sábado, 30 de agosto de 2014

ESCARCHA DE LA PALOMA


Y mi despertar fue con el delicioso asombro antiguo de aquellas madrugadas en que te seguía soñando por la mañana y el mediodía y la tarde aun entrando en el crepúsculo que me traía de nuevo la noche con la lujuriosa esperanza de despertar otra vez con tus pechos amplios y sus pezones erguidos excavando en mis ojos mirones los goces de las masturbaciones mañaneras. Por ese incitante regalo de esclava deseada he vagado por el día ebrio de ti, sumergido en mis deseos de ti, hambriento y sediento de ti, atrapado en un reiterativo más te pienso más te deseo, las horas laten enjauladas en los parajes de tus carnes, en la vergencia de tus piernas en tu pubis, en el triángulo voraz donde anida tu vulva sagrada y abierta. Tu imagen mañanera me llega a doler en la memoria como una pulsión en carne viva y erecta haciendo más imposible olvidarte, se repite en un eco visual que posee olores, sabores y texturas, se derrama, humedece, gotea. Me voy cabalgando de vuelta la noche por tus muslos, hundiéndome lamedor y punzante entre tus glúteos, rozando mi falo por tus tibias blanduras, surcando tu vellosa verticalidad, pene entrando en la estrecha mojadura caliente de tu sexo, sifoneo bombeo jineteo inserto tumescente, empapas succionas estrujas insertada congestionada, no sé si dormido o despierto. Tu recuerdo desnudo y excitado arde en mi cuerpo derramado en una briosa erección, la mano propia agrede masturbatoria el miembro erguido que se vierte vencido en una chisgueteada orgía seminal.


viernes, 29 de agosto de 2014

OLEO DE RECATADA MUJER EN SU LECHO


El cristal transparente del vaso, la rodaja de limón, el líquido ámbar oscurecido del whiskey (i), su tinte dorado escondido en la penumbra, la desnudez de sus hombros, la sonrisa amanecida como nunca antes, la mano femenina de uñas pintadas en ese rojo granate profundo y furioso sosteniendo delicada el vidrio incitante. El albo oleaje de las sábanas que desciende fluyendo y es rompiente entorno a su mano, la espuma brillante replicando la tibieza del cuerpo que oculta en un lúdico pudor su pecho apenas tocado y su pezón dormido, la hondura en sombra de sus ojos, el gesto de la soberbia y la placidez, el pelo miel oscura, los brillos reflejados de la pulsera y la perla del aro, el canto geométrico de la noble madera, las pinceladas del deseo vivo chapoteando en los goces del exhibicionismo, en su esencial primordial. Es el acto, la acción premeditada de mostrarse y enviar, no la semidesnudez en sí, donde escurre y está la intensa sexualidad y la pequeña perversión, el juego sensual, lo verdaderamente excitante. Y esa revelación fue quizá un reverbero de las palabras de la noche: “Estoy en ropa interior celeste muy clara, solo con un enterito de seda con pabilos, un desabillé, como los que uso siempre, sin nada debajo, la seda escurriendo por mis muslos como una caricia evanescente, suavecita, y yo tocando, recorriendo con mi dedo las piernas...”, pues desde esa epifanía nocturna comenzó a hacer calor acá y siguió por la mañana y hasta este de los últimos mediodías, muy caluroso, del invierno en que escribo o pinto en coloridas palabras u óleos verbales el retrato de una deseada y recatada mujer en su lecho.

(i) ¿whisky, wiski, o güisqui?. Rosa Mendoza de Hernández, Enero 31, 2013
La palabra whisky fue incorporada al DRAE en el año 1992. Pero, como resultado del deseo de acomodar el extranjerismo whisky a la ortografía del español, en ese mismo año se incorporó a nuestro idioma la grafía güisqui.
El DRAE  presenta la siguiente definición en su versión actual en línea:
güisqui.
(Del ingl. whisky, y este del gaélico uisce beatha, agua de vida).
1. m. Licor alcohólico que se obtiene del grano de algunas plantas, destilando un compuesto amiláceo en estado de fermentación.
El DPD  también registra la grafía güisqui y su plural güisquis.
Sin embargo, la forma  güisqui no ha cuajado en el uso y ha  provocado  rechazo en muchos hablantes, a pesar de contar con documentación literaria, tal como esta cita tomada del CREA:
‘Y allí, agazapado detrás de una columna, Txomín, Txomín en persona, apuraba su güisqui con aire de consternación.’
En vista del rechazo de los hispanohablantes hacia la grafía güisqui, la Ortografía de la lengua española (p.86) considera más oportuno utilizar la forma adaptada wiski  por ser más etimológica, al conservar  la w y la k  del término inglés whisky  que le da origen.
En conclusión, podemos optar por utilizar cualquiera de las tres formas de escritura: whisky, güisqui o wiski, pero si elegimos escribir el extranjerismo whisky  tenemos que hacerlo con resalte tipográfico (cursivas o redondas según el tipo de letra utilizada en el texto donde esté incluido). Aún más, en este último caso, sería  aceptable también escribir whiskey, como es usual en Irlanda.
Fuentes:
-Asociación de Academias de la Lengua Española. Ortografía de la lengua española. España: 2010.
-Real Academia Española. Diccionario panhispánico de dudas. Colombia: Santillana Ediciones Generales, 2005.
-REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. [30/01/2013]


DESLUMBRE DE LA PALOMA


Pasaría toda una noche aferrado a ese pezón, mamando, succionando, como un bebé hambriento de tu sensualidad y tus deseos, gozando extasiado de su breve protuberancia, de la tibia rugosidad de su aureola, deslumbrado por la dulce palidez de tu seno, por el mullido y suave encanto de su blandura voluptuosa. La noche entera acariciando tu piel con mis manos de naufrago desolado, sintiendo en mi cuerpo los diez buriles de tus uñas decoradas escribiendo los paralelos textos de nuestras lujurias, entibiando con mi piel los fríos metales circulares de tus anillos, oliendo enviciado el íntimo aroma de tu axila y el aroma entero del perfume de tu cuerpo en el esponjoso rojo amaranto de tu toalla, envidiando su roce en tus glúteos, en tus muslos, en tus piernas, en tu espalda, en tus hombros, su intensidad secante enjugando el agua y los licores en tu vulva recién despierta, deslizándose inserta en tu flor del sur comenzando a florecer en tu lejana madrugada. A lo largo de la noche te iría besando a lo largo de tu cuerpo desnudo sobre el lecho sus lúbricas sinuosidades, sus dunas y valles, sus rincones y pliegues, tus brazos y tus manos, tus pies serían lamidos en un excitante rito fetichista, cada uno de sus deditos sería reconocido por mis labios y embebido con mi saliva, buscaría el capullo de tu clítoris con la yema urgente de mi dedo para despertarlo con una delicada masturbación, para urgirlo después con la punta de mi lengua voraz y desatar tus ansias en una sinfonía final de quejidos y estremecimientos.       


