lunes, 30 de junio de 2014

LOS BLANCOS COLLADOS DEL DESEO


Y sé que voy a masturbarme calladito ante la imagen de la virginidad absoluta de tus pechos blancos abultados salientes, copas invertidas de una ebriedad ciega e incestuosa. Soñaré que por esos mullidos cojines blandos y tibios para el adormecido descanso del guerrero en dura erección, verteré mis densas aguas lechosas en tu delicada piel escondida. En esas dunas acesantes en el oleaje de tu respiración serena, mi mano onanista saciará el falo de sus seminales intenciones. A esas divinas curvas de paralelas campanas bocabajo irán mis ojos pervertidos a roer la nívea y tersa tela que los cubre. En esa madurez otoñal de tiernas frutas maduras desbordare mi boca para beberlas en sus mórbidas ternuras. Mis manos excitadas los encopan, mis labios sedientos los besan, mi lengua viciosa los lamen, mis diente ansiosos los muerden. Sentiré mi erección in crecendo en mi entrepiernas como un túmulo volcánico que se endurece y crece ante la visión edípica de tus dos altas montañas nevadas. Imagino, masajeo mi miembro deslumbrado ante tus senos ampulosos, blancos albos como nubes de primavera. Mi mano aferra el falo exultante rendido a tu Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos (i). Bajo la albura casi adivino tus pezones, breves de niña gitana, y los pellizco, los chupo, los succiono, los mamo con un bebé extraviado entre tus brazos. Y van a más el rosado coral de tu collar, y el rosado florecido de tu falda, y tus labios rojos de gitana, y el blanco envolviendo tu cuello como el mismo blanco que dibuja sublime tus senos.

(i) Poema I, Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada. Pablo Neruda.


domingo, 29 de junio de 2014

ROMANCE DEL VERDE QUIERO


Verde que te quiero verde, verde claro y blanca y desnuda, y tus pechos latiendo de deseos floreados en amarillos y rojos, para que beba mi boca de tus pezones el sabor de tu piel gitana y el dulce sudor perlado que tu fino cuerpo destila altivo en tus danzas flamencas. La noche se puso íntima en tu lecho dormido cuando mis manos atraparon tus caderas bailaoras y te ciñeron entera a mi cuerpo de macho erecto donde dura carne erguida te esperaba para penetrarte bailando andaluz y abierta tu vulva como una jugosa granada. Verde que te quiero verde, recostada sobre las sábanas, para ir vagando ebrio por tus muslos besando, para ir lamiendo tus piernas como un caracol en celo, lento y anegado tras el persistente perfume de tu sexo, para morder cada uno de tus frágiles dedos de tus pies salerosos. La noche se puso íntima con tu pelo miel derramado sobre la almohada, con tu risa coqueta de mora incitante que me va dejando sus brazos tibios para que me acurruque como un niño en una niña dormida. Verde que te quiero verde, como luz de luna en hierbabuena, y embeberme en tu aguas hasta que tu orgasmo me derrame en caliente semen sobre tu vientre. La noche se puso íntima cuando mis versos madrugadores te fueron desflorando con la suavidad de un cante que te acariciaba impúdico mientras tú te dejabas seducir con los ojos cerrados y entreabierta la boquita pintada. Verde que te quiero verde, para madurarte al tacto de mi lengua, mis dedos y mi miembro, y hacerte soñar despierta en un orgasmo culminado. La noche se puso íntima desde que comenzamos besarnos.

Nota.- En cursivas, versos de “Romance sonámbulo” de Federico García Lorca.



ROZANDO A LA MORA CON MIS MANOS


Te rozaré a dos manos y diez dedos para te vueles incitada por mis caricias y me regales tu cariño verdadero a ojos cerrados quemándote en las brasas de mis urgencias en tu piel. Así, subiendo y bajando sobre ti en una cópula de sueños, con mi intenso beso insinuante poseeré tu entero cuerpo y también tu alma bailaora en tu desnudez de ardiente gitana. Tocaré tus suaves muslos pálidos y tus senos de hembra inquietante, a tiernos golpes de mi erecto deseo en regocijo para que me devuelvas por cada roce endurecido tus sexuales quejidos apasionados y me hundas en la calma de una intensa y saciada eyaculación. Entonces, se acabará tu desesperante limitación y tendrás mi erguida o tierna verga a tu alcance para que se cumplan en ella tus lamidos y succiones entre el amor que sueñas y el cariño que buscas, y te abrazarán mis brazos de macho niño, y no callaré para ti en tu oído, ahora y siempre, los dulces susurros de un “yo te quiero”. Y yo sentiré en mi cuerpo desnudo tu incesante amor imperecedero, en mi tus manos, tus dedos y tu ensalivada lengua sedienta, aunque nos atrapen furioso huracanes, aunque el azar del tiempo y del suceder nos separe, te sentiré siempre la misma reina mora y gitana de fluidos fuegos en sus venas que me quiso desde su alma cantaora del andaluz cante jondo hasta la húmeda y caliente hondura de su vulva olorosa a las cálidas noches granaínas.   


GEL (Palimpsesto)


Froto suavemente, en una caricia total y continua que me permite reconocer todo tu cuerpo. Aplico un poco de gel perfumado en mis manos y las froto, luego coloco mis palmas y dedos relajados sobre tu espalda. Deslizo mis manos suavemente hacia abajo, hasta tu baja espalda, justo antes de llegar a los glúteos y regreso nuevamente hacia arriba, a la altura de tu nuca. Trato de ubicar los nudos de tensión en tus hombros y parte superior de su espalda, de manera sutil, y froto allí suavemente, sin perder el contacto sensual. Si levanto una mano, mantengo la otra sobre tu cuerpo, de manera que siempre se mantiene nuestro contacto físico. Así te sentirás siempre acechada y deseada. Amaso sensualmente con un movimiento enérgico, como si estuviera amasando greda. Así te voy liberando la tensión acumulada, especialmente en las áreas de tu cuerpo que tienen músculos grandes, como la espalda, los glúteos, los muslos y las pantorrillas. Vuelvo a aplicar gel en mis manos y te sigo amasando con cuidado e intención. Alterno mis manos, presionando, empujando y levantando tu piel. Presiono seductoramente áreas pequeñas y específicas, lo que te genera una sensación muy relajante y placentera. Presiono la zona con la yema del dedo pulgar y hago movimientos rotatorios para que el masaje llegue hasta las zonas más profundas y liberen tus tensiones con gentileza. Este tipo de fricción tiene un efecto analgésico y te estimula la circulación de la sangre. Siento que la zona que mejor responde eróticamente a este contacto son tus glúteos que se levantas instintivamente al paso de mis manos. Entonces me detengo, enciendo un cigarrillo y me voy al living a fumar asomado en la ventana mirando las imaginarias luces de los imaginarios barcos de la noche.


sábado, 28 de junio de 2014

IMPURAS FENIXIONES


El rito constituye el Secreto. No conciben los pecados carnales, ni de palabra, ni de obra ni de pensamiento, se erotizan mirando gozando comentando un mismo video porno, compartido en vivo o a la distancia virtual, juegan roles lésbicos, gays, incestuosos, prostibularios, son dos pero a la vez son más en sus orgiásticas fantasías. [El Secreto] se transmite de generación en generación, pero el uso no quiere que las madres lo enseñen a los hijos, ni tampoco los sacerdotes; la iniciación en el misterio es tarea de los individuos más bajos. Ella lo sodomiza refregando su vulva abierta sobre sus nalgas, él la canalea deslizando su verga erecta en el cauce húmedo de su la vulva sin penetrarla. El acto [el Secreto] en sí es trivial, momentáneo y no requiere descripción. Se lamen el ano, se dedean el ano con pequeñas penetraciones digitales, hacen juntos imaginarios viajes a Sodoma y a Gomorra, retienen el orgasmo y la eyaculación hasta saciarse de locas perversiones porque saben que el goce se termina en el clímax. No hay templos dedicados especialmente a la celebración de este culto, pero una ruina, un sótano o un zaguán se juzgan lugares propicios. El Secreto es sagrado pero no deja de ser un poco ridículo; su ejercicio es furtivo y aun clandestino y los adeptos no hablan de él. No hay palabras decentes para nombrarlo, pero se entiende que todas las palabras lo nombran o, mejor dicho, que inevitablemente lo aluden. Se dildean uno al otro usando objetos fálicos no convencionales, se calientan diciéndose palabras soeces, vulgares, asquerosas, groseras, obscenas, ordinarias, procases, exploran el cuerpo del otro hasta en sus más íntimos rincones, exploran los instintos del otro hasta en sus más oscuras cloacas, se masturban frente al otro sin melindres, pudores ni recatos, con pleno desenfado y libre desparpajo. Una suerte de horror sagrado impide a algunos fieles la ejecución del simplísimo rito; los otros los desprecian, pero ellos se desprecian aún más. Se aman escondidos en sus inofensivas y clandestinas aberraciones sexuales, se entregan al otro vulnerables y sumisos confiando en su respetuoso y sensual criterio, intercambian pornográficas misivas con excitantes y depravadas palabras e imágenes. El Secreto, al principio, les pareció baladí, penoso, vulgar y (lo que aún es más extraño) increíble. Untan sus dedos en todos los fluidos corporales del otro en una pervertida química sexual, hurgan cada uno en sus fantasías y trancas más secretas para compartirla en sus íntimas orgías, juegan al voyerismo escondido y el exhibicionismo consciente. Alguien no ha vacilado en afirmar que [el Secreto] ya es instintivo.

