Volveré a tu boca a besarte un
día, a beber tu saliva en tus comisuras, a besarte hasta el vicio, a comerme tu
lengua, succionártela, morderla con las ternuras del deseo, a saciarme de sexo
en tus labios, a quemarme en tu sabor, en tus palabras y quejidos, volveré a
poseer lo que dices, a incendiarme en tu aliento, a volverme cenizas embesadas
y anegarme de ti en tu paladar, volveré a deshacerme una y otra vez y para
siempre en las profundas semillas de tus besos. Volveré a tu vulva a lamerte un
día, a beber tus fluidos en tu periné, a paladearte hasta el vicio, a atrapar
tu clítoris, succionarlo, mordisquearlo con las ternuras del deseo, a saciarme
de sexo en tu vértice, a quemarme en tu sabor, en tus vellos ralos y tu aroma
de hembra en celo, volveré a poseer lo que sientes, a incendiarme en tu salinidad
vertical, a volverme cenizas embebidas y anegarme de ti en tus pétalos abiertos,
volveré a deshacerme una y otra vez y para siempre en la profunda oquedad de tu
pubis. Volveré a tu boca vulva a lamerte besarte un día, a beber saliva y
fluidos en tu periné y en tus comisuras, a paladearte besarte hasta el vicio, a
atrapar comerme tu lengua clítoris, succionarla, mordisquearlo con las ansiosas
ternuras del deseo, a saciarme de sexo en tus labios vértice, a quemarme en tus
sabores, en tus verbales vellos ralos y tu aroma y quejidos de hembra en celo,
volveré a poseer lo que dices sientes, a incendiarme en tu aliento salino y
vertical, a volverme cenizas embesadas embebidas y anegarme de ti en tus vocales
y pétalos abiertos, volveré a deshacerme una y otra vez y para siempre en las profundas
semillas de tus besos que replican la profunda oquedad de tu pubis.
jueves, 30 de enero de 2014
TOCACIONES
“Convoco a los monstruos y los faunos / del mundo oscuro de mi sexo”.
Masturbación Oscura. Soledad Acirihca
Los ojos clavados en las
turbulentas escenas, cuerpos desnudos, brazos, piernas y torsos trabados en una
cópula que se extiende en variantes inusuales, imposibles o incluso circenses. Un
ámbito de intensa genitalidad cubre de penumbras voluptuosas donde los ojos
abarcan la totalidad y los detalles del coito, del embebido cunnilingus, de la
succionante felación y de la provocadora y pervertida sodomía. La mano asume el
tallo como un puñal romo recién fundido, lo aprieta, lo urge, soba su carnal
envestidura reconociéndolo como origen y objetivo. Hay visiones que afloran
desde las honduras de las memorias, no como percepciones visuales, sino como
nítidas apariencias percibidas a través de todos los sentidos: sonidos, olores,
gustos y sensaciones táctiles. La mano sexuada se desliza con sibarita
lentitud, sube baja como una marea contra la roca erguida en medio de las
arenas ardientes. El miembro erguido, duro, sensible recibe el ceremonial
debido con los goces de la sexualidad abierta y onanista, confluyen en su
prepucio mórbidas excitaciones y lúbricas evocaciones. La manipulación se
acelera, de detiene, cambia de ritmo y de intensidad, entra en una continuidad
monótona o escapa en lentas sinuosidades. Del memorial erótico surgen y
florecen otras manos y bocas, salivas calientes y lenguas reptantes, succiones,
apretones palatinolinguales o bucolabiales, agresivos dientes juguetones,
delicias de felaciones o masturbaciones ya archivadas junto a los recuerdos de
pretéritas consumaciones. De súbito se viene el destello del estremecimiento
previo y la rápida eyaculación, el quejido largo y mordido, y la mano dedos es
en esos instantes la vulva múltiple e indistinta que ha sido y será fuente
terminal de todo placer carnal, húmeda, quemante, convulsiva y estrujante, esencialmente
mortal. La magia se acaba porque se sostiene a través del mago, en sí nada
existe, todo es ilusión como en el budismo, son las sensaciones y emociones que
ya habitan los turbios instintos del fálico ermitaño.