jueves, 28 de agosto de 2014

DESAPARICION DE LA PALOMA


Alzó su vuelo alto muy alto y para siempre la paloma sucesiva, se fue empequeñeciendo por el azul destilado y los oscuros nubarrones venideros, diluyendo en palabras sin imagen, borrando ella misma su silueta desnuda, sus amplios pechos edípicos, sus protuberantes pezones que hacía arder los ojos machos del potro alucinado, su champa olorosa de hirsutos vellos oscuros en el entorno de vértigo de su vulva abierta en sus rosados carnales, en sus jugos vaginales, en los calientes vahos de sus deseos. Voló asustada del hambre constante del lobo, de los ojos ávidos del sátiro, de los requiebros sexuales del fauno, cansada de esperar la primavera atenuada por la distancia y el silencio, perseguida por penetrantes intenciones, por los ritos masturbatorios con que se abrían las mañanas, por quejidos y eyaculaciones, por bestiales fantasías y por el carnaval de juegos de roles sin máscaras en los que se teatralizaban obscenas circunstancias, se vertían los ríos seminales y la femenina mano hurgaba sus humedecidos dominios. Se elevó rauda por el aire perfumado hacía las rutas de sus periódicas migraciones constantes, hasta no verse reflejada en los espejos ni sometida a la luminosidad del plenilunio, exuberante y carnal, deseada hasta el vicio en voz e imagen, quieta como un retrato o en vaivén de trigal mecido por los vientos onanistas. Se llevó los ardores de las visiones excitantes, los regaños y los celos, siempre los celos, las ansiosas voces sin pudor que se buscaban por el bosque, y el entero universo que habitaba en sus ojos.


APROXIMACION A UN DESNUDO VERBAL


No en los años de sus mejores primaveras, flor encendida en juvenil pudor, sino en este ahora, cuando sucedieron los años en jauría y aquella vestal maduró en su dulce vendimia de hembra plena, y fue musa barroca de desaforados textos pervertidos, fue soñada y poseída en impúdicas palabras, pero siempre en fragmentos, en breves retazos de pequeñas desnudeces, las manos, las uñas, los pies, los muslos, nunca en piel entera, ni a vista viva ni reflejada en el cómplice azogue, y el poeta quiere fijarla textual, en un profano écfrasis sobre la imagen real y total, de pelo a pies completa, la comba de sus nalgas y los ralos vellos púbicos, la vulva lamida y el pezón durmiente, en vivo erecto y excitado, redactar extasiado a breve distancia sobre el cuerpo expuesto en su desnudez concreta. Sabe que serán varias sesiones pues no será fácil escribir su desnudo sin caer en obvios erotismo ni extremas pornografías, que serán meses de trabajo continuo e intenso, recorriendo con detalle de joyero esos exultantes territorios de su cuerpo para describirlos con sus pliegues y sinuosidades, sus oscuros y sus lisuras, en sus blanduras excitantes y en sus densas humedades. Pero es un motivador desafío transcribir las voluptuosidades de tal dama desnuda, un texto que pudieran leer hasta en los conventos y monasterios. Sería la culminación de sus barrocos, un acto poético, una epifanía literaria, porque no es lo mismo escribir en vivo, directamente, sintiendo las sensaciones y las emociones bajo el hechizo de la incitación y la urgencia de la excitación, que recordar lo ya visto e imaginar lo aun no visto. Y deberá ser en su castillo, en su ámbito íntimo, allí donde duerme y sueña, en su lecho de fieras, para que permanecieran para siempre en lo manuscrito su tibieza, su sabor y su aroma.


martes, 26 de agosto de 2014

INVOCACION DE CASANDRA


Invades mi cuerpo estremeciéndolo, tu boca roza mi piel, tus labios invocan atávicos goces, me estremecen, tus manos me acarician, me hurgan cómplices derramando tus ternuras en las hondas cavernas de mis instintos, tus manos me ofrecen la rosa y el deseo, eres única y sagrada, mujer del silencio y la distancia. Te deseo infiel y ardiente en tus pecadoras locuras, en tus lujuriosas vertientes que fluyen por los ríos quemantes de mis erecciones y en la maleable arcilla endurecida que mi mano modela persiguiendo tu imagen en las densas aguas de tu sexo que me hacen gozar, me incitan y excitan, que vivo tocando bebiendo lamiendo porque si se siente en la piel y en el cuerpo no es imaginario, es real como tus extraños celos que me gustan porque después de la tormenta siempre terminas en mis brazos, entregada a mí. Y es porque yo no te conquisto ni seduzco, yo te incendio, te devoro con mis deseos, yo soy tu potro poseedor de tu ídolo, soy el Amo y Señor de tus lúbricos espejismos, soy el que solo buscas cuando tu piel arde en las noches de tus insomnios, soy el demonio que te acecha y el envenenado objeto de tus instintos. Yo huelo la flor declarada en tu pubis y la pervierto. Me dejó naufragar en el rojizo carnal del húmedo y perfumado atardecer de tu vulva abierta por tus dedos con ese anillo hecho del mismo metal de los goznes de la puerta del infierno.


lunes, 25 de agosto de 2014

DESDE EL PAJONAL (Palimpsesto)


Cuando me toco me gusta estar desnudo en mi cama y comenzar a rozarme poco a poco hasta lograr completamente la erección. Una vez que mi miembro este bien duro, inicio el rito masturbatorio y dos de mis dedos comienzan a masturbarme suavemente, pero con firmeza. Formo un cilindro con mi mano, tomo mi pené que esta erecto y empiezo a autosatisfacerme, abajo, arriba, una y otra vez con repetición viciosa. La piel de mi pene se torna cada vez más sensible, por los que mis movimientos aumentan y mi respiración es cada vez mas agitada. El incesante movimiento de mi mano mientras me froto se vuelve algo imposible de detener. Quiero mas, deseo mas, no puedo parar. En ocasiones, me gusta dar pequeños gemidos de placer. Mi mente se nubla, el placer se apodera de mi, mi piel se eriza indicándome que el éxtasis esta próximo a llegar. Me dejo ir, mi respiración es muy fuerte, es excesivamente rico, quiero acabar. Mis manos al sentir que mi verga explota aceleran sus vaivenes, mi respiración se agita, se convierte en gemidos, se convierte en suspiros y es entonces cuando mis entrañas no aguantan más el innecesario celibato y la voluntaria estimulación, y se liberan con una estremecedora, caliente, espesa, húmeda, jugosa, perlada y vigorosa eyaculación. Un chorro de semen salta desde mi miembro y se esparce sobre mi mata de vellos y mi abdomen. Es delicioso. Sentir la leche abundante y caliente sobre mi piel es algo exquisito. La mano izquierda recoge el semen, y la mano derecha hace los últimos intentos por querer exprimir mi verga aun más. Paso unos segundos simplemente respirando y descansando. Una vez terminada la solitaria ceremonia de la masturbación, me relajo desahogado en la cama húmeda por el sudor, con una gran sensación de liberación y satisfacción.


