojos míos lejanos surcan una y otra vez ese canalillo
en penumbras que se adivina entre tus pechos, y yo soñando hundirme en su
voluptuosa hendidura, vagar ebrio de tu perfume por esas suaves colinas, volar
extasiado por el tierno vaho de calor que se esfuma fuera del contraluz, reptar
oliendo lamiendo besando esa dulce depresión sombreada que divide la mórbida
plenitud de tus pechos.
domingo, 24 de abril de 2016
CALZONCITO INCRUSTADO
“Es necesario que el narrador se
disuelva, se quite de en medio”
Sara Mesa, escritora finalista del
Premio Herralde 2012
Las negras bragas perfumadas por tus
íntimos líquidos, por esa densidad sexual e insabora que humedece labios lengua
glande verga, negro bordado que bordea incrustado en el ojal vertical de tu
sexo ansioso, difusa visión que crispa la mano masturbatoria. En lo obsceno es
cuando el espíritu se desnuda y se va al interior, a lo profundo, en medio de
la tarde abres tus piernas y me invitas seductora y lasciva a adentrarme en
ellas, en ti, en el halo de fuertes feromonas que me erectan endurecen
desesperan por tenerte al alcance de mis manos lengua labios verga. No la
alborotada melena de trigos maduros y suaves oros en guedejas sino la gruta
insinuada que un tejido —seda breve— esconde y bajo crespo vellón ensolerado mas
se oculta —la gruta donde la sirena esa —la coralina boca dragonaria— ¿quién la
pudiera escribir? (i), escribir describir desear lamer penetrar para
llevarte con los ojos cerrados, la boca entreabierta y las manos apretando las
sábanas de tu lecho hasta los luminosos abismos del orgasmo oyendo la melodía
excitante de tus grititos y quejidos, y sentir el sofoco y los estertores del
goce sublime y carnal que te inunda entera. El negro encaje que bordea tu
turbulenta fuente del placer fálico, red, malla, filigrana, telón de los
artificios de tu vulva, oscuro cortinaje que oculta el surco de los cuatro
labios verticales, el cauce vórtice vértice succionante que ha engullido duros
príapos y ha disfrutado mojadas lenguas lamedoras, contraste inquietante y
lascivo de la oscura suave tela y la rosada carne trémula. Calzoncito oloroso a
ti que me incita al ansioso onanismo que solo se rinde ante la chorreada
eyaculación.
(i) Polifemo contempla a Galatea. Haroldo
de Campos, 1999.
jueves, 21 de abril de 2016
SI VOLVIERA
¡Cómo podría yo entonces ser feliz con
tu regreso
si ni siquiera tus besos me han logrado
conmover!
“Tu regreso” E. H. G.
Si yo volviera por las huellas que dejé en
tu piel esos días de los nocturnos sin plenilunios, por el abismo de esas horas
en que el silencio se retorcía en sus veremos, por el sendero de piedras
dormidas y arenas de otros tiempos, volvería a robarte los besos de la deuda
impaga que dejaste por altivez o desasosiego, volvería a devorarte con mis
oleajes de tormenta hasta que te rindieras otra vez a los designios del deseo, te
haría cerrar los ojos con mis labios pecadores para que no te dolieran los
vientos de lujurias y fuegos desatados que sin perdón ni nuevo comienzo iría
rasgueando en las tensas cuerdas de tu cuerpo, iría desarmando en tu voluntad
de papel y anilina por los bordes de tus pudores y en los oscuros laberintos de tu memoria, allí
volveré a ser el mismo extraño que fui para ti al final de aquellos destiempos
y desengaños, en vano habrán sucedido los años, nada se ha borrado en ti ni
está reseco o marchito, ni las cicatrices de lo soñado y no vivido, ni la rosa
escondida que abría sus pétalos a mi antojo, ni
los vestigios que nuestra pasión embebida de incertidumbres, ni las
marcas indelebles de las garras de mis palabras y mis besos envenenados, todo
volverá desde el ayer como otra perfumada primavera, porque sabes que si yo
volviera por los tatuajes que dejé en tu piel esas noches sin luna, volvería a
poseerte en la espesura de mis obsesivas lascivias para no quedarme atrapado
mirando extasiado tu imagen en esa playa de mar azul y bajamar, de albas
espumas y de verdes roqueríos, soñando con ese sensual botón punzando ese rojo
que perturbó para siempre los solitarios trasiegos de este lobo sin regreso.
SIN OLVIDO SIEMPRE
Para Casandra del Deseo
No te olvido, estás en la noche que se
inicia. En el sueño que viene con tu y yo de la mano corriendo por la grama. En
los besos que nos debemos de tantos años. En las tiernas caricias que nos
regala el Amar. En los ojos que se miran enamorados y en silencio. En los
recuerdos que florecen en los muros de la distancia. En la cercanía de dos
seres que se buscan en sus intimas soledades. En el fuego que arde bajo las
cenizas aun tibias del destino. No te olvido porque estoy en ti para siempre. Y
oigo tu voz inesperada, tu risa derramada en mis penumbras de silencio. Y te
amo y te deseo en los dorados resplandores de mi otoño de hojarasca y ateridos
nocturnos. Lo sabes y lo sientes. Eso quiero, que me sientas en tu piel, ahí
entre tus senos, en tu sexo, en todos los territorios de tus deseos. Me sientas
como amo y señor, dueño de ti, entera, desde la negra suavidad perfumada de tu
pelo hasta la total sinuosidad voluptuosa de la silueta reflejada de tu cuerpo.
