domingo, 29 de noviembre de 2015

KLITTRA


«Je suis chauffé qui n'est pas le même que...». La Comtesse

Tus deseos son flores escondidas que florecen de vez en cuando en las íntimas alturas de tu hábitat solitario, allá muy arriba donde los vientos remecen los cristales y la lluvia pone un velo sobre la difusa ciudad que en esos momentos desaparece porque tus ojos se entrecierran para disfrutar en el pudor de no verte la esencia voluptuosa de tus íntimas tocaciones. A veces nocturna e insomne te dejas arrastrar por la hembra que se viste de tu cuerpo, y la dejas hacer con sus manos deslizándose por tu piel, te quedas ahí  desnuda y quieta esperando que ella desate tus nudos ciegos, que abra las ventanas de tus instintos para que vuelen sobre los antiguos campanarios y sobre los oxidados barcos imaginarios. Sea tu dedito dedeando el clítoris sensible erguido durito, sea tu mano entera frotando la flor entera de tu vulva, palma contra pétalos humedecidos, sean dos de tus dedos penetrando fálicos la voraz flor abierta de tu sexo hambriento, sea quizá el negro dildo escondido y secreto, vibrando o no, introduciéndose lento y temeroso en la mojada abertura de tu sexo, o zumbando sobre el capullo en un roce que te estremece con los ojos bien cerrados, sean tus muslos apretados entre sí en un sexual restriego que calcina tu carne trémula. Pero lo niegas con mentida timidez de doncella quinceañera, te escudas solemne en tus recatos de altiva dama asexuada, te mientes a ti mismas los deseos florecidos y sus consumaciones clandestinas, haces como que no necesitas beber de esas aguas sexuales pero tu sed te delata cada vez que te miras en el espejo y ves tus labios resecos.

(i) La palabra "klittra" nace de la combinación de clítoris y glitter, brillo en inglés (porque esto destaca la importancia del clítoris para el placer). Es un verbo y denomina el acto de masturbarse cuando lo hace una mujer.


sábado, 28 de noviembre de 2015

DELICIAS EN MORADO VIBRANTE


Para D., deliciosamente impúdica

Ese pezón tan real, tan nítido, tan incitante a mamarlo chuparlo succionarlo, tan contrastante en su suave café dulcezito, delicioso en su oscura textura palpitante, con su protuberante y erguido botoncito que provoca instantánea erección, lo mamaría, chuparía, succionaría, hasta hacerte gritar suavecito en un destellante pezón-gasmo. Tu desnudez impúdica sobre el lecho de tenue rosado romántico y tu mano aferrando el falo miembro verga príapo dildo de color morado pecador e introduciendo viciosa la delgada puntita en tu vulva golosa para gozar las zumbadoras vibraciones hasta el concho del goce penetrante. Tu depilada axila, tu terso muslo, tu vellos púbicos cortitos, tu pubis con su surco apenas peludito, tu ralo Monte de Venus, los mórbidos pliegues de tu vientre, tu ombligo como un ojito observador, la soberana teta en su suave caída natural, tu moreno brazo y tu morena mano, tu tierno pie allá abajo. Tu exuberante carnalidad erótica, tu impudicia que envicia mi mano que soba mi verga ya erectada por la visión de tu lujurioso desparpajo, tu piel en sus matices que llama a la desenfadada caricia insertada en tu húmedo sexo, al lamido ensalivante, al onanismo voyerista, a soñarme derramando mi semen caliente sobre tu maternal cicatriz, a la imaginación desbocada por la hembra calentona que eres entre todas las mujeres. Toda tú ahí recostada como una maja desnuda masturbándose, incitando provocando calentando mientras tu macho, que envidio con dolorosa impotencia, te observa gozándote a la distancia sin tocarte con su mano masturbando su verga en honor y homenaje a ti, o por lo menos así lo haría yo.