sábado, 23 de agosto de 2014

DECIMOULTIMA INCITACION (Écfrasis no visible)


Lívida pálida ávida túrgida se extiende tu pierna hacia el horizonte de tus uñitas pintadas en oscuro rojo granate en ese pie que en su soberbia exhibicionista espera de mis labios los cinco besitos, las cinco succiones fetichistas, los cinco roces fálicos en cada yemitas de esas breves joyas digitales. De fondo la puerta entreabierta para que el voyerista vicioso que te desea se desate en una escondida masturbación mirando ese muslo paliducho, la rodilla rolliza, la pantorrilla firme y el pie apuntando al mirón escondido. Me deslizo ascendiendo besando lamiendo ensalivando esa carne trémula, absorbiendo su tibia consistencia femenina, su suavidad expuesta y casi obscena, su juguetón descaro coqueto. Cuento una a una las manchitas de sus codificadas constelaciones, su genética desconocida y misteriosa, acaricio encopando el esquivo talón, beso el empeine y sobo la planta cosquillosa con la atrevida sensualidad de un tímido depravado. Y vino luego el deslumbre del muslo amplio en su palidez de convento, el primer plano esplendoroso de esa piel acariciada con las vehemencias del deseo, besada con hambre de macho urgido y pendiente. Una miríada de pequeñas manchitas que un día fueron ensalivadas por mi lengua ávida y carnívora rodean la mayor de todas que semeja un tenue corazón girando como un planeta en el inmenso vacío del tiempo de mi mano sin tocarla. Con crueldad de hetaira prohibida muestra el otro muslo semioculto sumergido en las blancas sábanas con sus tres manchas estelares llamando al hundirse voraz en su superficie insinuante. En el bode inferior el gris o celeste claro de las bragas como una breve franja seguida de otra mas breve aun de un negro luto de filosa daga. Y allí sobresalen apenas unos pelitos en el límite entre la carnalidad voluptuosa y la tela gris celeste, se asoman sexuales e invitantes, olorosos a sexo oculto, y puedo rememorar su textura filamentosa entre mis labios, su fricción de algas, el resabio de su sabor a vertical intimidad en mi lengua curiosa. Es esa velluda epifanía visual la que desata una lenta erección, el falo recupera el recuerdo de ese roce lateral a la penetración, la selva rala de tus vellos púbicos que circunda la húmeda vulva como una corona de musgo floral, y se yergue vencido por la última incitación.


viernes, 22 de agosto de 2014

HOMENAJE MASTURBATORIO


Me masturbo recordando tu tímido escote en nuestro primer encuentro, con la misma ansiedad que descubriste en mis ojos desvergonzados. Me masturbo recordando la timidez de tu seno y su pezón dormido, su protuberancia edípica, su soberana densidad carnal, su misteriosa insensibilidad que no desata en ti turbaciones ni suspiros. Me masturbo recordando tus muslos pálidos con sus manchitas insertas en sus constelaciones de un erótico zodiaco donde estaba señalado el principio de las caricias que sobre ellas sobrevendrían, y el torpe final inentendible que las dejo titilando tristes en la noche del inconsumado deseo. Me masturbo recordando tu vientre y tu pubis de ralos vellos, su tibia consistencia de lujurias contenidas, de soledad malvenida, su desierto con las húmedas huellas de caracol que dejo mi saliva mientras buscaba el surco cauce vértice y vórtice donde sumergirme y gozar. Me masturbo recordando la sensación de mi dedo en tu clítoris, su protuberancia tierna, su íntima densidad carnal, su delicada sensibilidad que desataba en ti estremecimientos y  quejidos. Me masturbo recordando mi lengua a lo largo y vertical por tu vulva sorbiendo los jugos de tu excitación, su sabor viscoso, su vertiginosa absorción, su solemne incitación al descaro y al desacato. Me masturbo recordando las tardes mullidas y los altos crepúsculos y las voraces noches entrantes en que se desbordaban nuestros ríos y nuestras fieras salían de sus madrigueras hambrientas de túrgidas carnes y sedientas de licores seminales y vaginales. Solo después de la gozosa eyaculación los recuerdos elementales de tu imagen se van diluyendo en esta mísera y burda realidad.


jueves, 21 de agosto de 2014

ROJO INCITANTE


Dos miguitas para desatar deseos e inspiraciones, la primera para atragantar al mendigo escriba con la excelsa claridad de sus muslos en un cuatro cabalístico de piel, tentación, sensualidad y sexo, para generar el estremecimiento, la erección, para incitar a la masturbación viciosa más allá del pudor del claro día. Las cinco manchas perfectas y demoníacas, distribuidas por un azar obsesivo, por la cruel naturaleza que solo muestra sus breves y tenues bellezas en los rincones escondidos e inaccesibles. Sus dos muslos pálidos, la pierna flectada, la pantorrilla suave en su lisura celestial, casi el talón, la juntura blanda, mullida, atenazante de las dos piernas en la cercanía de su convergencia sexual. La traza en fina sombra de esa tibieza excitante. Y ahí a la vista y desesperación del sigiloso turista, del asombrado espectador o del depravado voyerista, ocultando el delicado vértice inferior de su vulva, el quieto rojo de las bragas, su textura textil, su incendio triangular, su censura recatada de atrevida exhibicionista temerosa. La segunda, ampulosa y calentona, el muslo ancho con su felina suavidad desatada en su deliciosa perspectiva hacia el pie allá distante con sus tiernos deditos, y el otro tobillo asomado con brutal desparpajo haciendo alarde de las piernas abiertas acechando. En el ángulo inferior derecho el mismo rojo entre carmesí y amaranto, el rojo cegador y lujurioso, el rojo sexual e incitante, el envidiado rojo que toca su piel, su pubis, su vulva, sus ralos vellos púbicos, el rojo maldito que hace anhelar penetrar lento, intenso y enteramente en el húmedo y caliente infierno que cobija. Una minucia personal, hay una manchita solitaria y dulce en el muslo de la pierna izquierda, por dentro al llegar a la rodilla que me gustaría ver de cerca pues se me pasó en las detalladas revisiones de místico investigador de la cosmología astral de esas piernas ansiosas, y en los lamidos, caricias y besos con que exploré esos voluptuosos territorios como en un sueño de turbio adolescente. Pero ese es un deseo cuyo cumplimiento ya no depende de mí.


