Mi mano inicia el descenso hacia
la hoguera de tu sexo, se desliza lenta por tu vientre, hurga tu ombligo como
si fuera un pozo de agua para un sediento, siento el fuego de tu piel
consumiéndose en deseos de tactos y caricias lascivas, hundo suavemente mi mano
en tu vientre, para sentir tus ansias de hembra a la espera del macho, sigue mi
mano bajando por tu vientre hacia la profundidad mas húmeda de tu ser, llego a
tus vellos púbicos, esa pequeña selva olorosa de sexo, y enredo mis dedos en
ellos, tirándolos suavemente, peinándolos, jugando como un niño impúdico, los
restriego entre mis dedos para sentir las consistencia elemental de esos vellos
sexuales, mi dedo del corazón ha encontrado el inicio del surco húmedo de tu
sexo, se asoma a ese canal mojado de deseos, a esa flor de fuego anhelante, paso
mi dedo victorioso por ese ardiente surco que me incita expectante entre tus
piernas. Mi mano inicia la búsqueda de la mariposa oscura y húmeda y baja por
tu vientre hasta encontrar el sendero de tu ombliguito y va más allá hasta la
jungla de tu pubis, mis dedos hurgan esa selva de vellos perfumados, esa tierna
piel de los labios verticales, ese borde rosado y carnal que esconde tu clítoris
punzante y sensible, y mi dedo del corazón encuentra el botoncito tibio del
placer e inicio el juego de azuzarlo, muy levemente lo toco con la yema del
dedo, muy suave, casi como el roce del ala de una mariposa, luego cada vez con
un poquito más de presión, girando en círculos sobre el garbancito carnal,
siento como se va endureciendo, levantándose, asomando entre los húmedos
pétalos que lo esconden, también con mucha calma y suavidad unto mi dedo en los
jugos vaginales que encuentro mas abajo en el surco del deseo, luego con mi
dedo mojado en ese néctar secreto vuelvo al clítoris ansioso, lo presiono
tiernamente y comienzo a masajearlo nuevamente en pequeños círculos, llevándolo
al máximo de su tierna erección, de su delicada sensibilidad, mi dedo masturba
tu clítoris hinchado de goce, tus iniciales y quedos quejidos se han convertido
en grititos ahogados, sofocados. Mi dedo dibuja el borde ardiente y húmedo de
tu sexo, encuentra tu clítoris, erecto, punzante, anhelante, lo toco suavemente
con la sensible yema de mi dedo, lo recorro en círculos, escucho tus quejidos
de deseo, con maliciosa lentitud mi dedo se hunde en el surco de tus labios
vaginales, esta ardiendo en sus jugos densos, siento su blandura sexual, mi
dedo se ha humedecido totalmente en esa pequeña y estrecha vasija erótica, lo
unto de tus jugos sexuales y me lo llevo a la boca, chupo de mi dedo tu néctar
erótico, repito este lúbrico rito muchas veces, para saborear esa miel salada
de tu sexo, la densa consistencia de ese liquido intimo me excita más y más,
luego mi dedo inicia una lenta penetración en tu vulva mojada y caliente, entra
y sale con suavidad contenida, mi dedo hurga entero dentro de tu vagina
sintiendo toda su calentura, toda su humedad de hembra desesperada. Mi mano va a
tu mariposa que está ya caliente y mojada, expectante, y comienzo a
masturbarla, suavemente con mis dedos, primero el clítoris que se erecta como
una pequeña verguita, luego introduzco con suavidad mi dedo en tu vagina, esta
muy caliente y húmeda, comienzo a tocar la erótica prominencia de tu punto G, de
gata o gemido, escucho tus quejidos de placer y más me excito, tu sexo esta
escurriendo su licor sexual, palpitante y abierto, y mi dedo inicia un masaje
rotatorio sobre tu botón carnal, sobre ese rico clítoris y hundo mi dedo en tu
vagina mientras con la palma de la mano te masajeo el clítoris aplastándolo,
restregándolo, y sigo y sigo hasta llevarte en un instante de estremecida
locura al destellante orgasmo final.
martes, 10 de septiembre de 2013
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