miércoles, 29 de julio de 2015

BREVARIO DE S. M. (III-IV)


“Y esa noche que camino en tu cuerpo, iniciamos un juego de sentidos”. S. M.

Te viene el negro sobre tu cuerpo semidesnudo con el morbo de tu imponente y pálida tetamenta y el tintineo de los coloridos cristales en tu cuello y de los metales en tus pulseras en tus muñecas y tus dedos lascivos pizcando tu delicado pezoncito, ahí sobre los anaranjados y blandos leopardos y las blancas letras eróticas en la negra tela. Te viene el negro sobre el mármol de tus muslos y los arabescos en gris y negro de tus pantaletas ocultando la olorosa y mojada flor de tu vulva, te viene la rubia perfumada miel de tus cabellos, tus ojos sonriendo en el reflejo de otros cristales y tu sonrisa de perlas coqueta en tus rojos labios, te vendría mi boca mamando aferrada tus pezones y mi verga hurgando tu sexo entre grises y negro y mi voz susurrando bajito en tu oído estos versos para que se abra la flor que niegas entre tus piernas. {Otrosí}. Eres otra vez negro sobre negro deliciosa y tus pechos escondidos en sedoso negro y solo el claro gris perlado en tu cuello y los rubíes del collar que repiten tus labios y las ágatas transparentes rozando tu piel como el Ankh de la vida o de la eternidad. Eres más insinuante sobre negro y leopardo, los bordados transparentes de tus pantaletas erectan y endurecen mi ansiosa y virilidad, las palabras escritas en blanco sobre negro en ese raro lenguaje lúbrico e indescifrable incitan a leer pornográficas traducciones y comienzo el juego sexual de ir escribiendo en tu cuerpo ese mismo texto en mi idioma con la erguida pluma de mi verga jugosa mientras lees excitada estas letras candentes intentando deducir la verdad de mis deseos.


lunes, 27 de julio de 2015

BREVARIO DE S. M. (I-II)


“A mi boca como un sello en tu boca se graba” S. M.
“Mis manos, hogueras de cinco llamas” S. M.

Es la roja red que atrapa y contiene la mórbida opulencia de tus pechos, esa magnifica exhuberancia mullida, esa madurez de vino dulce de tu piel desnuda, es la misma red donde se enredan mis deseos en el salvaje torrente de miel de tu pelo, en tus ojos sonriendo tras los cristales, en tu roja boca en su sonrisa vertida, es la misma urdimbre donde tiemblan mis erectos y duros instintos desatados soñando tu mano y sus cinco breves fuegos aferrados incesantes a mi erguida virilidad, rozando sobando apretando masturbando, hasta la última húmeda ceniza del goce y hasta saciarnos en la espiral del fornicio de nuestros trabados cuerpos copulando inmersos en rojas espirales de besos al vacío. {Otrosí}. Irrumpes en mi mañana bajo la piel de leopardo como una sensual fiera incitando los instintos con la cruz Ankh que te da la vida de tu sonrisa y el Ojo de Horus que te mira en los espejos como yo, lujurioso, erguido y tenso, deseando librarme de los conjuros de la imposible distancia para abrir de par en par la pudorosa blusa felina y sumergirme sediento en tus ocultos pezones, para luego ir lamiendo lento tu cuerpo siguiendo los cordones de cuero que como juguetones látigos de un delicado sadismo se aferran a tu cuello y siguen hacia abajo el aroma y el rumbo de tu sexo, me inundas impura la mañana de pecadores deseos, mi mano acaricia mi verga como si fuera tu mano y me lleva ávido al éxtasis del rito masturbatorio y me quedo contando las pequeñas manchitas que destellan carnales en el suave rosado de tu piel.

sábado, 25 de julio de 2015

TORTUOSOS CAMINOS DE TI


Vago por los caminos tortuosos e insospechados de tu cuerpo desnudo sobre el lecho perlando en el sudor de tu calentura abierta a mi vicioso onanismo. Por caminos dobles, tortuosos, desviados, como una bestia fálica en su salvaje brutalidad sexual, cornucopia de solitarias masturbaciones, de urgentes fornicios, de sodomías consentidas. Por los terribles y tortuosos caminos que llevan mi mano pecadora al tallo de mi príapo y consuman derramadas ipsaciones. Por extraños y tortuosos caminos impuros, donde se vierte mi semen en la húmeda profundidad de tu vagina sin buscar la semilla, el florecimiento ni el fruto, sino solo el goce físico de sentirme dentro de ti penetrando. El camino estrecho, tortuoso y oscuro, mojado desde tu clítoris por tu vulva hasta el periné, golosas sensaciones de mi lengua lamiendo o mi verga surcando, punzando, hundiendo. Los largos y tortuosos caminos que van por tu espalda vértebra a vértebra lamiéndola desde el cuello hasta la ceñida flor que florece escondida entre tus glúteos. Los caminos tortuosos e imprevistos que van desde tus axilas bordeando hasta tus ingles. Los tortuosos caminos enredados en la zarza perfumada de tus vellos púbicos, en su ensortijamiento ancestral, en su negrura impúdica, en esa mata pilosa que destella como virutas de obsidiana en las palpitantes arenas de tu vientre. Así vago, extraviado por los tortuosos caminos de la lujuria onanista que tú enciendes cuando te despojas del pudor y te desvistes en medio de mis ojos lascivos y te quedas desnuda exhibiendo tu piel entera con sus vellos, sus pliegues, su madurez pervertida y sus deseos carnales como brasas en la oscuridad quieta de mi noche.

