domingo, 28 de febrero de 2016

VICIO AL ROJO VIVO


Para Susymabe

Deliciosa hembra madura, con el dulce sabor del otoño en las uvas del deseo, miel otoñal, trigo maduro, voluptuosa y carnal, hoguera donde arden las lujurias en sus brasas incitantes, donde brotan instintivas erecciones de glande reluciente invocando lechosas masturbaciones provenientes del goce imaginado a la vista de la roja instigación, de la pálida piel en su provocativa semidesnudez, del envidiado colgante incrustado entre esos ampulosos pechos, de esa exuberante tetamenta donde hundiría mi rostro sediento hasta ahogarme de esa tibia carne abundante aferrado succionando los ocultos pezones, de los eróticos pliegues del vientre, esa carnalidad generosa que llama a verter ahí los chijetes de semen caliente, de los muslo, las piernas, los brazos, los senos y su canalillo, del suave cabello desgreñado como de una fiera insaciable. La espío ebrio de la sonrisa coqueta, incitante y juguetona de la femenina fiera que se sabe deseada hasta el vertido seminal, la espío mateando, sorbiendo con sus labios chupones la bombilla que mi miembro envidia, la espío cuando me regala la visión deliciosa de un pecho desnudo y su breve pezón rosadito, la espío con mi mano apretando y frotando mi falo endurecido hasta brindarle el sexual homenaje de una copiosa eyaculación. Sé que alguien la muerde, la acaricia, la penetra, la posee en salvajes ritos de cópulas o succiones, entra furtivo en su atardecer y se escapa sigiloso en el inicio de su noche dejándola saciada, untada y chorreada de su densa leche viril, pero no me importa pues así quiero poseerla, toda mojadita y jugosa para mí.


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