HOMICIDIO
—Te voy a matar— dijiste con los celos
vivos por divas imposibles, musas intangibles e imaginadas meretrices
caribeñas, —¿con las manos o con los dientes?— te pregunté con el temor incrédulo de una victima inocente
o el cínico desparpajo del criminal inconverso, —con los labios— respondiste inmersa en tus celaciones
sugeridas por el silencio y el insomnio de la lluvia sobre los bosques del sur
lacustre, —que
muerte más hermosa— pensé con delicias de fauno vulgar, voyerista y vicioso, asesinado por besos hirientes muere fauno
equivocado titularán los pasquines amarillistas, fauno de peluche muerto por mordiscos, por lamidos, por severas
succiones mortales inferidas por brutal amante despechada, dirán los
noticieros mañaneros de la farándula. Noticia que solo asombrará a los poetas eróticos
y a las ninfas viudas que seguirán esperando para siempre al ‘pirata de aguas
turbulentas’ que las embauque con el ardiente fervor de un pervertido y las
fragmente en tibios pedacitos de carnales placeres. Y he aquí al que matarás
con tus labios homicidas, allá por marzo o abril, lo sé, imaginando tu boca
afanada en esa muerte labial, recorriendo a besos mi pecho con ternura, mamando
mis tetillas sensibles, ensalivando mi estomago, mi vientre, volviendo a mi
boca una y otra vez para recuperar el aliento delictivo, imaginando tu lengua
tejiendo mis vellos púbicos, lamiendo mis testículos desamparados, mi glande
rosado y brillante, el tronco suave de mi verga victimizada, y sentí tu boca
entera, tus dientes filosos, tu paladar sofocante desatados en perversas
succiones mortales, y percibí la cercanía de La petite mort (i) y me entregué a su eyaculada consumación, pero
no llegó. Ahora bien, yo venía de un viaje hacia el adentro de lugares y años,
venía con una melancolía rara, anduve en esos lares desolados pensativo y
silencioso, ido, repasando mi pasado incrustado en esas arenas desiertas,
revisando mis errores, mis torpezas, mis soberanas estupideces, configurando
las claves de los dolores de mi infierno personal y me quedaré esperando ansioso
hasta marzo o abril los besos de tus labios asesinos como un deseado suicidio.
(i) La petite mort en francés, también
conocida como La pequeña muerte, hace referencia al período refractario que
ocurre después del orgasmo sexual. Este término ha sido interpretado
generalmente para describir a la pérdida del estado de conciencia o
desvanecimiento post-orgásmico que sufren las personas en algunas experiencias
sexuales. De manera más amplia se puede referir al gasto espiritual que ocurre
luego del orgasmo, o a un corto período de melancolía o trascendencia, como
resultado del gasto de la "fuerza de vida". Un estudio reciente sobre
los patrones de activación del cerebro usando una tomografía por emisión de
positrones da cierto apoyo a la experiencia de "la petite mort".
sábado, 25 de enero de 2014
SURCANDO
“abandono la palabra / al encuentro de la vulva.” (i)
Surcaré con mi lengua salvaje el
surco tierno y húmedo de tu vulva, velero inserto o labriego lujurioso. Lameré
la sabrosa geografía que va del piloso monte de Venus al mismo periné. Punzaré
con la puntita rígida de mi lengua el prepucio del clítoris, su glande y su
breve frenillo, a ojos cerrados inmerso en sus fálicas consonancias. Rozaré
lingual el suave borde de los labios mayores y abriré los pétalos de la encarnada
flor de los labios menores para acceder con sexuales ternuras al introito
vaginal. Hundiré allí en ese paraíso del vestíbulo vulvar mi lengua con
desesperaciones de desatado navegante pervertido. Haré renacer tus deseos en ansiosos
quejidos y eróticos retorcimientos mientras lengüeteo con un lúbrico ritmo la
intimidad más profunda de tu cuerpo. Beberé los sagrados fluidos de tus
derramadas lubricaciones, espesas, viscosas, transparentes, y saciare mi sed de
ti en esa fuente que será tu boca y en ella tu saliva. Apresaré con mis labios
cada pliegue, botón o carnal rebaba de tu sensible topografía vúlvica. Romperé
tus recatos y tus vergüenzas, tus pudores de beata, tus miedos al goce
incontrolado y tus secretos temores a enviciarte con mis perturbadores lamidos. Iré dejando en tu sexo
abierto el sello de mi hambre y la rúbrica de mi sed para que no te olvides
nunca de que yo, un atardecer de locura, estuve allí. Y seguiré así ebrio de
tus sabores hasta la pequeña muerte de mi ardiente eyaculación porque al fin lamí los bordes del rocío (ii), y porque
sé que a tu vulva le gustan las lenguas
que se creen mariposas (iii).
(i) AL ENCUENTRO DE LA VULVA
Claudio Rodríguez Fer
Abandono de nuevo
el verso por la vida
proteica
abandono la palabra
al encuentro de la vulva.
(ii) VULVA
Gonzalo Villar.
Encontré un poema
de agua en tu vulva.
Fui leyendo tu sexo
como un cuaderno de sueños,
respiré girasoles en tus truenos,
probé el vicio de tus labios,
lamí los bordes del rocío,
hasta caer una y otra vez en tu pozo,
nido de serpientes, húmeda quebrada,
capullo de nervios, fruto de alegría,
mágica boca de placer.
(iii) GIOCONDA
Rosa María Roffiel
Mi vulva es una flor,
es una concha,
un higo,
un terciopelado;
está llena de aromas, sabores, rincones,
es de color rosa,
suave, íntima, carnosa;
a mis doce años le brotó pelusa,
una nube de algodón entre mis muslos;
siente, vibra, sangra, se enoja, moja, palpita,
me habla.
Guarda celosa entre sus pliegues
el centro exacto de mi cosmos,
luna diminuta que se inflama,
ola que conduce a otro universo.
Cada veinticinco días se torna roja,
estalla, grita;
entonces la aprieto con mis manos,
le digo palabras de amor en voz muy baja.
