sábado, 30 de noviembre de 2013

VERGENCIAS


“Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.”
Pienso en tu sexo... César Vallejo

Siempre te me escapas, huyes de mis deseos, solo te alcanzo en los sueños, entre las sábanas que arden con tu fuego, allí mis manos pueden tocarte, acariciarte con la furia de mis ansias, allí eres mía, poseída y amada, allí derramo en ti la vertiginosa materia de mi carne palpitante. Siempre te fugas hacia el silencio, hacia la ausencia y la desaparición, pero yo voy más allá de tus celos, de tus pudores, de tus contenciones y te hago naufragar en mis impudicias de macho potro, te abarco esclava y doncella, te socavo y penetro, no hay lugar donde no pueda imaginarte, donde no pueda succionar tus pezones, donde el ídolo no pueda abrir los pétalos de tu sexo y hundirse en la consumación del amar, no hay sitio donde te puedas esconder de mis voluptuosas insistencias porque te cabalgo y abuso hasta en los hondos silencios de tus palabras. Solo te alcanzo en los sueños, entre las sabanas que arden con tu fuego, allí mis manos pueden tocarte, acariciarte con la furia de mis ansias, allí eres mía, poseída y amada, allí derramo la materia de mi carne palpitante, yo te hago naufragar en mis impudicias de macho potro, te abarco esclava y doncella, te socavo y penetro, no hay lugar donde no pueda succionar tus pezones, donde el ídolo no pueda abrir los pétalos de tu sexo y hundirse en voluptuosas insistencias hasta los hondos silencios de tus palabras. Te escapas, huyes de mis manos, de la furia de mis ansias, te fugas hacia el silencio, la ausencia y la desaparición, pero yo te hago naufragar en mis impudicias de macho, te abarco, te socavo y penetro, no hay lugar donde no pueda imaginarte, donde no pueda abrir los pétalos de tu sexo y hundirme en los silencios de tus palabras.

EN UNA PALABRA


Cerrada la puerta ahora solo nos queda la lluvia, solo la lluvia, esa vigencia de otoño o de pleno invierno, los charcos, las nostalgias, la calles de la noche con sus reflejos de colores y luces. No te dejaste ver hoy, te me negaste, tus manos tu voz me fueron negadas, fijaste distancia límite muros, definiste el contorno del paraíso prohibido, bloqueaste mi necesidad imperiosa de verte, ahora solo nos queda la lluvia más allá del estío ya entrado el otoño después de la vendimia, y esperemos que así sea, sino será más allá del abril anochecido en un día distinto que aun no está en el calendario. Solo necesitaba tu cuerpo ansioso, tu cuerpo desordenado por los deseos, nada más, solo tu piel pulsando ansiosa bajo tus miedos, tu boca esperando beso, saliva, los dientes que morderán tus labios. Iba por el pistilo y los estambres de tu alta flor secreta, intocable, por sus pétalos aun en capullo, solo quería tocar tus manos, quedarme a tu lado a la distancia de un suspiro, de un leve quejido, de una mirada cómplice que propaga su incendio por las pasiones contenidas, porque las cosa que importan se viven como vengan, a como de lugar, nunca cerrando la puerta, pero ahora será para las lluvias si es que llueve, o para el vago atardecer que aun no comienza a teñirse de rubores y arreboles. Te me negaste así sin más, no era la hora. Y me quedé paralizado, como cuando debí abandonar el jardín de mi madre, el de los nardos de diciembre, de las dalias púrpuras, de su silencio maternal y comprensivo, me quedé entumecido, desolado y asustado, en una sola palabra; estoy cansadotristederrotado.

viernes, 29 de noviembre de 2013

INTIMA GEOMETRIA SOBRE TI


Acostada de bruces, boquita abajo sobre el lecho, sobre sábanas de oscuro gris perla iridiscente, relajada, el rostro vuelto hacía el lado donde no está mi rostro como si yo no existiera, la mano acaricia tu pelo, lo revuelve, lo enreda, la mano roza tu cuello, lo acaricia, lo abarca con suavidad de maripositas en su tibieza de mármol soleado, escurre sobre ese mágico cilindro, siente los latidos sumergidos de tu corazón asustado, la mano, y sigue el derrotero sur de tu espalda, el desnudo territorio pálido como un vasto desierto de tenues madreperlas y violentos ónices escondidos, la mano toca, busca, roza, la mano descubre el inicio de las veinticuatro perlas sumergidas e inicia el conteo de las horas, las primeras, las pequeñas y delicadas cervicales, una a  una, rozando, acariciando con la yema en breves círculos, bajando, una a una, rosario, ábaco, collar vertical fundido atrapado en tu piel carne, desgranando, la mano dedo yema bajando en ese archipiélago oculto, soterrado, luego las torácicas, delicadas facetas articulares, las fositas costales, una a una, con suavidad de agrimensor egipcio encendido extraviado en la hilera de pequeñas dunas, y ahí las dos curvas, concavidad y convexidad cruzadas, valle y colina atravesados en una geometría no euclidiana, hiperbólica, donde por un punto, la yema de mi dedo en tu piel, en un plano, la superficie deseada de tu espalda, pueden pasar dos paralelas, a contrapelo del quinto postulado del griego misterios, generando las sagradas topologías de la montura lobachevskiana con la misma forma del entero universo, verso, beso, la mano, solo la mano, el dedo, su yema trazando sintiendo los estremecimientos y quejidos de tus deseos bajo el embrujo del irreverente geómetra que te posee dibujando sensuales líneas imaginarias en las tibias arenas de tu cuerpo desnudo sobre las sábanas de oscuro gris perla iridiscente.

domingo, 24 de noviembre de 2013

A POR TU BOCA


“hago nacer cada vez la boca que deseo” (i)

