Es una alquimia de deseos que se vierten,
densos, tibios, lúbricos, y se fusionan en un néctar libidinoso, en un licor
animal, primitivo, esencial, como un vino que embriaga los instintos y los unta
con una voluptuosidad de macho y hembra o viceversa o indistintos, desatados en
un sublime desparpajo. Es el manuscrito del deseo codificado en la piel escrito
a puntita de lengua, a yema de un dedo impúdico, a esplendente y terso balano,
escrito con sudor, semen, saliva u orina, escrito con la oscura pasión del
estupro, del incesto, de la sodomía y la violación. Es la viscosidad de los
jugos sexuales derramados en caliente sobre el pubis rendido a la inminencia, sobre los senos inhiestos y
ofrecidos, sobre el vientre estremecido y anhelante, una densidad de savias
fálicas o vaginales, lechosos o transparentes fluyendo con la lentitud de un
agua espesa, densa, que va escaldando la piel como las arenas de un ardiente
desierto carnal. Es la im-pene-trabilidad concordada, senda o cauce al onanismo,
falo o vulva dispuestos, esperando en una inquietante ansiedad venérea la
consumación pene-trante que han de rendirse a la masturbación especular donde
ávida mano o dedo batidor suplantan los genitales prohibidos en la
voluntariedad de un goce distinto pero convergente. Es la trabazón de miembros en
plena desnudez, ardiendo en medio de la alta hoguera de la lujuria sobre un
lecho como una cópula de caracoles sobre una hoja de mandrágora. Es la lascivia
declarada como un hecho de la causa que viene a justificar en su naturaleza
impura la hermosa y exultante noche de esa alquimia. Eso es.
domingo, 8 de septiembre de 2013
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