Es mi segunda boca,
mis cuatro labios;
es traviesa,
retoza, chorrea,
me empapa.
Le gustan las lenguas que se creen mariposas,
los penes solidarios,
la pulpa de ciruela femenina
o, simplemente,
las caricias venidas de mí misma.
Es pantera, gacela, conejo,
se ofrece coqueta si la miman;
se cierra violenta si la ofenden;
es mi cómplice,
es mi amiga,
una eterna sonrisa de MUJER complacida.
viernes, 24 de enero de 2014
RECUPERACIONES
Déjame llegar a casa, está lloviendo. Cassandra.
Vi tus uñas joyas en tus dedos
que de mi piel se declaran soberanas, vi tu pelo cascada nocturna con sus hilos
de luna, vi tu esencia demorada por mis besos, tu ausencia abrumada de
silencios, tu fuga y tu encierro, tu distancia incomprensible. Vi tus uñas y tu
pelo y a partir de esos fragmento comencé a vivirte otra vez allí en medio de
tu lluvia, humedecido en tus vertientes, asolando las memorias de visiones de
tu cuerpo desnudo, de tus pechos grande y llenos, mullidas exaltaciones de
aquellos infamantes sueños edípicos, de tus pezones expuestos a mis ávidas
succiones, de tus glúteos abundantes, nalgas divinas, ancas de la potranca que
siempre está huyendo del potro enardecido con el ídolo en ristre, de tu pubis y
su rala selva de olorosas premoniciones, de tu húmeda vulva rendida a mis
ávidos lamidos y juguetones chupeteos. Y volviste a ser la esclava de fálicas
idolatrías entregada a las viciosas perversiones de tu Amo y Señor, rendida a
sus oscuras fantasías que derrumban los prejuicios, socavan los recatos e
incendian los pudores. Y me fui reencarnando debajo de tus uñas decoradas, en
el sortilegio de tus cabellos al viento, en los carnales pliegues de tu
vientre, en la tibia medialuna bajo tus pechos, en el surco humedecido de tu
sexo ansioso, a lo largo de tus muslos por tus rodillas hasta tus tobillos y
cada uno de los dedos de tus pies. Y se materializó tu mano en mi falo
aferrándolo como una erótica y ancestral herramienta del placer, y la doncella
dulce y tierna fue la potranca ardiente y voluptuosa habitando mis desesperados
deseos de ti, porque contigo mis masturbaciones se convirtieron en una
misteriosa ceremonia de posesión.
jueves, 23 de enero de 2014
DEVELACIÓN Y REVELACIÓN
La pieza crujía sumida en una
intensidad desconocida, las voces iban emergiendo en una grata cercanía,
recuperando las décadas invisibles de las antiguas calles del barrio. La
penumbra solo dejaba ver el escote de la camisola abierto en el inquietante
recato trasgresor del canalillo a la vista, de la palidez de la piel en
derroche, virginal y madura en la vendimia dulce del verano incitante que se
abría en la mañana nubosa. La búsqueda del oro perdido fue perdiendo su
importancia tautológica y se convirtió en un tímido juego de voyerismo y acoso,
en un perseguimiento sensual y motivante hasta que abrochando el primer botón su
mano cerró la imagen, la visión, el placer de los ojos viciosos. El oro y el
moro, el oro desaparecido y el moro encendido, el azar decretando la inutilidad
del aurífero registro, el destino barajando las delicadas cartas de la lujuria.
Entonces la despedida, el abrazo amistoso cargado de secretas intenciones, el
instante en que se confirma la ausencia del brassiere, el comentario pícaro, la
sonrisa en provocadora y permisiva respuesta, el abrazo que se alarga sin
encontrar la salida, las manos desplazándose por la suave seda, buscando el
otro oro, el carnal, la caricia sobre los pechos ocultos, un leve perfume que
irrumpe incitando a la inevitable erección, la mano que roza, toca, despierta
el pezón escondido, las manos sobre los pezones escondidos, las protuberantes
tibiezas ahí, la duda, la pregunta lasciva sobre el color, la respuesta coqueta
que autoriza la lúbrica exploración, las manos que desabotonan una, dos veces y
abren los pétalos de la flor exuberante, los ojos clavados en los pezones
pequeños, rosados, breves botones de rosa rosada, de niña inconclusa, de tierna
incestuosidad, las manos trémulas sobre los pechos desnudos, acosando los
excitantes pezones, el tiempo se hace infinito en esa ceremonia silenciosa, las
manos rozan, tocan, acarician los tiernos botones protuberantes en sus míticas tibiezas,
las manos sopesan y encopan con pervertidas ternuras los senos y saciadas
cierran temerosas los pétalos de esa flor de seda. Un tenue adiós cómplice y
clandestino hace crujir la mañana sumida en una ya reconocida intensidad.