Nota.- En cursivas párrafos de “La secta del Fénix”, Jorge Luis Borges, 1944.

viernes, 27 de junio de 2014

INSERCION MATURBATORIA


Tú de recostada de espaldas sobre el lecho, yo de costado a tu lado izquierdo mordisqueo el lóbulo de tu oreja, beso tu boca entreabierta, juego con tu lengua, bebo tu saliva. Estamos desnudos y en silencio. Sigiloso y tímido inserto mi mano siniestra entre tus muslos y la hundo en esa cálida, suave y mullida hendidura, con la palma hacía tu pierna derecha, la desplazo hasta sentir el inició de la rodilla con la lentitud del enviciado anegado en la mágica poción de su goce, vuelvo subiendo hacía tu entrepierna hasta sentir en la eminencia tenar externa de mi pulgar la cercanía inminente de tu vulva, su pocos vellos cercanos al periné y la intensa sensación su calor y su humedad. Mi mano diestra que ya ha aferrado mi verga como a un astil comienza un lento ceremonial masturbatorio desplazando en un sensible sube y baja el delicado prepucio. Ambas epicúreas sensaciones manuales, la tersa carnalidad del interior de tu muslo y la fálica dureza carnal del tronco de mi falo convergen en las oscuras profundidades de mi sistema límbico desatando densas oleadas de un placer sexual distinto, burbujeante, estremecedor, trasgresor y esencialmente condensado en un brebaje dulzón y saturante. Sigo ebrio de la tersura majestuosa e íntima de la piel de tu muslo, sigo masajeando, manoseando esa marmolidad cálida como en un rito ancestral que mis instintos han memorizado en su genética esencial desde las incesantes generaciones de machos excitados de mi estirpe. Mi mano me masturba con un deleite que bordea la eyaculación precoz, como un adolescente que satisface por primera vez el vicio prohibido en una solitaria tarde del estío. Voy sintiendo tus reacciones, tus susurros, tus quejidos, tus retorcimientos que intentan en vano hacer que mi mano en ti suba hasta la flor abierta de tu sexo y lo viole hasta el orgásmico destello onanista. En medio de la lúbrica confusión de sensaciones logro coordinar los movimientos de ambas manos, mientras la siniestra recorre tu muslo inserta entre tus piernas que la estrechan, la diestra masturba mi pene erecto al preciso ritmo que me llevará al máximo goce. El tiempo sucede con una lentitud espesa  y saturada. De pronto te estremeces y te retuerces temblando, tratando ahora ya desesperada de atrapar mi mano abriendo tus piernas y bajando tu cuerpo para llevar tu vulva hambrienta hacía ella, sueltas un gemido corto y ahogado, mi mano reacciona y acelera el frotamiento masturbante más y más hasta que me estremezco como alcanzado por un éxtasis instantáneo y eyaculo salvajemente en mi propia mano. El semen caliente escurre por mis dedos que se mantienen aferrados a mi miembro estrujándolo muy lentamente. Mi otra mano continúa acariciando, ahora con ternura de amante agradecido, el delicado interior de tu muslo. Suspiro profundamente y me quedo quieto a tu lado tratando de recuperar el ritmo normal de mi respiración. Aunque no veo tu rostro sé que sonríes victoriosa en la olorosa viscosidad de las penumbras.


jueves, 26 de junio de 2014

UN MASSAGE INCITANT


Será un masaje lento, relajante y erotizante, de manos tibias y curiosas, extenso en el voluptuoso territorio de tu cuerpo y en el lujurioso tiempo de mi imaginación, iré masajeando tu mullida densidad carnal con manos y besos, marcando con mi saliva los puntos esenciales de tu sexual placer epidérmico. Será un masaje sensual abundante de emociones y sensaciones sin decir una palabra solo dejando que el roce de mis manos se derrame sobre tu desnudez en una poderosa, arrebatadora e íntima experiencia erótico táctil, en un cálido ámbito de intimidad, de plena confianza y de absoluta entrega, en una muy lentísima ilación sin solución de continuidad de tactos y excitaciones hilvanadas entre mis manos y tu piel. Tú boca abajo, mis dedos enredados en tu pelo masajeando tu cabeza cuello hombros brazos uno y otro, mis manos en tus manos, tu espalda tu concavidad lumbar tus caderas tus glúteos ambos sin invadir el tentador canalillo entre tus nalgas, me bifurco a dos manos sobando tus muslos ambos, la tibieza de la corva de tus rodillas, tus firmes pantorrillas, las duras joyas de tus tobillo hasta atrapar tu pie talón planta todos y cada uno de tu dedos breves como uvas. Boca arriba, mis manos en tu rostro tu cuello tus clavículas tus senos con sus pezones a dos manos en tu estomago rodeo el borde abismal del pequeño cuenco de tu ombligo vago encantado la suave convexidad de tu vientre de tu pubis escarbando con levedad de lúbrico insecto la grama hirsuta de tu vellos púbicos evado el pecado de tu vulva para ir a bifurcarme en mis dos manos en la tersa superficie de tus muslos giro circular en tus rodillas tus duras canillas las curvas de tus tobillo tus empeines hasta las misma uñas de tus pies. Repaso a dos manos ávidas los costados de tu tórax tu cintura tus caderas para converger concentrado en la rosa esencial de tu sexo abierto a mis dedos lengua labios rozo surco aprieto sobo presiono palpo lamo acaricio restriego sorbo amaso deslizo succiono recorro froto hundo penetro ya erecto y endurecido hasta hacerte dormir soñando mis manos desvirgando desflorando manoseando con dulce y tierno desparpajo tu cuerpo trémulo perdido en la ensoñación de un masaje absolutamente sensorial.


martes, 24 de junio de 2014

EL ADIOS INSENSATO

Estoy perdiendo para siempre la esclava y la doncella, ya no seré su Amo y Señor, cabalgará liberada la potranca por esas gramas nostálgicas sin mis deseos persiguiéndola con el falo erguido y la boca sedienta. Ya no poseeré su cuerpo ampuloso con sus pliegues voluptuosos, su pompis amplio y libidinoso, sus mullidas palomas y sus tetes protuberantes, su pelo largo negro azabache y sus uñas siempre decoradas como raras joyas digitales. No serán míos sus vellos púbicos, las imágenes, fijas o en movimiento de su hermosa tetamenta, su tetas y sus pezones, su mata oscura de vellos, sus glúteos imponentes, sus caderas de cumbiamba, sus muslos exuberantes y su vulva abierta expuesta a mis ojos penetrantes. Perderé las fantasías incestuosas y sodomíticas, los dedos penetrando la flor del sur y la masturbación por las voces en un bosque o por el cibersexo en las impúdicas sesiones de webcam, ese exhibicionismo desatado y ese voyerismo masturbante que nos unía en una majestuosa y única complicidad de amantes eternos. No habrán, nunca más, los juegos de roles incestuosos o transexuales, de hembra de prostíbulo o de locas sodomías, a veces pervertidos o depravados, otras lúdicos o fantasiosos, siempre necesarios para entrar en los oscuros laberintos del otro y compartir en esos otros territorios inexplorados. El ídolo fálico se hundirá aun inhiesto en la fría oscuridad sin la adoradora vestal de su templo. También se me va la poesía y el Amar, las dulces ternuras y la intensa cercanía, la distancia insoportable y los largos silencios, la amistad que soportaba los errores y los pecados, su presencia en tantas cosas, lugares o circunstancias que ahora quedaran desiertas de su nombre de maravillosa culiatrix, incesante dominatrix y sublime imperatrix de todos mis demonios.


DORMIDA


Cruzaré la línea del debido respeto para entrar en tu noche irrumpiendo con la malicia de un adolescente que descubre en su cuerpo las primeras llamas de la carne inundada en el deseo. Saciaré mi púber curiosidad recorriendo tu cuerpo dormido y desnudo con la sigilosa temeridad de la primera lujuria, deslizare las yemas de mis dedos por las tibias dunas de tus senos, tocaré con incestuosa delicadeza las breves protuberancias de tus pezones y el tierno círculo de sus aureolas, vagaré con mi mano por las sinuosidades de tu vientre, rozaré apenas tus vellos púbicos, surcaré sin abrir el rosado carnal de tu vulva. Confirmaré en mi pervertida imaginación las visiones que escondido te robé en los azogues, para que broten las semillas de las iniciales fantasías, las eróticas contumacias viriles, y los soterrados deseos que me estremecían cuando te deseaba en los espejos. Y permaneceré ahí avergonzado pero deliciosamente inquieto ante tu excitante vulnerabilidad, soportando la tentación de apretujar tus pechos como un macho en celo, o masajear tus muslos con el vertiginoso afán de abrirte a la cópula. Tu respiración pausada me hará retornar a antiguas y pervertidas fantasías donde intentaba escalar los muros de tu castillo para penetrar en ti mientras soñabas. Seguiré abusando de tu desnudez dormida para irme sumergiendo en desenfrenadas pasiones, sintiendo la erección punzante, casi dolorosa, incitándome a la masturbación, pero ya viene la madrugada y pronto despertarás, y yo desapareceré fugado en el canto de los gallos, sin ninguna esperanza de llegar un día a poseerte, salvo que tú te atrevas alguna vez a brindarme ese privilegio con un muy explicito guiño.

