Para
S, la musa deliciosa
Te miro ansioso en tu regalada imagen
desvestida entre azul violeta y azul azul [y comienzo a acariciarme], miro tus
suaves muslos desnudos, tus mórbidos senos asomados [y aprieto el tallo de mi
miembro juntando el pulgar y el índice como dibujando el cero], miro ese
voluptuoso canalillo [y me paso la lengua por los dedos y redibujo el círculo
sobre mi verga], miro tu coqueta mano en tu cadera [y el erguido falo
endurecido apenas cabe en ese aro digital], miro tu pelo enrulado, tu boquita
roja [y voy deslizando mi mano cerrada desde el rosáceo y terso glande hasta el
roce de las mansas esferas], miro imaginario, tu desnudez del azul y violeta y
sobo con devoción mi mástil viril como un voraz macho encelado convocando el
derrame seminal, soñando el olor de la flor de tu vulva abierta, chupando ávido
tus grandes pezones café [y cuando siento que la eyaculación centellea por los
alambiques ovillados, me acerco a esos ricos bultos simétricos y me inserto
entre tus mórbidos volúmenes], miro una y otra vez tus pechos ampulosos y me
dejo absorber por esa voluptuosidad hasta alcanzar el borde mismo del clímax
[entonces huyo de esa trampa y me escurro ligero], miro (imagino) en la sombra
tu sexo abierto a mis ansias [estremecido, ansioso, excitado, incrusto mi
príapo en esa húmeda espesura ondulada y negra], siento como esa cálida
abertura lo succiona [siento su sexual aliento y su anegado calor], me muevo, grito
desesperado, gritas desesperada, mi denso semen se derrama en chorros calientes
en la hondura de tu mojado molusco hambriento [cuando cesan los suspiros y los
acezos, embrujados de nosotros, nos quedamos rendidos], en el silencio de los
sudorosos cuerpos saciados comienzo a besarte con todas mis ternuras.
En [ ]
paráfrasis de un fragmento de “Maitreya”, de Severo Sarduy, 1978.
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