Por tus pechos, mi vicio insaciable, se abrirán mis vacías manos buscándolos, las
soñaré a la noche en ellos encopados, abusados por los húmedos besos de mis
labios sedientos. Me aferraré a tus pezones rememorando cuando volaban a mis
ojos, mañaneras, tus palomas, y yo me iba encendiendo en su tibia blandura. No
te olvido, estás en la madrugada que se inicia. No te olvido porque estoy en ti
para siempre.
martes, 19 de abril de 2016
A LA ESPERA DE TU REFLEJO
“... espero complacerte con una foto
tipo Playboy” Gaby
La previa. La mañana se arrima fría con
presagios de poca lluvia, miro el jardín de la rosas y espero, el tiempo fluye
lento como el agua en una clepsidra, si hasta me parece ver como van
floreciendo las últimas rosas del otoño. En esta espera ansiosa me imagino lo
que vendrá, quizá tus amplios pechos desnudos dibujados en el azogue, tus
pezones refulgiendo sobre las suaves dunas reflejadas, quizás tus piernas
asomadas bajo la camisola pudorosa, talvez sea la anhelada pero difusa imagen
de tus vellos púbicos detrás del gélido cristal, o por gracias de tu voluntad
excitada: tú de pie frente al antiguo espejo, desnuda total cubriendo tus senos
y tu pubis con tus brazos y manos en un ceremonial de lujurioso recato. El
juego. Me he declarado en estado de espera... Esa imagen en el espejo... puedo
hacerlo? Sí puedes! atrévete! Continúa tu escrito... espero... Para seguir
necesito tus imágenes! Y...? sigo inmerso en la esperanza... eso no puedes negármelo...
Continúa... no pierdas tiempo hablando... escribe! Necesito tu inspiración
visual! Escribe...! Manda fotos...! Me estás mostrando tu lado lúdico o sádico?
eres cruel, me asombras... creía conocerte bien... Y nada! pero seguiré
esperando... y esperando... Amanece... y continúo en la espera sin esperanza...
Llueve con una nostalgia de niñez feliz, y yo espero... Y es tan fácil, estas ahí
frente al espejo... La espera. Ansioso y expectante en un jardín de dudas e
incertidumbres, la contingencia florecida del deseo, nada, quizá la espera es
en vano, inútil.
domingo, 17 de abril de 2016
DIGRESIONES TEXTUALES SOBRE TU CHUCHI
“El deseo llega así, de una manera
inesperada”. Juan José Arreola.
Es tu flor abierta la que polinizan tus
dedos, su humedad salvaje y sus carnales pétalos rojorosados hambrientos de
erguida carne endurecida, sedientos de caliente y denso semen que los encastren.
Flor, lo que tengo encubierto, majuelo, coral, rubí partido, infierno, bote,
redoma, botijón, hurgonera, mella, paraíso, cazo, sortija, puerta, herida sin
lisión, brasero, tizón, fiambre, lacio espárrago, pepona, parte más secreta,
cosa rica, parte donde nace el mundo, coño, concavidad (i), —la coralina
boca dragonaria— (ii), o como tu simplemente la nombras: chuchi. Esa vulva
olorosa a sexo desatado, a hondas penetraciones coronadas de gemidos y
estertores del orgasmo, succionante
molusco tragador, boca vertical que ha engullido penes y vergas,
miembros y falos, príapos y pijas. Yo amo de tu cuerpo todo lo que ha
vivido, cual sigo en el camino la senda que otro anduvo, cada uno de tus
pliegues, cada uno de tus goces, es para mí una historia de amores precedentes,
bendigo a tus amantes entre todas las gentes, y comparto sus ansias, reconozco
sus voces (ii). Antes en íntimos fue el drapeado de las curvas del seno
y las nalgas, el velo que empuja el pezón, del sexo que no se da al sentido de
una vez por todas, incrementando así el deseo de contemplar más y mejor la
imagen (i). Ahora tu cuerpo es como el mar, inmenso y navegado (iii)
y yo un naufrago recién llegado que tu oleaje mece en su lujuria, y sobrevivo
ahí aferrado a tu Vulva, ¿Qué es la vulva?, ¿Dónde comienza y dónde
termina?, ¿Es la vulva parte o es un todo?, ¿Divinizamos o dividimos la Vulva?,
¿Qué representa, cómo se compone?, ¿Vulva objeto o vulva sujeto?, ¿Vulva
erógena, simbólica, mecánica, atómica, onírica y… o poética? …Vulvar, vúlvico,
vulvicionista, vulvónico… ¿Vulva de piel, pliegues, humedades, senderos?, Vulva
centrífuga, anatómica, holográfica. Sí, tu vulva, tu deliciosa chuchi (iv).