COPULACION (Palimpsesto)

Mis dedos acarician tu espalda y se hunden lascivos en tus glúteos. Tus pechos aplastados contra el mío me hacen sentir la inquietante dureza de tus pezones. Mi boca baja entre ellos arrastrando mi lengua. Nuestros cuerpos se enzarzan en lúbricos abrazos e impúdicas caricias. Extiendes las piernas pasándolas por mi cintura atrayéndome hacia ti. Mis costados son apretados por tus muslos y me inclino hasta alcanzar con mi boca tu cuello. Cruzas sobre mi espalda tus piernas aprisionándome. Tu vientre se restriega por mi vientre. Mi boca baja despacio y con cada mano me aferro a tus pechos para después besarlos lentamente. Giras tu cabeza girándola de un lado a otra respondiendo a los estímulos de mi lengua sobre tus pezones. Mi boca llega al estomago y arrastrando la lengua dejo un reguero de saliva que sientes como se evapora erizando tu piel. Mi boca se deleita a la altura de tu ombligo. Mis labios siguen bajando, hasta sentir en mi barbilla el vello de tu pubis. Tu vientre se estremece mientras mis manos separan tus piernas y hundo mi boca en tu ingle. Percibo el calor húmedo de tu vulva en la mejilla. Coges mi cabeza y la pones entre tus piernas. Mi lengua estirada busca el contacto de tu vulva. Tus dedos juegan con mi pelo mientras presionas mi cara contra tu sexo tierno. Mi lengua recorre los rincones de tu flor abierta, la rosácea piel nacarada de su interior, suave y delicada, permite que mi lengua resbale sorbiendo tu intimo rocío. Tu vientre y tu pelvis se mueven espasmódicamente buscando un contacto más intenso. Mientras mi boca lame todo tu sexo, levanto la mirada y veo tu cara allá arriba entre tus pechos. Cierras los ojos, giras la cabeza, entreabres la boca mientras tus piernas se cierran aprisionándome. Mi aliento sigue entre tus piernas y mis manos se aferran tus pechos mientras con suaves pellizcos avivo tus pezones. El vello rizado y oscuro de tu pubis me hace cosquillas en la nariz. Retiro mi cara de tu vulva. Tus piernas siguen abiertas. Tu sexo húmedo por mi saliva brilla. Cojo un pie con la mano y lo llevo a mi boca. Tú con el otro pie lo pasas por detrás de mi espalda. Mordisqueo los dedos de tu pie mientras con la mano acaricio tu muslo levantado. Mi miembro endurecido roza tu sexo. Levantas la cabeza lo suficiente para ver como mordisqueo tus dedos. Con la mano sitúo mi pene en tu vulva. Abres más las piernas cuando el glande brillante e hinchado presiona sobre tu vulva todavía cerrada. Tú pasas el otro pie también por mi espalda y mueves tu vientre para conseguir que la presión de mi verga erecta acabe por abrir e insertarse en tu vulva. Tu cara cambia de expresión cuando empiezas a notar como mi pene avanza despacio pero sin pausa hacia adentro de tu vulva. Llego hasta el fondo y moviendo mi cintura lo retiro hasta que queda casi todo afuera. Ahora de un golpe seco mi falo penetra y llena de nuevo tu vulva. Tú lanzas un pequeño gemido, Flexionando mis piernas y moviendo mis caderas empiezo a entrar y salir de tu vulva. Me aprietas con fuerza con tus piernas contra tu vientre. Mis manos están apoyadas a cada lado de tu cuerpo. Acerco mi rostro a tu cuerpo y beso de nuevo esos pechos mullidos y deseosos de suaves y largas caricias. Por un momento me quedo quieto y percibo como tus movimientos consiguen que mi príapo se deslice en tu vulva entrando y saliendo. Tu vulva traga y presiona mi miembro. Yo busco la postura más cómoda para que el tronco de mi pene roce tu clítoris en cada embestida. Me muevo más rápido. Tú tensas los músculos. Las respiraciones se convierten en gemidos. Cada vez más rápido bombeo dentro de ti con todo mi miembro. Tus manos arañan mi espalda cuando empiezas a mover la cabeza en todas direcciones. Tiro mi cuerpo hacia atrás y hundo mi verga en ti lanzando un largo grito que se confunde con tus gemidos. Al unísono nuestros cuerpos revientan en un torbellino de sensaciones orgásmicas y eyaculatorias. Me derramo en ti, mientras tus contracciones vaginales estrujan hasta mi última gota de semen. Me dejo caer laxo sobre tu estomago, tus piernas se aflojan. Acaricias mi cabello. Levantas mi cabeza y me besas.


ES FUGADA


Te enciegas al deseo que te triza las carne vivas de tu cuerpo, que estremece tus instintos de hembra imperturbable y que socava tu voluntad prisionera de ti misma. Olvidas mi boca en tu boca abarcándola en su trafago de besos ensalivados, de labios mordidos y lenguas enjugadas. Te anulas ante los latidos de la lujuria que arde en tus entrañas y enciende el hambre desaforada de la cópula que justifica vanos insomnios y solitarios atardeceres. Olvidas mis húmedos susurros extraviados en tu cuello o en el lóbulo de tu oreja sensible a los asedios de mis dientes, mis caricias en tus nalgas y tu mano en mi falo. Te escondes en la oquedad del silencio temerosa de enviciarte sin saciarte en las palabras, las voces, los intentos y el acecho. Olvidas mi mano entre tus muslos surcando tus contenidas calenturas para ir a surcar tu sexo desatando tus lúbricos arrebatos masturbatorios. Te  encierras en la grieta de la ausencia voluntaria negando impúdicas y necesarias floraciones sexuales. Olvidas mi lengua en tu vulva haciendo alzar incesantes vuelos a tus quejidos y bebiendo en ella sus rocíos. Asumes infiernos, pecados y castigos negando los paraísos del orgasmo y las ardientes eyaculaciones derramadas en tu piel aun vigente. Olvidas mi miembro introducido contraviniendo tratos y temores infundados en la abierta flor de tu pubis. Te encarcelas en los vetustos marfiles de tu torre perturbada, atrapada en pudores y recatos, ansiosa y reprimida. Olvidas que el tiempo sigue sucediendo y el que dejamos verter sin beberlo cristalizará enterrado en las arenas del arrepentimiento.


lunes, 23 de junio de 2014

MORA GITANA


Iría por el ruido de tu escote sumido en su abismo tibio, bajando incrustado en tu suave canalillo hasta las llamas de los fuegos del invocante infierno que florece húmedo entre tus muslos. Alzaría vuelos sobrevolando tus pezones y cabalgaría errante por los territorios de tu espalda, escalaría la alta tibieza de tus piernas y navegaría naufrago de ti en las anegaciones de tu vulva. Trazaría con mi saliva quemante el mapa preciso de tus axilas, de la curva exacta de tus nalgas, del color misterioso de tus ojos y de los susurros que florecen en tus labios cuando te desbordas de estremecidos goces en los destellos humeantes de la cópula. Cruzaría por entre tus pechos rumbo ardiente hasta tu vientre respirando el aroma de cada uno de tus poros para anidar mi boca en besos desarmados en la íntima convexidad de tu pubis. Rasgaría los cortinajes de todos los templos por respirarte en el vaho incesante de tu aliento e incinerarme en las rojas brasas de tus besos para ir a sumergir mi lengua penetrante en la flor abierta de tu sexo. Dejaría suceder el tiempo con sus lluvias invernales y los arreboles del estío, con las delicadas primaveras y las tenues nostalgias otoñales, esperando que vengas ruborosa a mis brazos para hacer la vendimia de tu cuerpo y atraparte en el lagar de mis deseos. Humedecería tus labios resecos con la tierna voracidad de los míos para hacerte olvidar todos los nombres y dejes de esperar por otros besos.


domingo, 22 de junio de 2014

DOMO KULLIÑ


Sic semper tyrannis

Mientras conversamos observo tu rostro de tez morena, cara redonda, frente estrecha, pómulos bien pronunciados, tus ojos pequeños castaño oscuros, tu nariz algo achatada y recta, tu boca grande de los labios gruesos abultados, el pelo grueso, liso y muy negro, la piel suave y tersa de princesa de Todas las Tierras. Voy imaginando tus pechos amplios de morenos y grandes pezones para mi boca siempre sedienta de ti bajo la suave camiseta del pijama. Voy intuyendo el color moreno de tu vientre rebelde, tus caderas anchas y macizas, tu pubis con su maraña de vellos muy oscuros y tiesos como tu pelo lacio de pura estirpe indígena bajo el suave pantalón del pijama. Sonríes adivinando como una machi los deseos respetuosos que me devoran con tu cercanía animal y coqueta, juegas con mis instintos arrastrada dulcemente por las orgullosas soberbias de tus indomables matriarcas ancestrales. Y me dejo extasiar por tu roja risa de copihue, tu altivez de alta araucaria, tu misterio solemne de hirsutos bosques sureños, por tu perfume a harina de piñones, por la sensación de mis manos recorriendo los territorios inexplorados de tu piel oscura ahumada por la leñas de tu sur profundo. Voy recordando tus nalgas ampulosas, tus muslos anchos, tu tetamenta babilónica que suelo gozar en los desparpajos de tus escotes veraniegos. Voy presumiendo tu vulva anchurosa, de un matiz oscuro del rojizo violáceo, mojada, también de labios gruesos y abultados, sexo generoso de hembra dura y fuerte, de insaciable y fértil sexualidad. Pero todo esto tú no lo sabes aunque sé que lo presientes, y nos despedimos con un beso en la mejilla hasta que en la próxima luna volvamos revivir el ceremonial secreto del huinca que te desea.


