domingo, 27 de abril de 2014

IRINACION II

Te deseo enviciado mirando la imagen de tu rostro mientras siento la brutal imposibilidad como el infierno del celibato. Me gustaría tocarte, oler tu perfume, y quedarnos abrazados en silencio solo sintiendo la cercanía física y espiritual, más ahora que sé como es tu cuerpo y mis manos sexuales se duelen de ti, de acariciarte suavemente, entera, con toda mi ternura y toda mi lujuria, dibujar tu cuerpo con esa sensualidad del fauno sigiloso para encenderte y hacer surgir de ti la hembra sola, sentir tu estremecimiento cuando toque un rincón sensible, suavemente, y besarte en ese rincón, y tocar con la punta de mi lengua ese punto preciso donde se acumulan tus deseos, solo con la punta de mi lengua húmeda, ardiendo en tu fuego, y punzar levemente ese punto incitando tu orgasmo, y seguir explorando tu cuerpo para saber donde están los intersticios por donde entraré a saciarte de amor y sexo, y ternuras y cariños, de cercanías y de intensidades, hasta romper el cristal que te encierra y liberarte, que vueles, que dejes de ser y vuelvas a encontrarte a ti misma, y solo entonces poseer y habitar en ti, en tus secretos, en tus baúles oscuros, en tu alma desnuda, y solo ahí intentar seas mía como no has sido de nadie nunca, y desde ese día te poseeré totalmente y tu lo sentirás, sabrás que a partir de ese instante ya no te perteneces. Un día, sí, un día habrá en que la imposibilidad no importe y en la oscuridad de su noche serás por primera vez infiel y me dejarás estar hasta siempre en ti.

IRINACION I


Y fue una noche mágica en el borde mismo del deseo, pude oler tu perfume, sentir la tibieza de tu piel, tu respiración, vi tu pechos grandes y plenos con sus pequeños pezones sensibles, protuberantes, con sus claras aureolas rosadas, pude sentir su calor y su textura, esa sensación de dulce carne blanda y perfumada, y pude rozar esos botones con mis labios, atraparlos con mis manos, sentir su túrgida consistencia y luego besar una y otra vez cada uno hasta sentir tus pequeños quejidos de placer. Estaba excitado, muy excitado, demasiado, porque ahora si me dolía nuestra absurda imposibilidad. Vi tu cuerpo macizo, lleno, sin ningún vello, femeninamente depilado, y veía ese breve surco rosado, oloroso a ti, y me entregué a ti, y me olvidé de todo, dejándome hacer lo que sentía, sin limites; busqué, exploré, toqué, besé, lamí, acaricié, entregándome entero para que tú sintieras mi rendición y te entregaras igual, y así hundirnos en esas intimas sensaciones hasta el mortal precipicio del éxtasis. En esos momentos el mundo no existía, todo estaba en tu cuerpo que poseía, en tus rincones y sus secretos, todo el universo estaba en tus quejidos de placer, en tu piel que vivía esos roces hasta la penetración final, esa posesión intima, absoluta, en esos instantes maravillosos en que fuimos uno. Y después, el descanso, abrazados, susurrándonos, ya sin el deseo físico solo envueltos en la intensidad de una cercanía imposible. Entonces comenzaba a recorrer cada milímetro de tu piel, solo para dolerme más de mis deseos, de mis ansias, hundía mi rostro en tu cabello, me escondía allí de todo, del universo completo, todo dejaba de importar solo escondiendo mi rostro en tu cuello, olía tu perfume y tu sudor después de sentir el amor, no quería moverme de ahí, besaba tu oreja, jugaba con ella con mis labios y mi lengua húmeda, enredaba mis manos en tu pelo y te besaba, te besaba mucho para saciarme en tus besos, jugaba en tu boca con mi boca, en tus labios llenos de mis besos, y eras mía, toda mía. Y sé que aun debes sentirme porque yo siento tu cuerpo aquí, tan cerca que me quema, sí, me estoy quemando en tu cuerpo hasta la ceniza, siento tus labios en mí, ese roce de tus labios cargado de todo el quimérico amor que me das.

sábado, 26 de abril de 2014

LA MARIPOSA HAMBRIENTA


Mi lengua en tu oreja extrayendo de tus instintos los conchos de esas oscuras fantasías negadas que guardas en el secreto de tu silencio y de tu perpetúo recato. En tanto te embelesaba con besos lenguaraces mi mano bajaba sigiloso hasta encontrar la mariposa hambrienta con sus apretadas alas palpitantes y la surcaba y la dedeaba hasta romperte en quejidos y súbitos estremecimientos. El mojito siempre y xocolatl kiasarino en sabrosa mixtura con tus sabores y tu piel sudorosa, dulcemente pegajosa en su densidad sensual bajo los tules negros y después bajo las negras transparencias. Tú trepando por mi cuerpo tendido para alcanzar mi boca besos que te esperaba y a la vez urgiendo el coito subrepticio en mi entrepierna son tu mano guiando el erguido deseo atareada en la inesperada ruptura el trato, la violación el estupro el abuso consentido. Después fui yo escalando tu cuerpo confirmando la trasgresión del compromiso inpenetrante, antes hubo la fina cucharita del rito en tu ombligo que luego fue las dos cucharitas encajadas con tu mano fálica y la inquietante humedad restregada de tu pubis vientre en mis nalgas glúteos. Y sobró el tiempo para reconocer el muro, siempre el muro, de diferencias esenciales, lo cerrado y lo abierto, lo prohibido y lo buscado, hasta la gresca amistosa de las aberraciones plutónicas y las exequias matrimoniales tuvieron su lugar, su momento, su dislate. Compartimos así la intensidad carnal en carnes vivas de una prosa prosarium escrita a fuego en tinta roja y leída con tus ojos beatos ansiosos de espiar por la rendija del goce las siluetas en sombra de las pequeñas perversiones, del verbo que te penetra por una inesperada trizadura del atardecer temprano en el túnel de fauno pervirtiéndote en abierto incumplimiento, sin revocación, de aquel pacto surgido del miedo. Vale.

martes, 22 de abril de 2014

ORADORA


Sentí el vaho caliente de tu boca orando por mis pecados, tu saliva como una pequeña garúa tibia en el lóbulo de mi oreja, por mi cuello, cruzando mi pecho de tetilla a tetilla, corroyendo mi estomago, cercando mi ombligo, fluyendo como una viscosa babosa sexual por mi vientre, lenta, húmeda, succionante, atrevida a ojos cerrados, a manos incesantes. Me voy dejando escurrir engullir extasiado en tus vehemencias impúdicas, afanado por tus labios babeantes zigzagueantes en curso fijo a los fálicos lugares en erecto despliegue, me desato en cosquillosos corcoveos, es surgencias preseminales premonitorias de la vertiente de la última instancia. Me someto a tu voracidad bucal en medio de la elemental angustia del deleite por venir, entregado rendido anhelante, destrabo mis censuras incipientes, te azuzo con quejidos soeces, con murmullos libidinosos, con la respiración agitada, levantando el vientre para acercarte apresurado al territorio donde consumarás tus lujurias a puerta abierta, en descampado, sin beaterías ni recatos medievales. Sentí tu aliento calcinando mis pecados como un incienso que me purificaba de malas pasiones, de perversidades y aberraciones, de desacatos y solitarios vicios carnales, me fui quedando quieto adormecido mientras iniciabas con refinada lentitud los lamidos, besos pervertidos y succiones depravadas en tanto frotas sobas aprietas el carnudo objeto del goce viril. Hay un destello fulgurante, un relámpago que rompe la quietud serena de la tarde allí en lo alto, un abismo que se abre socavado por tu oralidad abarcante en mis instintos y eyaculo incontenido derramado estremecido, avergonzado, en la tibia oquedad que me absorbe entre tus labios que siguen pronunciando el mantra más sagrados de las religiones dhármicas.