jueves, 23 de julio de 2015

VIAJANDO


Voy en ti en tu viaje a tu quieto destino aferrado a tu cuerpo entre besos soñados en lascivos sueños de un soñador pervertido, bebo de tu silencio sediento de tu boca viajera y del agua encendida de tu saliva. Voy tatuado en tu piel ebrio de su dulce aroma, de su mórbida lisura, ávido de verme en tus ojos reflejado desnudo erecto masturbado, de sentir en mí tus manos sobando apretando en un lento sube y baja sobre el fálico tallo, y sus caricias anheladas por lo más íntimos recovecos y pliegues de mi cuerpo peregrino. Voy sumido en tus senos como un niño solitario, voy inserto en tu sexo como un potro encelado, voy así voraz y sumergido en tu cuerpo deseado, voy viajando contigo entre tus blandos pechos urgiendo tus pezones de hambrientas succiones. Viajo por tu cuerpo desde la florida humedad de tu vulva hasta en monte enverdecido (i) de vellos de tu pubis en el campo primaveral de tu vientre. Camino tus senderos extraviado en mis deseos, me asomo pasajero por tu paisaje de dunas tibias y húmedos valles, me asilo en tus axilas, me exilio en tus ingles, me desvío de los ocasos que cruzas para ir a dormir a tu lado. Me dejo guiar con mis manos en tus muslos siguiendo los rumbos de mis dedos en tu clítoris, o la orientación de mi lengua lamiendo tu espalda de norte a sur y viceversa. Recorro tus pasos sigo tus huellas rastreo tu perfume persigo tu sombra en tu viajar incesante para tenerte siempre conmigo.


domingo, 19 de julio de 2015

SEXUALES INCOHERENCIAS


Mojarme es como el llanto de mi vagina deseosa de tu verga” C.

Tus pezones dibujan eróticas líneas paralelas en mi espalda, siento tu cuerpo apegado al mío, su caliente desnudez, tus susurros en mi oído, el vaho de lujuria que emana en el ámbito de su intensa cercanía, sus mágicas feromonas que despiertan al potro, al lobo y al demonio de mis adentros que ya escancia en mi cuerpo la copa del placer, mi respiración se agita y tú bebes en mis labios el sabor a limón, a tabaco, a vino, a sexo. A ese sexo furioso que te hace chupar mis dedos en un goce especial, distinto, misteriosamente morboso. Me encanta sentir así tu boca, tus pechos en mi espalda, tu sensualidad desbordante en mi piel que hace que algo se me yerga endureciéndose y crece al sentir tus manos en el. Te sientas sobre mis piernas, tus nalgas turban mis muslos, te huelo aspirando hasta el más pequeño olor de tu cuerpo gozando de tu olor natural... tomo tus pechos... los acaricio los sobo los sopeso... toco tus pezoncitos para que se pongan duritos y los chupo... restriegas tu sexo en mi miembro para endurecerlo más aun... siento en mi falo tu flor abierta y muy mojada... giras, te contoneas, te revuelves sentada en mi príapo que se endurece, se agranda... siento tus pelitos cosquilleando el glande que roza tu sexo empapado... me pides que lo deje un ratito queriendo entrar en tu nido... mi pene surca tu vulva toda mojada por tus jugos... te muerdo los pezones... me muevo para que el miembro resbale en tu sexo y muerdo tus pezones más fuerte... estoy muy caliente contigo sentada con mi verga punzando en tu entrepiernas... me encanta sentir esos pezones en mis dientes hasta que grites... los muerdo con fuerza, brutal y carnívoro... siento tu nido jugando (i) fuerte con mi falo... lo siento mojado, caliente... Te doblas flexible como una gatita de angora para que te use y abuse, te tomo de las caderas y penetro entero desde atrás tu vulva muy mojada y ardiente, te cubro, te jineteo, mi verga te penetra más fuerte y más profundo, te cabalgo... te sifoneo, te culeo... gozas mi ‘turca’ en tu ‘papaya’... te poseo como loco, entero adentro... todo mi ‘pico’ adentro de tu ‘zorra’... te jineteo fuerte potente... te lleno tu ‘chucha’ de ‘pichula’... hasta que suene el sudoroso plas! plas! de mi pubis en tus nalgas... te cubro como un potro vergón... te rompo la chucha culiándote... gozas mi pene como un palo en tu vulva... y viene la eyaculación y el orgasmo, juntos, coincidentes, y sientes el chorro de semen caliente bien adentro en tu vagina, los chijetes quemantes entre estertores y estremecimientos, terminamos asesando, cansados, abrazados, y nos quedamos lánguidos, saciados, relajados, exhaustos, evaporándonos en la compartida salacidad de la mañana.

(i) De “jugar” y de “jugo” a la vez.


ELLA EN ROSADO BURQA


Hasta entonces nada tremebundo había ocurrido en nuestra historia que justificara el sitio donde nos encontrábamos ahora, más que un cúmulo de silencios, de olvidos, de descuidos, de exigencias, de pequeñas contrariedades, que día a día se fueron depositando en nuestras vidas, como un polvo invisible e inofensivo. Tal vez el error fue dejar que ese polvo poco a poco lo cubriera todo, hasta que no pudimos distinguirnos con nitidez.” (i)

La bata de tenue rosado oculta formas, silueta, curvas de dunas o valles incendiados, en sus manos el rojo cómplice de la tímida locura exhibicionista, ella ahí a la vera del lecho donde sueño revolcarnos una tarde de lluvias intensas entre esos mullidos almohadones color ladrillo de muro infranqueable, de grises de nubarrones o de penumbras, de pie como una estatua voluptuosa sobre las variaciones del café, del evanescente beige al pardo moreno, atrás la pintura de los lirios de Vincent van Gogh y delante los delirios de mis ojos buscando alguna brevísima desnudez prometida y que aun no se cumple. Y vino el otro suplicio sensual, ella entera en la elipse vertical azogada, inserta en su canto burilado que la encierra en el reflejo anhelado, envuelta oculta negada por el rosado virginal  y puro de su camisola, “tuto” o burqa, que dibuja su esbeltez con refinado pudor, su pierna, la leve comba de su vientre y la curva evasiva de sus pechos, los pequeños pliegues en el triángulo donde duerme su sexo del que un día bebí las aguas de sus deseos, sus manos pálidas y delicadas, su dulce rostro de altivo mentón, sus cabellos en los que ese mismo día mis dedos se enredaron para siempre. Se ve tierna, elegante, pudorosa pero sutilmente sensual, como un ángel hembra o una pálida rosa rosada y recatada, se me brinda al fin en la quietud de su soberana intimidad, de frente y de sutil escorzo, tierna en su femenina dulzura, tal como la guarda la memoria de aquellos días inolvidables. Quizá llegará el día, más temprano que tarde, en que se atreva a levantar la camisola o a abrir el escote, y cumpla así su promesa y mi sueño obsesivo. Por ahora me extravío en vano buscando la página 236 que describe exactamente como ella lo hace algo, tan exactamente que ni ella lo hubiera podido describir mejor, y me deja curioso tal como pretendía en su constante crueldad de vestal imposible, pero no me importa, sé que ese secreto solo lo comparte conmigo, sabe que no podría con nadie más, porque somos amantes de cándidas maldades juguetonas y de siempre pervertidas incitaciones.

(i) Contigo en la distancia. Carla Guelfenbein


viernes, 17 de julio de 2015

EPIGRAFIAS DE TI


Collage e ilación

La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos (i), como una intensa tautología; la repetición de un mismo pensamiento expresado de distintas maneras, pero que son equivalentes (ii). Al mismo tiempo es entender que las artes escénicas son ante todo política del cuerpo y es desde allí que se transgreden. Es contaminarnos entre distintas escenas que utilizamos la teatralidad y la ficción como estrategias políticas de la destrucción del consenso de la normalización en los cuerpos, apostando a la creación y visibilización de otros imaginarios posibles de vivir y habitar nuestras corporalidades (iii). Y no se trata de sueños sino de cómo habitamos y devenimos en nuestras corporalidades y mediante el disenso y nuestros activismos, complejizamos y fisuramos el tejido de lo real (iv), ya que algunos preferimos la ilusión a la desesperación (v). El ejercicio de la buena literatura consiste precisamente en ocultar, trastocar y subvertir las huellas propias (vi), porque el poeta sabe inclinarse ante la majestad de la mujer madura, aquella que orugándose de noche, sobrevuela los mundos desde la aurora hasta el atardecer (vii) y un calor, insufrible calentura, me recorre al llegar la madrugada... Tu aroma se fija por la almohada, y una huella recuerda tu escultura (viii). No sé de otro sexo que no sea el que orgasma o eyacula, que penetra o devora, que es denso e inmoral, que socava y degrada, que muerde soba succiona, que se deja pervertir para seguir excitando (ix), porque no tengo placer con que matar el tiempo, si no es observar mi sombra al sol y entonar variaciones sobre mi propia deformidad (x). Y no os equivoquéis, sé que todas las cosas ya fueron dichas, pero como nadie escucha es preciso comenzar de nuevo (xi).

Bibliografía.-
(i) Poema 23. Alejandra Pizarnik
(ii) Wordreference
(iii) Ernesto Orellana
(iv) Ernesto Orellana
(v) Nelson Muntz. Los Simpson
(vi) Genios sin visos de genialidad. Juan Manuel Vial
(vii) Reseña del libro ‘Mariposas imposibles’. Emilio González Déniz
(viii) La realidad de un sueño. Emilio Medina Muñoz
(ix) Ars Sexualis. Raúl Franquesa
(x) Ricardo III. Acto primero. Escena primera. William Shakespeare
(xi)André Gide

Nota.- En cursivas, conexiones del compilador.


BREVEDAD FLORAL


“La transescena es escapar a los dominios en la creación por parte de la institución y la formación académica que insisten en categorizar, ordenar y disciplinar a las artes corpóreas”. Ernesto Orellana

Es la breve flor de tu sexo, su pequeñez abierta, su ambigüedad elemental, lo que te eleva en sensual soberanía sobre los machos que te untan y penetran, sobre los machos que sorbes y absorbes virginal como una solitaria esfinge de ardiente mármol inesperado. Es su plegadura de pétalo sensible, dormido hacia adentro, tímido, mustio, delicado, es su marchita consistencia tierna que no se erige en soberbias salvajes ni muestra erguidos esplendores inútiles, reemplaza, asemeja, plagia en tus sueños de hembra impenitente otra flor de similares instancias lascivas, sin otro uso ni acción, solo por la femenina omisión sin verbo, orquídea escondida, nocturna libélula, mariposa de las sombras en escorzo, las piernas juntas en pudorosa sumisión. Es estigma y a la vez símbolo, miel que atrae hambrientas virilidades, recato o temor de ser ahí lo que eres, otra floración exuberante distinta, caverna de oscuras reminiscencias vedadas a la razón, vertiente de calientes aguas saturadas de un sexo profano y equívoco, crisálida perseguida por sus íntimos demonios, lúbrico molusco de placenteras marismas, menguada y sensitiva boquita invocante de ancestrales instintos, de míticas ceremonias insensatas. Declarada cómplice de disidencias en la excitante noche del mayor deseo, santificación de la subducción y la sexualización donde las sexualidades perversas relumbran en el estrellado escenario de la erótica de una dramaturgia secreta, de la poesía de los rituales marginados, transescénicos, canto y origen de la furia barroca, glamurosa virgen tautológica que aparece invisibilizada y degradada en los lechos repetidos de un destino siempre incierto y voraz.


jueves, 16 de julio de 2015

MARA


He visto, observado, mirado, espiado, disfrutado, gozado, sus fotografías, una a una, con detalle, de lejos, en close-up y en su máxima ampliación posible, he gozado esos pelitos que se asoman por el lado de sus bragas mientras lee el periódico, y he seguido centímetro a centímetro la línea roja de su colaless incrustado entre sus pomposos glúteos hasta casi sentir en mi nariz el perfume y la tibieza de esa carne enviciante, y debo diferir de otros juicios ajenos, sigue de comérsela!, voluptuosa, ampulosa y calentona, deliciosa!, es cierto que sus muslos estás mas delgados, que sus glúteos poseen ahora algo menos de esa carnalidad provocativa, pero siguen igual de incitantes, y su rica tetamenta uf! Bocatto di cardinale para un edípico vicioso y pervertido como el suscrito, quizás un poquito más caída, pero igual me pasaría una noche entera, si me lo permitiese, aferrado a sus pezones, mamando, chupando, mordisqueándolos mientras me masturbo lentamente hasta entrar al onanista nirvana, y que espectáculo más inquietante para un pervertido voyerista como este su servidor ver esas tetas flotando en el agua azul... ah! paraíso! No, no hay desmejora, como toda mujer preocupada de mantener su atractivo sexual para su macho y/o los que la miran hambrientos por ahí donde sea que se paseé, ella está equilibrando los naturales efectos de la edad enemiga con ese adelgazamiento que parece absurdo a ojos de un vicioso de carnes abundante. Por lo demás su atractivo más notorio, esa boquita picuda, succionante, chupadora, que parece estar siempre buscando beso o succión, con sus artes de los goces orales, sigue escandalosamente vigente, doy fe. Sea este mi modesto homenaje a nuestra Mara, como constancia eterna de que sigue igual de calentona! Amén.

Nota del autor.- Se le llama Mara a la entidad que intentó evitar que el Buda Siddharta Gautama alcanzara la iluminación y destruyera el Ego.


domingo, 12 de julio de 2015

CANTO DE LOBO MACHO


"El sexo es para mí algo de una importancia inmensa, pero del tipo de importancia que brota de manera natural, que no genera preguntas". James Salter

Solo yo puedo convertir ese mármol en carne palpitante, dejarte ser lluvia, agua, brisa o viento que besa y acaricia los recovecos de mi cuerpo con las ansias de la hembra desatada en su otoñal deslumbre y con el hambre que le dejaron los años de la soledad en penumbras. Los años vacíos que se te iban entre los dedos urgidos en ese roce negado o prohibido, el tiempo sin sentido que sucedía por fuera de ti, rastro, huella, vestigio de fantasías incestuosas y ocultas sodomías. Lobo macho en celo olí tus íntimos aromas en las sombras inquietas de tu espesura, tus perfumes de hembra abierta, con los deseos en carne viva, húmeda, cuajada, con tu cuerpo desnudo temblando en las ardientes arenas de las sábanas que te horadaban el sueño y herían tu piel deseosa de la impúdica caricia, del beso y su saliva dibujándote como baba quemante de un caracol sigiloso. Deambulé ciego y envilecido por tus axilas, por el revés de tus rodillas, por el mínimo abismo de  tu ombligo y por los pliegues más voluptuosos de tu madurez no saciada, vagué por el canalillo de tus pechos y por el ceñido cauce de tus nalgas, siempre erguido, rígido, inhiesto. Me derramé derrotado entre tus piernas, me vertí saciado en tu pubis de vestal impura, me restregué lúbrico en la comba tibia de tu vientre, crecí musgo entre tus pechos y alga en la breve protuberancia de tu clítoris, penetré tu vulva en el último estertor de mi virilidad vencida.


sábado, 11 de julio de 2015

INICIOS DEL NOCTURNO


Para I.

“Comenzábamos a repasar la piel, la mirada se hacía muy lenta sobre aquella superficie en extremo pulimentada, la mirada parecía reinventar por anticipado la lentitud cariciosa.” Oppiano Licario, José lezama Lima

Se inicia el nocturno febril, vehemente, apasionado, la noche se llena de inquietantes perfumes, de voluptuosas imágenes, de íntimos sabores, ella allí rendida seducida abierta a los deseos de la sombra que le ha cerrado los ojos con lujuriosos besos en sus párpados, solo siente la viril cercanía, el leve frote impúdico de unos labios acariciando su cuerpo anhelante. Paladea esos besos de fuego que se incrustan en su boca, los sorbe lentamente lamiendo sus comisuras en un deleite sensual que la impregna de una intensidad sobrecogedora, siente sus manos en lúdicas instancias corporales, los tenues tactos y roces que la encienden provocándola, como en un sueño, a acariciar hasta el estremecimiento a esa sombra varonil que la acosa. Siente en su piel desnuda el vaho quemante de su respiración que agita la suya en contenidos estertores, y los cuerpos de anudan en una cópula embebida de densas lujurias, la noche se viene grata estrellada de placeres, como una brisa que deviene tormenta hasta el estallido de goces, de complacencias y de tiernas perversiones. Su cuerpo vibra en una llamarada de oscuros deseos, siente que se fragmenta, que se quiebra, él la desnuda con lenta parsimonia, ella es una hoguera que destella en las lúbricas penumbras, la toma suavemente para extraviarla con sus caricias, ella detiene el tiempo y se deja poseer hasta saciar sus urgencias. Sabe que es un juego y no teme entrar en los laberintos de los sentimientos, si es con él por la largura del nocturno en esa dichosa eternidad, y no se deja despertar de ese sueño que la inunda, y vuelve a seducirlo, a entregarse sin decoro, solo inmersa en el vértigo de ese gozo penetrante.

viernes, 10 de julio de 2015

MIEL DE TUS SABORES


(Collage)

Busco tu miel desde tu boca hasta tu vulva, untado ungido sobornado, arriba extraviado entre las comisuras de tus labios, y abajo entre el sensible capullo y los tumescentes pétalos rosados, sediento de tus íntimos almíbares; del tibio dulzor tu saliva y del perturbador aguamiel de tu sexo (i). Tu sexo de perdón para el culpable sollozante, de disolución de la amargura y de mar hospitalario, y de luz enterrada y de conocimiento, de amor, de lucha a muerte, de girar de los astros, de sobrecogimiento de hondura, de viaje entre sueños, de magia negra, de anonadamiento de miel embrujada (ii). Tu sexo es un panal donde mil abejas laboriosas liban una miel que se me queda entre los dedos (iii). En tus pechos las dunas del desierto se poblaron de oasis apacibles. La miel hecha cristal o acaso luna rodea tus pezones (iv). Úntate cada pezón con miel y baja el mentón, la lengua, saben dulces, toca circularmente cada punta morada, agrietada o lisa y luego acaricia el vientre, el ombligo, haz cine o literatura con la mente pero no olvides los pezones, la miel, el dedo circular (v). Me pinto el rostro de azul con el rosado de las flores que se confunden con tu piel. Lanzo mi arco iris y me descuelgo sobre tu ombligo, armamos este amor de lo prohibido; y no hay instancias que reduzcan la miel a tu sabor, goteante en mi boca (vi). Me vengo del hastío ensoñando el pecado, y siento entre mis labios la miel de lo vedado. El inmenso bostezo de mi paz cambiaría por el barro dorado de tus noches de orgía, para luego ofrendarlo, en un gran vaso lleno (vii). Pienso, sí, en el bruto libre que goza donde quiere, donde puede. Oh, escándalo de miel de los crepúsculos (viii).