BREVE CANTO DE AMOR INSANO


Fantasía onanista, otra más.

Yo estaba ahí maldita, rumiando mi desengaño mientras te reías como reina egipcia entre las miradas de los otros, ahí estaba yo, ahogado en mis furiosos celos de los que te hablaban y miraban y deseaban sin saber que eres mía hasta la medula, hasta el concho de tus recuerdos que he borrado a puro beso, a puro acecho, a pura seducción de palabra y poesía, yo estaba ahí en ese rincón hacia donde nunca miraste porque te sentías diosa esparciendo tus feromonas de hembra en celo a dos manos y campaneando tu cuerpo mío como si yo no existiera. Pero para que sepas, maldita, yo fui uno de tus violadores, pensé que me reconocerías por la ternura con que te violé, aunque reconozco que abusé de tus senos, los mamé, chupé, succioné y acaricié con vicio, con impudicia, con perversión, te mordí tus pezones hasta que gritaste de dolor placer. Yo pagué para acceder a tu celda, y los malditos carceleros me dijeron que eras la mejor, la más caliente, la que más grita, la más sumisa en la hora del estupro populoso. Y cuando después de haber abusado hasta el hartazgo de tus pechos, de tus ricas y mullidas tetas, comencé a buscar tu sexo con mis dedos lo encontré pegajoso, mojado no de tu néctar si no del humillante semen de otros machos, por eso, aunque eso despertó mi morbo mas sucio y pervertido, evité pene-trarte y te masturbé violentamente, con rabia, con un asco que se mezclaba con un misterioso placer aberrante, mis dedos chapoteaban en ese charco seminal de los machos anónimos mientras yo me masturbaba como un adolescente depravado hasta que se unieron en la misma epifanía tu orgasmo y mi eyaculación, y te dejé dormida y saciada, y me vine evitando pensar en lo sucedido para que después me pareciera mentira.


VISIONES DE LA ENCARCELADA


Otra fantasía onanista.

"El sexo es el consuelo, para cuando no nos alcanza el amor". Memorias de mis Putas Tristes. Gabriel García Márquez.

Me da la impresión que los guardias esos te tienen enviciada, que no te falta nada, más que cárcel parece que estas en un paraíso. Lo intuía, sabía que en el fondo más oscuro de ti había una exhibicionista, una tragahombres, una bestia sexual insaciable, que era cosa de que te sintieras liberada de traumas, trancas, limites sociales y familiares, muros religiosos o éticos, y te lanzarías en los brazos, cuerpos, de todos los machos que cayeran atrapados en la densa y dulce telaraña de tu feminidad ninfómana, estúpidamente pensé (sic) que en la cárcel del castigo estarías en total celibato, pero claro, si te pones a leer "siempre con poca ropa", mostrando tus muslos voluptuosos, tus tetitas ricas, tus pezoncitos sublimes, tu sexo semidescubierto con sus vellitos recortados, y toda la piel desnuda de tus hombros y brazos y piernas, a la vista de los machos guardianes que te miraran embobados hasta que tus coquetonas miradas de soslayo los erecten e inciten a entrar en la celda del vicio y luego a entrar en todos los sitios penetrables de tu cuerpo con sus duras erecciones carcelarias y montarte como perros callejeros hasta dejarte saciada, untada e inundada del semen grupal oliendo a machos sudorosos, a sexo acalorado y furioso, al sucio chijeteo de vergas pene-trando y otras masturbándose a la espera de seguir chapoteando en tu (mi) rosa fatigada, irritada, adolorida, pero para mí siempre virgen a la espera de nuestro tierno himeneo donde mi verga de macho solitario borre las marcas y lave los aromas de los que poseyeron solo tu cuerpo pero no tu alma, como lo haré yo. Como no desearte hasta el morir si me excita demasiado imaginarte en esa celda lujuriosa, lubricada, asediada, acechada, pene-trada por esa colita rica, por tu conchita deliciosa, por tu boquita succionante, violentada por varios machos sedientos de hembraje, de depravaciones antinatura, en todo caso ya te dije que más tarde que temprano me regocijaré en tu cuerpo mancillado porque por más que te pene-tren nunca desflorarán tu alma, que es mía desde antes.

viernes, 20 de junio de 2014

VISIONES DE LA ROSA ENCARCELADA


Una fantasía onanista.

Maldita gata promiscua, no tienes que decírmelo, sé que gozas noche a noche en tu celda pecadora de ese musculoso postre nocturno y ya vi que ya elegiste un predilecto, un semental favorito como las antiguas reinas viciosas, asumo que lo elegiste después de varias noche de pervertidas lujurias en las manos grasosas y los cuerpos sudados de todos los guardias del piso. No me importa, has de saber que anoche, previa coima a los guardias, estuve ahí mirando la muy caliente escena por la mirilla de la puerta de tu celda, y vi como el gañan ese te montaba con insensible brutalidad sobre la colchoneta sucia y empiojada, y vi que tú cerrabas los ojitos seguramente para imaginarme a mí, y vi que entreabrías tu boquita y decías algo muy calladita de seguro murmurando mi nombre, y vi como tus manos arañaban esa espalda ancha y musculosa del burdo hombrón y asumí que tú soñabas que era mi espalda la que rasguñabas con pasión de gata en celo, y vi como el macho bruto que jineteaba como a una perra callejera asesando como un búfalo desesperado mientras tú te mordías los labios seguramente para no gritar mi nombre en medio de la penumbra calurosa invadida de olor a sudor, a sexo y a densos fluidos, y vi por el desenfrenado movimiento de sus nalgas peludas como el maldito garañón eyaculaba en tu flor de rosados pétalos y tú te retorcías exasperada gritando incoherencias soeces seguro para trata de escapar de ese violento coito forzado y le gritabas que te soltara, que yo era tu único hombre macho amante y tú solo eras mía, pero el tosco palurdo no te soltó hasta que sació su dura y grande virilidad en tu virginal magnolia, y vi como extraía su miembro aun goteando sobre el mármol puro de tu vientre, y vi como tú te quedaste tirada en el mugriento colchón húmedo de sudores genitales, laxa, desmadejada, con tu cuerpecito violentado aun humeando el inmundo y humillante vaho del estupro recién consumado, y vi que te quedaste en silencio seguramente pensando en tu tierno amorcito y sufriendo la deshonra, indignidad, ofensa, vergüenza, afrenta, degradación, mortificación, vejación, e ignominia a la que te había sometido a la fuerza esa abusadora bestia lasciva y depravada. Sí, yo estaba ahí y sufrí la impotencia de no poder auxiliarte, aunque reconozco que gocé hasta la eyaculación la siniestra perversidad del estupro ardiendo en la misma hoguera donde tú te quemabas.


MINÉ


Comienzo mirando excitado el velludo valle de su «chucha» expuesta abiertamente para mí entre la M de las dos colinas de sus piernas recogidas. El valle se prolonga hasta su rostro allá arriba, del que solo veo el mentón y la nariz, antes, veo su vientre, su estomago y sus pechos, todo un paisaje de vasta sexualidad. Sobre su «chocho» la oscura y rala mata de sus vellos púbicos, abajo el periné, esa zona secreta y carnal donde se inicia le hendidura que esconde el elusivo asterisco anal. Ella está recostada de espaldas, sus manos a los lados de su cuerpo sobre la sábana, sus piernas encogidas y abiertas, yo estoy a sus pies, a continuación de ella, boca abajo, con mis brazos pasados bajo sus muslos y rodillas, y mi rostro frente a su «coño». Puedo oler y disfrutar su íntimo aroma de mujer, ver de cerca sus labios vaginales y el rosado capuchón del clítoris como una húmeda flor abierta en su mejor primavera. Acerco mi nariz y la hundo en esa «concha» caliente, mojada, hambrienta, huelo la profundidad misteriosa de sus entrañas, la subo y bajo a lo largo de la deliciosa zanja. Ahora llevo mi lengua al empapado cauce vertical, la paso y repaso con fruición a lo largo subiendo con mística lentitud, sorbo y bebo su denso fluido, lo paladeo como un brebaje mágico, como el elíxir que da la inmortalidad. Voy acelerando los lamidos con todo el ancho de mi lengua repasando una y otra vez su floritura sexual desde el periné hasta el breve glande del clítoris, enviciado, extasiado, como en un intenso trance religioso. Ella se queja susurrando la oración profana del templo de Lesbos, levanta su pubis hacia mi rostro buscando un mayor presión de mi lengua contra su «crica»,  yo juego con su ansiedad y mantengo un empuje constante con breves punciones inesperadas. Llevo la rígida punta de mi lengua a su clítoris y lo punzo, lo presiono, lo hundo, lo rodeo como enroscándolo, lo chupeteo como un sensible pezón o un tierno pene femenino. Ella se aferra a la sábana para no naufragar en el orgasmo antes de gozar hasta el último estremecimiento la plenitud arrobadora del cunnilingus. Entonces la sumerjo de súbito en el violento torbellino de mi lengua surcando su «cuca» en un va y viene incesante y rápido, mi lengua punzando y succionando su sensitivo botoncito carneo, mi lengua hojeando sus labios vaginales, mi lengua zigzagueando lúdica a lo ancho y alto de su «cuchara», mi lengua como un falo penetrando su vagina hasta hacerla orgasmear entre sublimes convulsiones y los desesperados retorcimientos que intentan alejar mi lengua perversa de su «choro» sensibilizado hasta el borde mismo del dolor.


