Pebeta divina, dejáte de
macanas!, gozá el día con sus recovecos y sus sorpresas, fluye, dejáte llevar
por la corriente zaina, burbujeá alegre porque "amanece, que no es
poco", disfrutá del hastío de mis palabras barrocas, de mis encantos de
pallaso (sic) de circo pobre, de mis artes menores de titiritero pueblerino, de
mis locuras y artificios, de mis ansias y de mis marullos, solo siente el
momento en que me leés porque yo te siento cuando te escribo, y en esa comunión
solo existimos en un tú y un yo que difieren y se apartan juntos copulando en
secreto en medio de la baraúnda de la burda realidad. Es tan simple; se trata
de vivir, de sentir, de fluir, nada más. Dejáte que te toque, que te acamale en
mis fechorías de machito de barrio, de puto esquinero, dejá que acaricie tu vulva
con mi lengua rígida con la puntita rosada y mojada, que me hunda/naufrague
entre tus senos ampulosos hambriento de tus pezones y tus suspiros, que enjugue
mis manos pene/tradoras en los jugos de tus deseos, dejá pebeta, dejá. Permitíme
que juegue solito con tu cuerpo, que lo use y lo abuse, que lo viole y lo
manosee, hazte la dormida mientras voy rebanándote en lonjas, sajando tu piel
hasta la desnudez violentada, dejáte profanar desflorar desvirgar mancillar
deshonrar como ningún compadrito tanguero ni machito avispado nunca alcanzo a
profanarte desflorarte desvirgarte mancillarte deshonrarte, dejá que te
cabalgue sudorosa implorando un descanso saciado en el lecho espurio de amante
clandestina. Vení arrodillada ante mí como una gatita mimosa y lame este príapo
de tus desvaríos, lame con toda tu lengua a lo largo, humedécelo, humíllate
ante el emblema del goce que abunda en tus insomnios mientras te revuelcas en
las arenas de las sábanas recalentadas buscando sintiendo deseando un orgasmo
que te arrastre hasta las dulces aguas del sueño. Quiero verte así hincada ante
mi ídolo fálico besando mi glande hinchado, rojo y sensible para agotar mis
desesperadas fantasía de ti. Escuchá mi voz en sus borbotones de indecencias
llenado tus oídos de palabritas groseras desvergonzadas indecorosas obscenas,
de ese cieno de verbos oscuros y mucilaginosos que se aconchan en las profundas
cloacas de mis instintos mas sucios. Concedéme el inclemente y abusivo derecho
de pernada, para que al final de la noche violador y violada se confundan en
sus tibias y pegajosas babas sexuales e irrumpan en la claridad del día consumados
y plenos. Andá tierna pebeta divina, dejá, vení, gozá.
sábado, 14 de julio de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario