Son las 7:36 de la mañana, todos duermen, estoy solo acá frente la
pantalla. Abro tus mensajes y ahí estas tú, frente al río, mi sirena de pelo
corto... primero el asombro luego el deseo, agrando tu imagen para contemplarte
a todo dar, con mínimos detalles... en el esplendor de esa madures sin tiempo
de tu cuerpo deseado, en esa pose de Reina del Río y sus afluentes, soberbia,
segura de tus curvas y de tu piel... miro y miro la fotografía... cada detalle,
la cadenita con ese colgante en tu cuello, el anillo en el dedo anular de tu
mano derecha... el escote con su surco tibio, la dulce convexidad de tus
senos... ah! paraíso!, el recorte del traje de baño bajo tu axila que permite
visualizar el nacimiento de ese pecho delicioso..., (mientras busco y encuentro
esos detalles mi mano ha sacado mi miembro del pijama y lo está acariciando…
siento el inicio de una erección…), sigo absorbiendo tu cuerpo con mis ojos
ávidos, acariciándolo, tocándolo, recorriéndolo…, tu estomago plano, la
incitante curva de tu vientre, la curva inversa de tu espalda, tus nalgas, ah!
tus nalgas… esa curvatura suave y prominente que besaría y lamería hasta el
vicio… ( mi mano ya aferra mi miembro erecto, siento el grato gustillo de la
masturbación inicial…), vuelvo a recorrer con mi mirada voyerista tu rostro
serio, tu cuello trampa de mis besos, la piel desnuda e obscena de debajo de tu
axila, el suave dorado de tu brazo, tu mano sobre la cadera, y entro de lleno
en tus muslos…entero el derecho y apenas un arco del izquierdo, más que mirarlo
los acarició y los beso y los lamo, me deslizo una y otra vez por sus curvas,
la turgente y rica convexidad delantera y la lujuriosa S de su lado trasero…
siento su tibia turgencia, su textura carnal, (mi mano tu mano sigue
masturbando mi miembro ya completamente erecto, el placer onanista es como un
vino dulce que me embriaga lentamente), bajo a tu rodilla y la beso, la toco,
la palpo, sigo hacia tu pantorrilla, femenina columna del templo de mis deseos…
siento el reverbero del sol en las arenas amarillas, siento la frescura del
agua y las arcillas del río, y vuelvo a tu cuerpo de sirena fluvial y mía, pero
ahora, ya excitado y ansioso lo veo desnudo… totalmente desnudo para mi, y
comienzo de nuevo a recorrerlo, ahora ardiendo en su fuego, masturbándome por
ti, [dejo de escribir…], … , ya!, no me avergüenza decírtelo: me he masturbado
como un adolescente mirando tu cuerpo desnudo, tus pechos maduros, esos pezones
como monedas oscuras sobre la palidez de tus senos, tu ombligo que llenaría de
mi saliva, los vellos de tu pubis que esconden la flor prometida, tus muslos, tus
nalgas, tu espalda que besaría desde tu cuello hasta en valle sodomítico, tu
pubis, esos vellos olorosos que mordería uno a uno, tu sexo húmedo, su sabor de
hembra mía, mi lengua ahí urgiendo tus deseos, mi mano en tanto subía y bajaba,
apretaba, tu pubis, tus senos, tus pezones, tu sexo, tus vellos… el sabor de
tus fluido íntimos, su densidad lubrica, de pronto, ahí en la comba de tu
vientre eyaculo!, me estremecí como un niño embelesado en el pecado de la
carne, mientras sigo masturbándome muy suave para extraer hasta la ultima gota
de. .. placer… y semen, miro la erótica desnudes bajo tu axila y el voluptuoso
escote y voy a tu boca y te beso, así de sorpresa, mientras miras sin saber que
te he poseído el lejano horizonte del río. Son las 8:24 de la mañana, el día se
inicia brillante y relajado, ahora me voy hacia tus besos. Vale.
viernes, 21 de diciembre de 2012
domingo, 9 de diciembre de 2012
EL PRIMER PARAISO
Me acercó a ti, mi amada
durmiente, desnudo y ya erecto, sin tocarte beso y huelo tu pelo, tu frente, la
puntita de tu nariz, rozo levemente tus labios, mi lengua los recorre casi sin
tocarlos y se va a jugar a tu orejita, y luego a la otra, beso tu mentón y
después sigo por tu cuello, suavemente, como si solo fuera un roce tenue pero
que el vaho de mi aliento ardiente convierte en una intensidad sensual, y mis
labios apenas tocan la base de tu cuello, huelo el Kenso medio besando medio
rozando la piel que se te eriza, y baja mi boca urdiendo una filigrana de
toques leves hacia tus pechos, llegan a la base tibia de esas colinas suaves,
aterciopeladas, de una blandura carnal y ansiosa, sigo hasta ese valle edípico
que bifurca tus pechos y se asoma entonces mi lengua por entre mis labios como
una pequeña llama de fuego húmedo, y hundiendo levemente la piel de uno de los
pechos ansiosos, inicia su ascensión sexual, a media altura mis labios se abren
y aprietan ese pecho, esa blandura tierna, y así, como si cada apretoncito
fuera un paso en la escalada voy subiendo hacia la cumbre anhelada, hago cumbre
con tierna actitud de vencedor excitado, mis labios buscan, y encuentran, el
erecto pezón que late subterráneo a la espera de sentir la boca victoriosa. En
el silencio de tu dormitorio solo se escucha un débil sonido de succión, suave
pero desesperada. De tu boca salen suaves quejidos de placer y de ansiedades
saciadas. Baja mi boca de esa primera colina de fuegos escondidos, y hurgando
nuevamente en el valle de la tibia bifurcación toma el rumbo del otro seno
anhelante, logro la altura del pezón sensible, el juego y el sonido de succión
se repiten en la penumbra, y también tus suaves quejidos que se confunden con
los míos cuando respiro entre succión y succión de tu pezón sensibilizado por mis
suaves mordiscos, y luego la humedad ardiente de mi boca y mis labios y mi
lengua descienden de esa colina carnal y en eróticos círculos va del valle de
tus pechos al tímido ombligo que ansioso espera su turno en este juego de
fantasías táctiles, mi lengua lo encuentra deseoso y se entretiene en el, como
un miembro viril que intenta penetrar a una virgen, tu gemidos aumentan y
aumenta la rigidez de mi lengua voraz, y de nuevo sale mi boca de esa trampa
tierna y surcando en un vaivén de humedad y fuego atravieso tu vientre, la piel
reconoce mis deseos y late y respira anhelante, mis labios encuentran los
vellos de tu pubis y los muerden dando tironcitos, pero siempre en el borde de
ese volcán que acecha un poco mas abajo, jugueteo con esos vellos olorosos, los
rozo muy levemente y tu vientre se levanta intentando atrapar mi boca en tu
sexo expectante, pero me escapo, huyo por entre ese voluptuoso matorral de
vellos, y perfumes íntimos y sensibles latidos, no me dejo atrapar por tu sexo
ardiente y apenas rozándolo con mi legua rígida sigo por tu pierna hacia abajo,
besuqueando, lamiendo, rozando con la nariz la huella mojada que deja mi
lengua, y llego a tu tobillo y subo por la parte interior de tu pierna, la mas
suave, la mas sensible, la mas erótica, y subiendo llego de nuevo a tu ingle, a
la cercanía volcánica de tu sexo que arde y respira y palpita como una tormenta
solar, pero solo lo rozo, otra vez, lo cruzo, apenas toco los vellos y tus