QUIZAS


Quizás mueves el vibrador hacia arriba y hacia abajo a lo largo de la hendidura entre tus piernas. Quizá una pierna con la rodilla levantada y la otra abierta, sobre la cama. Quizás mueves la parte inferior de tu cuerpo hasta encontrar el movimiento hacia abajo del vibrador. Quizá a veces, chupas tus dedos y humedeces tus pezones, y sólo los toqueteas, los sacudes. Quizás a veces pones y sacas el vibrador de tu vagina, como atornillando. Quizá pones un dedo sobre tu clítoris y con el otro mueves el dildo adentro y afuera de tu vagina. Quizás al comienzo tienes abiertas tus piernas hasta que llegas al orgasmo, y entonces las pones juntas. Quizá primero frotas tu clítoris y luego insertas el consolador. Quizás cuando acabas cierras tus piernas con el vibrador dentro de ti tanto como pueda entrar. Quizá a veces usas tus dedos sobre tu clítoris con uno adentro de tu vagina, y uno sobre el área anal o justo sobre el clítoris. Quizás usualmente usas dos tamaños de vibradores, uno pequeño para tu ano y uno grande para tu vagina. Quizá una mano la usas para el clítoris mientras la otra sostiene a los dos vibradores en su lugar. Quizás tus piernas usualmente están separadas y los movimientos son circulares. Quizá colocas el dildo sobre tu clítoris y labios menores y entrada vaginal. Quizás con las piernas juntas te es más fácil, especialmente con los tobillos cruzados porque aumenta la tensión muscular y te satisface el deseo reflejo de presionar tus rodillas.

Nota de autor.- Collage levemente editado a partir de “Tipos de masturbación femenina” de Web Fertilab.

Imagen: Dildo “Tyrannosaurus Sex - Extra Large”


domingo, 22 de noviembre de 2015

SOBREDOSIS


Par les six incitations de la Comtesse

La línea en arco que separa tu desnuda piel del calzoncito (o body) negro como mis erectos deseos de fauno macho goloso, la visión erótica de ese todo donde el Universo se divide en oscura íntima tela y pálida dermis deseada decorada por deliciosos pendejitos, la delineada champita repetida cinco veces distintas como sutiles algas asomando en la medialuna que deja el borde de las bragas antes de la ingle, algunos largos pelitos rizados tirando a rubio miel que mi lengua saboreó aquellos brillantes días sin lluvia y de libidinosas sinrazones de chocolate menta, campanario y mojito. Seis excitantes convergencias del calzón y las piernas muy juntas, ese negro sitio exultante de sexo donde acecha oculta la hambrienta vulva voraz, esa pequeña comba que ha de ser tibia y perfumada a hembra que se miente sus sexuales ardores. Las miro y las devoro a ojos bien abiertos, las disfruto una a una, las gozo en detalle y ampliadas, me vuelo drogado por tu carne desnuda coronada por el arco de tus vellos púbicos, y me excito, me erecto y me sobo, y ante mis ojos la provocativa media medialuna se agranda y se achica, desaparece y reaparece más ancha, más incitante, y los pelitos juguetones permanecen insertos en el mórbido pliegue de la ingle, y el negro aumenta o disminuye demarcando su recatado territorio, y a veces un muslo sigue hacía la rodilla o hasta el lejano pie en lontananza, y hay florcitas alegres en el lecho esperando las salvajes mariposas y una difusa oscuridad de fondo, y un sabor con tu aroma, y una cálida humedad que adivino excitadísimo en la negrura. Y sigo merodeando esos seis milagros atrapado como un narcotizado tigre hambriento en ese hexaedro de piernas e íntima ropa negra.


CALOR EN EL BOSQUE


Para mi Gaby del ayer del 10 de Febrero de 2013.

