lunes, 30 de septiembre de 2013

ROSAS AZULES


Dormían las rosas azules en el buró soñando mis ardientes susurros en tu oído y yo soñaba con ese pezón erguido, esperando que mis labios lo besen, lo succionen con mi boca de bebé hambriento. Quietas las rosas en su azul misterioso veían mis ojos atrapados en la visión cargada de eróticas reminiscencias de un imaginario ayer incestuoso de ese pezón, de esos tiernos vellos que dibujaban en su intimidad la secreta conexión que tú y yo seguimos construyendo palabra a palabra, imagen a imagen. Escondido entre los pétalos azules de las rosas atrapadas en el cristal están mis deseos de beber de ti el goce edípico hasta la eyaculación que queme tu vientre, tus senos, tu pubis y tus muslos, que escurra por tu piel escribiendo con las lascivas letras del deseo el texto del clímax desatado. Cinco rosas azules como los dedos de mi mano que acaricia ese seno pálido y carnal estremeciendo tu cuerpo con el morbo de sensaciones perdidas, de tactos y roces profanos, del ardor de la cópula que va más allá de la pene-tración y del acto. Azules las rosas inmóviles y azules tus uñas de hembra mía, decorada una con la escarcha brillante que reluce como un cúmulo pequeños diamantes capturados por la tibieza dulce de tu pecho obsceno, en su lujuria amamantante, en su blandura blanda, suave, mórbida. Imagina que te envié esas rozas azules para seducirte aun desde el desierto del olvido, imagina mi boca en ese pezón abarcando su aureola, sorbiendo, imagina mi mano en ese seno grande y mullido, sopesando en el tu calor de hembra que me llega embebido del perfume de esas rosas, azules.


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