ALTA EN TUS SOMBRAS


“El sexo es el consuelo que le queda a uno cuando ya no le alcanza el amor”. Gabriel García Márquez

Continuidad voraz del deseo desde el año en que cruzaste el puente envuelta en un crepúsculo premonitorio altiva como una estatua de largas piernas, aleonada cabellera y el rostro arisco e impenetrable. Y sucedieron los años destinados a nosotros con las llamaradas y las brasas del fuego vivo de las carnes en total virulencia lujuriosa desde los lentos intentos de amor clandestino hasta las desaforadas experimentaciones de amantes ilimitados. Y fueron los atardeceres cotidianos después del tumulto del día profano, o los domingos mañaneros en medio de la delicada tranquilidad de los muebles antiguos que fuimos indagando las opciones del goce compartido, de los placeres vedados y de las delicias de lo prohibido. Todo fue aconteciendo en un sin rumbo de sensualidad entrelazada y sexualidad desatada, en un paraíso virginal, primitivo, sin pecado ni culpas; tu colaless, brassiere y tacos agujas rosados, solo eso justificaría los años sucedidos, la negra oscuridad cómplice y desvergonzada, los amiguitos del baile de los imaginarios, el café y las mañanas, tu cuerpo desnudo y alto caminando cabalgando excitando e inquietando, ofrecido a los dioses del fuego como una vestal incombustible, las pocas noches enteras y algún cuarto ajeno, tus dedos y tu vulva, tus pechos y tus nalgas, ofrecidas, las exploraciones y los tumultos a cuatro manos, tú tendida desnuda en tu lecho y yo onanista voyeur consumando, la lluvia en el ventanal que daba al jardín de la lluvia, tu piel madura donde me fuiste escanciando todos los otoños posibles. Tú, la venerada en su esplendor irrecuperable. Altas tus sombras siembran sutiles silencios en extensas lejanías. Siempre tus sombras suceden sigilosas con oleaje de ansias y a contramano del tiempo. Todas tus sombras se escurren por los sueños como tumulto de pájaros, como barcos a la gira, como esa tarde lluviosa. Solo tus sombras surgen entre espumas en la rompiente de tus ojos* y en tu voz que se aleja. Tus sombras, tus altas sombras, siembran en secreto las sagradas soledades que soportan la noche.

* Origen de Dolores y Naufragios

PENETRANDO EN TU NOCHE



“En las noches te  imagino entrando furtivamente a mi casa, siento tu respiración junto a mi, en mi cama, te recibo... existe algo más rico...?” G.

Entro furtivamente en tu lecho, sigiloso ansioso caliente, desnudo, y ahí estamos al fin los dos como en un sueño esperándonos. Me recibes tímidamente coqueta, me abrazas por el cuello, siento tu cuerpo solo cubierto con esa enagua blanca suave sedosa, te susurró algunas cosas íntimas de nuestro intenso pasado vivido y me besas en la boca con un beso tan suave y tan profundo que la noche se abre como una magnolia lunar. Me acerco a besar tus pechos con los labios buscando tus pezones, par de breves coronas bellas, erectas y carnosas casi tan suaves como tus senos carnosos tibios esponjosos. Comienzo a acariciar esas mullidas grandes y pálidas tetas, luego, mientras acaricio tus piernas descubiertas hasta rozar tu conchita deliciosa voy besando hacia tu cintura, más allá de tu ombligo, de tu vientre, y por fin los vellitos que coronan tu vulva, allí convergen mis dedos curiosos y mi boca sedienta. Ebrio de su delicioso aroma comienzo a acariciar lamer penetrar la flor abierta por encima de sus pétalos. Después de unos momentos envuelta embriagada en esos goces vaginales me detienes e inicias tu propia ceremonia, recorres con tus labios ardiente y tu lengua ensalivada mi pecho y mi vientre, hasta dejar por unos instantes tu lengua caliente y húmeda por debajo de mi ombligo y apretar provocativamente mis muslos con tus manos calientes. Siento entonces tu lengua recorrer mi miembro ya bien erguido, la siento lamer mis testículos de una manera entre cariñosa e impúdica, tu calor y tu saliva parecen una hoguera alrededor de mis genitales. Espero con ansiedad sentir mi falo en el interior de tu boca por lo que lo tomo y te lo ofrezco en tus labios, respondes con un delicioso beso en la punta del glande, para luego engullirlo casi hasta el fondo de su paladar, me falta el aire y echó mi cabeza hacia atrás empujando mis caderas hacia adelante. Tú chupas succionas mamas, hay un destello fulgurante, un relámpago que rompe la quietud serena de la noche, un abismo que se abre socavado en mis instintos y eyaculo incontenible en tu boca, sorbes mamas chupas, siento mi verga apretada atrapada entre tu lengua y tu paladar, me retuerzo en la desesperación del placer hipersensibilizado, siento como el semen escurre de tu boca y quema la piel de mi pubis e ingles y me deshago en una arena tierna que tu amasas con antiguas ternuras entre tus manos.  

sábado, 19 de abril de 2014

VULVALICA (Contrapunto)


El rojo y húmedo paréntesis que se esconde oloroso a ti entre tus piernas, flor abierta vertical burbujeante que florece enardecida en tu pubis, lúbrico molusco coital. Mundo de humedades, olores y texturas, comisuras y dobleces dérmicos y a veces aterciopelados. Carnal vaina de madura legumbre estilando, canal surco cauce por donde escurre fluye la lujuria penetrada empotrada. Guarida sagrada de la entrepierna. Cripta Iniciática de orgasmos y destellos. Sendero de poros húmedos que conducen a tu oquedad latiente. Ojal, ojal, ojal, no dejes que abrochen nunca, los silvestres botones de tu piel. Vértice vórtice atractor de mi boca labios lengua sedienta hambrienta mordisqueante o succionante según los designios de tu espasmos surgentes. Testimonio expresivo de pieles, vellos y abultadas carnosidades reveladoras, manifiestas, semiocultas entre los muslos que como columnas defensivas protegen su rosadez traslúcida y penetrable, resguardan el arca oculta, mítica y eterna de evoluciones sensoriales cosmológicas, ontológicas, pues en ella se abriga el Ser ínfimo del placer consciente. Pozo gruta orquídea rosa en sus rocíos vertida henchida, higo dulce en su viscosidad de miel libidinosa erógena genital. Que clase de sueños tendríamos en una cama Vulva, qué clase de amantes seriamos si sus sedas nos abrazasen cual Morfeo. Cómo sería el sonreír onírico, húmedo y apretado, cómo la ergonomía, la felicidad de un despertar naciendo, de un dormir acurrucado en su verticalidad horizontalisada. Quiénes seríamos como amantes gemelos, como ginecólogos de sueños y travesías. Cómo te elucido… Arrópame o pon el labio menor sobre mi pecho, pues una brisa me eriza esta mañana. Tajo humedecido de bucales salivas e inyectado de fálicas eyaculaciones, siempre febriles.

Nota.- En cursivas, fragmentos seleccionados de: “La Vulva como Metáfora”. Mgstr. Don Rodrigo Martínez Andrade, en estética Nº 10, Revista de Arte y Estética Contemporánea. “La filosofía, sus márgenes y sus derivas”. Mérida - Enero / Junio 2007

Imagen: Uno de los paneles de “El gran muro de vaginas”. Jamie McCartney

viernes, 18 de abril de 2014

IGNORAMUS ET IGNORABIMUS


“pero... esa persistencia de la que habla, donde habita? en la memoria?, aún en sus textos no me queda clara esa invocación.” N.N.