RIO MACHO EN TI
Crees que te has marchado porque
no me ves ni me sientes deslizándome por tu piel bajo el amarillo incitante,
pero ya habito los más adentros de tu cuerpo y cualquier día volveré a ser
densa vertiente en ti y sentirás que una savia nueva recorre tus venaciones,
otra vez, y se volverán a desplegar tus alas como las de una mariposa saliendo
de su capullo, alzarás los vuelos de tus instintos y yacerás, otra vez, apegada
a mi cuerpo como un tatuaje indeleble, otra vez, el río de los camalotes y las
islas perdidas seguirá fluyendo por tus piernas y solo tu sabrás que es mi cuerpo
restregándose desde muy dentro de ti hacia el afuera de ti semidesnuda inmersa
en mis deseos. Todas las aguas son en ti mis manos boca labios lengua que toman
posesión de ti. Incitaré a las copulas secretas con mis propias aguas tus pies,
tus tobillos y tus rodillas, surcaré tu surco vulval como antes, bebiendo de ti
tus ansias jugosas, vibraré con tus estremecimientos cuando mi boca se
reenvicie en tus pezones buscando incestuosas sensaciones, acariciaré tus
muslos, tus nalgas, tu ombligo inundado, yaceré, otra vez, en ti trabado como
un caracol lujurioso que te envuelve en sus densas babas calientes y va dejando
en tu vientre, en tu pubis, entre la intimidad de tus vellos, un texto
intraducible donde esta escrita y descrita con detalles la eterna posesión de
mí por ti. Nadie huye de lo que posee como marca, cicatriz o tatuaje, por eso y
para siempre te seguiré besando desde adentro aunque tú creas que ya te has
marchado de mí.
martes, 21 de enero de 2014
INVOCACION MATRICIAL
“…se ha demostrado que el primer pensamiento sexual del humano es provocado de manera incestuosa por la madre,…”. El Horror al Incesto. Sigmund Freud.
“La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron.” (Can. VI:9)
Tendido sobre el alto lecho de altas ternuras él se deja hacer, se involuciona y se transforma de fauno macho en celo en un niño macho asustado que no entiende el mundo ni sus miserias, que desespera por una madre atávica, esencial y arquetípica que lo acurruque, lo consienta, lo asuma solo, huraño, distinto, y lo reabsorba en las tibias aguas primigenias de su hierático útero inicial. Entonces causa y efecto se trastrocan, el origen del pecado y la resurrección liberada de estigmas y falacias convergen en un solo cuerpo maternal, incestuoso, embebido de un tabú ancestral, genético, en una vertida oralidad que sublima las honduras matriarcales de una patética búsqueda eterna. Una sombra cruza silenciosa por los secretos pasadizos de los instintos hasta desaguar en provocaciones imaginadas y culpables visiones, en las pequeñas perversiones que concurren en ese instante de alterada consagración. Ciego al castigo cierra cegando sus ojos niños, aprietas sus manos de hombre tentado, suspira, se anega perturbado en ese goce vertiginoso que le abre las puertas vedadas del negado paraíso. Su mano acaricia el pecho macho con lisuras de hembra tierna, besa las tetillas incitándolas a sensibilidades prohibidas, se desplaza por su estomago, por su vientre mientras el murmullo de impúdicos salmos inunda el atardecer como un crepúsculo de santidades vencidas. Canta un cantar de cantares sobre aquel carnal ídolo profano, sus labios succionan en pecado consentido, su lengua vaga por la erguida obsesión desenfadada, su boca recorre los fálicos senderos del deseo, desenmaraña la jungla de vellos púbicos, humedece absorbe abarca rastrea con erótico regocijo bucal el glande y el tallo erectando sensibilizando al mendigo extasiado de turbulentas emociones y confusas sensaciones matriciales, quebrando el antiguo celibato, asumiendo un onanismo consagrado en una oscura y lujuriosa filiación. Y sus eróticos espasmos, fueron, se convirtieron y sirvieron, para rítmicos y rimados estertores de mísera muerte siniestra (i).
(i) “Salmos al crepúsculo del mundo. Versos mediúmnicos”. L. J. Noguera Fabra.
sábado, 18 de enero de 2014
MARIPOSAS SALVAJES
Pour Mme. la C. de
S.