labios vaginales, doy un leve toque con la punta de mi lengua en la base carnal
de esa vulva embebida de sus propios jugos sexuales, apenas un roce casi
invisible y parto nuevamente hacia abajo por la otra pierna, repitiendo punto
por punto, sensación por sensación, los toques, los lamidos, los besuqueos que
recibió la otra, y de nuevo llego al tobillo y ahora subo, mas rápido, mas
intenso, por el suave lado interno de la pierna y me acerco triunfal y excitado
a tu pubis, asciendo hacia el, con mi lengua dura, empapada, caliente, como un
falo erguido que ataca, y tu sientes el vaho de mi aliento ardiendo en la piel
de tu entrepierna, y ya sientes el roce de mis labios en tus vellos púbicos, y
presientes la inevitable penetración de mi lengua en tu sexo desesperado y
comienzo el rito deseado desde hace tiempo, durante los mas ardientes
insomnios, en esas noches en que el lecho arde con mis propios fuegos, en que
mi cuerpo reacciona erectándose en la penumbra silenciosa y clandestina,
asumiendo que también tu lecho es una hoguera contenida y ansiosa, inicio el
rito de entrar con mi lengua en tu pubis entregado, rendido a la cercanía de mi
boca, de mis labios, de mi lengua erecta y dura como una verga anhelante. Mi
lengua repta por entre tus ensortijados vellos pubianos, mis labios aprietan
ese tejido oscuro de hebras sexuales, dan tironcitos lentos que te hacen
exclamar tenues quejidos de placer y ansiedad, y de pronto mi lengua llega al
surco húmedo y caliente, carnal y sensible, y que abierto espera el roce de mi
boca, de mis labios, de mi lengua, y mi nariz que se hunde en esa hendidura del
placer abriendo el camino a mi boca desesperada ya ante el sabor y el perfume
de hembra subyugada, mi lengua te penetra catando tus jugos sagrados, y
entonces arrastrado por una locura maravillosa, lamo, muerdo, aprieto,
succiono, penetro, escucho tus grititos y tus quejido y me enciendo mas y mas,
y lamo, muerdo, aprieto, succiono, penetro, siento mi miembro allá abajo
endurecido hasta el clímax, mis manos acuden a tu pubis como animales
hambrientos y abren, masajean, hunden, penetran, aprietan, y entre mis manos y
mi boca te llevamos a la exasperación, al limite del goce, tus gritos te
delatan, tus quejidos aumentan mi hoguera, una de mis manos baja hasta mi verga
erecta, endurecida, enrojecida y sensible, y apretándola comienza a moverse
rítmicamente en busca del placer onanista, mientras arriba, en medio de tu
pubis mi lengua juguetea con tu clítoris también erecto, endurecido, enrojecido
y sensible, lo punzan, lo circundan, lo lamen, hasta que mis labios lo atrapan
comienzan a mamarlo, a succionarlo, a chuparlo con delicada ambigüedad como si
fuera un pequeñito pene, te quejas excitada y excitándome, y mi mano abajo se
desenfrena logrando la deseada eyaculación y mi lengua se mueve enloquecida
hasta hacerte gritar tu orgasmo y yo grito mi clímax y siento tus jugos lúbricos en mi boca y mi
semen caliente en mi mano y todo se confunde en esa trama de placeres
compartidos y los cuerpos se estremecen en sexuales estertores, y cesan las
caricias, y ya nada se mueve y solo se adivinan dos cuerpos laxos en la suave y
extenuada penumbra. Mientras tu respiración intenta retomar su ritmo normal me
voy desvaneciendo, difuminando, apenas alcanzo a besar la puntita de tu nariz
cuando ya soy solo un breve reflejo en el cristal de la ventana. La noche de
afuera continúa sucediendo.
