viernes, 21 de diciembre de 2012

VEDERE VENEZIA E DOPO MORIRE


Son las 7:36 de la mañana, todos duermen, estoy solo acá frente la pantalla. Abro tus mensajes y ahí estas tú, frente al río, mi sirena de pelo corto... primero el asombro luego el deseo, agrando tu imagen para contemplarte a todo dar, con mínimos detalles... en el esplendor de esa madures sin tiempo de tu cuerpo deseado, en esa pose de Reina del Río y sus afluentes, soberbia, segura de tus curvas y de tu piel... miro y miro la fotografía... cada detalle, la cadenita con ese colgante en tu cuello, el anillo en el dedo anular de tu mano derecha... el escote con su surco tibio, la dulce convexidad de tus senos... ah! paraíso!, el recorte del traje de baño bajo tu axila que permite visualizar el nacimiento de ese pecho delicioso..., (mientras busco y encuentro esos detalles mi mano ha sacado mi miembro del pijama y lo está acariciando… siento el inicio de una erección…), sigo absorbiendo tu cuerpo con mis ojos ávidos, acariciándolo, tocándolo, recorriéndolo…, tu estomago plano, la incitante curva de tu vientre, la curva inversa de tu espalda, tus nalgas, ah! tus nalgas… esa curvatura suave y prominente que besaría y lamería hasta el vicio… ( mi mano ya aferra mi miembro erecto, siento el grato gustillo de la masturbación inicial…), vuelvo a recorrer con mi mirada voyerista tu rostro serio, tu cuello trampa de mis besos, la piel desnuda e obscena de debajo de tu axila, el suave dorado de tu brazo, tu mano sobre la cadera, y entro de lleno en tus muslos…entero el derecho y apenas un arco del izquierdo, más que mirarlo los acarició y los beso y los lamo, me deslizo una y otra vez por sus curvas, la turgente y rica convexidad delantera y la lujuriosa S de su lado trasero… siento su tibia turgencia, su textura carnal, (mi mano tu mano sigue masturbando mi miembro ya completamente erecto, el placer onanista es como un vino dulce que me embriaga lentamente), bajo a tu rodilla y la beso, la toco, la palpo, sigo hacia tu pantorrilla, femenina columna del templo de mis deseos… siento el reverbero del sol en las arenas amarillas, siento la frescura del agua y las arcillas del río, y vuelvo a tu cuerpo de sirena fluvial y mía, pero ahora, ya excitado y ansioso lo veo desnudo… totalmente desnudo para mi, y comienzo de nuevo a recorrerlo, ahora ardiendo en su fuego, masturbándome por ti, [dejo de escribir…], … , ya!, no me avergüenza decírtelo: me he masturbado como un adolescente mirando tu cuerpo desnudo, tus pechos maduros, esos pezones como monedas oscuras sobre la palidez de tus senos, tu ombligo que llenaría de mi saliva, los vellos de tu pubis que esconden la flor prometida, tus muslos, tus nalgas, tu espalda que besaría desde tu cuello hasta en valle sodomítico, tu pubis, esos vellos olorosos que mordería uno a uno, tu sexo húmedo, su sabor de hembra mía, mi lengua ahí urgiendo tus deseos, mi mano en tanto subía y bajaba, apretaba, tu pubis, tus senos, tus pezones, tu sexo, tus vellos… el sabor de tus fluido íntimos, su densidad lubrica, de pronto, ahí en la comba de tu vientre eyaculo!, me estremecí como un niño embelesado en el pecado de la carne, mientras sigo masturbándome muy suave para extraer hasta la ultima gota de. .. placer… y semen, miro la erótica desnudes bajo tu axila y el voluptuoso escote y voy a tu boca y te beso, así de sorpresa, mientras miras sin saber que te he poseído el lejano horizonte del río. Son las 8:24 de la mañana, el día se inicia brillante y relajado, ahora me voy hacia tus besos. Vale.

