jueves, 6 de diciembre de 2012

TUS PALOMAS HOY

Querida mía, mi amada y deseada doncella, esclava y potranca, quizás no te guste esto que te escribo, sé que tu pudor te impide disfrutar estos detalles, sé que guardas tus deseos contenidos solo para nuestros momentos de intima pasión, esos instantes en que te entregas a mis fantasías y yo te arrastro con mi oleaje de deseos, pero necesito decirte lo que voy a decirte. Tengo acá ante mi vista la ultima fotografía que me enviaste ayer en la tarde, y he mirado y mirado tus pechos llenos, he tocado impúdico una y otra vez esa intensa suavidad de tu piel, he visto y estudiado con voluptuoso detalle esa manchita o lunarcito que tienes en uno de tus senos cerca del tierno valle donde sueño dormirme un día,  he mirado y mirado y gozado tus pezones, su rosado carnal, su protuberancia edípica, los he besado, lamido, los he apresado entre mis labios, los he succionado como un bebe sediento de tu Amar, los he pellizcado con mis dedos machos, he deslizado mis manos, mis dedos, mi boca, mis labios, mi nariz, mi lengua húmeda por el territorio de tu escote, y ahí he saboreado el sabor de tu piel, como si en ese surco de tibiezas se concentraran todos los sabores y aromas de tu cuerpo, he encopado con mis manos tus senos enteros para sopesar su sensualidad entera, para sentir su calor de hembra madre, de amada amante, de potranca meretriz solo para mí, he recorrido con besos toda la amplitud de tus pechos para guardar en mi memoria sexual el mapa de toda la sexualidad que contienen, y mientras cumplía esta ceremonia de amor y deseo, este rito lujurioso, mi miembro viril se iba erectando, lentamente, como un animal salvaje que despierta a media noche con hambre de placer, con sed de goce, y yo comencé a sobarlo por encima del pijama, suavemente al principio, y más se endurecía intentando escapar de su afranelada cárcel, hasta que lo logró, y entonces mi mano lo atrapó en su endurecida erección, e inicié una lenta y apretada masturbación, siempre mirando y recorriendo tus tetas amplias y mullidas, sentía que era tu mano la que me pajeaba, la que me hacia estremecer de ese exquisito placer onanista, miraba tus pezones y mi pichula latía exultante, briosa, dura, sensible, mi boca se abría para apresarlos y chuparlos, y mi  mano aceleraba el sube y baja en la suave piel de mi pico, así duré un corto rato pues mi calentura era máxima, hasta que sentí la rica sensación previa a la eyaculación y me puse de pie y me pajié más y más rápido con mi vista clavada en tus tetas ricas y en un paroxismo vehemente e instintivo eyaculé desaforado, gimiendo, nombrándote en medio del clímax, los chijetes de semen caliente cayeron al piso, pero yo sentí que se derramaban sobre tus senos ampulosos, escurrían bajando desde tus pezones hacia tu entre senos, exprimí de mi pico hasta la ultima gota de esa leche sexual, por instantes sentí tu lengua de esclava mía lamiendo la puntita de mi verga, asesando aun volví a sentarme, respiré profundo tratando de calmar el potro de mi corazón acelerado y comencé a escribirte esto que acabas de leer. Te amo.


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