miércoles, 27 de marzo de 2013

AMANECIDO HOY EN TI

Iría a despertarte a besitos tiernos y leves como mariposas inquietas, hundiría mis manos con sutil dulzura en el negro torrente de tu pelo, te miraría durmiendo hasta dibujar en mi memoria tu rostro tranquilo, tu cuerpo en reposo, me acurrucaría calladito a tu lado para respirar tu aroma de mujer dormida, para entibiarme a tu lado con tu calor sereno y maternal esperando que salgas del sueño para besarte como un potro feliz de encontrar a su potranca. Y me deslumbran las joyas de tus uñas que guardan la suave caricia de tus dedos surcando los viriles paisajes de mi piel ansiosa de ti, hambrienta de tu roce, sedienta de tu boca demarcando los territorios donde reinas, me voy estremeciendo de tu cercanía presintiendo ya nuestros labios embebidos de amor deseo, al ídolo siempre insaciado en la humedad y dulce insistencia de tu nido, a mi boca bebiendo de tus tetes como un bebé enternecido en la mullida convexidad de tus palomas, a mis labios de macho niño atrapando tus delicados vellos púbicos en un juego alborozado de macho adulto, y me deslizo por tu cuerpo adherido como un rocío que escurre en su hirviente agua sexual. Y hay un río donde convergen todas la fantasías de mi piel en tu piel como un tatuaje donde danzan en sus fuegos inconsumidos los vertiginosos habitantes del templo de Kajuharo, un río de eróticos afluentes termales en que te bañas desnuda bajo la luz de la luna que ilumina la palidez de tu cuerpo vestido con la obscena mirada del fauno potro macho escondido entre los arbusto de la distancia y el desasosiego. Un río de torrentosas aguas salvajes donde los instintos se vierten como densos líquidos seminales o espesos brebajes vúlvicos que se desbordan inundando los bosques y las ciénagas donde medran insoportables ansiedades carnales. Todo tiende a ti, a tus cálidos laberintos y a tus voluptuosos abismos, todo desemboca en tus manglares de épicos celos e indulgentes desconfianzas, todo se dirige a tu lecho, a tu perfume, a tus ojos. Entro en el traspaso vehemente de la mañana de tu rito sagrado al pleno día soleado y aun sigo embobado en tus imagos gozando y mirando cada detalle intimo y mío, y en esas tus secretas imágenes encuentro el agua necesaria en este árido desierto donde habito, tu me estimulas, me das vida y goce, me incitas y me excitas, y mantienes encendido el pebetero de mis ardientes deseos de ti. Amén.


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