miércoles, 20 de agosto de 2014

IMAGINARIAS UTOPIAS DE TI


Te imagino, con estufa encendida, sobre el edredón de las fieras, desnuda y con un libro sobre tus piernas, el pelo mojado, con las pulseras puestas y las uñas de intenso rojo furioso. Relumbran en la mañanera penumbra tus mullidos glúteos, tus muslos en el escorzo de las piernas cruzadas, tu pezón dormido en su carnal textura, la sombra de la oquedad de tu ombligo, tu vientre pálido, tu pubis de vellos ralos, y la otra sombra de tu vulva dibujada a fuego en las arenas de mi imaginación insaciable. Puedo imaginar esas uñitas sobre tu muslo y las manchitas, tu mano rozando tu piel constelada, tus dedos sin atreverse a ir más arriba, a rozar esos pocos vellos más largos que surgen desde tu sexo, a buscar el deseo y su obscena consumación masturbatoria en el sensible capullo de tu clítoris, en la bifurcada flor de cuatro pétalos, en la humedad sexual de su denso néctar transparente. Logro sin esfuerzo imaginar mi mano atrapada entre tus muslos apretados, entibiada en esa trampa suave y atenazante, el roce de esos escasos vellos olorosos más largos que surgen como oscuros esporofitos vúlvicos. Fantaseo por las lisuras de tu cuerpo, por sus pliegues de madura buenamozona, por las tersuras más íntimas u ocultas, por los sitios donde nadie te ha besado o lamido. Te voy imaginando mientras te secas el pelo, mientras te vistes sin pudor y sin mirarte al espejo, silenciosa y  exhibicionista, imaginando que te estoy imaginando en el otro lado de la mañana.


lunes, 18 de agosto de 2014

IMAGOS UAZAPEÑAS


En el principio envió la tierra; la mano y los dedos, las uñitas pintadas de un rojo lujurioso, y después los cielos de sus piernas con sus misteriosas constelaciones. Y la mano estaba vacía de manipulación acechando para caer sobre el falo y aferrarlo en una masturbación de locura y goces voluptuosos, abiertos sus dedos hasta los rubíes encendidos refulgiendo en el negro cuero, dominatrix instintiva en los nobles metales de sus pulseras tintineante, sensual y lúbrica, babilónica y onanista, como una suave pulpo hembra dispuesta a envergarse en un seminal y placentero monólogo. Y el dedo índice apuntaba al abismo de la íntima digitación, ya fuera en su abierta flor humedecida o en la breve flor ceñida del otro cuerpo abandonado a esa lanza flecha mástil o príapo penetrante de rojo glande brillante buscando las propias aguas nupciales o los extramuros de la sodomización exultante. El pulgar descansaba en ademán de tenaza esperando el tronco del miembro para subir y bajar en celestiales vaivenes. Y dijo: que sea por el deseo excitado; y fue así la luz de sus muslos llegada, de sus piernas sensualmente cruzadas, sobre el blanquinegro jaguar y el tigre blanco, derecha sobre la izquierda con la deliciosa línea que define su tibio contacto, y justo en el ángulo inferior, en el vértice donde su unen las tersuras de sus piernas, una negra sombra inquietante de borde difuso y de un color negro absoluto, son las bragas o la champa púbica, ralos vellos o suave tela íntima, los ojos se achinan explorando ese rincón salvaje, dilucidando la verdad desilusionarte del milagro; son sus bragas. Y vio ella que la luz era buena; y separó la luz de las tinieblas, pero no aun sus piernas incitantes.


sábado, 16 de agosto de 2014

REVOLOTEOS (Ejercicios de microzoofilía)


Y en medio de la mañana se nos vienen las mariposas prohibidas y cesantes, llegan arrugaditas por las carencias de cariñosas caricias, y voy haciéndoles cariños con el dedito primero, para no espantarlas, suavecito, así se van desarrugando y abriendo sus alitas y se van a volar sin ataduras ni pudores, humedecidas por mi lengua con su propia miel, revolotean jugosas y rosaditas, inundadas del néctar que van bebiendo de las floraciones del deseo. Sientes sus leves roces sobre los ralos vellos de tu pubis polinizándote sobre la puntita de tu tierno capullo, guiadas en sus afanes por un entomólogo bandido y caliente, te excitas porque te gusta que lo hagan, te pones nerdioza porque te gusta sentirlas leves y lujuriosas surcando tus pétalos carnales. Revolotean en los deseos de allá y aquí, y las mariposas carnívoras nos van tragando, nos van incitando a las masturbatorias ceremonias, andan metidas dentro de tus sábanas para que la dueña del jardín se olvide del mundo mientras aprieta sofocada las piernas, andan jugando con esas pecas que mi lengua hizo florecer, devorando las sensaciones, libando los licores de los deseos. Las espantas con tu manito, suavecito suavecito, hasta que comienzas a desearme, y acá aletean desesperadas, mueven sus alas como colibríes, me lamen el falo florecido, mañaneras, deliciosas y malulas, poseen tu sabor y tu olor, me muerden, rasguñan, chupan, las muy bandidas son perversas y golosas, me tienen paradito a punto de brotar, vinieron dispuesta a todo, me tienen extasiado con sus lengüitas sabrosonas. Y nos llevan y traen por tu orgasmo y mi eyaculación, mañaneras, mezcla de infierno y de cielo, y se te quedan bajo las sabanas y te dejan temblando, y se me quedan escondidas bajo el prepucio y me dejan inundado, derramado y acesando.


viernes, 15 de agosto de 2014

ENBODEGACIONES


Casi no he visto como te vistes cuando yo no existo o me niegas, ni maquillada ni olorosa a intensos perfumes, ni con medias ni en ropa interior, ni seducida y rendida, ni con imposibles tacos altos, aunque sea solo ahí en el castillo, aunque sea solo por verte ahí tan cerca sentada de piernas cruzadas, sin caminar, sensual e insinuante, con tus muslos al alcance de mi mano. No sé que amontonas en las selladas bodegas de tu pasado pasado y vivido, quizás que sorpresas esconden o guardan. Me imagino dorados vestidos de fiesta, susurrantes négligées transparentes, ligas y portaligas, negras medias caladas, coquetos sombreros de ala ancha con flores de vistosos colores, objetos íntimos, cosas secretas, antiguas fotografías de tu juventud exuberante, pañuelos de seda, cojines, edredones, almohadas que aun poseen el aroma de tu pelo antes de mí, diarios de tu vida, fotos de niña, recuerdos físicos e intangibles, libros, papelitos con poemas que nadie leyó, enaguas que se adherían tus muslos en justa y precisa caída, el olor de tu ropa interior usada, los brassieres que se ajustaban a tus pechos como mi boca sedienta, las bragas que supieron de las dulces humedades de tu vulva. Materias de tus memorias y de tus oscuridades que nunca te atreviste a botar, pecados y soberbias, momentos de alegrías y de penas, desesperaciones y ansiedades inconsumadas. Me quedo tanto por explorar de ti que a veces no te encuentro por los rumbos de mis deseos y te veo otra caminando, desnuda, como detrás de un cristal o una verja, y me quedo pagando el error ahora con esta ansiedad de tu piel y tu carne viva y palpitante, oyendo en susurros tus palabras; “a mi déjame lo subjetivo, a las otras déjales el cuerpo” y seguimos y seguimos jugando con el mismo fuego de siempre, quemándonos, ardiendo y burbujeando en la misma hoguera donde nos calcinábamos en aquellas tardes deliciosas, mientras allá en las bodegas de tus vidas anteriores donde tu pasado se enmohece, comienza a hacerse el espacio para guardar las luces de los barcos imaginarios, el vaso con concho de mojito y los papelitos plateados, verde y café, de los chocolates con sabor a menta.


SOÑARTE EN TU SUEÑO


Y te soñé como pediste, en tu lecho dormida bajo la selva de felinas fieras fragmentadas, desnuda sin aspavientos ni tampoco pudores, sola y desnuda, en pura piel entre las sábanas y las turgencias expuestas, abierta y sexual, en tu sueño te soñé, coqueta mariposa, etérea libélula, gata ronroneante y loba en celo sigiloso. Te soñé soñándote en un bosque con su sátiro y su fauno, huyendo desnuda como un helecho en la lluvia, atrapada en los juncales y poseída en las aguas de los quietos nenúfares, en una cópula silenciosa de ojos cerrados y labios mordidos. Fuiste soñada sensual en tus recatos diurnos y pervertida en tus nocturnos desbordados, hembra incitada o luciérnaga extraviada, desnuda violeta virginal que late estremecida inundada de lujuria por los laberintos de su sueño. Te fui soñando en el mar de luces imaginarias, allá bien abajo, tu sabes, entre las espumas, desnuda, como un alga o una medusa, navegando en la somnolencia del insomnio que te llevó en su oleaje a la fría madrugada. Tú dormía entreverada en las tibiezas de tus románticas ensoñaciones, desnuda bajo la luna llena y el oscuro terciopelo de la noche, la boca entreabierta esperando los besos y las manos entrelazadas asumiendo perfumadas primaveras y rojos atardeceres. Te soñé entera, adormecida y desnuda, y te fui deshojando con mis manos impúdicas, seno y pezón mordisqueado, muslos y glúteos sobados con procaz impertinencia, el ombligo abusado por mi lengua curiosa después penetrante en tu vulva apenas florecida en la caliente convergencia de tus piernas de sirena.


jueves, 14 de agosto de 2014

EROS SECUENCIAL


Lo primero fue el mueble de los cajones donde nunca están las cosas que busca, sobre el la caja mágica que la envicia con sus imágenes de farándula y ajenas biografías, sobre esta, en una esquina, la orgullosa medalla, además los frascos de cristal y otras minucias de sus rutinas de encarcelada, en primer plano un atisbo de los felinos descuartizados. Después las rojas maderas y los pedazos de piel de las fieras claustrofóbicas como un lecho cavernícola que poseen la presencia invisible de ella en su castillo, la percepción inequívoca de su perfume y su esencia de mujer al acecho, quizá también la tibieza de su cuerpo como un relente feroz. Entonces la rodilla apenas y más abajo, la canilla hasta el pie en desparpajo exhibicionista con sus deditos ansiosos esperando al fauno fetichista que chupe uno a uno esas breves joyas cosquillosas, atrás las cajoneras y el plasma. Luego las mullidas pieles, banderolas de ardientes recuerdos, y su tobillo y el mismo pie esperando lamidos y succiones, quieto como una paloma dormida, con sus uñitas transparentes y la tentación de la caricia y el viceversa del footjob. Y vino el muslo pleno, absoluto, la piel toda en su tibia incitación, las manchitas que conté y besé el aquellas tardes de hogueras y fuegos compartidos, las huellas imperceptibles pero  indelebles de mis manos, de mi boca y mis labios, de mi lengua que hizo la vendimia de esa canal voluptuosidad. Al final, la epifanía y el vértigo, el éxtasis eyaculatorio, los dos muslos en su lisura deliciosa, el vértice vórtice vúlvico oculto bajo el borde de la camisola de manchas blancas insinuantes y negras pecadoras, más allá las rodillas y la pantorrilla turgente, el talón, el escorzo del pie, la breve línea lujuriosa donde convergen los muslos, en el horizonte un óleo de flores de un estremecedor rosado carnal, en representación profana de la otra flor rosácea, que no se vio.


miércoles, 13 de agosto de 2014

MUSA EGOISTA


Me niegas el rito de tu ducha, el agua tibia escurriendo acariciando fluyendo por tu cuerpo desnudo en su plenitud voluptuosa, me niegas esconderme en el espejo, ocultos mis ojos pervertidos detrás del vaho del vapor que despidió tu ardiente piel deseada, de inmiscuirme en la mullida toalla para secar tu pezón dormido, las manchitas tenues de tus muslos, las combas apetitosas de tus glúteos tensos y ampulosos, cada uno de los pétalos de tu vulva florecida en sus pudorosas lujurias ansiosas. Me niegas ser invasivo y lúbrico sobre las dunas, valles y cauces de tu íntima geografía, en tus axilas y entre los dedos de tus pies, no me dejas beber el agua dulce que escurre desde tu sexo empapado ni sorber del cuenco de tu ombligo el brebaje caliente que se vierte desde tus deseos, ni la cálida lluvia que destilan tus sexuales oquedades carnales. Me prohíbes acceder al ceremonial de tus manos enjabonando las sensuales sinuosidades de tu cuerpo con pecadoras insistencias, explorando las húmedas fisuras por donde crecen los musgos de las solitarias masturbaciones, los turbios pliegues de tu carne excitada, las voracidades inevitables de tus obscenos manoseos buscando el goce onanista que brota de entre tus dedos. Me privas de urdir una trama voyerista sobre tu desnudez expuesta, de verte desde todos los ángulos posibles, desde atrás y de frente, agachada o en escorzo, y consumar tu secreto exhibicionismo con mi mano en mi verga masturbándola para tu mayor gloria de hembra seducida o coqueteando. Me niegas dejar en tu cercanía los pequeños y tibios charcos de mi semen estrujado hasta la última densa y lechosa gota como un depravado homenaje a la recatada virgen del placer truncado.