(i) Saboreándote. Raúl Franquesa
(ii) Besos. Tomás Segovia
(iii) Estrategias del deseo. Cristina Peri Rossi
(iv) La siesta. Francisco Lucio
(v) Úntate cada pezón con miel... Irene Gruss
(vi) Tu beso me desnuda. María Victoria Córdoba
(vii) Hastío. Juana de Ibarbourou
(viii) Trilce. Poema XIII. Cesar Vallejos


MELIFERA DEVORADORA


Para I.

Voy rastreando tu voz inquieta como un arcángel melífero, embebido en mis densas dulzuras, socavando fragmentando moliendo uno a uno tus miedos con mis ojos incitando tu secreta hoguera desde las penumbras de tus deseos, mis dedos jugando en tu piel con una quieta y tierna malicia, calcinándola con mis íntimos y delicados roces perturbadores, embriagándote hasta el ahogo desesperante con besos mordidos, con las lengua enredadas, con las salivas diluidas en caliente un brebaje de místicas lujurias. Y tú ahí, más turbada por la azucarada consistencia de tus insomnios que por la tenue presencia del invencible acosador que alimenta tus arrojos con la última gota, hasta el largo y lúbrico lamido que te enreda en mi cuerpo para estremecerte de aquella pasión devoradora. Sobrevivo náufrago en tu lecho con tu pudor hecho añicos en la lenta devoración de mi cuerpo, esclavo ansioso de tu hambre, jugo néctar licor vertido a tu sed insaciable, carne trémula y dispuesta a los desaforados pecados de tus palabras. Desde el asombro sin insistencia, con tus códigos velados, en la presumible huida ante la inesperada sensación del seductor embozado, derramo mi almíbar en tus labios con la levedad de una cercanía imposible. Un arcoíris irrumpe un silencioso cielo solitario, despiertas con mi aroma adherido a tu cuerpo, permaneces inmóvil recuperando las perdidas e impúdicas memorias que aun laten en tu pubis, deshojada y laxa entre húmedas sábanas de una noche ilusoria, quizá ya imaginada, de una reciproca posesión sin secretos. Amaneces con el nítido sabor de las mieles de mi boca.


martes, 7 de julio de 2015

DESDE TU ETERNIDAD


Para E.

“La olvidé sin quererlo, lentamente,
Como todas las cosas de la vida.”
Es olvido. Nicanor Parra

Toda la largura de tus piernas sobre el lecho como un tibio horizonte imperioso, la convexidad palpitante de tu vientre, el desasosiego, el descaro impúdico, la distancia oblicua al recato, los lúbricos rosados que una tarde decoraron tu esplendorosa desnudez e hicieron de esa circunstancia un deseo inextinguible que perduró más allá del invierno, la ausencia, el inexplicable final. El ventanal de la lluvia y el ceibo con sus rojos primaverales, el café y los misterios de la ternura que semejaba con sus estremecimientos y sus besos al amor que tardeaba imposible y nunca llegó. Antes, el puente anochecido de un mayo lento e inquieto y un junio de trémulas carnes ansiosas, después, la madura tersura de tus senos que mis manos y mi boca siguen buscando en los laberintos de la pérdida, del destierro, del misterio de la fuga o del desencanto. Tu voz tranquila de amiga amante, cercana, sin pasión ni urgencias inesperadas, cansada, como un susurro de ese amor inalcanzable, traspapelado por la cotidianeidad de una cercanía siempre vigente. Agotamos los años destinados, cumplimos el destino glorioso del encuentro clandestino de los atardeceres sin vértigo y algunas noches robadas a la certeza de la inevitable imposibilidad. Urgí y agoté tu cuerpo de hembra sin sueños, desperté la mujer dormida en su insondable silencio, fui náufrago feliz entre las indulgencia de tus brazos y voluptuoso labriego en tu última cosecha, bebí el vino dulce de los pámpanos de tu otoño y me embriagué de ti para que el tiempo no sucediera, y aun no sucede.


