sábado, 28 de febrero de 2015

TENTACIONES HUMOS ANSIEDADES


No beberé toda la copa
ni caerán todos los besos.
Odalisca. Isidora, 2005.

Sabía que habían en usted brasas de escondidos rojos quemantes bajo las alegres cenizas de los años, intuía que su dulce sensibilidad lleva en su interior la mujer que respira los húmedos ocres rojizos de los otoños y sueña, que sus manos dejan escurrir las arenas del tiempo sabiendo que ese mar del estío que mira con nostálgico silencio en los atardeceres, las volverá a traer a su playa convertidas en ardientes granos de los cuarzos que hieren incesantes porque aún hay fuegos encendidos que jamás se apagarán porque permanecen latentes bajo su piel. Revivida por gracia de antiguas seducciones estará ahora buscando las palabras que le queman en su roja boca de besos extraviados, los voluptuosos adjetivos de lo mórbido, lo abierto, lo erecto, lo penetrante, esos verbos impúdicos que no se olvidan por que pertenecen al lúbrico lenguaje de un obsceno imaginario clandestino, todo aquello que nunca se ha atrevido a pronunciar ni a escribir, sí a imaginar o soñar en ese íntimo espacio que hay antes del sueño, cuando los ojos ven en la oscuridad sus ardores y delirios de plena hembra vigente. Quizá ahora en la turbulencia de los instintos desatados por la cercanía de los penúltimos otoños, cuando aun los frutos maduros de su cuerpo se endulzan en imaginaciones imposibles y ansiosas visiones, deje escarchada la censura, cristalizado el pudor, y se lance a ojos cerrados desde los altos acantilados de la lujuria para ir a rozar, entibiar, acariciar aquel macho desnudo que la espera en los suburbios de sus secretos desvelos para hundir las manos en las desnudas arcillas de la cálida porcelana escindida de la vendimia de su deliciosa madurez.


viernes, 27 de febrero de 2015

INTOCABLES


En pensant à la Comtesse impalpable

Jugaríamos al sin tocar, sin palpar ni manosear, no a las caricias ni los sobajeos, como si no estuviéramos ahí frente a frente, desnudos excitados hirviendo en la salmuera del deseo, subiría mi mirada por tu muda desnudez hasta tu boca entreabierta y bajaría con lenta lascivia por tu recatado sostén, por tu estomago cruzando tu ombligo, por tu vientre de tierna hembra madura, por tu pubis de ralos vellos, se bifurcaría por la suavidad tersa del interior de tus muslos, por tus rodillas descendiendo fetichista hasta las mismas uñitas pintadas de tus pies, bajarías la vista sin vergüenza para atrapar con tus ojos el príapo que ya atrapó mi mano pecadora, la mata púbica, mis piernas de cansado caminante, subirías recorriendo mi pecho casi sin pilosidad, ojearías mis tetillas imaginando tus labios en ellas succionando y mis quejidos voluptuosos, volvería a subir contando tus inquietantes manchas solares, subirías a remirar mis labios fantaseando su besos y libaciones, mis lunares, mi pelo cano, iniciaríamos coincidiendo sin una palabra un doble rito masturbatorio, tú allá con tus dedos hurgando entre los rosados pétalos de tu vulva, o tu dedo pecador en breves círculos enviciado en tu clítoris congestionado, envidiado por rojo glande de mi pene erecto, tus dedos afanando, mi mano masturbando, las miradas que se buscan con lujuriosa perversión, la cadencia de un ritmo que se repite en el otro, las respiraciones acesando desatadas en el silencio, el esplendor del orgasmo y la eyaculación, los ojos incrustados en la vehemencia voyerista, sin tocarnos.


SUEÑO DE UN VIAJE


“Quien inventó la distancia no tenía ni idea de lo que era extrañar a alguien...” Anónimo

En el sueño hay un viaje que siempre han soñado, un vuelo de ave en libertad de ida y de vuelta, en el sueño ellos se encierran y se besan en ardientes preámbulos antes de hacer el amor, ella desnuda se tiende a su lado, él fuma ansioso de la posesión y ríe feliz rozando sus pezones con la punta de su nariz, hundiendo su rostro entre sus pechos, y baja a buscar el aroma de su vulva que se mezcla con el humo del tabaco que como un incienso erótico invade su sexo húmedo, lo lame alborozado en la consumación del antiguo sueño mientras percibe estremecido que ella mantiene el mismo inquietante sex-appeal que desde siempre hace que la vea y se excite, ese cuerpo que le encanta y le hechiza, sus senos, sus glúteos, que le incita el ávido deseo de tocarla acariciarla besarla entera, ella lo va besando de a poco, besa el miembro, juega con sus labios sobre el, lo toma como un biberón, baja suavemente hasta la base de la verga y juega con su lengua y labios besándolo, haciéndolo soñar dentro del sueño, sus manos acarician sus tetillas mientras hace del falo una locura de amor, hasta que él declame su amor por ella y grite de placer, de emoción, sus deseos de placer con su cuerpo para que extraiga todo el placer posible de su cuerpo, ella baja sus labios hasta el centro entre la flor del sur y la base del pene, y la dureza de la verga es su bombón, su golosina, y chupa, lame, succiona esa sabrosura del príapo hasta introducirlo entero en su boca, él siente a su potranca en celo, en amor, en pasión, él se entrega, ella le pide el miembro porque es de ella y ninguna lo puede gozar, ella siente como lame su flor abierta y le pide que la haga suya, él desliza su lengua por ella, chupetea su clítoris, lo chupa lo muerde lo come, pone la punta del falo en su vulva y lo va metiendo lento lento entero, todo dentro de ella, y luego la jinetea, se mueve para metérselo entero, todo, para que sienta sus bolas rozando (ella pide mas, mas fuerte más más), la culea loco como un potro (no pares, no pares grita ella), su pichula entera está adentro, la culea más y más rápido (ella pide más, más, más), hunde su pichula en su chucha (ella aúlla, grita, se queja, pide que la chuchee más), él siente que va a eyacular, la chuchea más, más, culea como loco (ella pide que acaben juntos) y hunde su verga en su chucha (juntos, juntos, no pares, dice ella), la culea rico, le dice que goce así así y le inunda la chuchita de semen caliente gritándole que lo sienta, ella orgasma entre quejidos, ambos abrazados, se estremecen juntos, se besan, se deshacen en tibias arenas y se sumergen felices en la ciénaga del amor. Ella comienza su viaje de retorno.


HELGA


Nos enredamos en torpes turbulencias, nos negamos la breve felicidad de los cuerpos copulando, la vorágine de los deseos que se consuman enloquecidos, nos evadimos de la carnalidad última, pequeñas brasas en las cenizas, como si el tiempo fuera un infinito de días porvenir, un sin fin de tardes lluviosas, de parques por caminar pisando hojas secas, de atardeceres marinos, de luces de barcos atracados en la noche ilusoria de un puerto que no ha existido nunca, paisajes de sombras en tu ventanal, lejano campanario, hierbabuena y tabaco. Besé tu boca abarcándola, lamí tu cuerpo semidesnudo, tus muslos, tu pubis de ralos vellos, olí y saboreé la húmeda verticalidad sexual que me esperaba entre tus piernas, acaricie tus glúteos y la curva tenaz de tu espalda, dejé que tu mano me consumara, vencimos los crepúsculos y untamos de fervores el anochecer, el goce nos fue dado, y ahí fuiste única e insoportable. Ahora es tarde, ya no les creo  a las mujeres que se enamoran de mis letras palabras frases párrafos textos, porque se enamoran de lo que no soy, solo les parece que soy, para ellas, lo que buscan, un solitario, un ausente un pasajero, un extraño sin rostro que las seduce por el verbo como si las embriagara con el dulce vino de sus propias vendimias. Por lo demás ya no importan, estoy viejo, estamos viejos, es cosa de números, de edad, la perdida continua de futuro, el tedio de vivir lo mismo día a día o el mismo día repetido de nostalgias y ausencias, el sinsentido de un desolado imperio vacío. También tú huiste, pero quizá solo te escapaste momentánea por el verano caluroso para no seguir sometida a mis fálicas urgencias y hastiada de ir tan seguido a la iglesia a purificarte con otras aguas benditas.


TOPOLOGIA, HUMOS, AUSENCIA


“Otro amor platónico... sí, soy una chica de humo”. Isidora

Humo, humareda, vaho sobre los espejos, bruma del amanecer, una silueta difuminada en sus propios sueños, escondida en la niebla del pudor mordiéndose los labios abrasada por las sábanas de su larga noche repetida en la silenciosa desesperación del cuerpo que se deshace en impúdicas caricias que no rozan ni tocan ni palpan, que no arden en sus huellas por los pechos sensibles, el vientre palpitante, el pubis incendiado, los muslos apretados, las piernas inquietas atrapadas en el lecho reseco, sin los ansiados sudores perfumados de la cópula. Medianoche con olor a humos lejanos e imposibles, sueños de hogueras quemando los pliegues de la piel, de llamas arrasando el oloroso bosque de los vellos púbicos, de brasas vivas calcinando los íntimos senderos por donde escurren las solitarias lujurias, del fuego de un aliento macho en su cuello devorándola, de uno labios calientes escaldando el tibio canalillo, de unos dedos ardiendo insertos en la vulva anhelante, de una lengua esparciendo la lava ardiente de la saliva por vedados territorios. La fogata fulgurando con la hojarasca del insomnio, el hálito caldeado que evocan los pezones, succiones y pellizcos, las incandescentes fumarolas de un fálico volcán que añoran los muslos, lamidos y mordiscos, la inflamada impenetrabilidad decretada por la distancia, por el tiempo, por el azar o el recato ante el verbal acecho. Polvo llevado por el viento, cenizas, finas arenas, recorren las desérticas madrugadas, vacías, el martirio de la luz que atraviesa las cortinas e inunda de rutina deshojada otro largo y tedioso día en celibato.

Nota.- La Topología es la rama de las matemáticas dedicada al estudio de aquellas propiedades de los cuerpos geométricos que permanecen inalteradas por transformaciones continuas.


jueves, 26 de febrero de 2015

INCRUSTACION


Penetración de “El despertar de la criada”, de Eduardo Sívori, óleo sobre tela, 198 x 131 cm., en fragmentos del texto “Rodin: Gigante y Titán, Apuntes estilísticos sobre la naturaleza del genio” (i), de Rodrigo, 2.157 palabras. O viceversa.

La mano se erige en prolongación de la voluntad incitada del macho -el voyerista- excitadísimo. Con carne en la carne modela la idea, surgida ésta de la observación transparente de desnudo impúdico de la musa exhibida, de ese ser y su circunstancia. La sirvienta –desnuda– con su cuerpo robusto, despeinada, las evidentes deformidades de su pie en primer plano, dando vuelta una media, la mujer en el momento del despertar y a punto de colocarse su uniforme de trabajo, el interior del cuarto contiene unos pocos muebles: una mesita de luz de madera, la cama de hierro en la cual se sienta la mujer (ii). Modela la mano en el miembro las emociones fantaseadas de la mujer en quien fija la atención, una atención transgresora, desvergonzada, indiscreta, fisgona, veraz, que busca lo auténtico lascivo y expuesto en la apariencia: lo real. Embebido por el ansia de humedad, se instala en la frontera donde lo erguido sólido endurecido se hace denso líquido y lo líquido se impregna lo erecto, y ambos, por efecto de lo masturbatorio, en un mismo instante, fundan lo erótico, el significado, la idea, la emoción: la eyaculación. La figura parece surgir o ser capturada por la materia sexual -a la que debe la existencia- religando el sentido del acto fornicador al origen seminal, incluso del sexo: lo que nace de la imaginación, como pulsión, nunca acaba de tener entidad individualizada, pues que se debe al cambio continuo y vano sería capturar un momento que tiene principio y fin pero no sentido, pues al hacerlo disolveríamos en ello lo que de pervertido tiene. La mórbida piel como soporte por su delicadeza y sensualidad, se ablanda y relaja su tensión; endurece y tensa la otra sensualidad. Su belleza obscena no sufrirá, pues es intrínseca a la forma, mas sí variará su carga emotiva, tan ligada a la impresión significativa que ese soporte llevan implícito. Por su parte en su pertinente desnudez, es capaz de transmitir, al primer golpe de vista, todo el aroma del deseo; un aroma que entra por los ojos y embriaga los sentidos desde la albura del tímido gesto; y es esa albura, esa superficie de patinada piel, la que emite los efluvios visuales que obran el prodigio: gesto puro y carnal, que como una olorosa corola abierta impacta los sentidos. Donde en el albo cuerpo de la hembra todo es suaves curvas y mullidas blanduras, en el del ser observante todo se vuelve fibra tensionada y rigidez muscular; donde allí ingenuidad aquí delectación; donde en el tierno ademán, sensual ensoñación, en el ademán ensimismado, realismo onanista.


Le lever de la bonne, Eduardo Sívori, 1887

(i) Rodin: Gigante y Titán
Apuntes estilísticos sobre la naturaleza del genio
Rodrigo (Blog Consentido Propio)
El Titán escultórico que hay en Rodin presupone lo que en él hay de Gigante. Sin éste aquél no sería quien es. El Gigante que Rodin es le debe más a su carácter de divino alfarero que al de picapedrero. Señor de la Tierra, utiliza la arcilla, el yeso, con el mismo valor, con semejante eficacia, con que fuera utilizada por Dios para su creación más compleja, la del ser humano. La mano se erige, así, en prolongación de la voluntad creativa, del genio -el suyo- originalísimo. Con barro modela la idea, surgida ésta de la observación transparente del alma de las cosas, de los seres y su circunstancia.
Modela la mano en el barro las emociones de los seres en quienes fija la atención, una atención transgresora, desvergonzada, indiscreta, fisgona, veraz, que busca lo auténtico contenido y ocultado en la apariencia: lo natural. El Gigante Rodin prefiere el contacto directo con la materia moldeable; capaz de recrear el pálpito de lo vivo en la arcilla; las yemas de sus dedos obedecen a su pasión, una pasión que le brota a borbollones de las fuentes de lo inefable. No desdeña el cincel ni la maza, mas prefiere la caricia. Su gigantismo no es ciclópeo, sino posidónico: prefiere domeñar la tierra con el agua, y una vez domeñada modelar en ella la obra que dicte su inspiración, antes que arrancar a golpes a la piedra las figuras que celosa guarda en su informe seno. En este sentido es menos Gigante (menos tortuosa y poderosamente Gigante) que Miguel Ángel (o que Bernini), pero de aliento más oceánico: es su gigantismo profundo como el mar, y, como éste, en constante movimiento. Señor de la Tierra, pues, que, embebido por el ansia de humedad, se instala en la frontera donde lo sólido se hace líquido y lo líquido se impregna de lo sólido, y ambos, por efecto del genio, en un  mismo ser, fundan lo etéreo, el significado, la idea, la emoción: la obra de arte.
.....Escapa el Gigante Rodin al mandato olímpico: se rebela contra el Zeus académico, decidido a luchar contra el neoclasicismo anquilosado en Parnasos trasnochados, fríos, estériles; dirige su mirada hacia atrás, más atrás aún, hacia el origen, no del arte escultórico, sino de la misma emoción. Primero se topa con el genio inmarcesible y ciclópeo de Michelangelo, para, de éste, rebotar más lejos aún, veinte siglos atrás, hundiéndose en el nacimiento de lo clásico, para encontrar allí la fuente original, el frescor de lo auténtico, en Fidias. Quiere, porque lo siente vibrar en su pecho, conectar con aquel primer vínculo que hizo al ser humano artista sofisticado, pero natural. El genio, sin ambages, capturando la idea de la realidad y reproduciéndola con verismo, con emoción, con vitalidad. Se reveló el Gigante que en él había cuando Rodin tomó contacto con el sublime aretino, rebasados ya los treinta años, en su obligado viaje a Italia (obligado para todo aspirante a artista). Allí, en la enormidad del libérrimo genio reancentista, encontró Auguste su destino. A partir de él conectaría con el ilustre genio ateniense que lo llevaría de la mano hasta el mismo origen del acto creador: sé tú mismo, habla con tu propia voz. Rodin regresó de su viaje a Italia (1877) ya convertido en Gigante, un Gigante al que le cabía el dudoso honor de hacer la guerra a los dioses de su formación. Si coqueteó levemente con el clasicismo fue para sobrepasarlo, para desprender de él la pátina de idealismo que aún portaba para dejarlo desnudo, puro, sin prejuicios idealizadores. Utilizó sus temas, mitológicos, alegóricos, pero para refundarlos, refundirlos, despojando de ellos toda intención abstracta e ideal, enfocando y centrándose en lo que tienen de modelos para recrear lo natural que habita, sí, en la apariencia del ser humano, pero también en su interior.
.....Al genio, al Gigante, al Titán, Rodin, le importaba menos el tema que la obra en sí, menos la representación que la presentación. Su idea es la del que trasfunde la mera apariencia para contemplar los objetos en profundidad. Y es por eso que sus manos pasan una y otra vez sobre la arcilla húmeda hasta que consigue dotar a la imagen creada de la profundidad que se hunde más allá de la apariencia. Y es así cómo se explica la polémica que siempre rodeó sus obras, y el rechazo que siempre cosechó de la oficialidad academicista. Pero el genio inquebrantable no conoce fronteras ni límites ni sometimientos ni esclavitud, y se rebela, y combate, y se empeña en proclamar, con su alta voz propia, y reclamar, con exigencia y orgullo seguro de sí mismo, la parcela que le corresponde en el ilimitado territorio de la creatividad.
.....Le interesa al Gigante, al Titán, Rodin hablar del hombre y de la mujer en sus obras, de sus circunstancias, de sus alegrías y temores, de su desesperación y de su amor, de sus angustias y zozobras, y todo ello puesto en volumen, a veces con la impresión de lo inacabado, apenas resaltado pero definido sabia y sutilmente, o esbozado, o fragmentado, como el ser humano mismo se siente. A algunas de sus figuras les falta la cabeza, o algún miembro, o su torso se muestra, en la divina proporción, imperfectible y tosco, sólo para mostrar la verdad del gesto que interesa; y así, el rostro que falta, las piernas ausentes, los muñones de brazos alzados hacia la nada, cobran el sentido de su ausencia por lo que sugieren al dibujarse, con trazo invisible, en el espacio. Otras, la figura parece surgir o ser capturada por la materia informe -a la que debe la existencia- religando el sentido del acto creador al origen, incluso del universo: lo que nace de la nada, como idea, nunca acaba de tener entidad individualizada, pues que se debe al cambio continuo y vano sería capturar un instante que no tiene principio ni fin, pues al hacerlo mataríamos en ello lo que de vital tiene. El Gigante Rodin persigue capturar la vida en sus obras, portador prometeico (Titán, por tanto) del fuego divino, con sus manos de gigante infunde en la forma el cálido aliento que hace que las cosas sean, y sean como son.
.....Es así cómo en Los Burgueses de Calais o en Balzac se encuentra Rodin con la barrera del inmovilismo lapidario, de la tradición más conservadora presente en códigos dignos del túmulo funerario, pero no de la corriente imparable del arte (una corriente que parece hoy día -en pleno siglo XXI- haber llegado a su mar, donde todo confluye y nada se destaca, donde todo se haya disuelto en un mismo artístico seno). Concitar en la obra de arte no sólo una imagen, una figura, sino el ser que late en ella, es la obra gigantesca emprendida por Rodin.
.....En aquellos seis hombres que en la Guerra de los Cien Años salvaran a Calais de la devastación anglosajona, probos varones que se encaminan hacia la inmolación para salvar a sus congéneres, Rodin busca la soledad interior, huye del panfleto, de la apología, del convencionalismo patriotero, para enfrentar a cada hombre con su inevitable destino. Si es verdad -que lo es- que estamos solos ante la muerte, Rodin quiere captarlo, y lo logra, y de esta forma privilegia y rinde homenaje, no a una actitud noble, sino la misma esencia del ser humano. Tenían razón los prohombres calaisiens del comisionado consistorio cuando vieron en la obra del artista algo poco patriótico, poco distintivo, poco local, pues lo que Rodin expresa en ella es algo universal, común a la especie, si encarnada en cada uno de los personajes allí reconocibles: la individualidad que no abjura de su unicidad, de su sustrato común: la humanidad. Cuando uno contempla esta obra que no ofrece, de las muchas que tiene, una vista preferible a otra, se ve a sí mismo, ve una faceta de quien uno mismo es, no ya Eustache de Saint Pierre, Pierre de Wissant o Jean d'Aire. La comitiva de reos no es ya un grupo homogéneo de ilustres, sino una heterogeneidad de individualidades que se interpela sin esperar respuesta, o se desespera escondiendo la cabeza entre los dedos sarmentosos, o dirige su mirada hacia el espacio vacío (hacia su mismo vacío futuro) en busca de un asidero que no encuentra. Todos ellos reflejos de un sólo y único, humano, prisma
.....En Balzac ocurre otro tanto. No se limita el escultor a recrear una efigie al uso, ni tan siquiera una que revele con agudeza rasgos psicológicos. Rodin ve la obra en su integridad y no se para en mientes, realizando obras maestras de los bocetos que lo irán aproximando a la expresión buscada. Una bata de baño se convierte así en motivo de escándalo y de admiración; ahí está como un canto de alabanza a la significación de lo aparentemente trivial: en esa sola bata enfundada en el vacío hay toda una humanidad contenida. Posteriormente la bata se transformará y pasará a ser impreciso sobretodo en el que se enfundará el genial autor de La Comedia Humana, semejando un grueso tallo de narciso del que asoma, capullo en trance de abrirse, el inconfundible cáliz florecido de su prominente cabeza: ya no es el retrato de un escritor, es la captura del mismo acto de crear que lo caracteriza, es Balzac en florecimiento perpetuo.
.....El Pensador como paradigma de su impronta de Titán, El Beso como emblema de su casta de Gigante. No son intercambiables, aunque así se haya hecho. Él pensó sus obras en su contexto propio, y aunque ambas, las dos, surgieran al hilo de su trabajo sobre Las Puertas del Infierno, bien supo desde un primer momento que la escena que representa a los amantes Paolo y Francesca da Rimini, tal y como él la concebía, pedía el mármol como soporte por su delicadeza y sensualidad. En cambio el Dante, él mismo, el ser humano en general, que representa el esfuerzo y la concentración reflexiva de la criatura pensante, demandaban el bronce. Intercambiad los ámbitos, los soportes, las materias, que les son propios, y habréis cambiado la carga significativa y emocional que sugieren. Si Pensador de mármol, ablandaremos y relajaremos su tensión; si Beso de bronce, endureceremos y tensaremos su sensualidad. Su belleza no sufrirá, pues es intrínseca a la forma, mas sí variará su carga emotiva, tan ligada a la impresión significativa que uno u otro soporte llevan implícitos.
..... El Pensador, en su bronce originario, trasluce el maravilloso rigor que se establece entre la diferencia cualitativa que supone el pensamiento en el reino animal y la poderosa fisicidad que le es propia; como si el fuego necesario para fundir y modelar la materia de que está hecho le comunicara parte de su naturaleza ígnea, asimilando así la conciencia reflexiva a la llama del conocimiento: materia sólida que arde desde su facultad para pensar. Por su parte El Beso, en su pertinente mármol, es capaz de transmitir, al primer golpe de vista, todo el aroma del amor; un aroma que entra por los ojos y embriaga los sentidos desde la albura del enlazado gesto; y es esa albura, esa superficie de patinada piel, la que, desde el abrazo desnudo en que se funden labio contra labio el hombre y la mujer, emite los efluvios visuales que obran el prodigio: gesto de mármol que como una olorosa corola abierta impacta los sentidos. Donde en el albo cuerpo de los amantes todo es suaves curvas y delicados perfiles, en el del ser pensante todo se vuelve fibra tensionada y atención muscular; donde allí delectación, aquí concentración; donde en el tierno y compartido ademán, sensual ensoñación, en el ademán ensimismado, realismo intelectual. Dos realidades, dos actitudes, dos necesidades, dos naturalezas que alcanzan en la expresión dada por Rodin la categoría de modelos que sintetizan las dos grandes pasiones distintivas del ser humano: la de pensar y la de amar.
.....Gigante y Titán. Tierra y fuego, arcilla o mármol y bronce, son medios de que se sirve el genio creador, mas es la voluntad quien guía, quien elige, quien gobierna y ejecuta. Si Gigante por su fecunda conexión con la tierra, Titán por lo ardiente de su pasión creadora; desde la plataforma que ambos le ofrecen, Rodin asalta, Olimpo academicista, el reino de lo inamovible, lo zarandea y hace zozobrar, lo derriba y lo suplanta, en él se instala y permanece... hasta el día de hoy. Enmienda así la mitológica tradicional derrota que Gigantes y Titanes sufrieran a manos de los dioses (de la Academia). Y para culminar el retruécano de la leyenda, ahí, en la obra de su vida, la que le llevara cuarenta años de dedicación, se erige en privilegiado observador del Tártaro donde aquéllos, en la versión oficial y canónica, fueran confinados. Tártaro de negro bronce donde la debilidad de la humana condición se refleja, esa que le confiere, a la postre, su capacidad para lo gigantesco y lo titánico. Se cierra el círculo.
7 de Junio de 2014

(ii) Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, Argentina.