CONFRONTACION (Palimpsesto)


Estoy con la espalda apoyada en el respaldo de la cama, completamente desnudo, tú al frente sentada en un pequeño taburete con la espalda contra la pared, vestida solo con unas breves bragas blancas. Estás abierta de piernas, y veo tu vulva a través de la tela que se ha vuelto transparente por su lubricante humedad. Me conoces, sabes cómo me excita oírte jadear y lo haces acompañando cada exhalación con un breve movimiento de tus caderas. Hace calor y comienzo a sudar. Mi verga, enhiesta y dura, palpita entre mis dedos que corren y descorren la suave piel del prepucio. Te conozco y sé cuanto te excita escuchar mis quejidos cuando me masturbo. Te miro a los ojos y lamo mis dedos lentamente, mojándolos con saliva. Unto la cabeza de mi miembro con una pátina de baba, escupo suavemente encima del glande brillante y tenso. La saliva resbala por el tronco del pene, siguiendo el recorrido de las venas, hinchadas y muy marcadas, hasta llegar a su hirsuta base y escurrir entre los vellos ensortijados. En seguida la empuño y comienzo a masturbarme lentamente, procurando que la saliva chapotee lo máximo posible para que puedas escucharlo. Cada vez que mis dedos rozan la corona del glande dejo escapar un breve jadeo. Te miro pasando mi lengua por mis labios entreabiertos. Con la palma de tu mano te estas masajeando por encima de las bragas, justo sobre el bulto de tu Monte de Venus. Sabes cuanto me excita que hagas eso. Jadeo con más fuerza y aprieto mi falo, para que su cabeza se hinche y enrojezca. Tus ojos están fijos en mi erección. Escupo un salivazo en mi mano y me masturbo con más ganas. Tu respiración se acelera, jadeas más fuerte, tu espalda se arquea contra la pared, te has metido una mano bajo las bragas para frotarte el capuchón de piel que cubre tu clítoris. Estarías más cómoda sin las bragas, pero las llevas puestas porque yo te lo he pedido y satisfacerme en ese pequeño detalle en contra de tus propios deseos, te excita aún más. Deseas liberarte de la tela, arrancarla y despojarte de las bragas para restregarte la vulva a placer, meterte los dedos bien adentro sin que te estorbe el incómodo elástico que aprieta tus caderas, pero sabes que estoy excitado al máximo, gozando al ver que estas cumpliendo mi pequeño deseo. Jadeas más fuerte. Tus labios vaginales exudan jugos que empapan tus dedos y los recoges bajo tus bragas para embadurnar la piel que rodea el clítoris. Tu vulva arde y palpita entre tus piernas mientras intentas acompasar el ritmo de tus dedos con el sonido de mi masturbación. A veces se te escapa un breve quejido. Lo escucho y mi mano se acelera. Te conozco. Te he visto masturbarte muchas veces delante de mí y te he masturbado tantas veces que sé en que estado te encuentras. Sé que cuando estás tan caliente el jugo de tu sexo desprende diminutas burbujitas. Que la entrada a tu vagina se dilata, que la vulva se hincha y se enrojece. Agarro mi verga por la base y me golpeo con fuerza el vientre con ella para que escuches el sonido que hace contra mi cuerpo, golpeteándola muy rápido como el aspaviento del macho orgulloso de su pene. En seguida tu espalda se arquea al ritmo de tu mano, tus caderas se agitan y tus muslos se abren y cierran. Quieres más. No te quitas las bragas, pero tiras de ellas a tope a punto de rasgarlas para dejar al descubierto toda tu vulva. Te escupes en la mano y mezclas las babas que segrega tu sexo con las de tu boca. Te metes dos dedos en el interior de tu vagina, dejando que la palma de la mano te roce la capucha del clítoris en cada embestida. Lo haces muy fuerte, para que escuche el sonido de ese chapoteo excitante. Lo escucho y un jadeo ronco se escapa de mi garganta. Te levantas del taburete y te quedas de pie frente a mí con una mano pellizcas tus pezones mientras jadeas, los dedos de la otra no dejan de frotar tu vulva. Nuestros gemidos se confunden. Del agujero del glande comienza a brotar líquido preseminal que escurre por mi mano mezclándose con el sudor que mi cuerpo ha dejado en ella. Recito tu nombre una y otra vez, gimiendo y jadeando entre dientes. Estás de pie, la cara arrebolada, los ojos sobre los míos. Jadeando. Tu mano metida debajo de las bragas y veo como se mueve al ritmo de tu respiración. De pronto gritas y comienzas a orgasmar en un espasmo que recorre todo tu cuerpo. Aprieto mi verga y acelero la masturbación al máximo, un chorro de semen salta y cae sobre las sábanas y sobre mi mano, escurre denso y lento, viene otro chijete y otro más, tu cuerpo se estremece ante la visión de mi abundante eyaculación, te acercas aun congestionada por el goce y untas un dedo en el semen caliente, lo llevas a tu boca y lo chupas mirándome fijamente, tu otra mano aun está sobre tu vulva, aunque quieta, como ocultándola avergonzada. Te recuestas muy apegada a mí, nos besamos exhaustos y nos quedamos abrazados en medio de la tarde calurosa.


martes, 12 de agosto de 2014

VISION DE MEDIODIA


Ahí está ella, madura, bajita, gordita, de imponente tetamenta, y ahí estaba yo mirando como si no mirará las evidentes protuberancias de sus pezones que se remarcaban notorias en las cimas caídas de sus pechos inmensos sin sostén bajo su pulóver amarillo aromo, apagado o sucio quizá. Entonces, en medio de un dialogo que yo iba olvidando mientras hablaba saca su pequeña chauchaera que guarda extrañamente en su cintura, apretada con el borde elástico del pantalón de su buzo gris sucio, y he ahí el destello instantáneo, la fugaz visión inesperada, la buena carta que me regala el azar en el lugar justo, el momento justo y la perspectiva visual exacta, he ahí a mi vista y deseos la abundante selva oscurísima de sus vellos púbicos, como una gata negra en un rincón oscuro, sin bragas, por esa sombra pilosa, enredada, hirsuta, por la textura no lisa de una tela sino irregular y caótica de una mata velluda y lúbrica. El mediodía se hace caluroso y sexual, una densidad carnal, lenta y sudorosa fluye entre su rostro redondo, humilde y sonriente y mi cara impasible, formal aunque afable. Las palabras de la breve conversación se van desgranando si que las escuche mientras mi imaginación se eleva por los paraísos invocados. Guarda su pequeña cartera en el mismo lugar de su cintura, pero ya no se repitió el prodigio. Sé que lo hizo sin malicia ni provocación, sin coquetería ni alevosía, solo lo hizo, inocente e ingenua, desprevenida, sin pensar que mis ojos voyerista insaciable ya acechaban sus grandes senos edípicos a centímetros por arriba del punto preciso de su delicioso “boloccazo”.