Aparecen de súbito como breves burbujitas
multicolores traídas por una brisa tenue, cálida e invisible y se van
dispersando allá desde el alto de tus piernas, bien en lo alto, y se meten por
todas partes transgresoras y lujuriosas, tremendas de golosas, y acá me andan
bajo el pijama revoloteando sin respetos ni pudorosas cortesías, juegan y
vuelan buscando una rama o una flor donde posarse y batir sus alitas curiosas
rozando íntimas y sensibles floraciones como una inquietante plaga de deseos en
vuelo. Y en una voluptuosa coincidencia inevitable tu mano las lleva en sus
lúbricos revoloteos hacía la flor abierta de tu vulva a libar su néctar
escondido, y mi mano urgente las atrapa sobre mi pene erguido y las encarcela
en una onanista conturbación. Las bandidas saben aletear muy bien,
insoportables y a la vez exquisitas saben de masturbaciones y deleites
solitarios, acá acometen atrapadas en mi mano empuñada, allá haciendo lo suyo
dedeando en esa joyita carnal, ese pequeño botoncito donde concurre tu goce
orgásmico. Y mariposeamos juntitos, y te puedo imaginar ahí mariposeándote rico
mientras yo aquí más me mariposeo. Y sus aleteos se aceleran enloquecidos de
placer hasta inducir con sus impúdicas alas colorinches tu orgasmo estremecedor
y mi intenso escurrimiento seminal. Y todo es muy excitante, sin una sola
palabra de invocación obscena o procaz, sino solo el manejo inteligente del
vocabulario sensual, ambos insertos en el imaginario común de una deliciosa
intimidad de símbolos y códigos compartidos. Sé que ahora las llevarás en la
maleta junto con el fauno de peluche porque debo ser uno de los escasísimos
hombres que te ha hecho sentir en la piel viva estas maripositas salvajes,
porque tú sabes que las maripositas y las cosquillitas perseguidoras y
acosadoras te llegaron conmigo. O si no, deberás dejar todas las ventanas
abiertas y quedarte esperando que una brisa tenue te lleve en algún momento de
éxtasis esas breves burbujitas multicolores.
jueves, 16 de enero de 2014
LA VIAJERA DORMIDA
Viaja o duerme lánguida abrumada de
ensoñaciones y caricias, de mis manos incesantes sobre su cuerpo semidesnudo,
de mi boca viajera por el tibio mapa de su piel. Se sueña soñada por el fauno
pervertido que duerme erecto oculto en un bosque de altos eucaliptus, acechando
su boca y su sexo para inundarla de besos invasivos, de estertores y
estremecimientos mientras ella ríe nerviosa rendida a los voluptuosos juegos de
aquel sátiro sigiloso. Sueña percibe mi mano labios boca lengua repasando en un
ir y venir incansable el nácar constelado del interior de sus muslos con la
humedad y el afán de un depravado fetichismo, sueña imagina que la mira, la
saborea, le desnuda una y otra vez con sus ojos de vicioso macho onanista. Duerme,
sueña sueños de luna llena, estremecida por mi mano dedo boca labios lengua, se
sueña invadida de turbios deseos ardiendo en el sudor de la tarde calurosa,
sueña avergonzada un sueño en el que el amante lujurioso lame su vulva con
ansias de bebedor sediento y ella se deja beber, sorber, succionar como un
licor abierto. Viaja con sus piernas apretadas temiendo que un leve movimiento
la desate, la libere, la encienda en medio del paisaje y la convierta en una
estatua de sal, en una esfinge de arena, en una vestal desflorada. Duerme o
viaja intranquila temiendo que su alma se le vuele y vuelva a su castillo a buscar
los conchos de mojito, las manos que la desgranan en sus cristales secretos,
los dedos que la hurguen en los delirios del desconcierto y las prohibidas
impudicias, la boca lengua que la desarman o fragmentan cuando va
precipitándose extasiada a las aguas turbulentas por el abismo de un orgasmo
desesperado como en un viaje o un sueño.
LUJURIAS DE LUNA LLENA
(A partir de un
texto de Mme. C. de S., agradecido)
El barco está encallado en la noche de luna
llena, a lo lejos lo acosan una miríada de ventanales iluminados, pero el viejo
fauno marinero de mares imaginarios dirige su catalejo a una ventana en especial,
allí la observa como la sueña soñando imaginando deseando sobre su lecho
desnuda deseosa de caricias y placeres piel real, de abrazos, besos y lenguas
juguetonas, de manos que la toquen, la sientan la provoquen, la exciten e
inciten al pecado de sus dedos cómplices que expongan su cuerpo a la lujuria
solitaria en ese lecho ardiente de deseos inconsumados. Su mano busca su verga ya inhiesta ante la visión de la hembra en celo
hurgando en su cuerpo los rincones del goce. Ella evoca extasiada los besos
del amante misterioso, del hombre nocturno al acecho de la ninfa que se expone
a su vista de pervertido voyeur, abre sus ventanales para exponer su cuerpo
trasluciéndose a través de visillos transparentes, no lo ve pero siente su
presencia que la mira excitado vicioso lujurioso ardiendo de deseos tocando su
miembro erecto, erguido, sensible sintiendo la necesidad el vértigo de una
pene-tración nocturna antes de dormir. Él
huele sus aromas sexuales, revive sus sabores vúlvicos, su lengua recorre sus
labios humedeciéndolos, su mano masturba lentamente su falo sensible. Ella
desesperada ansiosa se tira sobre su cama encubridora de sus íntimas necesidades
carnales, se revuelca tocándose amándose dirigiendo su mano sobre su sexo
ansioso en su lubrico imaginario, observa imagina a trasluz al fauno lujurioso,
provoca con su mano, con sus dedos inquietos su orgasmo solitario fundiéndose
en su misma mano como porcelana trabajada por un diestro alfarero. La ve huir revolcándose, fugarse
incontenible hacía el clímax, estremecida y arqueada sobre las sábanas, su mano
acelera el impúdico rito onanista, se queja, suspira, susurra, sus ojos
clavados en esa desnudez lejana e intensa, siente la turbación y el estallido
lechoso, caliente y viscoso, algo escurre por su mano ya aquietada, su
respiración vuelve a encontrar el aire invisible. La luna la sorprende
extasiada feliz agradecida, cierra sus cortinas con coquetería sabiendo que
allá lejos, oculto entre las luces de los barcos a la gira, su fauno marinero sonríe
saciado agradecido guardando su catalejo y limpiando las densas huellas de su
deliciosa eyaculación.
PACTADOS
Los besos van floreciendo más allá de las
bocas, de las lenguas que juegan en sus salivas desesperadas saboreando sus
vertiginosas esencias, se escurren hacía los impúdicos parajes de los placeres
orales, desde la selva rala y olorosa del cunnilinguis a la suave y tierna
consistencia del fellatio, exploran con desparpajos lujuriosos y deleites carnales
las lisuras de la piel dispuesta y ofrecida, embebidos en dulces sudores,
extasiados en íntimos aromas. Las manos abren aferran, convocan erguidas y
empapadas emociones contenidas apurando la copa del éxtasis. Duele la vigencia
un compromiso de enamorados, un convenio inmencionable, un trato de locura, un
límite que no limita sino incita a transgredirlo bordeando el voluptuoso cerco
a lo prohibido. Cada cuerpo quieto en su momento de bifurcación siente la intensa
posesión labial lingual, ese deslizamiento rígido y húmedo, esa cópula egoísta
e incipiente, ese erótico paraíso sin vertientes ni inserciones, solo sometido
a las vastas sensaciones de un profundo y compartido gozo místico. Las bocas
besos poseen la inquietante intimidad raptada en los ritos bucales, los
gustillos vúlvicos y priápicos que las salivas asumen y derraman por las
comisuras y las lenguas afanadas en una trabazón de libidinosos caracoles. El
beso se alarga hasta casi confundirse con la noche, se hace vértigo y goce,
humedece y yergue, endurece y sensibiliza, después las bocas van paladeando el
resabio de los sexos lamidos hurgados succionados, intercambiando sus
recíprocos sabores sexuales que se untaron en la vulva cuenco y en el falo
túmulo. Un silencio de quejidos y restriegos abarca la dicha consumada en el
salvaje pacto de la no pene-tración, virgen y fauno se arriman entre las
ardientes cenizas, el último beso posee el delicioso sabor de una secreta
complicidad.
sábado, 11 de enero de 2014
DIVA EN SUEÑO
(A partir de un texto de K., agradecido)
Cayó como paloma herida ante los
malignos encantos y brebajes del fauno embaucador de damiselas ansiosas,
hacedor de sueños, destructor de pacatas limitaciones y temerosos pudores. No
pudo conseguir su castidad de amoroso amante ni el celibato de monje nocturno y
una vez violentada en sus virginales inhibiciones solo fue un reflejo muy tenue
de si misma. Lo odió y detestó, lo aborreció como a un maligno monstruo
pervertido, pero siempre supo que si lo tuviera al alcance de las manos le
mataría de abrazos y besos y deseos no cumplidos. Odió que estuviera tan lejos,
odió todo lo que fuera distancia, leguas o kilómetros, odió su aparente
tranquilidad, odió el sentirse desvalida sin poder volar y alcanzarlo. Odió el ser tan delicada cuando la penetraba pues aunque
la hacía sufrir gozaba entre los rojos destellos de ese dolor depravado. Se
sentía huérfana sin su calor, sus palabras hirvientes, sus pequeñas
perversiones y sus incitaciones al pecado. Pero nunca pensó que sería tan feliz
por haber nacido mujer y suya. A veces solo deseó contarte algo raro que le
estaba pasando, que lo pensaba siempre pero en esos días de invierno congelado le
venía insistente una rara imagen a su mente. Él estaba pene-trándola, su falo bien
dentro de su vulva, pero no estaban en la cama ni en un bosque, ni en el piso
de cualquier parte entre ella y él, ni debajo de un árbol, ni en un rincón cualquiera
escondidos de todos y de todas, estaban en el aire! Sí, era una visión extraña,
en el aire... no había nubes ni ruidos, ni viento ni sol ni luna...nada! Era
raro pero hermoso, poseía la naturalidad del realismo mágico, la fantasía
desatada del surrealismo, el sinsentido feraz del barroco, la quietud de la
memoria consumada, y así se iba durmiendo... besándolo... esperando que él la
cubriera...
REGALO
Serán veintidós, uno tras otro sin solución
de continuidad, hilados enhebrados por la ardiente saliva, dibujados escritos
pintados tatuados o tallados en las lascivas sinuosidades desnudas de tu piel,
recorriendo tus íntimos territorios paso a paso, transitando beso a beso tus
distancias en una deliciosa travesía por ese cuerpo deseado sin hartazgo ni
compasión. En su trayectoria simétrica y carnal irán uno a uno lentísimos por el
tobillo rumbeando arriba al norte de tu boca, por la pantorrilla en un trazado
de delicada acuarela, por la rodilla en su circulo solar, por el madreperla del
muslo en una escritura de eróticos arabescos, por la humedad de la vulva
vértice vórtice, por el vientre en su convexidad impúdica, por la fuente
cóncava del ombligo, por el pezón dormido, por la Incisura jugularis y la Fossa supraclavicularis
hasta anidar vehementes en los labios. Luego en perfecto equilibrio irán por el
tobillo mirando hacia tu rostro, por la pantorrilla en una tenue filigrana, por
la rodilla contorneando el borde cosquilloso de la rotula, por el concheperla del
muslo en un lenguaje de lujuriosos signos intraducibles, por los ralos musgos
de esa tundra olorosa, por la curva exquisita de la cadera, atrás por la
cavidad de Lobachevski, subiendo por la extensión entera y continua de las
vértebras, surcando el canalillo por entre los pechos y el tibio cauce de la
clavícula hasta anidar otra vez con renovada vehemencia en tus besos. Serán
veintidós, dos veces once, ansiosos y embebidos de un fervor de naufrago, con
las todas las artes y las magias del fauno celebrando el día en que comenzaste
a esperarme.
viernes, 10 de enero de 2014
L’ORIGINE
“Para mi es solo la foto de alguna alma confundida.” Mme. C. de S.
Un óleo sobre tela donde una mujer que muestra su vulva con tranquilo y quieto desparpajo, sus vellos abundantes y oscuros, un paño o la sábana cubre los hombros, se le ve solo uno de sus pechos, en el que se ve un pezón rosado, su piel pálida, su cuerpo macizo pero acinturado, está desnuda tendida sobre el lecho, y la vista es hacia arriba desde el medio de sus muslos abiertos hacia su vulva. Nada más, cuerpo vellos sábana blanca muslos seno y pezón. Voluptuosa obscenidad atrapante que se expande abarcando desde la oculta sexualidad incestuosa que todo niño macho lleva ensemillada, cual más cual menos en sus atávicas pulsiones, hasta el afán insaciable de goce físico que todo fauno macho lleva incrustado en los oscuros aquelarres de sus instintos primitivos. Las carnes lubricas, pálidas, mullidas, el vello ensortijado, denso como una selva misteriosa que esconde la fuente de la inmortalidad revelada, la textura carnal perfecta, la brutalidad del cercenamiento pictórico de piernas, brazos y cabeza, las sábanas como el pétalo virginal de una cala enfangada por la violencia de un estupro, perturbada por un manoseo inmundo que inundó ese cuerpo lujurioso de caricias pervertidas, el surco obscurecido que se dibuja impúdico desde el vértice vulval por el periné hasta perderse por entre los bordes iniciales de los glúteos, el nácar concupiscente del interior de los muslos, el seno y su pezón rosáceo y carnal, el ombligo como un cuenco incitante, el vientre suavemente combo, la displicencia del cuerpo desnudo exhibicionista o vencido de una hembra que espera, o que llora.
Nota.- Écfrasis de “L'origine du monde” de Gustave Courbet.
jueves, 9 de enero de 2014
DESERTICA
Fue tu cumpleaños y yo andaba
tascando las alturas de un desierto encarnecido en su mudez de tumba ancha y
larga, desolada. Buscando tu voz milenaria ocluida bajo las piedras estériles
calcinadas por las ráfagas de los soles iniciales, bajo los negros peñascos de
hematitas bruñidas por los vientos enseñoreados en esas soledades petrificadas,
en los fragmentos minerales con los todos los matices del verde de los cobres
dormidos, en los susurros y crujidos de una geología secreta. Fui escarbando
las arenas ferríferas, las gravas limosas, las sales y los clastos de cantos
angulosos, el caliche que cementaba los márgenes de tus ojos, para acunarte
niña hembra mujer en la ceremonia de una muerte instantánea en el clímax, de un
desaparecer en la carne tibia y húmeda y un revivir en los tiernos y laxos
besos del después. Cumplía así el designio de llevarte traerte allá aquí en el
lugar de los chañares (Geoffroea
decorticans [i]) desaparecidos mientras tu festejabas otro años sucedidos
en los muchos que espero te deparó el destino para que yo viniera a cumplir en
ti el misterio de la culminación. Y en la noche abajo en la orilla marina de
finas arenas de cuarzos y espumas te busqué en el calor húmedo que escanciaban
las horas en el lecho de celibatos y orgiásticas imaginaciones, esperándote en
una desnudez de fauno tu desnudez de ninfa, y escurría por mi cuerpo el sudor
de la hoguera de tu cuerpo en sus detalles y perversiones, mi boca sorbía de tu
boca la saliva lúbrica, mis dedos resbalaban por tu pubis ahondando en el
abismo de tu vulva, mi lengua escribía este texto sin comas ni puntos en los
todos los idiomas del desespero, mi virilidad te anegaba entre el sudor y la
noche calorosa, felices saciados porque todo sexo es renovación, un rito de
rejuvenecimiento, una ansiedad nueva de volver a ser en un dios imperfecto y un
animal perfecto a la vez coincidentes y confrontados, fieras salvajes, lobo y
gata, y niño macho hembra madre incestuosos revolcados en la magia terrestre del
hechizo solar y el embrujo lunar, todo en una sola piel un solo cuerpo
entregado a los designios de los deseos que pediste sigilosa al apagar las muchas
velitas de colores, espero.
