Bebo de tus dedos untados en ti
en un ceremonial sexual sin sexo declarado o física consumación, apenas tímidos roces de manos,
miradas de deseos vedados, sonrisas por un goce secreto, egoísta, un placer
prohibido de escondrijos, de fugas, de huidas coquetas por los laberintos de lo
intocado. Esa pasión congregada en las palabras que no se dicen, en misteriosas
actitudes equivocas. En una iriología de voyeur taciturno veo la desnudez
secreta de tu cuerpo reflejada en tus ojos, imagino su sinuosidad latente,
retenida, miro los vellos de tu pubis desde un lejos imposible, presiento la
sensibilidad de tus pezones, el palpitar de tu vulva humedecida en su
concavidad inalcanzable. Te poseo solo con los ojos míos que te pene-tra en el
vaivén que va de tu escote a tus ojos, con la voz quiebro tus designios de
virgen instaurada, te desvirgo sin que te des cuenta con la cercanía de
macho-hombre que te desea y de macho niño que te busca con perturbadora
nostalgia. Y en esa solemnidad del sin tocarse se van cumpliendo tus negadas fantasías,
vives las otras vidas no vividas, exploras lo prohibido en la realidad ilusoria
de una maquina de sueños. Te acaricio de mentira en un acoso de solo sutiles
ilusiones la piel encendida de tu vientre, el delicado y virginal interior de
tus muslos, las corvas de tus nalgas, el surco vertiente y fuego de tu sexo.
Dibujo tu boca en mi boca para besarte sin besos, mientras erecta en su
destierro mi virilidad se yergue como un faro en un mar oscuro y tormentoso,
lejos de tu isla de algas y espumas.
lunes, 7 de octubre de 2013
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