domingo, 14 de febrero de 2016

SOÑACIONES


El deseo no es lo que ves, sino aquello que imaginas. P. Coelho

Sueño tocarte, y ha de ser quizá mi última obsesión, porque allá en el sur lejos había un río que para mí tenía tu nombre y era otro río de bosques de ulmos florecidos en sus reflejos y rápidos róbalos y plateados pejerreyes que deletreaban tu nombre en sus lentas aguas incesantes. De hecho me fui a dormir y a soñarte a la luz parpadeante de una vela, en su íntima penumbra y su caricia, a soñarme naufragando ebrio en tus íntimos y húmedos territorios, y dormí entre ti abrumado de tus aromas y tus sabores de dulce fruta madura. Como allá donde ti ya es noche cuando acá donde mí aun atardece, inicié mis persecuciones de lujurioso perseguidor apenas cerraste tus ojos y dejaste tu recatada realidad para sumergirte en la plenitud de tus deseos pendientes o inconclusos, y yo pescador nocturno deslicé mi mano ardiendo entre tus muslos desde tus rodillas muy juntas hasta el vórtice donde palpita la húmeda rosa escindida, dejé que mis labios hicieran cumbre en tus pechos y con edípica voracidad calmé mi sed de ti en las sensibles alturas de tus pezones, y entrecrucé mis piernas con las tuyas atrapándote en la sexual trabazón de carnes incendiadas para dejarnos disolver gota a gota en el caudal de las lujurias de las cópulas incestuosas que hemos soñado con pervertidos detalles cada uno en su lecho vacío. Sueño rendirte solo con la intensidad del deseo que brota de tus propias entrañas y te desborda el insomnio en la ardorosa oscuridad mientras tus manos afanan impuros delirios sobre tu sofocado cuerpo anhelante.


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