Para Bev,
estilizada e intocable
Aun hay hilo reina para elevar el volantín de
los sueños, para tocar el cielo y alcanzar el arcoíris, para descifrar los
símbolos de ese tatuaje, para levantar el azul y amasar tus pechos, para bajar
lentamente hasta tus pies el rojo y encumbrarse por tus piernas y tus muslos hasta
la húmeda fuente palpitante de tu pubis, y luego subir por la breve comba de tu
vientre y hundirse en la tibia concavidad de tu ombligo hasta remontar otra vez
bajo el suculento azul que se eleva sobre las cumbres de tus senos. Aun hay
hilo reina en el carretel del solitario volantinero que busca enredado en la
brisa del otoño el trigo de oro de tu pelo y la rosa de tu boca. Aun hay hilo
reina, porque seis y cinco solo son números y lo que vale es la alegre
ventolera que te haga ascender feliz más allá de la nubes. Contra el alto muro
gris desbordo amasando las suculentas lunas de tus pechos ampulosos, urjo sus
ocultos pezones a elevarse y punzar con el silencio cómplice de los rojos
geranios, entre el verde vegetal lamo tu piel desnuda con la quieta lujuria de
un sátiro vicioso que ya no deja sombra en la gris humedad del muro. Voy a por
el beso que ofrece tu boca para morderte en su vendimia tus labios, voy a por
tu piel desnuda en ávidos deseos para saborear su dulce y madura esencia, voy a
por la fina osatura de tu cuerpo para devorarte hasta la última vértebra, voy a
por tus ojos escondidos tras cristal para intimar en esas otras transparencias,
voy a por la lasciva hondura de tu escote para hacer cumbre en las alturas de
tus pechos, voy a por el rumbo abajo que siguen tus brazos para naufragar de
lujuria en la flor de tu pubis.
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