domingo, 9 de diciembre de 2012

EL PRIMER PARAISO

Me acercó a ti, mi amada durmiente, desnudo y ya erecto, sin tocarte beso y huelo tu pelo, tu frente, la puntita de tu nariz, rozo levemente tus labios, mi lengua los recorre casi sin tocarlos y se va a jugar a tu orejita, y luego a la otra, beso tu mentón y después sigo por tu cuello, suavemente, como si solo fuera un roce tenue pero que el vaho de mi aliento ardiente convierte en una intensidad sensual, y mis labios apenas tocan la base de tu cuello, huelo el Kenso medio besando medio rozando la piel que se te eriza, y baja mi boca urdiendo una filigrana de toques leves hacia tus pechos, llegan a la base tibia de esas colinas suaves, aterciopeladas, de una blandura carnal y ansiosa, sigo hasta ese valle edípico que bifurca tus pechos y se asoma entonces mi lengua por entre mis labios como una pequeña llama de fuego húmedo, y hundiendo levemente la piel de uno de los pechos ansiosos, inicia su ascensión sexual, a media altura mis labios se abren y aprietan ese pecho, esa blandura tierna, y así, como si cada apretoncito fuera un paso en la escalada voy subiendo hacia la cumbre anhelada, hago cumbre con tierna actitud de vencedor excitado, mis labios buscan, y encuentran, el erecto pezón que late subterráneo a la espera de sentir la boca victoriosa. En el silencio de tu dormitorio solo se escucha un débil sonido de succión, suave pero desesperada. De tu boca salen suaves quejidos de placer y de ansiedades saciadas. Baja mi boca de esa primera colina de fuegos escondidos, y hurgando nuevamente en el valle de la tibia bifurcación toma el rumbo del otro seno anhelante, logro la altura del pezón sensible, el juego y el sonido de succión se repiten en la penumbra, y también tus suaves quejidos que se confunden con los míos cuando respiro entre succión y succión de tu pezón sensibilizado por mis suaves mordiscos, y luego la humedad ardiente de mi boca y mis labios y mi lengua descienden de esa colina carnal y en eróticos círculos va del valle de tus pechos al tímido ombligo que ansioso espera su turno en este juego de fantasías táctiles, mi lengua lo encuentra deseoso y se entretiene en el, como un miembro viril que intenta penetrar a una virgen, tu gemidos aumentan y aumenta la rigidez de mi lengua voraz, y de nuevo sale mi boca de esa trampa tierna y surcando en un vaivén de humedad y fuego atravieso tu vientre, la piel reconoce mis deseos y late y respira anhelante, mis labios encuentran los vellos de tu pubis y los muerden dando tironcitos, pero siempre en el borde de ese volcán que acecha un poco mas abajo, jugueteo con esos vellos olorosos, los rozo muy levemente y tu vientre se levanta intentando atrapar mi boca en tu sexo expectante, pero me escapo, huyo por entre ese voluptuoso matorral de vellos, y perfumes íntimos y sensibles latidos, no me dejo atrapar por tu sexo ardiente y apenas rozándolo con mi legua rígida sigo por tu pierna hacia abajo, besuqueando, lamiendo, rozando con la nariz la huella mojada que deja mi lengua, y llego a tu tobillo y subo por la parte interior de tu pierna, la mas suave, la mas sensible, la mas erótica, y subiendo llego de nuevo a tu ingle, a la cercanía volcánica de tu sexo que arde y respira y palpita como una tormenta solar, pero solo lo rozo, otra vez, lo cruzo, apenas toco los vellos y tus labios vaginales, doy un leve toque con la punta de mi lengua en la base carnal de esa vulva embebida de sus propios jugos sexuales, apenas un roce casi invisible y parto nuevamente hacia abajo por la otra pierna, repitiendo punto por punto, sensación por sensación, los toques, los lamidos, los besuqueos que recibió la otra, y de nuevo llego al tobillo y ahora subo, mas rápido, mas intenso, por el suave lado interno de la pierna y me acerco triunfal y excitado a tu pubis, asciendo hacia el, con mi lengua dura, empapada, caliente, como un falo erguido que ataca, y tu sientes el vaho de mi aliento ardiendo en la piel de tu entrepierna, y ya sientes el roce de mis labios en tus vellos púbicos, y presientes la inevitable penetración de mi lengua en tu sexo desesperado y comienzo el rito deseado desde hace tiempo, durante los mas ardientes insomnios, en esas noches en que el lecho arde con mis propios fuegos, en que mi cuerpo reacciona erectándose en la penumbra silenciosa y clandestina, asumiendo que también tu lecho es una hoguera contenida y ansiosa, inicio el rito de entrar con mi lengua en tu pubis entregado, rendido a la cercanía de mi boca, de mis labios, de mi lengua erecta y dura como una verga anhelante. Mi lengua repta por entre tus ensortijados vellos pubianos, mis labios aprietan ese tejido oscuro de hebras sexuales, dan tironcitos lentos que te hacen exclamar tenues quejidos de placer y ansiedad, y de pronto mi lengua llega al surco húmedo y caliente, carnal y sensible, y que abierto espera el roce de mi boca, de mis labios, de mi lengua, y mi nariz que se hunde en esa hendidura del placer abriendo el camino a mi boca desesperada ya ante el sabor y el perfume de hembra subyugada, mi lengua te penetra catando tus jugos sagrados, y entonces arrastrado por una locura maravillosa, lamo, muerdo, aprieto, succiono, penetro, escucho tus grititos y tus quejido y me enciendo mas y mas, y lamo, muerdo, aprieto, succiono, penetro, siento mi miembro allá abajo endurecido hasta el clímax, mis manos acuden a tu pubis como animales hambrientos y abren, masajean, hunden, penetran, aprietan, y entre mis manos y mi boca te llevamos a la exasperación, al limite del goce, tus gritos te delatan, tus quejidos aumentan mi hoguera, una de mis manos baja hasta mi verga erecta, endurecida, enrojecida y sensible, y apretándola comienza a moverse rítmicamente en busca del placer onanista, mientras arriba, en medio de tu pubis mi lengua juguetea con tu clítoris también erecto, endurecido, enrojecido y sensible, lo punzan, lo circundan, lo lamen, hasta que mis labios lo atrapan comienzan a mamarlo, a succionarlo, a chuparlo con delicada ambigüedad como si fuera un pequeñito pene, te quejas excitada y excitándome, y mi mano abajo se desenfrena logrando la deseada eyaculación y mi lengua se mueve enloquecida hasta hacerte gritar tu orgasmo y yo grito mi clímax  y siento tus jugos lúbricos en mi boca y mi semen caliente en mi mano y todo se confunde en esa trama de placeres compartidos y los cuerpos se estremecen en sexuales estertores, y cesan las caricias, y ya nada se mueve y solo se adivinan dos cuerpos laxos en la suave y extenuada penumbra. Mientras tu respiración intenta retomar su ritmo normal me voy desvaneciendo, difuminando, apenas alcanzo a besar la puntita de tu nariz cuando ya soy solo un breve reflejo en el cristal de la ventana. La noche de afuera continúa sucediendo.

sábado, 8 de diciembre de 2012

LA PERLA DE LA GATA

Tu perla amaneciendo gatita impúdica entre el verde/blanco y los brillantes metales es una perversa venganza de hembra, porque intocable en terrible distancia agrandan, endurecen, erectan, la carnal voluptuosidad del voyeur. Esa pálida perla gata lúdica, tan imponente, tan mullida, tan suave, de tierno pezón y tenues aureolas, urgen los deseos del macho solitario que en ardiente celo te busca ansioso en la maraña de deseos incontenibles. Entonces vino ese sueño; la impúdica desnudez de la reina abriéndose al desesperado anhelo del vasallo, y sobre el blanco seno mis labios te besaron lejanos, húmedos y ardientes, allí bebieron de la sal de fuego de tu piel y se hundieron en la sensualidad perversa de ese rosado botón inhiesto. Es esa perla desnuda gatita lúbrica el rastro persistente que huelo y sigo en desesperado celo nocturno como enviciado y jadeante semental. Me fustiga como un vaho hirviente la visión lubrica de tu mano sosteniendo esa dulce y grande perla cultivada. Calidez imaginada de tu piel blanca sobre su suave textura perfumada, perla encendida en la dulce erección del ansioso pezón. Palidez que me negabas coqueta o misteriosa como alada esfinge, palidez perturbadora de mis instintos que pulsan sus deseos en ti. Todo el pálido para tu seno suave, escondido en el nido delicado del brassiere, tibia paloma de sueño que tu mano anidan erótica y donde mis labios sucumben a la visión de su atrapada tibieza. Nada cubre esa paloma escapada, expuesta impúdica a la pasión de la caricia, y en ella arde como un  beso esa moneda solar del pezón que ya soñaron mis sueños. Y siento que poseo la sensación de delicada obscenidad mórbida, de blanda y suave carnal textura, de pecho que en su tibia densidad beso y mamo como un bebe hambriento de un hambre sensual y sediento de una sed sexual que me inunda en la plenitud de lo mas sagrado de ti. Y me muerdo los labios con la furia del imposible, con la perversión de mi boca abarcando todo el pezón, atragantado hasta el ahogo de esa ansiada cima protuberante. Fue así que mi mano fue tu mano, que en secreta insistencia sexual sobre el punzante volcán de ansias y ardores se hizo tensa caricia y urgencia, y la dura torre rendida a las ansias derramó su lava ardiente en el gozoso estertor del placer solitario; homenaje vertido por la reina en un fogoso e intimo rito del vasallo. 

