miércoles, 7 de octubre de 2015

EN LOS ESPEJOS TU PIEL


Pour la Comtesse sept fois reflétée

Son los mismos espejos verticales, partiendo el delicioso exhibicionismo de tus imágenes, dividiendo tus arcaicos impudores, fragmentando tus recatos de esfinge capturada, espejos repitiendo tus excitantes muslos pálidos, tus suaves piernas que mis manos pervertidas conocen palmo a palmo en su tibia incitación y en su lisura sexual, el negro y corto pantaloncillo del pijama, suelto y cómodo negando tu vientre y tu pubis, ocultando con deliberada crueldad  tus ansiados vellos púbicos. Tú ahí de pie sobre las grandes flores de la bajada de cama, sentada sobre en el inútil negro vibrón cubierto con el mullido chal burdeos o recostada sobre las cuadriculas de los felinos, apenas mostrando el ombliguito como un punto central de la carnalidad de tu estomago, esa pequeña oquedad  que mi lengua hurgó en la harturas del deseo camino a tu vulva. Todo es piernas, muslos, rodillas, pies, codos, las manchitas aquí y allá en tus mórbidos muslos, los rollitos de las rodillas, la perturbadora presencia de esos pies que no alcance a lamer, a chupar dedito a dedito, los close-up de tu pancita y tu piernas enteras de muslos a pies y los siempre egoístas sedosos negros del pantaloncillo y de la camisola. Siete veces reiterada para el goce de mis ojos mirones, siete incitaciones al onanismo vicioso, siete mensajes de la exhibicionista amateur al voyerista profesional, siete provocaciones al lamido, al manoseo, a la lenta y caliente ensalivación, siete visiones del palacio de las exultantes columnas marmóreas, siete quietas imagos como siete pecados de convocación a la lujuria a distancia, siete pecaminosas intenciones de lúbrica seducción.


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