domingo, 8 de septiembre de 2013

ES


Es una alquimia de deseos que se vierten, densos, tibios, lúbricos, y se fusionan en un néctar libidinoso, en un licor animal, primitivo, esencial, como un vino que embriaga los instintos y los unta con una voluptuosidad de macho y hembra o viceversa o indistintos, desatados en un sublime desparpajo. Es el manuscrito del deseo codificado en la piel escrito a puntita de lengua, a yema de un dedo impúdico, a esplendente y terso balano, escrito con sudor, semen, saliva u orina, escrito con la oscura pasión del estupro, del incesto, de la sodomía y la violación. Es la viscosidad de los jugos sexuales derramados en caliente sobre el pubis rendido a la  inminencia, sobre los senos inhiestos y ofrecidos, sobre el vientre estremecido y anhelante, una densidad de savias fálicas o vaginales, lechosos o transparentes fluyendo con la lentitud de un agua espesa, densa, que va escaldando la piel como las arenas de un ardiente desierto carnal. Es la im-pene-trabilidad concordada, senda o cauce al onanismo, falo o vulva dispuestos, esperando en una inquietante ansiedad venérea la consumación pene-trante que han de rendirse a la masturbación especular donde ávida mano o dedo batidor suplantan los genitales prohibidos en la voluntariedad de un goce distinto pero convergente. Es la trabazón de miembros en plena desnudez, ardiendo en medio de la alta hoguera de la lujuria sobre un lecho como una cópula de caracoles sobre una hoja de mandrágora. Es la lascivia declarada como un hecho de la causa que viene a justificar en su naturaleza impura la hermosa y exultante noche de esa alquimia. Eso es.

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