Verás, suelo recordarte con ilógica persistencia a medida que avanza el otoño, y ya presiento que en las lluvias que vendrán serás aun más tenaz en la reverberancia perfumada de tu recuerdo, pero no sé donde ubicar precisamente esa terca permanencia de ti en los intrincados desasosiegos de la silenciosa lujuria del nocturno, a veces la siento como una herida sin cicatrizar por el lado ciego del coeur, espina o tajo según sea madrugada o atardecer, otras en una dolorosa sensación de pérdida tirando a duelo en la entrañas del alma acechada por la vagancia solitaria de los insomnios, también en la piel sedienta de tu boca o en el cuerpo hambriento del tuyo, en la palma de las manos y en los labios entreabiertos, en la puntita de mi lengua y la sensibilidad de mi falo, y no es raro que la perciba como una delicada ausencia en la sutil y alada inspiración o como un salvaje deseo de ti en la exaltación del verbo soez y descarado. Y aunque vivimos el mismo infierno sé que tú me encapsulas en tus aires desenfadados de ardiente señora y haces como que no existo o he muerto de pena en las cercanía de tu casa, pero sabes exactamente donde permanezco incrustado acechando la flor abierta de tu vulva para polinizarte inhiesto y urgente como un fauno en forzoso celibato. No, no puedo responderte donde se ubica esa perfecta y nítida persistencia tuya, quizá habite como un parásito inmortal en mis oscuros palimpsestos y esté escondida entrelineas como una mariposa muerta entre la páginas de un libro polvoriento que ya nadie lee.

jueves, 17 de abril de 2014

EN TU CUERPO TE HABITO


“Te oyera aullar,
te fuera mordiendo hasta las últimas amapolas,…”
El Fornicio. Gonzalo Rojas.

En tu cuerpo te habito hondo en las honduras de las noches de clara luna llena y derramo en ti mis deseos empotrados, escaldado en tu lascivia salvaje de hembra estatuada, penetrante imbuido y sacrílego, esbozo una caricia larga tendida por la tersura repetida de tus pechos en sus pezones altivamente erguidos. Desgajo tus muslos, huelo y sorbo el brebaje que vierten en su juntura olorosa y empapada, resbalo mis yemas ansiosas por la vellosidad impúdica hasta el despeñadero solemne de tu capullo inhiesto, de tu fálico vestigio femenil, encapsulado en su rosa carnal acechando el lamido sutil o la voracidad succionante de mi boca costal. Yergues el arco de tu cuerpo excedido en la ardiente opalescencia del molusco hambriento que acecha anegado en sus propios jugos verticales destilando en densa vertiginosidad las fragancias esenciales premonitorias del fornicio desesperado que incubas en tus axilas y en tus ingles en frugal desparpajo. Te incendias con viscosa laxitud desplegada sobre el tálamo donde te asumes secreta meretriz e impía sacerdotisa envilecida en los orgiásticos bacanales de los plenilunios donde danzabas desnuda incitando a reiterados estupros y violentas sodomías a sátiros brutales y faunos sibaritas. Justificas en la sinuosidad taciturna de tu silueta incontenida la desbocada percepción de inquietantes pecados y atávicas herejías posibles, te adueñas de los espasmos, de los estremecimientos, de las íntimas lubricaciones, de las feraces e incontenibles eyaculaciones. Ardes crepitas humeas, invocas la cadencia de la cópula, provocas obscenas tumescencias, desatas soeces vocabularios que nunca alcanzarán a describir la plenitud de tu misterioso sometimiento, desbordas la noche de clara luna llena, empotrada.

martes, 15 de abril de 2014

BESO TU BOCA HASTA SANGRAR DE TI EN TU SALIVA


Beso tu boca hasta sangrar de ti en tu saliva escurriendo por las comisuras de tu boca herida de mí, hasta entrechocar nuestros dientes en un estrépito de cristales quebrados por el fuego lento del beso con que beso tu boca, hasta morder tus labios y tú morderme los míos, ensalivo tus labios ensalivándome en los tuyos en una fornicación incesante de babosas en celo, pene/tro con mi lengua suicida en tu boca mordida, anudo tu lengua a la mía, la persigo, la atrapo, la entrelazo en una cópula de caracoles entreverados en un sexo de lentas locuras salvajes, húmedas, densas, pervertidas, repaso tus dientes tus encías tu paladar con mi lengua insertada blanda daga carnal que succionas vertida en excitada vertiente, te deshago besada como un azúcar en mi saliva caliente que fluye entre boca y boca por beso y beso anegando, irrumpo pene/trante empotrado con mi lengua falo en tus labios entreabiertos vulva y te impregno empapo inundo de salivas seminales, aspiro el aire quemante de tu boca ahogando en un beso abarcante los últimos desasosiegos de virgen exhausta y me dejo envenenar por la saliva licor sumo néctar que escancias en mi boca copa cáliz cuenco que de ti bebe y se embriaga, te beso hasta sangrar y desangrarme sangrientos en un beso que se va extendiendo por la tarde sin solución de continuidad buscando el crepúsculo embesados para hundirnos en la noche besándonos desesperado para iniciar el rito de la cópula de caracoles entreverados en un sexo de lentas locuras salvajes, húmedas, densas, pervertidas.

SITA KYASARIN (*)


¿Han escuchado alguna una vez que si mueres en el mundo de los sueños morirás también en el mundo real?

Eres el suplicio del día por medio, enfrente a menos dos pasos de distancia, a breve roce de dedos, a miradas abiertas, a palabras que esconden el tímido acecho imperceptible y la que pareciera desenfadada coquetería de cauta hembra desengañada. Juegas sugerente con tu pelo largo negro noche sin luna, esa exuberancia de lentos oleajes o sauces atrapados por primaverales ventoleras, como sin testigo agonizando ahí a dos pasos embobado. Esparces tu sonrisa de pequeñas porcelanas pícara o misteriosa, despliegas tu risa de sirena haciendo naufragar la nave del extraviado navegante para fijar los límites mortales de tus sensuales territorios. Abusas de abruptos suspiros inesperados y de esos juguetones tiernos lamentos que se extienden como dulces telarañas. Embrujas con tus hermosas piernas imponentes siempre cruzadas expuestas en el ángulo preciso para que los ojos incautados siempre se claven en tus muslos increíbles mostrando mucho más de lo justo y necesario, en las medias claras en el nylon suave en la voluptuosidad atrapante de tu cuerpo de joven madonna renacentista. Caminas altiva y segura, jactanciosa, con los serios y formales tacones negros que despiertan instantáneas fantasías fetichistas. Ostentas como ingenua tus grandes pechos ocultos pero punzando en la reverberancia de la memoria con el canalillo solo a veces visible en las hendidura de tu escote de un botón abierto de la blusa con cristalinos desparpajos. Te arriesgas lúdica o desafiante a los deseos enjaulados para no cometer el suicidio de embaucarte. Te sabes exultante incitante deseada, sabes que muerdes la carne y envenenas el alma, conoces tu poder insensato de provocar secretas erecciones y perversas instancias de goces posibles, pero aun así duermes sola en la soledad inmensa de tus largas noches oscuras como tu pelo.

(*) Advertencia implícita: Desde ese momento comenzarán noches de pesadilla que amenazarán tanto su vida como la de su relación de verdadero amor y pondrán a prueba su moral, ética, fidelidad, sus emociones ante el fenómeno más grande de su vida y, por último, el camino que deberá tomar por el resto de su vida: el de la infidelidad o el de la felicidad.

domingo, 13 de abril de 2014

DESANGELADO FORNICIO (Palimpsesto)


Nos dirigimos a la habitación. Ella entró primero, y se dirigió al centro de la habitación, esperándome, la tomé en mis brazos y le di un beso de lengüita, que ella me correspondió algo desangelada. La tomé por sus senos y empecé a desnudarla quitándole la blusa, me llevé una grata sorpresa, sus senos eran grandes y hermosos, coronados por unos pezones prietos de grandes aureolas más oscuras, que me gustaron mucho. Luego le quité el pantalón, dejándola en sus pantaletas grandes de encaje, como de señora. Así la dejé completamente desnuda. Su pubis estaba cubierto por un negro y espeso vello, que le cubría hasta las zonas inguinales y ocultaba completamente su sexo. Como la parte superior de sus muslos era muy pálida se generaba un voluptuoso contraste. Acaricié su vulva y ella me acaricio el pene por arriba del pantalón. Me quité la ropa, dejándola cuidadosamente en una silla que se encontraba en el cuarto y nos tendimos los dos en la cama cubriéndonos con la sabana y acariciándonos. Apague la luz. Bajé a su pubis, y adopté la posición sexagésimo novena, ella me empezó a mamar mi verga, con deliciosa pericia. Y como no quería acabar antes de pene/trarla, después de unos momentos de goce mutuo la coloqué al borde de la cama, le froté mi miembro tieso en su vagina y poco a poco fui penetrándola, ella empezó a gemir y a quejarse, cuando sentí que ay mi glande había entrado, introduje de un envión, mi falo entero, ella se quejó con un grito apagado. Empecé a moverme en un lento mete y saca, que ella también correspondió siguiendo el mismo ritmo. Luego más y más fuerte hasta que eyaculé abundantemente dentro de ella. No supe si su orgasmo fue real o fingido, no era parte del trato así que no me importó. Luego nos besamos y nos quedamos dormidos un rato. En la mañana, nos despertamos juntos, me metí al baño a bañarme y ella me acompañó al poco rato, la enjaboné, acariciando su cuerpo joven y ella me abrazó y me besó, yo diría con cariño. Una vez que estuvimos vestidos, le pagué sus honorarios, o su salario sensu stricto, y se fue. Nunca más la volví a ver. 

SEMIRAMIS VIOLADA


Te siento en la piel reverberando como un calor encendido en la yesca lujuriosa de la obligada castidad del quinto día y en la mente alma espíritu burbujeando en tu voz en tu verbo en tu grave mirada juzgadora. Es la pecadora y libidinosa avidez de ti, de tu cercanía, de tu cuerpo y de tus desafiantes beaterías, tu lejanía de esfinge y tu soberana actitud de faraona. Te deseo mucho más de lo que imaginas o percibes en mis sexuales juegos de palabras o en mis acechos sigilosos para no despertar tus recatos y de ahí tus furias de vestal mancillada. Has que saber que hacía ti bullen esas “pequeñas e inocentes” perversiones, en ti se incrustan mis devoraciones carnales, en ti ansío consumarme como un macho depravado y como un niño asustado, a la vez estremecido y uno. Me declaro enviciado en tus sensuales sinuosidades cuando tendida sobre el lecho como una virgulilla desnuda voy recorriendo a mano viva y boca ensalivada tu silueta que arde como los fuegos eternos del delicioso infierno de los concupiscentes y los obscenos. Por eso voy a ir a enseñarte con besos y lamidos bucales y vulvales a entrar en mis intensidades rompiendo de un envión masturbatorio o forniciante tus cristalinas filosas intolerancias, sin presiones ni artilugios de circo pobre sino simplemente uniendo nuestros deseos, provocando la alquimia grata e insensata que desanuda nuestra brutal incomunicación y así comencemos siempre desnudos a compartir lo que ambos secretamente poseemos. Te abriré los cajones que guardo en los túneles y en las cloacas de mis instintos subterráneos y ahí en medio de tu espanto curioso e incitado violentaré tu voluntad de resistencia para desvirgarte entre quejidos y arañazos en los calientes caudales de un amoroso soborno.

sábado, 12 de abril de 2014

DESNUDANDO NADA TU IMAGEN


A la oscura soberana de Douai

Primero un beso que te coma la sonrisa, que beba de tus labios tu saliva, un beso entero de boca insaciable, de lenguas que se traban buscándose con mordidas caricias y dientes que se tocan. Después abriría tu blanca blusa de señorita con mis manos bruscas sin desabotonar, rompiéndola como una flor que se rompe en dos pétalos abiertos, rasgados en jirones, que dejen expuesta tu carne pálida y tus pequeños pechos en sus copas como dos palomas quietas y asustadas. Entonces bajaría tu negra falda cortita de un violento tirón hacia abajo, tú apretarías tus piernas asustada y solo con la cinta tricolor en tu cintura y tus torneadas piernas casi desnudas solo cubiertas con las suaves medias y tus bragas apenas ocultando tu sexo. Te deslizaría la falda hasta el mismo piso para que dieras un saltito y te la quitaras, y luego te sacaría tus tacones uno a uno acariciando con sensual ternura tus pies. Entonces subiría y sacaría tu sostén para que esas tibias palomas vuelen libres, y sacaría la cinta como abriendo un regalo y luego te iría bajando las medias suavemente rozando tus piernas al ir desnudándolas. Finalmente pondría mis dedos en el borde de esas bragas delicadas y las bajaría con mi rostro muy cerca de tu cuerpo para ir oliendo tu perfume de hembra ahí de frente a tu húmedo sexo ansioso hasta bajarlas a tus pies y sacándolas dejarlas tiradas como una flor deshecha al final del verano. Y así desnuda, solo vestida con tus anillos te haría el amor de pie como a una estatua de la ardiente diosa que poseo en mis sueños.

viernes, 11 de abril de 2014

MADUREZ EN LA MIEL DEL OTOÑO


La que fue constante amante clandestina en el lecho duerme en su invierno presagiado, somnolienta en su vuelo de gaviota extenuada, agotada en la miel de su otoño, adusta o ausente, derramada en la fugacidad de sus adentros la observo arrobado desde el rincón de sombras mustias donde desaparecían de súbito los jarrones de los lirios. La he visto frente a los espejos desnuda, entre el vaho del vapor cuando su cuerpo se entregaba a la voluptuosidad del baño mañanero desnudo, de pie como una estatua de maderas y cristales mientras se desvestía para volver a entrar en la noche. He gozado en éxtasis la visión de su pubis en continuo movimiento, la suave vellosidad que allí crece musgo sagrado en torno a la flor insistente, la comba de sus glúteos girando, los perfiles maduros de sus senos en sus pezones coronados, la insistencia de su ombligo buscando beso, saliva, punzadora lengua. Oculto en las lámparas y los ceniceros vi sus largas piernas deslizarse en la sensual transparencia del nylon, el arco de sus pantorrillas, sus pies de uñitas pintadas, las rotulas y sus envés, los muslos pálidos incitando la caricia o el entrevero. Días hubo en que espié con morboso sadismo enamorado su vientre el canalillo las axilas y el detrás del cuello, los pliegues de los años y aquel dulce rostro cansado, las tersuras, las aureolas, las blanduras, las manchas de las manos agobiadas, el pelo cano. Como una lúcida revelación contemplé una tarde hacía el crepúsculo el rosado carnal de su vulva, húmeda naciente de placeres inusitados, de gloriosas eyaculaciones, de masturbatorias visiones. Siempre persiste la mórbida consistencia de sus pechos donde busqué niño macho incestuosos licores. La concubina envejecida en el lecho duerme su invierno de raso y terciopelo, bella e insinuante como nunca la vi escondido entre los jarrones de los lirios.