BELLA SEÑORA BARONESA


“Emmanuel, estas como el vino, sigo siendo tu chica de humo, me siento enamorada”. La Baronesa

Relumbra incitante en la noche, encantadora, y se desliza sensual con su coqueta mirada esparciendo en el aire un aroma de mujer prohibida, entre tierna y dulce, pero intocable. Háblame de ti bella señora, de ti y de lo que sientes, de tus silencios, de tus sueños, y  de los amantes que habitan clandestinos esos sueños. Te miras al espejo por la mañana sin miedo, porque aunque tu piel ya no es aquella porcelana sabes vivir cada instante en románticos arrebatos. Háblame de ti bella e imposible Baronesa, háblame de ti sinceramente, regálame la pequeña esperanza de un día poseer tu misterio, en cualquier lugar donde tu playa y mi lluvia desaten la tormenta que un día no prometió el destino. En ti está mi paraíso perdido, allí soñamos sin nombres ni apellidos, llévame contigo a la tibieza que escondes entre tus pechos, a la humedad negada de tu sexo, al sabor embriagante de tu saliva, al roce voluptuoso de tu boca recorriendo en mí tus dominios. Deja resbalar tu vestido, regálame la madura desnudez de tu cuerpo antes de que llegue el invierno, vive el aquí y el ahora de este estío, deja que me acerque a poco a poco para que estalle mi cuerpo ardiendo en tus ardores, háblame de ti bella señora lejana, de tus secretos deseos en la noche oscura, de las ansias que anegan de sudor tus insomnios, del porqué de tu quieta persistencia de altiva escultura. Me tanteas, me enciendes, me coqueteas, y te evaporas siempre como una intangible hembra de humo. Bella dama, bella playa, bello atardecer, pero estas de otro enamorada.


miércoles, 25 de febrero de 2015

DANZA SOBRE PERCAL


"Amaga misterio en todo; la arcanidad provoca veneración; aún en el darse a entender se ha de huir la llaneza". Oráculo Manual, Baltasar Gracián y Morales, 1647

Cozita monga moñoca, voy a por ti buscando nuevas formas retóricas, inesperadas metáforas y renovados lenguajes, símbolos y códigos para seguir nombrándote describiéndote hasta penetrarte con esotéricos bizarros rebuscados extraños caóticos barrocos obscenos, porque de ti surgen como tentáculos tus inspiraciones recalcinantes para motivar erguidos delirios sicalípticos. Cruje el mambo en el lecho enfebrecido y se abre una florconcha enjugada y se yergue un durópalo jugoso, se crispan las manos garras en las pálidas carnes exultantes, bocas abarcan succionando mordiendo caníbales las desnudas carnalidades, abundan mórbidas lisuras y mullidos pliegues carnales, endurecido hierro, dilatada oquedad, quejidos, susurros mienten soeces palabras incitantes prostituyendo la noche pausada con inclemencias e impudicias, do los dedos en la vulva, do la boca en el príapo, van a por el fornicio los amantes emporcados en sus propios sudores y salivas, copulando danzan en los charcos de pervertidos espejismos, en el tremedal de los miembros entrabados enfestado el falo de brillante balano insértase solemne en la humedecida armadija velluda, viértese quemante el lechoso denso lento semen en medio de la algarabía biunívoca de un gritaje de azuzamientos de cantidad (maas...), de tiempo (yaa..., ahoraa...), de asentimiento (siii...) y de forma (asíii...), gata chillando empalada y can asesando absorbido, agobiantes locuras desplegadas en la complicidad del goce lúbrico y el deleite lascivo. Cenizas tibias sobre los escombros de las ruinas del imperio perdido, el tedio de saber que deben seguir viviendo, laxo el miembro, anegada la vulva, saciados los instintos desatados, conjugan otros verbos buscándose. Y sería todo señora mía porque esta cumbiamba se acabó.


DELICIOSA AMBIGUEDAD


Para P. en su V.

“Te mandó mi sentimiento y mi deseo de estar mil noches para tu placer” P. H.

Hice que tu roja boca revoloteara sobre el túmulo del goce, mariposa lamedora hirviendo en su voracidad oral con su lengua enroscada en lo carnal de efímero erguimiento, en el ídolo penetrante, punzón que no hiere, lingam sagrado al que te prosternas sin mirar mi rostro avergonzada de ceder a su endurecido capricho y a tus desarmados pudores. Hueles los erectos perfumes de la fálica tiesura, degustas el sabor del pecado insistente, de tu vicio soberano y urgente, lames, mamas, chupas, succionas, tus labios orales entregados al loco frenesí de la felación ensimismada, con femenina ambigüedad aferras aprietas masturbas para borrarte sumergida en tu bifurcada ansiedad, sin máscara, maquillada a la luz de tu confusa e ilusoria realidad, soberbia hembra declarada saboreas sensaciones y emociones, sensibilizada más por la curva que por largura, grosor o dureza, gozas la tiesa y tersa consistencia carnal en su viril almíbar seminal. Atravesamos la ciénaga de los sobajeos, de los gozos de la eyaculación, te disgregas en placeres prohibidos, sorbes avergonzada como en un sueño vedado el semen que te escurre denso por la comisuras, tu lengua repite el rubor de tus mejillas, estremecida te vierte en una breve erección clitoriana, siempre bajo el fuego de besos insinuantes, desesperada en el torbellino de impúdicas manos atareadas en leves penetraciones, con lenta sensualidad el momento emerge en un misterioso orgasmo destellante. Saciados e impuros abrimos la puerta del recato y salimos a las calles entre el vuelo de palomas y el aura del origen, muy de lejos los ojos inquisidores nos ven siluetas diluidas en las sombras; un caballero y una dama paseando.


SAL Y AROMA DEL DESEO


(Dueto Ella – Él)

Noche de otoño deshojada, violenta, expectante, tiempos cubiertos de desvelo trasnochado, inquietud de cuerpo deseoso. Noche lluviosa de tormentas bravas, furiosas, plena de pasión, de deseos lujuriosos, caricias en manos curiosas en espera de nuestros cuerpos, de deseos de sentir el aroma de la piel despertando nuestros deseos desvestidos. Poco a poco me desprenderé de mis rosas y mi piel sudorosa del temor y del miedo a la entrega apasionada, estoy aquí ansiosa enternecida ante la expectativa de sentirme cubierta de sueños. Desataré los nudos de tus delirios y ensoñaciones, abriré los cuatro pétalos de esa otra rosa enternecida y lameré con incesansia de caracol sediento el sudor que perla la desnudez de tus muslos, así habrá otra noche de tormentosas urgencias en el lecho donde nos sumergimos buscándonos con los miembros trabados en la hoguera de los deseos. Y las manos harán cenizas la piel del otro, y se mezclarán aromas vúlvicos y seminales en un solo perfume sexual invadiendo la vertida intimidad. Me hice sal; fue mi castigo, por desear tu fuego me hice leña, me quemé en tus brazos, el cuerpo quemé en tus llamas, eran tus deseos, me llamaban, ambos nos hundimos en un infierno, el deseo eran llamas y gemidos, placeres, besos, lamidos, gritos. Dos cuerpos al unísono, dos seres sedientos, un hombre una mujer. Macho y hembra pasión y fuego, dos seres deseando fundirse, perder el sentido, solos tú y yo y el silencio. Y fuimos desvelo, delirio, fuego y sal disuelta en los sudores de una cópula enternecida en la ensoñación de una lluviosa noche otoñal.


martes, 24 de febrero de 2015

SACIADAS ESCRITURAS


“Dos cosas no nos han de faltar: las delicias de la carne y las delicias de la literatura”. Makura no Sōshi

Te dejabas escribir y escribías, yo te iba descifrando palabra a palabra mientras tú te desnudabas sonrojada, escondías tus lujurias en barrocos códigos verbales, en etéreos romanticismos decimonónicos, tu lecho tibio era el marfil de tu alta torre, en su fuego mañanero forjabas las metáforas de tus deseos escondidos, de tus secretos desenfrenos, de las oscuras intenciones saciadas en solitario a medio camino entre lo que debió ser y lo que no querías. Imaginabas susurros y roces, visiones de los intentos y una quemante saliva transcribiendo vagas obscenidades en tu piel, escribías, a muslos desnudos y abiertos, con las letras ocultando tu pubis, y yo te surcaba la espalda con la yema de un solo dedo, mordisqueaba el lóbulo de tu oreja y te daba besitos en el cuello, tú escribías de sensuales sensaciones, de íntimos hurgamientos, de una humedad que confluía en otra lamiendo, del vaho caliente de un aliento que recorría las comarcas abandonadas de tu cuerpo, las frígidas periferias de sus instintos clausurados, las orillas de tus turbulencias y las arenas sin huellas de tus insomnios, yo desentrañaba la misteriosa escritura de tus vellos púbicos, el horóscopo que declaraban las manchas lunares inscritas en la suavidad sexual de tu dermis, untaba con impudicia mi miembro en el zumo de tu vulva para escribir en tu vientre los signos de la convergencia y en la comba de tus nalgas los jeroglíficos encharcados de mis delirios, tú escribías en voz baja y yo te lamía el clítoris con literaria parsimonia para que iniciáramos otra vez un renovado y lascivo vocabulario.