LAS ESTACIONES DE LA MARIPOSA


La mariposa volotea y arde con el sol a veces. Mancha volante y llamarada, ahora se queda parada sobre una hoja que la mece (i). Abrirá sus alas tu mariposa, humedecidas por el rocío del deseo, se estremecerá tu cuerpo en la brisa cálida de la primavera, sentirás un vaho de polen y un abrazo de verdes sarmientos que te llevarán revoloteando a la roja corola de la flor de la lujuria, allí volverás a ser virgen por la gracia de un altivo verano donde te poseerá entre los pétalos el escarabajo de tus sueños, y sabrás al fin que todos tus vuelos se justifican en ese instante, atrapada entre los besos del otoño que se viene con las lluvias, y te dejaras acariciar inmersa en voluptuosas sensaciones persiguiendo los goces del sexo hasta el último de tus inviernos. Los bosques son hermosos, oscuros y profundos, y yo tengo promesas que cumplir y kilómetros que andar antes de dormir. ¿Me oíste, Mariposa? Kilómetros que andar antes de que duermas (ii). Desde el estío hilarás el capullo que florecerá abierto en tu pubis, en su latencia núbil cuando despertaste allí toda hembra alada y dejaste tu boca suspendida en el más allá de los húmedos besos, maduraron tus pechos urgentes cuales tibias palomas esperando que mis manos vinieran un día ya del otoño incierto a encoparlos y mis labios a beber en tus tórridos pezones su mórbida turgencia hasta el sijo que arderá por el invierno tarde lluvia enhebrando la desatada vigencia de tu piel en el aullido del lobo encelado, sobre caricias tu vuelos leves de alegre primavera convergerán en la erguida virilidad del macho subterráneo y enamorado cazador. Como tu boca a la manzana, como mis manos a tus senos, irá la mariposa al fuego para danzar su última danza (iii).

Bibliografía.-
(i) Mariposa de otoño. Pablo Neruda
(ii) Del film ‘Death Proof’ (*). Quentin Tarantino.
(iii) Ley del poema. Julio Cortazar

Nota.-
(*) “Una copa, llamarla Mariposa, y recitar ese poema. Ésos eran los requisitos para que la señorita Arlene te hiciese un baile erótico.” Juan Luis Caviaro

DESCAROS SOBRE MARIPOSAS


(Collage)

Tu sexo, una mariposa negra. Y no hay metáfora: entró por la ventana y fue a posarse entre tus piernas (i). Tu sabor y tu aroma revolotearon todo el día a mi alrededor. Nubes de mariposas y sueños zumbando alegres, neblina dulce hinchando con suspiros mi pecho. Mi mano extrañando la tibieza de tu espalda, descifrando los secretos de tu piel. Y en el costado izquierdo, hundido, sepultado, el sable agudo de tu ausencia (ii). Qué locura me inventas carne en giros en plena luna llena y tú desafiando la violencia de los lobos, con las piernas por ego, con tus ojos eslavos y esa densidad de reina que ataca mi silueta retorcida y esquiva. Qué locura te inventas mariposa gitana, nocturna, detén tu lengua ahora el alivio del hambre en esas selvas que riegan tu fragilidad. Detén por un instante el apetito, vuela sobre mí, anida en este sexo devórale las hojas a su árbol (iii). Chisporroteos del toronjero que sale del ano flagelado por el arcángel incestuoso, parasoles sin quitalunas sobre el altar de la niña de ebonita con mariposas en el sacramento de su sexo (iv). Porque evoca en sus alas el rosado nácar de tu vulva cuando se abre a ser penetrada y es flor marina en su salada potestad de tu pubis urgente, corola alada fulgurante vertida en el espeso polen lechoso, mariposa voraz de palpitante aleteo, sigilosa entre el musgo oscuro y la mórbida juntura del tibio mármol de tus muslos (v). Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra (vi).

(i) Mariposa. Francisco Hernández
(ii) Aroma Mariposa. José Luis Mendoza Aubert
(iii) Mariposa Gitana. Abel G Facundo
(iv) El Jardín de las delicias. Alexis Naranjo
(v) Mariposeída. Raúl Franquesa
(vi) Poema 8. Pablo Neruda


viernes, 3 de julio de 2015

LA PROMESERA INCONCLUSA


Para G., deseada deudora

Esperé ansiosísimo la llegada de la noche con la palpitante ilusión de volver a ver la tenue transparencia de tu cuerpo semidesnudo, en vano, iluso, inútilmente como un niño engañado en su soñadora y primitiva ingenuidad. Tus palabras reverberaban en la memoria del mediodía “Tratare a la noche enviarte una mujer madura, muy madura”, era la sutil promesa de un autorretrato que me llevaría a rememorar el roce de tus manos, la dulce suavidad de tu piel madura, el frufrú del “tuto” que insinúa coqueto curvas, valles y dunas, tu mano en mi miembro masturbando, mi boca sedienta en tu tímida vulva lamiendo. Pero solo vino el frío ovalo del espejo vacío de ti, de tu silueta, de tu sombra, de tu imposible desnudez. Sigue la noche esperando que te atrevas, el sol se hace el dormido detrás de la sombra imponente de tu cercana cordillera, los pájaros fingen dormir en la oscuridad de sus nidos, un hombre solitario espera en una esquina nocturna por donde no pasarás. Bastaba tu dulce rostro reflejado en el azogue, tus manos con la caricia de otros tiempos, tus pechos soleados como aquellas antiguas imágenes de mi onanista adoración voyerista que guardo como el tesoro que me quedó de una perdida felicidad. Debí asumir que quedaría como siempre en esa perpetua espera inútil de trece años esperando volver a vivir esos dos de años de ternuras en penumbras, de caricias y besos desatados en las tardes tranquilas de la quietud de cuarto donde aun ha de persistir el ámbito de tu perfume en medio del tumulto de una ciudad ausente e invisible para los amantes extraviados. Amanece y nada, pero es noche, aun hay esperanza. Y seguí expectante como un solemne escarabajo oculto en sus pequeñas perversiones detrás del coqueto revoloteo de la mágica mariposa que lo seduce con sus veleidades de da y quita y sus ilusorios ofrecimientos de paraísos que devienen más temprano que tarde en tristes engaños. La luz mañanera de un sol muerto, lejano e insensible confirmó la no inesperada traición, la dulce crueldad de la mariposa esquiva, la imposibilidad de volver a gozar de sus colores como en ese antaño feliz, todo se volvió pena y desilusión, un largo día invernal recién comenzaba.