jueves, 10 de abril de 2014

DESPILFARRO DE TU PIEL


Te niegas al regocijo de tu cuerpo de hembra atrapada en los mortales delirios de la cópula o en los solitarios estertores de la masturbación compartida en la intimidad provocativa de la distancia invencible. No asumes que la virtualidad es una ilusión que se puede vivir y sentir como tal, como un sueño erótico, como una fantasía creada por ti misma donde lo que importa es que el goce contenga la intensidad de lo real. Reniegas de la sublime algarabía de los cuerpos trabados en la plenitud de su consumación física, goce máximo posible y justificación de todas las miserias del afuera y del mañana. Te riges por la aciaga intolerancia que surge de tus recónditos temores infundados y por los rígidos principios heredados. Evades la concupiscente complicidad del pecado que libera, que trasciende la bruma del dolor y las pérdidas. No conjugas la lúdica búsqueda de los placeres eróticos —en festivos fetiches, dulces aberraciones o pequeñas perversiones— ni asumes sus privilegios con el ansia obstinada de cercanías y ternuras. Te marginas del sudor y la saliva, del derroche de tus íntimos sabores, de los densos escurrimientos seminales. Abjuras de la maravillosa sinrazón del sexo que se disgrega en un ayuntamiento de bestias sudorosas sobre el lecho humedecido mientras la tarde va sucediendo solo en el aquí y el ahora. Renuncias a dejarte vencer por la lascivia, a rendirte a la evidencia que hemos sido en delicioso pecado concebidos, a dejarte pervertir ingenua y curiosa como si no fueras tú. Te rehúsas a sellar las oscuras vertientes de tu hiriente verbo inquisidor, y por eso siempre beso tu boca para conquistar tu silencio.

miércoles, 9 de abril de 2014

DESEOS E INTENCIONES


Me gustaría llegar un día a aplacar las terribles vehemencias insensatas e inútiles que anudan tus vísceras y te roban el tiempo transformándolo en vanas arenas. Me gustaría apaciguar los sombríos demonios que te acosan invencibles y te arrastran a los caudales de las furias, de los celos, de las pérdidas y las soberbias soledades. Me gustaría apagar esos fuegos inútiles que te hacen enfrentar una y otra vez los borrosos molinos de viento de tu mundo puerta afuera, los fálicos saurios antediluvianos de tu memorial de desengaños, y las salamandras venenosas que agreden los silencios de tus vacíos insomnios. Me gustaría inflamar la reseca leña de tus deseos, incendiar una tarde de otoño tu piel siguiendo el reguero de pólvora que va de tus labios a tu pubis para revolcarme entre tus piernas hasta exorcizar en tu alma intranquila los malignos designios de feroz inquisidora, de obsesiva beata, de inconsciente o instintiva castradora. Me gustaría desaguar el embalse donde estancas los ríos de tu sangre que aun contiene las esencias salvajes de la hembra que se incineró alguna noche buscando la salida, la fuga, la huida. Me gustaría desollar con mis dientes tus muslos níveos y tus suaves nalgas, tus pechos maduros y el cuenco de tu ombligo, tu suculenta vulva y tus púdicas axilas, vientre y espalda, pantorrillas y brazos, y vestirte de otra piel más cercana y accesible con la que puedas al fin jugar mis juegos a boca abierta y a ojos cerrados. Me gustaría clavar en tu perspectiva vital el desafuero o la renuncia, la relajada displicencia, el ocio creativo y el amodorrado letargo del abandono a las tibias aguas de la inercia, del azar que hace intrascendentes las decisiones, del caos que asombra por su simpleza y que anula el plan de todo destino.  

martes, 8 de abril de 2014

PERSISTENCIA ONTOLOGICA


Eres, estás, escondida en un silencio de río manso, lento y cansado, habitas intersticios, grietas o fisuras, te acomodas en la noche durmiendo en los armarios, en el vuelo de los sombríos pájaros nocturnos, te quedas dibujada en los muros, quieta, sensual y asexuada como el óleo inquietante de un desnudo femenino, lejana e intocable, soberana de tu piel y tus deseos, solitaria en tus propios deshielos, ausente invocada, hurgando en tus vigilias, bajo las cenizas, en la humedad de los parques, en los devaneos secretos y la transparente infidelidad que te hacían brotar en mitad de los inviernos y florecer antes de las primaveras. Eres el sigilo con que escurren mis caricias por tus muslos entre las sábanas que se adhieren a tu desnudez, la lasciva concupiscencia de mi boca abarcando tus pechos, afanada en tus pezones, niño macho surgente en su sed y su hambre de ti. Estás en los lamidos con que mi voracidad incesante recorre tu pubis engarzado o incrustado, jardinero insaciable de tu flor ansiosa, feroz insecto polinizador embriagado por su dulce aroma de rosa en otoño. Eres el cuerpo desaparecido bajo los camalotes siguiendo el curso predecible de la corriente zaina diluido en las arcillas impalpables por las lluvias aguas arriba. Estás en la salvaje voracidad de las islas de los surubíes y las silenciosas garzas albas como algodones entre los pajonales de las orillas. No eres la vigencia de la lujuria insensata que desbordaba las mañanas apaciguando los tormentos de la carne, pero estás incólume en las magnolias de los instintos y las pulsiones, en la intranquila vergencia de la eterna cópula donde toda virtualidad se consuma. Otras veces eres pero no estás. 

lunes, 7 de abril de 2014

UAXAP

“Es necesario desexualizarse, según una línea de multiplicación y de intensificación de los placeres y erotizar la vida”. Sensu Michel Foucault.

Fue el letra a letra que pauteaba con sensual descaro la secuencia y la intensidad de los deseos mientras la noche ancha y ajena discurría pequeñita en distancia y en cercanía, ebulliciones y desasosiegos la colmaban sin dejar espacio ni tiempo para otros menesteres que no fueran la ansiada reincidencia pecadora. Lo que frente a frente no se dice, ahí en la enigmática y clandestina virtualidad electromagnética se dijo sin ambages, escondidos de la brutal censura del convento y la tímida vergüenza del monasterio. Las palabras en parcos mensajes fueron ardiendo en la leña reseca por los demorados e intranquilos celibatos, las manos dedos aquí y allá convergían en excitados genitales desatando los goces fastuosos del onanismo compartido. Y fue sucediendo a la vez un sentimiento profundo, sincero y nada lujurioso, y un sabor de carnales golosinas y un antiguo carnaval lujurioso de altos nocturnos marinos. El último movimiento de la erótica sinfonía se dilapidó feraz en suspiros ahogados y grititos salvajes. Fue una voz susurros quejidos que pauteáron con voluptuoso desparpajo el final del clitoriano destello, del sublime orgasmo soberano. Fue otra voz susurros quejidos que pautearon con voluptuoso desenfado el final del fálico destello seminal, de la sublime eyaculación soberana. Fue una revelación de goces y consumaciones de eróticas tecnologías. No fue el chasquido violento de un beso robado ni el tardo transcurso de una cópula con sus preámbulos y monotonías, sino un imprevisto presagiado, un quiebre de continuidad latente, viva y ardiente, con esa consistencia viscosa con que se deslizan los voluptuosos caracoles. Fue la íntima conexión de dos seres extraviados en las locuras del amor bajo los signos de los tiempos, cuando la búsqueda del placer sigue los mapas obsesivos de los misteriosos delirios sexuales.

