Que delicioso es sentir que has
captado perfectamente esa instancia después del goce físico que imaginé, juntos
disfrutando esos momentos de amorosa cercanía, llenos de ternuras, amistad y
complicidad, laxos y ya saciados de las desesperaciones del deseo,
acariciándonos suavemente, reconociendo con detalles el cuerpo del otro,
nuestras manos vagando por la otra piel sin avidez ni urgencia, solo
sintiéndonos ahí en una comunión que va más allá de sexo. Siento tus femeninas
manos tocando juguetonas mi verga, las siento calientes y tersas, suaves y
delicadas, tu boquita besando mi pecho, tu lengüita mojando mis tetillas, y tu
mano ahí insistiendo en ese lento y sutil manoseo fálico, mi mano también busca
tu pequeño clítoris, lo encuentra tímido, como escondido, y lo froto con
ternura, con levedad inquietante, lo siento como una breve flor de un solo
pétalo, percibo su tierna blandura, su leve consistencia carnal, su dócil
capuchón, su botón escondido en ese rosado pliegue prepucial, rozo la flor
abierta, esa textura floral que posee aun los últimos vestigios de una virginidad
insistente, te siento hembra, mujer, dama, me estremece esa sensación de
intensa voluptuosidad, de una sensualidad invasiva, como un sumirse en densas
aguas termales, esa sexualidad latente, salvaje pero contenida, al acecho,
bullendo en las brasas de una lujuria concentrada, creo sentir en las yemas de
mis dedos sus latidos, su placer subterráneo, no puedo evitar sumergirme bajo
las sábanas y buscarlo con mis labios de buzo ciego, hasta que lo encuentro y
comienzo a lamerlo, mamarlo, succionarlo, con deleite, con ansiosa sed de
náufrago sediento, desde esa profundidad del lecho alcanzo a oír tus quejidos
de hembra sorbida.
sábado, 9 de mayo de 2015
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