Tu perla amaneciendo gatita
impúdica entre el verde/blanco y los brillantes metales es una perversa
venganza de hembra, porque intocable en terrible distancia agrandan, endurecen,
erectan, la carnal voluptuosidad del voyeur. Esa pálida perla gata lúdica, tan
imponente, tan mullida, tan suave, de tierno pezón y tenues aureolas, urgen los
deseos del macho solitario que en ardiente celo te busca ansioso en la maraña
de deseos incontenibles. Entonces vino ese sueño; la impúdica desnudez de la
reina abriéndose al desesperado anhelo del vasallo, y sobre el blanco seno mis
labios te besaron lejanos, húmedos y ardientes, allí bebieron de la sal de
fuego de tu piel y se hundieron en la sensualidad perversa de ese rosado botón
inhiesto. Es esa perla desnuda gatita lúbrica el rastro persistente que huelo y
sigo en desesperado celo nocturno como enviciado y jadeante semental. Me
fustiga como un vaho hirviente la visión lubrica de tu mano sosteniendo esa dulce
y grande perla cultivada. Calidez imaginada de tu piel blanca sobre su suave
textura perfumada, perla encendida en la dulce erección del ansioso pezón. Palidez
que me negabas coqueta o misteriosa como alada esfinge, palidez perturbadora de
mis instintos que pulsan sus deseos en ti. Todo el pálido para tu seno suave, escondido
en el nido delicado del brassiere, tibia paloma de sueño que tu mano anidan
erótica y donde mis labios sucumben a la visión de su atrapada tibieza. Nada
cubre esa paloma escapada, expuesta impúdica a la pasión de la caricia, y en
ella arde como un beso esa moneda solar del
pezón que ya soñaron mis sueños. Y siento que poseo la sensación de delicada
obscenidad mórbida, de blanda y suave carnal textura, de pecho que en su tibia
densidad beso y mamo como un bebe hambriento de un hambre sensual y sediento de
una sed sexual que me inunda en la plenitud de lo mas sagrado de ti. Y me
muerdo los labios con la furia del imposible, con la perversión de mi boca
abarcando todo el pezón, atragantado hasta el ahogo de esa ansiada cima
protuberante. Fue así que mi mano fue tu mano, que en secreta insistencia
sexual sobre el punzante volcán de ansias y ardores se hizo tensa caricia y
urgencia, y la dura torre rendida a las ansias derramó su lava ardiente en el
gozoso estertor del placer solitario; homenaje vertido por la reina en un
fogoso e intimo rito del vasallo.
sábado, 8 de diciembre de 2012
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