[i] Ó Lucuma spinosa de Molina.
sábado, 4 de enero de 2014
INALCANZABLE*IMPOSIBLE
Por el nácar tibio de tus muslos
hasta tu boca escorando por el borde nítido de tu cuerpo soñado desnudo
recostado, socavado por tu insinuante derrière, por tus pechos ampulosos, por
el provocador contorno de tus piernas, reencarnado otra vez en lombriz, en
caracol, en lobo hambriento de la ternura atávica de tu piel que desde ya consiento
inalcanzable o imposible. Ebrio de tu perfume vuelvo a ser el niño huacho, el
linyera sediento, el abandonado perro callejero hurgando con la mirada en la
lisura de tu vestido negro luto por
nadie sino por ti misma aprisionada entre tu aun joven belleza inquietante y
tus remilgos de ninfa siempre perseguida pero siempre inalcanzable o imposible.
Y me vas moliendo en el trapiche de tu intensa proximidad hasta la arena, la
arcilla o la ceniza, me vas pulverizando en los linderos de un suplicio
merecido y buscado con tus imperceptibles coqueteos de doncella sagrada que
provoca juega y descarta sonriendo una y otra vez al sufrido macho viejo que
escarba desesperado en su memoria de pervertido vividor para encontrar en la
tersura de antiguas caricias la suavidad rozagante de tu piel tersa, ya
inalcanzable y quizá de seguro imposible. Sigo tus pasos en un silencio majestuoso
de catedral o crepúsculo con las manos empuñadas por la furia sexual del macho
en celo, refrenadas para no hundirme en la absoluta locura de ir allí mismo a
descorrer ese largo cierre éclair que te ciñe desde el borde del cuello al
ruedo sensiblemente arriba de las rodillas por atrás del negro luto inútil en
una sinuosidad genital de hembra que sabe que la miran con las manos empuñadas
de macho en celo sofrenado para no sumergirse en la más divina de las locura
solo por ver tu cuerpo semidesnudo desde atrás apenas oculto por la fina cinta negra
y el broche perlecente del soutien que
cruza el tibio mármol de tu espalda y abajo, encarnada entre las lujuriosas
combas de tus nalgas, la Y griega de las bragas que imagino pequeñitas y de un voluptuoso
negro luto excitante, pero te sigo como sin mirar porque te sé desde siempre serenamente
inalcanzable y desesperadamente imposible.
miércoles, 1 de enero de 2014
DESAHOGOS (Palimpsesto)
El macho la besa, recorre todo su cuerpo con
su boca sus labios su lengua su saliva, le muerde lame chupa sus pezones, baja ensalivando
su desnudez al pubis anhelante, con sus manos expertas y delicadas abre la
vulva con deleite como un sediento una fruta jugosa, la explora la mira la observa
embelesado, introduce pene-trante su lengua entre los labios verticales de la hembra
que ya comienza a mojarse empaparse humedecerse, la recorre toda de clítoris a
periné, surca desliza recorre, la hace gemir en retorcimientos contenidos. Ahora
él está boca arriba, ella entonces toma el pene del macho mirando al cielo, lo
masturba lentamente, lo lame y succiona, le da mordisquitos a lo largo de su tallo
relame el glande violáceo rosado brillante, dibuja con la puntita de su lengua
el borde de la corona deteniéndose viciosa en tenso el frenillo. Chupa fuerte e
intenso, entonces ella se arrodilla en la cama y él de pie apunta su sobajeado
y recto príapo hacia el rostro ruborizado de ella, un grito viril y un chorro
blanco salta el vacío desde el glande de su verga hacia la cara y los pechos de
la hembra. Luego ella lo monta, lo jinetea de forma experta, no puede fingir
los orgasmos que le vienen solos, ya lo nota, excitada siente como una
corriente de endorfinas recorre todo su cuerpo, se tensa, se contrae y mira al
cielo, grita. Se destraban, ambos de pie se besan con desesperaciones
evidentes, el macho la empuja sobre la cama, y le separa sus piernas con
fingida y erótica brusquedad, las levanta hacia su cabeza, dejando su surco sexual
expuesto a su voracidad, toma su verga erecta y la hunde en la vulva, hasta topar
con el útero, con fuertes embestidas la posee, ella penetrada hasta el dolor,
goza y goza, se suceden los orgasmos de ella, cada vez mas intensos y seguidos,
él jadea fatigado, sudan, sus cuerpos brillan, siguen enredados en el ritual
carnal, ella gime, aprieta con sus manos las sábanas, la cama parece venirse
abajo, llega a tal intenso orgasmo que su grito encubrirá al de él al
derramarse enteramente dentro de ella, llenando su matriz de esa leche caliente
que consuma el acto carnal o sexual la cópula el ayuntamiento el apareamiento el
coito en todos sus sinónimos posibles.
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