domingo, 6 de abril de 2014

PERIPLO


Mi boca busca tus pezones en la mañana nublada, la tibia blandura de tus senos, el sabor genital de tu vulva, para esconderse del frío en las veleidades de tu cuerpo deseado, para revivir tiempos extraviados en los dolores y los silencios. Mis manos indagan tu ausencia, los rescoldos de tus fuegos, la detallada memoria de tu piel, cada pliegue, cada manchita o lunar, la lujuriosa vellosidad de tu pubis y la amplia comba de tus nalgas. Mis ojos rescatan las visiones de tu desnudez abierta e incitante, tus tiernas y libidinosas contorsiones en inquietantes desparpajos, la sedosidad de tu largo pelo en su negro oleaje vertiginoso, tus brazos y tus manos prometiendo el abrazo de amor y el entrevero de pasión, tus piernas abiertas a la infinitud del placer de hembra en celo, tus muslos enloqueciendo la densidad de mi lascivas incontinencias onanistas. Mi pene declara en su sensible erección tu frutal y jugoso hostigamiento carnal, y en su virilidad insistente la excitación que induces con tu desafiante feminidad. Mis labios recorren embesando las sagradas imágenes de tu vientre por ensalivados senderos en torno a tu ombligo o se empantanan en tu boca de esclava doncella devorándola con los furiosos besos del amor/deseo. Mi lengua, caracol ensimismado, se desliza en un sueño continuo vagando en la verticalidad de tu sexo florecido urgiendo tu clítoris adormecido con lamidos exasperantes para llevarte por el extasiante abismo del orgasmo para que me arrastres en el vértigo extasiante de la estremecedora eyaculación y mi boca vuelva ya saciada en busca de tus pechos en la aterida mañana nublada.

sábado, 5 de abril de 2014

IMPETRACION (Palimpsesto)


La verga pierde un poco de dureza, sabe que ya necesita acabar, ella es consciente de ello, y comienza a lamerle el falo en busca del último juego. El pene responde enseguida, se vuelve a poner duro con el aliento y la lengua y los dientes de ella, a la que de vez en cuando le gusta morder traviesamente de canto la erección cuando vuelve a estar dura e hinchada y morada. Una vez está listo, ella no pierde un segundo. Se pone de pie y se acuclilla hasta que su entrepierna está rozando la verga. La coge con la mano derecha y se acaricia a sí misma con el glande su clítoris. Finalmente, ella se detiene cuando él aún no ha acabado. Pone los ojos en blanco, culea involuntariamente en la mano femenina empezando a eyacular. Tiene espasmos tan fuertes que la verga se le escapa sale; la vulva se apoya en ella yendo hacia adelante y hacia atrás y hacia los lados, como en una paja involuntaria, frotándolo acanalado como un apretado y húmedo estuche carnal. El cuerpo femenino tiene temblores desde la cabeza hasta las rodillas. Él puede ver cómo unos lentos chorros babosos escurren de la zorra y le inundan la pichula endurecida. Ella empieza recuperar el control, y sonríe, le mira a él y ve que aún no ha derramado su leche. Y antes de que use su mano, la aparta y comienza restregar la vulva empapada contra la pichula dura, desde la base hasta el frenillo, estrechándola con el propio vientre de él. Aún en éxtasis, con un último espasmo de ella, él ve que sin poderse contener la mujer comienza a orinarse encima de su verga a punto de explotar. Ella le mira a los ojos y sonríe y mueve su culo con más ritmo mientras se mea. Él nota el líquido caliente y la vulva frotando, y justo cuando caen las últimas gotas de pis, la chuchita frota más fuerte, y un chorro de semen caliente le llega hasta la barbilla. Otro cae en la mano derecha de la chica, puesta expresamente ahí, y un tercero salpica toda la cama. Luego, estertores de placer para él, que babea literalmente, y tiene espasmos y contracciones de gusto y temblores, mientras ve cómo ella ríe y chupa de su mano el semen que acaba de descargar envuelto en desaforados estremecimientos.

ENCABALGACION (Palimpsesto)


Ella se lo quita de encima, lo pone boca arriba y se sienta sobre su cara. Dice“Lámeme”. Él se abraza a sus piernas y sorbe el coño viendo desde abajo mejor que nunca sus tetas, su cara, cómo se muerde el labio inferior. Él saca la lengua al máximo y la pone rígida. Ella ve lo que quiere hacer y le cabalga literalmente la cara. La lengua es larga, él saborea el interior de ella, de vez en cuando bebe de sus fluidos, que salen intermitentemente, densos. Se los bebe. Pasa su dedo pulgar por el pequeño triángulo de vello púbico. Lo acaricia. Con la lengua dentro de su vulva y las vistas que tiene de la mujer sobre él, teme que su pene eyacule por su cuenta. Ella puede notar esa ansia en su cara, y ve cómo la verga sigue dura al máximo. Así que con su mano derecha le palmea -la pichula- dos veces, él sabe que si esas palmadas hubieran sido en otra parte del cuerpo, debido a la excitación se hubiera corrido como una fuente. Sin embargo han sido eficaces, y parece que su semen se ha tranquilizado un poco, aunque sigan acumulándose enloquecidamente. Ahora sigue sorbiendo de su zorra, y le coge las tetas con las manos; le aprieta los pezones, se los pellizca, y eso parece enloquecerla. Ella se contonea como bailando encima de su cara; todo su peso encima de su cabeza resulta dulce y sabroso; los movimientos de la chica hacen que tenga ganas de volver a metérsela hasta ponerle los ojos en blanco; quiere ver sus tetas bamboleando. Pero antes, ella comienza a temblar, un espasmo, dos, y unos ardientes chorros vaginales van directos y calientes a la boca y la cara de él. La verga da un respingo. Ella bizquea y sonríe como ida, cuando acaba su orgasmo, le da un último refregón en el rostro desde la barbilla hasta la frente dejando un húmedo rastro sexual como las babas de un caracol. 

INPENETRACION (Palimpsesto)


Ella de repente se aparta y le obliga a echarse boca arriba en la cama. La pichula está roja e hinchada, es gruesa, y el prepucio ya ha dejado salir algunas gotas viscosas y transparentes. La chica va directa a su objetivo, lame desde los testículos hasta la punta del falo y se mete el glande en la boca. Comienza a succionar, lo traga casi hasta la base, saliva mucho. Sus manos se pasean por el torso de él, a veces dejando ir las uñas, arañando de forma controlada. El amante siente esa lengua y la agitación femenina, ha conseguido excitarla como quería. Está mojada y dispuesta, quiere comérselo. Él puede ver su culo blanco y suave en pompa mientras chupa y chupa, a veces tragándose el miembro, otras lamiendo con la lengua fuera, hilos de saliva por todas partes. Tiene que detenerla, necesita penetrarla. Con delicadeza la obliga a cambiar de posición y ella se queda en pompa todo lo que puede, apoyando su cabeza y las tetas en la cama. Él puede ver cómo su ano se relaja y contrae, como la chucha congestionada y rosada gotea. Al principio va a penetrarla sin más, pero antes baja al culo femenino, y ella suelta un gemido. Clava la lengua en el ano rosado. Sorbe y chupa el ano y la vulva por detrás. La espalda arqueada de ella. Su cuello, su boca abierta y los ojos cerrados. Él se soba su capullo morado, la verga venosa, endurecida y de glande brillante. Mueve el culo de ella y la pone boca arriba. La despatarra. Acerca la boca al coño. Escupe en la flor abierta y luego esparce la saliva por sus pliegues y el clítoris. Él sorbe la dobleces rosadas durante al menos un minuto, quiere saborearlo y empantanarlo. Un pequeño flujo de los licores femeninos le moja la barbilla. Se incorpora relamiéndose y pone su balano encima del clítoris. Ella tiene espasmos. Pero la verga aún no la penetra. Solo punza el clítoris, lo masajea con el glande. El capullo se pasea por los pliegues sin entrar aún. Chapotea en la vulva jugando, haciéndola esperar. Comienza a babear por una comisura -la de ella- y un hilo de saliva comienza a colgar y a temblar a cada golpe mientras comienza a orgasmear. La saliva cae en la almohada. Temblores. Oye como de lejos sus gemidos descontrolados.