Voy a por tu boca, a morderla, besarla, abarcarla con mi boca, penetrarla con mi lengua, sorberla, ensalivarla, beberla, succionarla, voy a por tus labios, a morderlos, besarlos, abarcarlos con mi boca, abrirlos y lamerlos con mi lengua, sorberlos, ensalivarlos, succionarlos, y beber en ellos tu saliva, voy a besarte hasta ahogarte de besos intensos, largos, sin tiempo ni final, besos mordisqueados, húmedos, de roces y inserciones linguales, besos chiquitos de niño tierno y besos grandes de macho salvaje, de besos antológicos que se queden ardiendo en tus labios, quemantes y dolorosos en su ansiedad sexual, que permanezcan por horas atrapados entre las comisuras de tu boca, que sigan titilando como maripositas en su sensualidad lenta e intensa por el borde de tus labios hasta volverse brasas incrustadas y después cenizas que marquen los sitios por donde anduvo mi boca besando tu boca, voy a acosar, acechar, violentar, violar tus labios hasta rendirte a los míos e invadir tus dientes con los míos y mascarnos entre el tintineo del entrechocar de los marfiles desesperados, insistentes y perseverantes como furias de rompientes, voy a embriagarme de tu saliva y vagar ebrio de ti por tus encías, voy a deambular borracho de tus besos resbalando por la lisura húmeda de tu paladar, voy a comerme tu boca con besos anchos y perversos, a degustar su carne viva con el hambre exultante de un fauno insaciable, voy a vagabundear extasiado en ese espacio previo de tu voz, tu lenguaje y tu sonrisa, voy a merodear empapado de ti por toda tu cavidad bucal en búsqueda de los elementales orígenes de tu fascinante oralidad desatada.

(i) Rayuela. Capítulo 7. Julio Cortazar.
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

sábado, 23 de noviembre de 2013

EL MARMOL DE LA MAÑANA


Te busco en la madrugada, en sus clandestinidades, oculto, invisible, para que dejes de pensar y solo sientas, para que dejes de ser y te sueltes hundida en mis brazos, para que sueñes imagines que vuelas suavemente, que te deslizas por sobre la realidad, que te meces en las tibias aguas de la ensoñación, y así me gustas, tranquilita relajada soñando, me gustas gatita, solita y tierna, sintiendo sensaciones y emociones como maripositas delicadas y juguetonas y de muchos colores, que las sientas por dentro y por afuera chispeantes rozando acariciando sensuales despertando tu piel de su largo sueño contenido. Quiero que sientas estos mis deseos intensos incontenibles punzantes, que sientas que estoy ahí tocándote levemente para desesperarte, para que juntes tus piernas ansiosa y temerosa, para que te asustes voluptuosa, para que se entreabran tus labios y tu lengua los humedezca, para que sientas como mis manos suaves tímidas inquietas se queman en tu piel incandescente, en la suavidad delicada del interior de tus muslos, para que sientas mi boca lengua labios embelesados por el borde orilla del jardín oloroso a tu miel desbordada. Navego en ti, entre ti, perdido en tu cuerpo, te siento aquí, acaricio tu pelo, beso tu boquita. (Y mi voz te estremece entre el asombro y la mañana nublada que la inserta incrusta en los intersticios de tus deseos, escucho tu voz, tu risa nerviosa, tus quejidos, tu pequeña vergüenza de estar ahí así conmigo murmurando susurrando, te urges urgiéndome, las manos se confunden, tuya o mía, ya no importa, las voces se quiebran como rojos cristales o azogues vertiginosos, se te viene como un oleaje un suspiro de orgasmo, me derramo arrastrado por entre tus espumas, la mañana nos adormece en un espejismo de maripositas de colores. Volvemos lentamente del paraíso, tomados de la mano, silenciosos, saciados, abrazados y felices). La mañana sigue sucediendo y me quedo pensándote, asustado, ahora temo a todo, a perderte de súbito, a que desaparezcas en medio de tus furias y me dejes gris, opaco, penumbroso: Quiero que me imagines en tu mesita de velador como una estatuilla tallada en suave mármol con el desparpajo del fauno ebrio laxo dormido de Barberini para que no haya mañana en que no esté ahí, en ti, entre ti.

viernes, 22 de noviembre de 2013

DUERMES AHORA


“Yo busqué en ti la flor y el espanto”. Varelio, Summa Atica, XI.

Dormirás escondida entre las sábanas tibias de ti que te rozan como si fueran mis manos desatadas abarcando la penumbra donde buscas intranquila la piel del demonio que te susurró la demencia de lo que puede ser, la perturbadora sensación de padecer la noche como un vaho caliente que te bifurca y fragmenta, la sed que te seca la boca y te abre como un capullo esperando el rocío. Dormirás mientras yo escribo los textos que sustentan y declaran las teologías de tu cuerpo, que poseen el mapa de las cárcavas que dejó tu voz en un parque de ceibos y jacarandaes, que describen con detalles escabrosos tu silueta en el ventanal que da a los escrutinios de los ojos escondidos y las miradas hambrientas. Dormirás acurrucada en un nudo impenetrable de carnes trémulas, aferrada a la almohada con la vehemencia furiosa de la piel sin beso, sin caricias, sin los húmedos lamidos que convierten el nocturno en un viaje a los abismos del goce que justifica las miserias de este nuestro valle de lágrimas, que hace olvidar los dolores de las ausencias, de los guijarros las pérdidas irreparables y también las tortuosas torturas de los desengaños. Dormirás como si no durmieras porque te soñarás en otra noche, ahora desnuda en el mismo lecho pero ebria de los ardores de la fornicación, embebida de densos licores derramados en tus carnes revividas y redimidas de su sopor inerte, de su vagancia sin sentido ni fin ni esperanzas. Dormirás despierta para que yo, fauno demonio íncubo, venga a poseerte entre las sábanas tibias de ti en el vaho de la penumbra intranquila de tu piel y sacie esa sed que te seca la boca y te abra como un capullo para inundarte de mi incesante rocío.