jueves, 6 de diciembre de 2012

TUS PALOMAS HOY

Querida mía, mi amada y deseada doncella, esclava y potranca, quizás no te guste esto que te escribo, sé que tu pudor te impide disfrutar estos detalles, sé que guardas tus deseos contenidos solo para nuestros momentos de intima pasión, esos instantes en que te entregas a mis fantasías y yo te arrastro con mi oleaje de deseos, pero necesito decirte lo que voy a decirte. Tengo acá ante mi vista la ultima fotografía que me enviaste ayer en la tarde, y he mirado y mirado tus pechos llenos, he tocado impúdico una y otra vez esa intensa suavidad de tu piel, he visto y estudiado con voluptuoso detalle esa manchita o lunarcito que tienes en uno de tus senos cerca del tierno valle donde sueño dormirme un día,  he mirado y mirado y gozado tus pezones, su rosado carnal, su protuberancia edípica, los he besado, lamido, los he apresado entre mis labios, los he succionado como un bebe sediento de tu Amar, los he pellizcado con mis dedos machos, he deslizado mis manos, mis dedos, mi boca, mis labios, mi nariz, mi lengua húmeda por el territorio de tu escote, y ahí he saboreado el sabor de tu piel, como si en ese surco de tibiezas se concentraran todos los sabores y aromas de tu cuerpo, he encopado con mis manos tus senos enteros para sopesar su sensualidad entera, para sentir su calor de hembra madre, de amada amante, de potranca meretriz solo para mí, he recorrido con besos toda la amplitud de tus pechos para guardar en mi memoria sexual el mapa de toda la sexualidad que contienen, y mientras cumplía esta ceremonia de amor y deseo, este rito lujurioso, mi miembro viril se iba erectando, lentamente, como un animal salvaje que despierta a media noche con hambre de placer, con sed de goce, y yo comencé a sobarlo por encima del pijama, suavemente al principio, y más se endurecía intentando escapar de su afranelada cárcel, hasta que lo logró, y entonces mi mano lo atrapó en su endurecida erección, e inicié una lenta y apretada masturbación, siempre mirando y recorriendo tus tetas amplias y mullidas, sentía que era tu mano la que me pajeaba, la que me hacia estremecer de ese exquisito placer onanista, miraba tus pezones y mi pichula latía exultante, briosa, dura, sensible, mi boca se abría para apresarlos y chuparlos, y mi  mano aceleraba el sube y baja en la suave piel de mi pico, así duré un corto rato pues mi calentura era máxima, hasta que sentí la rica sensación previa a la eyaculación y me puse de pie y me pajié más y más rápido con mi vista clavada en tus tetas ricas y en un paroxismo vehemente e instintivo eyaculé desaforado, gimiendo, nombrándote en medio del clímax, los chijetes de semen caliente cayeron al piso, pero yo sentí que se derramaban sobre tus senos ampulosos, escurrían bajando desde tus pezones hacia tu entre senos, exprimí de mi pico hasta la ultima gota de esa leche sexual, por instantes sentí tu lengua de esclava mía lamiendo la puntita de mi verga, asesando aun volví a sentarme, respiré profundo tratando de calmar el potro de mi corazón acelerado y comencé a escribirte esto que acabas de leer. Te amo.


martes, 4 de diciembre de 2012

ONANISMO

Duro, erecto, sensible, rosado capullo asomado sobre la tierna piel del prepucio, brillante la tensa y tersa cabeza del glande. Falo prepotente, alto pene pene-trante, verga erguida y rígida, lanza enhiesta, carne tiesa ansiosa de manuales caricias. La mano la atrapa entre la palma suave y los dedos delicados y en sube y baja arrastra la piel que arde dando goce similar al de una virginal vagina, sube y baja, apretando, rozando, urgiendo, en el ritmo preciso que ese miembro viril necesita, mientras susurros y quejidos musicalizan el rito solitario. Hay roces, leves movimientos, breves e intensos espasmos y un gustito delicioso que recorre el cuerpo embriagándolo del dulce vino que bebió Onán. Incesante la mano propia aferrada al mástil soberbio del macho libidinoso sube y baja, corre y descorre, cubre y descubre, ahogándolo en olas de gozo. Y es una hembra solicita dócil doncella enamorada obediente meretriz insaciable, esclava siempre atenta, la mano sobre la méntula. Sigue el acompasado juego los dedos incrustados la palma encendida el vaivén desaforado, hasta que divinos estertores entre gritos y rugidos abren el sello del volcán y salta la lava incandescente en la sagrada eyaculación del semen. Es un chorro quemante denso y lechoso que la mano ordeñando exprime voluptuosa, hasta que la ultima gota cae consumando en plenitud el pecado. El destello sexual se desvanece en una grata y sensual modorra, cuelga mustio el tallo saciado la fiel mano reposa cansada y el macho exhausto suspira relajado, con los ojos cerrados.

domingo, 2 de diciembre de 2012

CEREMONIAL

Desnudo sobre mi cama comienzo a rozarme poco a poco hasta despertar al demonio que me acecha agazapado allá en el cenagal de mis instintos. Entonces inicio la obligada ceremonia en su honor y dos de mis dedos comienzan a suavemente, pero con firmeza, a subir y bajar la suave piel del engendro. Se torna cada vez más sensible, por los que induce en mi cuerpo movimientos involuntarios y mi respiración es cada vez mas agitada. Lo tomo con toda la mano como aferrando la empuñadura de la espada que me llevará a la victoria. Cierro los ojos. En ocasiones, doy pequeños gritos de placer. El movimiento fuerte de mi mano mientras me froto se vuelve algo imposible de detener. Quiero mas, deseo mas, detenerme ya no es una opción. Mi mente se nubla, el placer se apodera de mi, mi piel se eriza indicándome que la culminación del ceremonial esta próximo a llegar. Mi respiración se agita, se convierte en gemidos, en hondos suspiros y es entonces cuando mis entrañas no aguantan más el celibato y la estimulación, y se libera con un estremecedor espasmo una caliente, espesa, húmeda, densa, perlada y lechosa ofrenda al demiurgo incitador. Siento escurrir la liquida ofrenda sobre mi piel. Paso unos segundos en un relajado éxtasis, simplemente respirando y descansando. Una vez terminado el culto a la viciosa divinidad, me siento desahogado en la cama húmeda por el sudor, con una gran sensación de liberación y satisfacción. Elimino las pegajosas huellas del íntimo rito, y me dispongo a recuperar fuerzas para poder ejecutarlo otra vez. Alcanzo a oír dentro de mí al acuciante demonio riendo y chapoteando feliz en el negro fango de mis instintos.

sábado, 14 de julio de 2012

PENDULO

Te espera lánguido, fláccido, dormido, ansioso del roce impúdico de tu mano, de la caricia sutil de tu dedo sobre la puntita sensible, de tus dos manos en sopeso y en agarre, de una tomándolo como la empuñadura de una espada o como un mástil o una espiga, la otra encopando el tierno doble bulto de sus ovoidales raíces, sopesándolo con la debida ternura. Aguarda tus fantasías desbocadas, tus sueños más sucios, de ávida pasión u ocultas desvergüenzas, lo que piensas y no dices, lo que guardas en tus instintos y en el túnel más profundo y secreto de tu memoria. Espera el vaho inquietante de tu aliento, esa cercanía voluptuosa que anuncia labios abarcando atrapando, apretando, dientes que muerden contenidos diluyéndose juguetones en pequeños mordiscos, lengua y paladar que estrechan prensan comprimen, que anuncia la caverna ensalivada y caliente de tu boca entera que promete succiones, chupadas, mamadas en el delicioso sendero hacia el esplendoroso paraíso. Pene, falo, verga, miembro, órgano viril, príapo, tronco y glande, capullo, prepucio, obscenos pico, pichula, chuto, o poético túmulo erguido entre oscuros vellos púbicos. Te espera al acecho para erectarse ante tus ojos golosos, para elevar su virilidad como un hongo carnal que surge en las humedades sexuales de tu cuerpo. Pende pendulando perdulario esperando los paraísos empapados que le hace recorrer tu lengua de gatita mimosa, nirvana de sensaciones donde tus labios de fuego lo besan, cielos estremecidos donde tus manos lo tocan, acarician, rozan y masturban para hacer derramar su denso néctar sobre la tierna tibieza de tus pechos.


PERVERSIDADES

Pebeta divina, dejáte de macanas!, gozá el día con sus recovecos y sus sorpresas, fluye, dejáte llevar por la corriente zaina, burbujeá alegre porque "amanece, que no es poco", disfrutá del hastío de mis palabras barrocas, de mis encantos de pallaso (sic) de circo pobre, de mis artes menores de titiritero pueblerino, de mis locuras y artificios, de mis ansias y de mis marullos, solo siente el momento en que me leés porque yo te siento cuando te escribo, y en esa comunión solo existimos en un tú y un yo que difieren y se apartan juntos copulando en secreto en medio de la baraúnda de la burda realidad. Es tan simple; se trata de vivir, de sentir, de fluir, nada más. Dejáte que te toque, que te acamale en mis fechorías de machito de barrio, de puto esquinero, dejá que acaricie tu vulva con mi lengua rígida con la puntita rosada y mojada, que me hunda/naufrague entre tus senos ampulosos hambriento de tus pezones y tus suspiros, que enjugue mis manos pene/tradoras en los jugos de tus deseos, dejá pebeta, dejá. Permitíme que juegue solito con tu cuerpo, que lo use y lo abuse, que lo viole y lo manosee, hazte la dormida mientras voy rebanándote en lonjas, sajando tu piel hasta la desnudez violentada, dejáte profanar desflorar desvirgar mancillar deshonrar como ningún compadrito tanguero ni machito avispado nunca alcanzo a profanarte desflorarte desvirgarte mancillarte deshonrarte, dejá que te cabalgue sudorosa implorando un descanso saciado en el lecho espurio de amante clandestina. Vení arrodillada ante mí como una gatita mimosa y lame este príapo de tus desvaríos, lame con toda tu lengua a lo largo, humedécelo, humíllate ante el emblema del goce que abunda en tus insomnios mientras te revuelcas en las arenas de las sábanas recalentadas buscando sintiendo deseando un orgasmo que te arrastre hasta las dulces aguas del sueño. Quiero verte así hincada ante mi ídolo fálico besando mi glande hinchado, rojo y sensible para agotar mis desesperadas fantasía de ti. Escuchá mi voz en sus borbotones de indecencias llenado tus oídos de palabritas groseras desvergonzadas indecorosas obscenas, de ese cieno de verbos oscuros y mucilaginosos que se aconchan en las profundas cloacas de mis instintos mas sucios. Concedéme el inclemente y abusivo derecho de pernada, para que al final de la noche violador y violada se confundan en sus tibias y pegajosas babas sexuales e irrumpan en la claridad del día consumados y plenos. Andá tierna pebeta divina, dejá, vení, gozá.

DE TU PALIDA PALOMA

En un sensual fulgor inesperado vi tu piel desnuda y turgente, y reviví los deseos ardientes de tantos quemantes sueños. Y vi y gocé en tu seno pleno de su pálida piel encendida y bebieron mis ojos la intensidad de su erótica y clara cumbre,  círculo mágico que me encienden con el fuego en su deliciosa cercanía. Y me hundí en mis propias sensaciones en ese fruto carnal de tu seno, excitado de ese borde de  tu piel entre el publico bronceado y la intima palidez y tu deseado botón, e imaginé mis manos acariciándolo, mi boca besándolo suavemente, mi lengua lamiendo su cúspide, y tomé voluptuoso tu edípico pecho lleno y acerqué a mí su tierno capullo y sediento lo apreté con mis labios para saciarme incontenible en su esplendida voluptuosidad. Eso y más viví, reviví e imaginé durante la visión de tu pecho soñado y de su sonrosado círculo solar. Tu pecho, paloma sigilosa, enardecida en su nido palpitante, me perturba, me provoca, me inquieta, me socava, me erosiona, me rompe en fragmentos incendiados y arrastra turbulento hacia su convexo abismo, tibio, pálido, blando y voluminoso, mi boca húmeda desesperada de besos. Mis labios sedientos de la tersura infiel de su pálida blandura se deslizan hundidos y hambrientos en su altiva la curvatura turgente. Ahora, desde mis escombros de macho solo acecho el incesante palomar de tus pechos como un tigre herido en el ámbito furioso de la jungla impenetrable de tu cuerpo. Nada ahora separa tu piel de mis deseos, tus pechos de mi boca y sus deliciosos pezones de mis ojos ávidos. Nada me oculta la suavidad de tus amplios senos tibios, suaves y mullidos en su descaro como las dunas de un sueño. Nada impide ahora que bese, acaricie y succione en mi imaginación perversa, esos rosados botones erectos, y en ellos me sacié hasta clímax. Más abajo de tu risa y tus ojos, tu hermoso seno me enciende y en el desparpajo de su desnudez regala soberbio a mis deseos su rosado y delicado pezón. De pronto todo se borra, tu risa, tus ojos, tu nariz coqueta, tu pelo ensortijado, tus labios y tu boca, y solo veo tu rico pezón, esa carnal y tibia moneda que compra todos mis ojos, y tu pecho lleno como mórbido volcán, y solo sé que en edípico rito lo besaría, lo mordería, lo succionaría, lo acariciaría, hundiría mi rostro en el hasta verterme y fluir (en denso néctar) en una voluptuosa, plácida, intensa, sensual, lasciva y solitaria eyaculación.

DEL DESPUES

Qué que viene después? Vienen intensidades que desconoces, lubricas imaginaciones, sensaciones nuevas, pecaminosas, pervertidas, secretas instancias de un placer equivoco, extrañas vibraciones de tu cuerpo, misteriosas y desconocidas, el vuelo libre y desatado de autocensuras de tus instintos más primarios, el sexo en estado puro. Estás tan cerca de mi telaraña que podría alcanzarte y atraparte, pero no!, esperare que entres voluntariamente. Mientras me quedo no solo la memoria de tu piel desinhibida sobre tu lecho, y yo mirando desde un rincón en penumbras, sin atreverme a tocarte, sin atreverme a incendiarte en los juegos del fuego de mis deseos que mas temprano que tarde acabaran por quemarte en sus llamas impúdicas, sin atreverme a salir de las sombras del rincón voyerista y atraparte en mis brazos como una mariposa incauta, sino también poseo la memoria de tus palabras, de tu verbo coqueto pero equivoco, sensual pero lúdico, de tu silueta recortada contra un crepúsculo que yo no alcanzo porque sucede antes del mío donde vuelas, libélula, inquieta, en mis rojizos arreboles buscando la noche donde sí me sucede a tiempo tu memoria. Ah! tus besos húmedos sobre mi piel, ese toque mágico de tus labios insinuando recorridos voluptuosos, vías secretas, rutas verticales, tu boca sobre mi cuerpo urgiéndolo, despertándolo, tu lengua escribiendo el deseo en el desierto de mi piel. Hoy no te beso para que sigas con tus besos abarcando mis sensibles territorios, porque ahí veo nuestra complicidad, ahí veo que soy alguien oscuro y secreto, más cerca de tus instintos que de tu vida real, me gusta que me escondas, que te avergüences de mí, que yo sea el demonio que rechazas y a la vez buscas y necesitas. Sí, siento tu aliento, el vaho de tu boca sofocando mi piel, mis escondrijos, los túneles más profundos de mis laberintos, aquellos que nadie conoce (ni conocerá) en plenitud. Porque callas sobre el hombre blanco de ojos claros?, que temes?, mis furias acaso?, mis celos que muerden con la ferocidad de un lobo herido?, mi siniestro desengaño?, no!, no debes temer, ecce homo sucede en tu mundo real, el de la miserias y rutinas cotidianas que todos habitamos inevitablemente, y yo ya parasito hace tiempo el otro mundo, el verdadero. Desde ahí te confieso; confrontado a la necesidad de matar la dulce obsesión por tu boca, por esa boca que embruja y tiende a habitar y anegar los sueños, opté por la cobardía de seguir poseyéndote en mi memoria. Y eso no lo puedes evitar.


HOY, AQUÍ Y AHORA


Todos duermen. Estoy solo frente a la pantalla, con pijama y una bata. Pongo en la pantalla el Icono de Consagración de mi hembra. Ahí esta su imagen, la más desnuda que poseo, la que tiene mas de su deseada piel expuesta, ahí esta ella, mi hembra. La miro intensamente, sus detalles, sus texturas, a fuerza de mirarla la desnudo. Ahora veo sus pechos llenos, sus pezones, los pliegues de su piel… Sobo en círculos mi miembro por encima de la tela del pijama sintiendo como se despierta. Me bajo los pantalones del pijama. Mi verga está ya algo erecta. Entonces inicio el rito masturbatorio y dos de mis dedos comienzan a masturbarme suavemente. Mi pene se torna cada vez más sensible. Sentado cómodamente inicio la deliciosa masturbación sin dejar de mirar esos senos maduros dulcemente caídos con sus pezoncito ricos, impúdicamente carnales. Comienzo a leer sus palabras y es como si ella, mi hembra, me las estuviera susurrando al oído, con voz incitante y excitante. Estoy así largo rato leyendo y releyendo esos pasajes más eróticos, sintiendo el roce de mi mano en mi verga y a la vez mi verga que se va endureciendo en mi mano. Mientras leo (escucho) mi miembro alcanza su dureza extrema. No imagino ninguna escena sexual, simplemente gozo leerla (escucharla) mirarla y gozo del placer puramente físico de la masturbación por mi hembra madura y suculenta. Estoy tan excitado que debo frenarme un par de veces para no eyacular tan pronto y prolongar el placer al máximo. Aumento el frotamiento, quiero más, deseo más. Miro y miro su imagen y leo y leo (escucho) sus palabras. Mi respiración se agita. Mi mano se mueve más y más rápido apretando mi verga dura y sensible. La espío en su imagen y escucho sus susurros. Mi respiración se convierte en suaves gemidos y suspiros incesantes. La espío y escucho. Termino de leerla (escucharla) y ahora solo la miro hambriento de ese cuerpo maduro. Logro el máximo de la estimulación masturbatoria. Me estremezco y llego al clímax de manera incontrolable. Logro la eyaculación caliente, espesa, lechosa. El chorro de semen cae en dos o tres chijetes al piso. Me tiro hacia atrás sobre el sillón y me quedo placidamente quieto. Miro su imagen antes de cerrar los ojos para hundirme en una dulce laxitud. Cierro los ojos. Mi boca siente el sabor y la pequeña protuberancia de sus pezones. Me relajo feliz porque mi hembra ha sido consagrada por mi semen que escurre denso y lento por sus pechos.

ESTA NOCHE

Que ya se nos vino, te quiero desnuda en tu (mi) lecho, solo vestida con tres gotitas de Kenso Amour; una en ese hoyuelo en la base de tu cuello, otra entre tus senos exactamente en el punto medio entre los pezones, y la última inmediatamente arriba de tu clítoris. Te acuestas de espaldas, pones tus brazos detrás de tu cabeza y abres un poco tus piernas, cierras tus ojos y te quedas muy quieta. Yo llegaré silencioso y evanescente, me sentirás afanando por tu cuerpo, a lo largo y ancho de tu cuerpo, no abras los ojos, solo siénteme, no te muevas, solo goza mis artes de dulce macho sensible, no digas nada, solo déjame oír tus suaves quejidos si mis artes lo merecen, y cuando estés al filo del orgasmo lleva una de tus manos a mi cabeza y acaríciame con ternura, y la otra mano llévala a tu pubis y déjala jugar a tu gusto en tu clítoris, entonces yo te haré entrar en mi paraíso. Voy en vuelo hacia ti.

SINFONIA SODOMITICA

(Más que miradas y dedos)

“te ofrezco mi espalda para que la beses y cabalgues”

Queman mis labios tu cerviz perfumada, sientes en tus hombros el fuego de mi aliento y el húmedo ardor de mi lengua, tu rostro hundido en los suaves almohadones ahoga tu respiración anhelante temerosa por el dulce dolor que presientes. En un rito de aceptación ancestral abro dulcemente con mis manos el mullido valle de tus nalgas y lamo con creciente vehemencia el carneo brocal del pequeño pozo del deseo, lamo y ensalivo, lamo y pene/tro con la puntita de mi lengua esa cavidad mínima explorando tus sensibilidades. Luego vuelvo atrás, a besar tu cerviz perfumada. Me excita el roce lánguido de tu espalda en mi pecho, mi verga dura se desliza por el tibio surco carnal que entre tus nalgas levantadas oculta la apretada abertura del goce secreto, esa breve flor encarnada, sensible y estrecha. Voy al clímax de la pasión por otro camino, me brindas tu laurel secreto, me regalas la más sagrada rendición, la consumación de los dioses. Mi miembro erecto es como un animal sigiloso, como un ídolo fálico rígido y punzante que se desliza gozoso en la hendidura suave del valle de tus pálidas ancas, buscando con instinto salvaje la estrecha abertura sensual, ese botón floral que espera latiendo temeroso. Roza y surca, punza y empuja, clava, hunde y desliza, punza, busca surcando, intenta punzando. Mis manos se aferran con desesperación a tus caderas, he encontrado al fin la diminuta puerta al placer y hundo mi falo duro con suavidad gozosa. Sientes a la vez el dolor y el deleite, te cabalgo como un lento corcel rendido haciendo vencer en ti el placer sobre el suplicio y te entregas y me entrego. Pene/tro con paciencia de sabio pervertido, hundo con sádica lentitud la dura lanza en la frágil herida, un poco más cada vez, tus grititos y mis quejidos marcan nuestros territorios. La silueta de nuestras sombras abotonadas muestra dos canes en cópula desenfrenada. Sifoneo, cabalgo, introduzco, violento, violo, gritas, pides, ruegas, rompo, hundo hasta que mis vellos púbicos cosquillean tus mórbidas posaderas, y viene una convulsión instantánea y sientes en cada espasmo un chorro de semen hirviente, urgido, que fluye en una corriente subterránea, orgásmica, furtiva, eyaculatoria, intima y final. Beso tu cerviz, huelo tu aroma, muerdo tiernamente tu pelo. Vale.

SINFONIA VOYERISTA

“y yo mirando desde un rincón en penumbras, sin atreverme a tocarte”

Es el vicio de ver y ver tu cuerpo, y aquí estas ahora desnuda de pie frente a mí, entregada a mis descarados ojos ávidos de ti. Yo sentado desnudo en un sillón en la semipenumbra del cuarto. Inicias el juego impúdico de tocarte y yo el juego lascivo de observarte, de verte en la plenitud de tu deseo tensada como un arco sexual. Veo tu mano embebida de ti misma hurgando desenfrenada en tu vulva que imagino húmeda y ardiente, como un manantial mórbido. Alcanzo a oler esos aromas íntimos y mi erección alcanza la cumbre del deseo macho. Tu miras con apetito carnal como mi mano aprieta el miembro, túrgido, agrandado y reluciente como un tótem violento que surge en medio de una selva. Veo tu dedo estimulando el clítoris en un suave y sedoso torbellino, tu mano abriendo esa flor de labios turgentes, ves mi glande enrojecido y brillante que asoma de mi puño incesante. Buscamos cada uno en su propio cuerpo el éxtasis solitario, el goce genital, reviviendo oscuros juegos clandestinos de la urgida adolescencia. En medio de la masturbación anhelante quedo absorto en tus pezones erguidos y en el erótico balanceo de tus senos sujetos al ritmo lubrico de tus ansias. Ocultos por la penumbra y el deseo, nuestras voces enronquecidas, sin trabas, balbucean tiernamente palabras soeces, obscenidades excitantes en su vulgaridad expresiva, los cuerpos entregados al frenesí dibujan gestos íntimos y obscenos, los rostros se abren en muecas procaces a las miradas lujuriosas del otro. Es en la cúspide de esta entrega cuando la verga hinchada y desafiante, eyacula y se vierte en un brebaje lechoso que salta en densos chijetes. En ese mismo instante, tu pubis impúdico me muestra tus dedos en movimiento acelerado rotando en tu flor carmesí, arrancando hasta el último impulso orgásmico, luego veo como destila la abundante miel de tu autosatisfacción en ese vértice de tu cuerpo estremecido. Nuestras miradas cómplices se encuentran en medio del vendaval de sensaciones y nos dicen en silencio que en esas especulares culminaciones hemos cristalizado el deseo de vernos.

SINFONIA DIGITAL

“yo que no paro, orgasmos múltiples al sentir tus dedos rudos dentro de mi,”

Una de mis manos repta sigilosa, apenas rozando tu piel por tu cuerpo hacia abajo, hasta tu sexo empapado y caliente que esta abierto y esperando como una obscena flor sexual. Mis dedos, que han encontrado en tu vientre la mariposa oscura y húmeda de tu vulva, se enredan en la delicada maraña de tu pubis. Permaneces quieta, excitada, enardecida, solo sintiendo el deleite escondido de mis dedos que hurgan en tus instintos más secretos. Mi dedo recorre el borde ardiente y mojado de tu vulva anhelante, encuentra tu clítoris, breve, erecto, sensible, lo toco suavemente con la yema de mi dedo, lo recorro en pequeños círculos, escucho tus quejidos de intenso deseo, con maliciosa lentitud mi dedo se hunde en el surco de tus labios vaginales que está ardiendo en sus densos jugos íntimos, siento su lúbrica blandura sexual, mi dedo se ha humedecido totalmente en esa pequeña y estrecha vasija erótica, lo embadurno de tus jugos sexuales y me lo llevo a la boca, chupo de mi dedo tu néctar genital, repito este rito varias veces, para paladear esa miel salada de tu sexo, la densa consistencia de ese liquido íntimo me excita tanto como su sabor, de vez en cuando comparto contigo tu propio brebaje embriagante y pongo mi dedo untado de ti en tus labios, lo chupas con deleite como si fuera un pequeño pene o un clítoris erecto, sentir tu succión en mi dedo despierta en mí secretas perversiones. Luego mi dedo inicia una lenta penetración en tu vulva mojada y caliente, entra y sale con suavidad contenida, hurga dentro de ti buscando tu punto G, y cuando lo encuentra lo roza con suavidad sintiendo su turgente rugosidad, su suave prominencia: Te estremeces a cada momento mientras mi dedo hurga entero dentro de tu vagina sintiendo toda su calentura, toda su humedad de hembra desesperada, Mientras hundo mi dedo en tu vagina con la palma de la mano te masajeo el Monte de Venus aplastándolo, restregándolo, apuro esos roces, acelero esas penetraciones, hurgo en el limite de la violencia esa caverna mórbida, encharcada, que late cada vez más rápido. Viene la desesperada convulsión de tu vientre, gritas, te estremeces, y entras en un instante de locura a una perturbadora sucesión de múltiples orgasmos, el éxtasis te rompe en miles fragmentos ardientes. Retiro con suavidad mi dedo fálico y lo chupo sorbiendo con deleite tu exquisita poción orgásmica. Vale.

SINFONIA ORAL

“succionar tu rígido pene… alcanzo con la punta de la lengua a lamer ese botón inflamado de calentura… no dejo de chuparte todo”

Es la noche de anoche. La desnudez de los cuerpos hierve sobre el lecho donde nuestras sombras relucen agitadas y sudorosas. Los labios mordidos balbucean nuestros nombres mientras recorremos la piel entera del otro con demorada pasión. Es el inicio del rito, la oralidad vehemente de la succión soñada. Hay una sed en mí que has descubierto, adivinando donde he soñado tus besos, tus labios, tu boca y con lenta suavidad desesperante, bajas a mi sexo erguido que te espera, torre, mástil, túmulo, ídolo fálico esperando la adoración oral en deliciosa saliva y profundas succiones. El calor animal de tu boca lo envuelve, lo humedece en tu saliva hirviente, lo succiona voluptuosa, y caigo en el torrente de un río turbulento que me arrastra, que me pierde en un remolino de sensaciones extremas, en desvergonzados deseos cumplidos. Te apuran mis manos enredadas en tu pelo, mi voz es una fiesta de gemidos salvajes mientras se te entrega mi cuerpo en mórbidos espasmos. Mi verga es una torre carnal y sensible que se derrumba en tu boca que lo muerde como una fiera hambrienta, y se rinde a ese placer insoportable. Loca por beber mi miel de macho deslizas una y otra vez tu lengua suave y lentamente de arriba a abajo por mi miembro, recorriendo sedienta su tallo endurecido y su terso capullo, lo entras y sacas de tu boca, lo succionas, lo mamas, lo chupas hasta que sientes que deliro en un goce incontrolable, entonces lo aprietas dentro de tu boca con la lengua y el paladar, me enloqueces, me desesperas del más puro placer sexual, afirmo delicadamente tu cabeza y hago que succiones más y más rápido, de pronto estallo, no puedo contenerme más y en una divina eyaculación lleno tu boca de ese lácteo licor denso y ardiente que esperabas. Algo tibio pero quemante, un íntimo fluido denso y suave, un brebaje de dulce, como una miel blanca y delicada escurre por la comisura de tus labios entreabiertos. Mi miembro lentamente va perdiendo su erección en el húmedo nido de tu boca, lo mantienes ahí para sentir como va decreciendo en tamaño y rigidez, poniéndose cada vez mas tierno y pequeño, cuando ya es apenas un botón de carne, fláccido y tímido, lo dejas escapar lentamente de tu boca, muy lentamente, al final alcanzas a apresar el laxo prepucio apretándolo con tus labios, lo estiras hasta soltarlo con dulce y lúdica lascivia. Te beso, mi semen y tu saliva ungen nuestras bocas en un beso sagrado. Vale.


BIENVENIDA

Bienvenida a mi noche de los juegos y fuegos de tu boca en mí. Ven a arderme de succiones y lamidos mientras yo deslizo mis manos ávidas de mis antojos sobre tus pechos incendiando de mí tus pezones. Yace tu desnudez junto a la mía, hagamos de esta noche primera la más lúdica de todas las noches que hemos vivido sin nosotros, succiones y lamidos, besos con nuestros íntimos sabores, manos que aprietan la rígida erección, dedos que dibujan breves círculos en el pequeño botón sensible, manos, labios, lenguas, dedos, ojos cerrados, bocas susurrando inquietantes blasfemias, los cuerpos, macho y hembra, buscando desesperados la puerta del paraíso.

A PARTIR DE TUS PALABRAS

“Y bastaaa!! me vas a volver un poco más loca aúnnn!!”. No!, no hay un basta cuando se penetra en el túnel del deseo, allí solo hay una salida, y esa luz, ese destello allá al fondo es la consumación, la plenitud del instante de inmortalidad del orgasmo y de la eyaculación. Y en esa culminación el túnel se abre al paraíso en medio de sudores, florecimientos y tiesuras, de lamidos, mordiscos, manos afanadas y dedos desatados. Es la locura y el éxtasis, real y virtual al mismo tiempo pues no hay distancia que se interponga cuando esas manos son las mismas en el allá y el acá. “Y con toda tu virilidad apoyada a la altura de mi ombligo”. Punzando endurecida por el perfume de tu feminidad íntima, por el roce impúdico, voluptuoso, sensible y erecto, túmulo fálico buscando la húmeda cavidad donde acoplarse y anularse, donde verter y sentir, penetrando. “Se siente tibio, caliente y hasta húmedo”. Siente!, sigue sintiendo, cierra los ojos y bebe el dulce licor de tus propias ansias, siente esa tibieza y ese fuego como un sensual bautizo previo al rito sagrado de la desvirgación, siente esa humedad atrapada en ti, entre ti, siéntela y vívela con la intensidad de una revelación o de una cercanía pecadora que te inquieta y deleita sin que puedas escapar, entrégate, ríndete a esa vehemencia porque todo goce sobrevivirá. “Mientras ese resto del cuerpo ardiente pide su parte a la boca, reclama, reclama ser saciado”. Urge la boca encendida, socava las voluntades censuradas para liberarse y asumir el alto vuelo vislumbrado, busca esos labios captores, esa lengua deslizante, esos dientes feroces, esa saliva que lubrica y moja y quema, reclama ser saciado en los limites del fervor consumado, saciado, lamido, mordido, besado, succionado, penetrado, embebido en fluidos y jugos, y derramarse en densos néctares que escurren o se lanzan en el carnal disparo gozoso y final. Con perdón.

CEREMONIA INICIAL

La turgencia, la suavidad del roce de la yema de un dedo que dibuja el carnal jeroglífico del silencio en la piel estremecida. Impudicias de los susurros que incitan o juegan. Voluptuosidades, incandescencias. La sensualidad vertida en las salivas, los sudores, los licores del íntimo rito de la seducción, de la rendición y de la entrega. El apareamiento de los inmortales en el lecho húmedo donde el entero universo desaparece arrastrado por las turbulencias de dos cuerpos ahítos de sensaciones y búsquedas. Cópula, jugos derramados sobre, entre, dentro de la delicada carne florecida y abierta. Exploraciones sobre el mapa impúdico de los pliegues, los rincones, la intimidad dilatada de un cuerpo que yace vertido en la vendimia del placer. El atisbo del paraíso penetrable desde la tibia fisura y dulce salada simiente. La compenetración de dos seres que buscándose se encuentran. Méntula, capullo de rosa roja endurecida. Matriz, labios de beso vertical, rosada roja orquídea. Olores, fluidos, botón de nardo y nardo florecido, unión más allá del mero tacto penetrante. Mástil y surco trabados en quejidos, en contorsiones, en los entreveros sagrados. Lingam y yoni. Falo y venusta. Tronco y gruta. Oscura hondura horizontal y alta roca vertical de geologías ancestrales, de ceremonias espérmicas, de comuniones herméticas donde estallan estambres y pistilos en secretas desfloraciones. En la penumbra perfumada acecha ahora un solo ser, octópodo indescifrable, un libidinoso insecto genital, que se cava, se encaja, se autofecunda son sus densos brebajes en una hermafrodita y onanista concepción. Se unge de fluidos compartidos, de los mágicos sabores de esa eternidad destellante, miel y néctar, pócima y elixir, intrusión y desagarro. Nudo, retorcidas continuidades en la jungla de los instintos desatados, certidumbres venéreas en la consagración de una florida primavera. Se abunda en estímulos mutuos, en insinuantes ternuras, en infantiles tácticas dilatorias. Frotamientos. Ritmos acoplados, pulsaciones, respiraciones que arden, queman los inciensos de los templos arrasados. Rubores y dilataciones ante el rígido erguimiento del pequeño dios enrojecido. Y entonces acuden los delirios por el borde de la caricia furtiva, en la orilla del suicidio convenido en busca de filo del abismo de la placidez de un insomnio premeditado ante la suspensión de la sucesión del  tiempo. Y luego las contorsiones y los entrelazamientos, desesperaciones, mordeduras y torpes manipulaciones, el éxtasis de la consumación, la exquisita saciedad, el dulce letargo de un largo relajamiento como un agua escurriendo por un túnel infinito. Se decodifican al fin los símbolos tutelares que niegan la muerte.


INAUGURAL

Como siempre tranquilo, solitario, sin el tráfago del día, anoche te busqué en mi sueño y no estabas, no había indicios de ti, navegué solo en mi barco por las islas de los deseos besándote en los archipiélagos del mediodía. Porque te voy a besar hasta el cansancio, mas allá del vicio y la adicción, te besaré mordiendo tus labios, enredando tu lengua, embriagado de tu saliva, incendiando tu boca hasta que se ilumine la madrugada y yo desde acá vea hacia el noreste el resplandor de ese fuego por arriba de las montañas que creen separarnos y más, sin saber que ya estás  atrapada en mis redes oceánicas, que solo trato de seducirte, de violentar tu vida de tierna mamabuela, de tímida Safo y de recta dama del Rosario. Todo es una vorágine, un torrente que fluye impetuoso, desatado y urgente, es la carne que encendida se torna iridiscente, tornasolada multicolor, que vibra entre el amor, la pasión, lo romántico y lo genital, que se abre olorosa como una orquídea y pene/tra como un capullo de roja rosa túrgida, son vehemencias, deseos, in/cauta/ciones y ansiedades de la piel, del sexo, de la carne trémula que sufre/goza el roce más intimo, son los cinco sentidos que se desmoronan ante la sensualidad retenida que ha encontrado la fisura por donde se consumará en un éxtasis arrebolado, húmedo, punzante, derramando las ternuras del clímax vertidas en la eyaculación y el orgasmo, ahí donde lo tímido ex profeso florece en directa y lasciva intención, ahí donde la magia estremece, socava, urge, perfora e irrumpe, dilata, acepta, admite, recibe y coge, en una ceremonia primitiva, instintiva, en fin, seduce y se deja seducir. Asedio tu castillo, te quito el agua, lanzo mis flechas envenenadas de pasión y sexualidad, hurgo en tus altas murallas buscando las grietas, los intersticios por donde pene/trar en tus laberintos, en tus más oscuros y húmedos laberintos. Con la puntita libidinosa de mi lengua cautiva lamería tus lagrimas, bebería esa tu salada tristeza persiguiéndola por tus pómulos, la comisura de tu boca, tu cuello, por entre tus pechos tibios, la lamería escanciada en el tierno cuenco de tu ombligo, la bebería impúdico en la duna ardiente de tu vientre, la sorbería como un dulce rocío salino atrapado entre los vellos de tu pubis, y la seguiría relamiendo en el surco de tu sexo disuelta en tus íntimos licores, y más abajo a lo largo vertical de tus muslos inquietos, tus rodillas y tus pantorrillas, hasta tus tobillos y tus empeines, hasta la punta misma de los dedos de tus pies. Veleidosa musa de mis próximos infiernos, me das y quitas, me amas y me desamas, muéreme esta noche venidera en mi renovado intento, difuminado entre las luces de tus luciérnagas y tus noctilucas, muéreme y muérdeme. Muérdeme. Muéreme.

LA DONCELLA DEL CAN PESTILENTE



Dio cariño, amor y fervor en un juego enfermizo que no le hacia falta pues poseía el amor, el sexo, la misma Vida. Entre las magias sin pecados concebidas faltaron miradas, sobraron silencios, no bastó el solo respirar y las manos apretadas. Prendada de una voz y de imaginada tibieza. Desarmada, envenenadas y vencida. Un encuentro fresco de dulces desatinos, a cuerpos vivos en dicha y aventura, caracoles, lagartijas y colibríes dorados, y un despertar sin nada. Propios verbos de la celda rosa y verde sublimada, de jardines en los sueños, de girasoles maduros y de duendes mirones. Conoció sus límites, la inutilidad del verbo, la complejidad de sus íntimas estructuras, lo ex profeso, y de pronto vislumbró el vicio. Inspiró cantos de desencantos y celacantos antes, durante y después del paso arrasador de una siempre efímera sombra. Se detuvo ante el asombro del aterrorizante celacanto, grandioso, majestuosamente egocéntrico, cruel e impiadoso que la petrifico como sirena atrapada. Aceptó en silencio la lapidaria carta escrita al galope desde el sendero de la huida. Detrás de los velos de humo no alcanzó a dar otras señales. Fue entonces una polizonte silenciosa en un barco extraviado, compartiendo el naufragio, la pérdida, la soledad cristalizada contra un alto muro sin ventanas. En muy pocos días generó una conexión muy intensa, innegable, de almas antiguas que vuelven a encontrarse, pero era una obviedad también que ya no tenían posibilidad de sobrevivir al naufragio, habían insoslayables diferencias agazapadas en los fangos originales. No podía quebrar sus límites ni la bestia dejar de ser bestia. Eran imposibilidades. Fue el demonio de sus últimos e inesperados insomnios. Hubo viajes y regresos de un maldito perro apestoso que supo desde el primer mordisco baboso que en su sangre estaba el don de un barroco intangible y quiso enviciarla en ese afán corrupto y secreto, y también en otros vicios terrenales porque conjeturó en su alma primitiva la intensidad de otras pasiones más oscuras. Y no fue así. Pero siguió buscándola en los sueños, ahora con más timidez, mas recato, menos pasión y sin esas pequeñas perversiones colaterales, sin tocarla ni hablarle para no hacer volar la delicada libélula que la habita. Solo para seguir sus huellas, para oler clandestino en su cercanía sus perfumes, de sándalo y benjuí, para no naufragar, otra vez, y hundirse en las desesperaciones de sus sutiles juegos de evanescentes coqueteos y para no volver a ser el demonio de sus últimos e inesperados insomnios. Para no ser, una y otra vez, en ella.

CONJUGANDO EN FUTURO IMPOSIBLE

Buscaré tu piel, toda extensa y desnuda, su calor embebido y su tierna impudicia, para escribir en ella con la puntita de mi lengua un poema que vaya desde tu frente en el borde de tu pelo hasta la puntita misma de tus pies, desde tu cerviz coronada hasta tus mismos talones. Un poema escrito con la tinta ardiente de mi saliva, lujurioso e inquietante, sexual y sensual, con punzantes versos pene/trantes allí en tus rincones, con húmedas y lamidas palabras en tus breves y erectas cumbres carnales. Un poema que sea como el amor de los caracoles y te envuelva en las babas y espumas de un sexo primigenio, ancestral, un poema de delicadas perversiones que desmembre y fragmente tus deseos con la turbia densidad onanista de un ansioso poeta en celo. Escribiré una oda en tu sexo, en tu vúlvica orquídea rosada, la escando susurrante en tu trémula vagina, beberé allí ebrio de ti los néctares del rito poético, los brebajes que silencian las palabras en el dulzor hondo de tu cuerpo, hurgaré con mi nariz buscando el verbo en tu aroma, desataré mi fálica escritura en ese sensible palimpsesto para borrar todos los vestigio de otras voces que no cantaron como yo cantaré tu piel. Iré a tu alcoba a tu lecho a tu desnudez inquieta a tus fuegos húmedos a tus ansias entreabiertas a tus deseos florecidos a morderte los pezones a besarte la boca a lamer tu sexo en su aroma de hembra a hundir en ti mi erecta virilidad a pene/trarte con ternura a pervertirte poseída desde el susurro hasta el grito a entrar al fin fusionados en el buscado paraíso, iré. Te perseguiré por todos los sueños, aullaré en todos los bosque que guarda tu memoria, navegaré en todos los mares que has visto y también ese río de aguas marrones con arcillas y camalotes y surubíes, y encallaré en sus arenas buscando las plantas de tus pies para poseerte desde allí subiendo a lamidos y besos hasta tu alta frente y tu pelo ensortijado. Te morderé la boca para demarcar mis territorios, te morderé los pezones para hundirme en ti como un niño sediento, te morderé los pétalos de la flor de tu sexo para que me sientas macho en ti, te morderé el botoncito sensible para urgirte un orgasmo salvaje y libar tus jugos como un sátiro pervertido, hasta te morderé el lóbulo de tu orejita derecha para que al fin conozcas de lo terrible de mis ternuras.