Todos duermen. Estoy solo frente
a la pantalla, con pijama y una bata. Pongo en la pantalla el Icono de
Consagración de mi hembra. Ahí esta su imagen, la más desnuda que poseo, la que
tiene mas de su deseada piel expuesta, ahí esta ella, mi hembra. La miro
intensamente, sus detalles, sus texturas, a fuerza de mirarla la desnudo. Ahora
veo sus pechos llenos, sus pezones, los pliegues de su piel… Sobo en círculos
mi miembro por encima de la tela del pijama sintiendo como se despierta. Me
bajo los pantalones del pijama. Mi verga está ya algo erecta. Entonces inicio
el rito masturbatorio y dos de mis dedos comienzan a masturbarme suavemente. Mi
pene se torna cada vez más sensible. Sentado cómodamente inicio la deliciosa
masturbación sin dejar de mirar esos senos maduros dulcemente caídos con sus
pezoncito ricos, impúdicamente carnales. Comienzo a leer sus palabras y es como
si ella, mi hembra, me las estuviera susurrando al oído, con voz incitante y
excitante. Estoy así largo rato leyendo y releyendo esos pasajes más eróticos,
sintiendo el roce de mi mano en mi verga y a la vez mi verga que se va
endureciendo en mi mano. Mientras leo (escucho) mi miembro alcanza su dureza
extrema. No imagino ninguna escena sexual, simplemente gozo leerla (escucharla)
mirarla y gozo del placer puramente físico de la masturbación por mi hembra
madura y suculenta. Estoy tan excitado que debo frenarme un par de veces para
no eyacular tan pronto y prolongar el placer al máximo. Aumento el frotamiento,
quiero más, deseo más. Miro y miro su imagen y leo y leo (escucho) sus
palabras. Mi respiración se agita. Mi mano se mueve más y más rápido apretando
mi verga dura y sensible. La espío en su imagen y escucho sus susurros. Mi
respiración se convierte en suaves gemidos y suspiros incesantes. La espío y
escucho. Termino de leerla (escucharla) y ahora solo la miro hambriento de ese
cuerpo maduro. Logro el máximo de la estimulación masturbatoria. Me estremezco
y llego al clímax de manera incontrolable. Logro la eyaculación caliente,
espesa, lechosa. El chorro de semen cae en dos o tres chijetes al piso. Me tiro
hacia atrás sobre el sillón y me quedo placidamente quieto. Miro su imagen
antes de cerrar los ojos para hundirme en una dulce laxitud. Cierro los ojos.
Mi boca siente el sabor y la pequeña protuberancia de sus pezones. Me relajo
feliz porque mi hembra ha sido consagrada por mi semen que escurre denso y
lento por sus pechos.
sábado, 14 de julio de 2012
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