lunes, 23 de febrero de 2015

ONIRIA ILUSORIA


“Distorsiones, cambios de perspectiva, entre otros, son juegos visuales que utilizo para navegar a través de lo real y lo ilusorio, más cerca del sueño que de la figuración”. Peri Labeyrie

Si los oníricos deseos que nos urgen soledades y lúbricas ansiedades se cumplieran un atardecer cualquiera en cualquier lugar entre tu boca y la mía, en cierto lecho sin pecado de un cuarto de ventanales ciegos, no solo haríamos el amor enrevesado de los amantes sin tiempo ni lugar, sino también platicaríamos abrazados de nuestras vidas posibles e imposibles si nos hubiéramos conocido medio siglo antes en el paraíso del aguas o en el barrio de la aguas contenidas en el aljibe subterráneo, nos besaríamos con ternuras atrasadas, con la felicidad en la yema de los dedos y con las bocas abarcando todos los besos negados por el mal azar o el incomprensible destino. Y estas ansias de poseerte hembra en tus intersticios, de estar dormido entre tus pechos, de beber de tu vulva los dulces licores embriagantes de la pasión, se consumarían en esa hora larga como los años nuestros, y te buscaría por los lugares donde tu perfume ha dejado las huellas de tu paso, en las sábanas y en mis manos delirantes, mordería tu cuerpo como un caníbal poseso para cubrirte entera sin resquicios, como potro erguido sobre tu lujuria enyeguecida, dejaría tu boca mordida y tu voluptuosa desnudez rasguñada, tu rostro enrojecido y tu sexo anegado penetrado lamido violado hasta en sus más recónditas honduras. Y hacía el amanecer inevitable me dejaré caer vencido y feliz porque orbité tus senos como un engendro desolado, porque añadí a tus pezones las pervertidas salivas del incesto, y porque gocé los mórbidos contornos de tu cuerpo exhibido en afán masturbatorio como un arcángel maniatado o un demonio demente.


COPULA VERBAL

(Dueto Ella – Él)

Hombre, búscame, esta noche iré sedienta de tus deseos, ansiosa de tus besos, necesitada de ti, de tu cuerpo, has que el nido de tu brazo me cobije, quiero besar tu desnudez con mis labios ardiendo en busca de la savia que guardas en la tibieza de tus piernas. Acariciaré tu cuerpo como artesana de la greda, lameré el sudor que desprenda tu locura, despertaré tus deseos con mis manos calientes, tocaré con hambre y sed tu hombría, me quemaré en tu fuego hasta convertirme en ceniza, déjame ser tuya hasta que la aurora alumbre nuestros cuerpos desnudos en la arena. Sembraremos luceros que alumbren como luciérnagas el camino de la pasión y los deseos. Hembra mía, ven a los arcos incendiados de mis brazos, satura de besos todas mis bocas y mis vertientes, déjate derramar por mi piel desnuda, por el inhiesto miembro erguido en tu honor y gloria de mujer seducida, por los bronces vencidos de mi pecho macho, y por eternos esquistos seminales de tu pubis. Inserta tus ardores entre mis labios, ahógame o inúndame, pero no cohíbas tus manos ni tu boca ni tu vulva y fluye por mi espalda liberada de suspiros y venganzas, ilumina tu densidad sexual y acógeme en tu reino de ninfa desatada para encontrar el sendero de tus aromas que llevan a los lúbricos abismos de la pasión y los deseos. Voy con mis manos a tu pasión cargada de ansiedades buscando mi clímax, dejando que mi placer fluya hacia ti desde mi ardor a tu río. Te anegas de mi espeso brebaje con los ojos cerrados y tus labios entreabiertos en el intento salvaje de desbaratar la estremecida sed de tu orgasmo.

viernes, 20 de febrero de 2015

FUGADA


Sobre sus reminiscencias y sus contornos, desde su boca de besos hambrientos hasta la uña pintada del dedo mayor de su pie, se fue caminando por las meridionales aguas lagunares y marinas, hacia las lluvias a destiempo, hacia la blanca nave anclada a la gira. Se llevo la inspiración y los deseos escritos en las manchas en sus muslos lunares, en las largas perspectivas de sus piernas con sus pies de fondo y en los íntimos colores de sus bragas o en los diseños cambiantes de los edredones sobre los que se recostaba maja semidesnuda posando. Envolvió la lujuria en un trapo y dejo vacío el espejo, inútil al negro vibrante y las luces de los barcos apagadas. Se fue huyendo de si misma por los oscuros senderos del desencanto o del desengaño, se cansó de la cumbiamba sin sentido, de diluirse en breves fragmento de su piel, de ocultarse en las marismas de una sexualidad atrapada, de escarbar en sus instintos a contrapelo buscando sin buscar humedecida la vertiente perdida de sus orgasmos. O quizá se escapó momentánea por el verano caluroso para no seguir sometida a las fálicas urgencias de un fauno acosador. Dejó un brevario de recatadas incitaciones que no tenían más intención que hacer florecer los verbos barrocos en el juego de da y quita de su coqueto egoísmo pudoroso, dejó la visión inquietante de unos escasos vellos púbicos asomados en sus ingles, el sabor inolvidable de su flor abierta a libaciones y masturbatorios dedeos, y una tierna amistad que sobrevivió a todas sus furias.


jueves, 19 de febrero de 2015

L'ADDIO INASPETTATO DI FIRENZE


Se va, desaparece, no huye ni naufraga, se va en viaje sin retorno para que no se le vuelen los sueños, emigra hacia otras voces desatadas u otros ventanales clausurados, deja la penumbra cargada con su nombre y su silueta de sombras en las sombras. Se ausenta lentamente, sin torpes tristezas ni avisos vanos, se difumina como un humo de sándalo o incienso, como una misteriosa mariposa transitoria, abandona sin un gesto la pequeña y reiterada perversión de su fina mano suave aferrando frotando erectando con elegancia de amante francesa el miembro ansioso y sensible, con la dulce complicidad de esfinge en lejanía, abandona a su mala suerte las manos que encoparon sus pechos y acariciaron su pelo, los labios que rozaron sus pezones y jamás la besaron. Queda el tenue reverbero de su cuerpo en las paredes empapeladas, su sutil impronta de antigua dama extraviada en el tiempo que aun viene caminando por un pasado cristalizado allá en el barrio de sus últimas primaveras. Se marcha sin adioses ni arrepentimientos, se va como llegó, etérea, leve, femenina, envuelta en esa hermosura irreal que se miraba siempre desde la vereda de enfrente. Con delicadeza de eterna viajera se alejó aun antes de su partida para no dejar la nostalgia doliendo en carne viva, cumpliendo así la vaga premonición de toda adolescencia: Se va la mano que te induce. Se va o perece (*). Emigra altiva como si no hubiera permanecido nunca en el cuarto de la luz tamizada por las grietas de los muros vencidos. Se ausenta para siempre, definitiva y silenciosa, alguien a mediodía lo ha confirmado, y hoy una mano de congoja llena de otoño el horizonte (*).


* Mariposa en otoño. Pablo Neruda.

ULTIMAS BULERÍAS


Te escondes en vano detrás de la rosa roja en tus labios porque las yemas de mis dedos seguirán danzando sobre la mórbida ilusión de tus pechos, porque mis manos subirán por tus caderas hasta sumirse en tus axilas, por que mis labios permanecerán embebidos en tu pelo miel oro derramado, porque mi nariz huirá como siempre en la noche surcando el canalillo hacia abajo hasta tu ombligo, porque la rosa roja repetida no borra el hechizo de tu cimbreante cuerpo desnudo alguna vez sobre rojo lecho. Te ocultas en el rojo de antiguas rosas rojas con tu sonrisa coqueta y tu mirada furtiva, desatas los nudos del deseo y te vuelves estatua o silencio, ajena ausente, desperdigada en los rincones del recuerdo, habitante mañanera tintineante, soberbia en tus hábitos de hembra palpitante, recupero de tu piel las lejanas lujurias y las vas moliendo, ardientes arenas, en el cuenco de tu espalda bailaora, te despliegas enjoyada sobre los negros encajes, escote perfumado en ese tibio abismo del suicidio de este gitano clandestino. Alguna vez su dulce madurez rompió el cristal de la madrugada, y entre el frío y la llovizna la llevé caminando embelesada, (quizá soñando), por las calles desconocidas de un barrio que yo le iba describiendo pausadito, y en las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos (i). Y todo esto se lo digo desde lejos, invisible, lúbrico y solemne, para que el destino cierre el libro del encuentro y éstos sean los últimos versos que yo le escribo (ii).

(i) La casada infiel. Romancero gitano. Federico García Lorca, 1928.
(i) Poema XX. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pablo Neruda, 1924.


LENTO CELIBATO


En el delirio y tormento del desesperado celibato, lento el tiempo o imposible la distancia, ardo en los fuegos de tu cuerpo, en la visiones, las memorias, los estragos que dejó como huella o marca en los lúbricos laberintos de mis instintos, desnuda perla fosforeciendo en las mañanas, cuerpo que se entrega a la dulce vendimia del que mira y mira extasiado las soberanas sinuosidades exultantes de la deseada hembra plena, vigente, eterna y enmascarada. En la sed y el hambre de la reseca abstinencia, vicisitudes o circunstancias de la rutina, del desengaño o de la ausencia, me inserto en los ceremoniales del vicio solitario, la mano roza sobajea soba aprieta frota ritmea el miembro con lenta fruición, pecadora gozadora impenitente sube y baja el prepucio, urge incesante el desate, la vertencia, la placentera eyaculación. La lengua se desliza entre los labios entreabiertos, los ojos cerrados para dejar que la imaginación florezca en la absoluta oscuridad y el deseo surja como estallido, fulgor o destello y se extravíe en los paisajes de siluetas o sombras que son patrimonio ancestral de la tormentosa lujuria. Me incinero incrustado en las brasas que dejé encendidas un día entre tus muslos, saboreo otra vez la miel densa que escurrió de tu vulva, huelo el leve sudor de tu piel enjaulada, y volvemos a besarnos acariciarnos frotarnos masturbarnos, a copular como fieras salvajes en un lecho que gira sobre si mismo en la convergencia de todos los objetos y los rostros mientras el atardecer termina allá afuera sus trabajos en la liturgia final de otro día vacío.


miércoles, 18 de febrero de 2015

URDIMBRES SEXORIALES


Una palabra habrá que desate todos tus nudos.

Abierta acariciar ambos apareamiento ardiente aroma beber blandura botón cadencia capuchón capullo cauce clímax combas consumación convergencia  derrama desnudez duro endurecido erecto erguido espasmos espesa estimulación estremecimientos exhaustos éxtasis flácido flor fluidos fornicación fragancia frotar gozar hendidura húmeda impúdico inmerso inserto introducido lamer laxitud licor lisura lívida lúbrico mullidas murmullos néctar nosotros obsceno oral pálidas palpitante perfume perversión pilosidad placer pliegues protuberancias redondez rozar saborear salvaje sensual succionar surco suspiros susurros tactos tersura tú tumescencia turgencias vaivén verticalidad vértice vierte voluptuoso vórtice yo abdomen anal ano areola axilas bálano beso bocas brazos caderas canalillo carnal clítoris coito comisuras congestión contracciones cópula coxis cuello dedos desflorar dilatación entrepiernas eréctil escroto espalda esperma eyaculación falo glande glúteos grititos hembra hinchazón hombros ingles labios lengua lubricación lujuria macho Amor manipulación manos masturbación miembro muslos nalgas nariz ombligo onanismo orejas orgasmo pantorrillas pechos pelvis pene penetración perineo pezones piel piernas pies poros prepucio príapo pubis quejidos rodillas rubor semen seminal senos sexo sexual sudor testículos tetillas útero vagina vellos  verga vientre vulva acabar ancas animal apretar asterisco ayuntados banana bolas bulto cachar caliente champa chapotear chijete chorita chorrear chucha chupar chuto colloma concha coño cuca culear culo desear desvirgar empapada empotrada estrecha follar forro galopar gotear gruta herramienta hinchado hoyo huevas hundir hurgar jadeos jinetear jugo lechada lengüetear lingam mamar mango manguaco mata méntula meter moco mojada nabo nalguear olor paja panocha parado peluda pendejos pichula pico pito polla pucha puñeta saliva selva sifonear sobar sodomía soez tallo tetamenta tetas toquetear tronco yemas yoni Zorra.

Nota del Autor.- El texto original tenía 250 palabras, como todo neobarroco erótico clásico y  formal, no obstante en el texto final hay 251, ha de ser la magia de la literatura.

URDIMBRES SENSORIALES


Ha de existir la palabra precisa que incinere todos tus pudores.

Alegría alma amante amistad ansiedad ardores arrullos arrumacos atardecer ausencia brasas cabellos cariños cenizas cercanía ceremonia códigos cómplice corazón crepúsculo desasosiego desengaño dolor dulzura él ella embrujo enamorados encanto ensoñación esperanza estío eternidad felicidad fervor frágil furtivos garúa hechizo hombre impalpable insomnio instantes intensidad lecho lejanía lluvia madrugada mágico maternal mejilla melancolía memoria miradas misterio momentos mujer nombre nostalgia ocaso ojos olvido ósculo otoño pareja párpados pena pensamiento penumbras reencuentro requiebros romance rostro sensación silencio suavidad sueños ternura tibieza tristeza urgencias verbo voz abierta acariciar ambos apareamiento ardiente aroma beber blandura botón cadencia capuchón capullo cauce clímax combas consumación convergencia  derrama desnudez duro endurecido erecto erguido espasmos espesa estimulación estremecimientos exhaustos éxtasis flácido flor fluidos fornicación fragancia frotar gozar hendidura húmeda impúdico inmerso inserto introducido Sexo lamer laxitud licor lisura lívida lúbrico mullidas murmullos néctar nosotros obsceno oral pálidas palpitante perfume perversión pilosidad placer pliegues protuberancias redondez rozar saborear salvaje sensual succionar surco suspiros susurros tactos tersura tú tumescencia turgencias vaivén verticalidad vértice vierte voluptuoso vórtice yo abdomen anal ano areola axilas bálano beso bocas brazos caderas canalillo carnal clítoris coito comisuras congestión contracciones cópula coxis cuello dedos desflorar dilatación entrepiernas eréctil escroto espalda esperma eyaculación falo glande glúteos grititos hembra hinchazón hombros ingles labios lascivia lengua lubricación lujuria macho manipulación manos masturbación miembro muslos nalgas nariz ombligo onanismo orejas orgasmo pantorrillas pechos pelvis pene penetración perineo pezones piel piernas pies poros prepucio príapo pubis quejidos rodillas rubor semen seminal senos sexual sudor testículos tetillas útero vagina vellos  verga vientre Vulva

Nota del Autor.- El texto original tenía 250 palabras, como todo neobarroco erótico clásico y  formal, no obstante en el texto final hay 251, ha de ser la magia de la literatura.


martes, 17 de febrero de 2015

LA SOLITARIA MODELO SOÑADORA


Para Niki Two, con perturbadores deseos

Es ella, lejana imposible, es ella hembra plena en su exuberancia voluptuosa, hembra calcinada en el fuego que la devora, en su latencia punzante. De líneas lilas claras y oscuras, sensuales mimetismos, de celeste vaporoso, de blanco el liguero, las medias color carne trémula, de pálido rosado tenue los tacos, rubio miel el cabello ensortijado de leona en celo al acecho, el rostro oculto en arácnida contemplación. La suave comba de sus nalgas, la suave piel expuesta de sus hombros declarando el negado escote, la pose incitante excitante provocativa, glúteos hacia atrás, piernas abiertas, jugando a las escondidas con el lobo macho que ella sueña en sus femeninos sueños de secretaria coqueta. Es ella, y solo sé que le encantan las transparencias, que fuma sofisticada y placentera, que le gusta exhibirse en múltiples colores, que le gustan las medias negras de red con liguero, los colores pastel, rosa y azul, el gris y el beige, el blanco, mejor si es strech para que marque sus curvas de gata sinuosa, que le excita subir escaleras rumbo a su destino porque imagina mirones y voyeristas fascinados mirando erectos y babeando sus muslos, sus tanguitas rojas, amarillas o blancas, que juega solitarios juegos incitantes de eróticos movimientos en el envidiado sillón de su casita, que posee una faldita azulita con vuelos y otra green y otra orange y otra blue y otra black, que siente rico en su cuerpecito voluptuoso el azulado azulito, y que se expone desatada en su mallón blanco impuro por su lujuria insinuante, lo mismo con su vestido red tiger y con aquel de sacrílego color obispo. Es esencialmente sensual y sexual exhibicionista, juega sola sus sueños modelando, alta delgada, sus largas y finas piernas de estilizada garza alba o sílfide sobre sus altos tacos aguja, según he visto hasta el vicio en sus treinta y una breves cinematografías. Solo quedan en el misterio la tierna ambigüedad de su capullo, la inquietante morbidez de sus pechos y el matiz de color carnal de sus pezones.


lunes, 16 de febrero de 2015

ARTIFICIOS DEL INCITADOR INCITADO


“Me preguntaron que instrumento tocaba y dije: el lápiz y la piel”. Gabriela Collado, La Maga.