MONOLOGO DEL HUACHO


Ven a dormirme en tus brazos, y no te me hagas la fiera que yo conozco tu otro lado de ternuras e incestuosos instintos, mejor te avienes a una tregua y jugamos juntos al querernos, y me sientes otra vez ahí contigo, acariciando suavemente tu pelo, dibujando el perfil de tu rostro con mi dedo del corazón, dándote besitos tiernos en tus mejillas, mis piernas entrelazadas anudadas con las tuyas, mi rostro dormido entre tus senos como si ya viviéramos en nuestro secreto nirvana. En ese lugar que ya existe en tu piel y la mía buscándose, atreviéndose, incitándose, frotándose por entre los poros abiertos en medio del vaho que surge de los cuerpo desnudos, del deseo que arde y quema en su fuego de distancia y cercanía, de las manos que buscan hasta encontrar la sensación inequívoca de una piel donde ir saciar la intima perversión de los instintos. Ven a dormirme en tus brazos para seguir intentando no romperme en fragmentos en el deshoje que me envías como si fueras mi otoño. Ven a dormirme en tus brazos para poseerte enredada trémula entre mis piernas acercando tus pechos a mi boca para que los bese hasta hacerte doler. Ven a dormirme en tus brazos para sentirte prendida a mi verga hasta que muera entre tus senos derramando esa lava ardiente de tus deseos y de los míos, y la noche al fin no tenga fin. Ven a dormirme en tus brazos con mi boca en tus senos doliéndote, tus manitos hurgando en mi miembro y yo azorado, asustado, sobrepasado con tu aroma sabor atrapándome en su intensa sensualidad, arrastrándome exhausto en su turbulencia desesperante. Ven a dormirme en tus brazos con tu boquita ahí, extrayéndome el deseo como si fuera la piedra de la locura (i). Ven a dormirme en tus brazos y deja que te bese besándote los besos en tu boca de besos.

(i) “Te despeñas. Es el sinfín desesperante, igual y no obstante contrario a la noche de los cuerpos donde apenas un manantial cesa aparece otro que reanuda el fin de las aguas.” De: Extracción de la piedra de locura. Alejandra Pizarnik.


jueves, 19 de junio de 2014

UN XUEÑO INTERXTICIAL


“Que te sueño sin saber de tu amor, que respiro sin conocer tu olor…”. Solo. Anónimo mexicano.

Era una mujer desconocida o irreconocible, extrañamente estábamos recostados, aprisionados y apretados en medio de un tumulto, de frente, casi tocándonos la nariz, yo encima de ella, aunque no recargándola completamente con mi cuerpo, o quizá ambos estábamos de lado, el recuerdo me es confuso, solo sé que estábamos muy juntos, apegados íntimamente el uno al otro, ambos vestidos. Nunca vi su rostro ni dijo palabra alguna, lo señalado era que tenía su mano en mi verga y me masturbaba con lenta y apretada intensidad, yo sentía el placer de su ceñido masajeo fálico, el goce al borde del abismo de la eyaculación que yo contenía intentando alargar el máximo esa entrañable y deliciosa sensación. A veces le hablaba al oído en un susurro para calmar su pudor o vergüenza ante la presencia de las otras personas o para incentivarla a que siguiera pajeándome. Lo hacia como compungida, asustada de si misma, lo que le daba a la situación un toque de voluptuosa perversidad. Sé que no alcancé a eyacular en el sueño porque me desperté muy erecto y como sin saber bien que había sucedido. De ella apenas recuerdo que era madura, delgada, de rasgos finos y piel pálida, no hubo en el sueño un perfume o un olor, ni tactos de mis manos en su cuerpo, quizá el pelo era claro, corto y algo ensortijado, lo demás son inolvidables sensaciones, porque aun siento su mano tibia asiendo mi miembro sensible y endurecido por su manoseo minucioso y furtivo.


UN SUEÑO INTERRUPTUS


“Y desperté, solo era un sueño.
Y estabas allí profunda y dormida…”
Sueño Erótico. Hernán José

Sucedía en un casa llena de gente, había una fiesta o algo así, hablaban muchas personas a la vez, aunque en voz baja, sin mucho barullo. Estábamos como recostados, aprisionados y apretados por el tumulto, como en un metro a la hora punta, cara a cara, yo encima de ella, aunque no recargándola completamente con mi cuerpo, o quizá ambos estábamos de lado, el recuerdo es confuso, solo sé que estábamos muy juntos, apegados el uno al otro. Yo a veces le hablaba de frente casi tocándonos la nariz, o al oído, en un susurro inaudible para los otros, que por cierto no participaban del sueño y ni yo los veía siquiera, solo eran sus presencias a través de las voces y la conciencia clara de que estaban allí. Nunca vi su rostro, ni dijo palabra, solo sentía su mano en mi verga masturbándome con lenta intensidad pero apretándola con ardiente vehemencia, sentía el placer del ceñido masajeo fálico, el goce al borde mismo de la eyaculación que yo contenía para alargar al máximo la deliciosa sensación. Yo algo le iba murmurando, no sé si para calmar su temor, pudor o vergüenza ante la presencia de los demás o para incentivarla a que siguiera pajeándome, aunque presentía que ella deseaba complacerme a como diera lugar. Su mano tibia se aferraba a mi miembro, subía y bajaba en un corto recorrido prepucial porque solo podía mover su mano no el brazo, la apretujada grupal le impedía mayores movimientos. Mi goce masturbatorio era intenso, concentrado en mi pene y su mano, ni siquiera sentía la presión de su cuerpo en el mío, ni menos sus senos punzando mi pecho. En el tiempo del sueño solo fueron unos pocos minutos y mi excitación era contenida, casi intolerable, pero no alcancé, en el sueño, a eyacular, solo me desperté muy erecto, sin saber muy bien que había sucedido, ni con quien. 

UN SUEÑO BLOQUEADO

“Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores.” La noche boca arriba. Julio Cortázar.

Debió ser en la fase del Movimiento del Ojo Rápido, cuando el ritmo del corazón y la respiración se aceleran, la presión arterial aumenta y aumenta la actividad cerebral, incluso más que cuando estamos despiertos. Sucedía en un casa llena de gente, había una fiesta o algo así, hablaban muchas personas a la vez, aunque en voz baja, sin mucho barullo. Estábamos como recostados, aprisionados y apretados por el tumulto, como en un metro a la hora punta, cara a cara, yo encima de ella, aunque no recargándola completamente con mi cuerpo, o quizá ambos estábamos de lado, el recuerdo es confuso, solo sé que estábamos muy juntos, apegados el uno al otro. Yo a veces le hablaba de frente casi tocándonos la nariz, o al oído, en un susurro inaudible para los otros, que por cierto no participaban del sueño y ni yo los veía siquiera, solo eran sus presencias a través de las voces y la conciencia clara de que estaban allí. Nunca vi su rostro, ni dijo palabra, solo sentía su mano en mi verga masturbándome con lenta intensidad pero apretándola mucho, sentía el placer del ceñido masajeo fálico, el goce al borde mismo de la eyaculación que yo contenía para alargar al máximo la deliciosa sensación. Yo algo le iba diciendo, no sé si para calmar su pudor o vergüenza ante la presencia de los demás o para incentivarla a que siguiera pajeándome. La férrea censura onírica de los seres reprimidos me impidió reconocerla, apenas alcanzo a recordar que era más que madura, delgada, de rasgos finos y piel pálida, no tengo memoria de un perfume o un olor, ni tactos de mis manos en ella, quizá el pelo era claro, no muy largo y algo ensortijado, nada más. Quizá, pienso (sic), fue una sublimación de un abrazo que di a una dama de protuberantes y  notorios pezones bajo la blusa, sin soutien, aunque es mas bien gordita, o era una antigua amiga madura y muy dama de los gratos tiempos gabianos de la que recibí una esquela hace poco, o incluso la rancherita, con la que estuve conversando trivialidades el día anterior. O por último, no supe quien era porque necesitaba bloquear la verdadera pareja que deseo y la sustituí por alguien aun más imposible. Seguro fue como dicen los que saben de estas vainas freudianas, aquello que se echa de menos en la vida real se manifiesta en los sueños, porque nuestro cerebro nos compensa de esa manera la carencia. Un detalle final y no menos importante, no alcancé, en el sueño, a eyacular, solo me desperté muy erecto y como sin saber bien que había sucedido.


