Para MR
Abro tu libro prohibido y busco la esencia más
pura de tu piel desnuda en el paisaje marino donde tus piernas y tus muslos y
tus pies poseen el sabor de la sal y los oleajes, y el ardiente calor de los
soles y las arenas que acariciaron tus contornos con obscenas insistencias. Me
deleito es esas tibias tersuras, vago por los recovecos de tu cuerpo, bebo,
surco y penetro, la flor y el cuenco, las honduras y los pliegues, hasta el
perfumado roce de tu pelo. Obsesionado busco en tus páginas la impura delicia
lasciva de tus pechos asomando en tu escote abierto y en la breve abertura que
cae como una gota de mórbida agua carnal en el jolgorio de la fiesta, y en mis
ansias por poseer tus tibiezas deslizo mis dedos por esos íntimos territorios
palpitantes dibujando los senderos de mi secreta lujuria, acechando e
imaginando en lo oculto de esas cimas el íntimo color, el exacto tamaño de las
areolas y la sensibles alturas de las cúspides de tus negados pezones. Y sigo
buscando tu silueta incluso en las páginas en blanco con la vehemencia
perturbada de un fauno extraviado que huele el aroma de su ninfa, y que sabe
que si sus manos pudieran encopar esas palomas escondidas presentirían las
duras protuberancias que delatan tus secretos deseos de sentirlas en piel viva.
Leo a pie de página los códigos silenciosos de tu boca, de tus labios y de tus
ojos, y de tu dulce madurez macerada por tus sueños.
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