viernes, 26 de febrero de 2016

INTENSIDAD DEL REENCUENTRO


“Pero no quieres amarme, los espejos están sin luz, sin responder”. Κασσάνδρα

(Una voz acusa un desamparo, —Tú me hiciste a tu manera y ahora me quieres tirar al olvido…). Sé que me encuentras en todos los espejos, aunque te escabullas y me niegues, aunque evites tu reflejo o cierres tus ojos, igual ahí están mis ojos espiándote, al acecho demencial del fauno que se enreda en tu negro pelo, que se escurre como larga y lenta caricia por las tibias comarcas de tu piel, que te posee integra en la cópula incandescente de sus sueños. Sé que lo sabes y que lo sientes en tu piel desnuda, en los más íntimos pliegues de tu cuerpo, en la densidad voluptuosa de tus poros y en la profunda humedad de tu sexo. Otra vez atrapado entre tus senos, anegado en tu vulva, ardiendo de erectos deseos de tu cuerpo con el ardor incrustado en tu piel... otra vez. Siempre ahí, en los espejos que te miran con intensos deseos mientras te duchas, te peinas, te miras a ti misma en el azogue voyerista y te sientes observada desde lo más oscuro de mis instintos. Y seguiré permaneciendo en ese lecho tuyo donde nos sueñas amándonos con salvajes lujurias y tiernos mimos, entre esos femeninos cojines y ese triángulo que apunta al paraíso soñado. Y en el vidrio de la ventana que da al mundo ajeno a nosotros el paisaje nevado nos espía, y derretimos las nieves de tu gélido invierno de 12° F con los ardores de este tórrido verano de 30° C. Es tu voz que enciende los maleficios de la esquiva lascivia que florece impúdica entre tus piernas, que palpita entre tus pechos, que se eleva desde la puntita de tus pezones, que yergue mi virilidad y la endurece a tu lasciva voluntad de hembra exuberante que espera ser poseída hasta el grito. (Otra voz niega el pecado, —Tú entraste en un silencio que yo no entendía, desapareciste, pero como siempre te esperé pacientemente, hasta este hermoso e intenso reencuentro…).


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