“Y esa noche que camino en tu cuerpo, iniciamos
un juego de sentidos”. S. M.
Te viene el
negro sobre tu cuerpo semidesnudo con el morbo de tu imponente y pálida
tetamenta y el tintineo de los coloridos cristales en tu cuello y de los
metales en tus pulseras en tus muñecas y tus dedos lascivos pizcando tu
delicado pezoncito, ahí sobre los anaranjados y blandos leopardos y las blancas
letras eróticas en la negra tela. Te viene el negro sobre el mármol de tus
muslos y los arabescos en gris y negro de tus pantaletas ocultando la olorosa y
mojada flor de tu vulva, te viene la rubia perfumada miel de tus cabellos, tus
ojos sonriendo en el reflejo de otros cristales y tu sonrisa de perlas coqueta
en tus rojos labios, te vendría mi boca mamando aferrada tus pezones y mi verga
hurgando tu sexo entre grises y negro y mi voz susurrando bajito en tu oído
estos versos para que se abra la flor que niegas entre tus piernas. {Otrosí}.
Eres otra vez negro sobre negro deliciosa y tus pechos escondidos en sedoso
negro y solo el claro gris perlado en tu cuello y los rubíes del collar que
repiten tus labios y las ágatas transparentes rozando tu piel como el Ankh de
la vida o de la eternidad. Eres más insinuante sobre negro y leopardo, los
bordados transparentes de tus pantaletas erectan y endurecen mi ansiosa y
virilidad, las palabras escritas en blanco sobre negro en ese raro lenguaje
lúbrico e indescifrable incitan a leer pornográficas traducciones y comienzo el
juego sexual de ir escribiendo en tu cuerpo ese mismo texto en mi idioma con la
erguida pluma de mi verga jugosa mientras lees excitada estas letras candentes
intentando deducir la verdad de mis deseos.