(i) Una fuente poética milenaria. Juan
Manuel Sánchez y Luis Antonio Medina, 2014.
(ii) Polifemo contempla a Galatea. Haroldo
de Campos, 1999.
(iii) Rima XII. Banca Barojiana, 2016
(iv) La vulva como metáfora. Mgstr. Don
Rodrigo Martínez Andrade, 2007.
ESCORZO DE MUJER SENTADA
“el escote inquietante como la tierna
obscenidad de mi edipica obsesión”. Óleo de mujer re/posando. Mismo Autor.
Sentada lánguida y sexualmente perversa, casi
semidesnuda en el fucsia que se declara poseedor del matiz de antiguas dalias
edípicas, en tu piel morena a la sombra se vislumbra clarito el límite hasta donde
asoleaste antes tus pechos y la dulce blandura de la comarca donde el sol no
llegó, allí una dulce palidez detenta la tonalidad absoluta de tu cuerpo
desnudo como lo sueño en todos los lechos de nuestras futuras reencarnaciones. Tus
ojos escondidos detrás de los muy oscuros cristales mirando como te miro
lascivo y excitado el marcado canalillo que florece en tu amplio escote
veraniego, azorado por el vértigo de tal ostentación inconclusa. Sentada en un
escorzo incitante, provocativo en la pose y en el serio descaro, como si nadie
te mirará, pero deliciosamente al borde de una obscenidad premeditada, tu
rostro impenetrable de esfinge misteriosa o serena estatua intocable, y el
envidiado colgante circular con la cruz de otra pasión menos lúbrica quemando
uno a uno los poros de tus pechos plenos. No la rosa humedecida ni el perfumado
ensortijado, solo la actitud y la intención, el lánguido y coqueto reposo, la
dalia que te cubre y te descubre, te viste como un capullo apegada a tus formas
y curvas y blandas sinuosidades, cuerpo sacro ardiente abierto nocturno, en
perspectiva delirante, en sublime escorzo para exponer la cárcava palpitante
del escote, la cóncava visión recortada negada prohibida, los ocultos pezones
oscuros y protuberantes, la tersa morbidez que mi boca labios manos dedos
sueñan y añoran, la esponjosa combadura donde se hunden los instintos de la
primera tentación y del primer pecado.
sábado, 16 de abril de 2016
CON TU MANO SOBRE TU CORAZÓN
“Se prendió a la
teta muy lindo suave bien suave, sabes como salía el pezón volando”. Susymabe
Tus rubias guedejas
caen turbulentas y desordenadas sobre tus mórbidos hombros de tibio mármol
carnal, tu mano sobre el corazón como en un juramento de lujurias prometidas y
goces visuales para deleite y excitación del macho en pene erecto que te mira
absorto de tu provocativa desnudez, y más abajo la comba tersa de tu pancita de
hembra madura, mullida almohada donde reposar la cabeza oliendo tus íntimos
aromas. La exuberancia de tu imponente tetamenta, ampulosa y exquisita,
soberana en su tibia lisura que otras bocas recordarán para siempre, ese seno
que tu mano sujeta para exponerlo con sensual desparpajo, y que culmina en esa
amplia areola y ese protuberante pezón donde me sueño aferrado mamando con un
pervertido bebé, tu pálida piel con su suavidad impura e inquietante, blanca
palidez de magnolia, de duna iluminada por la luna, de tenue rosado piel de
rosa monumental. Tu rostro entre serio y juguetón, tus ojos pícaros tras los
cristales, la leve sonrisa en tus labios como sabiendo que el que te mire se
excitará y te hará los honores de una durísima erección o una buena frotada
sobre el pantalón o una deliciosa masturbación que culminará en densos chorros
de caliente semen derramado por ti. Y me imagino inmerso en el rito salvaje de
una chupandina voraz, como en la otra ceremonia excitante de verte matear. Y me
quedo con el eco lascivo de tus palabras: “hasta que terminó volando, me
enchastró las tetas por que yo le dije: échala acá que esta recaliente tu
lechita”, y me sueño allí mismo repitiendo hasta el infinito esos mismos
masturbatorios chijetes en tus pechos.
viernes, 15 de abril de 2016
AMISTOSA GRATUIDAD
Hurgo por entre tus muslos exhibidos con
afán de calentura, deshago tus remilgos de beata malhumorada, te dejo florecer
en tu sexualidad emparedada haciendo como que no miro, te quiebro los pudores para
que no te acosen los arrepentimientos y sigas jugando los juegos de desborde y
las lúdicas locuras, te ultrajo los recatos de púdica dama medieval y te dejo
soñando en una violación inminente. Tus muslos bajo ese sedoso azul violeta,
como en una fantasía surrealista, como estremecidos por un relámpago, y el
borde negro de enagua edípica con su festoneado encaje, y las reminiscencias de
antiguo voyerista que acuden a la miel de tus piernas desnudas. Cinco veces
revive el deseo de acariciar esas carnes de ingle a tobillo, de lamer las
rodillas y sobar las suavidades que acceden a la fuente apretadita del goce que
estruja y hacer verter la liquida densidad del macho estremecido. La vigencia
de la tentación de ir a por tu sexo aunque en el después se desaten tus
incomprensibles tormentas de mujer mantis, de araña carnívora, de serpiente
ponzoñosa, y te encierres en tus repulsiones instintivas, y dejes que el
silencio indague por tus iras de doncella abusada humillada violada. Y
disfrutas la sensación de saberte deseada, e imaginas una mano frotando un
príapo endurecido en honor a tus piernas extendidas sobre el lecho, y sabes que
unos ojos ávidos buscan entre esas mórbidas suculencias los invisibles vellos
de tu pubis con el loco delirio de una fiera perturbada. Lo sabes y lo gozas
sonriendo, porque como has dicho: “Las pajas son gratis”.