Escribo estas líneas desde lo más profundo y oculto del bosque, luego las transcribiré sin revisar, corregir, ni cambiar. Las escribo para  describirte las intensas sensaciones que en estos momentos me abruman, gratamente por cierto, y que disfruto con una sensualidad ilimitada. Después de conversar contigo mi mente quedó con el eco de tu voz, tus palabras clandestinas, como susurradas porque no podías hablar tranquila, de una complicidad voluptuosa y secreta. El día está abochornado, hay una  brisa tibia y nubes difusas definen un cielo azul grisáceo, un calor denso y pegajoso me envuelve en un ámbito de libidinoso sudor. Voy imaginando y recordando lentamente tu cuerpo, con el deleite de un vicioso voyerista. Esos pensamientos van creciendo e intensificándose, me voy sintiendo más y más caliente, mi verga se erecta y de vez en cuando la  acaricio con mi mano por sobre el pantalón. Esto a la vez me excita en un in crecendo muy rico y sensual. Un par de veces sacó el pene tieso y erguido y lo masturbo un poco, sin llegar a acabar, solo un poco, para sentir la sensación de penetrar. Mi imaginación, tan caliente como mi cuerpo elucubra situaciones y crea imágenes ardientes de ti y de mí, sin frenos,  sin censuras, libre a nuestras propias ansias. Te imagino aquí, a mi lado, yo desnudo y erguido el miembro, puedo ver tus senos, grandes y lascivos, con sus  pezones erguidos, (mi verga de inmediato inicia una latente  ceremonia), puedo sentir tu boca, tu lengua, recorriendo mi miembro, engulléndolo, succionándolo, mi imaginación lleva mis dedos a esa mariposa escondida entre tus piernas, allí juegan a excitarte, a humedecerte en tus propios jugos sexuales. Muy suavemente voy recorriendo con las yemas de mis dedos tu clítoris anhelante, esos otros labios verticales, esos sedosos vellos que intentan en vano cubrir la mariposa. Mientras me masturbo siento que te estoy penetrando, siento mi falo entrando suavemente en tu apretada vulva, esto casi me lleva a eyacular, pero lo evito para seguir sintiendo estos deseos tan vívidos y deliciosos. En este momento decido escribir estos apuntes. Me excita aun más el saber que los leerás  y te excitarán, y tu mano irá a buscar, después, en la soledad de tu dormitorio, en la plena noche ese húmedo y tierno y caliente  rincón de tu cuerpo donde está acechando el goce solitario. Acabo de encender un cigarrillo y no puedo evitar sacar mi miembro erecto y dejarlo sentir el calor del sol en su glande enrojecido, tenso y brillante. Es una sensación muy estimulante y rica. Me siento tan excitado, caliente, como un adolescente, y reconozco que me gusta mucho sentirme así. Cierro los ojos y te veo semidesnuda, solo cubierta con el tuto, tus pechos ahí al alcance de mi boca incestuosa, tu sexo esperando ansioso y mojado mi verga o mi lengua, acelero mi mano que sube y baja el prepucio de mi príapo, siento venir la eyaculación, me estremezco y un chijete de semen denso y lechoso cae en la tierra como si cayera en tu piel. Me quedo quieto, relajado, saciado, escucho tu respiración acesante y sé que también llegaste al orgasmo, sonrío feliz. Después de un rato, camino por la espesura del bosque como un tigre ávido de sangre caliente y a la vez acosado por esa misma hambre de ti. Lo único que deseo es enredar mi lengua en tus pezones, apretarlos con mis labios hasta escuchar tus gemidos de delicada hembra rendida. Otra vez.


sábado, 21 de noviembre de 2015

DEUX BOUCHÉES D'EXHIBITIONNISME À L'ORANGE


Pour la Comtesse chaude

L'un del naranja anaranjado salmón de la sábana que oculta con su recato el triángulo mata matorral musgo algas de los pelitos calentones, ese ralo y oloroso paisaje que precede a la tierna gruta carnal donde un día se solazaron golosos y gozosos mis labios y mi lengua, mis dedos y mi miembro, mi nariz y mi barbilla incluso, impregnándose del denso brebaje vertido desde el estremecido deseo de tu vulva. Las brasas de los rojos fulgurando en el fondo del paisaje, la cúspide azul celeste y la rectangular sombra negra, en torno a la arista del rincón. Son los mórbidos pliegues de tu cuerpo, las lujuriosas curvaturas y marcadas líneas de esas carnales plegaduras de tu vientre, la lasciva desnudez como suma total de todas las lujurias. Y la mariposa corazón palpitando entre las constelaciones lunares en la pálida extensión de tu muslo suave y terso, ansioso de la caricia, los besos y el lamido. L'autre de la zona umbilical hasta el pie allá en el horizonte de rojos fulgurando, de la pirámide azul celeste y de la rectangular sombra negra, ahora matizados de albos fragmentos contra a la arista del rincón. La deliciosa pierna flectada, el surco en leve curva de la ingle, los pliegues del naranja sobre los pliegues de tu abdomen casi pubis, esas dunas con sus valles y suaves combas de tu vientre desnudo y a medio ver, la voluptuosa madurez de tu cuerpo ahí representado en la comarca cercana que accede a tu sexo pudoroso. Et le condiment ardent es que sé que en tus negadas calenturas gozas imaginando mi lasciva mirada hurgando más allá de lo que muestras, y que tú sabes que me excitas y me erectas, que gozo con tus perversos y eróticos coqueteos visuales, y que ambos sabemos que jugamos el juego del fuego que más temprano que tarde se encenderá otra vez y nos hará hervir como en ese ayer en nuestros propios jugos en la misma marmita.