miércoles, 18 de junio de 2014

ESPEJOS


“Devoraré los espejos
que se posarán en tu humedecido vientre
mientras tu flamígera lengua desvirgará
las burbujas de mi sexo enardecido...”
Al otro lado del mar. Rafael Fernando Ospina

Viviré en los azogues emasculados que te espían en tu desnudez soberana, íntima y perpetua, seré habitante perplejo del vidrio que te mira y refleja tus pechos amplios, las pequeñas protuberancias edípicas de tus pezones, la breve concavidad del cuenco de tu ombligo, tus muslos pálidos, tu pubis hirsuto, la convexidad exuberante de tus glúteos, la rosada violácea traza vertical de tu vulva escondida. Agotaré los espejos que se enviciarán en tu húmedo pubis mientras tu ansiosa lengua desflorará las continencias de mi falo erguido. Vagaré extraviado en los cristales empavonados por los calientes vahos de tu cuerpo, escrutando los destellos de ti, los fulgores de ti, tu silueta y tu sombra, para atraparte cuando te miras de reojo a ti misma, desnuda, en tu pudoroso exhibicionismo. Suplantaré los espejos que se regocijarán en tu voluptuoso vientre mientras tu ensalivada lengua humedecerá las venas de mi miembro agarrotado. Buscaré tus impúdicas imágenes en las pulidas superficies de la obsidiana y del bronce, en las vítreas lisuras de las sílices fundidas, donde la luz de tu piel se refleja como una densa miel cegadora. Usurparé los espejos que se solazarán en tu luctuoso vientre mientras tu voraz lengua desatará las vertientes de mi príapo endurecido. Te estaré espiando en las vidrieras que te reflejan caminando ensimismada por las calles, en los espejos que te observan silenciosos en los salones y en las peluquerías, en el de tu baño y en el de tu dormitorio, y también dentro de la copa de vino donde se asoman tus labios. Habitaré los espejos que se derramarán en tu mórbido vientre mientras tu húmeda lengua morderá el prepucio de mi verga erecta. Te veré especular repetida inversa como la suprema y generosa divinidad de todas las lunas enmarcadas en sus doradas molduras, en la del gran espejo donde te miras desnuda y voluptuosa cuando secas tu cuerpo, en la del espejo donde te contemplas cuando te maquillas, en la del pequeño espejo en que miras tu boca cuando pintas tus labios. Destruiré los espejos que se masturbarán en tu acesante vientre mientras tu lamedora lengua desvestirá el glande de mi pene encendido.


martes, 17 de junio de 2014

FENIXIACIONES


“El acto en sí es trivial, momentáneo y no requiere descripción”. La secta del Fénix, Jorge Luis Borges.

Los cuerpos de trasmutan se empastan se aglutinan se transforman se travisten se traban en calientes herejías; ella lo monta refregando restregando su pubis en su cóccix, montándolo cabalgándolo, el desliza punza su verga en la vulva mojada anegada estilando, se sodomizan se lamen se insertan se abren se desfloran se envician se transan en oleosas transacciones, se confunden se equivocan se perforan se cavan abiertos boca ano vulva ano pene boca, se mimetizan, se desesperan se rozan, se anegan en sudores se ensalivan, se huelen se vuelven brasas animales, se imbrican se traslapan se chupan se maman se lengüetean se escurren hacia adentro dentro profundo, se enervan se coagulan se impetran empotrados potro potranca, se incrustan ingles ancas corcoveantes, se despliegan, se interfieren se incineran se convierten en macho hembra y viceversa y más allá o más acá, se interruptan se carcomen se engullen se muerden se mastican se succionan se lamen invertidos, se degluten se urgen se abusan se violan se violentan en marginales desesperaciones, se agarran se frotan se aferran se urden se trenzan se demoran en lujuriosas indecencias libidinosas, se consumen se fragmentan se disuelven se eternizan se copulan se culean se masturban se pajean, se penetran se interpenetran se repenetran se introducen se vierten eyaculan orgasman, el semen escurre por muslos, por la comisura vertical de la vulva, desde la carnal oquedad de la vagina, gotea cristalizado desde la punta del balano, se abrazan se besan se acarician tiernamente, se duermen en los cuerpos saciados.

TEXTURAS


Solo en la implicancia de mis denodados deseos por explorar tu piel en su más pura desnudez, por ir poro a poro detectando su lisura inclemente con las yemas devorantes de mis dedos escurriendo, se instauran las ardientes vehemencias por la posesión de tu cuerpo en las estribaciones del nocturno excitado. Surgen estremecidas perturbaciones por la accesible suavidad de tus hombros y tus brazos, origen esencial de tus ternuras, suma de cariños y orilla de ti hacia tus generosos senos matriarcales. Arden penetrantes anhelos en la hoguera iniciada en la tersura manifiesta del interior de tus muslos, región de enviciadas solemnidades, cálidos mármoles que convergen en el atrio del templo donde me prosterno en lánguidas oraciones para ungir mis labios y mi lengua de tus vúlvicos rocíos. Florecen los solitarios apetitos manuales por sensibles erecciones e imagino que manipulas mi verga erecta con tus artes de sutil masajeadora sobre la delicada piel de mi prepucio, que lames la tersa convexidad de mi glande con la avaricia hambrienta de una pomposa y perfumada cortesana. Devorado por las cautivantes incitaciones de las curvas prominentes de tus nalgas, de la tumescente suavidad del entorno blando y tibio de tus pezones, de la dulce blandura de los lóbulos de tus orejas, abro las humedecidas y tiernas blanduras de tus pétalos vulvales para ir acabando dedeando en tu clítoris con las magias volcánicas de mis empirismos y masturbaciones volcado en ti por tus mullidas blandas mórbidas texturas de hembra  excitada, dueña en plenitud de sus furiosos ardores vaginales. Eyaculo en la sedosidad turgente de tus pechos, en los ceñidos y temerosos pliegues radiados de tu flor del sur obsequiosa y sumisa a brutales sodomías, en la rugosidad de la hondura empapada de tu ávida vulva, eyaculo buscando tus íntimas texturas.


lunes, 16 de junio de 2014

LOS FENIXIOS (i)


Para la Ariadna perdida en su propio laberinto.

-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo- (ii), hay inmundas bestias que se esconden en penumbroso y tibios lechos humedecidos por sus propios sudores y se entregan a pecaminosos ritos sexuales, a primitivas ceremonias fálicas, a pervertidas parafilias innombrables. Hablan de sus fantasías y experiencias sexuales abiertamente en lenguaje desvergonzado, soez e indecente, sin ninguna censura ni limitación, solo para excitar al otro o a si mismos, se masturban a vista y paciencia del otro, incitándose mutuamente, para dejarse arrastrar por las turbias ansiedades de la carnalidad. Abusan de la pornografía, cada uno a su gusto y modo, juegan a participar en imaginarias orgías o grupos swingers, siempre están explorando otras opciones anormales o repugnantes, los juegos de roles en que cada uno recrea sus pervertidas y secretas fantasías, los juegos con dildos, las bolas chinas o el huevo de jade, incluso los mas sucios no trepidan en buscar irracionales placeres en el borde de la zoofilia, no pocos consideran el ano también un órgano sexual y no solo a través de la obvia penetración. No es raro verlos ensimismados en un extraño rito exhibicionista-voyerista, él sentado en un sillón la observa masturbándose lentamente ante la excitante visión de ella semidesnuda, solo con brassiere, bragas y tacos, de pie, impúdica y contoneándose como una vulgar meretriz de prostíbulo de puerto o de barrio rojo. No hacen el amor, porque saben que el amor no se hace sino que se siente, por eso tienen un sexo esencialmente animal e instintivo, sin más fin que disfrutar y compartir el divino esplendor del goce físico, sus búsquedas se concentran en las innumerables variantes físicas del sexo, en todo aquello que no es necesario para meramente procrear. Sé que tú piensas que esas alternativas son para las parejas que están aburridas y llevan mucho tiempo juntas, o si sucede será porque ya no se desean naturalmente, es posible, pero a la larga eso pasa siempre, toda repetición mata, la rutina crea ceremoniales vacíos y lo sexual es experiencia pura, visceral y existencial, absolutamente plena, egoísta en su sentido más humano y personal, es quizá la única posibilidad que tenemos de vencer a la muerte. -Pero lo que es peor de todo Ariadna, -dijo Teseo-, no lo creerás, en esos instantes parecen intensamente felices.

Notas.-
(i) La secta del Fénix. Jorge Luis Borges. http://www.literatura.us/borges/lasecta.html

(ii) La Casa de Asterión. Jorge Luis Borges.