LOS FUEGOS DEL JUEGO
No me provoques que amanecerás mordida, con
las marcas de mis besos por tus dunas y rincones, con las huellas de mis
dientes en tus pechos, tus pezones adoloridos, y tu cuerpo saciado de
lujuriosos juegos nocturnos. Juegas otra vez con fuego niña atrevida, cuidado!
que puedo quemarte enterita, y tú ya sabes que soy bueno quemando porque ardo
con los fuegos de la carne encendida y erecta, estas encendiendo un fuego que después
no podrás apagar, ya te he quemado hasta perder la razón más de una vez, y nos
quemamos ambos juntos en la misma llama, una sola brasa fuimos en el mismo paraíso
o infierno hasta alcanzar el abismo de tus furias. Traveseas ingenua con mis deseos
y pasiones contenidas, con mis flamas surgentes y mis lavas ardientes, lúdica y
coqueta, me desbordas en los tenues suburbios de mis excitaciones, me arrastras
por los límites de tu piel desnuda y tus manos suaves, por la mórbida y
ampulosa lisura de tus senos, por el salvaje contorno de tu pubis donde
sumergido me disgrego en las calientes arenas del árido desierto del sin ti. No
me provoques con tus verbos impuros y tus embrujos de hembra madura y alocada,
con tus hechizos turgentes o tus encantos de pira y yesca, porque te soñaré a
mi modo niña atrevida, dibujado en tu almohada, en tus sabanas, tatuado en tu
escote, grabado a fuego en tu ingle, te soñaré mía absoluta y total, hasta que seas
húmeda rosa en mis labios incinerados en ti.
lunes, 11 de abril de 2016
ESPASMO MUSCULAR
De la ingle al aductor suavecito, como
caricia leve o masaje sanador, con la yema de los dedos deslizándose lentas por
la carne trémula, dejando un hilo de tibieza concentrada, de inquietantes
estímulos sobre la piel sensibilizada, en los pliegues de tu carne deseada, en la
cercanía de tu sexo oloroso a provocación, incitación, invitación o entrega. Lo
sugerido y lo imaginado, tu sabor ahí incrustado, mi lengua lamiendo la cisura
entre tu muslo y tu pubis, el fuego y el intento, ahí en la ingle huelo el
aroma de hembra atrevida que se esparce como un vaho excitante, libidinoso,
como un aire que sofoca y atrapa en su voracidad sexual. Y entonces como un
traicionero depredador que ya tiene a su presa en sus garras, dejo mi lengua
atrapada en el vicio de lamer tu rosa hendiéndola bajo el murmullo del goce, mi
lengua atrapada en el vicio de lamer tu delicado dulce rosado molusco abarcándolo
bajo el murmullo del goce, mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu carnal
corola de abiertos pétalos separados abarcándola bajo el murmullo del goce, mi
lengua atrapada en el vicio de lamer tu lanceolada corola carnal abarcándola
bajo el murmullo del goce, mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu rosado
gladiolo carnal abarcándolo bajo el murmullo del goce, mi lengua de pervertido
sátiro escurriendo húmeda y caliente de la ingle al aductor, lenta y
perturbadora, como un caracol depravado en una cópula surcante. Y me quedo ahí
en ti en medio de la noche que se viene fría, soñando tus tibiezas acurrucadito
para darle celos al maldito pichitin del quincho.
domingo, 10 de abril de 2016
EL FAUNO DEL CAMBIO
Cuanto has cambiado desde que entré a tu
vida echando la puerta abajo. No golpeé la puerta con timidez de enamorado.
Desde el primer instante, me sentí dueño
de tu cuerpo y de tu alma. Te hice sentir que todo cambiaba en tu vida, esa
pequeña vida tuya de mujer sola, de comodidad, de blandura, se transformó como
todo lo que yo tocaba. Yo hice reflorecer la hembra que desde muy joven le
gusta andar desnuda en la casa, sintiendo esa secreta sensualidad del pecado,
de lo prohibido, esa hembra que ahora sale a la calle a comprar sin calzones,
aunque sea por flojera, pero igual sintiendo en su intimidad la sensación del roce
de la ropa en su entrepiernas, en su pubis ansioso, la exhibicionista mañanera enviciada
en mostrar como jamás pensó sus pernis y sus pelis, muslos ingles y vellos
púbicos, con o sin bragas, con camisola o nada, desvestida, desnuda, sugerente
y sin reconocerlo, excitada. En
todos esos momentos, yo escribía estos textos, que te hacían subir al cielo o
bajar al mismo infierno, con la crudeza de mis palabras que te quemaban como
brasas. Ahora percibes y vives con otra intensidad la sensación de lo que te
era vedado, de la transgresión, de la sensualidad viva y punzante, ahora el
sexo es un tema para pensar y soñar, ahora puedes abrirte a tus propios deseos,
pueden rozar tus dedos sin vergüenza los bordes de tus otros labios, el cauce
húmedo, el protuberante capullo sensible. Todo se transformó en tu vida. Entraste a un mundo que antes nunca soñaste
que existía desde que yo
penetré en tu vida. Y aun te quedas a veces en tu
solitaria altura pensando en todo lo que has cambiado gracias a mí.
