“Nunca dije que me calentaba. Otras cosas sí,
por ejemplo la lectura”. Anónima deseada.
Habito tu incertidumbre, asustado y
deseoso, huyo de tus tentaciones y de tus capturas, de lejos sin tocarte te
poseo vibrando sobre la suavidad lúbrica de tus muslos, contando uno a uno tus
vellos púbicos, definiendo una íntima y personal astrología para las
constelaciones de tus manchitas lunares, sin delatarme, sin los roces húmedos
del sexo desaforado de los atardeceres sin lluvia que esperan las embarcadas
luminarias imaginarias, fugado de penetraciones que después urgen tus furias
incomprensibles del día después. Un conocido filósofo incluye los gritos en
la categoría del silencio. Gritos, jadeos, imprecaciones, forman una
"sustancia silenciosa", la de este subsuelo es maléfica. Allí fui
aterrado de tu voracidad insaciable de monstruosa y excitante mantis religiosa,
sujeto a la bifurcación que se abre en la noción de pura y esencial lujuria y en
la perspectiva de hembra indómita jamás atenuada en sus rigores y recatos. Si
el acto sexual implica una suerte de muerte, (…) necesitaba de la muerte
visible, elemental, grosera, para poder, a su vez, morir de esa muerte figurada
que viene a ser el orgasmo. Desde las seguras distancias del terror,
insaciado de tus piernas, de tus pelitos, y de tu piel entibiada en tus propios
deseos, voy acercándome en verbos y acechos, inofensivo, manso, hambriento de
ti, sin arriesgar nada más que palabras, vanas y evanescentes palabras. Esta
sombría ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa. Lamo sin lamer tus
paralelos labios verticales, los saboreo ebrio de su sal y su jugo, susurras
secretos quejidos, yo distante relamo tu brebaje de mis labios viciosos. Y nos seguimos
buscando ambos culpables, victima y victimaria, tímido fauno que sabe que ‘la
rosa, si la tocas, se marchita’ (i), y egoísta mariposa que revolotea liberada con
su ‘pena interior que nada necesita’ (i).
Notas.-
- En cursivas, breves fragmentos de “La
Condesa Sangrienta”, Alejandra Pizarnik, 1971.
(i) “Intimo”. Soneto de Blanca Barojiana,
2016.
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