INCONCLUSIONES MORAS


Siempre me dejas inconcluso, pendiente, mañanero solitario esperando ver disfrutar tu cuerpo de estilizada madurez, delgado junco del Guadalquivir mecido por el cante de bulerías. O no estás o no te me apareces granaina insufrible y deseada en la distancia de un océano por medio, de mi mañana a tu mediodía, andaluza, reinas mora sobre mis deseos de penetrarte en esa noche que ya no será fría, de poseerte enviciado besando tus pechos, de hundir mi falo bailaor en tu vulva bailaora, de sobar tus muslos y tus nalgas para reconocer las suaves tersuras de las geografía del paraíso. Iré una mañana calurosa a beber el beso que se me escapa de tu boca, a oler extasiado el aroma de tu pelo del color de las doradas arenas, a devorar el capullo de tu clítoris, a lamer la miel lujuriosa que derramarás pervertida por mis salvajes erecciones. Siempre me has tenido enjaulado en tus cercanías excitantes reina gitana, contigo soy moro y gitano, macho y poeta, aunque siempre te me vas mora inquietante, te me diluyes en un silencio tenue de rosa en fuego florecida y perfumada en tu sudor de hembra siempre en celo. Pero no importa cíngara de mis tormentos, gitana trashumante de mi corazón desperdigado, mora bailaora sobre los tablaos de mi imaginación desbocada, porque ya sé que algún día soñaremos en la misma almohada desnudos ardientes colmados de placer y de caricias, algún día me sumergiré en tu olor de hembra encendida, en tus secretos e íntimos licores, en dulce el sabor de tu saliva, y tus manos resbalarán por mi cuerpo y me besarás donde nadie aun me ha besado. Olé.


domingo, 10 de agosto de 2014

ANALES DEL INSTANTE (Palimpsesto)


“El sexo anal, como un acto sagrado, le ofrece una verdadera resolución espiritual. La entrada por la salida le lleva al paraíso” La Rendición, Isabelle Stoffel

Buscamos la posición más cómoda para ella e intenté empezar a mojarla chupando y jugando con los labios de su vulva tratando de hallar o verter su íntima humedad, densa y tibia. Se fue relajando y mojando en un ámbito de suspiros y contenidos quejidos, entonces lentamente esparcí con pervertida parsimonia mi saliva en derredor de su florcita anal. Coloqué un dedo en ella, hice círculos con mi dedo en su borde y dentro de esa breve y apretada corola carnal. Unté a destajo de saliva mi dedo y su tímido ano, luego enfrenté mi rostro en aquel lugar y muy lentamente intenté introducir la puntita de mi lengua rígida allí. Sentí como se contrajo al notar que empezaba hundirla socavando el último bastión de su intimidad corporal. Se fue abriendo lentamente. Me situé a sus espaldas, arrodillado, tratando de colocarme en la adecuada posición y comencé a frotar mi verga contra su mojado y resbaloso surco vulval. Puse los dedos de la otra mano en su clítoris y comencé a masturbarla con ambigua delicadeza lésbica para evitar que se concentrase en la venidera penetración anal y disfrutase del estímulo clitoriano. Dejó escapar un gemido ronco, y comenzó a moverse con fiereza. Se sacudía como poseída y bramaba buscando un orgasmo que se aproximaba feroz. Al tenerla así no pude evitar ensartar dos de mis dedos en su ano violentamente y surcar vehemente con mi verga desde atrás su vulva en un rápido vaivén. Se movía muy rápido y gimiendo mucho, como queriendo extraer de esos roces desesperantes hasta los últimos vestigios de placer. Seguí y seguí enviciado hasta hacer coincidir en un destello de retorcimientos y espasmos mi eyaculación y su orgasmo.


sábado, 9 de agosto de 2014

NOCTURNO FELINO


La noche entra en tu cuerpo y en el mío, crujiente y lunar, vertida en deseos, en ansias extraviadas, en el secreto carnal que se esconde entre las sábanas, se introduce sigilosa en pleno plenilunio, arde tu piel y mi piel desnudas bajo su pálida luz acariciante, se inserta en los rincones y lo pliegues de las carnes deseosas de las nupcias y las cópulas, de los besos que no sacian los bocas sedientas ni las manos que florecen en lascivas caricias y obscenas inserciones. El nocturno aúlla en los oscuros bosques del sexo hambriento reflejado en las cristalinas aguas lunares, marcando territorios con las salivas que se vierten por las comisuras de las bocas entreabiertas, se escurre entre tus pechos rozando tus inhiestos pezones, se yergue macho en una noctámbula erección que se encarna en tu vulva socavando los compartidos ardores. La nocturna excitación invade de sombras las solitarias masturbaciones, los orgasmos y las eyaculaciones trizan los espejos, quiebran los vidrios de las turbias perversiones, las hojas de los manglares que se envician en la inseminación procaz de rocío. Túrgidos tus senos me urgen en mis manos, erguido mi pene late en tu puño delicado, el tierno capullo de tu clítoris se entrega a mi lengua y se erecta machihembrado intentado emular atávicas sodomías. Entre la luna y el tejado una gata en celo maúlla sus libidinosos delirios con su sexo goteando, desde la negrura de la medianoche su macho maúlla con su falo tieso reluciendo bajo la fría luminosidad lunar y entra en la noche penetrándola.