LA BELLE MORPHISE


Para G., soñadora

Allí la joven amante de Luis XV, completamente desnuda, tumbada boca abajo en un elegante sofá de damasco amarillo, está apoyada en el brazo del sofá, mirando con curiosidad hacia la izquierda, a algo o a alguien que queda fuera del campo de visión. El punto focal del cuadro, donde convergen todas las líneas de perspectiva (y también otra mirada fascinada), es el trasero en pompa de Louise, que se abre de piernas sin ningún recato, dejando claro que está dispuesta a probar todo lo que le provoque placer, se expone así impúdica e inocente como un delicioso objeto sexual. La disposición de los colores es magistral. El amarillo intenso del sofá y la cortina contrasta con el blanco de las sábanas y el cuerpo rosado de la púber mujer. Las dos flores que hay en el suelo crean una diagonal cromática que dirige nuestra mirada hacia sus rosadas mejillas pasando una vez más por sus sonrosadas nalgas. Los tres detalles de color azul nos hacen fijarnos en el cabello de la modelo, sus manos, la curvatura de sus brazos y el libro que está abierto sobre el taburete, que le da un cierto ámbito intelectual a esta lasciva adolescente. Tres siglos después otra mujer, madura, delicada y tenue como un suspiro la mira y se inquieta, se estremece, misteriosos e inconfesables deseos la abruman, observa con minucioso goce, la imagen la perturba, la excita, esa posición insinuante, ese cuerpo luminoso, esa piel que sus manos presienten tibia y voluptuosa, la mórbida exuberancia de esa perfecta desnudez la eleva en un lésbico éxtasis solitario, casi masturbatorio, entonces, incitada por esa lujuriosa visión del paraíso negado, se compromete en una promesa que sabe no ha de cumplir.

Intervención literaria de “El cuadro del día”. Marga Fernández-Villaverde, historiadora del arte.


DE PIE ANTE EL PONIENTE MARINO


“de pie como un marino en la proa de un barco.” La canción desesperada. Pablo Neruda

Estamos solos en medio de una habitación, ambos de pie, mirando por el ventanal hacia un mar atardecido que se rompe en lejanos fuegos rojos y anaranjados. Te abrazo por atrás tiernamente, acaricio tu pelo negro negro que cae sobre tus hombros como una suave cascada azabache, te voy dando besitos tiernuchos en tus hombros, en tu cuello por entremedio de tus cabellos. Me apego a ti cada vez más, para que sientas mi miembro en tus nalgas, mis manos te abrazan por debajo de tus brazos y encopan tus pechos, los amaso con lenta fruición, rozo más intensamente mi verga aun blandita contra tu culito rico, siento en mi pubis tu rajita entre los glúteos. Mis manos soban tus tetas ricas, mis dedos aprietan tus pezones por encima de tu ropa, me restriego contra tu cuerpo hasta que mi falo se erecta por el tibio roce de tus blanduras y tu sensual movimiento contra mí cuerpo. Te punzo con mi verga en tus nalgas, lascivo, caliente, duro, mi aliento quema tu cuello y hace que levantes tu culito empujando hacía atrás, permanecemos así por largo rato frotándonos con una sexualidad tranquila, pura, como un juego de enamorados que buscan los caminos iniciales de la cópula. Sientes vibrar (sic) mi pene en tus nalgas, ladeas tu cabeza hacia atrás y me ofreces tu boca a mis besos, introduzco mi lengua en tu boca y bajo mis manos a tus caderas, las aferro y atraigo con fuerza tu cuerpo hacía mí. El frotamiento se va haciendo más y mas intenso, mas circular, más fuerte, levantas y bajas tus nalgas para rozar mi miembro escondido bajo el pantalón como si lo masturbaras, yo lo aprieto contra ti con fuerza, como si te penetrara. La danza del restriego se acelera, oyes mi respiración cada vez más acesante, de pronto me siento al borde del delicioso abismo de la eyaculación y descontrolado me dejo llevar por la grata sensación, eyaculo ahí mismo, apegado a ti por detrás, un liquido caliente y espeso inunda mi vientre mojando mis pantalones, tú sientes esa calida humedad en tu trasero y te quedas ahí quieta, nuestras bocas continúan fundidas en un beso iluminado por el rubor del poniente marino.