jueves, 21 de noviembre de 2013

CONEXXXION


Porque tu posees todos los colores posibles y los imposibles, los rojos, los negros, los lilas, los amarillos y todos sus matices, los amarantos de los deseos y el rosado besos de tus labios y el rosado ebrio de tu sexo, porque posees la densidad genital de las rosas atardecidas, el peligro latente de una mantis en celo, y también los infinitos verdes vegetales del bosque del fauno, es que me incendiaste, me quemaste y me dejaste ceniza entre tus manos. Y fue una locura sublime, alcancé el clímax en ti y por ti, porque no pude contenerme, no pude y no quise, estaba arrastrado envuelto sumergido en tu oleaje, tus palabras, tus manos, tu boca, y te sentía a ti en tu calor allá yo contigo, y te poseí hembra mía, y fui macho en ti y fuimos uno en el esplendor de los deseos compartidos, y fue lindo y excitante, pleno de esa entrega gozosa de manos en flor abierta y en sensitiva rigidez, de ese olvidarse de todo y de todos, fue una epifanía más allá de la intensidad de lo físico, fue una sensual conexión de las almas porque ambos sentimos que ya no estábamos tan solos, y es que ambos estábamos hirviendo en las mismas aguas volcánicas, y nos fuimos dejando llevar muy suavemente por esos deseos compartidos, hasta cruzar tú tus miedos y recatos y vergüenzas, y yo mis timideces y pánicos y autocensuras. Desde hoy ahora alguien te busca por el nublado de la mañana, te espera en una esquina de imaginaciones y ternuras hasta que abras la puertecita de tus sueños para entrar a robarte los besos que le debes, y dejar su marca rastro de caricias incitantes en las comarcas de tu cuerpo para que despiertes y lo sigas soñando, alguien que te sueña mira desde su lejos mientras cruzas la ventana envuelta en un impúdico lila exhibicionista.

martes, 19 de noviembre de 2013

VASUM


“el vaso cae al suelo, ya no es necesario,” (Anónima en su voz.)

A medida que te iba leyendo me iba excitando, palabra a palabra, imagen a imagen, e iba sintiendo como mi miembro se iba erectando bajo el pijama, sintiendo esa deliciosa y sensual sensación de una erección lenta e incontrolada, instintiva, y mis ojos te espiaban desde lejos y acercando a través de la fresca oscuridad de la noche, mirando extasiado como tu cuerpo en su semidesnudez de negro tul se movía cadencioso y provocativo al ritmo de una música que yo solo imaginaba por esa danza solitaria excitante, vi tus manos deslizándose buscando explorando hasta abrirte al deseo, te vi recostada en tu lecho lasciva, estremecida, deslumbrante e iluminada por la hoguera de tu mismo fuego, y mi miembro endurecido necesitó de mi mano para soportar sentir gozar la intensidad de su erección, y fui el vaso que tu boca besaba, sentí tu mano ardientes aferrándolo, tus labios sedientos saciándose en mí, y fui agua en tu boca, agua disolviéndose en tu saliva, paladeada por tu lengua, vertiéndose en ti, y volví a ser vaso cristal, lisura, y rocé tu vulva rosada húmeda flor abierta, surqué escurrí me deslizaba en ese cauce sexual llevado de tu mano, fui ojos vaso verga macho, frotado, usado, gozado, objeto del rito de tu masturbación, vi tus ojos cerrados imaginándome, tu boca entreabierta, sentí tu respiración acelerada, oí tus leves quejidos en medio del silencio de esa música lujuriosa, después los lúbricos quejidos, y luego la obscena sinfonía genital de tus grititos cuando sucumbiste a la perturbadora y desatada embriaguez de tu orgasmo, y en ese mismo instante entré penetré me hundí en ti, duro y tierno a la vez, macho niño en tu cuerpo hembra niña, gozo, éxtasis, locura, placer, vida, muerte... nada existe allá afuera de nosotros, en ese destello de amor pasión deseos estallamos en un solo grito coincidente en una densa felicidad compartida, en el goce pleno de la cercanía consumada, nos quedamos besándonos como si quisiéramos prolongar el instante hasta el vicio mientras el vaso yo nos espía retozando, jugando, acariciándonos con las ternuras desnudas, felices en el lecho desordenado, en el dulce silencio del después.


Nota.- La palabra ‘vaso’ viene de “vasum” (en general recipiente de cualquier tipo, también oquedad cóncava o instrumentos y útiles de cualquier oficio). La forma “vasum” alterna en latín con ‘vas’, ‘vasis’ Es interesante notar que “vasum” tuvo también en latín un sentido obsceno, referido al pene. Etimologías de Chile.

domingo, 17 de noviembre de 2013

ESPUMAS



Se me ocurre burbujear en la espuma de tu noche oliendo siguiendo los senderos de tu perfume por entre tus pechos husmeando tus pezones como un sátiro salvaje y después detrás de tus orejitas para susurrarte el crepitar de mi hoguera con su fuego vivo y punzante rozando tus muslos, y luego por toda tu piel olor a rosas para ir a morir de deseos en tus ingles ronroneando como un tigre atrapado en la danza de tus piernas entreabiertas esperando al macho encelado que vendrá a poseerte entre las espumas nocturnas. (Déjate fluir fluyendo, olvídate el día, de las horas, de los detalles de las sombras en el patio, de los pájaros y los insectos, cierra los ojos y búscate por dentro, por debajo mismo de la piel y por las rotulas y las vértebras, escarba el sijo y las cenizas, deja que tu boca bese mi boca mordiendo la almohada, asume tu cuerpo poseído y vuela sobre los campanarios y los árboles, mana el agua de tus desesperos, viértete en un hilo de agua para que tu alquimia me alcance y me ahogue en tu saliva y tus néctares, sueña, huye, imagina, escóndete de los otros y ábrete a mis deseos, florece nocturna, apacigua las voces enterrándolas en las arcillas de los muertos, déjame rastrear tus aromas hembras y abre tu flor cerrada para que yo pueda fertilizar tu melancolía.) Se me ocurre hacer como que creo que estás dormida y terminar de soltar el lazo amarillo para iniciar una travesía voluptuosa desde tu boca también entreabierta hasta tu pubis ensortijado y como un jardinero surcar el surco húmedo de tu verticalidad sexual para entreabrir con ternuras lujuriosas sus rosados pétalos de mi desesperación y semillarlo con la quemante densidad de mi pujante virilidad de fauno tuyo, el del verbo encendido.

sábado, 16 de noviembre de 2013

IRRUPCIONES

Irrumpo en desesperos por el canto curvo y ampuloso de tu cuerpo, mano en caricia asalto la trémula blandura madura de tus deseos, ebullo y burbujeo en tus mullidas carnes ondulantes, hembra entera cimbras en mis pervertidas palpaciones, macho en cautiverio me estremezco por la magia succionante de tu boca hambrienta, dedeo, hurgo, sorbes, muerdes, los quejidos van colmando el espacio antes cristalizado en un silencio avergonzado y pudoroso, toqueteo tu húmeda impudicia consagrada, manoseas mi rigidez con vehemencia de virgen arrepentida, hervimos entre sudores y salivas, entre tus secreciones y mi semen, anegados, sumergidos, náufragos ahogados en un oleaje de lujurias desatadas, de escombros de recatos, de fragmentos de soledades tiradas en las playas del goce meciéndose entre las espumas y las vencidas arenas de los insomnios. Te dejas irrumpir con desesperos por el macho urgente, mano asida al ídolo sobajeado detentando su endurecida consistencia de carne turgente, danzas los murmullos de mis obsesiones rodando por las sábanas como una vestal que huye del bárbaro en una fuga de caderas que se escabullen para prolongar la huida hasta el vicio, vas dejando florecer tus secretísimas fantasías orgásmicas en un jardín de rosados carnales y rojos mórbidos, juegas incesante por mi cuerpo en sus pliegues y escondrijos exaltando su oscura sexualidad que se derrama densa en un caudal intermitente de espasmos y estremecimientos, oprimes, estimulas, exploras las esencias prohibidas de lo intocado, empuñas, masturbas, desatas, vas dejando un reguero de lácteas turbiedades, vas dejando tus huellas lascivas marcadas en mi piel exhausta mientras me susurras mágicas obscenidades hasta que nos comienza a anochecer en los desesperos.

viernes, 15 de noviembre de 2013

ITERACIONES SOBRE LO PERDIDO


“Una mujer que se desnuda es una imagen fulminante, como el sol que traspasa las nubes”. Auguste Rodin.

No importa, seguirán mis dedos recorriendo tu cuerpo como lentos caracoles extraviados en los territorios de tu sensibilidad epidérmica, mi verbo sexuado carcomiendo tus muros carcelarios esperando su derrumbe. Mi mirada voyerista te continuará acosando desnuda o semidesnuda cada vez que te bañes, te vistas o desvistas. Mi lengua empapada proseguirá creyéndose el agua caliente que humedece y escurre por tu cuerpo como quiso ser mi saliva para embeberte de mí. Persistirán mis ojos fisgones siguiendo escondidos tu reflejo desnudo en los cristales y los espejos con su voyeurisme flagrante violentando tu negada intimidad virginal hasta que te rindas a ese exhibicionismo impúdico con que te imaginé pervertido desde que conocí o soñé el dulce matiz sagrado de tu piel. Permanecerá mi cuerpo en la distancia persiguiendo tu silueta maciza con feroz voracidad cutánea para restregarse en ti lubricado por los densos sudores del agobiante calor de una tarde que pudo haber sido. Insistirán una y otra vez mis ojos de macho sediento en el exquisito espectáculo del agua escurriendo en tu piel anegada, por tu cuerpo desnudo de estatua pudorosa de esfinge beata, por los poros intranquilos de tu dermis impoluta. Seguirán mis manos imaginarias manoseando con lentitud enloquecedora tus húmedos arrabales vúlvicos hasta que alcen vuelo tus quejidos como palomas asustadas. Continuarán mis labios hostigando tu boca para escanciar de tus besos el aguamiel de tu saliva y destilar el licor espirituoso que me embriague una y otra vez de tu embrujo. Nada importa, seguirán mis voces y mis verbos asediando tu castillo nocturno hasta que cierres tus ojos deseándome como un alma confundida por todo lo largo de tu ahora interminable noche sin sueño. 

martes, 12 de noviembre de 2013

RETROSPECTIVA


''Me gustas más cuando te sueño... entonces hago de ti lo que quiero''. Juan Rulfo.


No sé porqué, hoy amanecí entre tus pechos, a lo largo de tus piernas, anidado en tu tibio vértice vórtice, ardiendo en tu fuego escondido, en las azucaradas brasas de tu infierno flagrante, entre tu pelo enredado en esa somnolencia de adormidera que te cierra los ojos como si durmieras. Desperté contigo en tu escote como un camafeo entre tus pechos, enternecido y asombrado, humillado por no alcanzar tu perfume detrás de la orejita derecha por donde te voy a ir a susurrar cositas en las noches. Sé que te soñabas acosada por mi boca en el duermevela de la medianoche, victima voluntaria de mis manos rastreadoras involucradas en tu perfil tanguero que te traían dormida entre tu río pardo y las callecitas esas, caminando furiosa bajo la luna negra de tu silencio encelado, porque o son los cristales de tus celaciones o las piedras de tus constantes desengaños o las palomas sangrientas de tus furias o el aire de baja de las montañas o la lluvia que no cae sobre los parques que cruzas asustada o la noche, la madrugada, el día, el atardecer, en fin lo que sea que te evite asumir esos deseos infructuosos que se te van secando porque ya no te envuelves con esa bata amarilla. Luego, ya en la fase de sueño lento te vi en ese viaje viniendo de vuelta, la cabeza apoyada en el cristal mirando sin ver la noche vertiginosa que va quedando atrás, pensando, cruzando por un túnel, tu pena, tus nostalgias, tu tristeza lenta y derramada que me impiden irrumpir en ti como antes, porque ahora eres de cristal y no quiero ni rozarte para que no te me fragmentes en finísimas esquírlas y ya no pueda encontrarte, sabiendo que es plena primavera, y que hasta las miserias nuestras cultivadas en este valle de lagrimas florecen con renovados colores. Como un jardinero feroz cultivo los geranios de los rojos intensos para poseer el otro rojo rosado carne húmeda que florece en tu pubis como una siniestra mandrágora o una lujuriosa flor carnívora. Y a pesar de tu silencio ausencia desaparición te sabía soñando formas distintas de estar juntos, y te soñé acosada por mi boca porque sé que así quieres que te sueñe, y también sé que te derretirás un día, hielo al sol de pasiones y escondrijos.

SOÑADORES EMPOTRADOS


“…, para Sarduy, lo importante es la generación de la vitalidad. Siguiendo su idea de lo erótico como despilfarro, es razonable, entonces, que optemos por el valor de la vida ante la inminencia de la muerte.” La teoría del neobarroco de Severo Sarduy. Samuel Arriarán.


Rondo tu lecho de púrpuras e inciensos, te acecho desde fuera de tu sueño, persigo la continuidad de tu respiración para saber qué sueñas, miro y descifro los gestos de tu rostro dormido para saber como y donde me sueñas, o te percibo en el mohín de tu boca incrustada entre el deseo y el afecto escarbando la turba de tus cánones como si te mordieras los labios para no llamarme. Te miro desde el rígido rectángulo del silencio, aspiro tu aroma de esfinge durmiente, descorro el leve tumulto de las sábanas y te miro semidesnuda evadida en el breve y sensual desabillé desplazado de coqueta condesa dormida, trazo con la mirada hechizada de voyeur capturado la línea de cada bretel sobre el mármol de tus hombros, beso lamo mirando las alturas horizontales de tus piernas delineando tobillo rodilla muslo hasta incluirme macho fisgoneador en la vergencia floral de tu sexo embebido en sus íntimas fragancias verticales. Confirmo con el roce de mi nariz por la lasciva triangularidad sexual de tu pubis que duermes por un sueño largo de lirios y pájaros, de amantes clandestinos besándose en una esquina del invierno bajo un chubasco de madre mía sin paraguas ni refugio, y comienzo a escribir los textos del deseo con la yema del dedo en el sinuoso y sensible papel de tu piel que se extiende ilimitada en las blanduras de mi almohada, en el pasto incendiado de mis sábanas, en el espejo ciego que te repite en la oscuridad de mi dormitorio sin verte imaginada y me quedo pensando en que idioma escribirte, como decir estas cosas insinuantes sin cruzar el limite del desencanto, como embozar los deseos erectos con una letra chiquitita y ocultar las libidinosas obsesiones con intrincadas metáforas de un barroco pervertido mientras te sueño en un lecho de púrpuras e inciensos y tu hundes tus uñas en mi carne turgente de imaginario fauno dormido soñando.

VECES


La primera vez seremos niños, puros e incontaminados, jugando desnudos sobre el pasto fresco de la primera primavera cerca de un arroyo cantarino en un bosquecito de cuento, todo será caricias inocentes sin pecado concebidas, aprenderemos a besarnos sin urgencias ni avaricias, dejaremos que los besos florezcan en los labios y las manos se sorprendan en tiernos y suaves mimos. La segunda vez seremos adolescentes curiosos escondidos entre los arbustos de un parque solitario con fuentes, árboles y estatuas, sintiendo el pulso natural de la vida en esa ansiedad desconocida de los cuerpos que iremos descubriendo en una danza de deliciosas impudicias, bocas ansiosas de la otra boca, del sabor de la saliva y de las lenguas juguetonas, las manos ya irán sabiendo los caminos de la húmeda o erecta intimidad ofrecida y los pubis se restregarán vehementes intentado fusionarse en una cómplice felicidad. La tercera vez seremos adultos vigentes, activos, decididos, que ya saben lo que quieren, abrazados en un lecho envueltos en la penumbra que derraman verdes cortinajes buscando ese efímero pero arrebatador placer que nos haga olvidar por instantes el mundo de injustas miserias, de dolorosas ausencias y de tristes soledades, que nos arrastre como un oleaje a la intensa cercanía de dos seres que se aman y se entregan a las voluptuosidades de la carne ardiendo, a los besos mordidos y las lenguas entrelazadas, a los brazos y piernas trabados en un nudo acesante, a la dulce o loca pene-tración que consuma y todo justifica. La cuarta vez seremos ya adultos mayores tanteando los reflejos y brillos de nuestros años dorados, sin lúbricas o eróticas ansiedades sino indagando con lenta y exquisita parsimonia la intensidad del sexo profundo, de aquel que antes nos pareció una estéril pérdida de horas y momentos, iremos explorando muy juntos tomados de la mano esa sensualidad de rescoldo o de concho que guarda la esencia misma del goce en su plenitud refinada de las manos dedos boca labios lengua que hurgan incitan excitan, de los mimos obscenos, las caricias lujuriosas y los desvergonzados manoseos que se van derramando por la piel como una miel tibia, como caracoles sigilosos y memoriosos que saben muy bien donde se ocultan el dilatado resplandor del orgasmo y el punzante destello de la eyaculación. Después, cumplida la amorosa tetralogía de la aproximación, instauraremos el rito de repetir hasta el fin de los tiempos el ciclo de las cuatro veces, hasta que acabemos de descifrar los pergaminos, y sepamos que todo lo escrito en ellos es irrepetible desde siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.


Nota del autor.- Lo escrito en cursiva es una paráfrasis de las últimas líneas de Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez. 

lunes, 11 de noviembre de 2013

CONTRA TIEMPO


Tejes y destejes el tiempo que ha de transcurrir para asistir al himeneo inevitable, lo demoras, lo alargas, lo dilatas pero no te atreves a detenerlo porque sabes que tu cuerpo en su soledad lo espera y tu piel ansía que mis manos la despierten con ternuras y la induzcan con la vehemencia de un rito inconfesable a los jardines de los goces donde todo desaparece y solo se viven las dulces incrustaciones de los destellos de la carne, donde vienen a converger las lejanas virtualidades y las cercanas realidades de las palabras de todas las mañanas. El tiempo donde cada uno será objeto del otro en la suma de las obsesiones y las dulzuras, no las burdas sombras circenses del gris, sino las leves intensidades de dedos, de manos, de labios, de las miradas intensas, de las caricias largas y lentas, de los besitos tiernos y los besos húmedos alternados con coherencia sibaritica, del arder a fuego muy lento lentito lentito, donde ya no habrá nada para entender sino que bastará hundirse en el sentir para entrar desnudos en ese paraíso perdido en la maraña de los tiempos de otros rostros y otras aguas. Porque en ese tiempo cesará esa búsqueda desolada del amor e insaciable del goce físico, donde sea y como sea, sin temer desatarse, sentirse vulnerable, perder el control de la circunstancia, de la situación, del lugar y del mismo tiempo, perder el horizonte un instante, una hora apenas, sin el dominio de uno mismo y donde ya nada importa, y se dice y hace lo que nace en los dominios de los instintos más puros sin limitaciones y todo deja de ser y solo se vive la delicada intensidad del momento. Tejes y destejes el tiempo con la calma de un esfinge porque sabes que vendrá la hora inevitable donde sentirás mi mano entre tus piernas, mi boca en tu boca, mis labios embebidos o insertos, mis dientes atrapando tu lengua ensalivada, mi virilidad inserta o embebida de tu íntimos humedecimientos, impregnando empapado tu soledad abierta como una rosada flor prohibida. Ese tiempo.

sábado, 9 de noviembre de 2013

FEROCES MIMETISMOS


Odio los monstruos virtuales y patéticos que asaltan asedian tus noches y atrapan tus palabras en sus cuencos sedientos, lobos siniestros que te asumen en sus propias fauces de babas urticantes, facinerosos que se retuercen en sus propias miasmas como gusanos hambrientos de tus voces de silencio, de tu cuerpo invisible, de tu piel transparente, bestias en celo desolado que te imaginan en sus sucias imágenes y sus pervertidas fantasía, charlatanes de versitos mustios, de impudicias palabreras, de seducciones de circo pobre, de vanos y dramáticos intentos inútiles. Burdos payasos que te acosan sin saber intuir sospechar que soy yo el dueño de tus insomnios, de tus palabras, tus voces, tu cuerpo y tu piel, que soy yo el que te ahoga y sofoca, te deja sin aliento hasta querer morir, te deshace, te hace y te vuelve a deshacer como nunca te había sucedido, el que lees y relees tratando de entender los códigos de su verbo que se queda en ti reverberando e inquietando tu alma de esfinge impoluta a lo largo y ancho el día, el que te provoca esas cosquillitas en el estomago, el que te preocupa, te confunde, te excita y desconcierta, soy el ángel demonio que se siente ya tu dueño aunque tú aun no lo sepas. Pero también soy el torpe maldito insufrible que tocó la herida, la cicatriz, la memoria del miedo, que echó sal en la carne viva, que ahora vuelve asustado a fojas cero, al triste inicio titubeante, al temor constante de cruzar límites ambiguos o desconocidos, y entonces también me odio y me reflejo y me mimetizo con esos patéticos monstruos virtuales.

viernes, 8 de noviembre de 2013

CIRCUNNAVEGACIONES IMPUDICAS


Salto de tus manos a tu boca buscando tu ansiedad en tu silencio de esfinge esquiva me dejo pertenecer sentir deshojar desbaratar como un túmulo de arenas morenas salto de tu boca beso saliva a tu ombligo vientre pubis perseguidor perseguido de deseos rozo lamo acaricio hurgo sobo huelo intentando desentrañar el misterio enigma vaginal o clitoriano vencido circunvalo tus caderas hasta encontrar su centro vertebral trepo escalo vértebra a vértebra en sus lisuras por el escarpe hasta la cumbre de tu pelo enredado en mis dedos por atrás de tu cuello salto abajo suicida por el mismo acantilado de tu espalda resbalo dando tumbos húmedos hasta su curva corva sinuosidad karmica antes de ceñir rodeando las plácidas dunas de tus nalgas salto rozando las tersas columnas del templo y vuelo abajo cayendo hasta volverme subterráneo tierra piedra invisible trepo desde tus pies tobillos por tus pantorrillas columnas mármol tibio rodeo besando tus rodillas hasta por detrás de sus lunas rótulas acaricio vicioso tus muslos mármol ardiendo en mis manos boca por el suave paraje del ónice perfumado de ti de sus lados ocultos bajo el ángulo de la rosa carnal de tu vulva en su contorno deslizo lengua labios hundo pene-tro copulo copulamos poseo el quejido el grito el susurro las aguas del orgasmo la densidad seminal del clímax recuesto mi rostro en la almohada y salto otra vez a tus ojos y tu manos para revivir enviciado el mismo suicidio.

jueves, 7 de noviembre de 2013

NOCTURNO SIGILOSO

“El erotismo es la aprobación de la vida hasta en la muerte”. George Bataille, El Erotismo, Barcelona, Tusquets Editores, 2007.

Y me fui surcando tu cuerpo arado o velero entre densas espumas dejando rastro estela en tu aguas solemnes, me fui como enrumbando a tus pechos islas majestuosas coronadas por los soles de tus protuberantes pezones, me fui arrastrando lamiendo tu piel en su sal marina en su sabor de hembra cortejada en su blandura tierna yesca inflamable, me fui bordeando el canto de tu silueta incandescente, los intersticios, los vestigios, los sortilegios de la noche por donde duermes intranquila, me fui yendo despacito por tus piernas subiendo subiendo subiendo sostenido en la caricia, en el beso largo, ensalivando a mojados lamidos de caracol la huella del intento, me fui acometiendo fauno macho niño la veleidad de tu sexo en su humedad, en su ardor, en su consistencia de fruto abierto, me fui hundiendo en ti devorado consumido anegado de tus deseos dormidos, encarcelado por tu pubis palpitante, me fui vertiendo seminal en tu dulce salada vulvedad sin amparo, consumando el misterio, el pecado, el deseo, entre acesantes suspiros contenidos y leves besos demorados, me fui aquietando apegado a tu silencio de esfinge fingiendo dormir en su desierto, y me fui alejando como sin querer de tu sueño inquieto antes de que la luz madrugadora me delatara.

SECUENCIA Y PRESENCIA


(La suma de todas las inspiraciones)

Son los rostros unidos en una sola cara pensativa, en una conexión que va de tu cuerpo al mío con los mismos estremecimientos y las mismas ansiedades. Es el beso desnudo de los fríos mármoles que despiertan a sus deseos de piedras pulidas para ir por las caricias de la carne tibia. Es un nosotros imaginario en un escaño de un parque, abrazados con todas las ternuras expuestas y asumiendo las tristezas del desconocido porvenir. Es también el invocado o insertado fantasma fálico y voyeur enmascarado bajo la sábana para que no tengas miedo a tus miedos. Son los labios de hilos o humos que se desvanecen a partir de un beso que aún no alcanza a consumarse. Es el agua escurriendo por tu cuerpo desnudo con tu mano transcurriendo por tu piel anhelante como el agua que te va erotizando poro a poro ahogándote en un murmullo de transparente sensualidad. Es mi presencia en tu dermis, en tus células y tu sentidos, en los sonidos, en el embrujo, en el ritmo y danza, en la magia de los tules, los encajes, los miedos, en tu cuerpo, son mis dedos atrapando los enloquecidos deseos y los goces prometidos. Eres tú en un bosque de milagros vestida con los ocres crepusculares y la dulce madurez de un otoño constante. Es el reflejo de tu imagen pensativa, enfrentada a la duda de ser alada e inquieta libélula o quieto y subterráneo caracol. Es un volcán que irrumpe en la altura del castillo derramando sus quemantes lavas sobre las pieles entumecidas. Es tu renacimiento de mariposa rompiendo la coraza, los vendajes que te ataban como una pupa oculta y encerrada en la cápsula del tiempo perdido.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

DE NOCHE RASGO


Burbujeo en tu sangre la hiervo la filtro de sus emulsiones plácidas y la contamino de deseos feroces de bestiales ansias de surgencias muerdo tu carne desato un infierno en tu vientre donde instauro mi soledad de macho incierto cansado de voces desgarros desolaciones arqueo y tenso tu cuerpo hasta romperlo como un vidrio donde se te reflejaba un monótono crepúsculo un varadero de estrellas mustias con su iconografía de vírgenes y demonios un desierto sin huellas hago latir en tu pubis las fauces de tu signo icono símbolo, flor vulva, vagina vegetal carnívora hago surgir la turgencia en tu clítoris breve rosado carneo sensible impulso en tus pezones sus surgentes erecciones sus sensibilidades siniestras sus sensaciones en el roce de tus manos fragmento sus reflejos pudorosos en los espejos te declaro perdida por el rumbo de tu espalda su corva sus vértebras sus lisuras de ángel encallado de mandrágora mantis araña sorbo tus salivas en una ebriedad de vástago huérfano de naufrago mendigo soñador incrustado en los plenilunios sorbo bebo succiono lamo los rocíos de tus madrugadas rasgo tus vestiduras quiebro tus cristales erosiono tus suspiros abro tu cajones baúles desencuaderno tus libros poemarios te dejo envuelta en las sedas y tules y el humo de tus nostalgias abrazo tu cuerpo ya laxo del rumor de una música esquiva que te adormece como el ruido de un mar lejano el susurro del agua en la vertiente de tu incertidumbre desmiembro tu terrores borro tus miedos desarmo tu temores en pequeñas ternuras para seguir en ti burbujeando en tu sangre itinerante ambulante errante migratorio trashumante en los caudales raudales de tus venas arterias estremecidas por la ventolera de mis hambres enclaustradas en la absurda obsesión de poseerte.

