(Detallada descripción del descuento)
Tu piel morena por el beso solar sobre tu
pudorosa desnudez, tu mano con sus breves metales en jarra sobre tu cadera como
una diosa imposible y poderosa, los ojos ocultos detrás de los oscuros espejos,
los finos oros encadenados acariciando con dorada levedad tu cuello, el halo de
pálida piel en el borde expuesto de tus pechos ampulosos donde el sol no besó, el
marcado canalillo donde mis labios se sueñan surcando esa tibia obsesión, los
tres pequeños abalorios que cuelgan gozosos al final del surco entre tus senos
limitando la voraz mirada edípica del embrujado, tus cabellos tomados hacia
atrás como una Eva en el balcón de la historia y no ensortijados como en el
lecho donde nos sueño consumando nuestra íntima historia, el rictus serio de tu
boca, el rosado suave de tus uñas, las curvas llenas de tus pechos y las curvas
sinuosas de tus caderas, la lisura de tu abdomen y la suavísima comba de tu
vientre, los pliegues de tu piel en voluptuosa madurez incitando la caricia
impúdica, el beso mordido y el ensalivado lamido, el brevísimo triángulo desnudo
del borde superior de tu muslo que asoma en el límite inferior que niega tu
pubis, tu cuerpo todo deseado hasta el dolor bajo la sensual dalia que me remite
a imaginarte en ese color que he
perseguido por los años hasta encontrarlo en ti como en un sueño que había de
cumplirse, las cintas paralelas de los breteles que bajan desde tus hombros
hacía tus senos exuberantes, y sigo… ahora imaginando lo que no veo, tus
oscuros pezones, tu ombligo, el oscuro triángulo mayor inaccesible y negado de
tu pubis, y retorno una y otra vez al inicio del ciclo sexual que me tiene
atrapado: Tu piel morena por el beso solar sobre tu pudorosa desnudez (i)…
(i)
“La Dalia Inquietante”, R. Franquesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario