domingo, 31 de enero de 2016

LOS DESEOS Y LA ESPERA


Para G., huidiza

Te atreverás una noche a desnudarte en la penumbra hasta donde tu tierna impudicia te deje y enfrentar el azogue del espejo sabiendo que desde el otro lado te observo hirviendo en tus mismos deseos y será la entrega soñada anhelada esperada de la doncella esquiva al sátiro vicioso, será el destello y el éxtasis, la consumación visual de la anhelada cópula imposible. Pecarás de lúcido exhibicionismo para hacerme pecar de masturbador voyerismo, invocarás las lujurias perdidas de los años vanos y de los atardeceres inconclusos, pagarás la deuda que dejaste escrita de propia mano en mi piel incandescente hace tanto tiempo que solo recuerdo la perturbadora sensación de poseerte, provocaras la erecciones que me debes y sus respectivas vertientes, saldarás los débitos de tu ausencias en tantas primaveras vacías. Percibirás estremecida en tu cuerpo expuesto allá en tu íntimo ámbito los pecados concebidos en los atardeceres desamparados cuando te desnudo en solitario como deshojando una rosa imperiosa, mi boca en tus pezones sensibilizados por las ansias, mis dedos en tu vulva humedecida por un hambre salvaje, la lenta y suave penetración de mi verga irrumpiendo endurecida en ti, el frote incesante, el vaivén del coito como un oleaje que te mece en sus aguas sexuales, el estertor del macho que te cubre, la derramada eyaculación inundando tu sexo de esa lava caliente que te arrastra al sublime delirio final del orgasmo que sueñas en las noches desnuda ante el espejo. Expiarás así las sucesivas negaciones de concederme la mágica visión de tu dulzura de hembra escondida.


viernes, 29 de enero de 2016

NO HAY…


Pour la muse de la pilosité obscure

No hay senderos que lleven a tus muslos, a la champa oscura de tus vellos púbicos, al nítido contorno de tus piernas, a la incitante cercanía de la mariposa corazón, a la sensualidad cohibida de tu piel, a la humedad contenida en el cuenco de tus deseos, a la Y cerrada que se pronuncia entre tus piernas, a la comba sugerente de tu pubis, a la olorosa palpitación de tu vulva. No hay caminos hacia ti que no serpenteen por el acantilado de tu pudorosa vergüenza, del oleaje de espumas que niega tu plena desnudez, de la altura donde te escondes en la soledad ardiente que carcome tus eróticos insomnios, de tus sueños censurados de urgentes cópulas e impúdicas masturbaciones, de tus sexuales estremecimientos retenidos en las redes del recato, de tu continua negación a abrir la rosa que palpita en tu turbadora bifurcación. No hay rutas que acerquen a tus voluptuosas intensidades, a las comarcas donde tu perfume persiste en la lujuria de las tardes sin lluvias, a los territorios de tu cuerpo exultante de sirena invertida, al horizonte constante de tus pies allá lejos, a la íntima selva que escondes apenas en tus deliciosos y obscenos coqueteos visuales. No hay atajos que den a tu boca ansiosa, a tus labios que succionan hasta los desatados destellos del goce y su vertiente, a tu lengua que lame describiendo los breves círculos envolventes de los fálicos placeres, a tus manos insinuantes que aferran aprietan frotan hasta más allá del momentáneo celibato y la hedonista continencia. No hay mapas que muestren como cercarte y poseerte porque has ido borrando obsesionada y sucesiva todas tus huellas.


OLEO DE MUJER RE/POSANDO


“La única verdad que puedo escribir es la del instante que vivo. Acaso el verdadero libro sea este diario en donde trato de anotar la imagen de la mujer de la tumbona en las distintas horas del día, tal como la voy observando al cambiar la luz”. Si una noche de invierno un viajero. Italo Calvino, 1979.

En el vértigo del abismo que va de la provocación al ensueño no me canso de mirarte, disfrutarte, gozarte, fascinado de verte ahí, allá por los rumbos de las aguas y las montañas, inserta en el verde de los sauces, del pino oscuro,  de la vegetación salvaje, de la grama, de los roqueríos graníticos bajo ese lujurioso sol implacable que acaricia subrepticio tu pantorrilla. Recostada lánguida y sensualmente perversa, de cuerpo entero semidesnuda en el fucsia que persigue el matiz de las dalias, tu piel morena entibiando el paisaje, la largura mórbida de tus piernas desnudas como tus brazos, el escote inquietante como la tierna obscenidad de mi edipica obsesión, pero es en los fragmentos pálidos de tu pecho y tu ingle donde mi deseo fulgura en sus destellos de rojos incesantes. Allá los insistentes arreboles que te cercan, acá la rosada flor encantada en la incandescencia de mis dedos, mis manos extraviadas en la sensual plenitud de tu cuerpo maduro expuesto a mi lujuria callada, contenida, casi secreta. Y sin querer mi boca se va deslizando en breves mordiscos desde la punta de tu pie hasta la perfumada bifurcación misma de tus muslos donde los pétalos de la rosa humedecida laten escondidos ocultos perturbadores esperando mi boca, y sin querer mis labios se van besando en breves besos succionantes desde la punta de tu pie hasta la perfumada bifurcación misma de tus muslos donde los pétalos de la rosa humedecida laten escondidos ocultos perturbadores esperando mis labios, y sin querer mi lengua se va lamiendo en largos y lentos lamidos desde la punta de tu pie hasta la perfumada bifurcación misma de tus muslos donde los pétalos de la rosa humedecida laten escondidos ocultos perturbadores esperando mi lengua carnívora.


lunes, 25 de enero de 2016

HABITANTE DEL ESPEJO


Para G.

“Ni la sobrante sugerencia ni las mutaciones de las eras, logran escindir el destello del cristal de su procedencia.” Sierpe de Don Luis de Góngora. José Lezama Lima, Junio y 1951.

Cruzan y se desgranan los años en su vorágine inevitable, nos desgastan, nos someten a sus aconteceres y nos van derrotando uno a uno, pero tú persistes inevitable reflejada en el ovalo de ese espejo, donde habitan tus pechos que mis manos acariciaron sedientas esas tardes de íntimas locuras, bajo en negro gris casi transparente, tu vientre y tu pubis que mis dedos recorrieron extraviados en el éxtasis en antiguos atardeceres irrepetibles, bajo en tierno rosado de tu camisola, tu rodilla desnuda que acaricié vehemente en la cómplice y pretérita penumbra, como un sensual llamado a estas tímidas lujurias que me disgregan como un polvo dorado por los resquicios de tu cuerpo negado, ahí moras en tu lecho inexpugnable entre los azules lirios del Van Gogh y el edredón de la miríada de tiernas florcitas. Habita palpitante tu imagen en ese suave difuso que la hace más dulce, más lejana, más imposible, pero igual deseada hasta el tormento, y beso el tibio canalillo como si cayera en el abismo de tu leve perfume que se evapora en la medida que te sueño o deseo u observo en la lisa luna biselada del espejo. Y tus estilizadas manos danzan sobre el artilugio que te reproduce, te fija y te envía a mis ojos en acecho. Permaneces eterna en el azogue desde donde me excitas sutilmente, donde eres la misma en la levedad de tu ser evanescente y sexual, donde brota la urgencia de volver a estar ahí donde mis manos estuvieron, porque te imagino frente al espejo mía absoluta, y porque nunca nos dejaremos de soñar, nunca, y yo te seguiré siempre esperando, siempre.


viernes, 15 de enero de 2016

ESPERO

Pensando en G.

Espero pacientemente tu sonrisa lunar en la luna del espejo, tu imagen hierática y distante, imperturbable, la delicada dulzura de tus ojos y de tus manos, el tenue resplandor de la piel de tus muslos o de tus hombros, y porqué no, quizá tus pálidos pechos soleados como alguna vez inolvidable, verte vestida con tu pudor ancestral de mariposa nocturna que niega cualquier entera desnudez, o verte desnuda inmersa en la etérea lascivia con que me inundas de oscuros deseos, de perturbadoras perversiones imaginadas, de una amorosa complicidad secreta, sutil, casi transparente. Y sigo esperando acceder al lúbrico tesoro de las impudicias que crecen en tus más profundos laberintos como lujuriosos musgos encantados, el roce pecaminoso de otro cuerpo como el tuyo, la impura marca de unos labios vedados en tu pubis de hembra incierta, la lánguida persistencia de unos sáficos dedos enredados en los pétalos de tu vulva inconclusa, en fin, esas intensas obscenidades que sueñas en la soledad de tu venusterio cuando te dejas llevar por los cauces de lo prohibido y fluyes por tus antiguos instintos libre de tus dolientes y púdicas negaciones. Y seguiré esperando sometido a que te atrevas a cruzar las ciénagas donde florecen tus ocultas y ambiguas depravaciones, los tiernos vórtices del vértigo de tu misteriosa seducción que me ha atrapado por años y años en la espera quizá inútil de reunirnos en la húmeda obscuridad que nos invoca, donde confluyen nuestras pequeñas depravaciones, nuestros íntimos gustos escondidos, la espera anhelante de la inmersión absoluta en nuestras verdaderas sexualidades, juntos, unidos en el dolor de no vernos, como en el eterno y gozoso coito sagrado de la ceremonia de ese culto secreto y sacrificial del que eres al tiempo oficiante y divinidad y profanadora y víctima (i).

(i) Tomado y muy levemente modificado de “Se una notte d'inverno un viaggiatore”, Italo Calvino, 1979.


jueves, 14 de enero de 2016

MIENTRAS TU DECIDES YO ESCRIBO


Pour Elle, la muse essentielle

Tu verás si dejas pasar el tiempo día a día lentamente, o año tras año en sus fugaces destello casi instantáneos, tu verás si te marchitas como una pequeña flor invisible esperando la caricia tierna y romántica del inexistente príncipe dibujado en tinta azul sobre los vidrios vacíos o en el espejo del silencio, esperando que un día imposible un macho eche abajo la puerta de tu dormitorio y te viole a zarpazos sobre el lecho destrozado entre gritos de gozoso dolor y brutales sudores sexuales. Lo que es yo, voy a imaginarte a destajo, sin límites ni censura, porque te convertiste de una manera misteriosa y lúdica en soberbio referente sexual, así tal cual. Como que el sutil juego de coqueto erótico que jugamos cada uno en su caverna, las charlas con doble o triple sentido que compartimos de vez en cuando, las coquetonas e incitantes inspis (sic) mañaneras que espero ávido cada mañana solitaria, son los primitivos ritos de una ceremonia que no une en una delicada y cómplice trama de perversión. Y es que una sola visión de tus muslos, tu pubis, tus ingles, o tus pendejitos, me insta a escribir desaforado como una bestia en celo, como si estuviera en tus alturas, con chocolate menta y campanarios, y las palabras escurren densas y calientes intentando (re)seducir a la amiga cómplice, pudorosa, beata, recatada, que no necesita sexo sino amor, solitaria hasta la desesperación, para decirle entre soeces metáforas que cuando no está me falta su cercanía incitante, su intensa presencia erótica y su siempre inquietante mariposeo. Tu sabrás si te decides por la cópula imaginaria con un consorte pintado en añil, o por la grata masturbación compartida en tardes minuciosas, o te quedas orgullosa con la sed que no se sacia mas que en el juego lujurioso de los cuerpos sudorosos, tú sabrás.


martes, 12 de enero de 2016

SURGENCIAS AL ATARDECER


Mientras te espero en mi crepúsculo que ya se inicia me voy disolviendo en sus variaciones de sombras y penumbras, me voy encendiendo en los infinitos matices del rojo o del anaranjado atardecido. Huelo absorto en la espesura del deseo tu perfume de rosa inconclusa, el ácido aroma de la piel fragmentada e incompleta. Me arrancharé en el nido de tu escote todo el ocaso para que me sepas tuyo ahí entre tus pechos soberanos, sumergido en tu mórbida tibieza, aferrado succionando tus pezones como un vicioso sediento mientras sigo oyendo tu voz en su susurro más allá del vicio diciéndome al oído las palabras de nuestros lúbricos códigos prohibidos. Y te impregnaré de mis besos impuros ya nocturnos cuando en tu lecho comiences a desgranar tus deseos atrapados sin consumarse en los resquicios de las vagancias del día, percibiendo el olor de tu pelo incrustado en tu almohada, la tibia marca de tu cuerpo en las sábanas revueltas por las ansias truncadas. Pasado el crepúsculo y entrada la noche me soñaré esperando a que te duermas para ir calladito y echar hacía atrás la sabana y después subir muy despacito la camisola y luego mirarte bien tus vellos púbicos uno a uno, olorosarlos, rozarlos muy levemente con un dedo, con la punta humedecida de mi lengua pecadora, y después levantarte más la camisola, más arriba del cuenco sensual de tu ombligo, y punzarlo con profana levedad con la misma punta de mi pecadora lengua humedecida y luego sentarme a esperar que te des vuelta y sigas durmiendo bocabajo, ahora desnuda, para palpar con mis manos sin tocarte, las curvas salvajes de tu espalda, de tu cóccix, de tus nalgas, de tus muslos, de tus pantorrillas, de tus talones, y repetir el lascivo periplo una y otra vez hasta que ladren los perros en la desesperación de la madrugada.


domingo, 10 de enero de 2016

EL JUEGO FURTIVO


Pour la Comtesse de son voyeur lointain

Es el juego secreto del lúdico intercambio de imágenes por palabras, de la visión incitante de la mariposa corazón por los osados verbos de mi lujuria desatada, por la gracia del deseo del que mira y el garbo en desparpajo de la que exhibe su breve desnudez urgiendo e imaginando los lúbricos deseos. Y se revuelve la memoria de esas escasas tardes sin lluvias en que los cuerpos llegaron a tocarse con las vehemencias y las locuras de dos náufragos que se encuentran en la soledad de sus íntimas islas solitarias, buscando los mínimos detalles corporales, las sensaciones que abrieron los intersticios del goce, las visiones que se quedaron tatuadas en la piel de la lujuria, los sabores y los aromas irrepetibles que dejaron el resabio de dos sexualidades que se trabaron para siempre más allá del orgasmo y la eyaculación. Porque tú me anegas de deseos con tus muslo con pijama tapapelitos, tus muslo al rojo vivo, con champita peluda, tus muslos riquitos en raso granate oscuro y con pelitos, tus ricas piernotas entre anaranjado y gris perla, con manchita pero sin pelitos, tus deliciosos muslos con calzoncito negro y pelitos en las ingles, para dormir erotizado. Y yo te abrumo de las eróticas prosas urgentes que destila mi lascivia, y me deslizo al borde de lo porno, de lo obsceno, y te incito y excito desde mi guarida de escritor furtivo, e imagino más de lo que me muestras y más de lo que veo, y las palabras fluyen densas, calientes, chijeteadas, como en una deliciosa, intensa e incesante eyaculación mental.


sábado, 9 de enero de 2016

AL CALOR DEL MEDIODIA


- Aun no me visto, estoy desnuda en la cama y con ventilador
- Uf… piluchita?, eres cruel…
- Sí, todo el rato, incluso cuando me llamaste

Ella, la musa desnuda sobre la cama en la altísima soledad de su castillo, el ventilador gira envolviéndola en su fresca brisa que la acaricia impúdica, que se desliza por su piel y las lunares constelaciones de sus muslos, que roza sus vellos púbicos como las yemas de unos dedos lascivos, ella allí desnuda devorada por los deseos del que la imagina aun sin saber de su provocativa desnudez secreta. Ella oye una voz que la persigue en un eterno acecho de tímido seductor distante, que la arrincona en los oscuros rincones de sus instintos, y se resiste, y se rebela, y se deja seducir un poquito, y goza de ser la deseada en el húmedo calor del mediodía, de ser gozada así  desnuda sobre la cama en la altísima e inexpugnable soledad de su calcinante castillo. Él imagina esos muslos imponentes como la entrada al paraíso, los pelitos olorositos a hembra, el ombliguito para meterle la lengüita, el pezoncito dormilón, la piel perlada por el bochorno del calor enclaustrado, la carnalidad impura que florece esplendorosa entre los lirios erectos de la lascivia. Él percibe esa intensa voluptuosidad del pudor extraviado en el calor bochornoso, la piel perlada por el leve sudor, el misterio de la rosa envuelta en su vaho sexual, sus pétalos humedecidos, el oscuro musgo que la esconde, la plena incandescencia del deseo, percibe la maja desnuda esperando imaginando soñando deseando, atada a sus intransables recatos. Ella mira su desnudez impúdica y se excita soñando unas manos que la pervierten, que la manosean chapoteando en el tenue sudor de la canícula. Él delira fantaseando con esa desnudez impúdica y se erecta soñando sus manos pervirtiéndola, manoseándola y chapoteando en esa piel por el tenue sudor que la lubrica.


OLEO DE BARONESA SOBRE GRISES ARENAS


(Con licencia poética pero con el respeto de siempre)

El calor de las ardientes arenas grises sube por sus pies desnudos, sus piernas, sus mulos, abrasan su pubis y sube por su vientre, inundan de fuego su ombligo y sube abarcando sus pechos hasta incendiar sus pezones y sube por la palidez de su cuello y sube para ruborizar sus mejillas de sonriente y elegante dama con la blanca sombrilla en su extensa y soleada playa solitaria. De pie sobre las grises arenas donde se recorta su silueta de sirena o nereida, su cuerpo maduro vestido de rosado en sus muslos incitantes, de negro y rojo en una trabazón caótica que delinea la mórbida tentación de sus caderas, y la punzante voluptuosidad de sus senos. Ella incrustada feliz en las franjas paralelas del gris claro de las arenas bajo sus pies, del gris oscuros de las arenas donde el mar intenta tocarla con su lujuriosa marea, de los matices del azul marino, del las albas olas que la persiguen, del lejano púrpura del farellón costero y del suave celeste cielo allá arriba en lo más alto del paisaje. Y la repite su sombra como una estatua horizontal desnuda ante un horizonte de celeste cielo y azul de mar, y los albos oleajes intentan alcanzar a tocarla, a acariciarla, a poseerla en el ardor de las arenas y en la tibieza de su cuerpo palpitante. Ella radiante y alborozada en su playa donde sueña sus sueños de gaviota en libre vuelo, ella dejándose desear por los sumergidos peces sometidos a su encanto y por los reflejos del sol en las olas que besan la sal de su boca, ella desde siempre deseada y para siempre imposible.


martes, 5 de enero de 2016

LA MEMORIA EN EL ESPEJO


Para G.

En el muy antiguo espejo te reflejas con la dulce nitidez de la memoria, de tu recuerdo plácido que se incrustó en mis deseos como algo que es al fin, pasado tantos años, irrecuperable, tu delicada sensualidad que se despliega como una tímida flor nocturna, tu encanto de etérea dama mariposa, tu sutil coquetería con la que juegas con mis deseos de retraído escarabajo, la diáfana sonrisa de la que bebí tus besos en un ayer desbordado de sensaciones y emociones que dejaron imperecederas cárcavas en mis sueños de ti. La luz de la lámpara es un sol que amanece en la intimidad de su ámbito inexpugnable de esfinge sentada en el borde del lecho donde sueña (sin atreverse a vivirlas) sus secretas ansias de volver ser lánguida hembra en mis brazos como en ese antes cuando nuestros caminos se enredaron en la tenue trama de felicidades y cercanías que nos deparó el destino. El ovalo vertical te repite coqueta y tierna, deseada para los besos de lenguas entreveradas, para las impúdicas caricias en la penumbra, para la sensitiva cópula que nos impregnaba de nosotros. Y en la evocación fugaz de verte cercada por el biselado del cristal en el territorio del rojo carmín, palpo otra vez la plena madurez de tu cuerpo nunca completamente desnudo salvo en el roce y la caricia, la tersura de tus pechos excavados en mis manos, mi mano ahí en tus rodillas, en tus muslos, en la largura suave de tus piernas, mi boca ahí en tu hombro desnudo besando lamiendo humedeciendo esa piel negada a los último goces de las últimas vendimias. Me quedo extasiado, hambriento de tu carne tibia y sediento de tu íntimo néctar, mirando en el azogue esa tu boca que bebió de mi lujuria, esas tus manos que se deslizaron por mi piel encendiéndola, y ese cuerpo frágil que poseí embelesado en esas tardes del recuerdo que refleja impenetrable el espejo.