ALUCINACIONES


A veces la imagino en silencio leyendo recostada desnuda sobre el lecho como una recurrente entelequia que mis deseos construyen en mis mustias horas masturbatorias. Es solo una calenturienta ilusión o pervertido simulacro, la extrema representación erótica de la mujer arquetipo de mi adolescencia, entregada a sus secretos apetitos carnales, liberada de límites, de censuras, de temores y de pudores, lejana de recatos, serena virgen de los viciosos desparpajos. A veces finjo que la observo perfectamente desnuda, recostada sobre el lecho, pero la miro escondido, espiándola por el resquicio de la puerta o, como siempre, desde el espejo empavonado por el vaho del agua caliente que bañó recién sus amplias tetitas deliciosas y sus protuberantes pezones coronándolas, sus muslos y sus glúteos, su vientre y la fina maraña de sus vellos púbicos, su cuerpo pleno exhibido a destajo para mis ojos achinados. En esa clarividencia nítida, mi mano soba, aprieta, masturba, con la lúdica e imposible ficción de su mano en su pubis, su dedo en pequeños círculos moviéndose sobre su clítoris, sus labios entreabiertos, su respiración acesante, y me entrego al delirio de sus quejidos gozosos, de sus arrullos procaces, de sus grititos ahogados en la almohada, de su vulva humedecida estilando los caldos que mi lengua ha bebido sedienta en otras antiguas invenciones. Y se me confunde la visión del sucediendo con la percepción que crean mis anhelos por poseerla, con la sensación de ser en ella penetrado copulando, y en esa oscura intuición enervante me vierto en una eyaculación de enloquecidos desvaríos. A veces me asalta la inspiración de recrearla aquí tan cerca y desnuda que alcanzo a hundir mi nariz entre sus mullidos pechos, y en esa alucinación la veo en su plenitud otoñal de hembra madura, la percibo curiosa mirando por el ventanal de la lluvia, la miro rodeada de objetos desconocidos, un astrolabio, una taza de café, un cenicero y una copa de cristal burilado, un gato de porcelana y una pequeña campana de bronce, la veo vestida con coquetos pantalones grises muy apegados a sus nalgas, con una blusa de arabescos blancos y negros, con un pañuelo de seda al cuello, de tacos negros, la veo desvestida, de soutien que apenas encopa sus amplios senos, y de brevísimas bragas que no cubren en totalidad lo que debieran, todo de un negro exultante, la veo desnudísima bajo la luz de la luna dormida, la veo asiluetada en los últimos carmines del día, la veo azul o verde, de una extraña tonalidad del fucsia o de un tornasolado iridiscente, pero, misteriosamente, nunca la veo en aquel amarillo extraviado.


VULNERABLE (Irrespetos)


Epígrafe no publicable.

Duermes sin acosos en tu lecho matriarcal, sueñas, me introduzco furtivo en tu sueño para ir a acurrucarme en ti calladito, silencioso, tierno como un bebé, tuyo hasta la madrugada. Y nos quedamos así, suspendidos en el tiempo como pompas de jabón o leves vilanos mecidos por la cálida brisa del estío. En el dulce insomnio de tu cercanía me acosan las delicadas lujurias de mis deseos e irrumpo en tu sueño de magnolias y mariposas, como un halo denso, viscoso y caliente que al tocar tu desnudez irreverente se vierte en ti como un brebaje de erectas consistencias seminales. Primero te masajeo suave y lento para remover tu cansancio como un agua tibia que te inunda con sensual levedad, siento por tu calmada respiración que te vas sumiendo en las profundidades de un sueño de parques lluviosos, de estatuas quietas en un atardecer de arreboles, de siluetas que caminan entre los charcos. Entonces comienzo a soñarte a mis anchas, desnuda, en pose inclinada sobre el agua lavando tu cabello, vulnerable, sometida a mis antojos que también están en ti latentes, imaginados y fantaseados, tal como está escrito en los previos pergaminos. Mis manos ávidas te acarician haciendo sentir a tu piel ese fuego de hoguera encendido, reviviendo en tu mente los nítidos recuerdos de íntimos manoseos y eróticas hurgaciones que tu cuerpo ya posee. Te tomo de las anchas caderas y te atraigo hacía mí hasta rozar y comprimir mi falo endurecido contra tus glúteos, hasta surcar con mi erguida virilidad la apretada y tibia cisura que separa tus nalgas en dos convexidades tersas y pomposas, te estremecen placenteras sensaciones socavando tu voluntad y te mueves rítmicamente hacía atrás, consintiendo lo que venga. Sientes la inquietante punzadura de una tiesa tumescencia pero no volteas tu rostro, rendida a mis escabrosos designios. Hundo mis dedos en tus mullidas carnes ansiosas, me aprieto contra ti, beso, lamo tu espalda aun curvada sobre el agua en que lavas, en mi sueño, tus cabellos, restriego en vertical sube y baja mi verga inserta en tu estrecha hendidura interglútea. Permaneces quieta, en tu sueño, oliendo las flores y escuchando los gorjeos de las aves por aquel parque encantado. Me muevo más y más rápido, más urgente, frotando mi príapo en tu sumiso, blando y libidinoso trasero, lo fricciono, lo rozo, lo presiono, lo someto a fálicas frotaciones sin penetraciones pecaminosas, solo para sentir la mórbida voluptuosidad de tus ancas en la sensible erección de mi pene. Henchido de líquidos ardores eyaculo sobre tu cuenco sacro, derramado, untando mi semen como un ebrio y hereje sacerdote ungiendo tu arqueada desnudez con sus perturbadores óleos sacramentales. Caminas por la playa relajada y feliz, en tu sueño, sintiendo una humedad caliente que escurre por tus muslos como un agua densa y lechosa.


domingo, 15 de junio de 2014

RESPETUOSAMENTE


Yo te voy encariñando suavemente deslizando mis ternuras por tu cuerpo vestido, con debido respeto, mientras tú me encierras en los celos por los hombres que te miran, desde por arriba en tu escote y desde abajo de tu falda, irreverentes y erectos, desafiantes y a la vez borregos ante tu altivez de señora, me incitas al flagelo de pensarte deseada en todas partes, en la tierra como el cielo, en lo virtual como en lo real, tal cual, me atenazas con la envidia de estar cerca tuyo como esos otros que pueden rozar tus manos, oler tu perfume, ver el leve subir y bajar de tu blusa bajo el lento oleaje de tu respiración. Será hasta que mis cariños se vuelvan irrespetuosos y te traspasen la piel con insensatas irreverencias y voluptuosos desacatos, entonces volveré a poseerte en alma, mente, imaginación y fantasía, y sentirás mi acecho otra vez con perversa contumacia, mis ansiosas obstinaciones en verte semidesnuda entre ese añorado amarillo. Y tú sabrás que ya eres mía porque a la noche mis manos suaves relajaran tu cuerpo y desataran los nudos de tu cansancio, se deslizarán las yemas de mis dedos todos por las curvaturas de tu espalda, ascenderán subirán con lentísimo deleite las combas de tus nalgas, mis manos bajarán abarcando las túrgidas y tibias paralelas convexidades de tus muslos, surcarán la tersa hendidura interior que los separa, seguirán por tus piernas hacia tus pies para ir a enviciarse en tus deditos como en un juego de niños.   



sábado, 14 de junio de 2014

INCENSURAS


Mis besos buscan desesperados tu boca para ensalivarla florecidos en ella como en una feraz primavera de amarillos girasoles y blancos sacuanjoches. Mi boca busca tus besos para relamerte de comisura a comisura en tus susurros de hembra seducida y diluirte en estremecimientos desojados de mustios pudores. Mi nariz busca tus axilas para emborracharse en tus prístinos sudores, tu pubis oloroso a tus intensas intimidades, tu pelo oleaje azabache con sesgos lunares donde se esconden tus delicados perfumes, tu cuello fragante a sueños de ti. Mis manos buscan las amplitudes y anchuras de tus pechos para solazarse en ellos, en su mullida consistencia incestuosa, en su nostálgica tibieza maternal y en sus voluptuosas provocaciones sensoriales. Mis labios desesperan por tus pezones para beberte en ellos perseverados de ansiosas succiones en la ciega ambigüedad de ciertos prohibidos conjuros pervertidos. Mis dedos buscan la surcante humedad olorosa a tus deseos para saciarse en la apretada oquedad de tu ser que destila sus lujuriosos licores. Mi lengua busca tu abierta vulva mojada en sus fluidos derroches para lamerte lamida lamiendo hasta desatar tus anegaciones y quejidos. Mis ingles buscan tus nalgas de urgente potranca para cabalgarte por las brutales sodomías de nuestras antiguas fantasías. Mi falo busca tus urgencias vaginales, sus estrujantes contracciones que incitan a penetrantes y desenfrenadas eyaculaciones para derramarse en ti como un brioso potro enviciado en tu celo. Mi noche busca tu noche para consumarnos en esta cópula que ambos nos debemos desde aquel inicio primordial de nuestro tiempo.

jueves, 12 de junio de 2014

EL VISITANTE


Anoche te esperé en el sueño, recorrí de esquina a esquina el parque de siempre, te busqué detrás de las estatuas, en los escaños anochecidos, en el reflejo lunar del estanque de los peces silenciosos, en el zureo nocturno de las palomas, te busqué en los jardines de rosales y de magnolias, en la frescura del pasto dormido, en los lugares donde nunca nos besamos y en los sitios donde nuestras huellas contrapuestas nos delatan al amanecer, en fin, te busqué hasta la orilla del sueño y no, no apareciste. Entonces te miré dormir toda la noche, sin tocarte, solo con mi ojos acariciando cada fragmento de tu cuerpo que quedaba desnudo fuera de las sábanas, tus brazos impúdicos, el escote acosado por tu respiración en sueño, en algún momento el destello de un suave muslo buscando frescura, tu rostro dormido atravesando un sueño donde yo no estaba pues te miraba dormir extasiado en tu quietud de esfinge o de gárgola. Pero sé que existe otro alguien que ya habita instalado en tus sueños y te genera entrabadas sensaciones y te posee en lujuriosas rutinas, y que te hace rendirte a sus caricias repetidas como en un rito cotidiano, que sabe por innumerables ensayos y errores llevarte al éxtasis que humedece tu cuerpo hasta saciarte. Tonto de mí, que creí que solo era yo, crédulo mendigo, que podía penetrar tus sueños. Pero también sé que yo soy el dueño de tu rosa embebida, de sus latidos y de la dulce densidad de sus brebajes, de sus ardores escondidos en los medanos de tus insomnios y de cada sensación que la estremece, y tú lo sabes, lo has sentido, lo has vivido más de una noche mientras te rompo la boca a besos porque yo soy el sátiro que traspasa y penetra tus remilgos de gata infiel mientras alguien duerme a tu lado sin soñarte. 