sábado, 8 de diciembre de 2012
LA PERLA DE LA GATA
Tu perla amaneciendo gatita
impúdica entre el verde/blanco y los brillantes metales es una perversa
venganza de hembra, porque intocable en terrible distancia agrandan, endurecen,
erectan, la carnal voluptuosidad del voyeur. Esa pálida perla gata lúdica, tan
imponente, tan mullida, tan suave, de tierno pezón y tenues aureolas, urgen los
deseos del macho solitario que en ardiente celo te busca ansioso en la maraña
de deseos incontenibles. Entonces vino ese sueño; la impúdica desnudez de la
reina abriéndose al desesperado anhelo del vasallo, y sobre el blanco seno mis
labios te besaron lejanos, húmedos y ardientes, allí bebieron de la sal de
fuego de tu piel y se hundieron en la sensualidad perversa de ese rosado botón
inhiesto. Es esa perla desnuda gatita lúbrica el rastro persistente que huelo y
sigo en desesperado celo nocturno como enviciado y jadeante semental. Me
fustiga como un vaho hirviente la visión lubrica de tu mano sosteniendo esa dulce
y grande perla cultivada. Calidez imaginada de tu piel blanca sobre su suave
textura perfumada, perla encendida en la dulce erección del ansioso pezón. Palidez
que me negabas coqueta o misteriosa como alada esfinge, palidez perturbadora de
mis instintos que pulsan sus deseos en ti. Todo el pálido para tu seno suave, escondido
en el nido delicado del brassiere, tibia paloma de sueño que tu mano anidan
erótica y donde mis labios sucumben a la visión de su atrapada tibieza. Nada
cubre esa paloma escapada, expuesta impúdica a la pasión de la caricia, y en
ella arde como un beso esa moneda solar del
pezón que ya soñaron mis sueños. Y siento que poseo la sensación de delicada
obscenidad mórbida, de blanda y suave carnal textura, de pecho que en su tibia
densidad beso y mamo como un bebe hambriento de un hambre sensual y sediento de
una sed sexual que me inunda en la plenitud de lo mas sagrado de ti. Y me
muerdo los labios con la furia del imposible, con la perversión de mi boca
abarcando todo el pezón, atragantado hasta el ahogo de esa ansiada cima
protuberante. Fue así que mi mano fue tu mano, que en secreta insistencia
sexual sobre el punzante volcán de ansias y ardores se hizo tensa caricia y
urgencia, y la dura torre rendida a las ansias derramó su lava ardiente en el
gozoso estertor del placer solitario; homenaje vertido por la reina en un
fogoso e intimo rito del vasallo.
jueves, 6 de diciembre de 2012
TUS PALOMAS HOY
Querida mía, mi amada y deseada
doncella, esclava y potranca, quizás no te guste esto que te escribo, sé que tu
pudor te impide disfrutar estos detalles, sé que guardas tus deseos contenidos
solo para nuestros momentos de intima pasión, esos instantes en que te entregas
a mis fantasías y yo te arrastro con mi oleaje de deseos, pero necesito decirte
lo que voy a decirte. Tengo acá ante mi vista la ultima fotografía que me
enviaste ayer en la tarde, y he mirado y mirado tus pechos llenos, he tocado
impúdico una y otra vez esa intensa suavidad de tu piel, he visto y estudiado
con voluptuoso detalle esa manchita o lunarcito que tienes en uno de tus senos
cerca del tierno valle donde sueño dormirme un día, he mirado y mirado y gozado tus pezones, su
rosado carnal, su protuberancia edípica, los he besado, lamido, los he apresado
entre mis labios, los he succionado como un bebe sediento de tu Amar, los he
pellizcado con mis dedos machos, he deslizado mis manos, mis dedos, mi boca,
mis labios, mi nariz, mi lengua húmeda por el territorio de tu escote, y ahí he
saboreado el sabor de tu piel, como si en ese surco de tibiezas se concentraran
todos los sabores y aromas de tu cuerpo, he encopado con mis manos tus senos
enteros para sopesar su sensualidad entera, para sentir su calor de hembra
madre, de amada amante, de potranca meretriz solo para mí, he recorrido con
besos toda la amplitud de tus pechos para guardar en mi memoria sexual el mapa
de toda la sexualidad que contienen, y mientras cumplía esta ceremonia de amor
y deseo, este rito lujurioso, mi miembro viril se iba erectando, lentamente,
como un animal salvaje que despierta a media noche con hambre de placer, con
sed de goce, y yo comencé a sobarlo por encima del pijama, suavemente al
principio, y más se endurecía intentando escapar de su afranelada cárcel, hasta
que lo logró, y entonces mi mano lo atrapó en su endurecida erección, e inicié
una lenta y apretada masturbación, siempre mirando y recorriendo tus tetas
amplias y mullidas, sentía que era tu mano la que me pajeaba, la que me hacia
estremecer de ese exquisito placer onanista, miraba tus pezones y mi pichula
latía exultante, briosa, dura, sensible, mi boca se abría para apresarlos y
chuparlos, y mi mano aceleraba el sube y
baja en la suave piel de mi pico, así duré un corto rato pues mi calentura era
máxima, hasta que sentí la rica sensación previa a la eyaculación y me puse de
pie y me pajié más y más rápido con mi vista clavada en tus tetas ricas y en un
paroxismo vehemente e instintivo eyaculé desaforado, gimiendo, nombrándote en
medio del clímax, los chijetes de semen caliente cayeron al piso, pero yo sentí
que se derramaban sobre tus senos ampulosos, escurrían bajando desde tus
pezones hacia tu entre senos, exprimí de mi pico hasta la ultima gota de esa
leche sexual, por instantes sentí tu lengua de esclava mía lamiendo la puntita
de mi verga, asesando aun volví a sentarme, respiré profundo tratando de calmar
el potro de mi corazón acelerado y comencé a escribirte esto que acabas de
leer. Te amo.