BREVISIMA TRAVESIA


Mi mano en su rodilla, sólida convexidad provocativa, palpo su corporalidad incrustada en una severidad circular, la rótula oculta, el inicio del tacto, el comienzo lascivo de la travesía ascendente. Sobo con la palma de mi mano esa protuberancia lunar, gélida e impenetrable, lo hago en círculos lentos como clandestinas caricias perversas, pausado y sibarita, la encopo, la incluyo en la secuencia de la voluptuosidad atrevida que viene surgiendo desde su misteriosa osatura. Subo un palmus (i) hacia la vergencia, descubro y absorbo esa tibieza perentoria, suave y continua, curva, columnar, cilíndricoelíptica, me sumerjo en su tersura inquietante, en la lisura tierna que se extiende más allá de mi mano, en una blandura que llama al beso, al lamido, a escribir con saliva los lúbricos cantos del deseo, a detenerse en su inmovilidad latente, a verificar con la boca labios lengua su languidez secreta, buscando el respingo, la negación de acceso, la prohibición pudorosa, que no llega. Remonto por esa delicada superficie carnal otro palmus y dos más en lentísimo ascenso confirmando lisuras, suavidades y tibiezas, trepo el quinto palmus, y mi mano encuentra la íntima y caliente charnela de la ingle, su ceñida convexidad oculta, percibe la cercanía de la vulva, el roce de unos vellos y una humedad densa y olorosa la delatan, [Bifurcación 1] mi índice adelantado se va insertando entre los mojados pétalos de esa flor sexual, abierta y estremecida, mi mano pierde el rumbo de ascensión y se gira buscando la verticalidad lujuriosa para abarcar, atrapar, capturar la mariposa encendida e inicia al fin el obsceno rito masturbatorio. [Bifurcación 2] se verticaliza voraz e ansiosa, mis dedos sobre el breve ramillete de labios vaginales, mi eminencia tenar sobre el capuz del clítoris, e inicia al fin el obsceno rito masturbatorio.

(i) En la Antigua Roma existía una medida llamada palmus, que era el ancho de la palma de la mano, sin contar el pulgar, que equivalía a cuatro digitus, es decir, 7,3925 centímetros.


TARDIAS REMEMBRANZAS


Rememoro ciertas blanduras excitantes, la semidesnudez de recato o pudor ante el desparpajo invocante de mi cuerpo desnudo, la miríada de manchitas constelando en la lisura de unos muslos duros y exultantes, la humedad sabrosa de una vulva abierta en su atrevida floración, la escasa caricia sobre un pecho de pezón dormido apenas sorbido, una boca que besa con la locura del deseo desatado, trabazón de lenguas y labios abarcados, las fieras de un edredón blanquinegro mullido y salvaje testigo de voluptuosas cercanías. Me duelo de lo que no fue, arrepentido y sediento aun de sus embriagantes licores, de lo que quedó pendiente, en esas lúbricas deudas que nunca se pagarán, de mi mano alfarera modelando una y otra vez esos glúteos de soberana convexidad, mi lengua ensimismada en esa otra flor, pequeña, carnal y ceñida, que se esconde en el apretado surco tibio de unas suaves nalgas evasivas, una lengua consumando el mismo rito en mí. Rememoro el juego y el trato de inesperadas penetraciones, la delicadeza de una mano explorando mi pecho, mi vientre, mi pene, una boca en mi verga lamiendo succionando en las lujurias y las ternuras del amor/sexo hasta la eyaculación y más, el cuenco mojado y cauce caliente donde mi dedo se untaba en un hechizo ancestral y masturbatorio. Rememoro unos muslos a horcajadas sobre mi rostro invitando a beber lamer penetrar en la fuente floral de un sexo ansiosamente lascivo, los ralos vellos donde mi mano reconocía los previos territorios del goce del orgasmo. Me duelo y rememoro sin entender como llegamos a la bifurcación, a la ausencia y a la desolación.


jueves, 7 de agosto de 2014

DORMIRE SURCANDO


Dormiré entre tu respiración y tus pechos, en la tibieza de tu piel y el vaho ardiente de tu sueño, tomado de tu mano y oliendo los aromas florales de tu pelo, dormiré enclaustrado en tu cuerpo sagrado navegando por los oleajes de tus deseos, sumergido en las ternuras de tu voz y en las dulzuras escondidas de tu vulva, dormiré atrapado entre tus muslos, inmóvil secreto y contenido, deshojado e impoluto, sobrio de caricias y abundante de besos, varado en los bajíos arenosos de tu insomnio, anclado en la olorosa profundidad húmeda de tu sexo, soñaré intruso tu mismo sueño, dormida te abarcaré en una sola vertiente la suavidad inquietante de tus glúteos, comba dormida para mis manos incitantes, dormiré surcando, penetrando, lamiendo, succionando, las dormidas comarcas de tus tiernas lujurias, los lúbricos rincones donde sucedes noche a noche esperando mi boca, mis dedos, mi verga y mis susurros, dormiré acurrucado en tu vientre, fetal y vulnerable, en tu pubis macho niño incestuando, entre la selva perfumada de tus vellos ensortijados, encendido y erecto, soberano de tus latidos, de las magias de tus orgasmos, de los sabores que destilas cuando deseas, dormiré insertado y penetrante, encajado y copulante, desatando los nudos de tus temores y tus celos, horadando tu voluntad con la punzante vehemencia de mi celo de lobo inconsumado que aúlla a la luna desde las tibias ciénagas de tus instintos encadenados, dormiré lascivo mordiendo tus pezones, ensalivando tus piernas y la tersa concavidad tu espalda, incrustado en tu vagina hurgando sus fálicas urgencias. Dormiré ebrio de todos mis intentos.



miércoles, 6 de agosto de 2014

LLUVIA SOBRE NADA


“Deseo flores, deseo el deseo de mojarme desnuda en la lluvia” F. de L.

Viajo hacia la lluvia del sur profundo de tu cuerpo buscándote desnuda bajo la tibia lluvia de la saliva de mis besos, así te irás en mi viaje de lluvia y tú niña ausente y solitaria. Caminarás desnuda bajo los ardientes aguaceros de mis deseos, desnuda de alma y piel cegada, desnuda bajo el arco pluvial de mi cuerpo erecto penetrante, tensa cuerda tu pubis vertiente, densidad sagrada de ti, escurrirá otra lluvia por entre tus muslos pálidos tendidos sobre el lecho pagano, abiertos en su flor encarnada. Me verteré lluvia río estero anegado e inundado entre tus pechos soberbios, islas breves tus pezones sobresalen en el alto y en el bajo surco tu vulva en su humedad de lluvia. Macho desbordado seré sobre en por dentro de ti hembra sumergida en las aguas verbales y carnales de tu manos sobre ti, yo en por mis manos sin sosiego arrastrado en las corriente y remolinos, en las turbulencias de tu vientre, de tus glúteos donde se hunden mis dedos aferrados a su inclemencia de virgen de las bajantes, tu boca respirando mi verga en el rito de lluvias calientes en tus labios vertida. Mi lengua furioso pez de lenta certidumbre encharcado en las profundas aguas de tu sexo, atrapado en la rosada burbuja de tu clítoris, surcando en hondos lamidos tu vergencia esencial de mujer desbordada. Derivo por tu espalda como en una orilla de arenas, por los cantos de tus vértebras, surco resbalo acaricio beso, encendido como el falo que tus tibias aguas sexuales inundan y apagan.