INTENSAS GEOLOGIAS SOBRE TU CUERPO


Exploro a la distancia la soledad geográfica de tu cuerpo donde están escritas invisibles las leyes del deseo como un texto visual donde las palabras sobran porque los deseos enmudecen en su intensidad desesperada. Mi dedo bordea voluptuoso el suave cono de tu ombligo, mi mano abarca incitada o limitada por tu mano tu sexo incitando o excitando tu cuerpo dormido para asumir sus ancestrales geologías. Voy descubriendo en la secuencia de imágenes el mapa de tus regiones telúricas, como un palimpsesto subliminal, oculto, codificado o secreto, confirmo en esas altas rocas grabadas de tu destierro la presencia intangible, impalpable de mí en ellas, vertida como una imponente erupción erótica, al borde mismo de la quemante rendición, que me adula y me encanta en su callado significado terrestre, y vuelves a ser barro primordial por obra de ese arte de palabras hecho de tierra y agua que ha logrado traspasarte el fuego, (aún cuando no poseo esos deseos tuyos y quizás nunca los poseeré), y tu verbo es más inquietante, es un destello (de solo un instante) que vence al miedo y entra como un oleaje en la pura e intensa excitación hasta romper en un estruendo de espumas saladas contra el duro granito de tu voluntad asediada. Fisgoneo en las entrelíneas de tus grietas como un tímido voyeur a la mujer quemándose en esa voluptuosa hoguera volcánica. Voy sintiendo en las yemas de mis dedos tu piel abrasada por la lujuria devorante, las vegetaciones que crecen en las fisuras de tus basaltos enterrados, siento tu cuerpo apegado al mío en esa danza delicadamente erótica donde un sensible fruto se yergue y una húmeda flor se abre. Dejo que fluyas por mi cuerpo hasta el deleite carnal y empapado de esa otra muerte impregnada de líticas lujurias.

martes, 5 de noviembre de 2013

NEXUSES


Te quiero ver como una mantis que me devora entre sus húmedas y calientes fauces de besos, de intensos estrechamientos carnales, de empapadas absorciones lujuriosas. Como una lubrica cómplice de insomnios transeúntes por las ardientes arenas del deseo, de las manipulaciones pecaminosas, de las voluntarias y vergonzosas poluciones nocturnas. Confidente de secretos inconfesables y de desnudas fantasías mañaneras, de solitarias practicas vergonzantes y de éxtasis soterrados. Quiero ser poseedor de mis voluptuosas caricias clandestinas por el suave interior de tus muslos, por entre o bajo tus pechos mullidos y anhelantes, por el abismo encendido de tu cuerpo desnudo sobre el lecho, ser poseído por tu mano curiosa, reptante, sigilosa, que va arando los campos hirsutos de mi pubis, por tu lengua ansiosa de someterme al imperio de su lamidos. Nos veo mordiéndonos como oscuras bestias recelosas en una salvaje orgía de bocas ávidas de roer las carnes vivas, de beber los sudores acumulados en los surcos perlados de las pieles sobadas, besadas, lamidas en un arrimo de hoguera incontrolada, de quemarnos juntos y fusionados en un crepitar de quejidos, grititos contenidos y soeces susurros. Deseo hundirnos en una lenta y densa copula de caracoles embebidos, trabados en sus lubricadas blanduras, anegados en un feroz intercambio de salivas y de babas, sumergidos en sus cristalinos o espesos líquidos somáticos, sofocados en sus íntimos almizcles sexuales. Quiero fluir en ti como un demoroso y tibio aceite para que fluyas sobre mí como un óleo sagrado que me irrumpa y derrumbe, y así untados de nosotros vagar impúdicos por un único día interminable.

viernes, 1 de noviembre de 2013

LA ESFINGE


Sola lejana, impasible, canteada o tallada en dura piedra como un altiva esfinge inconquistable con la mirada fija en un horizonte por encima de una ciudad para ti deshabitada, allí en medio de las ardiente arenas del desierto de tus insomnios. Aislada del amor y del sexo, sedienta de esos licores soñados o prohibidos, los mágicos brebajes que todo justifican, la sangre burbujeante, la locura, el miedo, el terror al deseo, la fuga siempre hacía el origen mismo del peligro, que justifican los labios entreabiertos por los deseos y el rubor por las secretas vergüenzas, la certezas de sentirse a un paso de caer en el ardiente precipicio, paraíso o infierno, (no lo sabes), del sublime goce carnal, que justifican la lujuria, el infinito deseo, los ojos cerrados deseando una cercanía pecadora en la larga noche interminable de la soledad salvaje, de la calurosa humedad y del sudor. Acosada desde dentro de tus propios laberintos, allá en la solitaria altura del desierto de rojas sedas, por dedos amenazantes que te rozan apenas, manos que te invaden, apresan, ahogan en una locura que te pene-tra y te asusta de tus propios deseos, que tocan las fibras más sensibles de tu piel iniciando la noche y la hoguera. Pero no eres solo piedra canteada con la forma e imagen de tu cuerpo detenido, quieto, congelado en el miedo a despertar a la vida otra, a sentir la cálida brisa que traen de los espejismos y las reverberaciones, porque se te vienen las mañanas esperando ansiosa para acercarte cada día más a aquel demonio nómada que te invade perverso o bendito, que posee tus lados oscuros que se confunden entre deseos y miedos, entre un sí y un no, entre alegrías, risas y deseos. Y es que hay un solitario beduino que te observa esfinge hembra, a la distancia, entre el deseo, el temor y el misterio, que te espía desde un lejos inquietante, el poseedor del verbo que te desconcierta, te revoluciona y confunde, el innecesario morador de otro desierto que te desviste lascivo y asustado desde el dintel.