LAMICION (Palimpsesto)


Ella está abierta de piernas. Pero él aún no la ha tocado. Está desnuda. Él también está desnudo. Ni tan siquiera se han besado aún. De noche, una lamparita encendida. Él besa su pierna derecha, son besos húmedos. Besa sus pies, sus caderas. También lame. Su verga ya está dura. Va bajando beso a beso hasta acercarse a su pubis. Ella puede notar su aliento cerca del ano, de sus labios vaginales. Eso la hace suspirar casi en tensión. Han sido semanas de fantasías, de masturbaciones de él y de ella en esos chateos anónimos bajo las máscaras virtuales de los nicks. Abre delicadamente los labios vaginales con los dedos, ella no rechista; se aferra a las sábanas cada vez más sexualmente agitada. Él abre la boca cerca de los pliegues rosados femeninos, pero no besa, no lame aún. Solo deja ir su aliento caliente para que ella lo note. De vez en cuando la besa alrededor de la entrepierna, pero nunca cerca de su triángulo. Ve que ella responde, agitada, que le gusta el juego. Llegado el momento comienza a lamer donde empieza la cadera, muy cerca ya del objetivo. Cosquilleo húmedo. Besa y lame. Entonces la entrepierna se impacienta con un pequeño espasmo. Los ojos femeninos miran con impaciencia, y la lengua masculina comienza a lamer la vulva, sin profundizar, apenas tocando, de arriba abajo, al menos una docena de veces. Y luego presiona un poco más y sin usar los dedos alcanza los labios interiores. Todo aún sin lamer el clítoris. Él quiere enervarla, ponerla realmente caliente, y justo después de pasearse por su vulva ya húmeda, con dos dedos la abre y da un lametón de abajo arriba. Oye un suspiro débil. Decide continuar así, dejando ir su aliento caliente y lamiendo sin acelerar aún, sin centrarse aún en su zona más tierna. Moja los pliegues con su saliva. Ella ya se ha mojado, puede notar su sabor. Eso le activa la parte bruta. Se aferra más a sus piernas y comienza a lamer con más rapidez. Sorbe ya su clítoris, una, dos, tres veces. Un espasmo femenino de excitación. Y baja y lame el ano, esta vez ya siempre con fruición. Ella intenta usar sus dedos pero él aparta su mano y vuelve a hundirse literalmente en la chuchita. La lame sin control y luego decide atacar con ansia otra vez el clítoris, que suave y débil tiembla debido a la velocidad a la que se agita la lengua. Ella aferra la cabeza de su amante, levantando el culo de la cama y apretándole contra su entrepierna. Él sorbe, lame, chupa, acariciando las caderas de ella, que ya siente una intensa la sensación de hacer pis y comienza a acabar, siente como empieza a eyacular, grita, de su vulva escurre un liquido claro y transparente, sin olor, entre sus desesperadas contorsiones orgásmicas las sábanas se van empapando a su alrededor dejando un halo tibio donde lentamente ella se desploma saciada.

viernes, 4 de abril de 2014

NA VIERNES


Ahora no sé que hacer con los viernes, si vivirlos como si fueran jueves o sábados, o hacer como que nunca es viernes, dejar la semana con un agujero solemne como tumba o abismo, o dejar que el quinto día suceda como finito, apegado a los muros como hiedra, como vaho en el vidrio de la ventana que da a la lluvia, como ceniza tibia aun en el cenicero. Antes era un día glorioso de carnales golosinas, de carnaval lujurioso y nocturnas alturas marinas, de piel con piel y miembros entreverados, de lamidos y succiones que se iban deshojando entre quejidos y susurros, de atardeceres tiernos donde los besos se confundían con las mariposas salvajes y el sabor a hierbabuena con ron y hielo. Pero vino la castradora con sus locas paranoias, sus imaginarios delirios persecutorios, sus terribles y apocalípticas inquisiciones que presagiaban la hoguera y el escarnio, el suplicio y el eterno castigo de un infierno habitado por erectos demonios fálicos y ninfómanas meretrices babilónicas. Y los gratos viernes del desove se convirtieron en un desgarro de soledades mal llevadas, de silencios atravesados y dolientes ausencias, en una triste sequía de salivas derramadas y fluidos genitales, en un vacío estremecedor de manchitas en los muslos, del pezón insensible,  de las bocas hambrientas y las manos onanistas. El dies Veneris perdió su antropofágica consistencia de goces libidinosos y turbias perversiones, la sublime secuencia del cunnilingus a la felación, del contenido orgasmo a la imperiosa eyaculación, se disgregó en un destello de furias insensatas e inútiles explicaciones, se quedó atrapado en la mustia penumbra de lo pudo ser, sin un aquí ni un ahora. Ahora no sé que hacer con los viernes derrumbados, si buscar otro venusterio que esta vez en el portal declare el Semper fidelis o rendirme a la evidencia voluptuosa de que toda evocación es un deseo, y que este único deseo tira más que una yunta de bueyes. 

jueves, 3 de abril de 2014

CORAL EXQUISITO (Collage)


Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos. Escalar tus senos y deleitarme en la cima, medir tu cintura con mis manos y decirte tu talla, sentir tu espalda en mi pecho y amarrarte con mis manos, recorrer tu vientre y caerme en tu ombligo, deslizarme por tu derrier y jugar con tus vellos. Quiero la miel de tu entrepierna, jugar en el pasto bajo tu ombligo, beber entre tus piernas, usar tus pechos como abrigo, besar tus pechos, sentir tu vagina, tu trasero ancho, tu piel divina, tus vellos haciéndome cosquillas. Hundir mi cabeza entre tus piernas y mi boca en tu sexo, mi boca en él lamiendo hasta morirme, hasta dejar seca mi boca y sin gota de saliva, amarte entre tus entrañas. Y mi boca que se pierde entre el enjambre del sexo y tu glúteo que se muere. Cuánta firmeza en tus nalgas, en esas cumbres de almíbar donde pose mi mirada una de tantas noches en que tú te desnudabas. Sentir la llama abrasadora de tu vagina quemar mi miembro, adentrarme en tus entrañas y seguir viviendo esos ricos placeres de tu divino cuerpo. Es mi piel, la piel que te desea, es mi pene que en tus entrañas sientes, como con tus dedos introducidos en tu vagina meneas, a tal punto que me duele, a tal extremo que me quema, esos costados tan ricos de tu vulva cuando lo rozas, cuando aprietas, siento el calor profundo de tu clítoris que me lo eleva y poco a poco se va cociendo el orgasmo en sus venas. Brasa de muslos en la cama del casto. Sábanas con piel de muslo, musgo de muslo en la mano. Muslos que querían muslos, boca que quería estrago, vara de carne maciza sobre los muslos soñando. Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos.

Autores por orden alfabético: Aldeharán, Ángel de Kristal, Cash, El de las Rosas, El poeta irreverente, Jaime Sabines, Jorge Luis Borges, Leo Chavez-Soria, Pablo Neruda. 