martes, 4 de diciembre de 2012
ONANISMO
Duro, erecto, sensible, rosado
capullo asomado sobre la tierna piel del prepucio, brillante la tensa y tersa
cabeza del glande. Falo prepotente, alto pene pene-trante, verga erguida y
rígida, lanza enhiesta, carne tiesa ansiosa de manuales caricias. La mano la
atrapa entre la palma suave y los dedos delicados y en sube y baja arrastra la
piel que arde dando goce similar al de una virginal vagina, sube y baja,
apretando, rozando, urgiendo, en el ritmo preciso que ese miembro viril
necesita, mientras susurros y quejidos musicalizan el rito solitario. Hay
roces, leves movimientos, breves e intensos espasmos y un gustito delicioso que
recorre el cuerpo embriagándolo del dulce vino que bebió Onán. Incesante la
mano propia aferrada al mástil soberbio del macho libidinoso sube y baja, corre
y descorre, cubre y descubre, ahogándolo en olas de gozo. Y es una hembra
solicita dócil doncella enamorada obediente meretriz insaciable, esclava
siempre atenta, la mano sobre la méntula. Sigue el acompasado juego los dedos
incrustados la palma encendida el vaivén desaforado, hasta que divinos
estertores entre gritos y rugidos abren el sello del volcán y salta la lava
incandescente en la sagrada eyaculación del semen. Es un chorro quemante denso
y lechoso que la mano ordeñando exprime voluptuosa, hasta que la ultima gota
cae consumando en plenitud el pecado. El destello sexual se desvanece en una
grata y sensual modorra, cuelga mustio el tallo saciado la fiel mano reposa
cansada y el macho exhausto suspira relajado, con los ojos cerrados.
domingo, 2 de diciembre de 2012
CEREMONIAL
Desnudo sobre mi cama comienzo a
rozarme poco a poco hasta despertar al demonio que me acecha agazapado allá en
el cenagal de mis instintos. Entonces inicio la obligada ceremonia en su honor
y dos de mis dedos comienzan a suavemente, pero con firmeza, a subir y bajar la
suave piel del engendro. Se torna cada vez más sensible, por los que induce en
mi cuerpo movimientos involuntarios y mi respiración es cada vez mas agitada.
Lo tomo con toda la mano como aferrando la empuñadura de la espada que me
llevará a la victoria. Cierro los ojos. En ocasiones, doy pequeños gritos de
placer. El movimiento fuerte de mi mano mientras me froto se vuelve algo
imposible de detener. Quiero mas, deseo mas, detenerme ya no es una opción. Mi
mente se nubla, el placer se apodera de mi, mi piel se eriza indicándome que la
culminación del ceremonial esta próximo a llegar. Mi respiración se agita, se
convierte en gemidos, en hondos suspiros y es entonces cuando mis entrañas no
aguantan más el celibato y la estimulación, y se libera con un estremecedor
espasmo una caliente, espesa, húmeda, densa, perlada y lechosa ofrenda al
demiurgo incitador. Siento escurrir la liquida ofrenda sobre mi piel. Paso unos
segundos en un relajado éxtasis, simplemente respirando y descansando. Una vez
terminado el culto a la viciosa divinidad, me siento desahogado en la cama
húmeda por el sudor, con una gran sensación de liberación y satisfacción.
Elimino las pegajosas huellas del íntimo rito, y me dispongo a recuperar
fuerzas para poder ejecutarlo otra vez. Alcanzo a oír dentro de mí al acuciante
demonio riendo y chapoteando feliz en el negro fango de mis instintos.
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