FURORES


Nos revolcamos ensalivados mordidos lamidos, los miembros trabados resbalando en la fluidez gelatinosa de orgiásticas sudoraciones, insertos en una ambigüedad sexual de penetrantes juegos digitales y bucales, manoseados impúdicos desatados, sin las cobardías del decoro del recato de los pudores, desnudos abierta-erecto sin conciencia de tiempo ni de espacio, arrobados estremecidos en la obscena continuidad de orgasmos y eyaculaciones, chapoteando en los charcos seminales y en los densos derramamientos vaginales, entregados a masturbaciones egoístas o reciprocas, a cópulas indecentes abusivas bestiales, o a preámbulos empapados embadurnados untados, voluntariamente depravados hasta el dolor-placer ilimitado, corrompidos, absortos en la voluptuosidad de ese momento que se despliega en deleites de piel con piel restregadas, en feroces lenguas anudadas turgentes, en pellizcos y apreturas, prostituidos violados abusados, devengados por el éxtasis incesante destilado de la vulgaridad soez de hembra y macho perdidos en un coito del ángeles malditos, enloquecidos vulvoso-priápica, enviciados, impregnado, culiantes estúpricos, pajeros machacantes, insertados acoplados como animales urdidos en la trama de sus instintos, enceguecidos humeantes incrustados boca ano vulva verga dedo y viceversa y variando y más adentro más profundo más hondo, insaturados envergada-envulvado, embebidos humedecidos chorreantes anegados, cómplices en un concierto soez de que va de gritos a murmullos rugientes gimientes entreverados con una densa y sudorosa sinfonía de quejidos, de bravas arengas pornográficas en palabras urgentes que avivan requieren obligan en un erótico vaivén de sumisiones y bestialismos, compungidos asustados vehementes, succionados mamados chupeteados, arrebatados por la furia insensata de un sexo absoluto, vívido y carnal, convocantes incitantes inquietantes y finalmente felizmente saciados.

SEDUXIONES


“Si uno asume que la virtualidad es una ilusión puede vivirla y sentirla como tal, como un sueño erótico, como una fantasía creada por uno mismo. Lo que importa es que el goce sea real.” ‘EnInclementae’, Summa Ática, Varelio.

“El problema político consiste en liberar al sujeto del confinamiento en la verdad de su deseo. Hay que desexualizarse siguiendo una línea de multiplicación e intensificación de los placeres.” De ‘La voluntad de saber’, Michel Foucault.

Talvez si la tratan con ternura, suavecito, la van apaciguando con susurros, lentas caricias, delicados besos en las comisuras, la abrazan con cariño, la escuchan con atención, le dicen que si a todo, la hacen sentirse reina única y le escriben cositas románticas y a la vez eróticas, le despiertan los mismos antiguos deseos de cuando se miraba joven, virgen y desnuda en los espejos como si fuera un pecado, y se exploraba curiosa y se tocaba avergonzada buscando donde se escondía el sexo que ya presentía e iba sintiendo sus propios latidos retumbando en las sienes, y entrecerraba los ojos y entreabría sus labios cuando encontraba asombrada los indicios iniciales del goce solitario. Talvez si la voy besando como no queriendo en el cuello, en los parpados, en la comisura de su boca, entre subiendo por sus pechos, talvez si le mordisqueo el lóbulo de sus orejas mientras la enciendo con el vaho caliente de mi aliento, si recorro devorante la comarca de su vientre y el escondrijo enmarañado de su pubis. Talvez cuando llegué a las nalguitas dé un respingo y me deje masajearlas a destajo para seguir insinuante con mis dedos recorriendo senderos inexplorados, cosquillosos pliegues, apretados intersticios, las calientes y húmedas porciones de su cuerpo conspirando contra ella misma en inevitables ardores. Talvez entonces se le quiebren los delicados cristales de sus recatos y me deje lamerla ilimitada, sumirme en la blandura tibia de sus senos, chupar hasta la hartura sus soñados pezones y penetrarla quietecita en la afiebrada y mojada hondura de su vulva. Talvez.


FELATICIA (Palimpsesto)


“¿A donde fue aquel cuerpo
que debió ser inoculado?
¿En donde están esas piernas
que abrazaban mi cintura?
Qué fue de esa boca felatica…”
Celibato, Ramiro Pérez Llamoca

Ella sabía que hay dos lugares donde brotan las más intensas sensaciones en el pene, la parte superior, el glande, y la parte que une los testículos con el ano, el perineo, y se afanaba en esa pequeña zona de infinitos terminales nerviosos estimulándola suavemente con la lengua o con los dedos cuando ocupaba su lengua en otra parte. Sabía que lo primero era lograr una buena erección, entonces iniciaba el rito acariciando mi pene suavemente por encima del pantalón mientras lo liberaba de la prisión de la ropa y seguía sobajeándolo hasta que notaba que estaba bien rígido. Si por tímidas razones mi erección se demoraba la promovía acariciando los testículos con una mano y con la otra agarraba el pene con decisión y lo emborrachaba en un incremental sube y baja hasta que más tarde o más pronto lograba la rigidez necesaria y deseada. Una vez que me lo ponía bien tieso me miraba a los ojos y pasaba incitante su lengua por los labios para humedecerlos antes de comenzar a chupar mi miembro ansioso. Luego acercaba su boca al balano, respiraba sobre él con fuerza para que yo sintiera el calor abrasador de su aliento y lentamente con la punta de la lengua comenzaba a recorrerlo con pequeños y delicados movimientos circulares sobre el glande y también en el frenillo, ponía la cabeza de lado y me daba pequeños mordisquitos pero con los labios, nunca con los dientes. Luego seguir éste juego fálico un buen rato intuía, hembra experimentada, que ya se daban las condiciones para introducir mi pene en su boca, lo iba haciendo en una lentísima ceremonia, introduciéndolo y sacándolo, manteniendo la presión labial y el masturbatorio ritmo atávico. Seguía en ese lúbrico movimiento de bajar y subir los labios por mi verga, introduciéndolo más profundo en cada bajada, y luego volvía a hacerlo con menos profundidad. Así continuaba hasta el momento de la eyaculación, como yo tendía a introducir el falo con más fuerza y profundidad dentro de su boca, ella se retraía un poco para evitar el atragantamiento. A veces se tragaba el semen, y mantenía el miembro en su boca uno segundos más hasta que lo sentía ya fláccido y saciado. Siempre, si era posible, me miraba fijamente a los ojos mientras me estaba felando, intuía en su naturaleza de hembra sumisa que eso me enloquecía. Y por supuesto, sabía que la práctica insistente era lo que le daba su divina maestría.

miércoles, 11 de junio de 2014

EMPOTRAMIENTOS


Veo el breve icono verde y comienzo a soñarte entre mis brazos, y te beso con ternura para raptarte del día, desato las memorias que me fueron invadidas por tus voces y tus arrullos, me convierto en el niño macho potro que se prende en la inquietante e íntima escabrosidad de tus pezones. Para no dejar que me olvides que te amo en los silencios y te deseo en los espejos. Comparto en ti el eco de tu música que me llega desde la hondura sagrada del Amar y se me va convirtiendo en tu voz que me socava con su aliento allá en las antiguas primaveras de un bosque que ahora inverna en tu silencio. Te veo desde tus espejos toda mía desnuda solo para mis ojos en la intimidad de tu deseo. Devoro tu reflejo cuando te acaricia la toalla y va siendo mis manos sobre tu ostentosa tetamenta, en tus corvas y tus ancas, en tu pubis triangulado por esos vellos olorosos, en la excitante concavidad de tus caderas, y en la suavidad mullida de tus muslos. Desde este lejos someto tu vulva a mis lujuriosas perversiones refractada en las magias replicantes del vidrio atrapado en las molduras. Tras el liso cristal te espío cuando encorvada secas tus rodillas o altiva rasuras tus axilas, te observo extasiado cuando con solitario pudor orinas vertiendo tus aguas cristalinas en sus leves amarillos, o te masturbas enmudecida con los ojos semicerrados recordando antiguas copulaciones. Sé que sabes que yo estoy siempre mirando saboreando gozando tu cuerpo desnudo que se repite incesante para mí en los espejos. Empotrado en el azogue te voy acechando en la luna quieta del cuarto de baño oculto en el vapor que surge de tu cuerpo cuando te duchas en las mañanas, y ahí, humedecido de ti, te poseo hembra hasta que nuestros quejidos despierten la mañana.