Nota,- En cursivas, paráfrasis
de un fragmento de la Introducción a Los Versos del Capitán de Pablo Neruda.
sábado, 9 de abril de 2016
RENDICION
Ya no insistiré en volver a ver tu íntimo reflejo
en la intimidad de tu espejo, en desearte en carne viva y palpitante allí entre
el cristal y el azogue, o en esperar esa cita imposible una tarde de otoño que
reviviera antiguas penumbras de besos ansiosos, del “tuto” y de mi edípicas caricias
en tus pechos inolvidables. No perseveraré en seguir soñando tus tibiezas y tus
ternuras, tu femenina dulzura y la tenue delicadeza de tu presencia, me rendiré
a la evidencia; no existes más que en mi eróticas ensoñaciones y en la memoria
inevitable que esas pocas tardes. No volveré a buscar tu voz por los
escondrijos del bosque, tu dulce voz de dama inaccesible, de ardiente pero
tímida hembra que esconde pudorosa sus ilusorias lujurias y sus fantasías
prohibidas. No recorreré una y otra vez tu camino sin salida, porque sé que lo
que deseas en la puerta del sueño se te olvida o se borra o lo desechas con el
primer frío albor de la madrugada, porque lo que arde en tu cuerpo en tu
insomnio lo diluyes en las rutinas mañaneras, y ya hacia la tarde navegas en el
mismo cauce vacío que te lleva a tu lecho sin mirarte en aquel espejo. Dejaré
de vagar por el laberinto de tu voluntad buscando el lugar y la hora donde
volver a poseerte, a encopar tus senos, succionar tus pezones, lamer tu sexo bajo
el “tuto” y penetrarte con la devoción del macho que al fin recobra las sublimes
sensaciones de recorrer los paraísos perdidos. Ya lo sabes, no insistiré en
poseer tu íntimo reflejo en la íntima perspectiva de tu espejo, no hasta que te
fugues de tu asfixiante realidad y vengas a mis brazos liberada del castigo de no
ser tú misma.
viernes, 8 de abril de 2016
MALDITO
Ese maldito que llegó a última hora a
quitarme lo poco que era mío, te puede lamer la piel hasta el hartazgo, estar vivito
y coleando entre tus manos, acurrucarse a tu lado ahí en tu lecho imposible,
quedarse quietecito entre tus pechos, dejar que lo beses o lo arrulles, puede
andar por tu alrededor contoneándose y mostrando su sexualidad con absoluto
desparpajo, puede oler tu ensortijado perfume, oler tus tobillos y tus
pantorrillas, quedarse de inocente e inofensivo mirón mientras te desnudas o te
vistes, o quizá hasta cuando te duchas y el corretea por ahí haciéndose el monito
gracioso, mirará bajo tu falda inmune a las furias de tus inhibiciones, pequeño
como es se da maña para perecerte inofensivo, tierno, monono, aunque bajo esa
piel no de oveja sea un pérfido reptil ponzoñoso. Tampoco me calienta, dices,
pero en el tiempo largo la cercanísima convivencia construirá el puente y despertará
la tentación, aunque desde este lejos mi voz te siga susurrando al oído
mientras miro solitario al atardecer tu rosa debida, seré apenas rara silueta a
la sombra del olvido. Y tú te lo comes a besos ambiguos entre rufián y fiera, y
el lengüetea impune tu rostro que también era mío, y tus manos lo elevan al
séptimo cielo, y te ronda por la noche en el patio mirando las estrellas, y tú
lo piensas entumido, y así, noche por noche, día a día, va ocupando sin que te
des cuenta mi lugar en tus sueños. Tendré que aprender su idioma primitivo y animal,
a mirarte con ojitos de huacho, a parecer siempre humillado o payaso, a aullar
a la luna haciéndome el macho solo, y a acosarte por donde andes como un
amoroso y manso lobo de peluche.
COBARDIAS
“Sólo habita el utópico deseo,
el fantasma de aquello que no ha
sido...”
Liliana Varela.
No poseí el vaho de tu respiración en mi
pecho, ni las caricias de tus manos en mi entero cuerpo buscando los goznes del
deseo y los intersticios por donde se vuelan las inhibiciones, los temores y las
dulces reticencias, no sentí el leve sonido de tu pudor floreciendo en las
penumbras, el sabor del rubor en tus mejillas, el aroma de tu cuerpo
estremecido y anhelante, la ondulada curva que va de tu cintura por tus caderas
a tus muslos, la tibia línea que baja de entre tus pechos hasta tu pubis y más.
