viernes, 26 de febrero de 2016

(RE)ENCARNACIONES


Y ahí nos vamos (i), tal como nos soñé tantas veces rígido por las noches sin luna, tú relajada y placentera con tus ojitos cerrados soñando que te hacías la dormida, y yo como un sátiro salvaje y desatado afanando en tu cuerpo con los desparpajos del macho que se sueña consentido y libre para consumar en la hembra de sus deseos sus delicadas perversiones y sus intensas lujurias. Ahí adentro en tu profundo, desde el borde del corazón insomne que palpita enamorado hasta ahí afuera de mis pulsiones, en el tenso y rosado extremo punzante que palpita hambriento. Estrujé tu cuerpo con las lascivas y lúbricas vehemencias del fauno desesperado que te persigue escondido en los rincones del atardecer, lo cubrí con el mío como un macho cabrío para romperte los muros de tus inciertas vagancias por tus prohibidas latitudes sexuales. Besé lamí penetré tu carnalidad florecida húmeda abierta, deshojada y ansiosa, vertida en lecho desnuda, receptiva anhelante, por socavar integra y profunda, y devinieron los éxtasis latiendo hacia adentro de tus entrañas y derramándose desde mí denso profundo. Atardeció luna sobre tus rosas y fuimos a soñarnos porque tenía sueño de ti y quería dormir en tu perfume suspirando agradecido por la amorosa esperanza de nuestros encuentros en las vidas sucesivas. Tú generas el deseo de escribir, musa inalcanzable, y no temas, porque nunca te alcanzaran los años de la dorada vejez porque mi memoria te guarda incrustada e inmune al tiempo en los cristales de la oscuras lujurias, entre besos atrevidos y el sublime color de las dalias. Sé que un día, no importa en que vida, me cobrarás uno a uno estos verbos, por eso otras veces te sueño a mi lado, tierna y asexuada susurrándome bajito al oído: Dame un beso. Tan solo dame un beso ­—no pido más, apenas poca cosa— que inunde de rocío la oculta rosa interna que desmaya de embeleso (ii).

(i) “Si Nos Dejan”, bolero de José Alfredo Jiménez
(ii) “Beso”, soneto de Blanca Barojiana


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