domingo, 2 de diciembre de 2012

CEREMONIAL

Desnudo sobre mi cama comienzo a rozarme poco a poco hasta despertar al demonio que me acecha agazapado allá en el cenagal de mis instintos. Entonces inicio la obligada ceremonia en su honor y dos de mis dedos comienzan a suavemente, pero con firmeza, a subir y bajar la suave piel del engendro. Se torna cada vez más sensible, por los que induce en mi cuerpo movimientos involuntarios y mi respiración es cada vez mas agitada. Lo tomo con toda la mano como aferrando la empuñadura de la espada que me llevará a la victoria. Cierro los ojos. En ocasiones, doy pequeños gritos de placer. El movimiento fuerte de mi mano mientras me froto se vuelve algo imposible de detener. Quiero mas, deseo mas, detenerme ya no es una opción. Mi mente se nubla, el placer se apodera de mi, mi piel se eriza indicándome que la culminación del ceremonial esta próximo a llegar. Mi respiración se agita, se convierte en gemidos, en hondos suspiros y es entonces cuando mis entrañas no aguantan más el celibato y la estimulación, y se libera con un estremecedor espasmo una caliente, espesa, húmeda, densa, perlada y lechosa ofrenda al demiurgo incitador. Siento escurrir la liquida ofrenda sobre mi piel. Paso unos segundos en un relajado éxtasis, simplemente respirando y descansando. Una vez terminado el culto a la viciosa divinidad, me siento desahogado en la cama húmeda por el sudor, con una gran sensación de liberación y satisfacción. Elimino las pegajosas huellas del íntimo rito, y me dispongo a recuperar fuerzas para poder ejecutarlo otra vez. Alcanzo a oír dentro de mí al acuciante demonio riendo y chapoteando feliz en el negro fango de mis instintos.

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