No alcanzamos la noche en que nuestras manos profanaran con lento impudor las
sinuosidades de las carnes palpitantes, que hurgaran los vestigios y las
sombras por entre nuestros cuerpos desnudos, suaves combas y rígido mástil,
abierta húmeda, duro erecto, borrados por el tráfago de la cópula que socavaría
los últimos recatos. No fuiste dueña de mis besos por las comisuras de tu boca,
de mi aliento quemando el terso surco entre tus senos, la sensación de mis
labios embebidos en los tuyos, la nostalgia de mis dedos entretejiendo tus
cabellos, el sopor de tu pasión consumada que permanece temblando laxa entre
mis brazos. No vivimos esa hora sublime en la que saciados de sueños cumplidos,
tiernamente machihembrados, anegados de besos y manos afanadas, íbamos a dejar
de ser nosotros y desaparecer sumidos en el tiempo de los magnolios y las
dalias. No fuimos una sola sombra allá bajo el farol de una calle solitaria, ni
las siluetas difusas en un parque un atardecer de lluvia, no fuimos,
simplemente nos vencieron nuestras malditas cobardías y no fuimos.
lunes, 4 de abril de 2016
LA HEMBRA QUE SE SUEÑA
Para B. G.
Ahí semidesnuda eres hembra jugando en
medio del coqueto desorden de tus sensuales ropajes y colores, jugando a hacer
posible lo imposible, a explorar otros signos de tu perfecta feminidad, jugando
a sentirte mariposa abierta, flor profunda o joya invisible. Ahí esparcidas
están las bragas de reina sospechosa, los falsarios brassieres tentadores, los
jeans y las faldas, las medias y las blusas, tus vestiduras de herética
esfinge, tus galas de dama que se sueña princesa encantada en un territorio
prohibido. Entre los rojos pasionales, los dulces anaranjados, el blanco de lo
alto y los cálidos amarillos, entre muros y cortinajes, junto al lecho donde
habrás pecado de deliciosas y penetrantes sodomías, donde habrás consumado tus
sueños de pervertidas lujurias de mujer esplendorosa, allí entre las sábanas
deshechas que aun guardan tu femenino perfume y el lúbrico aroma de tu sudor de
hembra paladeada, poseída, penetrada. Ahí las delicias de tus hombros y tus
nalgas, de tus provocativas piernas enfundadas en las negras redes de sutiles
arabescos, tus pálidos muslos y el surco del confuso placer. Ahí te reflejas en
el espejo voyerista como inquietante mujer secreta, flor en su capullo, sirena
de los turbios océanos del vicio, te escondes quizá avergonzada en el suave y
largo oleaje de miel de tu pelo, te dejas observar como un ángel encadenado a
una corporalidad equivocada. Ahí con tus tacos aguja y tu pose de ninfa
sorprendida, hueles a semen a besos a saliva vertidos en tu piel en la
confusión de la atávica cópula equívoca, te sabes sensual e inquietante,
poseedora de los dones del sexo y de la ambigua seducción. Ahí semidesnuda eres
una silenciosa hembra que se sueña.
EL TEXTO DEL PERDON
“En ti vacilo, caigo
y me levanto ardiendo.”
El Daño. Pablo Neruda
Tú no sabes el tamaño de mis ansias por resbalarme
a través de tu cuerpo en un delicado restriegue acariciante, de besar tus
labios haciendo noche en el descampado de tu semidesnudez biunívoca; recatada e
insinuante. Ignoras el caudal de deseos que fluye por mi virilidad hambrienta
de tus íntimas y ceñidas humedades, la memoria imborrable de tus gemidos
quedos, tu piel asustada, tus manos suaves esparciendo tus ternuras, los
susurros de mi boca en tu oído, mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu
lanceolada corola carnal abarcándola bajo el murmullo del goce que te
disgregaba en ardientes arenas y salvajes oleajes de espumas adormecidas. Desconoces
como en la solitaria tarde del bosque arden mis fuegos cuando te encuentro en
las piedras de las lluvias, en la placidez de los peces en el estanque, en la
ondulación vegetal que refleja tu cuerpo en aquel lecho lejano e irrecuperable.
No percibes la vastedad del delirio de poseerte, otra vez, como si fuera el mismo
atardecer en el que nos sumimos por primera vez con la desesperación de los
amantes que se encuentran al final de un
luengo camino de soledades y desengaños. No sabes la intensidad de la urgencia
de mi boca, mi lengua, mi miembro, mis labios y mis manos por cercar tu pubis y
asolarlo con la demencia del macho solo. Por todo esto y más es que apelo a tu
misericordia de musa esquiva e inaccesible para recuperar tus tibiezas
sumergido quieto y feliz entre tus pechos.