jueves, 19 de noviembre de 2015

SININSPIS (Interludio)


Par la Comtesse toujours épiée

Me gusta que te guste provocarme a segura distancia, exhibicionista y coqueta, impúdica y libidinosa, desvestida a la distancia sin tocar, sin acariciar, sin sobar, sin lamer, sin sorber, solo mirar, observar, voyerear, gozar juntos pero no revueltos un coito imaginario sin compartir el estremecedor orgasmo y la gozosa eyaculación. Me excita que te excites mostrándote mostrándome tus piernas cruzadas, Cruzando las Piernas y Apretando los Muslos (i), tus muslos constelados de mariposas lujuriosas, tus ingles peluditas, tu pubis jardín de ralas algas y breve matorral oloroso, tu ombligo pudoroso, tu mórbido vientre y tus duras pantorrillas, tus piececitos distantes y tus rollizas rodillas, desnudas carnes embriagantes para el solaz de carnívoro fauno onanista. Me encanta que te encante jugar el juego del fuego congelado en las imágenes, y que revive en llama y calor cuando mis ojos pervertidos se anegan de tus voluptuosidades sin rostro de exuberante meretriz babilónica o de distante esfinge egipcia, me encanta el encanto de tu hechizo de hembra en furioso desparpajo nudista. Me inquieta que te inquiete caminar por el filoso borde del abismo de la perversión virtual, que sientas en tu piel mi ardiente mirada, pene/trante, lasciva, erecta y humedecida, latiendo en cada uno de tus poros, desatada por cada pelito, urgiendo masturbatorios frotes fálicos y masturbatorios roces vúlvicos. Me calienta que te caliente incitarme al pecado del vicio solitario, que me imagines mano en miembro masturbándome tal como yo te imagino dedo en clítoris masturbándote, ambos posesos enviciados en la danza sobre las brasas de los álgidos deseos para siempre inconsumados.

(i) Tipos de masturbación femenina. Web Fertilab.


miércoles, 18 de noviembre de 2015

TRES VERTIMIENTOS

Pour la Comtesse répandue

Desaguas el misterio del deseo, has roto el cántaro de tu pudor, derramada así inquietas las fibras del macho obsequiado, lo excitas y lo perturbas, lo incitas al pecado de la mano en el miembro. Volcada en tu sabrosa impudicia reclamas tu derecho a la rígida erección, al voyerismo extasiado, a la intensa masturbación consumada en las tres visiones de ti. Desecas las fuentes del vicio solitario, estrujas sin tocar, ordeñas sin manosear, pero a la distancia que te exime de culpa, de eróticos frotamientos y de ardientes sudores. Trasiegas tus mórbidas carnalidades, pie, pantorrilla, muslo, pubis, y los mórbidos pliegues de tu vientre, exhuberancia que acontece irguiendo el único mástil del pervertido velero que vaga en solitario en tus oscuras aguas sexuales. Inundas los cuencos  de las lujurias, los desbordas y fluyes sobada, lamida, acariciada, succionada, urges la hondura de la noria seminal, recargas el acuífero que subterráneo y sumergido se vierte lechoso, espeso, chijeteado. Desde esas honduras drenas tus juegos y fuegos exhibicionistas, siempre al borde, rozando tus propios límites, cercana siempre al abismo de tus ansias escondidas de seductora vampiresa ávida de ser deseada hasta la jugosa eyaculación. Te derramas líquida y olorosa en el pubis y sus pelitos, íntimo y ralo matorral reverberando contra el granate de vermicular textura. Te decantas esfinge y vestal en la larga y mullida pierna levemente plegada, manchitas lunares, sobre el oscuro granate en penumbra, la mariposa corazón aleteando en el claro esplendor de tu piel. Te trasvasijas mujer y hembra en las excitantes plegaduras de tu vientre, muslo y pálido glúteo, en un piernas abiertas bocabajo insinuante sobre el granate oscurecido, quizá la más quemante imagen, la más impúdica, la que más calienta, la que incinera con un ardor lascivo mientras desespera la carne endurecida que late en la mano enviciada.


sábado, 14 de noviembre de 2015

TRES EROTICOS TRICOLORES


Pour la Comtesse dans un tricolore

Como tricolor bandera al viento, azul, anaranjado y el indefinido matiz del pálido rosado piel, como un estandarte de las hordas excitantes de tus vellos púbicos, y el sólido escudo de la mariposa corazón, y las orgullosas estrellas de las victorias impúdicas en las tiernas pecas que florecen desperdigadas en tus muslos. Los oscuros pelitos tupidos convergiendo en el ángulo que apunta a tu vulva, y como los finos y delicados estambres de una olorosa flor carnívora, unos dos o tres más largos para despertar cosquillas en las mejillas del ávido bebedor de tu néctar, (a veces líquido, a veces espeso o grumoso, a veces almíbar salado), de este insecto chupador que te sorbe hasta elevarte en el torbellino de un orgasmo y convertir tus vellos en algas humedecidas y glaseadas por tu licor y mi saliva. Azul de camisola, frontera de la blanda y olorosa comba de tu pubis. Mullida duna de Venus. Anaranjado de colorida sábana que guarda tu aroma de hembra revolcándose en sus fogosos insomnios. El color indefinible de la piel desnuda exhibida expresamente para goce y ardor del mirón pervertido. La morbidez incitante de tu muslo donde mi lengua capturó tus desesperos y echó a volar tus quejidos, el oscuro rincón peludito donde confluyen tus muslos y mis hambres, donde se oculta pudoroso pero igual de hambriento tu sexo palpitando inquieto y húmedo porque siente que mi ojos de fauno onanista lo buscan con la mano miembro en ristre en la tupida maraña de pendejitos perfumados que florece en medio del erótico tricolor.


EN BUSCA DE LA ESQUIVA HABITANTE


Para G.

Te escondes difusa y lejana en el espejo manzana o mariposa, enmascarada o sin rostro reconocible, bajo los globos de colores y sobre el arcón donde guardas los recuerdos. El muro blanco, las antiguas y oscuras maderas, el íntimo pasillo que da a tu insobornable dormitorio, la luz del día allá al fondo entrando por la cortinada ventana y la abierta puerta por donde te me escapas cada día al día siguiente y a los sucesivos como una sutil mariposa inasible, impalpable e imposible. Los rincones y recovecos por donde habitas y te deslizas tenue, silenciosa, sola, los sitios de tu ámbito de grata soledad, por donde caminas nocturna con tu burqa, o quizá por donde deambulas en los plenilunios semidesnuda buscando las perdidas fuentes del deseo, ansiosa, hambrienta, excitada, sin encontrar la penetrante sensación o el erótico recuerdo de aquellas tardes nuestras de ardientes desvaríos. Busco las huellas de tus pies descalzos en esas brillantes caobas cuadriculadas, los vestigios de tu tibieza en los muebles, en los cuadros, en el mismo azogue, y no te encuentro sino apenas reflejada en un ala del espejo, tierna, pequeñita y evanescente, tal como te recuerdo. Huelo en el aire contenido en ese volumen de tu hogareña intimidad la dulce intensidad de tu perfume, imagino la presencia etérea de tu cuerpo reverberando en sus delicadas lujurias de hembra soñadora, percibo la sensitiva madurez de tu piel, rememoro el voluptuoso sabor de tu sexo en un atardecer ya irrepetible. Y como no te encuentro ni vislumbro, me voy cabizbajo y tristón rumbeando detrás del jinete y los caballos que cruzan silenciosos por allá arriba en el alto y sobrio artesonado.


domingo, 8 de noviembre de 2015

PUBIS CALCINANTE


Pour la Comtesse inspiratrice

“Los signos de que está hecha la lengua sólo existen en la medida en que son reconocidos, es decir, en las medida en que se repiten; el signo es seguidista, gregario. En cada signo duerme este monstruo: un estereotipo; nunca puedo hablar más que recogiendo lo que se arrastra en la lengua”. Pensamiento de Roland Barthes en su “Lección inaugural”, extraído del libro de Giordano “La experiencia narrativa”, en “Pubis Angelical. Un aspecto de la novela de Manuel Puig”, de Susana Rozas.

Absorto ante el sublime espectáculo, lelo de asombro, sobrepasado en su propia lujuriosa esperanza, hiperexcitado, recalado o naufragado con el mástil erguido en el puerto de los barcos nocturnos con sus luces imaginarias, sumergido en la ardiente realidad paralela de un erótico sueño que se cumple contra toda posibilidad y todo afán de convencimiento. Toda desnudez absoluta excepto el muy mínimo triangulo rectángulo de la tela de la camisola en el rincón inferior derecho, que está ahí como un último baluarte del ancestral recato de siempre, todo lo demás es piel, pelitos, y penumbras. La mano pecadora del observador extasiado se conecta instintiva con sus ávidos ojos que recorren con soberana impudicia la imagen de esquina a esquina, del centro a los bordes, de las orillas al centro, una y otra vez y viceversa, la mirada se expande abarcando los muslos cruzados uno sobre otro… Cruzando las Piernas y Apretando los Muslos (i), después los ojos van trazando con pervertida lentitud la Y invertida que viene del surco entremuslos y se abre excitante en las curvas de las ingles pilosas, permanecen largo rato en ese paraíso de ralos vellos púbicos que convergen en una fina línea de oscura maraña velluda al borde mismo de la vulva invisible, reconocen el sol quieto y la mariposa corazón revoloteando sobre el muslo derecho, se sumergen sin solución de continuidad en el éxtasis y el delirio de esa fascinante epifanía voyerista. Pero ya antes, en la parsimoniosa  peregrinación por el sendero de la Y, la mano ha comenzado a subir y bajar, a sobar y apretar el miembro endurecido que haciendo honor a la perturbadora visión se ha erguido inhiesto y sensible, dispuesto al solitario placer masturbatorio. Y los ojos y la mano siguen, siguen y siguen, más allá de la gratísima y chorreante eyaculación, enviciados y ahítos de esa intensa sexualidad exhibida en abierto desparpajo por ese delicioso pubis calcinante.

(i) Tipos de masturbación femenina. Web Fertilab.


viernes, 6 de noviembre de 2015

ALLÍ TÚ EN AZUL


Para C. entre azul

Eres toda azul, como cielo, como mar, como flor azul instaurada en mi destino, sensual azul circular de cerrado escote, cercada por el brillante aro de metal, azul como el lejano deseo marino donde mis besos son altas gaviotas que sobrevuelan besando tus labios. Eres toda azul en el círculo del espejo con los ónices y las joyas de tus uñas, con las hojas de hiedra variegada en verde vegetal entre tus dedos, con tu mano en tu tibio seno enmarcando ese dulce pezón erguido, azul abierto el inquietante escote como un cielo que se abre al paraíso donde mis labios reposarán un día de sus antiguos y cansados vuelos. Entre azul y azul mi boca ávida de tu piel tersa y tibia navega o naufraga, a escote abierto impúdico, allí entre tus pechos los intensos rubíes de tus uñas, los duros metales de tus anillos, el canalillo donde me sueño escondido y feliz como un niño, allí sobre la suave duna de tu seno, el blanco y verde de la hiedra palpita enredada entre tus dedos, allí toda tu piel me somete al azul que se abre a mis ojos y me deja ansioso en la tormenta del azul y azul sobre tu cuerpo. Hundiría mis manos hambrientas una otra vez en ese azul abierto para rozar la breve espuma carnal de tu punzante e inhiesto pezón, para acariciar solemne el pecho que se asoma entre los azules, me sumergiría sediento de ti en el añil donde florecen tus senos, en el índigo que los cubre y los expone, en todos los azules donde me habitas.


jueves, 5 de noviembre de 2015

NECESARIA ACLARACION


“Yo soy tan terrenal, me siento con mis años tan infinitos”. G.

Será como ya has imaginado en tus escarchados insomnios de invierno, será como he previsto cada instante minucioso en la vorágine de mis contenidos deseos. Tomaré tus manos, besaré tu boca, acariciaré tu pelo, sentiremos la tibia presencia recuperada del otro tan cerca que se unirán el ayer y el ahora en el destello del momento que hemos soñado hasta el vértigo. Quizá bajaré lentas y solemnes mi manos hasta tus pechos, quizá los encope con delicada intención mientras mis labios sigan abarcando la plenitud de los tuyos, quizá abra tu blusa para palpar en su piel tus palomas y besar con etérea levedad tus excitados pezones. Quizá mi mano baje a tu pubis y roce leve, ligera y tenue, lenta como un caracol asustado los pétalos de tu dormida pero inquieta rosa carnal, y toque apenas las alas palpitantes de tu velada mariposa sexual. Pero todo será con la anuencia explicita de tu pequeña y tímida lujuria implícita en tus ojos entrecerrados y en tu respiración anhelante, imagino. Quizá tu mano hurgue sigilosa y perturbadora en el punzante territorio del antiguo guerrero, quizá lo manosee y lo incite, lo eleve y más, si algo más quieres, con la obvia licencia y el sensible beneplácito de mis tormentos onanistas. Y nada más si nada más quieres. Yo solo espero tu cercanía, el encuentro después de trece largos años ansiosos, será una linda cita otoñal en medio de la urgente primavera, tranquila, relajada, sin urgencias ni acosos, como aquella la primera vez cuando te di el tiempo para desplegar tus alas de tierna mariposa intranquila y te envolví en mi telaraña de espera, cautiva de mis palabras y de mi silencio porque yo caracol subterráneo ya estaba atrapado en ti. Todo será como un sueño ya vivido, fluyendo con la calma de un cálido estío nocturno, juntos como ese antes, aunque por ambos hayan sucedidos incesantes los tantos años. Y así viviremos ese atardecer venidero, tomados de la mano, sumergidos otra vez en el nosotros.


miércoles, 4 de noviembre de 2015

EPIGRAFES NONATOS


El sexo, ese mito inefable, es una aventura personal, un viaje de descubrimiento particular. Sólo tú podrás encontrar tu propio camino hacia las fuentes del Nilo. Que, por cierto, no están en los genitales, sino en el interior de nuestras cabezas (i). El amor es la droga más fuerte y más perversa de la naturaleza; es un mal luminoso, que te engaña con sus chispas de colores mientras que te devora. Pero una vez que has conocido la vida febril de la pasión, no puedes resignarte a regresar al mundo gris de la vida sensata (ii). No es tener sexo lo que cuenta, sino tener deseo. Hay demasiada gente que tiene sexo sin deseo. Todas esas mujeres escritoras hablan tan mal del tema, cuando es un mundo que a una le cae encima. Yo he sabido desde niña que el universo de la sexualidad era fabuloso, enorme. Y mi vida no ha hecho sino confirmarlo. Me interesa lo que se encuentra en el origen del erotismo, el deseo. Lo que no se puede, y quizás no se debe, apaciguar con el sexo. El deseo es una actividad latente y en eso se parece a la escritura: se desea como se escribe, siempre (iii). Mientras las mujeres fantasean sobre todo con ser dominadas sexualmente en situaciones en las que ellas son el principal objeto de deseo (el éxito de Cincuenta sombras de Grey no es casual) o con practicar sexo en entornos diferentes (tanto románticos como inusuales), los hombres se decantaban por (¡sorpresa!) hacer un trío (iv). El contrato dueño-objeto está totalmente viciado, porque la voluntad de la chica no es hacer de sumisa, su real voluntad es convertir al amo en un hombre cariñoso, sensible, que la quiera, aunque tenga que poner el culo en hielo por la cantidad de azotes que ha sufrido. Una vez más se defiende el patrón estereotipado de que la única intención de la mujer es cambiar al otro, confiando que tarde o temprano, él se volverá un ser adorable (v).

(i) Lo bueno y lo malo del sexo. Rosa Montero
(ii) Bella y oscura. Rosa Montero
(iii) Marguerite Duras, entrevista en Le Nouvel Observateur.
(iv) Web « El Confidencial.»
(v) Elvalsdelamariposa. Astrid.


ROJOS INCENDIARIOS



Pour la Comtesse dans ses rouges

Es el rojo trasluz de la ventana, es la luz de otro territorio, es su pie allá en lo alto al contraluz del rojo, es su pierna elevada sobre la otra, su piel suave en su lisura iluminada, así sin manchas ni textura, es el muslo angelical en su virginal tersura, es el rojo en aquel rincón y acá la luminosidad soberana de tus piernas viajeras, Cruzando las Piernas y Apretando los Muslos (i). [Un paréntesis en rosado contra el rojo burdeos de un denso cortinaje, ella irreconocible sobre entre pieles de fieras escaqueadas, aunque siempre sus soberbios muslos al desnudo, exhibiéndolos.]. Son dos rojos paralelos, como costa y horizonte, acá la roja franja iridiscente de la camisola debajo de la cual surgen los muslos deliciosos, allá la zona del cubrecama rojo salvaje sobre  la que se posan los pies urgiendo pervertidos fetichismos, entre rojo y rojo la desnuda palidez de las piernas incitantes, Cruzando las Piernas y Apretando los Muslos (i). Y otra vez el mismo rojo trasluz de la persiana con la luz de la comarca mediterránea, ahora como fondo estremecedor del muslo perfectamente centrado, solo carne voluptuosa, penas unas tenues manchitas, lo demás lo crea la imaginación invocada por ese rojo rayado. Y por último en rojo es un pequeño rectángulo como una ardiente rosa geométrica sobre el lecho, pantorrillas y pies al aire, las piernas abiertas en excitante actitud de hembra receptiva, abre esas piernas, hembra mansa (ii), abierto arco carnal que confluye en la vulva que se adivina, allí sobre las mismas pero otras cuadriculas de felinas pieles donde la sigo soñando, para que me abras las piernas nuevamente (ii). Florecen sobre tanta exuberante piel desvestida los rojos verbos de la cópula y de la masturbación, del sexo que tienta pecadoras depravaciones en búsqueda de los goces prometidos, la mano urgente atrapada entre esos mulos apretados, el miembro inserto en la abierta flor escondida en su propio rojo humedecido, la boca besando rojos labios, todo en un rojo lúbrico que desata las lujuriosas sensibilidades de los otros rojos, los de mi brillante glande y de su párvulo clítoris.

(i) Tipos de masturbación femenina. Web Fertilab.
(ii) Abre las piernas, amor mío. Miguel Oscar Menassa.


ACERCA DE UN FELIZ FUTURO IMPROBABLE


Para G.

Será una tarde venidera, cercana pero quizá imposible, un encuentro esperado por trece largos y lentos años, desde ese último abril sin lluvias, serán las mismas voces, los mismos deseos, los ojos más cansados de buscar ese rostro en las estaciones y las calles, será en la punta de rieles, frente a una antigua iglesia blanca como paloma o espuma. Sea entonces mi cabeza en tu regazo oculta en ti al tedio cotidiano. En el calor de tu cuerpo el descanso y el amor en el leve roce de tus manos. Desviados los vientos de tristeza, hundirnos en tus sueños secretos y como niños alegres y desnudos descubrir las tibiezas prometidas. Sensuales urgencias en penumbras cercan la noche, los insomnios, lubricas imágenes ardientes se diluyen hacia la tibia madrugada. Vayas así borrando los rostros y los años, los fantasmas, los dolores, el miedo, toda piel que fue ajena, toda humedad desesperada (i). —Ante las piernas cerradas me detengo y llamo con mis manos su hambre. Con mi aldaba toco, en la puerta de la lujuria. Aquí fuera estoy sólo y hace frío, ábreme las puertas del sombrío delirio, del abismo insondable de tu ser. Y deja que profane tus estancias con el territorio entero de mi piel. Siente el ariete suave de la lengua, los dedos que desatan envoltorios de mujer, y cómo mi jauría te desborda el sonrosado dique que se vuelve a estremecer. Abre las puertas, vengo huyendo, he robado el fuego de las tumbas, la salud de los muertos, y un afán de suicida deshonesto. He robado en los teatros, en los libros, esencias de aliciente, musgo, y dos manzanas con sitio para el mordisco. Compartamos este botín ilegítimo, esta riqueza volátil que no nos pertenece. Ácidos licores y azahares, magnéticas sustancias con sabor a luna en el azul de tus hogueras. He robado verdes caricias en el sexo, abierto manantial de porvenir. Déjame entrar en la guarida porque soy cuarenta ladrones, porque advierto en tu calma tu eterna virginidad, en tu cama mi cabeza ciega, látigo del placer, para que me abras las piernas nuevamente, hembra mía (ii). Mi voz rozando tu cuello, tus pezones, tu bajo vientre capturado por el deseo,... se cuela entre latitos de mi miembro, húmedo y sensible sexo del encuentro. Abre las piernas, mariposa mía, abre esas piernas, hembra esquiva, da un paso más, olvídate de ti. El viento se detiene en el vértigo, arranca la piel en destellos de luz. Cuando regrese, saciado y feliz, me sonreirás desde la blancura de una página. Abre las piernas, niña tímida, abre las piernas como para volar, abre las piernas, mi musa "...vanidosa... veleidosa, posesiva, tierna, dulce, mentirosa, apasionada", demos otra vez un paso más… (iii). Y será el reverbero de aquel inolvidable lapso desatado que duró dos primaveras apenas y del que memorizamos para siempre ese mágico guarismo: 308.

(i) Versión en prosa de 'Origen del Deseo', R. D. Ramírez, 2001.
(ii) ‘Abre las piernas amor mío’, K. R. Alday, 2012, con breves intervenciones.
(iii) Reescritura de ‘Abre las piernas, amor mío’, M. O. Menassa, 1999.