En laxa impudicia especular, demorado por mórbidas turgencias, in absentia, obsesionado en la exégesis de las manchas lunares de sus muslos, ebrio otra vez de su sabor y su aroma, íntimas instancias previas a la cópula. El sexo, se eleva de su símbolo en sus bronces relucientes, en sus tallas en maderas totémicas y monumentales y en sus locuras casi abstractas, que hacen de su feminidad una deliciosa urdimbre de misterios sagazmente revelados, como apetitosas formas vulvulares. Su sexo ralo plumón negro de un ave que vuela entre orgasmos y fluidos, procrastino mi eyaculación para seguir inserto en su cuerpo sin tiempo ni sentido, busco en mis dedos el petricor de su vulva, voy recalando por su pubis hurgando por un adentro para penetrar poco a poco mi líquido deseo lujurioso por los poros de su cuerpo seco, dejándolo húmedo o mojado. El estro, lo genital relajado, su superficie lubricada por un mucus fluido. Los labios vulvares engrosados y dilatados, su superficie humedecida con el licor que estila con densidad solar su vagina. Los voraces músculos de su vulva en pleno acecho. Espiro el humo del tabaco en su abierta flor carnívora en un mágico sahumerio sexual, la trepo burbujeando, ardo en sus ardores, aplaco la servidumbre de sus nalgas, la pervierto vertido en ella. En tanto, en algún recoveco del tiempo por venir inevitable mis manos abarcan su seno, mi lengua se enreda en su clítoris, mis labios atrapan su dormido pezón, mi miembro penetra su vulva y nos consuma machihembrados e incandescentes.


ONIRICA IMPOLUTA

Dormir una noche entera contigo, con los ojos bien cerrados, oliendo el perfume de tu piel, sintiendo las infinitas tibiezas que esconde tu cuerpo desnudo, dejando que tu boca se encierre en los besos que me debe, que tus manos vuelen sus caricias sobre mí, ligeras y tenues, brisas de primavera o alas de mariposas o lentos caracoles oníricos, oír tu respiración tranquila, sentir tu aliento jugando en mi espalda como un arroyo de cálidas aguas fluyendo por las cárcavas de mis deseos dormidos a tu lado esperando la vertiginosa sensación de tu cercanía. Dormir en el ámbito tierno de tus brazos, hundido en tu morbidez y tu blandura, soñarte ahí mismo cercana, poseída de crepúsculo a madrugada, en cada intersticio, pliegue o lisura, desbordar los tactos, los roces, los frotes somnolientos en los entresijos del nocturno, bordear la languidez de los cuerpos no sometidos a lujurias vehementes sino laxos de quietas tentaciones. Dormir la noche con nuestras piernas entretejidas en una urdimbre de sensualidad vaciada de irreverencias, solo dejándonos llevar por las mareas de las ternuras y los dulces susurros del destierro compartido, rodillas con rodillas y boca en la boca besadas, las manos afanadas en amorosos mimos iluminados por la complicidad de la luna. Dormir por los suburbios de los sosegados territorios del insomnio abrazados, tomados de las manos mientras caminamos por las arenas y la gramas, sumergidos en las espumas de una sexualidad continua y subterránea, siempre a punto de florecer, sostenida en su misterio por los amanecidos resplandores de antiguas y perpetuas intensidades clandestinas.


domingo, 15 de febrero de 2015

RENOVADAS CALENTURAS EN AUSENCIA


El deseo surge como una caliente vertiente caliginosa, brota en lenta y voluptuosa erección, acuden los nítidos recuerdos de las intensas sensaciones vividas por mi mano en tu cuerpo semidesnudo, deslizándose por tu estomago, por tu vientre, por tu pubis, extraviada en la rala espesura de tus vellos púbicos, cruza la cerrada flor vertical de tu vulva apenas rozándola y se envicia en el interior de tus muslos, en esa suavidad tibia, en esa pálida lisura lasciva que percola por las huellas digitales y se inyecta soez, marmórea, lujuriosa, a través de los poros hasta anegar la memoria de su carnal incitación. Acuden mañaneras tus imagos, calcinando deseos, inflamando fálicas costumbres, y aunque tu las encuentres de lo más inocentes van corroyendo la frágil voluntad ascética, desatando los nudos de los vicios contenidos, palpaciones y roces al bulto, porque lo sucio, lo cochino, lo morbosos y excitante lo pone este servidor con su voracidad onanista que transgrede originarias intenciones o castas censuras. Y te espío veo imagino como en las ultimas del espejo, esas piernas cruzadas exhibiéndose con coquetos desparpajos como un caviar para el voyeur, mi mirada se clava en ese oscuro sombreado vértice vórtice que se forma en su convergencia como una húmeda gruta prohibida, percibo el leve frote masturbatorios de tus piernas y recuerdo lo que me dijo hace un tiempo una anónima hembra pudorosa: Y me mal acostumbraste porque yo también lo hago, no me masturbo, me toco. Lo que me gusta es sentir que a mi edad me lubrique. Es menos intenso. A veces lo hago y me gusta, pero algo me limita y paro. Pero es un avance tremendo. Entonces solo quiero lamerte sin solución de continuidad tu escotadura supraesternal, ese hoyuelo que queda entre el final de tu esternón y el principio de tu cuello e inundarlo de saliva mientras mi mano me despeña con un ritmo primitivo y estremecedor en el gozoso abismo del éxtasis seminal.


sábado, 14 de febrero de 2015

MAÑANERA


Tu desnudez va escurriendo por la mañana, plena, voluptuosa, incesante, me encandila, me incita, me excita, me desarma en urgentes erecciones, me recorre en un estremecimiento continuo y ardiente, se despliega en su mórbida secuencia; pechos, pezones, ombligo, vientre, pubis, vulva, muslos, glúteos, se derrama húmeda y densa, tu pelo tomado, tus manos modelando palpando ofreciendo las tentaciones y las herejías, el rostro serio de amante imposible, tu piel es un carnal territorio de valles y colinas por donde fluyen los fluidos de tu sangre, tu saliva, tu sudor, tus licores vaginales, tu piel resplandece en su tersura sensual como un amanecer en tu lecho saciado de tus rigores de hembra incontenible, tus muslos en sus tibios mármoles convergen en el templo de las cópulas y los lamidos, de las clitorianas succiones, de los rosados pétalos que ocultan tu sexo, de los ampulosos pliegues de tu cuerpo devorados por mis ojos machos, repasados una y otra vez por mi mirada viciosa de ti, por la lascivia de mi mano en mi miembro iniciando la profanación masturbatoria de la quemante mañana, y tu allá exhibiendo la desnudez pura y natural de la que se sabe observada y deseada, y te tocas y me toco, y nos unimos en las desesperaciones del onanismo compartido, mis dedos en tu húmeda flor abierta restregando tu clítoris hasta los suspiros orgásmicos, tu boca en mi verga hasta los quejidos eyaculatorios, y nos disolvemos en restituidas calenturas, en ansias de besos negros, en invertidas penetraciones, en pecados de secretas sodomías, en perturbadoras obsesiones incestuosas.