domingo, 3 de abril de 2016
SONROJOS
Ah! Baronesa, ¿que otro fin más sublime
tiene la literatura que el despertar emociones? Ese sonrojo justifica mis
palabras en su verbo y su esencia, y consuma mi eterna búsqueda; alcanzar a
tocarla con la levedad de un susurro, siempre en la complicidad del mágico silencio
que solo nosotros desciframos, solo nosotros. Siempre hay un momento en que uno
sueña antes de entrar en el sueño, de ahí surge la inspiración que florece en
ese rubor de sus mejillas. Sé que la acoso con mis deseos incesantes, ya
declarados imposibles, pero que se hacen reales cuando su piel se eriza o su
cuerpo se estremece escondido en la penumbra de su imaginación que toca y
acaricia, que bebe los licores prohibidos o se deja turbar por misteriosas
pulsiones de un ayer de fervores y lujurias, de ardientes remembranzas de
cuando caminamos juntos por los bordes de abismo de la pasión a punto de
desbocarse, de aquello que pudo ser y no fue. Sé que siempre logro sonrojarla y
echar a volar su ego más allá de la vendimia de su pudorosa y tierna madurez,
que hago renacer pecadoras intenciones en las instancias de su boca, de sus
manos, de su pubis dormido, de su breve insomnio antes de sumergirse en sus
sueños para rozar mis labios con ese un beso sutil y agradecido. Usted sabe que
cada texto que le escribo es solo un lúdico (y por supuesto vano) intento de
seducción y de incitación poética, que apela delirante al derecho inalienable a
soñar que detenta todo poeta. Esa es mi justificación y también mi pecado.
GRANDEZAS DE TI
“¡Voto a Dios que me espanta esta
grandeza
y que diera un doblón por describidla!”
Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla.
Miguel de Cervantes Saavedra
Sobaría esos muslos imponentes hasta
embadurnarlos de mis densos y pegajosos goces seminales, los ensalivaría poro
por poro como un caracol copulatorio, a lo largo, desde la ingle al tobillo, a
lo ancho entero en su circular contorno, a lo otro largo, desde el pliegue que
separa nalga de pierna hasta donde se inicia el talón, los mordería como una
monstruosa y pervertida bestia eyaculatoria, los lamería con la lenta
perversidad de una babosa hirviente, los lengüetearía con lengua larga blanda
empapada, los besaría como a una estatua de miel y vinos, los besuquearía
goloso enviciado en el tenue sabor de tu piel que duerme sola desde hace años,
esa piel virginal a sabiendas que es un desperdicio de los dones que posees en
sensual grandeza, deslizaría las yemas de ocho dedos por esa superficie de
infinitas manchitas lunares como un múltiple arado que ara la tierra donde
sembraré los deseos de abrir esos muslos y ofrecer a orales libertinajes la flor humedecida, restregaría
mis mejillas por esas lisas curvas como una lánguida mascota corrompida,
dejaría mi miembro cogido en tu entremuslos, urgente, erecto, sensibilizado,
apretado por esas mórbidas columnas del portal del templo de la cópula, relamería de arriba
abajo y viceversa y en sus cercanías surcantes (vulva, hendidura intergluteal,
ingles) esos muslos hasta dejar mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu
carnal corola de abiertos pétalos separados abarcándola bajo el murmullo del
goce, y para rematar la apasionada depravación me quedaría absorbido por ese
tibio espacio interglutesobreano.
BESOS SALVAJES
“Sé que me harías
rendir, con solo llegar a tocarte ya estaría rindiendo... ah!”. Anónimo
Atrapado.
Besos mañaneros que
hacen florecer el día imaginando las bocas que se tocan y se atrapan, besos
nocturnos de lenguas juguetonas y succionadas, de labios ensalivados que
abarcan otros labios ensalivados, que muerden tiernamente, besos salvajes,
ansiosos y desesperados, humedades premonitorias de caricias más profundas, de
estremecimientos y gemidos, de una loca trabazón de dos cuerpos ebrios de
deseos buscándose en la blanda oscuridad del lecho. Besos crepusculares,
tiernos ósculos que brotan entre las siluetas abrazadas en un parque en un
atardecer imposible, susurros con promesas de sueños que no habrán de cumplirse
pero que hacen destellar los mojados labios por los rubores del cómplice
poniente que observa silencioso e imponente los primeros escarceos de la manos
ávidas acariciando bajo la falda y las otras manos rozando tímidas la escondida
virilidad latiendo en su cercado territorio. Plenitud de besos entre románticos
y eróticos, atrapados en ese espacio inquietante que existe entre el amor y el
sexo, con deseos, excitación y ternuras, todo a la vez bajo el plenilunio que
se esconde en los follajes, o inmersos en la lujuriosa tentativa de carnal inmortalidad.
Ella cada vez mas atrevida, él con el mismo temor por sus antiguas furias si
cruza algún límite (que aun no conoce), ambos concientes de sus limitaciones
aprendiendo juntos muy juntos las mañas para sobrepasarlas, los recovecos por
donde los besos dejan las bocas para ir a navegarse por los cuerpos desnudos,
donde los labios asumen una impune y desatada sexualidad y beben los jugos del
pecado y saborean la carne tibia y palpitante que se vuelca en el estertor del orgasmo
y se vierte en la rebosada eyaculación. Eso.
sábado, 2 de abril de 2016
JUEGAS
Para Mrc Brt, con respeto y lejanos
deseos.
