Qué que viene después? Vienen
intensidades que desconoces, lubricas imaginaciones, sensaciones nuevas,
pecaminosas, pervertidas, secretas instancias de un placer equivoco, extrañas
vibraciones de tu cuerpo, misteriosas y desconocidas, el vuelo libre y desatado
de autocensuras de tus instintos más primarios, el sexo en estado puro. Estás
tan cerca de mi telaraña que podría alcanzarte y atraparte, pero no!, esperare
que entres voluntariamente. Mientras me quedo no solo la memoria de tu piel
desinhibida sobre tu lecho, y yo mirando desde un rincón en penumbras, sin
atreverme a tocarte, sin atreverme a incendiarte en los juegos del fuego de mis
deseos que mas temprano que tarde acabaran por quemarte en sus llamas
impúdicas, sin atreverme a salir de las sombras del rincón voyerista y
atraparte en mis brazos como una mariposa incauta, sino también poseo la
memoria de tus palabras, de tu verbo coqueto pero equivoco, sensual pero
lúdico, de tu silueta recortada contra un crepúsculo que yo no alcanzo porque
sucede antes del mío donde vuelas, libélula, inquieta, en mis rojizos arreboles
buscando la noche donde sí me sucede a tiempo tu memoria. Ah! tus besos húmedos
sobre mi piel, ese toque mágico de tus labios insinuando recorridos
voluptuosos, vías secretas, rutas verticales, tu boca sobre mi cuerpo
urgiéndolo, despertándolo, tu lengua escribiendo el deseo en el desierto de mi
piel. Hoy no te beso para que sigas con tus besos abarcando mis sensibles
territorios, porque ahí veo nuestra complicidad, ahí veo que soy alguien oscuro
y secreto, más cerca de tus instintos que de tu vida real, me gusta que me
escondas, que te avergüences de mí, que yo sea el demonio que rechazas y a la
vez buscas y necesitas. Sí, siento tu aliento, el vaho de tu boca sofocando mi
piel, mis escondrijos, los túneles más profundos de mis laberintos, aquellos
que nadie conoce (ni conocerá) en plenitud. Porque callas sobre el hombre
blanco de ojos claros?, que temes?, mis furias acaso?, mis celos que muerden
con la ferocidad de un lobo herido?, mi siniestro desengaño?, no!, no debes
temer, ecce homo sucede en tu mundo
real, el de la miserias y rutinas cotidianas que todos habitamos
inevitablemente, y yo ya parasito hace tiempo el otro mundo, el verdadero.
Desde ahí te confieso; confrontado a la necesidad de matar la dulce obsesión
por tu boca, por esa boca que embruja y tiende a habitar y anegar los sueños,
opté por la cobardía de seguir poseyéndote en mi memoria. Y eso no lo puedes
evitar.
sábado, 14 de julio de 2012
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