EGO SUM


Yo rompo la sinuosidad de tu cuerpo, la sublime belleza natural de tu desnudez sobre el lecho, la tibia palidez de mármol o alabastro en su tenue suavidad carnal, el triangulo impúdico demarcado por tus pezones y los vellos de tu pubis. Yo te insto a la lujuria esencial del verbo y la caricia, del beso que irrumpe y abarca, de la flor abierta y el tallo erguido, de los ciertos matices de tu dulce madurez otoñal, de tu invierno mezquino que avanza lento e incontenibles señalando con su fría escarcha los pliegues de tu piel. Yo desato los nudos que te impiden incendiarte hasta languidecer extenuada de tibias salivas y perlados sudores, poseída hembra desatada, inserta o insertada, inerme y saciada, revoloteando entre la sensualidad y la ternura, impregnada de licores seminales, ansiosa de seguir viviendo las inconstancias de una cópula que atraviesa los verbos, los quejidos, los enjambres de susurros salvajes, las líquidas y densas vertientes de eyaculaciones y orgasmos. Yo invado tus territorios nocturnos como un lobo escondido en la luz de la luna, sigiloso voy lamiendo tus fluidos, mordiendo tus labios, pene/trandote con la tierna levedad del amor que se sexualiza en los apremiantes deseos que te acorralan contra el muro de tus miedos a desplegarte hembra en la verticalidad lasciva de tu vulva. Yo soy tus demonios, tus pecados, tus fantasías, tus suspiros sin eco en la doliente parsimonia de la soledad donde te enjaulas y clausuras, el macho pervertido que confinas a las arenas de tus insomnios que se desperdigan por tus sábanas cuando el vacío nocturno se te clava entre tus senos intocados. 

TOXICO


(Asqueamiento palimpsestual)

Entras en la habitación, sensual, elegante, altiva. Usas una falda por encima de las rodillas ajustada a tus sabrosos muslos dejándome ver tus piernas y una camisola escotada solo lo justo para hacerme desviar la mirada. Me deleito con esa visión que invade mi imaginación. Nos saludamos con un abrazo y siento tus pechos punzando contra el mío, disfrutando el sensual calor de tu cuerpo. Mi mano se posa en tus nalgas y tú sumisamente te dejas, percibo tu olor, tu aroma de hembra en celo. De reojo saboreo tu escote nuevamente y luego miro descaradamente tus piernas, por supuesto te das cuenta. Con un gesto rápido agarras mi pene por encima del pantalón, fuerte, con decisión, aprietas más, con firmeza haciéndolo tuyo, disfrutando el saber que eres capaz de excitarme de esa manera, dominante, devoradora. De inmediato me comes la boca, mordiéndome, violando mi boca con tu lengua, desabrochas mi camisa rápidamente, como poseída por una intensidad animal. Lames mi pecho, lo besas, muerdes mis tetillas, yo reacciono tomándote del pelo con firmeza, cierro los ojos y dejo que tu perfume invada todo mi ser. Estás inclinada sobre mi, yo sin camisa, tu mano apretando mi erguido pene, dirijo mi mano por debajo de la falda, pero no me dejas, la quitas mi mano con un gesto firme mientras lames y haces lo que quieres en mi pecho. Rápidamente te colocas frente a mí, me dejas sin pantalones y te llevas mi verga a la boca, la chupas de una sola vez, absorbes mi olor y te la tragas entera, me levantas de la silla, te tomo del cuello como si te obligara a chupar, la tienes toda dentro jugando con tu lengua tan bien como solo tú sabes hacerlo, soy tuyo, dominado, te aferras a mis nalgas sin dejar de mamar, me llevas al cielo, disfruto de esa imagen sin decir nada, tienes mis testículos en tu boca mientras me miras a los ojos como poseída, arrastras todo mi prepucio hasta abajo para deleitarte con todos los detalles de mi pene, tus dedos juegan alrededor de mi culo, siento una electricidad placentera en todos mis puntos nerviosos, disfruto dejándome llevar. De pronto me pongo de pie, te levanto. Te tomo por sorpresa y te inclino sobre la cama, con tus nalgas hacia mí. Tu cara de sorpresa se refleja en el espejo de la pared. Cuando te das cuenta de lo que va a suceder te muerdes los labios, yo me inclino sobre ti y te susurro palabras sucias, soeces al oído. Amaso tus pechos que rozan y se deslizan mientras dejo mi peso sobre tus glúteos, me miras por el espejo con cara de viciosa pero sumisa, inocente a la vez, levanto tu falda y para mi sorpresa no llevas nada debajo, sin aviso te la meto de un solo envión, a lo perrito. No me sorprende que estés bien lubricada, emanando flujos. Te doy unas nalgadas que te gustan y te excitan y luego te ordeno que te masturbes como una puta. Separo tus nalgas mientras mis caderas van y vienen con movimientos rápidos y fuertes, gritas enloquecida que vas a acabar, la saco, vuelvo a meterla despacito, poco a poco hasta hacerte gritar. Lamo un poco tu culo para llenarlo de saliva, meto un dedo, entro y salgo despacio, poco a poco, veo en tu cara los ojos desorbitados, gimes, acelero el ritmo de mi verga en tu vulva, salvaje y violento, comienza a entrar en orgasmo, aceleras el movimiento de los dedos en tu rico clítoris, gritas, veo el reflejo de tu cara, quedas exhausta. Te volteo y hago que me la chupes, entro en tu boca tomándote por el pelo hasta que eyaculo en ella, un poco de densa y caliente leche escurre por tus comisuras, te pido que te la lamas y lo haces de inmediato. Sigues mamando abandonada a mi placer, me arrodillo y te beso, muerdo tus labios, nos comemos nuestras lenguas, estoy tan excitado que no me importa compartir el sabor de mi propio semen que viene de tu boca.

ERA ESO (C'était cela)


Ahora entiendo, eso era, sus sueños, su cuerpo apretadito contra el mío, su piel deslizándose en la mía, mis brazos abarcándola mientras la noche sucede, me sentía intranquilo, inquieto, los sueños se me iban como condensando en sensaciones, en intensidades sin rostro, en besos mordidos, ensalivados, feroces en su ternura desaforada, pero no podía verle los ojos, solo olía un perfume que reconocía por breves instantes y después se diluía con la luminosidad borrosa de la madrugada, era eso, usted me soñaba como no queriendo, como de lado, no sé si tímida o temerosa, y yo apenas alcanzaba a saborear sus deseos, a susurrarle las palabras que se vertían mientras jugaba con mi lengua en su orejita, o dejaba resbalar mi dedo por el canalillo entre sus pechos para atenuar la imposibilidad de besarlos, y todo era urgente pero contenido, y yo intentaba ir a más pero usted se me escurría siempre porque eran sus sueños y yo un mero visitante, un intruso que no merecía estar ahí, eso era, el vértigo de caer en el abismo de sus sueños, atrapado en su verticalidad húmeda y olorosa, en la voracidad sexual de sus instintos liberados con sutiles desparpajos en la selva caliente de los territorios oníricos, incluido en su voluptuosidad irreverente, pecaminosa en tanto el nocturno y la complicidad la dejaban huir por las pulsiones escondidas que socavan las mustias rutinas de sus días, era eso lo que me inundaba de lujurias, de hambre y sed de usted desnuda, ofrecida, burbujeante, de vagar soñado por el sabor de sus muslos, de su vulva, de sus labios entreabiertos, por la trama fragante de su pelo, por las sensibles protuberancias de sus pezones, por la cadencia libidinosa de sus caderas, por empapar su ombligo de densas espumas sexuales, eso era lo que me quemaba a fuego lento en el entresueño, la vigilia o el insomnio, era que mientras usted me soñaba yo me dejaba soñar como poseyéndola.