domingo, 3 de enero de 2016

STAALD… TDMDLQP… BPTL… TDPL… CTTLL


Me sonrojo y te cohíbes entre decodificaciones de siglas incandescentes, bajo la tentación de la rosa incitante, trabados como amantes desesperados en el juego de mayúsculas que dicen lo que no nos atrevemos a decir con las palabras enteras susurradas en tiernas minúsculas. Ambos ahí, al borde del abismo de las pasiones desatadas, de la carnalidad palpitante que fluye por los cuerpos en el caudal de la imaginación sin censuras, libre al vuelo de sus ansias, abierta a los designios de la lujuria que rige los deseos. Como niños riendo en el juego inocente de cómplices iniciales encubridoras, sabiendo que encendemos un fuego del que después no podremos escapar, sabiendo que somos leña seca a punto de inflamarse, (por eso hay una fecha titilando en los tiempos para no arder ahora y ser llama, brasas, hoguera, sin posible consumación), y nos escondemos en las cenizas tibias de un ayer en el que acaricié tu piel sin tocarte, y besé tu boca sin rozar tus labios en los brumosos nocturnos de los parques invernales con sus estatuas congeladas. Sin intención los lúdicos glifos reviven los placeres cometidos en los antiguos escondrijos del goce, por las voces alguna vez, por las escasas imágenes que rompieron la distancia y convergieron en el estremecimiento, en la excitación, en el pecado inevitable. Y soñamos la caricia, los lamidos y los mordiscos, la cópula y los laxos cuerpos saciados escondidos de la madrugada para alargar la noche más allá de lo razonable, mientras sobre la mesita los cafés a medio beber y los cigarrillos convertidos en largas y quebradas cenizas detentan la certeza del tiempo detenido. PBDMD.


sábado, 2 de enero de 2016

YO ALLI EN ESA TU ROSA


«Die Rose ist ohne warum; sie blühet weil sie blühet»(i). Cherubinischer Wandersmann, Libro I, Angelus Silesius, 1657.

«Yo afirmo lo contrario, yo afirmo que es imprescindible una tenaz conspiración de porqués para que la rosa sea rosa». Elementos de preceptiva. Jorge Luis Borges en Sur N° 7, abr. 1933, 158-161.

Toco la rosa, la rozo, le imparto la exquisita lascivia de la complicidad en el ceremonial del deseo, siento en su capullo el íntimo estremecimiento de su pudorosa virginidad floral, percibo su tersura palpitante, la tímida reacción ante la proximidad de mi dedo, temerosa exhala su perfume como una ingenua defensa que es a la vez incitación y embeleco. Al delicado frotamiento de la yema en sus pétalos se abre rendida por la obscena perversidad de mi intento. La toco como si no fuera pecado, huelo con ternura de silencioso jardinero su aroma insistente, deslizo mi dedo por la cóncava suavidad de sus rosadas intimidades, se deja tocar rozar frotar, se deja oler en un ritual de entrega y posesión. Ella coqueta cierra sus ojos y hace noche en sus suburbios pues intuye que la oscuridad intensifica las sensaciones y desvanece el desamparo. Toco la rosa en la soberana humedad de su insondable misterio, la rozo apenas, imperceptible como un pequeño insecto enamorado, me introduzco en su verticalidad insinuante, la socavo ebrio de su néctar, me vuelvo polen y la cubro macho anegado, hirviente, lujurioso, la poseo en la palabra (ii) penetrada, la convoco lentamente (iii) en su propia tentación hasta converger en el prodigio del beso y la cópula. Y soñé la rosa instaurada en su capullo, y la soñé en la noche alcanzada por el fuego, y la soñé desnuda en mi mano, temblorosa, la soñé incipiente y perturbada, la soñé sensual, ansiosa, excitada, y la seguí soñando atrapada y abierta, vertida y sexual entre mis dedos.


(i) “La rosa [es] sin porqué, florece porque florece”. En «La poesía» (Siete noches; OC III: 266), Jorge Luis Borges, 1977.

(ii) “Si (como afirma el griego en el Crátilo*) el nombre es arquetipo de la cosa, en las letras de ‘rosa’ está la rosa”. «El Golém». Jorge Luis Borges, 1958.

(iii) “No hay gatillo, no hay relámpago, sino la instalación lenta de una molicie de sensación pura”. «La Vida Sexual de Catherine M.», Catherine Mollet, (2001), en referencia al orgasmo clitoriano.

* «Crátilo» es el nombre de un diálogo escrito por Platón en el año 360 a. C. aproximadamente, sostiene la concepción presocrática de que la palabra contiene ciertos sonidos que expresan la esencia de lo nombrado. Así, dice “El que conoce los nombres conoce también las cosas”.