Juegas a exhibir con sensual desparpajo tus
hombros, brazos, caderas, piernas; muslos pantorrillas pies, tu mano en la
rodilla, de tu negro pelo un fragmento, tu cuerpo en impura desnudez incitante.
Juegas con mis deseos exhibida de morena piel desnuda, sin rostro sobre las
arenas, desde atrás, cómplice e incógnita, solo dejas tu dorso a los viciosos
mirones que caemos en tus trampas invocantes de rígidas erecciones. Juegas a la
femenina tentación mostrando la suave tersura de tu espalda, la voluptuosa turgencia
de tus glúteos, toda la piel de tu cuerpo tostado por las íntimas caricias de
un sol que envidio porque te toca y mira como si te poseyera en ardientes deleites.
Juegas solo cubierta de los negros hilos del mínimo recato y ese pequeño
triángulo blanquinegro que se inserta en tus delirantes tibiezas, en la
dividida exhuberancia de tu envés, en las deliciosas combas de tu atrás. Juegas
sentada como una reina en su breve trono, inquietante y excitante, silenciosa y
ausente como la estatua de una fuente o la escultura de una erótica sirena, como
una soberana de dulces impudicias y seminales vertientes. Juegas a la lujuria trasera
que desbordas en ansias penetrantes, en mórbidas lisuras exultantes, en una
sabrosura que rige febriles elevaciones viriles. Juegas volteada, negada,
girada hacia tu propio horizonte, solitaria musa de fervientes varones que te
miran con ojos de machos urgentes, tal como yo te miro sobando acariciando
palpando tu reverso con mis ojos ansiosos de volver a verte en los sueños, pero
esta vez muy cerca y de frente.
AHÍ
La flor celosa,
en sus pétalos lleva,
rocío de labios.
Haiku III. Emilio Medina.
Te beso ahí donde tu sabes y te gusta, en
el borde subductor de la evasiva charnela, entre ingle y cauce, entre ralos
vellos olorosos a ti y el vórtice húmedo de tu flor abierta, lamo la juntura y
la orilla, oteo, huelo, saboreo, dejo que mi lengua se inserte en la humecta
hendidura como una rígida babosa curvada, besuqueo la empapada entrada,
chupeteo el capullo sensible, lo punzo y atrapo con mis labios feroces, te
deshago en suspiros y quejidos, mi boca atrapada abajo en tu otra boca, mi mano
frotando abajo el erguido túmulo de tu homenaje mientras me desmembro en quejas
y gemidos, bebo de ti los orgasmos retenidos por tus torpes recatos, aspiro las
esencias de tu sexo vertical de clítoris a periné y en cruz de labios a labios,
las respiro como un aire necesario y excitante, como un hálito de libido
surgente, como un aroma de algas dormidas, hozo el collado de tu pubis
hambriento de tus estremecimientos, de tus estertores desesperados cuando
chapoteas con los ojos cerrados en los goces orales, conspiro endemoniado,
fauno en celo, aprisionado feliz entre las tibias suavidades del interior de
tus muslos, dejo mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu rosado gladiolo
carnal abarcándolo bajo el murmullo del goce, en tanto mi mano aferra y estruja,
sube y baja en rítmicos vaivenes la tensa consistencia de mi virilidad encendida,
hasta que me vierto denso líquido caliente, me derramo y te sigo besando en la
breve eternidad del momento ahí donde tu sabes...
SOMBRA, AUSENCIA, SILENCIO
Aquí cavilo bajo tu sombra de hechicera en
ausencia por el borde del río en el boscaje, tu sombra tibia, el río lento, los
bosques en sus verdes distintos y sus sombras. Por el borde del río, arriba en
lo alto de la orilla, en la cabaña, tú y tus sombras de silencio, temblando
desnuda de pudor a mi lado y yo sin tocarte, como si no estuvieras ausente y en
silencio, tu voz como el murmullo de las aguas allá abajo. Busqué el ángulo de
tus ojos y eras sombra, la roja ribera de tus labios y eras ausencia, el roce
imperceptible de tu piel y eras silencio. Estaba tu nombre escrito por las
gaviotas en las grises arenas de la desembocadura aun sin borrar por la lenta
corriente del río que bajaba lento como un espejo, estaba tu pelo en los ensortijados
follajes, estaba tu cuerpo en la sinuosidad fluvial que surcaba rauda la proa
dejando la estela como una sensible y desesperada caricia de navegante
extraviado, pero no estaban tus mejillas ruborizadas por el desvelo del amor
cuando se acercaba la noche atravesada por las últimos giros del crepúsculo. Y
fuiste infiel a tu pasado vigente en la oquedad sugerente de mis palabras,
pecaste de tímida lujuria, desecha o fragmentada en la tibieza ansiosa de las
leñas en ascuas de mi lecho. Con el primer albor de la madrugada fuiste siendo
otra vez sombras, ausencia, silencio, te alejaste de mis manos con la
solemnidad de una dolorosa estatua transfigurada por los púrpuras de un impuro
poniente. Exploré tu persistencia feroz en los juncos y los pajonales del
sueño, no estabas allí porque ya eras sombra, ausencia, silencio.
Río Llico, 24-29 marzo de 2016.
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