Imaginaria: Servicio de vigilancia nocturna, guardia que por turno vela
durante la noche.
(Intentare sacarte de ese valle
de lagrimas, así que prepárate para mi visita, toma un baño largo de agua tibia,
te perfumas bien, sobretodo entre tus senos y en tus breves vellos púbicos,
luego te pones la camisola corta y te acuestas relajada, y cuando apaguen la
luz ponte a imaginar y fantasear sobre sexo y placer físico, que tu mente solo
piense en eso, y así iras sintiendo tu cuerpo, el roce de las sabanas en tu
piel, el calor entre tus piernas, la sensibilidad de tus pezoncitos, y entonces
vas dejando que tus manos exploren esos lugares sensibles, suave y lentamente,
déjalas libres, ella saben que hacer, no las dirijas ni las coartes, siéntelas
como instrumentos de tu propio placer). Es una noche de lluvia, me esperas en
tu celda tendida en el lecho. De pronto estamos juntos, abrazados en el lecho,
ambos casi desnudos, yo aun con el pantalón y tú solo con la delgada camisola
de seda, estábamos asustados y ansiosos, entonces una de mis manos se va
sigilosa a tus piernas, lentamente voy tocando y acariciando por dentro de tus
muslos, en esa zona de suavidad de sueño, de intensa sensualidad, y con la otra
mano te acaricio el pelo, atrayendo su rostro hacia el mío, hasta que nuestros
labios se rozan, y nuestras bocas ávidas del otro se funden en un beso, las
lenguas se enredan y los labios se abren al goce del beso ansiado, los dientes
mordisqueaban y buscaban como fieras furiosas los labios del otro, mi otra mano
llega hasta su sexo, rozando los vellos púbicos, está húmedo, ardiendo en su
fuego de ansias y deseos, y mis dedos juegan con el clítoris erecto,
sensibilizado por los instintos desatados, siento mi miembro creciendo,
erectándose, punzando bajo el pantalón, subo la camisola hasta tu cintura
mientras llevo mi mano a mi pantalón y saco mi pene erecto, endurecido, el
glande brillante, turgente, lo siento deseoso de penetrarte, de hundirse en ti
hasta las profundidades de tu intimidad, lo llevo con mi mano hacia tus labios
verticales abiertos y rendidos, y lo hundo en ellos, con lenta fuerza, con
ternura y deseo, con ansias desesperadas pero controladas para sentir el placer
maravilloso de ir penetrando en tu vulva toda mojada, ardiente, succionante,
siento como mi falo va abriendo esa abertura carnal y va siendo succionado por
tus deseos de entregarse, y después del juego de intensos movimientos, esa
danza lujuriosa, esos grititos desesperados, la inundo con mi semen caliente,
con mi densa lechada sexual, como una lava ardiente que se derrama en ti
arrastrandote sin tregua al torbellino de tu orgasmo, gritas, grito, ambos instalados en la cumbre
del placer, luego todo cesa, te duermes acurrucada entre mis brazos, cuando veo
que ya estas en un profundo sueño me escurro silencioso hacía la lluvia.
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