DE FONDO SU MAR


Para la Baronesa Imposible

Las arenas grises, los albos oleajes, las espumas burbujeando y el horizonte dividido en los dos azules de cielo y mar, los lisos grises pulidos roqueríos, las agresivas y duras rocas sin cantear que la cercan, las verdes docas entrevistas en los vacíos rectángulos de la blanca balaustrada cubista de la costanera que bordea la entrañable playa donde las arenas son vitrales de mareas que cuentan la historia de sus días y sus tiempos. Y ella en rojo esplendente, rojo apasionado, rojo incitante, rojo llamativo, sensual y fugaz, como un aroma de feromonas que la salada brisa marina difunde por los costeros intersticios de los deseos. Ella allí coqueta y tierna, excitante en su pose de sensual estatua marina, de mascaron de proa de un velero que nunca se atrevió a navegar por los océanos de las lujurias desatadas, del clandestinaje de los amores ocultos y las pasiones secretas que se consuman en la sombras de los otoños atardecidos. Ella, con su mano en su pelo en un gesto ancestral de altas seducciones, sus pies casi desnudos en doradas sandalia como los de una nereida danzarina extraviada en los terrestres territorios de un continente de algas y gaviotas, largos flecos del mismo rojo urgente acarician sus muslos siguiendo el rumbo de los vientos oceánicos, finos dedos negros cubren encopan su seno sintiendo el punzante latido del sensible pezón al mismo ritmo de las olas en su incesancia solar lunar, mientras el otro se exhibe escondido en el lúbrico rojo pleno y turgente, orgulloso de su mórbida voluptuosidad. El paisaje acontece inquieto esperando la noche en el reverbero de su pálida piel destellando perfumada como los reflejos de la mar bajo el sol vertiginoso que no quiere, por ella, atardecer.


viernes, 13 de febrero de 2015

INSTANCIAS DEL DESESPERO

Te beso despacito en la orejita, te voy besando suavemente en tu cuello susurrando palabras deliciosamente obscenas, te beso la boca con desesperación, hundo mi lengua entre tus labios, te acaricio el cabello con delicada e incitante ternura, rozo con mis labios tus pezones, los chupo, los muerdo, bajo besando las sinuosidades de tu cuerpo, por entre tus palomas, por tu estomago, beso y lamo tu vientre, lo ensalivo, lo beso, lamo tu vellos púbicos y voy rodeando tu sexo con mis labios y mi lengua, surco con mi lengua tu vulva, la saboreo, la ensalivo, mis dedos juegan en tu clítoris, lo presionan, lo rozan, mis labios lo chupetean, mi lengua se hunde en tu olorosa flor abierta, toda mi lengua lame tu verticalidad sexual con desesperación, escucho tus gemidos y sigo lamiendo, hurgando, muerdo los labios pétalos de tu mojado vórtice carnal, los aprisiono y los estiro con lúdica perversión. Me subo sobre ti, te monto con el miembro duro y erecto y lo voy pasando surcando por tu vulvalidad suavemente hasta que lo hundo en tu vulva anhelante, te penetro suave, profundo, entero en ti, y te comienzo a gozar en la plenitud un coito animal y salvaje. Mi verga está en ti toda adentro, dura, potente, te jineteo mientras muerdo tus pezones, uno y otro, y te culeo rico, más y más. Sientes mi falo endurecido en tu sexo, llenándolo, sifoneándolo, gozándote, muerdo tus pezones, aprieto tus glúteos con mis manos garras, te culeo más y más rápido, te sifoneo más y más para embriagarte en la locura de la cópula incesante, y se vienen los chijetes de mi semen caliente que te inunda, y te desesperas, te diluyes, te fragmentas en el éxtasis de un orgasmo rabioso, y en ese instante o destello soy todo tuyo, el tiempo se convierte en lenta arena y nos quedamos abrazados, perpetrados, chapoteando en la densa y caliginosa ciénaga del deseo saciado.


jueves, 5 de febrero de 2015

MUSLOS CON MAR DE FONDO

Difusas las piernas juntas muy juntas, por recato virginal, temor de fantasmas penetraciones o por el juego masturbatorio del frufrú de la piel contra la piel en voluptuoso roce, intento, inicio, búsqueda del goce en la altura allá en marinas lejanías, borrosa la negrura de la camisola como un cerco o muro, negación coqueta del vértice vórtice de la buscada sexualidad vertical. Nítidas piernas cruzadas tendida en el lecho de tímidas florcitas azulinas frente al ventanal que da al azul y a los albos reflejos, tibia morbidez de los muslos, la pantorrilla y el talón, desnudez de gaviota en alto vuelo, vértigo solemne de lúdicas excitaciones, afuera una humedad salada, una brisa mañanera detrás del cristal se rompe en su aroma de mariscos abiertos y jugosos. Movida, borrosa, pierna sobre pierna, lúbrica imago de piel tibia en su suavidad erótica, difuminados contornos mullidos, lisuras imprecisas, hieráticos resplandores carnales contra azules lejanos, desbordes de cautelosa lujuria, reflejos más allá del abismo. Perfectos muslos desnudos con su manchita solar pervirtiendo y concentrando la mirada, negro borde de la camisola que deja intuir los pelitos que no se asoman, ardores de carnes expuestas, ceñida  línea de muslo sobre muslo, apretada vergencia que incita a la mano macho a insertarse en su densidad sexual, a incrustarse entremedio de esa sublime juntura y sobar subir acariciar hasta alcanzar y naufragar en el vúlvico surco de los delirios. Movida en la tentación, última, el pie apuntando a un océano difuso, cielo y mar confundidos, sin más limite que los dos matices del azul celeste en un horizonte indefinido, y los muslos, los besados muslos, los lamidos muslos, los desnudos muslos.

miércoles, 4 de febrero de 2015

LA COMTESSE DANS SON MIROIR


“ella por si sola no era capaz de darse cuenta ya que este animal jugaba al doble oficio o sentido de hacerla creer en sus propias proyecciones fantasmales”. Kiki la Musa (La mujer del Caníbal), Mario Murua, 1952

La musa sentada frente al espejo, las pálidas y suaves piernas desnudas cruzadas, descalza, de negra lencería sentada en el negro vibrante, reflejada sin rostro en un juego de impúdicos reflejos, su pierna en primer plano reflejada allá en el cristal del íntimo azogue, exuberante y mórbida carnalidad expuesta al deseo, provocadora y erectante. Sin reflejo, las pierna muy juntas, apretadas generando la línea surco entre piel de manchitas lunares, soles y mariposas, que lleva al breve triángulo negro de sus bragas que oculta el cauce mojado, tibio y oloroso de su vulva como un paisaje vedado a los ojos profanos, pero que mi mano recuerda en su blandura convexa, en su tibieza húmeda. Allí la musa exhibicionista, incitante, sediciosa, excitante, calentona, sentada frente al espejo, la pálida y suave pierna desnuda con el ufano pie ofrecido a posibles futuros fetichismos podológicos, con su talón y sus deditos perturbadores, y allá en el reflejo voyerista la voluptuosidad de ambas piernas cruzadas con obsceno desparpajo, blancas, deliciosas, sugestivas, perfectas para arrastrar a los inevitables ritos masturbatorios. Sin reflejo, el muslo, las letras, signos y símbolos en una mágica cristalización que niega la visión del hechizo vúlvico, de la rala pilosidad púbica, solo dermis y manchas desplegadas, solo tentación recortada, limitada, imposible. Sobaría esas piernas desde la puntita del dedo mayor hasta los confines sexuales de su vulva, por las pantorrillas acariciando besando, por los muslos lamiendo besando, sin reflejarme en el espejo, escondido en sus lúbricas lisuras, siniestro y lujurioso como un fauno pervertido, cruzaría surcando su sexo humedecido y caliente enjugando con mis labios lengua nariz los embriagantes jugos que no refleja aun el espejo.


lunes, 2 de febrero de 2015

CONSTANCIA DEL DESEO


Desde tu boca en besos soñando el día en que mis labios en tus labios consumen el beso que nos debemos, ese beso que vuela entre nosotros desde que te declaraste esclava, hembra, doncella, cómplice y amante por toda la eternidad que vendría y donde el deseo ha prevalecido sobre silencios y distancias, sobre desencuentros y penas, sobre ausencias y errores, sobre ti y sobre mí para hacer de nosotros un solo ser enredado en si mismo como una húmeda cópula de caracoles que respiran y arden al unísono en lúbrica conjunción. Saber que tu ardor sigue ardiendo como el mío me conmueve, me insta, me socava el día, me incita, me excita, me erecta, borra tu silencio y difumina tu ausencia, y estás aquí como siempre a mi lado desnuda refulgiendo, iluminando los oscuros recovecos del lascivo misterio de saberte mía en la distancia y en el tiempo, de poseer tus voces, tus palabras, tus instintos y la imagen de tu cuerpo en plena desnudez, de ir por ti cada noche a hundirme en tu lecho y en ti, de recobrar la nítida vigencia del deseo y de permanecer en la erótica epifanía de sabernos nuestros. Volveré cada noche al incendio de tu piel, a las brasas del deseo y las llamas de la lujuria, a que tus besos me conviertan en cenizas, a que tu respiración incinere mi cuerpo, volveré a navegar en el oleaje de tus sábanas, a naufragar en tus brazos de amante sirena humedecida, a hundirme en tu cuerpo con penetrante pasión y lamida alevosía, a enredarme en tu redes ambiguas de sexo y ternuras, volveré a buscarte, esperarte, pensarte, desearte, hasta que vuelvas a las arenas de mi boca y te rompas en espumas y vueles gaviota hacía el horizonte donde te espero cada noche. Desde tu boca mis besos te abarcan en la plenitud de carnales desasosiegos.